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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

El milenarismo revolucionario de Osama Ben Laden.

Un movimiento ideológico en el mundo musulmán que ha influido en los fundamentos del terrorismo islámico

"En ningún sitio de la tierra habitada hay mayor mal que en Nueva York, por esta razón su porción de castigo será mayor".

No se trata de un texto de Nostradamus, ni tampoco de Osama Ben Laden, sino de Bashir Muhammad Abdallah, autor de libros de apocalíptica popular islámica desconocidos a la islamología culta, pero muy vendidos en Egipto: la cita es de su libro Zilzal al-ard-_azim, publicado en El Cairo en 1994.

En un editorial del New Orleans Times-Picayune, la profesora Catherine Wessinger de la Loyola University (quizás la mayor especialista contemporánea de milenarismos) enmarca el movimiento de Osama Ben Laden en la categoría del "milenarismo revolucionario": un milenarismo éste, que no se limita a especular sobre acontecimientos apocalípticos, sino que se sirve de la violencia para subvertir el orden presente de las cosas con el fin de conseguir otro que sea definitivo.

La del milenarismo es una categoría surgida para describir una corriente dentro del protestantismo (que espera tras la derrota del Anticristo el Milenio, mil años de reino visible del Señor sobre la tierra, antes de la última tentación del Demonio y del juicio final). Su traslado fuera de los medios cristianos es, evidentemente, analógico, y muchos notaron como se aplican mal al Islam, las referencias apocalípticas - que no faltan- salvo excepciones (al menos hasta épocas recientes) han sido aplicadas a la lectura de acontecimientos del presente y a profecías concretas y "políticas" para el futuro.

¿En qué sentido la categoría de milenarismo revolucionario ayuda a comprender a Osama Ben Laden y a su capacidad de influir y reclutar un abundante número de personas? Para contestar a esta pregunta, es necesario reflexionar sobre una distinción obvia cuando se aplica al mundo cristiano, pero que parece menos evidente en los debates de estos días sobre el Islam. Las doctrinas milenaristas por lo general pueden ser planteadas de dos formas: una estríctamente teológica y otra sociológica. Estos dos planteamientos no coinciden.

Por ejemplo -a propósito del milenarismo y de la visión de la venida del Anticristo descrita en las novelas americanas de la serie Left Behind, que en su totalidad vendío más de veinte millones de copias- es posible hacerse dos preguntas distintas: la primera, si se trata de una forma de escatología tomada en serio por el protestantismo "culto" y universitario; la segunda, si tiene una influencia real sobre millones de personas. La respuesta a la primera pregunta es negativa; pero la segunda cuestión es completamente distinta: se trata de novelas que, a pesar de ser ignoradas por la teología culta, tienen una influencia enorme sobre millones de personas, ya medida y cuantificada por investigaciones sociológicas.

Lo mismo ocurre con la literatura milenarista islámica (novelas y escenarios para el futuro) que se hizo popular a partir de la guerra de los Seis Días en 1967. Desde el punto de vista teológico, es fácil para un estudioso occidental del Islam (siempre que la lea y se ocupe de ella, lo que por regla general no ocurre) afirmar que no representa la auténtica apocalíptica islámica; la idea es ratificada por autoridades islámicas como las de la Universidad al-Azhar de El Cairo, que reiteradamente pusieron en guardia contra esta literatura, no tanto por su extremismo, sino porque incorpora temas procedentes del milenarismo cristiano del protestantismo fundamentalista. Desde el punto de vista sociológico, precisamente las obras de los autores más criticados como Sa´id Ayyub, Muhammad Da´du y el ya citado Bashir Muhammad Abdallah se reeditan continuamente y tienen una enorme popularidad en todo el mundo sunita.

David Cook, de la Universidad de Chicago -el mayor estudioso de este tipo de literatura popular - entiende que su éxito se debe al haber sustraído temas como los del Anticristo (Dajjal) y de los últimos tiempos al secular monopolio de las élites cultivadas, convirtiéndolos en carne y sangre para las masas. Su análisis de los contenidos y de la popularidad de estos productos es inquietante. Los dos temas que afloran son el del Anticristo y el de su derrota. Para identificar al Anticristo -que ya está entre nosotros- el milenarismo popular no se remite solamente a las fuentes islámicas, sino a la literatura fundamentalista protestante (que estos autores demuestran conocer muy bien), a la propaganda antisemita occidental (con referencias casi obsesivas de tanto reiteradas a los apócrifos Protocolos de los Sabios de Sión, por otra parte reeditados y difundidos en varios países árabes por sus respectivos gobiernos), e incluso al esoterismo de cuarto orden con referencias más o menos oportunas a Nostradamus, a los OVNIS y al triángulo de las Bermudas. La venida del Anticristo es el resultado de un complot judío, que tiene como principal instrumento a los Estados Unidos de América (que son objeto de varias profecías tradicionales) y que acaban aliándose -en nombre de la común animadversión al Islam- también con los "cruzados" cristianos y en especial con el "Vaticano".

Por ejemplo en la obra al-Mahdi al -muntazar `ala al-abwab de Muhammad Da´du (1997) puede leerse que, cuando el Islam comienza su gran despertar militar, el "Vaticano", de acuerdo con el "gobierno italiano", envía saboteadores a tierras islámicas para destruir sus infraestructuras. Cuando los espias son descubiertos y se arrepienten, el "gobierno italiano" se venga matando a las familias de los arrepentidos. El escenario es, evidentemente, de locos: pero no tranquiliza leer, después de Nueva York (de la que se habla muy a menudo), frecuentes referencias a Roma como objetivo de la cólera islámica.

El Anticristo es derrotado por el Mahdi, el mesías de los últimos tiempos que une a los varios Estados islámicos (en muchos casos matando a los dirigentes que son vistos como agentes de los "cruzados" occidentales y de los judíos - quienes a su vez controlarían a la masonería, y muchos dirigentes árabes serían masones -, cuando no judíos encubiertos) y destruir a los enemigos del Islam. Desde este punto de vista, el Mahdi es también el nuevo califa. En uno de los textos más influyentes de esta corriente, al-Masih al-Dajjal de Sa´id Ayyub (1987), al final de sus conquistas "los cantos de batalla retumban en Roma".

Hace unas semanas, pudimos leer la pretensión de Osama Ben Laden de declararse "califa" unificador de todo el mundo islámico: una pretensión que no deja de ser absurda bajo el punto de vista político secular, pero que cobra sentido si se relaciona con los planteamientos del milenarismo popular sobre el Mahdi, cuyos éxitos no se pueden predecir desde un punto de vista militar y político, ya que son de origen sobrenatural y milagroso.

David Cook demuestra como -no obstante la desautorización oficial- esta literatura milenarista tenga un notable éxito en las masas árabes, y haya obligado a sus críticos a tomarla en consideración, no solamente mediante las condenas de los "conservadores" (vinculados por lo general a la Universidad al-Azhar en donde, paradójicamente, algunos de los autores apocalípticos han estudiado), sino también con la fundación de una escuela de "neo-conservadores" que tratan los mismos temas pero de forma rigurosamente islámica, sin la utilización de fuentes protestantes o esotéricas occidentales.

Evidentemente, una cosa es escribir escenarios de fantapolítica religiosa más o menos novelados, y otra organizar atentados. No obstante la popularidad de esta literatura milenarista (que - a diferencia de la mayoría de la fundamentalista protestante - es intrinsecamente violenta) ayudan a comprender algunas referencias de Ben Laden que de otra forma nos resultarían incomprensibles, y alimentan la creación de un clima cuyo planteamiento terrorista puede encontrar simpatizantes y adheridos.

También sería un error creer que el milenarismo de Ben Laden se apoye exclusivamente en la literatura apocalíptica "popular" (el adjetivo se refiere al destinatario, no a los autores, que a menudo tienen estudios académicos). La segunda pierna de su milenarismo revolucionario se fundamenta en una interpretación del Corán que - a pesar de ser criticada por las autoridades religiosa más hostiles al radicalismo y ser considerada filológicamente incorrecta por estudiosos occidentales (contra los cuales ha surgido un entero género literario de léngua árabe, que se burla de sus pretensiones de enseñar a los musulmanes a leer el Corán) - tiene una larga tradición "culta" y no solamente popular. Rosalind Gwinne, de la Universidad de Tennessee, autora de un notable estudio sobre la utilización del Corán en la literatura producida por el movimiento de Ben Laden, al-Qa´ida, destaca como haya frecuentes referencias a Taqi al-Din Ibn Tamiyyah (1262-1328) un jurista (no un exégeta) de escuela hanbalita muerto en la cárcel a causa de sus ideas extremistas y hoy en día considerado como una autoridad en Arabia Saudí.

Una de las técnicas exegéticas que permiten quitar vigor a los pasajes coránicos que parecerían condenar la matanza de civiles, iclusive mujeres y niños (una técnica no manifiestamente declarada por Ben Laden, pero usada por sus maestros como Muhammad Abd al-Salam Faraj, ajusticiado en 1982 como instigador del asesinato del presidente egipcio Sadat), consiste en dar relieve a la noción de verículos "abrogados" y "abrogantes" (según la cual revelaciones cronológicamente posteriores podrían "reemplazar" revelaciones previas) : una noción que no es acogida a la unanimidad por los exégetas pero que tiene una larga tradición.

Otra consiste en defender que los pilares de la fe son seis (mientras que para otros son cinco), e implican a la jihad; que tienen que seguir un orden jerárquico y que la jihad viene inmediatamente después de la profesión de fe, de tal manera que las exigencias de la jihad, en caso de discordancia, prevalecen sobre las otras exigencias religiosas o morales. En lo que se refiere al significado de la palabra jihad, es verdad que no se limita a la "guerra santa" en el sentido militar del término, implicando todo esfuerzo moral, cultural y religioso; pero también es verdad que en los manifiestos de Ben Laden el marco - las citas más frecuentes son para Corán 9,5, el conocido como "versículo de la espada" (" [...] matad a estos asociadores [politeístas] dondequiera los encontréis, capturadlos, sitiadlos y ponedles trampas" y 47,4 ("Cuando [en el combate] encontréis a los descreídos, golpeadles en el cuello hasta que no los hayais sojuzgado") - como también el de los combates nada metafóricos, y por otro lado las publicaciones de al- Qa´ida en inglés usan la expresión holy war, cuya traducción no da lugar a dudas.

A quien objeta que el Corán permite sólo la guerra defensiva, Ben Laden contesta que no hubo solamente una, sino tres agresiones graves (la presencia de tropas occidentales en el suelo sagrado de Arabia, el ataque a Iraq y el apoyo a Israel) por lo tanto la guerra contra América es siempre y por definición defensiva, con la consecuencia de tranformar la guerra santa en "obligación individual" para todo musulmán y no solamente "obligación colectiva" que podría ser tarea de algunos en nombre de todos.

En tercer lugar, siguiendo la estela de Ibn Tamiyyah, Ben Laden interpreta las referencias a los "asociadores" y "descreídos" (en contra de otros intérpretes) incluyendo a los "pueblos del Libro" (cristianos y judíos) - almenos los que no aceptan el estado de dhimmi, poniéndose bajo la protección del Islam y reconociendo su hegemonía - e incluso a los malos musulmanes, por ejemplo a los actuales gobernantes de Arabia Saudí (a los que al-Qa´ida cita entre otras cosas la referencia del Corán 2, 278-279 a la guerra contra la práctica de la usura).

Por último, Ben Laden da importancia al comienzo de Corán 2, 191 ("matadlos dondequiera los encontréis [...]") y a Corán 2, 193 ("Luchad hasta que termine la persecución, y el culto se rinda a Alá"), remitiéndose a una larga tradición rigorista según la cual el mismo descreimiento es un acto de agresión que justifica la más dura reacción militar.

Es evidente que para llegar en la fatwa del 23 de febrero de 1998 (firmada no solamente por Ben Laden, sino también por dirigentes que - al contrario de él pueden airear sus credenciales de estudiosos del Corán) a la conclusión que "matar a los americanos y a sus aliados - civiles y militares" en estos tiempos apocalípticos es "deber individual de todo musulmán, que puede cumplirlo en cualquier país donde le sea posible", es necesario un esfuerzo para interpretar sistematicamente las fuentes de la manera más rigorista posible (a veces "cortando" de la cita la segunda parte de un versículo coránico que ablanda y cualifica a la primera, y en ocasiones violando las reglas que indican con precisión cuando una pausa dentro de un versículo está permitida, aconsejada o prohibida).

El milenarismo revolucionario de Ben Laden se confirma como una interpretación de las fuentes tradicionales islámicas discutible desde el punto de vista filológico, y que ante puntuales inconvenientes interpretativos, se ve en la obligación de hacer elecciones minoritarias entre los mismos autores clásicos citados por al-Qa´ida.

De todos modos, entronca con una corriente para nada irrilevante en los mismos ambientes cultos, y que hoy día disfruta de cierto encanto en las masas islámicas merced al trabajo de siembra realizado por una literatura popular que gira en torno al tema del Anticristo.

Se trata, sin duda, de una ideología peligrosa y criminal: liquidarla empero como algo ridículo significa no entender las profundas razones de su influencia y de su (relativo) éxito, que la categoría de "milenarismo revolucionario" puede en cambio ayudar a alumbrar con más exactitud.

Massimo Introvigne (Traducción de Ángel Expósito Correa

P.D. Arbil quire agradecer a la editorial Editorial Elledici (10096 Leumann Turín). la cortesía con el autor de "Osama bin Laden: Apocalisse sull´Occidente".que le ha permitido adelantar este texto basado en el tercer capítulo de la obra citada (www.cesnur.org.).



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