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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Las Organización Mundial de la Salud también contra la vida.

Mientras en los países de Hispanoamérica y Africa permanece el sentido sagrado del respeto a la vida hundiendo sus raíces en las culturas locales, en los países más ricos y avanzados económicamente, dominados por una sociedad capitalista y consumista, y con una cultura anglosajonizada y protestantizada, se ha perdido el sentido del respeto de la vida humana, en especial la del embrión.

La elección de la señora Gro Harlem Brutland como nueva secretaria general de la organización Mundial de la Salud (OMS) debe causar preocupación. Brutland es conocida a nivel internacional por ser militante de los planes de control de la población, de la difusión del aborto y de la esterilización.

Sin embargo, después de veinte años de predicciones apocalípticas centradas en la explosión de la «bomba demográfica» por parte de los organismos de las Naciones Unidas y de la aplicación por éstos de las estrategias que persiguen para controlar la población, se ha llegado a constatar que, por el contrario, el mundo moderno está sufriendo una grave «crisis demográfica». Así, en muchos países el crecimiento demográfico es tan bajo que el numero de los fallecidos supera al de los nacimientos y la población anciana está creciendo de manera preocupante para los fondos sociales.

Tal como informa Zenit, según una serie de documentos publicados por la División para la Población de las Naciones Unidas, el índice de fertilidad mundial es inferior a los 2,1 niños por mujer (índice de sustitución), no sólo en los países desarrollados, sino también en los más pobres del mundo. Según el último informe sobre las tendencias actuales de fertilidad realizado por expertos de la ONU, de 1975 a 1995 la gran mayoría de los países de Europa Occidental y del Este, así como Canadá, Japón, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Cuba han alcanzado un índice de fertilidad de 1,5 niños por mujer. Los países con la fertilidad más baja (entre 1,2 y 1,3 niños por mujer) son Bulgaria, Alemania, Hong Kong, Italia, Lituania, Eslovenia y España. El índice de fertilidad de 51 países en los que vive el 44% de la población mundial actualmente es inferior a 2,1 niños por mujer; es decir, inferior al nivel de crecimiento cero. Se prevé que para el 2015, 88 países en los que viven al menos dos terceras partes de la población mundial, tengan un índice de fertilidad inferior a cero. El documento de la ONU refiere que este tipo de evolución demográfica está creando dificultades serias no sólo porque existen más fallecidos que nacidos, sino también por las obvias implicaciones económicas y sociales por lo que se refiere a los gastos que se desprenden en sanidad y jubilaciones.

Pero la cuestión de la población no es un argumento de estadística, de números o de tendencias, sino de hombres. Es necesario recordar que los mismos seres humanos han sido hechos a imagen y semejanza de Dios y esto es válido para todos y cada uno de nuestros hermanos y hermanas, muchos de los cuales no los hemos visto en nuestra vida y viven en todos los rincones del mundo.

Los planes de la ONU suponen un cruel imperialismo anticonceptivo cuyos objetivos fueron preparados por dos secretarios de Estado norteamericanos, Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski. Estos advirtieron que no temían tanto la confrontación entre Occidente y el bloque comunista, cuanto la lucha entre el Norte y el Sur que se jugaría a nivel de crecimiento poblacional.

Porque mientras en los países de Hispanoamérica y Africa permanece el sentido sagrado del respeto a la vida hundiendo sus raíces en las culturas locales, en los países más ricos y avanzados económicamente, dominados por una sociedad capitalista y consumista, y con una cultura anglosajonizada y protestantizada, se ha perdido el sentido del respeto de la vida humana, en especial la del embrión.

El más grave de los dramas de las sociedades contemporáneas del llamado bienestar es en el elevado número de abortos debidos al "derecho de la mujer a abortar" reconocido jurídicamente. Precisamente en estas sociedades --América del Norte y Europa Occidental--, que experimentan un índice demográfico caracterizado por el continuo envejecimiento de la población y por índices de natalidad que oscilan entre el 0 y el 1 por ciento, se está encontrando mayores dificultades para promover un nuevo sentido de respeto de la vida, a pesar de que se ha demostrado, incluso científicamente, que el embrión ya es una vida humana y, por tanto, es un ser humano con todo su bagaje genético».

Mientras, y fruto de esa cultura, en un mundo que vive la tragedia de la violencia y de los abusos sexuales contra los más débiles, abusos que se manifiestan bajo forma de tráfico ilícito de menores, prostitución infantil, turismo sexual, etc. y donde la mujer, el cuerpo de la mujer, se ha convertido hoy en objeto de comercio. Son estas mujeres las principales víctimas de esta actitud contraria a la vida .

La razón de esta infamia del género humano se debe a la desenfrenada permisividad moral ligada a una férrea lógica del afán de lucro en nombre de una libertad individual exagerada que no se detiene ante la violación de los derechos humanos del otro. Es necesario un continuo compromiso por parte de los gobiernos para combatir la cultura de la muerte y de la violencia con instrumentos jurídicos, y con la educación de las conciencias. Es necesario "reconstruir" al hombre
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