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Sesenta años sin Gilbert K. Chesterton Indice de Revistas Sobre la tolerancia

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Población y Poder

Es necesario un cambio de actitud tanto a nivel político como a nivel social para fomentar la natalidad.

Alo largo de la Historia uno de los factores que ha influido en las transformaciones sociales y políticas es el demográfico. Centrándonos en nuestro entorno vemos que una de las causas, entre otras muchas de la caída del imperio Romano fue el descenso de la población romana frente al empuje de los pueblos bárbaros que progresivamente penetraron en el imperio hasta adueñarse de el. En España la decadencia del siglo XVII se debe en parte a la disminución de la población debida en este caso a las guerras, las malas cosechas, las enfermedades y a la emigración.

Observando la situación de España actualmente asistimos a un descenso del crecimiento demográfico impresionante durante el último tercio de este siglo. Este fenómeno no sólo se da en España sino en toda Europa donde desde 1975 la natalidad ha sido baja. En España en los años sesenta se inició un acercamiento a las tasas de los países europeos y a mediados de los setenta se puede decir que la demografía española no difería respecto de los países miembros de la CEE. La tasa de fecundidad en 1964 era de 3,03 hijos por mujer, en 1977 de 2,66 y en 1997 se ha situado en 1,21 hijos por mujer.

España ocupa la penúltima posición en el índice de natalidad en todo el mundo. Solo en Italia se da un menor número de nacimientos. Las consecuencias sociales y económicas del creciente envejecimiento de la población española son múltiples especialmente por lo que respecta al incremento de gastos para la Seguridad Social.

Se prevée que en el primer tercio dei siglo XXI la población mayor de 65 años llegue a ser del 20% lo que ya esta en vías de darse en Aragón; Castilla y León, Castilla-la Mancha y Extremadura. Las razones de toda esta situación son muy diversas por una parte la alta tasa de paro motivada por un sistema económico injusto, cierta inseguridad en el futuro y una fuerte disminución de la nupcialidad.

Por otra se está dando una mayor permisividad social de las parejas de hecho o cohabitación y un mayor egoísmo y hedonismo fruto de la sociedad de consumo que conduce igualmente a no querer adquirir responsabilidades.

Se ha dado un cambio en el sistema de valores de la sociedad española, especialmente respecto a la familia y a las relaciones sociales unido a una mayor disponibilidad y utilización de métodos anticonceptivos.

La postura de los poderes públicos respecto a esta cuestión no deja de ser deplorable. Las ayudas a la familia en España sólo pueden calificarse de raquíticas en relación con los países de nuestro entorno -con los que tanto nos gusta equiparamos- que en este tema en los últimos tiempos han rectificado su política, ayudando a las familias y fomentando la natalidad.

En España nuestra clase política dirigente, tan miope como siempre, se ha dejado arrastrar por una mentalidad "progre" o "pseudoprogre" en la que el hijo aparece como un obstáculo, el gran enemigo de la felicidad de las personas.

Así se permitió la expedición de métodos anticonceptivos en 1978 y se introduce el crimen execrable del aborto por la ley Orgánica 9/1985 de 5 de julio. Se ha instalado un sistema económico que dificulta enórmemente la inserción laboral de los jóvenes con el consiguiente retraso en la edad de la nupcialidad. Por lo visto ahora nuestros gobernantes van a introducir unas medidas de ayudas a las familias mediante la ley de Presupuestos Generales del Estado y la ley de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social que la acompaña; da la sensación de que son meros parches a un problema que va a adquirir considerables dimensiones y graves consecuencias en la próxima centuria.

Es necesario un cambio de actitud tanto a nivel político como a nivel social dejando de lado la demagogia barata, el ser más o menos "progresista" o "moderno" el permisivismo social y adoptando medidas concretas que favorezcan a las familias. De seguir con la actual situación España tendrá graves dificultades tanto internas, como es el caso del envejecimiento de la población, quiebra del sistema público de pensiones, aumento de gastos en Sanidad, como externas puesto que su papel internacional será menor y si no ya se verá de cara a la futura ampliación de la Unión Europea hacia el Este.

José A. Martínez *


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