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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Mongolia, el país de las estepas.

De la grandeza a la insignificacia

Los mongoles fueron un pueblo desconocido en la historia hasta el siglo XII, cuando diferentes tribus de las estepas emparentadas por la cultura, sangre y un modo de vida parecido, el nomadismo y la ganadería fueron denominados de este modo.

Por entonces, las tribus estaban mandadas por un Kan y su familia y su poder dependía de la extensión de sus pastos. Esta aristocracia guerrera tenía un concepto desarrollado del honor a semejanza de los antiguos germanos bárbaros. El comercio era una actividad secundaria, siendo mantener y usar el derecho de pastos la labor fundamental de la vida mongola.

En este mundo nació uno de los hombres grandes de la historia, Gengis Kan, quien jefe de una pequeña tribu consiguió llegar a ser jefe de una fuerte confederación y con cincuenta años liderar un agresivo ejército que dominó al resto de las tribus a su disciplina y conquistó el norte de la desarrollada China. Más tarde, sus dominios se extendieron a través del Asia central musulmana.

Muchos de los mongoles, como los keraítas y los ongutos, eran cristianos nestorianos y amigables a los occidentales y contrarios a los musulmanes.

El poder de los mongoles se extendió rápidamentes, sinn embargo, en 1368 el último emperador mongol de China se refugió en el desierto de Gobio ante la restauración china de los Minga. Pero la decadencia mongola vendrá por dos caminos, el primero la división fomentada por los Minga y posteriormente por los emperadores manchúes entre los jefes mongoles.

Su imposible unión impidió una reconquista del imperio celeste. Por otro lado las artillerías rusa y china fueron conquistando a las tribus nómadas y el espacio en manos de los mongoles fue disminuyendo de forma dramática.

Pero lo que impidió que el espíritu mongol se rebelase y defendiese su identidad fue la eliminación del orgullo y agresividad guerrera heredada de su pasado nómada por una resignación ante el destino motivado por la aparición del budismo lamaísta.

La división principal entre los mongoles estaba en orientales, más chinificados y dominados por los khalkhas, y los occidentales, más turquificados y liderados por los oirates, quienes a finales del siglo XV con Dayan Kan y en la segunda mitad del XVI con su nieto Altan Kan, consiguieron restaurar una parte del poder que tuvo su legendario antepasado Gengis Kan.

Bajo su liderazgo se difundió con éxito el budismo tibetano, que era conocido desde el siglo XIII, pero que los eclécticos gengiskanidas nunca habían adoptado.

Durante el siglo XVII los oirates fueron los que intentaron unir sin éxito al resto de los mongoles, pero los khalkhas prefirieron una dominación lejana de los manchúes que la unión con sus hermanos oirates, impidiendo el renacimiento de una fuerza mongola.

No obstante, en 1758 los chinos aplastaron el imperio oirate, las matanzas fueron numerosas y los supervivientes huyeron a Tobolsk, bajo la protección rusa los oirates se refugiaron entre sus primos calmucos. Los chinos fundaron la colonia militar de Kuldja, que poblaron con condenados y musulmanes dunganos.

Durante el dominio chino los manchúes impidieron la emigración china a las zonas mongolas y su dominio fue bastante superficial, dejándolo en manos de los aristócratas mongoles, enriquecidos con el comercio complementario de excedentes ganaderos por productos agrícolas de China.

Sin embargo, en el siglo XIX el comercio estaba en manos de los chinos y los pastores mongoles en manos de los prestamistas. Además, bajo el dominio manchú se consolidó la difusión del budismo tibetano en Mongolia.

Urga, la futura Ulan Bator, fundada en 1649, en 1820 únicamente era un poblado de tiendas con 7 mil habitantes, una quinta parte lamas budistas. En el actual siglo XX, la Mongolia interior fue colonizada por chinos hambrientos, traídos por los terratenientes que los explotaban adueñándose de los pastos de los nómadas. Entretanto, los khalkhas en Mongolia exterior fueron el baluarte del nacionalismo mongol, aliados a los rusos zaristas, mucho más lejanos en influencia.

La intromisión japonesa significó una colaboración de muchos mongoles con ellos, por liberarse del dominio chino. La formación del estado del Manchukuo se apoyó en varios príncipes mongoles y los buriatos, el pueblo mongol más occidentalizado por los rusos, con la llegada del comunismo se refugiaron en territorio dominado por los japoneses, poniéndose a su servicio.

Finalmente, el ejército rojo ruso apoyó la formación de una república comunista en la Mongolia exterior, donde en 1921 los chinos habían sido expulsados por un oficial ruso blanco, Urgen Stenberg, quien con cosacos, mongoles y buriatos los derrotó, pero siendo a su vez aplastado por los bolcheviques.

La Mongolia interior, fuertemente chinificada corrió la suerte de la China de Mao. La exterior fue independiente, aunque con una fuerte influencia rusa hasta 1989, cuando el comunismo también cayó en esta república desconocida para nuestro comercio.

En la actualidad, la cultura y el orgullo de su historia están sirviendo para recuperar una identidad perdida, la religión budista nunca fue muy admitida en un pueblo guerrero, muy diferente al tibetano sumiso.

Aunque han existido sucesos como la muerte del jefe de la oposición democrática hace pocos meses, la situación es de tranquilidad y su futuro esta en la exportación de productos ganaderos y de la explotación de sus recursos mineros.


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