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Pensamiento políticamente correcto”, New Age y grupos de poder

por José Basaburua

Existe un hilo conductor que une al “pensamiento políticamente correcto”, la llamada New Age, y restringidos grupos de presión y poder. Unas reflexiones enunciadas en Pamplona con ocasión de una nueva actividad de la Fundación Socio Cultural Leyre

En el marco de las actividades trimestrales programadas por la Fundación Socio Cultural Leyre, tuvo lugar en Pamplona, el viernes 25 del pasado mes, una nueva sesión dirigida a jóvenes, de los llamados “Seminarios de realidad”.

En esta ocasión, el redactor de “Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica” y presidente de la Junta Directiva de la Fundación, New Age, y el rol jugado por exclusivos y pequeños grupos de poder íntimamente relacionados entre sí.

El ponente partió de una aproximación conceptual del “pensamiento políticamente correcto”, un producto de las reflexiones y prácticas sociales destiladas en las factorías intelectuales de los herederos norteamericanos y europeos del “mayo del 68”. Expresión de una ética cívica minimalista y relativista, este movimiento pseudopolítico se viene imponiendo, incluso en los ámbitos más cotidianos e íntimos de la convivencia humana, con vocación de predominio mundial; siendo impulsado desde poderosísimos grupos mediáticos y diversas instancias internacionales. En este sentido, determinados centros de poder (el Bilderberg Group, la Comisión Trilateral, etc.) desarrollan un papel muy activo con especial incidencia en los ámbitos de decisión macroeconómica a nivel internacional; mientras que otras entidades lo jugarían en los medios nacionales (un supuesto particularmente llamativo es el de la orden Skull and Bones, elitista asociación secreta de graduados de Yale en la que encontramos a numerosos expresidentes y altos cargos de la Administración USA).

New Age.


La New Age, un fenómeno pseudoespiritual que viene imponiéndose como “religión de supermercado” acorde al consumismo y otras tendencias sociológicas, fue descrita por el ponente como un río en el que confluyen numerosos afluentes: teosofía, antroposofía, templarismo, rosacruces, masonería, nuevas religiones, simbolismo, esoterismo, hermetismo y ocultismo,filosofías orientales de referencia de la medicinas alternativas… Esta poderosa corriente, en buena medida nueva versión del gnosticismo de siempre, cuenta con variadísimas expresiones: obras musicales, prácticas de meditación, métodos de autoayuda, medicinas alternativas, dietas alimenticias… Y su incidencia se filtra capilarmente en todos los ámbitos de la vida social y cotidiana; lo que explica, por ejemplo, la creencia tan extendida en la reencarnación, la comunicación con los espíritus, el poder mágico de cristales y pirámides, el recurso a horóscopos y videntes, etc. Incluso determinados medios de la Iglesia católica se han dejado influir, en ocasiones inconscientemente, por algunas de tales expresiones. Por ejemplo, mencionó el ponente que el objetivo de la meditación oriental es –en última instancia- la anulación del yo, mientras que el de la oración cristiana es la comunicación con el único Dios personal, negado por la inmensa mayoría de tendencias de la New Age.

Para ilustrar convenientemente las implicaciones filosóficas, vitales y políticas de esta escasamente definida corriente, mencionó algunos aspectos de la compleja obra, de pretensiones metafísicas, del francés René Guenon, quien ha influido, especialmente con sus estudios sobre simbolismo, en ámbitos tan dispares como la masonería regular, medios ecologistas, grupos radicales neofascistas…

La “Hipótesis Gaia”, por la que el planeta Tierra constituiría un ser vivo del que también formaría parte una humanidad cuya nocividad le provoca reacciones defensivas (en forma de cambio climático, por ejemplo) según sus seguidores, es asimismo otra corriente radical de la New Age, directamente emparentada en esta ocasión con expresiones del moderno y contracultural ecologismo. En definitiva, el alcance y las conexiones -internas y externas- de estos movimientos son múltiples y transversales, lo que redunda en su sorprendente incidencia social y su rápida extensión.

La dinámica voluntad proselitista de estos grupos es fácilmente identificable. Desde alguna actividad concreta (técnicas de relajación, modalidades “sanas” de alimentación, cursillos filosóficos o de desarrollo personal, terapias curativas alternativas, etc.), se ofertan otras disciplinas emparentadas con la misma, presuntamente benéficas; pudiendo aportar el valor añadido de una comunidad humana que vive en su entorno, en ocasiones en conexión con una escuela esotérica tradicional, un carismático gurú, un nuevo movimiento religioso, un grupo meramente utilitarista o libertario, e incluso entidades de carácter excéntrico y difícilmente clasificable… Así, la red pluriforme de la New Age intenta colmar, de modo parcial y desfigurado, las universales necesidades humanas de sentido, pertenencia comunitaria, afecto, sacralidad, etc.

El hilo conductor de esta compleja –y en ocasiones sutil- realidad lo constituiría una filosofía relativista, una concepción individualista de la vida, una religiosidad sincretista y naturalista de presupuestos panteístas o monistas; las cuáles, arrancando de la Ilustración y de su enfrentamiento con toda expresión de la Iglesia católica, enlazan con el moderno laicismo en cuya configuración han destacado concretas organizaciones “secretas” o, cuanto menos, “discretas”. Su fruto: un sujeto atomizado, sin raíces auténticas, frágil ante el poder, manejable por las modas…

Como conclusión final, coincidieron los asistentes en la necesidad de conocer las raíces filosóficas del mundo globalizado actual. Para actuar individual y socialmente es imprescindible comprender una realidad, social, cultural y política, que ha llevado al hombre de hoy a la pérdida de protagonismo y sentido; lo que ha abierto espacio a las pluriformes modalidades de la New Age, proyección pseudoespiritual del “pensamiento políticamente correcto” y de su ética cívica de los “valores comunes”.

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José Basaburua

 

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