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Revista Arbil nº 78

Comunicación no verbal

por José Pablo Noriega de Lomas

Dividido en cuatro partes este estudio en el primer tramo trata las "Objeciones al estudio de la conducta no verbal", después entra con la "Conducta no verbal y estructuras de relación", continúa con la "Ciencias y expresión corporal (conducta no verbal)" y termina viendo la "Conducta no verbal y política"

ÍNDICE



× INTRODUCCIÓN

× CAPÍTULO I. OBJECIONES AL ESTUDIO DE LA CONDUCTA NO VERBAL HUMANA

Introducción

1. La objeción moral

2. La objeción lingüística

3. La objeción historicista

× CAPÍTULO II. CONDUCTA NO VERBAL Y ESTRUCTURAS DE RELACIÓN

a) Dos perspectivas en el estudio de la conducta no verbal: la estática y la dinámica

b) Dinámica de la conducta no verbal: estructuras no verbales de relación

c) Caracterización de las estructuras de relación

d) Estructuras no verbales de relación humanas

e) La diferencia entre la conducta animal y la conducta no verbal humana

f) Estructuras de relación interespecíficas (referidas al hombre)

g) Las estructuras de relación y la conducta no verbal desde la Psicología y la Fisiología

h) El análisis de la conducta no verbal: la Kinésica y la Proxémica

× CAPÍTULO III. CIENCIAS Y EXPRESIÓN CORPORAL (CONDUCTA NO VERBAL)

Introducción

1) Lingüística

2) Historia

3) Psicología

4) Antropología Cultural

5) Sociología

6) Medicina

7) Economía

8) Arte

9) Pedagogía

10) Teoría de la evolución

11) Lógica

12) Filosofía -76-

× CAPÍTULO IV. CONDUCTA NO VERBAL Y POLÍTICA

El cambio político en relación con la conducta no verbal

1. El cambio social y político

2. El movimiento Hippie y los partidos radicales

3. Estado

4. Familia y Estado

5. Feminismo

6. Tercer Mundo -

7. Macropolítica, Micropolítica y Conducta no verbal

8. Vida cotidiana



× INTRODUCCIÓN

Aunque el estudio sistemático de la comunicación no verbal es un fenómeno de nuestro siglo y más concretamente de su segunda mitad, la reflexión o el estudio más o menos estricto de la materia arranca de la Antigüedad. Así, ya en las obras de Homero encontramos descripciones que refieren los rasgos físicos al carácter. También Platón y Aristóteles resaltan en especial, la importancia del rostro para el conocimiento del alma individual. De igual manera los romanos Cicerón y Quintiliano explican la importancia de los gestos en relación con el entrenamiento de los oradores, planteando el último el lenguaje de las manos como universal.

La tradición del estudio de la comunicación no verbal se prolonga durante toda la Edad Media por obra de la Fisiognómica en la que destaca el pensamiento árabe. En el siglo XVIII el estudio de la comunicación no verbal conoce un resurgimiento por la obra de la fisiognómica de Lavater y la frenología de Gall.

Pero es en el siglo XIX con la publicación de la obra de Darwin "La expresión de las emociones en los animales y en el hombre", cuando se puede hablar en sentido estricto de la ciencia o ciencias del comportamiento no verbal.

La transición entre la obra de Darwin y el desarrollo sistemático que se opera en el estudio de la comunicación no verbal después de la Segunda Guerra Mundial, es realizada fundamentalmente por la obra del psicólogo G. H. Mead y la del antropólogo Bateson. Mead defiende el cuerpo como el soporte del mensaje de la mente, la cual se hace accesible a la investigación, a través de las señales que expresa por medio del cuerpo en la interacción social por medio del gesto simbólico, en el sentido de que los gestos forman parte de la estructura social.

El segundo puente hacia los estudios actuales de la comunicación no verbal está constituido por la obra de H. Mead y Bateson sobre el estudio del carácter balinés y llega desde la Antropología Cultural. En ella estudian el problema de la incorporación del niño a la cultura o del proceso de socialización, con una base empírica que supone una renovación de los métodos tradicionales, basada en la fotografía y en la película, y dando especial importancia al comportamiento interpersonal.

Cuando en 1948 Bateson comienza su investigación en la psiquiatría se puede decir que ello significa el inicio de la investigación actual en el tema, y ello, mediante el estudio general de las relaciones humanas. Esto da lugar a que en los años 50 una serie de investigadores inicien el estudio del comportamiento no verbal humano sistemáticamente.

Ray L. Birdwhistell inicia el estudio de los movimientos corporales en lo que él llama Kinésica; los analiza según un modelo lingüístico en el que las formas superiores de comunicación no verbal se pueden descomponer en otras más elementales.

Por otro camino, Edward T. Hall se ocupará de la Proxémica, esto es del comportamiento espacial, que es diferente según la cultura a la que pertenezca el individuo actuante.

Ervin Goffman estudiará los comportamientos cotidianos como contenidos en unas estructuras de conducta de la que los personajes serán sus actores. El mérito de Goffman, a nuestro juicio, consistirá, no tanto en el análisis pormenorizado de las formas de conducta no verbal (gestos, posturas, etc... ), como en señalar estas estructuras de relación en la que los individuos expresan su conducta.

Existe también otra vía de investigación que es la que entronca con los estudios de Etología animal, en la que se pueden destacar los trabajos conocidísimos de Desmond Morris y también los de Eibl-Eibesfeldt, que buscan los universales de la comunicación no verbal.

A partir del trabajo de estos pioneros en los años 60 y 70, en la década de los 80 registra un verdadero aluvión de investigaciones en diferentes campos sobre la conducta no verbal.

Desafortunadamente, España quedó al margen de los estudios sobre la materia. Lo más destacable está constituido por la obra de G. Marañón "Psicología del gesto", -citada por Birdwhistell, en su obra "El lenguaje de la expresión corporal"- y la obra de Ortega y Gasset "El hombre y la gente", en especial el capítulo dedicado al saludo.

En los años 60 la única referencia que tenemos es la obra de Jerónimo de Moragás "La expresividad humana". Por último está la historia de la Fisiognómica española en la obra de Caro Baroja "La cara, el espejo del alma".

× CAPÍTULO I. OBJECIONES AL ESTUDIO DE LA CONDUCTA NO VERBAL HUMANA

Introducción

El trabajo que presentamos trata, como se ha dicho, del comportamiento no verbal humano. Este comportamiento o conducta presenta peculiaridades que lo hacen diferente al comportamiento animal que parece que pudieran dificultar su estudio. Entre estas peculiaridades se encuentran las realidades morales, específicamente humanas, también las históricas y, por último, el lenguaje articulado.

Estas realidades, específicamente humanas, pueden dar lugar a otras tantas objeciones, que examinaremos a continuación. Parece, no obstante, que el hecho de que el estudio de la conducta, comportamiento o comunicación no verbal esté en marcha desde hace más de un siglo, de forma más o menos sistemática, hace capciosa toda discusión sobre el tema. No es esta nuestra opinión, pues creemos que el orden metodológico hace necesaria la discusión sobre estas objeciones, porque la pregunta sobre la posibilidad de estudio de una materia o ciencia es siempre anterior en el orden lógico, a su desarrollo, cuando hay consideraciones que pueden cuestionarlo.

Lógicamente, se puede suponer que, si los resultados de esta investigación previa fueran negativos, el conocimiento que da esta ciencia quedaría, al menos, rectificado.

En este trabajo hemos considerado tres objeciones, que parece podrían dificultar o, en su extremo, anular la validez del estudio de la comunicación no verbal. Son lo que hemos llamado las objeciones moral, histórica y lingüística que pasamos a discutir y refutar.

1. La objeción moral

Aunque se sostenga que los conocimientos científicos son, en si mismos, neutrales y no implican valoraciones, parece claro que ciencia y moral mantienen relaciones en campos como el de las implicaciones, el uso o los métodos. Como por ejemplo, sirve el hecho de que la experimentación, en las ciencias humanas está rígidamente controlada por criterios éticos.

Según esto parece posible la indagación sobre las relaciones entre ciencia y sociedad desde una perspectiva general que incluya las relaciones éticas entre la ciencia y la sociedad. No obstante, en este apartado, no entraremos en esta valoración general, sino en una de sus posibles especificaciones, que es la relación entre el estudio de la conducta no verbal y la intimidad personal, aunque, desde alguna perspectiva, se pueda considerar que hay una sensibilización excesiva sobre el tema.

Con respecto a este punto, no creemos aplicable la argumentación de que la ciencia no es valorativa o moral y, por tanto, el conocimiento, moralmente neutro, pues no se trata de determinar si los conocimientos son neutros, o no, sino de decir si los conocimientos obtenidos u obtenibles mediante el estudio son susceptibles de ser públicos, en tanto que pueden significar el acceso a dominios que podrían considerarse como privados.

Este extremo, por otra parte, se manifiesta de forma especial en el campo que estamos estudiando, pues parece difícil que la susceptibilidad pueda manifestarse en Ciencias Humanas como la Lingüística, por mucho que esta estudie la competencia del sujeto (competencia lingüística, queremos decir). Incluso parece que ni la Psicología, en cuanto que estudio de la mente individual, puede alcanzar este tratamiento porque su estudio no manifiesta tan claramente el centro sentimental, comunicativo y social del sujeto.

Con todo, parece que en las pautas de la conducta no verbal podría hacerse una distinción entre aquéllas que se pueden estudiar sin menoscabo del derecho, claramente y en un primer nivel de análisis. Nos referimos a las que presentan el aspecto más agradable de la persona y de los grupos humanos que son las que tienen que ver con formas de relación afiliativas o, en general, amistosas.

En lo que respecta a otras posibles formas de conducta no verbal, parece posible levantar algunos argumentos en favor de la posibilidad de su estudio. En primer lugar se puede señalar que, al igual que en otras ciencias, los resultados del estudio de la conducta no verbal son realidades objetivas y, en este sentido, el sujeto no es particular sino general. En nuestro caso, los elementos con los que se trata son gestos, posturas corporales, sistemas de relación... son abstractos y generales y, por ello, no atañen a los individuos en particular.

Siguiendo con este problema, parece que podría plantearse el hecho del conocimiento de la privacidad que el experto puede tener sobre los individuos particulares al igual que, por ejemplo, el médico o el psiquiatra lo tienen de sus pacientes. Pero, a nuestro juicio, esto es una cuestión que atañe al propio código deontológico de los expertos, que, por otra parte, puede tener bastantes aspectos en común con los anteriormente citados, pues se encuentran muchas aplicaciones terapéuticas del estudio de la conducta no verbal.

En segundo lugar, en lo que respecta al tema de la justificación del estudio de la comunicación no verbal, es preciso señalar que a través de la conducta no verbal, se vehiculiza el entramado de relaciones sociales, las cuales perderían su substancia si desapareciera el canal no verbal. Por tanto, la conducta no verbal es algo así como los eslabones en los que se asientan muchos de los niveles del proceso comunicativo general, a través de los cuales median las relaciones políticas que definen posiciones ideológicas. Por ello, si desapareciera la conducta no verbal desaparecerían las estructuras sociales tal como las conocemos, pues por medio del comportamiento verbal se expresan las afinidades, los afectos, las discordias del proceso social y comunicativo. Son, entonces, los signos no verbales, públicos y, como consecuencia, estudiables.

2. La objeción lingüística

Desde el punto de vista del comportamiento lingüístico parece lógicamente posible argüir que el estudio de la conducta no verbal humana no puede hacerse como una realidad independiente de las formas de comunicación lingüística. Así, se puede afirmar que la conducta no verbal animal puede ser aislada precisamente porque los animales no disponen de lenguaje articulado y, por tanto, el canal no verbal es el único que utilizan.

Según la objeción lingüística, el estudio de la conducta humana, cuando menos, debe ser entendido como una totalidad que no puede descomponerse en elementos verbales y no verbales, se referirían unos a otros recíprocamente. Por tanto, la interacción entre ambos niveles de conducta sería tal, que el nivel no verbal no podría ser analizado por si mismo porque mantendría una vínculo constante con el nivel lingüístico.

Por otra parte, la objeción puede presentarse de una manera más radical cuando se considere que la conducta no verbal dependiente de la lingüística y sin subsistencia propia. Esta radicalización de la objeción que estamos discutiendo, podría, también, presentar como un argumento a su favor, el hecho de que la investigación ha probado que existen elementos del comportamiento no verbal, que actúan como auxiliares de la comunicación verbal o lingüística.

Con todo, nos parece posible presentar argumentos en favor de la subsistencia y de la independencia de la conducta no verbal.

En primer lugar, la investigación parece haber probado que existen niveles de conducta en los que se da el aspecto no verbal en estado puro. A este respecto, nos parece bastante expresivo el ejemplo que representan las obras de arte (pintura o escultura) en las que aparece la figura humana, sola o en relación, pues en ella el análisis se centra claramente en el elemento no verbal. En este puro nivel puede también considerarse la expresividad corporal, a nivel de lo que puede llamarse tono general, que nos permite conocer los estados de ánimo o los rasgos individuales del carácter o personalidad.

Un segundo tipo, dentro del nivel que representa la comunicación no verbal en estado puro, está representado por las relaciones sociales que se dan exclusivamente a través del canal no verbal. En este caso los ejemplos son múltiples. Valgan como tales, las diferentes formas que expresan un contacto o conocimiento mutuo, sin que medien las palabras, el cruce de miradas de los transeúntes que no se conocen o los saludos que se pueden cruzar los conocidos sin la mediación de palabras, los cuales, por otra parte, como ha mostrado la investigación, tienen bastantes modalidades.

Puede, por otra parte, sostenerse como argumento en favor de la sustantividad o independencia de la conducta no verbal, el hecho de que, según ha demostrado la investigación, la comunicación no verbal actúa como el canal por el que circula el proceso comunicativo general, y el verbal, en particular, en la relación interpersonal o grupal, de tal manera que las posiciones o roles individuales en el grupo, ya constituido, o en proceso de formación, organizan una relación, que se expresa por medio de la conducta no verbal. Así, por ejemplo, en la formación de un grupo, se expresaría a través del canal no verbal, la rivalidad por las posiciones de dominancia, con independencia del componente ideológico del grupo, que se expresaría a través del lenguaje oral.

Por último, defendemos la posibilidad de trasladar parte de la significación del mensaje verbal, al canal no verbal. Esta posibilidad se realizaría mediante el análisis de la expresividad que suscita el elemento oral en el emisor o en el receptor del mensaje (nos referimos, obviamente, a la expresividad corporal o no verbal). En este sentido, es claro que el elemento verbal es susceptible de ser expresado, al menos en parte, en componentes no verbales, lo cual, por otra parte, no significa que la totalidad del mensaje lingüístico pase por la expresión corporal, sino sencillamente que el primer lenguaje tiene implicaciones que se expresan a través del de aquella.

Como consecuencia, se puede señalar que la comunicación humana circula tanto por el circuito verbal como por el no verbal, pero este último tiene una especificidad que le permite acotar un campo de estudio propio, aunque haya estructuras que puedan implicar a ambos canales y los dos se relacionen o se refieran el uno al otro.

3. La objeción historicista

También desde el punto de vista que llamamos histórico, pueden proponerse objeciones al estudio de la comunicación no verbal humana. En nuestra opinión, no parecen tener la fuerza de las dos anteriores, pero es una cuestión metodológica intentar solucionar o remover los obstáculos que se opongan al estudio del campo en cuestión, por lo que pasamos a presentarla.

Para ello debemos tener en cuenta el hecho de que la difusión o la divulgación de la ciencia de la conducta no verbal puede alterar esta conducta por lo que el objeto de estudio se alteraría. Si llevamos a un extremo la argumentación, podría decirse que el conocimiento de la ciencia por el público operaría en el sentido de un cambio de las técnicas de expresión corporal, y por ello, el campo de la ciencia no sería el mismo. De hecho, este fenómeno ya está siendo un hecho, pues tanto los científicos, como revistas y libros de divulgación muestran técnicas para cambiar las técnicas a las que nos referimos.

En este sentido, se debe subrayar que es la incidencia de la misma ciencia en la sociedad, la que supondría, por primera vez, un factor de cambio en la conducta no verbal, diferente de otros posibles factores operantes en otras épocas históricas. No obstante, aunque las formas de la comunicación no verbal cambien, en el sentido de hacerse más sutiles y, por tanto, más difícilmente perceptibles, no se debe suponer que desaparecerá todo tipo de comunicación no verbal, ni menos aún que desaparezca, aunque, aún en este caso, la ciencia podría permanecer como histórica. Por tanto, la objeción no trabaja en el sentido de que se cuestione la misma posibilidad del estudio científico, aunque, una vez analizada, debe reconocérsele la virtualidad de matizar la relación entre la ciencia y la sociedad, sobre todo, en el sentido de la transformación del campo de estudio (claro está, siempre suponiendo que la sociedad no opte por el velo o la careta, como formas de presentación o representación social, pues con ello parte del objeto quedaría alterado, disminuido).

× CAPÍTULO II. CONDUCTA NO VERBAL Y ESTRUCTURAS DE RELACIÓN

En este capítulo trataremos la conducta no verbal en cuanto que indicador de procesos sociales humanos. Iniciaremos el tema con la demarcación del campo, por medio de la distinción entre elementos relevantes para estos procesos y los que no lo son.

a) Dos perspectivas en el estudio de la conducta no verbal: la estática y la dinámica

El análisis de la comunicación no verbal se puede hacer desde dos perspectivas diferentes, que se pueden llamar estática y dinámica, según el estudio incida en la significación que los elementos de la conducta no verbal tienen en si mismos (Estática), o como partes de un proceso, entendido como totalidad (Dinámica).

Así, desde la Estática se analizan el valor o la significación que pueden tener elementos como un gesto, una expresión o una postura, en cuanto tales. Esta ha sido, en general, la perspectiva analítica que, como antecesora de la ciencia, ha sostenido la Fisiognómica, en tanto que analizaba los rasgos morfológicos, a los que se suponía reveladores de rasgos del carácter. Igualmente, se tiende a estudiar, desde esta orientación, las obras de arte, tales como los retratos, que no admiten una interpretación procesual. En lo que respecta a la Fisiognómica, ésta buscará, por ejemplo, la significación de signos anatómicos, que son fijos, como pueden ser las anchuras de hombros, de caderas, u otro tipo de signos que tienen un carácter discreto, como la barba o la longitud del pelo.

En cambio, desde la Dinámica se investiga el comportamiento no verbal, como un todo que tiene un proceso y unos límites precisos, en el que, como consecuencia, los signos forman parte del proceso o sistema. Es a esta perspectiva, a la que dedicaremos nuestra atención, por lo que nos remitimos a las páginas siguientes para su concreción.

Por último, parece necesario resaltar la dificultad para determinar la independencia, o el grado de esta, de los diferentes elementos de la conducta no verbal desde la Estática, pues es posible argumentar que es siempre el contexto el que, en última instancia, determina, el significado de ellos, de tal manera que sería la existencia de otros signos no verbales la que determinaría el significado de los elementos como tales.

Aún con todo, es posible determinar desde la perspectiva Estática lo que se pueden considerar como diferentes valencias de un signo, diferentes, en diferentes contextos. Por otra parte, también es posible determinar lo que en común tengan estas valencias.

b) Dinámica de la conducta no verbal: estructuras no verbales de relación

En este apartado, como ya se ha indicado, trataremos la expresión corporal como proceso, pautado y sistemático, que se da entre diferentes individuos. Si partimos de la Etología, es por motivos expositivos, en la medida en que desde esta ciencia se encuentran procesos que ilustran, por analogía, las propuestas que se hacen. Distinguimos entre relaciones intraespecíficas e interespecíficas y plantearemos lo que entendemos por estructuras no verbales de relación y diferenciaremos las humanas de las estructuras de relación animales.

1) Relaciones específicas e intraespecíficas

Se puede afirmar que la Etología es la ciencia que estudia la conducta no verbal en estado puro, por la obvia razón de que los animales no disponen en su repertorio de conducta del lenguaje articulado, que es una característica propia del hombre. La Etología, como es sabido, estudia el comportamiento animal, desde la perspectiva que hemos llamado Dinámica, en tanto es un estudio del comportamiento social de los animales.

Dentro de la relaciones sociales de los animales, entendido el reino animal como conjunto, cabe introducir la distinción que barajamos. Así, según las relaciones se mantengan entre miembros de la misma especie, o entre miembros de especies diferentes, las relaciones se llaman intraespecíficas o específicas, e interespecíficas.

Estas distinciones, entonces, a nivel analítico y de construcción, son las primeras a realizar, aunque nos ceñiremos al comportamiento específico humano (y no desde la perspectiva etológica, puesto que tendremos en cuenta, como determinación fundamental, la inserción de la conducta humana en las realidades históricas y culturales).

Por último, cabe señalar que, posiblemente, el caso límite de comportamiento social intraespecífico sean las conductas predadoras. Con respecto a ellas, podría discutirse si cabe incluirla junto a otros repertorios de conducta, pero el hecho de que estos repertorios existan, atestigua que la distinción es pertinente. Ejemplos de los mismo, pueden ser, la conducta en el reparto de comida entre los carroñeros o, más en general, conductas de cooperación entre diferentes especies.

2) Relación intraespecífica: las estructuras de relación animales

Trataremos, en este apartado, las formas de relación de los animales como formas pautadas y como auxiliares que nos permitan acotar el campo de la conducta no verbal humana.

Para ello deberemos tener en cuenta que, así como las formas del comportamiento humano desde la perspectiva no verbal, requieren ser aisladas de la conducta verbal, en el terreno de la conducta animal no es posible calificar a ésta de no verbal, sin incurrir en redundancia y aunque se pueda tener en cuenta la discutible posibilidad de que los monos antropomorfos puedan tener comportamientos que, gracias al aprendizaje con los experimentadores, se aproximen a los del lenguaje articulado. Así es que el calificativo sólo puede ser tenido en mente, si se tiene en cuenta que la conducta del hombre es también verbal, y en tanto que las formas de relación animal nos sirven de referencia, para aclarar o acotar las parcelas del campo de las relaciones humanas, en su aspecto no verbal (expresión corporal).

Para delimitar el objeto de estudio, parece evidente que en el momento de establecer lo que es una relación social en Etología, se deben excluir aquellos signos o conductas, que no tengan un receptor del mensaje y, por supuesto que estamos hablando de relaciones específicas, que sea de la misma especie. Por tanto, desde este punto de vista, el rugido de un tigre solitario, no tendrá relevancia porque no puede abrir una relación social, aunque, desde el punto de vista interespecífico, pueda provocar conductas de alerta o huida en otras especies.

Tampoco serán relevantes, para nuestros propósitos, las conductas o signos que no provoquen una determinada reacción, o una gama limitada de posibles reacciones (si se entiende la relación, desde un punto de vista probabilístico). Así, por ejemplo, una señalización agresiva puede dar lugar a una respuesta de huida, a una de aplacamiento o a una igualmente agresiva.

Por otra parte, según la distinción entre Estática y Dinámica, la primera sólo corresponde a nuestro campo de una manera oblicua o auxiliar, puesto que analizamos la señalización como parte de un proceso. Esto no quiere decir, que se desprecie su estudio, sino que no pertenece propiamente al objeto que estudiamos. En este sentido, por ejemplo, no puede entenderse como propio del estudio de las formas de relación, el estudio de la conducta de animales aislados del contexto social, aunque puedan revelar significaciones emocionales individuales de lo más pertinente para otros estudios del mismo campo general. En definitiva, lo que pretendemos, en este caso, es acortar el estudio en la interacción como secuencia social, que incluye la relación entre miembros de la misma especie, la cual supone un proceso de comunicación en el que los roles de emisor y receptor se intercambian en los sujetos de la relación.

Un ejemplo muy ilustrativo y sencillo de lo que entendemos por estructuras de relación, puede ser expresado a través de la conducta que manifiesta un par de lobos cuando pelean ritualmente por su lugar jerárquico en la manada. En este ritual se pueden distinguir las cinco etapas o momentos siguientes. En primer lugar, el lobo aspirante mira al oponente con la cola levantada. Seguidamente, el dominante se acerca, con la cola horizontal y las orejas levantadas, mientras el aspirante muestra la misma postura. En el tercer momento, los dos fruncen los belfos, exhiben los caninos y se disponen a la pelea. En la cuarta fase, la de la pelea, los dos contendientes tratan de apresar el cuello del rival. Por último, el que se da por vencido ofrece su cuello y gime, lo cual aplaca al vencedor.

Este es un ejemplo de una estructura de relación que nos ilustra el comportamiento animal, como un proceso que tiene un comienzo, un fin y una estructura pautada. Esta descripción ha sido hecha en el lenguaje natural, pero la conducta exhibida también es susceptible de una descripción más abreviada, con un lenguaje formalizado. Con ella, hemos descrito el ejemplo, que nos sirve para una caracterización de las estructuras de relación más general.

c) Caracterización de las estructuras de relación

Así es que, como se ha visto, la investigación ha demostrado que los comportamientos que llamamos estructuras de relación, se repiten siempre de la misma manera en las diferentes especies animales de tal forma que, podemos decir, se abren con unas señales, que siguen un determinado camino de señalización, y termina con otras. Por lo tanto, se pueden aislar por el análisis como una institución (entendida ésta, como una forma de relación social, en la que los participantes actúan siguiendo unas pautas diseñadas de antemano). Estas estructuras de relación existen con independencia de los que las ejecutan y, podría decirse, que viven a través de ellos. Esta independencia de las estructuras de relación, con respecto de sus actores, por otra parte, se hará más evidente cuando estudiemos la conducta humana, pues en el hombre es la especie en la que las estructuras de relación aparecen como eminentemente culturales.

Parece, entonces, posible intentar mostrar una serie de características de las estructuras de relación, entre las que señalamos, como más relevantes, las que sigue:

Procesualidad. En este aspecto, las estructuras de relación se realizan como un plan programado, que tiene un trayecto, con un comienzo y un fin.

Acotabilidad. Aquí, se puede establecer claramente cuando comienza y cuando termina una estructura de relación, mediante las señales correspondientes.

Discrecionalidad. Por discrecionalidad entendemos el hecho de que los signos o señales de las estructuras de relación pueden determinarse y separarse del continuum de información o de otros.

Repetitibilidad. Las estructuras de relación se repiten como conductas de una especie, dentro de una variabilidad, en las situaciones que las suscitan.

d) Estructuras no verbales de relación humanas

Como ya se ha visto, la relación social en el hombre tiene una complejidad mayor que la de los animales, porque el hombre posee un nivel de complejidad mayor, al disponer también de lo que se llama lenguaje articulado. Por tanto, cuando se hable de niveles de conducta que existen independientemente de dicho lenguaje, es necesario añadirles el calificativo de no verbal, que es el más usado, aunque también podría hablarse de expresión corporal en general.

Mas en concreto, cuando la conducta humana tiene las características que la pueden definir como estructural, y se atiende exclusivamente al elemento no verbal, hablamos de estructuras no verbales de relación. Se puede hablar de estructuras no verbales de relación, cuando se estudian los saludos que se cruzan sin palabras y sus variantes, cuando se analizan las estructuras comunicativas de los grupos, en tanto que estas son no verbales y se expresan a través de la comunicación no verbal, o cuando se investiga sobre estructuras más amplias, como puede ser la familia, en el momento en que funciona como una matriz de relación general, por la que circulan diferentes tipos de relaciones y conductas.

1) Las estructuras no verbales de relación y las estructuras de relación humanas

Con todo, parece lógico admitir que existirá un nivel, en el que el comportamiento humano no admita la perspectiva no verbal como exclusiva, pues el comportamiento aparecerá como un todo, en el que no se pueda disociar el elemento verbal del no verbal. Entonces, en lugar de estructuras no verbales de relación, se hablará, simplemente, de estructuras de relación.

En este sentido, con la presencia del lenguaje articulado, queda por determinar la cota que puedan alcanzar las estructuras no verbales de relación. Aunque esta concreción sólo se podrá hacer sobre el terreno, es decir, con la investigación, pueden hacerse algunas observaciones, que nos permitan extender el campo no verbal tanto como sea posible.

En primer lugar, que existen aspectos que se pueden mostrar con el solo recurso de la conducta no verbal, por el hecho de que el canal verbal sea redundante con respecto a los no verbales.

En segundo lugar, como se dice en otro apartado de este trabajo, que la conducta verbal de algún miembro de la interrelación puede, en ocasiones, ser traducida en sus implicaciones, a la conducta no verbal de otro de los participantes.

En tercer lugar, como ha demostrado la Psicolingüística, el lenguaje articulado tiene connotaciones emotivas o sentimentales, que van unidas con las conceptuales o cognitivas, pero que pueden ser separadas y analizadas independientemente. Por tanto, pueden ser estudiadas desde la perspectiva no verbal, ya que suponemos que implican algún nivel de expresión en este canal.

Por último, la investigación no parece descartar la posibilidad de que la expresión corporal actúe como matriz, a través de la que circula el lenguaje articulado (según unos recorridos y no, otros; recorridos diferentes, según las culturas). En este sentido, también, el comportamiento no verbal se podría determinar como estructurado.

En fin, hemos expuesto una serie de argumentos, que tal vez pudieran extenderse a otros, en favor de la extensión del campo de la comunicación no verbal, en su frontera con el lenguaje verbal, pero es obvio que existe un momento, en que la interacción humana no puede ser entendida como no verbal. Entonces, si mantenemos los supuestos estructurales, se hablará simplemente de estructuras de relación, que se entenderá, lógicamente, como un todo en el que están, tanto el nivel verbal como el no verbal.

e) La diferencia entre la conducta animal y la conducta no verbal humana

De manera fundamental, y hasta ahora, hemos hecho este trabajo analizando las estructuras de relación de los animales. Esto ha sido debido a motivos analíticos y de orden expositivo, en el sentido de que, así, se facilitaba la comprensión de las estructuras de relación humanas. Efectivamente es en la ciencia de la Etología, donde las estructuras de relación aparecen más claras, definidas, más estudiadas y mejor conocidas para la ciencia, pues el comportamiento humano, al ser más complejo, se hace más difícilmente asequible al estudio, aunque se haya establecido la posibilidad de estudiar la conducta no verbal humana, en general, y las estructuras no verbales de relación, en particular.

Parece, entonces, lógico que, una vez acotado el campo de estudio, pasemos a diferenciar la conducta animal de la conducta no verbal del hombre. En términos generales de conducta, ya se ha señalado y discutido lo que suponía la existencia del lenguaje articulado. A ello nos remitimos, añadiendo que es preciso tener en cuenta, las modificaciones que este lenguaje supone para el de la expresión corporal, por ejemplo, como ha demostrado la investigación, en el sentido de que el lenguaje de la expresión corporal, funciona, en muchas ocasiones, como subordinado o como auxiliar del lenguaje oral. También se deberá tener en cuenta, que existen niveles en los que los dos lenguajes actúan como interdependientes, de tal manera que el de la expresión corporal pierde su autonomía.

En lo que respecta a la diferencia entre los lenguajes animales y la comunicación no verbal del hombre, aunque hasta hace poco se sostenía, y se aceptaba que el comportamiento animal era instintivo, mientras que el humano era cultural, actualmente la distinción no es aceptada en términos cualitativos sino, más bien, de grado. Es decir, se admite la existencia de comportamientos culturales en los animales, comportamientos, por tanto, transmitidos no por la herencia sino por el aprendizaje, pero se considera al hombre como la especie en la que este tipo de conducta, se da de manera eminente.

En lo que se refiere a nuestro tema, se debe, por tanto, aceptar que la conducta no verbal del hombre depende, en un grado mucho mayor, del aprendizaje y que, como consecuencia, es cultural en una medida mucho mayor que la de los animales. Igualmente, es lógico pensar que, dada la mayor complejidad de la sociedad humana, el repertorio de estructuras no verbales de relación es más grande, no sólo con respecto a una sola cultura, sino también teniendo en cuenta al conjunto de las diversas culturas que pueblan el planeta. Para esta última consideración, no sólo hemos de tener en cuenta el repertorio total de la conducta, sino también la variabilidad del mismo. Sirven como ejemplo sencillo, las diferentes formas no verbales de una estructura de relación como el saludo.

Por otra parte, conviene subrayar que, dentro del reino de la cultura humana, existen complejidades que, envolviéndolas y determinándolas, diferencian las estructuras de relación y la expresión corporal humanas de las de los animales. En este sentido, además de los usos sociales, entendidos como formas que tienen un grado mayor o menor de coerción, aparece la existencia del estado, que más adelante detallaremos, como elemento fundamental en la regulación de las estructuras de relación a través del derecho y de otros modos, como en la regulación del matrimonio. Y esto, con independencia de que se pueda sostener que las estructuras de relación puedan ofrecer un desarrollo autónomo y, también, anterior a la aparición histórica del estado.

De otro lado, la posibilidad de emprender análisis causales, que no tienen por qué ser necesariamente históricos, parece más difícil en los niveles de la variabilidad de una estructura no verbal de relación, pues esta, por mucho que se amplifique, no es grande. No obstante, aspectos más generales, como pueden ser la variabilidad de las estructuras de relación familiares y las formas de relación que generan, parecen ser más asequibles desde perspectivas de índole materialista o económica y, de hecho, lógicamente, ya han sido realizados por la investigación, especialmente desde la Antropología cultural.

Así pues, parece que la investigación deberá limitarse a la búsqueda de un catálogo de las estructuras no verbales de relación y de las variaciones de una misma estructura no verbal de relación, en las diversas culturas humanas, a un mismo nivel meramente descriptivo o estructural.

f) Estructuras de relación interespecíficas (referidas al hombre)

Aunque el argumento central de este trabajo se refiere, en particular, a las estructuras de relación del hombre y, en general, a su conducta no verbal, nos parece digno de resaltar el hecho de que el hombre tiene, también, su propio catálogo de estructuras de relación interespecíficas. Estas estructuras de relación las mantiene especialmente con los animales domésticos.

Como ejemplo de ellas, que es bastante asequible al estudio, porque tiene, al menos en sus aspectos generales, un fácil análisis y registro, se puede señalar la estructura de relación, con el perro, del saludo.

Esta estructura de relación se manifiesta por una serie de señales, que son fácilmente comprensibles y analizables, sin necesidad de ser un experto. Se inicia a distancia: el hombre puede inclinarse y decir alguna palabra cariñosa, el perro ladra y mueve el rabo, va, corriendo, hacia su dueño, salta alrededor suyo, el amo le acariciará y así se seguirá, con manifestaciones parecidas, hasta que llegue el momento en que se desentiendan uno del otro, finalizando así el saludo como forma de relación pautada, como estructura de relación.

Como es obvio, se pueden analizar, también otras estructuras con el perro o con otros animales domésticos, o domesticados.

g) Las estructuras de relación y la conducta no verbal desde la Psicología y la Fisiología

Aunque las relaciones de las estructuras de relación con la Medicina y la Psicología las estudiaremos, con más detenimiento, en un capítulo específico, nos interesa apuntar, en este momento, unas implicaciones fundamentales de las estructuras de relación y de la conducta no verbal, en el campo de la Psicología y de la Fisiología.

Hasta ahora y, en general, en este trabajo, hemos planteado el estudio de la conducta no verbal, como un proceso que se analiza desde el campo de la comunicación y, también, como conducta observable. pero es obvio que se debe sostener, que la conducta no verbal tiene el elemento psicológico asociado, pues sus componentes tienen, de manera natural, correspondencias mentales en el orden de los sentimientos y de las emociones. Es evidente, por ejemplo, que a un determinado gesto, le corresponde una determinada vivencia, más en concreto, un sentimiento. Así es que estructura de relación se manifiesta como una sucesión de estados emotivos, entre los miembros que la sostienen, de tal manera que a las diferentes señalizaciones se pueden hacer corresponder con sentimientos y emociones, que podrían ser accesibles al estudio con métodos introspectivos.

Por otra parte, la Medicina Psicosomática nos hace saber, no sólo que las emociones tienen unas correspondencias somáticas, como tales, sino también sino que, a través de estas, afectan en general a todo el organismo. Por esto, de la misma manera que se pueden asociar estados mentales a las estructuras de relación, también se les pueden hacer corresponder estados del organismo. Esto quiere decir que la conducta no verbal tiene, también, su correlato fisiológico y que, por tanto, las estructuras de relación se pueden estudiar en lo que se puede llamar su perspectiva fisiológica. Las implicaciones de estos aspectos las indicaremos en los apartados correspondientes a la Psicología y a la Medicina. A ellos nos remitimos.

h) El análisis de la conducta no verbal: la Kinésica y la Proxémica

En este apartado sólo pretendemos resaltar que el estudio de las estructuras no verbales de relación se puede hacer, de manera fundamental desde el estudio de los movimientos corporales (Kinésica) y desde el estudio de las distancias que guardan los miembros en relación (Proxémica). Estos dos campos de las Ciencias Humanas han sido desarrollados por Ray L. Birdwhistell y Edward T. Hall, respectivamente.

× CAPÍTULO III. CIENCIAS Y EXPRESIÓN CORPORAL (CONDUCTA NO VERBAL)

Introducción

En este capítulo veremos las relaciones que se pueden establecer, entre el lenguaje de la expresión corporal y las diferentes ciencias, en general. Pero, sobre todo, examinaremos las implicaciones que tiene el estudio de la expresión corporal para las Ciencias Humanas, en alguno de sus aspectos. Distinguiremos, como se suele hacer desde la Teoría de la Ciencia, tres grandes grupos: las Ciencias Humanas, las Naturales y las Formales. Con respecto a las Humanas, veremos la aportación del estudio de la comunicación no verbal en alguna de ellas; en lo que se refiere al segundo grupo, alguna relación en la Teoría de la Evolución; en el tercero trataremos el papel auxiliar que puede ofrecer la Lógica. Todo ello, lo haremos someramente, apuntando caminos que se recorren o se pueden recorrer en investigaciones más detalladas.

En lo referente a las Ciencias Humanas, parece necesario subrayar que la relación más difícil se establece con la Lingüística, pues, en principio, parece que se trata de campos excluyentes por definición. No obstante, se pueden encontrar relaciones, tanto desde la Kinésica (gestos que acompañan al lenguaje verbal), como desde la Prosódica (estudio de los matices no lingüístico de la voz).

En lo que atañe a otras Ciencias Humanas, el problema de su relación con la expresividad corporal o conducta no verbal no presenta tanta dificultad. En el caso de la Sociología, al menos en lo que se ha venido llamando Microsociología, el análisis de la comunicación no verbal parece que se puede realizar desde el punto de vista de las estructuras de relación, en cuanto que éstas son formas pautadas de relación social, que pueden ser estudiadas como instituciones sociales, en el terreno, diferente, de las sociedades y culturas. Otro tanto se puede decir desde la Antropología Cultural, donde se pueden estudiar las formas de conducta no verbal de los pueblos naturales.

Con respecto a la Historia, se puede destacar el hecho de que las corrientes actuales de la investigación pueden caminar por senderos paralelos, pero complementarios con los del estudio de la expresión corporal. Es el caso de la historia de la vida cotidiana, o la historia de las mujeres o la familia.

Estas indicaciones, como es lógico, se desarrollarán en los apartados correspondientes de este capítulo y a ellos nos remitimos (para las ciencias a las que nos hemos referido y para otras), y parece un programa atractivo el desarrollo del estudio de las relaciones entre las Ciencias Humanas y el estudio del lenguaje de la expresión corporal, a lo cual invitamos.

Por otra parte, parece que, en términos generales, la relación entre Ciencias Humanas y la expresión corporal puede tener dos perspectivas, según que el estudio venga en la dirección de las Ciencias Humanas hacia el estudio de la expresión corporal, o que vaya en la contraria. En la primera dirección, las Ciencias Humanas pueden contextualizar o dar explicaciones causales del lenguaje de la expresión corporal. En la segunda, el estudio de la expresión corporal las consecuencias son posiblemente mayores, pues como la investigación demuestra, cuando el estudio de la conducta no verbal puede introducirse en el campo de determinada ciencia, éste actúa al nivel de introducir el microanálisis, que permite una pormenorización. Así se puede profundizar y detallar aspectos que, hasta entonces, se habían resistido al análisis.

Este tipo de análisis, como es evidente, parece tener una aplicación más fértil en las ciencias que tratan sobre las relaciones humanas, como por ejemplo, la Psicología Social o la Historia, en tanto que esta última estudia estas relaciones, como una de sus ramas.

En cuanto a las Ciencias Formales, puesto que el hombre no es objeto de estudio, es claro que la dirección que toma la relación con el estudio de nuestra ciencia, se da en el sentido del papel que éstas ciencias pueden jugar como auxiliares. Así las Matemáticas juegan el papel de auxiliar estadísticamente al estudio de la conducta no verbal, por ejemplo.

A la Lógica le hemos dedicado un apartado específico porque la Lógica de Relaciones puede servir como ayuda al estudio de las estructuras de relación.

Pasamos, entonces, a los apartados que desarrollan esta introducción, clasificados por ciencias.

1) Lingüística

Correspondería, en primer lugar, a este apartado tratar el tema de las posibilidades del estudio de la comunicación no verbal con respecto a la conducta lingüística, pero como ya se ha hecho, nos remitimos al capítulo primero.

En segundo lugar, conviene señalar dos líneas de investigación desde las que la Lingüística puede influir, al nivel de ofrecer modelos, en el estudio del lenguaje corporal. Un primer modelo es el que parte del modelo de la lengua, desde un punto de vista estructuralista e, al igual que en el lenguaje oral, intenta buscar en el lenguaje corporal elementos expresivos mínimos que puedan dar lugar, mediante su combinación, a unidades de significación cada vez más complejas de la misma manera que en Lingüística, por ejemplo, los fonemas dan lugar a morfemas. Esta es la línea de investigación desarrollada por Birdwhistell en los años 60.

El segundo modelo vendría tomado de la Gramática Generativa, en concreto, en el aspecto del estudio de la competencia lingüística del sujeto. Este modelo, que desconocemos si ha sido ensayado, intentaría, en sus aspectos generales, estudiar el hecho de si se puede extrapolar este concepto al lenguaje no verbal, o mejor, al sujeto. Según esto, se trataría, al menos de investigar las capacidades, inconscientes, que tiene el usuario del lenguaje no verbal de producir unidades y secuencias con sentido. Cabe, también, entender al sujeto no sólo en sentido individual, sino histórico y, en este caso, se supondrá a las sociedades históricas como sujetos capaces de generar nuevos mensajes.

En tercer lugar, cabe, en este apartado, ensayar la diferenciación entre los signos no verbales y los lingüísticos. Esta diferenciación no puede atribuirse a lo que, según una distinción tradicional, se consideraba como propiedad exclusiva del lenguaje oral, a saber, la doble articulación, porque el lenguaje corporal puede tenerla también, pues, a nivel de movimiento corporal, se ha ensayado analizar, por ejemplo, como compuestos de elementos más simples, que equivaldrían a lo que en Lingüística se llama doble articulación, a elementos expresivos como los gestos.

Creemos que la distinción entre los dos signos, puede situarse a otros niveles. En concreto, según el modo en que describimos las estructuras no verbales de relación, el significado lo es, en la medida que tiene por objeto una relación y, también, en cuanto que está dentro de ella, mientras que, en el signo lingüístico, no existe esta propiedad, como algo que está obligatoriamente unido a él. Por el contrario, su referente se sitúa, en muchísimas ocasiones, en cosas.

Esta caracterización del signo del lenguaje nos lleva a otra nueva diferenciación. En el signo no verbal se ve acompañado, al nivel psicológico, con un componente emotivo, mientras que el signo lingüístico, tiene siempre una significación conceptual y, aunque ésta tenga un componente también emotivo, se debe decir que éste último se expresará, no a través del elemento verbal, sino mediante alguno de los niveles que hemos señalado como componentes de la comunicación no verbal (Kinésica, Proxémica o Prosódica).

2) Historia

I) Introducción

Todos los campos de la cultura son históricos, lo que, por definición, implica que han sufrido cambios y transformaciones profundas en el transcurso del tiempo. Es, como consecuencia, natural pensar que las estructuras de relación y la expresividad corporal de las diferentes épocas hayan sufrido, también, alteraciones en las diferentes épocas históricas. Como ejemplo de lo que decimos, para una estructura de relación valga el siguiente en los países occidentales, cuando se usaba la prenda, era costumbre llevar la mano al sombrero como ademán de saludo. Este ademán, como se sabe, ha desaparecido, como consecuencia de que la prenda ya no se usa (por lo general). Es claro que podrían encontrarse muchos ejemplos que, como éste, ilustren el concepto de cambio histórico en las estructuras de relación y en la conducta no verbal. Por otra parte, la investigación sistemática sobre estos asuntos podría constituir un cuerpo propio de conocimientos en la Historia, lo cual sería deseable.

En segundo lugar, nos parece posible hablar de la existencia de lo que podría considerarse la expresividad de un época, en sus formas de comunicación no verbal y, al menos, para sus clases dominantes. Esta expresividad puede ser considerada como una expresión más de lo que se llama cosmovisión o espíritu de una época (también, espíritu del tiempo). Para esta investigación, si bien las artes plásticas pueden ayudar, no son suficientes y, por tanto, será necesario acudir a las fuentes escritas (literarias o no). Las fuentes arqueológicas, representarían, como es evidente, un papel secundario.

Pero el problema de la reconstrucción de las estructuras de relación y la expresión corporal históricas, se nos presenta con otra significación, desde el punto de vista de las fuentes y de las posibilidades de su reconstrucción, a partir del siglo XIX, con la aparición de la fotografía y, especialmente, desde fines de este siglo, con el descubrimiento del cinematógrafo. Estos dos medios permiten el acceso a una cantidad mayor de datos y, sobre todo, aportan unos datos fidedignos y una constatación que, para otras épocas falta.

En este sentido, supone una fuente que, para el campo que estudiamos, podría tener una importancia similar a la que tuvo la aparición de la escritura en otros terrenos de la Historia, pues, como hemos dicho, aporta datos fehacientes, que permiten una descripción de los hechos y dejan menos lugar a la especulación o a las ambigüedades, eliminando lo que de hipotético tengan las reconstrucciones.

II) La reconstrucción histórica de la conducta no verbal.

En lo que respecta a épocas anteriores a las que aportan medios visuales (cinematógrafo) o audiovisuales, la historiografía no está muy desarrollada y, en lo que sabemos existen pocas investigaciones sobre aspectos concretos y, algunas indicaciones, diseminadas en distintos trabajos tales como los que corresponden a las investigaciones sobre la vida privada, la vida cotidiana o los usos sociales. Pero una historia general sobre el tema, al parecer, tiene algún tiempo por delante todavía. Quizá, a este panorama general, haya que descontar las investigaciones, más detalladas, en los terrenos de las ceremonias y las etiquetas, especialmente las que se refieren a las clases altas.

Estas carencias, quizás se deban al desarrollo relativamente reciente del estudio de la conducta no verbal, pero, posiblemente también, a las dificultades que acompañan a la propia investigación.

Para remover estas deficiencias en el sentido de una reconstrucción de las formas históricas de las estructuras de relación y la conducta no verbal, posiblemente, sería interesante no proceder solamente en un aspecto progresivo (Por ejemplo, desde la Historia Antigua hasta nuestros días), sino también en la dirección del regreso (desde la actualidad hasta otras épocas), porque en el primer sentido la investigación no puede disponer de figuras claras de comunicación, mientras que, en el segundo sentido, es posible partir de figuras mucho más delimitadas, pues las fuentes audiovisuales tienen una potencialidad descriptiva de la que carecen las fuentes escritas y, así, en el sentido inverso al desarrollo histórico, se podrían reconstruir las figuras de los períodos sin fuentes audiovisuales, a partir de los que disponen de ellas.

III) Historia Contemporánea

Ya hemos manifestado que, con respecto a la Historia Contemporánea (especialmente, el siglo XX), al disponer de una documentación audiovisual, es posible recomponer las formas de comunicación no verbal de una manera más detallada, por la mayor fidelidad que permiten las fuentes propias.

Específicamente, la Historia Contemporánea, en cuanto al estudio de las formas no verbales de relación, puede ser un escenario privilegiado para el estudio de los cambios que se operan en estas formas, tanto por la disponibilidad de las fuentes, como porque es en este período donde se experimentan los cambios con mayor rapidez.

En concreto, podemos referirnos en lo que atañe a estos cambios, al fenómeno de cambios de los roles entre hombres y mujeres, que suele ir acompañado por fenómenos ideológicos diferentes, entre los que cabe destacar la ideología del feminismo. Este cambio puede ser considerado tan trascendente como los que se dieron en otras épocas históricas, como el amor cortés que supuso una nueva forma de relación en la Edad Media.

Es posible que España sea un país con una especial riqueza para este tipo de análisis, pues es preciso tener en cuenta el trauma y la ruptura en las formas de relación que supuso la Guerra Civil y el Régimen franquista, de la misma manera que la Transición y la Democracia representan un cambio acelerado hacia nuevas estructuras de relación, que por su rapidez facilita el estudio. Para esto la nueva ideología democrática sirve, cuando menos, de contexto, quizá, de motor del cambio. Dicho sea de paso, esta última observación nos llevaría a la problemática del análisis de los factores del cambio y de sus interrelaciones.

Otro fenómeno de transformación en las estructuras de relación, es el que se refiere a la nueva consideración de la infancia y a la adolescencia, que supone un cambio en las estructuras de relación entre padres e hijos y, en general, entre mayores y jóvenes. Este proceso, desde luego desde una perspectiva de análisis cultural, se podría pensar como una prolongación de lo que, en la Etología, se conoce como neotenia, es decir, cono la prolongación de los rasgos infantiles hasta edades más tardías, como caracterización de nuestra especie.

Estos cambios a los que nos referimos se manifestarían, en lo que a la conducta de los mayores con los niños se refiere, en el incremento de las conductas afectivas y de juego. En lo que se refiere al nuevo papel de la adolescencia, si tenemos en cuenta que los rasgos infantiles o neoténicos desaparecen en la adolescencia, es fácil suponer que se pueda observar un proceso de ritualización de nuevas conductas de relación, que implicaría un nuevo proceso de simbolización (cultural). Efectivamente, nos encontramos con nuevos elementos no verbales que juegan este papel de simbolizar la nueva situación (los atuendos, los peinados), además de formas nuevas de expresividad corporal que, también, deben manifestarse como cambios en las estructuras de relación.

Las causas, a nivel material, de este fenómeno pueden ponerse en relación con las nuevas necesidades del aparato productivo, que demanda una mano de obra cada vez más cualificada, lo que exige un tiempo mayor de aprendizaje y, como consecuencia, una incorporación más tardía al mundo de los adultos. En cuanto al primer ejemplo (el cambio de los roles masculino y femenino) pueden ensayarse explicaciones del mismo género, aunque, quizá por tener un componente mucho más ideologizado y elaborado, sea necesario tener más en cuenta estos fenómenos ideológicos.

Por último, en lo referente a la Historia Contemporánea, y ya lindando con la Sociología, se puede considerar a los medios de comunicación audiovisuales, en cuanto que juegan un importante papel en la propagación de modelos de conducta, en general, y, como consecuencia, en las formas de conducta no verbal. En este fenómeno sería, también, interesante analizar, desde el punto de vista que se recoge en este trabajo la relación entre las clases dirigentes y sus gobernados, en cuanto a la difusión de las formas de conducta no verbal.

IV) El vestido

Aunque nos estamos refiriendo a la conducta no verbal desde el punto de vista de la expresión corporal y no del vestido, que, por otra parte, suele incluirse en los estudios generales sobre la materia, y al que consideramos, más bien como el contexto que como el tema, parece conveniente hacer un breve inciso en él.

Se debe señalar que éste es uno de los aspectos en que la investigación histórica está más detallada a nivel descriptivo, pero no al nivel de las implicaciones psicológicas que tienen los diferentes atuendos. Aquí hacemos mención al aspecto histórico, aunque para el sistemático (como tema de la materia) la observación es válida también. Parecidas observaciones, se pueden hacer en lo que significaría la pormenorización de los cambios en el vestido como síntomas de los cambios en las relaciones personales.

V) La Liturgia

Independientemente de que se piense que las relaciones que una determinada comunidad religiosa cree mantener con lo sobrenatural sean verdaderas o sólo aparentes, lo cierto es que las liturgias religiosas tienen un fuerte componente de expresividad corporal, que, evidentemente, puede ser estudiado de forma sistemática.

Lo que queremos subrayar, en este capítulo dedicado a la conducta no verbal en su aspecto histórico, es el hecho de que la Liturgia tiene también un aspecto histórico. Es de suponer que el estudio de estos aspectos de la materia nos lleve a una mayor comprensión de como los creyentes se representan su relación con lo divino y, asimismo, establece en sus relaciones, y de como estos aspectos son históricos. Cabe igualmente, el estudio de la Liturgia desde su momento no verbal, como siendo éste una expresión de como transformaciones en el orden de la ideología religiosa tienen una manifestación en el cuerpo y su expresividad.

VI) La Intrahistoria

Parece que la historiografía va tratando progresivamente temas nuevos, de manera amplia y sistemática. Tal es el caso de las últimas grandes publicaciones sobre la familia o la mujer. En este sentido el concepto de Intrahistoria de Unamuno, como historia de lo cotidiano, historia que no aparece en los grandes libros, pero que es igualmente real e importante, está siendo explorado por la investigación.

Pero el estudio de la comunicación no verbal y las formas humanas de relación tiene aún grandes parcelas, que apenas han sido tocadas por la investigación, salvo, que sepamos, en contadas ocasiones, si hablamos, específicamente del tema, aunque haya terrenos, como puede ser el de la etiqueta de las clases privilegiadas, que si han sido trabajados. Estos temas, no obstante, han recibido un tratamiento de manera independiente y sin la perspectiva generalizadora necesaria (generalizadora, en el sentido de que los temas forman parte de una misma unidad). En esta valoración entran también las historias de determinadas formas humanas de relación, como la historia de la galantería o la historia del amor. Todas ellas, por otra parte, tienen la virtud de introducirnos en líneas maestras del desarrollo de lo que será su pormenorización.

Así es que como conclusión se puede señalar que la investigación del campo que tratamos está aún sin hacer y este campo continúa como Intrahistoria.

3) Psicología

Nos limitaremos, también aquí, a hacer algunas observaciones generales sobre las relaciones que se pueden establecer, en este caso entre la Psicología, y la expresividad corporal o, más en general, la comunicación no verbal.

I) Conductismo-mentalismo

Históricamente la Psicología ha oscilados entre el estudio de la mente, que como se sabe guarda relación con su etimología y su origen, o el estudio de la conducta. El estudio de la comunicación no verbal admite, igualmente, estas dos perspectivas. Lo admite, en general, y lo admite como estudio de las estructuras de relación, entendiendo éstas, como señalamos, manifestándose a través de su elemento no verbal.

En efecto, desde el punto de vista conductista, las estructuras de relación aparecen como una manifestación sucesiva de signos no verbales producidos por diferentes individuos. Si, por el contrario no se considere el estudio de la conducta, sino el de la mente los elementos del estudio nos remiten a las emociones y sentimientos implicados en estos signos.

II) Psicología individual-Psicología Social

Las correlaciones que se pueden dar entre una Psicología individual y el estudio de nuestro campo, son múltiples. No conocemos si se ha intentado realizar el estudio de la expresividad corporal y las diferentes tipologías, estudio que puede ser hecho, aunque las tipologías aparezcan como algo más que problemáticas. Es, de cualquier manera, evidente que este terreno de la Psicología admite una interpretación desde el punto de vista no verbal.

Por otra parte, en el estudio de las estructuras de relación, la Psicología del individuo puede estudiar la variabilidad que se da en ellas, según quienes sean los participantes (variabilidad individual). También, el campo a que nos referimos, ha sido explorado por la investigación, por ejemplo, en el análisis de los conceptos introversión-extroversión.

Es, pues, fácil comprender que las relaciones del campo que estudiamos con la psicología del individuo son múltiples. Con respecto a la Psicología Social, en cuanto que explora las estructuras sociales, la correlación entre esta ciencia y el estudio de las estructuras de relación, parece bastante clara porque éstas son formas de relación que se corresponden con las que estudia la Psicología Social. Nos remitimos, entonces, al apartado que dedicaremos a la ciencia en cuestión. En lo que respecta a la Psicología individual, por último, nos remitimos, para una mayor especificación, al siguiente apartado.

III) Individuo y estructura de relación

Ya sabemos que el estudio de las estructuras de relación se hace desde una perspectiva eminentemente social, pues son estructuras de relación social. Pero también se sabe que el individuo juega un papel en los grupos sociales a los que pertenece, por lo que, lógicamente, toma lugar en los diferentes roles en los que participa.

Como consecuencia, a partir de la señalización establecida como estándar para un determinado rol, en una estructura de relación, se podrían señalar las variaciones individuales, que indicarán diferentes tipos en las posibilidades que ofrece un rol.

También, por otro lado, parece posible establecer clasificaciones, aún teniendo en cuenta otras variables, por ejemplo la de extroversión-introversión, en cuanto a las tendencias que manifiestan los individuos a participar en unos roles más que en otros, especialmente si pueden manifestar, implícitamente o explícitamente, sus preferencias. Valga como ejemplo, el hecho de las preferencias o tendencias, que son diferentes según las psicologías, a jugar roles dominantes o dependientes.

De la misma manera, cabe establecer diferencias en cuanto a las propensiones a iniciar unas estructuras de relación, en lugar de otras. Valga como ejemplo, extremadamente sencillo, el hecho de que determinadas psicologías masculinas ofrezcan, casi por naturaleza, más proclividad que otras a iniciar rituales de cortejo, ante la presencia de un miembro del sexo opuesto.

Por último, señalamos que se pueden estudiar las tendencias del individuo, para escoger variaciones de una estructura de relación, entre otras posibles. Así por ejemplo, entre posibles distintas formas de saludo, se mostrará mayor tendencia a usar algunas de ellas entre otras posibles, lo cual marcará diferencias individuales.

Así, por tanto, siguiendo estos esquemas, se podrán establecer clases diferentes. Por una parte, se ordenarán la variabilidad de las diferentes estructuras de relación -siempre desde el punto de vista no verbal- y, por otro, se hacen clasificaciones individuales.

Según este segundo tipo de clasificación, un individuo, para los efectos de nuestro estudio, se puede definir como una determinada colección de respuestas, entre otras posibilidades, que serían las propias de otros elementos diferentes.

IV) Conclusiones de lo dicho en el apartado anterior

De lo que hemos señalado más arriba, se desprende que siempre queda un resquicio para el análisis en la Psicología individual, pero, según, nuestra opinión, los análisis de la personalidad dentro de la teoría de los roles, conducen a conclusiones que desdibujan el papel del concepto de individuo como sustancia, es decir, como entidad que se concibe por sí misma.

Desde luego, la relativización del concepto ya se ha hecho desde más de una ciencia y desde la Filosofía. Pero nos interesa subrayar que esta relativización tiene lugar cuando, por una parte, se considera a la sustancia individual como jugando un papel que ya ha sido previamente y socialmente organizado y, por otra, cuando se piensa que el objeto de estudio más importante son las estructuras sociales que se repiten y, por así decir, viven a través del individuo. En este sentido, las estructuras de relación son otro tipo de estructuras en las que se cumple estas reglas generales.

Por tanto, parece claro que la sustancia individual pierde gran parte de su identidad, cuando no puede ser pensada como aislada de la vida social, pues es esta última la que permite que se actividad tenga sentido, y de tal manera, que su realización como una parte de realidades más amplias, queda conceptualmente desprendida del individuo e incorporada a esa estructura superior, que le desborda.

V) Teorías de las emociones

La Psicología de raigambre filosófica se ha ocupado, desde siempre, de intentar aclarar el tipo de relaciones que se puede dar para intentar explicar el hecho de que a determinadas vivencias les correspondan fenómenos de tipo fisiológico. Las teorías han sido de diversa índole, pero una explicación definitiva parece que tiene, todavía, un largo camino por recorrer.

Desde la Psicología científica, en lo que al orden causal se refiere, se defiende, o bien que son los fenómenos psicológicos la causa de los estados fisiológicos, o bien que la causalidad transcurre en la dirección contraria.

Según la teoría clásica de las emociones de James-Lange, no sonreímos porque estamos alegres sino que, al contrario, estamos alegres porque sonreímos. Es decir que es la Fisiología la que está subordinada a los estados expresivos, siendo la emoción la percepción de estos estados.

Con todas las matizaciones que se puedan hacer, si se sostiene la direccionalidad que tiene esta teoría de las emociones, y a los efectos de nuestro trabajo, se debería sostener que es la expresividad corporal, en general y en las estructuras de relación, la que origina los sentimientos y las emociones que la acompañan.

La dirección de la relación, a que nos referimos, puede encontrar alguna evidencia en el hecho de que el aprendizaje de la expresión corporal es cultural porque, entonces, es claro que lo que primero llega al individuo, como unidad psicosomática, es el elemento psicológico, cuando se capta la expresión de otro. Es otro, argumento que la expresividad corporal se capta primariamente a nivel mental, es decir, psicológico.

VI) Psicoanálisis

Analizaremos dos elementos de coincidencia entre el Psicoanálisis y el estudio de la conducta no verbal. El primero será el concepto de inconsciente y el segundo alguna de las figuras del desarrollo (el complejo de Edipo,... ).

a) Inconsciente y conducta no verbal.

Aunque la idea de Inconsciente no es exclusivamente psicoanalítica, pues se puede hablar de un inconsciente económico, representado por las relaciones de producción y las fuerzas productivas, en Marx y también, por ejemplo, en Nietzsche de un inconsciente de la vida moral -la voluntad es poder-, es con el psicoanálisis cuando la idea toma su significado más conocido y es también en esta corriente de la psicología, donde el concepto adquiere su mayor desarrollo.

Por otra parte, la investigación ha demostrado que el aprendizaje, la conducta y el conocimiento de la conducta no verbal es, en gran parte, inconsciente y lo es aún más, en nuestra opinión, cuando se habla de la conducta no verbal como expresión de estructuras sociales, desconocidas, como totalidad, por los participantes.

Nuestra intención, en este apartado, es ver el concepto de inconsciente a la luz de los de colectividad e individuo, y los de naturaleza y cultura. Este momento de análisis ya ha sido, por otro lado, ensayado por las distintas corrientes del Psicoanálisis. Así, Freud estudió el Ello como inconsciente individual, aunque, en la medida en que es común y aplicable a todos los individuos, pueda considerarse también como colectivo. Igualmente Jung exploró el concepto de inconsciente colectivo a través de los arquetipos y Kardiner hizo lo propio con el concepto, considerando las pautas culturales, por tanto colectivas, que conforman la personalidad y el inconsciente (individual).

Por tanto, desde una perspectiva de inconsciente, entendido como individual y natural, se analizarían los condicionantes biológicos de la expresividad individual, aunque se relativice el hecho de la existencia de una naturaleza pura, es decir, no insertada o conectada con la cultura. Estos condicionantes biológicos, a nivel, psicológico operan en la construcción de la personalidad.

Desde el punto de vista individual y cultural, se estudiará como la cultura contribuye a la formación de la expresividad corporal, por medio del aprendizaje de las pautas de relación o de los contextos en los que se dan unos u otros comportamientos no verbales.

En lo colectivo y cultural, lo que se nos ofrece es el estudio de la conducta no verbal como formas de relación propias de cada cultura y diferentes en cada comunidad cultural o, igualmente, las diferentes formas de expresión, según los contextos.

Por último, en la forma colectiva y natural de aproximarse a la conducta no verbal como inconsciente, se verán las correspondencias de expresión propias de la especie, que, por ello, no han sido aprendidas. En este apartado es donde caben estudios que intentan, por ejemplo, demostrar que las emociones primarias son expresadas y entendidas de la misma manera en todas las culturas.

b) Figuras del desarrollo

Independientemente del convencimiento que pueda suscitar acerca de su veracidad, especialmente en lo que se refiere a su contenido sexual, intentaremos, desde la perspectiva que estamos enseñando en este trabajo, una interpretación de una figura del Psicoanálisis como es el complejo de Edipo.

Como se sabe, esta figura del desarrollo se define, en términos generales, como una estructura de relación que tiene una duración y unas características generales. Estas características, desprovistas de su contenido sexual, se manifiestan a través de lo que se puede considerar como una discrecionalidad clara de los afectos, que consiste en la conjugación del amor y el deseo hacia la madre, y la rivalidad y el odio, que se transforma en admiración, hacia el padre. La estructura, por otra parte, tiene una permanencia, sufre una transformación y es realizada por tres personas.

Parece, entonces, claro que la estructura de relación, podría ser empíricamente demostrada y definida más específicamente, a través de registros más minuciosos, a través del estudio del lenguaje no verbal de la relación, lo que, como es lógico, también permitiría un microanálisis en su aparición, desarrollo y transformación.

Por otra parte, y con independencia de que pueda ser comprobado empíricamente o de que se pueda considerar como una figura universal, la formulación de la figura por Freud, tiene el mérito de describir, a nivel general, lo que representa una estructura de relación concreta.

Parece, por último, claro que este esquema de interpretación es aplicable a la contrafigura del complejo de Edipo (el complejo de Electra) o, incluso, a otras figuras del Psicoanálisis.

VII) Psicopatología

También en la Psicopatología la distinción entre lo mental y lo conductal da lugar a orientaciones diferentes en la conceptualización de la enfermedad mental, que no tienen, necesariamente, por qué ser presentadas como contradictorias, sino que se pueden entender como complementarias.

Así, por ejemplo, desde la perspectiva mental la investigación ha conseguido, para las psicosis, la descripción y análisis de los mitologemas, los cuales se pueden definir como una desviación, que mitifica la vida personal, por parte del enfermo de los cauces de pensamiento normales o de salud psíquica.

Pero también desde una orientación conductista, la investigación ha conseguido que el análisis en Psicopatología abarque el aspecto no verbal de la conducta. Esto sirve para el diagnóstico de la enfermedad, que tendría la ventaja de servirse no sólo de los relatos, que se pueden considerar, más o menos, fenoménicos, del paciente, sino también de registros de conducta objetivos, que manifiesten la patología.

Cabe señalar que estas conductas son registradas a partir de patrones objetivos de normalidad. Estos son los que corresponden a una forma normalizada de la cultura correspondiente, de tal manera que la salud se mide como el desarrollo adecuado del rol en una estructura de relación, para este supuesto, o, a nivel más general, como la adecuación de la conducta no verbal a patrones estándares.

Por último, una investigación detallada permite registrar, en concreto, con respecto a qué roles en las estructuras de relación, se expresa la patología en la conducta no verbal.

Así es que lo se defiende permite una mayor objetivación de lo patológico, al mejorar las posibles inexactitudes de la descripción de las viviendas psicopatológicas, que son referidas por métodos introspectivos y que pueden aparecer como fenómenos, en el sentido más subjetivista del término.

VIII) Sexo

Aunque la conducta no verbal puede ser empleada en los test de personalidad para indicar un parámetro como el de la masculinidad o la feminidad, no hacemos sino mencionar el asunto. No obstante es evidente y la investigación así lo ha demostrado que los patrones de comunicación no verbal son diferentes según los sexos. En el caso de las estructuras de relación, estas variarán, según se trate de relaciones entre miembros del mismo sexo o entre miembros de diferente sexo. Es claro, por ejemplo, que la gestualidad que mantienen las mujeres cuando se relacionan entre sí no es la misma que la que mantienen los hombres. Igualmente, estas son diferentes si son mantenidas por miembros de distinto sexo. En lo que se refiere a estas últimas, por ejemplo, las distancias, si se trata de comportamientos no sexuales, son, en general mayores.

Así es que la conducta no verbal y las estructuras de relación se dan sexuadamente y producen respuestas distintas según se trate de miembros de un sexo o de otro. El argumento queda resaltado y estos esquemas rotos, cuando no encontramos con la homosexualidad, en la que nos encontramos con una expresividad corporal que es característica, aún en términos generales, del otro sexo (con respecto al sexo del que la mantiene).

Si analizamos el componente psicológico que esta forma de comunicación no verbal tiene para los miembros heterosexuales de la relación (que sostienen los patrones de conducta no verbal asignados socialmente a su condición), nos encontramos con la dificultad que le plantea la necesidad de distinguir entre dos tipos de estímulos que de manera habitual van asociados.

Efectivamente, con respecto al género femenino, estamos acostumbrados a asociar al cuerpo femenino, con sus atuendos y adornos propios, una expresividad y al cuerpo masculino, otra. Diríamos, según la distinción que hicimos al comienzo del trabajo, que a una determinada estática, le hacemos corresponder, una dinámica comunicativa. En el caso de la homosexualidad expresiva nos encontramos que estas correspondencias no existen.

Así es que, especialmente el heterosexual, tiene asociados, por lo general, a unos estímulos, que se suceden normalmente enlazados, una respuesta. Como en este caso, se da una desconexión entre estos dos grupos de estímulos, esto obliga a una matización de la respuesta que presenta un esfuerzo adicional.

El esfuerzo está, entre otras cosas, motivado por una cierta perplejidad causada a quien está habituado a considerar como algo natural que a unos atributos les siga una determinada expresividad, causa una cierta distorsión, la cual, entre otras rezones, puede ser responsable de la agresividad psicosocial que se encuentra en las sociedades contra la homosexualidad.

IX) Psicología Social

No sabemos si se han hecho estudios descriptivos y sistemáticos sobre la conducta no verbal, en relación con un campo que parece tremendamente susceptible de ser microanalizado, como es el campo de la Psicología Social, más si tenemos en cuenta que esta ciencia ha elaborado, desde hace mucho tiempo, estudios del análisis de grupos-estudios que forman parte del análisis de su objeto-, por medio de la disciplina, clásica, de la sociometría.

A este respecto, se ha de resaltar que este estudio del comportamiento y de la estructura de los grupos se hizo mediante técnicas verbales. Pero estas técnicas resultaron útiles para la descripción de la estructura y la dinámica de los grupos; no obstante a los grupos vertebrados, en tanto que organizan estructuras de relaciones que tienen una manifestación no verbal, el microanálisis que aquí defendemos les viene añadido como una especificación de sus estructuras, que podría, por otro lado, dar pie a nuevas matizaciones.

Otro tema clásico en Psicología Social es el estudio del liderazgo. Así, se estudia los rasgos de la personalidad de los líderes o su tipología. Como es obvio, también en este terreno, el tema de la conducta no verbal tiene matices que añadir. Así, por ejemplo, en la distinción entre líderes autoritarios y líderes democráticos, que es la más conocida, el tipo de relación de grupo que se crea con uno u otro tipo de liderazgo, puede ser estudiado en relación con la conducta no verbal del grupo o del líder, siempre teniendo en cuanta que se trata de trabajar en un campo que previamente ha sido roturado y cuyos elementos fundamentales ya han sido establecidos.

X) Psicolingüística

En la medida en que la Psicolingüística trata de las connotaciones emotivas del lenguaje articulado, se puede considerar que también toca a nuestro tema, siempre que supongamos que los significados emotivos de los diferentes mensajes verbales son expresables por medios expresivos que se pueden considerar como no verbales, por ejemplo, por la Prosódica o por la Kinésica.

4) Antropología Cultural

La Antropología tiene el privilegio de ser la ciencia humana que primero introdujo los métodos audiovisuales para el estudio de la conducta no verbal. En esta parte del trabajo nos ocuparemos de nuestro tema desde la perspectiva del concepto de cultura, que es clave para esta ciencia.

I) La conducta no verbal y las estructuras de relación como instituciones culturales

Por cultura se suele entender, en Antropología, el conjunto de conocimientos o hábitos que se transmiten de una generación a otra por la vía del aprendizaje. Por tanto, según lo dicho, la conducta no verbal y las estructuras de relación son culturales, pues su reproducción se hace por esta vía, aunque el aprendizaje de estas habilidades sea, en mucha medida, inconsciente.

Por otra parte, para comprender el hecho de que se considere la materia, como una parte de las instituciones culturales, hemos de tener en cuenta que, aunque la realización o concreción de la conducta no verbal y las estructuras de relación sea individual, esto es, ejecutada por miembros de una determinada cultura, no se puede decir que ellas lo sean, pues, al igual que se puede considerar la lengua como una institución social, se puede pensar en las estructuras de relación de la misma manera. Efectivamente, aunque exista gracias al concurso de los individuos no se confunde con ellos, lo cual hace pensar que tienen una realidad independiente, una realidad como instituciones sociales que se reproducen y existen a través de los individuos, pero que no se confunden con ellos. En este sentido, los miembros de la cultura resultan intercambiables, y menos duraderos que la conducta no verbal que mantienen, y en la que juegan diferentes roles.

Por esto, puede decirse que las estructuras de relación tienen un nivel de existencia ideal, resultando el individuo como un actor que juega un papel que ha sido determinado con anterioridad.

También puede decirse, por los mismos motivos, que los momentos psicológico y fisiológico de las estructuras de relación, aunque se asienten sobre los sustratos individuales, tienen un nivel de existencia o de realidad diferente del meramente individual, pues las estructuras de relación y la comunicación no verbal pueden pensarse como secuencias psicológicas o fisiológicas ideales o abstractas y, por tanto, como sobrepasando sus realizaciones concretas.

II) Las diferentes culturas

Las teorías y los datos que aportan la Antropología y las Ciencias Humanas parecen probar el hecho de que las culturas operan como si escogieran, dentro de las posibilidades totales que tiene la especie, una gama concreta. Como consecuencia, y ciñéndonos a nuestra materia, parece, a priori, que una determinada forma de conducta no verbal de una cultura pueda difundirse en otra, de la misma manera que lo hacen otros elementos culturales. Más en concreto, es posible que las pautas culturales de las estructuras de relación pasen de una a otra cultura o, al menos, se puede considerar que el intercambio cultural pueda crear unas pautas de relación enriquecidas por las aportaciones de sociedades distintas.

No obstante, se pueden mostrar algunas objeciones a las consideraciones que hemos hecho, que son las que siguen. Consisten estas en pensar que hay una lógica en las formas no verbales de comunicación, en el sentido de que iniciar una conducta de una forma lleva, de manera inevitable, a otras conductas, que, entonces, estarían implicadas; de otra manera puede creerse que el conjunto de las formas de relación forman un todo interrelacionado, de tal manera que la alteración de alguna de sus partes influye en las restantes.

A nivel general, contestamos a estas objeciones diciendo que, por una parte el estudio y descripción de las estructuras de relación facilita la interrupción de la cadena o secuencia de las mismas, lo cual, a niveles todavía más generales, es aproximadamente lo mismo que constatar el conocido hecho de que el hombre es el animal que, al menos por excelencia, puede introducir la reflexión entre el estímulo y la respuesta.

Como al difundirse estas formas culturales entran en relación unas con otras, puede pensarse no sólo que unas sustituyeran a otras, sino también que unas y otras se transformen mutuamente hasta dar lugar a nuevas modalidades. Si van a coexistir estas formas, unas con otras en la misma cultura, o se van a fundir en una única cultura universal es algo que solamente el futuro nos podrá decir a ciencia cierta. No obstante, una noción elemental de la economía mental nos dice que no todas las formas pueden coexistir y, por tanto, en algunas de ellas se irá a configuraciones universales.

Todo ello supone, a pesar de que se operen ciertas simplificaciones, un enriquecimiento sentimental y cultural a nivel general (a nivel de las culturas como totalidad), pues el progreso supone una mayor complejidad.

III) Naciones

Como es sabido, las naciones son grandes agrupamientos que se distinguen por tener unos rasgos culturales comunes. Así por ejemplo, el idioma, el folclore, el derecho, la religión, etc... Desde nuestra perspectiva, cabría establecer, en su caso, otros caracteres nacionales. En efecto, ya la investigación ha establecido que la expresión corporal, en personas bilingües, no es la misma según el idioma que hablen. Por tanto, parece posible establecer otros rasgos nacionales específicos, a partir de sus pautas de comportamiento no verbal, que se añadirían a los anteriores. Más en concreto se estudiarían sus estructuras de relación, desde la perspectiva no verbal.

Las formas de conducta no verbal y las estructuras de relación se pueden clasificar en tres grandes campos, en una distinción clásica. Estos son los que se corresponden con la familia, la sociedad civil y el Estado (en caso de que la nación lo tenga).

En lo que corresponde al Estado, la investigación describe aspectos como las ceremonias o el protocolo. Estos aspectos están bastante bien descritos históricamente. Valga como ejemplo lo que fueron las ceremonias de investidura medievales. Por otra parte, sería interesante conocer hasta que punto estas formas protocolarias de relación tienen su origen en formas propias de la sociedad civil o, por el contrario, si tienen una autonomía o independencia con respecto de ellas.

En lo que atañe a la sociedad civil, será preciso investigar los aspectos del folclore, las formas de la amistad o las pautas de cortejo. Con respecto a la familia, se detallarán las relaciones que comportan las diferentes organizaciones del parentesco, las de la familia nuclear o las de familia extensa, las de la poligamia o las de la poliandria.

En cuanto a las causas de la rivalidades nacionales se pueden añadir estas diferencias en la comunicación no verbal y la estructura de relación como un elemento explicativo más que, por ser inconsciente o pasar desapercibido, actuaría, quizá con mayor virulencia.

Por último, nos quedan por hacer unas consideraciones someras sobre nuestro país, en lo que se refiere al tema nacional. España es un país especialmente rico en lo que concierne al tema de lo que unos consideran naciones, otros nacionalidades y otros regiones. No sabemos si, en alguna Comunidad Autónoma, se han hecho investigaciones sobre la materia y se ha buscado en el lenguaje no verbal un elemento más de identidad, pero parece obvio que estos estudios tienen un gran campo, sin que por ello se vaya a valoraciones políticas negativas. Estas investigaciones, evidentemente, tienen un mayor interés en las nacionalidades históricas, pero también existen otras Comunidades (como Asturias), que ocupan un lugar intermedio entre aquellas y otras Comunidades Autónomas, en las que el estudio puede ser muy fecundo.

IV) Materialismo cultural

Mediante el ejemplo del materialismo cultural, intentamos mostrar como nuestro campo se puede acoplar con diferentes escuelas de la Antropología Cultural.

Como es sabido, M. Harris ha demostrado el valor adaptativo de formas culturales como los mitos o la familia. Así, estas formas son las que, dado un medio concreto, permiten un óptimo aprovechamiento del mismo, en función de las necesidades económicas y alimentarias de la comunidad o de un sector de ésta. Por ejemplo, en la India el mito de la vaca sagrada obedece al papel económico tan fundamental que esta animal juega para las comunidades del país y garantiza el aprovechamiento óptimo de las posibilidades económicas que brinda la explotación del animal.

Este esquema interpretativo tiene la virtualidad de poder ser traspasado a las formas de los social, en cuanto que se dan estructuradamente, es decir, en cuanto que están organizadas. De esta manera el entorno material ofrece unos materiales que funcionan al nivel de permitir explicaciones causales de lo que es la estructura social y de sus transformaciones.

A nivel general, pueden darse como ejemplo de estructuración social y de cambio, respectivamente, las formas de organización familiar, y la creciente agresividad intergrupal, cuando la población sobrepasa los límites que la tecnología permite para el aprovechamiento del medio.

En el primero de los ejemplos se entiende la familia como marco en el que se dan unas estructuras de relación que son diferentes en cada cultura. En el segundo, se pueden

analizar los cambios de las estructuras de relación, por ejemplo cuando estas adquieren tonos de agresividad creciente que conducen a las escisiones de las poblaciones, que explotan un medio que se está volviendo insuficiente.

Como es obvio, también para estos fenómenos, el estudio de las formas expresivas no verbales permite una descripción más aquilatada, al mismo tiempo que el esquema del materialismo cultural permite explicaciones causales, al menos de las matrices generales de las formas de relación, es decir, de sus descripciones más generales. El intento de una explicación más específica (hasta los detalles de la comunicación no verbal, como pueden ser los gestos u otros elementos) permanece como un desafío para la escuela del materialismo cultural que, acaso y como objetivo, no se pueda resolver, pues no sólo ocurre que, a estos niveles el análisis se vuelve muy difícil, sino también que los elementos de la comunicación no verbal pueden tener un cierto nivel de autonomía, más o menos grande.

Con estas consideraciones, no obstante, se deben tener en mente dos elementos del análisis. El primero consiste en el hecho de que se deben concebir las estructuras de relación, como productoras o como correlatos de las emociones que las acompañan, en cuanto conductas. El segundo hace necesario tener en cuenta, como supuesto el esquema filosófico y antropológico de la "tabula rasa", mediante el cual se supone la mente humana como desprovista de los contenidos culturales, que se graban en ella. Este supuesto nos permite comprender el hecho de que cada cultura moldee a los individuos, para organizar sus formas de relación, y aunque éstas se puedan explicar en base a presupuestos materialistas.

V) La familia

Aunque en las sociedades industriales avanzadas lo que vamos a exponer pueda ser matizado, en el sentido de que ciertas relaciones tiendan a diluirse, puede considerarse a la familia como una matriz general que ordena algunas de las relaciones humanas.

Si, por ejemplo, consideramos la estructura o estructuras de relación sexual como otras, en el sentido de que se abren con unas formas de señalización corporal, siguen un curso y se cierran con otras, culturalmente diferenciadas todas ellas, puede observarse que estas formas de relación están contextualizadas por medio de instituciones universales en nuestra especie. Nos estamos fijando en la institución del matrimonio y en el tabú del incesto, concretamente.

El matrimonio y el tabú del incesto tienen en común el hecho de ordenar la estructura de relación sexual según determinadas prescripciones. En concreto el matrimonio admite ser pensado como una matriz o estructura de relación general, en la medida en que está ordenando múltiples relaciones; no así, el tabú del incesto, que más bien opera negativamente, en el sentido de que, más que organizar positivamente la relación, proscribe y, por tanto, opera negativamente en este sentido.

El matrimonio, por otra parte, organiza las estructuras de relación sexual, y con independencia de las violaciones de la regla (que son muy frecuentes en todas las culturas), según exclusividades, que delimitan a la familia con respecto a lo que está fuera de ella (otras familias, individuos, etc...).

Por último, en función de este vínculo, la familia nuclear organiza las relaciones de sus miembros con otros miembros: parientes consanguíneos o políticos, según las diferentes costumbres o tradiciones de las culturas correspondientes. Esto da lugar a nuevas estructuras de relación, que rodean a los miembros de la familia nuclear y a sus parientes.

Por otra parte, es evidente que las estructuras de relación son diferentes según a qué tipo de familia nos estemos acercando. En este sentido las diferencias más generales, como es evidente, se manifiestan entre las familias monogámicas o poligámicas (poliándricas o pogínicas), pero, a partir de aquí, la Antropología Cultural estudia las diferencias entre los diversos tipos, que van más allá de esta observación general.

Por las formas de la organización familiar, nos es conocido el hecho de que las formas de sociabilidad en general y las estructuras de relación en particular, no se organizan indistintamente entre cualesquiera miembros de una sociedad humana. Esto quiere decir que una determinada estructura de relación no puede ser realizada por un miembro cualquiera de la sociedad, sino que cada rol social permite unas determinadas estructuras de relación y obliga a otras, que, acompañadas por las expresiones corporales correspondientes, pueden configurarse como estructuras no verbales de relación.

Para hace más obvias estas conclusiones es suficiente imaginar situaciones ( que, por otra parte, son reales en muchas ocasiones) en las que se saltan las expectativas de rol, por ejemplo, cuando se usan formas de conducta no verbal que no son apropiadas para el lugar jerárquico que se ocupa en una red social o en una estructura de relación.

VI) Grupos de edades

Igualmente se pueden establecer diferencias en las estructuras de relación y la conducta no verbal entre los grupos de edades o generaciones dentro de una sociedad y hacer análisis comparativos que abarquen a culturas diferentes, pues es evidente, y la investigación así lo demuestra, que la expresividad corporal de los niños varía con respecto a la de los jóvenes, y la de éstos, con la de los adultos.

Quizá sea una diferencia significativa la que existe entre los grupos de adultos, que se organizan en parejas, con roles claramente establecidos y diferenciados, y entre los grupos de adolescentes o jóvenes, en los que esta organización no existe. Se observará, como consecuencia, que las pautas de relación entre los grupos jóvenes contienen estructuras de relación que no se dan entre los adultos o se dan con menor frecuencia, porque los canales de comunicación por los que circula la señalización relacionada con el cortejo y la sexualidad no están todavía establecidos.

VII) Sexo y agresividad

La investigación ha establecido, en campos diversos, el hecho de que los roles y comportamientos asignados a los sexos no están establecidos de manera absoluta. En nuestro campo, esto quiere decir que lo que se conoce como masculinidad o feminidad no se manifiesta de la misma manera en todas las culturas, de tal manera que cabe pensar que, incluso, determinadas formas de expresión corporal, que una cultura asigna a uno de los sexos, pueden ser consideradas en otra como propias del otro sexo, así que lo que una considera masculino puede ser considerado femenino en otra, aunque en estos análisis haya que considerar el contexto en el que se dan las conductas. En lo que atañe a la cultura occidental esta consideración puede hacerse, en términos históricos, en lo tocante al vestido, pues la costumbre de adornarse mediante la ropa era, en tiempos anteriores, más masculina que femenina.

Por otra parte, la investigación en comportamiento no verbal ha demostrado en nuestra cultura y en otras (quizá la mayoría), que la Proxémica varía mucho según las relaciones sean entre hombres o entre mujeres. En general, las distancias que mantienen las mujeres en sus relaciones son más cortas que las de los hombres. También los contactos corporales son más y las zonas del cuerpo consideradas prohibidas para el contacto son menos. Como se da el hecho que el contacto corporal y la proximidad, ya desde los primeros momentos de la vida (en relación con el cuidado de los lactantes), está relacionado con la afectividad, la conclusión que se impone es que las relaciones del género femenino son más cálidas que las que mantienen los hombres.

Si estos fenómenos están relacionados con la división de funciones, según los intereses de los estados (pues son los hombres lo que van a las guerras), o no es algo que dejamos como pregunta. Si, por otro lado, se puede pensar en unas relaciones entre los hombres, que se aproximen más a la afectividad de las de las mujeres, sin que ello atente contra el concepto de masculinidad, pero que disminuya el componente agresivo de las relaciones, es un tema que, igualmente, dejamos como interrogante, aun cuando la mentalidad de nuestra época, que se asoma en spots televisivos en los que los varones miman a sus pequeños, pueda apuntar en esta dirección.

5) Sociología

Es fácil deducir que, en una ciencia como la Sociología, que tiene como objeto el estudio de las sociedades y analiza el entramado de las relaciones humanas, el estudio de la conducta no verbal tiene como consecuencia la pormenorización de estas relaciones y abre la posibilidad de establecer nuevas categorías de análisis y de organización de la sociedades.

No es, lógicamente, intención nuestra en este trabajo el entrar en el detalle de este análisis, porque es algo que sólo puede hacerse desde observaciones muy cercanas al terreno y exige una mayor especialización. Por tanto trazaremos las guías que parecen tener mayor capacidad de innovación en lo que toca al tema.

Por otra parte, se entenderá que lo que indicamos aquí se continúa o puede incluirse en la parte dedicada a la Política y en el apartado correspondiente a la Medicina.

I) Clases sociales y status

El estudio de los elementos no verbales propios de las diferentes clases sociales se ha realizado, en primer lugar, en el aspecto del vestido. No obstante, la investigación también ha analizado los otros componentes del comportamiento no verbal, en cuanto que los grupos sociales, y entre ellos las clases sociales, tienen sus propios códigos.

Si, entonces, tenemos en cuenta que las clases sociales tienen formas específicas de conducta no verbal, que ésta se transmite por medio del aprendizaje y que este aprendizaje introduce en el repertorio de habilidades necesario para pertenecer a las clases más privilegiadas, o a un determinado status, hemos de concluir que la posibilidad de pertenecer a unas clases en lugar de a otras viene condicionada por el hecho de poder transmitir unas expresividades corporales concretas. Por tanto, como las clases tienen una expresividad corporal diferenciada, es lógico pensar que el bagaje de comportamiento no verbal, aprendido inconscientemente, forma parte de ese capital que se transmite de padres a hijos, permitiendo, de esta manera y como un elemento más, la reproducción de las clases.

Por tanto, al nivel que estamos tratando, cabe considerar las sociedades como divididas, no sólo en grupos de fortuna o de otra condición, sino también en grupos con formas de relación diferentes y con sus propias pautas de conducta no verbal, las cuales influirían en la posibilidad de acceder a los bienes económicos y culturales, en la medida en que, a través de una comunicación no verbal (que está institucionalizada como dominante) se facilitan los mecanismos psicológicos y sociales que abren la posibilidad de pertenecer a las clases o status dominantes.

II) Dos estilos

En nuestras sociedades, se pueden considerar dos grandes estilos en la conducta no verbal, cuando nos referimos, sobre todo, a la organización del espacio o de las distancias interpersonales. El primero de ellos es aquel en el que predomina una relativa lejanía entre los interactores y está, de forma casi natural, a un cierto espíritu de frialdad en la relación, pero también, en otro sentido, al respeto.

El segundo es aquel que se puede caracterizar por la proximidad y el contacto entre los miembros de la relación y está asociado con un espíritu de calidez, de intimidad y de afectividad, pero también, en su forma negativa, con la falta de respeto o, incluso, con la agresividad.

La cuestión es que tendemos a conectar el orden señalado, no sólo con una distinción entre diferentes culturas (cultura mediterránea frente a cultura anglosajona, por ejemplo), sino también con distintas ideologías, en el interior de cada cultura. Así, el primer estilo de los dos suele ir asociado con ideologías políticas de izquierda y el segundo, con las de derecha. El caso es que las dos grandes corrientes ideológicas tienen fundadas razones para ser como son; porque si bien la izquierda empuja a las sociedades en el sentido que corresponde a su estilo, y tiende a ir más allá de lo históricamente posible, la derecha advierte de la lógica interna a los dos estilos, prefiriendo la conservación de lo que, en este terreno existe, para ahorrar los inconvenientes o sufrimientos que, a veces, provoca la búsqueda de lo imposible (por ejemplo, la abolición de la familia, como una postura extrema sostenida desde ciertos sectores de la izquierda).

Con todo, parece posible plantear como ideal una combinación de los dos estilos, de tal manera que las expresividades propias de cada estilo se puedan asociar, eliminando sus defectos y conservando sus virtudes.

Como ejemplo de este cambio se ofrece el de las relaciones entre los dos sexos. En efecto, la cultura nos enseña a considerar determinados gestos o proximidades, con un claro componente afectivo, como relacionados con pautas de comportamiento sexual. Pero es posible la desvinculación de estas estructuras de relación de su componente sexual, permitiendo una mayor afectividad en las relaciones, sin que por ello se tengan que pensar las mismas en términos sexuales. Esto tiene como consecuencia natural la posibilidad de un incremento en la educación sentimental, sin que por ello, obviamente, se necesiten transformaciones de mucho mayor calado.

Este cambio en las estructuras de relación y en la conducta no verbal, así como los otros, tienen como base la ruptura con una tendencia a asociar unos inicios de la comunicación no verbal con unas conclusiones en la misma conducta y en las estructuras de relación, ruptura que tiene en cuenta que estas tendencias deben ser consideradas más como una inclinación cultural, que como pautas prefijadas o menos, todavía, instintivas de comportamiento. De hecho, estas desvinculaciones se están dando en nuestras sociedades contemporáneas, lo cual refuerza nuestra argumentación.

En este sentido, en el del cambio en las estructuras de relación, se puede decir que se están produciendo una serie de transformaciones en nuestras sociedades (a algunas de ellas, hemos tocado, cuando hablábamos de los aspectos históricos de la conducta no verbal). En lo que se refiere a los dos estilos y su dialéctica, la transformación que se produce en el sentido de llevarnos a unas formas de relación más afectuosas y menos formalistas o estereotipadas, sin que, por ello, vayamos por la vía de hacerlas menos respetuosas. Este parece que es el camino del tono general de progreso en las formas de comunicación humanas, incluido el elemento no verbal de ellas.

III) Los dos estilos y los sexos

Como ya hemos indicado en otro apartado, es sabido que no son iguales las relaciones entre hombres que entre mujeres (en distancias, en toques,... ). Puede que no sea casual el relacionar estos datos con el hecho de que el carácter masculino se considere como más introvertido que el femenino. En este sentido, parece que la extensión en la comunicación y en la calidez de las relaciones humanas se debería asociar a una relativa "femeinización" de la conducta no verbal, por lo menos a primera vista. Pero decimos a primera vista, porque, por otra parte, es posible que, lo que se puede considerar como estilo masculino, que se podría situar a unos niveles de psicología profunda, puede permanecer al lado, sin ser incompatible, de esta mayor afectividad en la conducta no verbal.

IV) Control social

En Sociología es conocido el hecho de que las sociedades, las culturas y los estados disponen de un arsenal de medidas represivas para desalentar y reprimir a los que proponen la desavenencia con sus valores o con sus modos de organizarse. Estas medidas, en su nivel más alto, incluyen a las fuerzas de orden público o a las cárceles, así como los sistemas de justicia, las leyes, etc...

Pero casi siempre se nos olvida que la desavenencia con el orden social puede empezar a unos niveles más elementales, como por ejemplo, al nivel de las formas de la sociabilidad de las culturas, para luego continuar a unos niveles de disuasión, que también son represivos y que son, por otra parte, los primeros niveles en los que se manifiesta, esta vez de forma sutil, el control social. Nos estamos refiriendo a los niveles de comportamiento no verbal, que a este respecto, están sin estudiar de una manera sistemática. Como ejemplo baste decir que la risa desarma y que es uno de los mecanismos más elementales de desautorización, de ridiculización y de disuasión sobre las conductas que el orden social no considera adecuadas. Lo mismo puede decirse sobre la mirada o los gestos, de tal manera que el ascenso en el orden social o los cambios de status son, muchas veces, la consecuencia de haber aceptado previamente las convenciones sociales y, entre ellas, las que rigen la conducta no verbal. Nos parece, por tanto, conveniente que la Sociología tenga en cuenta estos aspectos de manera sistemática.

6) Medicina

En esta parte, dedicada a la Medicina, esbozaremos algunas de las implicaciones que la vida de relación conlleva, especialmente en el terreno general de la Fisiología, por lo que se apuntarán, a nivel general, las relaciones entre la conducta no verbal y sus implicaciones para la Medicina. En este sentido las investigaciones sobre el sistema nervioso y, más en concreto sobre los neurotransmisores, están a la vanguardia.

I) Mente-cuerpo



Como en parte hemos visto, el problema de la causalidad entre el nivel social, el nivel psicológico y el fisiológico ha sido, al menos parcialmente como el problema de la relación entre la mente y el cuerpo. Como se sabe, las soluciones clásicas (por ejemplo, paralelismo psicofísico o diferentes tipos de reduccionismos) no parecen haber resuelto la cuestión. Además al formato clásico del problema se puede añadir el aspecto comunicativo o social (según el esquema de los tres ejes de la conducta no verbal o de las estructuras de relación), y, por ello, los interrogantes se multiplican, pues se añade un nuevo nivel de complejidad.

La manera que encontramos de seguir adelante con las implicaciones que las relaciones entre los tres niveles (psicológico, comunicativo o social, fisiológico) es el utilizar, en lugar del concepto de causa, el de función. En este sentido se presentan los fenómenos de que tratamos, como dándose unos como correlatos de los otros, pero sin determinar cual de ellos opera como causa eficiente de los demás. De esta manera (con el concepto de función), se puede decir que los diferentes niveles a los que nos referimos se dan conjuntamente, sin que sea estrictamente necesario especificar a cual de ellos se le concede la prioridad causal, lo que nos permite ir analizando las correlaciones entre ellos y sus implicaciones.

II) Relaciones y Fisiología

Si tenemos en cuenta que, en los pueblos naturales, los ritos que realizan los brujos o chamanes para acabar con la vida o excluir de la comunidad a algún miembro de ella, termina efectivamente con la muerte de estas personas, nos podemos dar cuenta de hasta que punto nuestra fisiología y, en casos tan extremos como éstos, también nuestra vida dependen de los estímulos sociales. Como parte de los estímulos sociales está, lógicamente, la conducta no verbal.

En efecto, como ya se ha indicado, al hacer corresponder a las estructuras de relación y a la conducta no verbal unos sentimientos o emociones, éstas traen consigo, como correlatos, determinados recorridos fisiológicos. Estos puede diferenciarse porque unas estructuras de relación y comunicaciones no verbales llevan consigo diferentes emociones y, por tanto, distintas funciones fisiológicas.

Una posible distinción (aquí nos remitimos al apartado correspondiente a lo Lógica, también), se puede hacer en cuanto a los roles y relaciones, según sean simétricas o no. En este sentido se podría hablar de relaciones fisiológicamente simétricas (también comunicativamente y psicológicamente) cuando los sistemas implicados en la relación sean los mismos, por ejemplo conductas de recíproca agresividad, por ejemplo, en tanto que implican la producción de adrenalina; o se puede igualmente, hablar de relaciones asimétricas, cuando las fisiologías implicadas en la relación sean diferentes. Por ejemplo, en el caso de las estructuras de relación sexuales las hormonas implicadas no son las mismas (según de qué sexo se trate); o, también, en una estructura de relación en la que se marca la dominancia de uno de sus miembros, las emociones y, por tanto, las fisiologías no son las mismas, pues uno de los miembros puede estar mostrando agresividad y el otro, miedo.

En otro orden de cosas, pero siguiendo con el hilo conductor de la argumentación, se podría establecer que jugar de una manera continuada un rol concreto en las estructuras de relación o la frecuencia de unas específicas estructuras de relación repetidas, al tener claras implicaciones fisiológicas, pueden influir en el estado de salud, de la misma manera que el estar sometido continuamente a un nivel de estrés influye. En este sentido, el estar sometido de manera continuada, por ejemplo en la familia, a unos sentimientos (aquí, mejor que emociones), influiría de manera sutil pero constante en la creación de una determinada fisiología, en lugar de otra, lo que, necesariamente tiene relación con el estado de salud.

Un modo de desarrollar este esquema, se hace desde escuelas de psiquiatría que intentan explicar la enfermedad mental, desde orientaciones que podríamos llamar relacionales, como producto de la comunicación incorrecta en el seno de la familia. Es conveniente resaltar, para esta argumentación, que la enfermedad mental es también enfermedad corporal; por ejemplo, a la esquizofrenia puede asociarse, posiblemente entre otras variables, la alta producción del neuro-transmisor dopamina.

La realidad de estas posiciones cuenta con el apoyo empírico de la Medicina Psicosomática y con el de la Sociología de la Medicina, pero también es susceptible de ser demostrada experimentalmente en el mundo animal, por ejemplo mediante el diseño de experiencias que demuestren que la deprivación social incrementa la predisposición a las enfermedades o que una estimulación social adecuada predispone a su curación.

Por último, desde esta perspectiva pueden explicarse algunas curaciones milagrosas, en la medida en que a través de los estímulos sociales se puede suponer que se operan cambios en la Fisiología del enfermo, que permite una vuelta a la salud.

Por último, como conclusión, esta sería otra vía para fundamentar la terapia social (que, por otra parte, siempre se practicó), la cual se basa en suponer que podemos alterar el estado de salud de una persona, alterando el mundo de sus relaciones sociales, en especial la más próximas.

III) Drogas

Cuando se habla de formas humanas de relación (o también, lógicamente, de estructuras de relación), hemos de tener en cuenta que están encuadradas dentro de una normalidad. Esta viene determinada por una ingesta de alimentos normalizada y, por otra parte, por una cotidianidad (o normalidad) que hace que la comunicación no verbal vaya por unos canales o unas formas estandarizadas.

Esta normalidad se ve alterada por sucesos excepcionales que marcan diferencias en la frecuencia en que suceden las estructuras de relación y la conducta no verbal, o cambiarlas. Como ejemplo extremo de la ruptura de la cotidianidad de las formas de relación en su aspecto no verbal, se puede señalar la guerra. A este nivel puede analizarse el caso de los yanomano estudiado por M. Harris, en lo que respecta a la frecuencia de comportamientos agresivos, que conducen a la violencia y a la escisión de la comunidad, cuando el hábitat explotado resulta insuficiente para alimentar a toda la población

Por otra parte, señalábamos que las relaciones humanas se dan con una ingesta normal de alimentos o de drogas aceptadas en las culturas o sociedades. En el caso del consumo de drogas no permitidas, esta ingesta es anormal y cambia los procesos fisiológicos y comunicativos normalizados, alterando también los sentimientos y las emociones. Por tanto la conducta no verbal se ve, igualmente, alterada. Como consecuencia las estructuras de relación se ven alteradas por expresividades diferentes a las estandarizadas, o, incluso, sustituidas o transformadas en otras (Es obvio que estos cambios dependen de la alteración de la normalidad fisiológica, que producen las drogas).

En este sentido, es posible que otra de las causas de la persecución de la droga por parte de nuestras sociedades se halle, no ya en el hecho de que sean perjudiciales para la salud individual, sino en el hecho de que alteran los canales comunicativos, perjudicando a las sociedades, pues éstas se constituyen, en gran medida, gracias a éstas formas de relación establecidas. De otra manera el proceso comunicativo está en peligro, porque los circuitos se multiplicarían hasta hacerlo imposible. También, por otra parte, está el peligro de que unas formas de relación, que están probadas por la historia, sean sustituidas por otras sobre las que no tenemos garantías.

IV) Belleza y salud

Para plantear el tema partimos del hecho, bastante evidente, de que en nuestras sociedades existen uno canones estéticos, que no discutiremos, a los que los individuos intentan acomodarse.

Por otro lado, a veces, se ha visto con asombro, o cuando menos con inquietud, el hecho de que las mujeres tradicionalmente hayan usado, en la medida de sus posibilidades, multitud de productos de belleza (por ejemplo, cremas antiarrugas o lápiz de labios), y aunque ahora estos hábitos se estén extendiendo también a los hombres.

Por lo general, se piensa que estas preocupaciones y costumbres no tienen otras implicaciones que estén fuera del ámbito de la belleza o de la coquetería. Pero el hecho es que todo ello está claramente relacionado con beneficios en la salud.

En efecto, se insiste con frecuencia en que un elemento que corresponde al tema de este trabajo, como es el vestido, es uno de los factores (junto con la alimentación) que más contribuye al bienestar personal.

Si tenemos en cuenta, por otro lado, que, como demuestra la medicina psicosomática, las emociones y sentimientos positivos repercuten favorablemente en nuestro estado de salud, tendremos la razón de la preocupación por la belleza, pues, por medio del cuidado de estos aspectos no verbales, la valoración social de la persona aumenta. Como esta valoración se expresa a través, también, de la expresividad corporal provocando, en general, una conducta no verbal más favorable, la cual, por medio del bienestar anímico que induce, mejora, en mayor o menor medida, la salud, se comprende que la conducta tienda a extenderse e, igualmente, las razones profundas de estos comportamientos de belleza.

En efecto, hasta hace poco tiempo el hecho de que los hombres mostraran estos comportamientos era considerado signo de afectación o afeminamiento. Pero, hoy en día, estas costumbres se están implantando entre el género masculino, lo cual es un argumento más en favor del hecho de que la preocupación por la imagen corporal hasta estos extremos tiene, no sólo un valor estético, sino también médico.

Estos hechos son, por otra parte, un claro ejemplo de la crisis de los roles masculino y femenino tradicionales y de como es posible sobrepasar el propio rol sin perder la identidad, ampliando así el abanico de sentimientos y percepciones.

V) Esperanza de vida

Es un hecho que las mujeres disfrutan de mayor esperanza de vida que los hombres. Parte de ella se atribuye al hecho de que las mujeres, hasta hace relativamente poco, no tenían hábitos perjudiciales como el tabaco y el alcohol.

En lo que concierne a nuestro tema, se podría, al menos teóricamente y de manera parcial, relacionar este hecho con la conducta no verbal, según la hemos expuesto en los apartados de Sociología y en el de belleza. Efectivamente, si, por una parte, hablamos de las formas de relación femeninas como más cálidas y capaces de producir sentimientos o emociones más positivas; si, por otra, se puede establecer que la conducta no verbal en el tema del aspecto personal es, también, capaz de producir una vida sentimental de un calibre parecido al de las relaciones, es preciso concluir que ambas juegan un papel, que sería preciso concretar, en la explicación de esta mayor esperanza de vida, pues repercuten en un mayor estado de salud, según los presupuestos que hemos defendido.

7) Economía

En este apartado haremos algunas breves consideraciones sobre el concepto, fundamental en economía de utilidad. Como se sabe el concepto hace referencia a la satisfacción que un determinado bien nos produce. No conocemos ningún intento de fundamentar el concepto en parámetros médicos como la salud o en la esperanza de vida, a pesar de que, en última instancia todos nuestros esfuerzos vayan encaminados a la obtención de estos bienes fundamentales y, por otra parte, sería posible que los intentos fracasasen. No obstante, hemos de observar que sí ha sido hecho en el sentido de basarlo en la Psicología, por lo que la posibilidad que se propone, podría establecerse como una conclusión de otros postulados que hemos defendido; en concreto, la traducción de estados mentales en fisiológicos.

Por otra parte, si entendemos que el concepto de utilidad o el de satisfacción hace mención no sólo a los bienes materiales (que son los que se cuantifican en las grandes cuantas nacionales como Producto Interior Bruto), sino también a otros, que, por otra parte, están considerados como de primer orden, como pueden ser unas buenas relaciones familiares o de amistad, entonces parece que nuestro campo también mantiene relaciones con la Economía.

En efecto, como consecuencia, se hace necesario concluir que nuestro bienestar aumentaría si somos capaces de establecer modos que hagan más satisfactorias nuestras relaciones sociales, lo cual no puede ir por otro camino que el de disminuir los componentes (más o menos) agresivos que puedan tener dichas relaciones (también otras). Y como la agresividad se manifiesta fundamentalmente por el comportamiento no verbal, parece necesario la educación del mismo, si queremos conseguir estos objetivos, que, en general, significan mayor armonía con el prójimo.

8) Arte

I)

Como hemos visto, la comunicación no verbal puede reconstruirse como hecho histórico a través de los testimonios literarios o, en general, escritos. No obstante, es en las arte plásticas donde, por excelencia, se conservan los fragmentos más importantes para la reconstrucción de la materia. Así es que las artes son el testimonio arqueológico de las formas de conducta no verbal pretéritas y se pueden considerar como muestras de las cosmovisiones de las culturas del pasado, del espíritu de una época (Zeitgeist), o de los patrones culturales (patterns), los cuales se ofrecen al estudio a través de la expresión corporal.

Como exposición de la Cosmovisión (Weltanschauung) patentiza no tanto la perspectiva desde la que se contempla la vida, como la indicación de la manera de verla o, también, como las élites intelectuales y sociales la perciben. Esta forma, como se sabe, está relacionada o emparentada con el concepto de Espíritu del Tiempo (o de la Época), por ser éste la forma en que se dan las cosmovisiones en las diversas épocas históricas, ofreciendo cada una de ellas distintas formas no verbales de comunicación, que constituyen emociones correspondientes y son un elemento más en cuanto a la distinción de la Historia, por otra parte, apuntando a conjuntos de normas y valores diferenciados y distinguibles.

Por último, como patrón de cultura permite que afloren los momentos más representativos, que señalan un estado de ánimo, un carácter ideal y que es el paradigma hacia el que la cultura dirige a sus miembros.

II) El siglo XX

Es claro que el análisis de la obra artística desde el punto de vista de la conducta no verbal es posible con anterioridad al siglo XX, pues, ya desde el impresionismo en el siglo pasado, la tarea del análisis de la obra se hace más difícil porque la fidelidad a las expresiones, gestos y movimientos se va desvaneciendo. Y este desvanecimiento se vuelve en una falta total de apego a las formas naturales de expresión en la mayoría de los movimientos del arte figurativo de vanguardia de nuestro siglo, comenzando por movimientos como el fauvismo o el cubismo. Por otra parte, la expresividad es hiperbólica en movimientos como el expresionismo y su contenido, desde la perspectiva de nuestra materia, hay que comprenderlo como una metáfora o un paso al límite de la expresividad natural, que tiene fuertes contenidos simbólicos.

Por otra parte, la proliferación de estilos y tendencias hacen difícil la utilización de los tres conceptos a los que nos hemos referido, pues no existe la uniformidad necesaria para emplearlos como totalizaciones del sentir de una sociedad o cultura. En este sentido, parece que no existe la uniformidad de otros siglos entre las élites, siglos que llevaban consigo una mayor consistencia cultural en el seno de sus sociedades. Por tanto, podemos decir que, aunque debilitados, los conceptos del arte como Cosmovisión, manifestación del espíritu de una época o de los patrones culturales tienen aplicación para el análisis de las sociedades, si se tiene en cuenta que las manifestaciones son múltiples y dispersas. Lo que no podemos predecir es lo que puede deparar el futuro, en el sentido de si esta dispersión va a continuar o entraremos, de nuevo, en unas concepciones del mundo válidas para la gran mayoría de la población.

III) Patrones culturales

Entendemos la obra de arte como patrón cultural cuando suponemos que ésta, a través de la expresividad que transmite, representa un paradigma emotivo y de conducta, al que la comunidad en la que aparece la obra tiende a imitar. Así, por medio de la empatía que suscita, los miembros de la cultura pueden comprender o penetrar en la significación emocional y moral de su expresividad corporal, teniendo en cuenta el contexto artístico y cultural en el que se da esta expresividad. En este sentido, por tanto, la obra representa una guía, un tipo de conducta a imitar y un nivel de emotividad, que se persigue por el que la contempla, más si tenemos en cuenta que los personajes que son representados son figuras ejemplares para la comunidad.

Por otra parte, si la obra artística representa modelos de comportamiento, como defendemos, parece evidente que este nivel paradigmático se mostrará de manera eminente cuando los modelos de expresión corporal sean vehiculizados por dioses o héroes, pues ellos representan lo más respetado por los individuos que componen las sociedades. No obstante, estos patrones culturales, en la medida en que están ejemplificados mediante los mitos de las culturas humanas, tienen en muchas ocasiones un gran nivel de inaccesibilidad, en cuanto que el estado de ánimo o emotividad que suscitan no puede ser alcanzado (al menos como forma permanente del carácter), porque la misma expresividad invita a un alejamiento de la cotidianeidad.

Con todo, la reconstrucción del significado real de la expresión corporal en la obra de arte figurativo se hace difícil (la misma crítica o interpretación de ella así lo atestigua por sus diferencias ante un mismo hecho: por ejemplo, un gesto), porque para una comprensión adecuada se hace necesario los contextos culturales en los que se produce y que se revelan fuera del mismo arte.

9) Pedagogía

En esta parte no pretendemos sino mostrar algunas reflexiones que se nos ocurren sobre la propia práctica docente, sin otras consideraciones teóricas, que intenten decir algo significativo sobre las diferentes corrientes de Pedagogía en relación con la expresión no verbal de las mismas.

Una primera consideración, específica, que la investigación ha estudiado, es el hecho de que los idiomas se enseñan exclusivamente al nivel verbal olvidando el elemento cultural no verbal que les acompaña. La necesidad de esta enseñanza se ve si se tienen en cuenta algunos aspectos como son las contextualizaciones que el comportamiento no verbal hace o el hecho de que la perfección en el dominio de una lengua tiene como última perfección la integración plena en la comunidad de hablantes, lo cual es imposible si se olvidan los aspectos no verbales de la comunicación.

En lo que respecta a la gran alternativa -que en nuestros días provoca sentimientos encontrados- entre una educación autoritaria y otra antiautoritaria o democrática, se hace preciso señalar, como podría hacerse para otros casos, que el elemento no verbal, se manifiesta en estas dos alternativas de manera clara y en algún sentido de manera inversamente proporcional, pues cuanto mayor es la expansividad del alumnado, correspondiente a los modos antiautoritarios, menor es la presencia de expresividad, de seriedad o de autoridad por parte del profesor y que, por tanto se manifestaría, contrariamente, en el otro modo. La expresividad en el modo autoritario, como es obvio, se manifiesta entre los alumnos en unos modos más serios, quizá más tristes, más contenidos y por tanto menos expansivos, aunque, quizá, el aprendizaje sea más efectivo.

En lo que atañe a la dinámica interna de los grupos del alumnado, la enseñanza antiautoritaria tiende a dejarse llevar por la espontaneidad de la misma, respetando su dinámica. Al contrario, la otra alternativa intentará modificarla, al menos en la clase presencial, para sus fines.

Otro aspecto que ha tocado la investigación es la repercusión del énfasis de las explicaciones, en cuanto que se refleja por medio de la conducta no verbal, en el mayor grado de aprendizaje, pues a un mayor énfasis parece corresponder una mayor cantidad de atención y, por tanto, un mayor aprendizaje. No obstante, e independientemente del mayor o menor interés del profesor por la materia, parece difícil mantener un alto nivel de expresividad cuando curso tras curso se está explicando la misma materia.

Por último, me preocupa la tendencia que experimento inconscientemente ( y que creo que, quizá, también lo es por mis compañeros) de hacer juicios que se expresan lógicamente en actitudes no verbales acerca de las capacidades de mis alumnos a partir de sus aspectos no verbales, que puede que se traduzcan en tratos de mayor o menor favor que pueden repercutir en el aprendizaje de la materia.

10) Teoría de la evolución

En este apartado no entraremos en el tema (muy tratado por la investigación más clásica de la Etología) sobre el origen en la evolución de la especie humana de la conducta no verbal (lo cual lleva necesariamente al origen de la misma en los primates). No tocamos, por tanto, el tema de la filogénesis de nuestra conducta no verbal, en el sentido de que determinadas formas de comportamiento provengan de la ritualización de otras, sino que plantearemos algunos aspectos, de los que atañen a la investigación, que son más generales. Tampoco entraremos en la discusión, que es muy importante para la investigación, de si se puede hablar de invariantes de conducta o patrones universales de conducta no verbal, por muy interesante que sea el tema.

Lo que queremos señalar es que la investigación indica que cabe hablar de una estrategia evolutiva que, en el contexto de la lucha por la existencia, prima unos comportamientos sobre otros. En efecto, desde las posibilidades expresivas de los primates hasta las del hombre, cabe hablar de un largo camino evolutivo que conduce a una matización de la expresividad corporal y, en particular, facial cada vez mayor.

En este sentido se puede hablar de la existencia de una estrategia de evolución que favorece la existencia de unas pautas de conducta no verbal sobre otras. Estas formas de expresividad favorecidas consistirían en lo que, en general, en Psicología Social se conoce como conductas de afiliación. Por otra parte, con este tipo de conductas podrían relacionarse otras formas de lo social como son el poco número de crías por parto, la prolongación de la infancia en los primates y, especialmente, en el hombre (la especie humana, como especie que prima la neotenia).

Así es que las estrategias a las que nos estamos refiriendo, se les puede asignar la característica común de que su comportamiento social está marcado por una fuerte cooperación grupal o social, de tal manera que se puede decir que la especie que mantiene una estrategia que prima la afectividad como forma elevada de lo social, es la que en términos evolutivos, hasta ahora, ha resultado más exitosa, en términos de lucha por la supervivencia.

Como es evidente, estas pautas generales de conducta se manifiesta en unas formas de comunicación no verbal más afiliativas o afectuosas, más sociables y cooperativas; por tanto, con un índice menor de agresividad intragrupal, tanto en las emociones como, quizá, en la expresión de las mismas.

Las causas de la aparición y desarrollo de este comportamiento social creemos que deben ser puestas en una presión ambiental que favorece estas formas, así como en la capacidad creativa de la especie, que, a través de mecanismos sociales, los permitiría aparecer y desarrollarse. Así, puede hablarse, en general, las emociones y sentimientos y la correspondiente fisiología, que provocan los comportamientos afiliativos o de cooperación son estimulados y recompensados por el grupo, en las mismas, conducta no verbal al provocar sentimientos y emociones positivos, que favorecerían el florecimiento de los animales con este tipo de comportamiento no verbal.

11) Lógica

Parece claro que de las diferentes materias de la ciencia de la Lógica la que permite una relación con los temas de conducta no verbal es la Lógica de Relaciones y ello referido al estudio del comportamiento no verbal en tanto que es entendido como estructuras de relación.

Como es sabido, la Lógica de relaciones constituye la formalización abstracta de las relaciones que se pueden establecer entre términos diferentes (entre ellos los suyos propios). Por tanto puede ser utilizada como herramienta en el estudio de las formas de relación humanas, obviamente sin agotar sus determinaciones, pero sí ofreciendo un modelo de análisis y de clasificación de las relaciones humanas, entre ellas las no verbales o la expresión no verbal de las mismas.

Según esto se podrá establecer si una relación es simétrica o asimétrica, si es transitiva o unívoca, en cuanto a su definición esencial. Cabe también, por ejemplo, establecer las similitudes, en cuanto a su expresividad entre las relaciones con la misma categoría lógica pero que se muestran, de otra manera, como diferentes, como pueden ser las relaciones de amistad y las relaciones entre hermanos que, siendo igualmente simétricas, son, sin embargo, claramente diferentes. Parece, como conclusión, que la investigación puede encontrar aquí una fuente importante de inspiración y trabajo.

12) Filosofía

I)

Con este apartado, dedicado a la Filosofía, terminamos este capítulo dedicado a la relación de algunas ciencias con nuestro objeto de estudio. Hay que aclarar que, como no dedicamos un capítulo específico a lo concerniente a la relación entre comunicación no verbal y Filosofía, hemos decidido tratar el concepto de Filosofía en el sentido genérico de ciencia o saber, aunque se nos pueda objetar que la disciplina no es científica desde concepciones filosóficas que no tienen por qué ser coincidentes.

Por otra parte, el tratamiento filosófico de la expresividad corporal, en particular, y del cuerpo en general ya ha sido emprendido por algunos autores y, también, puede ser enmarcado en una filosofía, más general, de la expresión. Igualmente lo ha sido en cuanto que la expresión corporal nos conduce a la percepción del prójimo o de las relaciones sociales.

Nos interesa aquí, entonces, subrayar la importancia que presenta el cuerpo como indicador indirecto de las posiciones filosóficas que se dan en una sociedad desarrollada y plural. En efecto, se ha planteado y aquí hemos defendido que el cuerpo transmite las relaciones sociales; si, por otra parte, tenemos en cuenta que las relaciones sociales están envueltas por las concepciones filosóficas en necesario llegar a la conclusión siguiente: las diferentes filosofías tienen también su plasmación en la expresión corporal. Esta conclusión se hace, por otro lado, evidente cuando comparamos el arte europeo con el hindú, en cuanto que reflejan, por medio de su expresividad corporal, concepciones muy diferentes que responden a filosofía diferentes, aún cuando tomemos el término en un sentido lato al considerar la filosofía hindú.

II) Filosofía Moral (Ética)

Resulta difícil que muchas de las teorizaciones más abstractas de Ontología o Epistemología admitan una expresión no verbal, o que una teoría de la conducta no verbal pueda ayudar en gran medida en estas partes de la Filosofía, aunque quizá, de manera anecdótica, la duda metódica cartesiana pueda admitir una concretización corporal.

Un terreno filosófico que admite obviamente una relación mayor con nuestro campo es el de la Filosofía del Arte o Estética, aunque solo sea por el hecho de que el análisis de la figura humana en las distintas artes forma parte del campo de experiencia que una estética debe tener en cuenta (además de otras muchas consideraciones que hacen relación con la materia en la obra literaria).

Pero nos parece que es el terreno de la Filosofía Moral o Ética en donde las relaciones son más claras. Por una parte porque una teoría de las virtudes y los vicios tiene como correlato inmediato la posibilidad de que aquellas y éstos se expresan de manera casi automática en los gestos, ademanes y posturas; por otra, porque algunas virtudes o deberes se hacen realmente efectivas cuando el agente es capaz de saltar por encima de la reacción inmediata que suscitan determinadas expresiones o determinadas formas (de las que hemos llamado conducta no verbal estática: por ejemplo deformidades físicas, suciedad, como expresión de la pobreza, manifestaciones corporales desagradables de la enfermedad) para responder de forma adecuada, moral, como por ejemplo se contiene la ira que suscitan formas insultantes. Resulta, por tanto, que el ejercicio de la virtud se manifiesta como aquel que sabe evitar las reacciones naturales en función de otro tipo de consideraciones que son las que realmente guían la conducta.

× CAPÍTULO IV. CONDUCTA NO VERBAL Y POLÍTICA

El cambio político en relación con la conducta no verbal

Entendemos por política de la conducta no verbal los intentos de análisis de la misma en su relación con el Estado, así como los de cambio de los contextos en los que se da. Metodológicamente estos intentos de cambio pueden relacionarse con la transformación de las legislaciones de los estados que afecten a las propias estructuras de relación o con la búsqueda de alternativas generales a estar estructuras de relación. Desde estas perspectivas pueden hacerse análisis del tipo de lo que veremos a continuación.

1. El cambio social y político

No podemos decir que haya habido tentativas conscientes de cambio en las diferentes conducta no verbales, pues, como hemos visto, la comunicación no verbal ha sido inconsciente. Pero sí se puede decir que ha habido intentos de cambio de los contextos que la regulan. Nos referimos a la Historia Contemporánea en relación con los cambios de las estructuras de relación familiares.

Metodológicamente puede distinguirse entre aquellos que intentan el cambio de la regulación de la familia a través de la transformación de las legislaciones y los que siguen unos caminos más radicales.

Los dos se distinguen de otro tipo de acción política en que esta última va encaminada a la transformación de las estructuras económicas y sociales o al cambio del tipo de Estado sin intentar alterar las estructuras de relación. Por el contrario, la acción política a la que nos referimos elude este tipo de acción política y busca la transformación, en las relaciones humanas o personales.

Si, por otra parte, observamos los modos de relación de los mamíferos y del hombre en particular, para la explotación del medio que los envuelve, observamos que unos y otros las realizan con unas estructuras familiares determinadas. En el caso del hombre se puede decir que han hecho lo mismo que los animales durante gran parte de su historia, pues la aparición del Estado es un fenómeno relativamente reciente en nuestro desarrollo histórico.

Teniendo en cuenta estos datos, parece que la intensidad revolucionaria es marcadamente más profunda en los intentos de transformación de las relaciones familiares, porque encaminan sus esfuerzos en territorios que son más profundos que los tradicionales de la política.

2. El movimiento Hippie y los partidos radicales

El cambio de las estructuras humanas de relación ha sido intentado en nuestra historia contemporánea por el movimiento Hippie y los movimientos radicales, aunque sin una teoría adecuada. Pensamos que la diferencia fundamental entre ello puede tratarse en referencia al tipo de relación que mantienen con el Estado.

En efecto, mientras el movimiento Hippie no se configuró como un movimiento político que intentara influir en la legislación del estado en referencia a las formas humanas de relación, los partidos radicales buscan una transformación en la legislación que lucha por el cambio de los contextos legales en los que las relaciones humanas se dan. Se puede destacar, en este sentido, que parte de sus reivindicaciones han traspasado las fronteras de partido y se han convertido en temas generales de la política, por ejemplo en la legislación sobre las parejas de hecho que intenta la regulación de relaciones que estaban fuera de la misma ley.

De otro lado, y en lo que se refiere al momento Hippie, puede decirse que, al menos en cierto sentido tuvo una significación más profunda que las revoluciones comunistas, en cuanto que a través del esfuerzo por transformar el orden familiar con los planteamientos comunales, produjo una desestructuración de las formas de las relaciones familiares y otras que mostraron los límites de la familia convencional y otras relaciones, pero también lo utópico de unos planteamientos que pretendían prescindir de la familia, como base se nuestras estructuras de relación. No obstante sus logros constituyen cierta transformación de nuestras estructuras de relación, en el sentido de que impulsaron una cierta humanización e informalidad en nuestras formas de relacionarnos, que influyó necesariamente en nuestras formas de conducta no verbal.

3. Estado

No está escrito en ninguna ley como debe ser nuestra gestualidad o nuestras pautas de cortejo. Estas formas sociales de relación son, sencillamente, realizadas por nosotros y tienen objetividad en el sentido de que son instituciones sociales. Pero en cierto sentido la conducta no verbal es el umbral de algo que está regulado por el Estado y el Derecho. Así, por ejemplo, tumultos y peleas -que si entran dentro del ámbito del derecho- suelen venir precedidas por una conducta no verbal agresiva y que no está regulada. De la misma manera, el matrimonio, que es una institución, viene temporalmente precedido por unas formas de cortejo que tienen tanta objetividad como las leyes, aunque no estén reguladas por el derecho como lo está la institución del matrimonio.

Esto quiere decir, dicho sea de paso, que la clásica distinción entre Moral y Derecho -en la que en el ámbito de la primera entraría la voluntariedad, es decir, la libertad, y en la segunda la coerción- no es válida. No lo es porque la coercitividad, que es una característica de la norma jurídica también se da en las estructuras de relación, aunque de manera diferente, pues la coerción en la conducta no verbal y en las estructuras de relación, en la parte de su trayecto que no entra en el ámbito del Derecho, es social exclusivamente y, por tanto, no jurídica.

4. Familia y Estado

El concepto de una dictadura oculta tras las formas democráticas aparece claramente elaborado en la teoría marxista clásica del Estado. En efecto, el marxismo calificaba el Estado liberal como una máscara tras la que se ocultaba la dictadura real de la burguesía. Desde alguna perspectiva, estas ideas pueden aplicarse de una manera similar en el tema que nos ocupa.

En nuestra opinión el Estado democrático no es tanto una máscara tras la que se oculta una dictadura (aunque reconocemos que este esquema puede ser ensayado), sino que las formas democráticas no abarcan la esfera de las relaciones humanas, familiares y sexuales.

No vamos a plantear el tema de si el Estado recoge y regula una institución social -la familia- o si dicta sus criterios a la sociedad. Pero si señaláramos el hecho de que al regular las formas familiares, también da normas no escritas de una manera indirecta a otras formas humanas de relación, como pueden ser las pautas de cortejo o las relaciones de amistad, puesto que la institución del matrimonio establece unas formas de relación dominantes.

En este sentido, cabría pensar como más democráticas o más liberales aquellas sociedades o estados que reconocen en su ordenamiento jurídico más de una posibilidad en las formas de matrimonio.

Igualmente parece que se respetaría más la libertad personal cuando se permite escoger entre más de una alternativa.

No obstante, creemos que en este campo el concepto de dictadura política en las formas de organización familiares no puede ser ensayado, porque los conceptos políticos de libertad e igualdad no tienen necesariamente que tener relaciones armoniosas. En efecto, las formas familiares que no suponen la monogamia, o bien son impracticables, o bien atentan contra el principio que hace establecer relaciones igualitarias entre los seres humanos. Así por ejemplo la aparente libertad de elección en las formas matrimoniales de los países islámicos establece de hecho una desigualdad entre los sexos y una discriminación, con lo que esta libertad abstracta se materializa en la supeditación de unos seres humanos a otros. Idénticos razonamientos podrían establecerse sobre la poliandria.

5. Feminismo

Pocos se atreverían a cuestionar que el feminismo es uno de los grandes temas políticos de nuestro tiempo porque el concepto de igualdad ha alcanzado el nivel de un aspecto fundamental en las relaciones entre hombres y mujeres y en las legislaciones de los estados.

Quizás podríamos coincidir todos en que la incorporación de la mujer al trabajo no doméstico ha cambiado la realidad de nuestra vida cotidiana. Pero posiblemente sea la extensión de las ideologías feministas lo que ha cambiado más radicalmente las formas de relación entre hombres y mujeres y por tanto la comunicación no verbal de ambos sexos.

Así la mayor autoestima y confianza en sí mismas que esta ideología promueve entre las mujeres ha sido un gran revulsivo en cuanto a que ha significado el cambio o la matización de los roles en las estructuras de relación.

En este sentido, sería interesante una labor de investigación que analizase como la conducta no verbal de hombres y mujeres ha cambiado. Esto obviamente atestigua la historicidad de las formas de comunicación no verbal.

6. Tercer Mundo

Es un hecho absolutamente lamentable de nuestra época la realidad del mundo de la pobreza y el hambre. Es una realidad palmaria que mientras en zonas privilegiadas del planeta se disfruta de niveles de vida y bienestar altos en otras se padece hambre. Posiblemente los movimientos de solidaridad deberían tener en cuenta la cantidad de dinero que se destina a lo que podríamos llamar gastos de representación o cuidado de la imagen, en el sentido de aminorar estos. Estos elementos de la comunicación no verbal como son la ropa o los cosméticos, generalmente cumplen el simbólico papel de representar el status o la clase social, pero sobre ellos se podrían descontar partidas importantes en favor de la solidaridad.

7. Macropolítica, Micropolítica y Conducta no verbal

La distinción entre Macropolítica y Micropolítica puede seguirse a los efectos de lo que vamos a exponer en relación con nuestro tema. Por Macropolítica entendemos lo que toca a los grandes temas que tienen que ver con el Estado en sus elementos más visibles y en cuanto que domina y organiza una sociedad. Por Micropolítica entendemos aquellas relaciones de poder que se dan en la sociedad civil y en la familia. Tanto en un aspecto como en el otro de la política, la conducta no verbal juega un papel importante.

En la conducta no verbal puede ser incluido lo extracorporal, es decir aquellas expresiones del poder del Estado, como son sus edificios, que en muchas ocasiones están pensados para mostrar la magnificencia de su poder, de la misma manera que exponen, por disposición interior, la jerarquización dentro del Estado.

Pero, aún con ser importante, no es en este aspecto donde queremos hacer nuestra valoración, sino en el nivel de la expresividad corporal.

Con respecto a ello, podría ser interesante analizar los modos de expresión no verbal de los líderes democráticos con los autoritarios y comparar sus diferentes modalidades.

Otro tipo de apreciaciones que pueden emprenderse a este nivel macropolítico consiste en apreciar los elementos de conducta no verbal que existen en el protocolo y en la etiqueta política.

Por último, se hace necesario notar que las relaciones políticas se manifiestan en la corporalidad, en la conducta no verbal de tal manera que las jerarquías, la amistad o la hostilidad se manifiestan con diferentes gestualidades y movimientos corporales.

En la Micropolítica la conducta no verbal juega un papel igualmente relevante pero se manifiesta menos ostensiblemente y es más inconsciente, no obstante, es en este nivel donde primero se manifiestan las posibilidades represivas o afiliativas de nuestra expresividad corporal. En efecto, es en los pequeños grupos o en la familia donde la disidencia y la represión se expresa en primer lugar, y a veces únicamente, a través del cuerpo, por medio de los gestos y las posturas. Igualmente existen lo que podría llamarse refuerzos positivos (sonrisas u otros). Así es que a través de nuestro cuerpo ven la luz un conjunto complejo de relaciones represivas, amistosas, agresivas o afiliativas. Estas muestran la cohesión de los pequeños grupos, sus sintonías y sus desavenencias y pueden permanecer en el nivel que estamos estudiando, expresarse verbalmente o pasar a otro tipo de estratos.

8. Vida cotidiana

Como hemos visto que la conducta no verbal y las estructuras de relación están presentes en todo el entramado social y político, el cambio de las formas no verbales de comunicación se puede presentar como un cambio de la vida cotidiana, que abarca la familia, el Estado y la sociedad civil.

El concepto de cambio en estos terrenos no significa necesariamente el del Estado o de las relaciones de producción, aunque puede decirse que la transformación de la vida cotidiana o de nuestras formas de relación pueden tener más profundidad que las de las anteriormente dichas. Incluso podría decirse que es el cambio de nuestras formas de relación (entre ellas las no verbales) lo que puede propiciar otro tipo de revoluciones.

Pero por otra parte, hay que señalar la enorme dificultad en la elaboración de programas para el cambio de nuestras formas de relación, especialmente en su aspecto no verbal. En este sentido, el concepto de aprendizaje inconsciente se convierte en decisivo pues nuestra conducta no verbal se produce y se crea sin conciencia y de manera espontánea, por lo que parece muy difícil diseñar alternativas, pues son esta misma espontaneidad e inconsciencia lo que hace que la conducta no verbal crezca y se desarrolle.

No obstante, la Antropología Cultural y algún movimiento social como el Hippie nos enseñan que nuestras formas de relación no son las únicas posibles, porque el género humano tiene capacidad para organizarse de formas muy diversas. De esta manera, el estudio de la Antropología Cultural y la Sociología nos permitiría escoger o diseñar entre las gamas de la comunicación humana aquellas que más nos convienen. Esto obviamente no supone un programa sino sencillamente abrirse a otro espíritu.

Nos queda por señalar que existe otro contexto de las formas humanas de relación y de las conductas no verbales. Este es el contexto ético o moral. Es evidente que un cambio de nuestras sociedades hacia unos valores más positivos traería consigo la alteración de nuestras formas de relación y de nuestra vida cotidiana.

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José Pablo Noriega de Lomas

 

Revista Arbil nº 78

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