Portada revista 23

La Rumania que visito el Papa Indice de Revistas Evelyn Waugh, una pluma inquieta buscando la verdad

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

La Tercera Via: el nuevo laborismo británico.

La nueva forma de entendimiento entre el capitalismo y el neosocialismo burgues

En nuestros dias se esta extendiendo un término que pretenden que parezca sinónimo de la panacea a los problemas de nuestra sociedad. Con la Tercera Vía, la socialdemocracia europea pretende dar una imagen renovada de si misma, vendiéndonos una nueva marca política en la que une el libre mercado con el humanismo liberal. Pero la pregunta que se hace la sociedad es ¿qué es la Tercera Vía? y ¿ cuando surgió?.

Después de un largo período de gobiernos Toris, los británicos apostaron por un líder joven, Toni Blair, que decía representar la vanguardia de una nueva socialdemocracia europea. Su avance arrollador y las cualidades de buen comunicador, pronto le granjearon la popularidad en una sociedad deseosa de mantener las cotas de bienestar social conquistados en el período de postguerra. El laborismo británico que nunca ha sido marxista, sino que siempre se había inspirado en el humanismo fabiano de un reformismo social, había caído en los setenta en manos de los dirigentes más izquierdistas y radicales, que tenían su poder en el campo sindical, las Trade Unions. Sin embargo, el mandato de Margaret Thatcher desbancó el poder sindical y lideró junto a Ronald Reagan un neoliberalismo conservador que repercutió en un desarrollo económico y relanzamiento del mundo desarrollado, pero recortó las medidas sociales y los grupos marginales se vieron más alejados de la posibilidad de integrarse en el grueso de la sociedad. Este laborismo noqueado y a la deriva, fue dirigido por Neil Kinnock, hasta que empezó su cruce del desierto de la mano de Jhon Smith, un veterano cuadro laborista, que con mano de hierro, independizó al partido de la férula de los sindicatos y sus dirigentes radicales.

Smith era el hombre elegido para reformar la imagen laborista, pero su temprana muerte abrió las puertas para Blair, un joven inspirado en sus ideas, con una imagen kennediana muy atrayente al pueblo. A parte, la victoria demócrata de Bill Clinton, explotando un progresismo reformista y una imagen juvenil, les hacía ser el relevo generacional de una época política que parecía se canalizaba hacia el centro izquierda. Sin embargo, en Europa donde las ideas son más necesarias que en Estados Unidos, la socialdemocracia demandaba un discurso alternativo al neoliberalismo conservador que vendía con éxito su receta de recortes prepupuestarios en la confianza en una sociedad madura que improvisaba todo aquello que necesitaba a través de la iniciativa privada. No obstante, ante en un mundo donde las derechas y las izquierdas han dejado de defender valores ideales y ambos defienden un relativismo pragmático, según digan las corrientes de opinión. La única bandera capaz de levantar a la gente era la defensa de los logros sociales, en peligro por la necesidad de recortar los presupuestos nacionales.

A pesar de todo, el laborismo no está empeñado tanto en esa defensa como en conciliarse con la época pasada y asumir la herencia neoliberal como propia, para no asustar a las clases medias, votantes del centroderecha, pero que votan al nuevo laborismo, por su identificación generacional con Blair, siempre que no les asuste con una subida impopular de impuestos para sostener el Estado de Bienestar. Por tanto, la famosa Tercera Vía, que ya defendió Anthony Giddens, teórico inspirador de Blair no es más que la asunción del liberalismo por el laborismo, recortando algunos logros sociales, pero manteniendo otros para no granjearse la animadversión social. Nada más lejano a una tercera vía entre una economía dirigida por el Estado y el neoliberalismo radical en el que vamos enfangándonos. Resulta curioso, porque el término Tercera Vía fue denominado así por Benito Mussolini, cuando con el nacionalismo económico y el dirigismo corporativista pretendió controlar la economía para canalizar sus recursos a los sectores sociales más necesitados por la sociedad y el bien común del país. La adopción del nombre para definir a un socialismo que asume el liberalismo como algo propio, abandonando su herencia reivindicativa obrera en favor de un progresismo burgués decimonónico, no es precisamente una fórmula alternativa al sistema neoliberal imperante, sino más bien la sumisión a unos criterios y la asunción de una derrota ideológica.

En la actualidad, las clases populares y más desfavorecidas por el neoliberalismo y el neosocialismo burgues se ven frustradas en el sistema y alejadas del mundo consumista que se les ofrece por los medios de comunicación. De esta forma, aunque el capitalismo actual parece ofrecer una gran diversificación de ofertas de empleo, siempre son en condiciones de precario y para el más especializado, quedando los menos capacitados al borde de caer en el mundo marginal, sin posibilidad de integrarse de nuevo. Estas clases depauperadas que demandan soluciones a unos problemas que ven se van haciendo crónicos y que empiezan a plantear problemas de orden público importantes ante su alta tasa de destructuración familiar son las que actualmente pueden clientes fijos de algunos populismos emergentes.

L. O. Martínez.


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