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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Transilvania, la región desconocida .

La región, fruto de su historia, se constituye en un cruce de países y culturas.

Transilvania es una de las regiones más conocidas de los Balcanes, gracias a la famosa novela de Franz Stoquer, El conde Dracula, basada en los hechos reales de un noble rumano que luchó contra el dominio otomano en la región y que bebía su sangre después de terribles torturas. Sin embargo, Transilvania es mucho más que el escenario favorito de los vampiros nocturnos.

La región comprendida entre los Cárpatos es la llave sur entre Europa y las llanuras del Este, zona fronteriza desde antiguo, los romanos estuvieron guardando sus fronteras, después la llegada de los eslavos en el siglo V y de los pueblos húngaros en el VII crearon las primeras condiciones del pluralismo etnico de la región. La población de cultura latina descendiente de los romanos, más con progresivas emigraciones dieron lugar al poblamiento rumano. La llegada de las tribus uralo-altaicas proporcionó el elemento magiar, húngaro muy minoritario y zseclers, una tribu menor magiar, hermana de los húngaros que se estableció al completo en Transilvania.

Sin embargo, en la edad Media una corriente migratoria alemana se establecio en la región ayudando a crear una red urbana y una clase comercial y burguesa. Con la llegada del dominio otomano, el principado de Transilvania, vinculado al reino de Hungría quedó sumergido bajo el poder musulmán. Los Habsburgo, titulares del reino magiar, mantuvieron su interés por el principado de los Cárpatos. No obstante, en el siglo XVI, el voivoda Zapolya se autodenomino príncipe de Transilvania, y se mantuvo la pugna con el apoyo turco. Sin embargo, mientras Viena fue un centro de la contrareforma católica, muchos subditos de religión protestante se refugiaron bajo el dominio otomano. Por eso, mientras los húngaros occidentales son católicos mayoritariamente, los zeclers que viven en Transilvania son calvinistas.

En el inicio del siglo XVIII, Eugenio de Saboya, un miembro segundón de la familia saboyana, se ofreció a Francia, donde fue rechazado por su baja estatura, siendo admitido por los Habsburgo a su servicio. Este general italiano, que contradice la mala fama de éstos en el terreno militar, fue la figura que proporcionó mayores victorias a la Cristiandad contra el turco, salvando a la ciudad de Viena y conquistando después parte de los Balcanes. El Principado desde entonces quedó anexionado al Imperio, formando parte de la corona húngara. La región fue de las más plurales del imperio con su poblamiento húngaro, zeclers, alemán, rumano y minorías judías, ucranianas...

Mientras estuvo bajo dominio húngaro, los magiares fueron el elemento predominante, aunque en las ciudades, los alemanes, conocidos como sajones, y de religión luterana, formaron la clase urbana y comercial. Cuando al final de la I Guerra Mundial el imperio se descompuso, la región fue anexionada a Rumania por el carácter mayoritario rumano del poblamiento. Sin embargo, las reivindicaciones de la minoría magiar propició en 1940, bajo el patrocinio germano-italiano, que la parte norte de Transilvania, donde se concentraba la población húngara y zecler fuese adjudicada a Hungría. Durante el dominio magiar, la minoría sajona reforzó su naturaleza germana y los contactos con Alemania. Después de la II Guerra Mundial Transilvania fue adjudicada a Rumanía de nuevo, de donde parte de la minoría sajona fue expulsada a la Alemania Federal. Bajo la dictadura de Ceaucescu el proceso de rumanización fue en aumento contra las minorías magiar y germana.

Tras el derrumbe del comunismo y la recuperación de la libertad por el país rumano, Transilvania vio revitalizarse la reivindicaciones de la minoría magiar. Este resurgimiento de las nacionalidades ha propiciado el renacer del nacionalismo rumano y que Romania Mare, uno de los principales grupos nacionalistas, sienten su principal base en esta región de los Cárpatos, en contraposición al resurgimiento magiar, alentado desde Hungría, país que ve desde 1918, como la mitad de los amgiares viven como minorías en los países vecinos de Eslovaquia, Yugoslavia y Rumania. No obstante, salvando las particularidades culturales magiares, Transilvania es una de las regiones que más pueden aportar al desarrollo rumano. La riqueza urbana y paisajística de una región multicultural como ésta proporciona las bases de un futuro turístico prometedor, que ya Dracula ha provocado con viajes a su lugar de nacimiento. Esperemos que esta región pueda unirse a las rutas imperiales de Viena y Budapest y aportar la riqueza plural que significó para el imperio Habsburgo su parte oriental...

 



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