Portada revista 27

El valor sagrado de la vida humana Indice de Revistas ¿Cuál ha sido concepción económica del Marxismo?.

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Algunas notas sobre la personalidad de Navarra .

A través de un breve recorrido histórico se aclaran algunos puntos de las relaciones entre Vascongadas y Navarra, hoy manipuladas para justificar la consecución de entes políticos artificiales

El poblamiento del País Vasco y de Navarra son diferentes, mientras el reino pirenáico, al igual que una parte de Aragón, fue poblado en su origen por los vascones, de los cuales existen indicios en las crónicas de viajeros griegos y romanos (Estrabón). En el actual País Vasco, las tribus que lo habitaban eran vardulos, caristios y autrigones que constan como pertenecientes por su cultura celta a los pueblos cantábricos y no al vascón, que pasó a denominarse después de la invasión árabe del 711 como navarro, según los autores francos del siglo VIII, que citan por primera vez a los habitantes de Pamplona como navarros. A parte, los romanos solían tener la costumbre de poner sus límites con una cierta homogeneidad etnica, caso que no ocurrió con los vascones y las tribus de cultura celta habitantes del actual País Vasco.

Bajo la romanización, Navarra se ve fuertemente influida excepto algunas zonas de las montañas y en clara diferencia con el País Vasco, que únicamente tuvo asentamientos de tipo secundario. A nivel lingüístico, en Navarra se llegarán a hablar cuatro idiomas diferentes. El euskera propio de las montañas y subdividido en dialectos, el latín que dio pase al romance y que se hablaba en las ciudades y centros importantes. Esta lengua romance derivada del latín, que Gonzalo de Berceo escribió en las Glosas Emilianenses (La Rioja estaba en el reino de Navarra en aquella época, incluso llegando a ser Najera la capital) fue declarado lengua oficial del reino de Navarra cincuenta años antes que lo fuese en la corona de Castilla el romance castellano. Al mismo tiempo, la numerosa inmigración de colonos y comerciantes francos introdujo la lengua provenzal en las poblaciones que recorrían el Camino de Santiago. En la Ribera de Navarra por pervivencia de poblaciones musulmanas se mantendría durante un tiempo el árabe. La navarridad del euskera y del romance que se fusionó con el de Castilla nacieron de forma libre y voluntaria de la voluntad popular y por ello, los fueros, expresión primordial de la personalidad navarra se redactaron en una lengua propia como era la lengua romance o española. En aquel momento, Navarra era una de las zonas de mayor apertura a la europeización feudal y se demuestra con su contribución al arte románico y gótico europeo.

Con respecto sí Navarra y el País Vasco tenían un pasado común y una misma personalidad que fue violentada por sus vecinos, la realidad es muy diferente. Aunque los reyes de Navarra fueron los que fundaron San Sebastián y Vitoria, se olvida que el fuero de formación fue el de Jaca y que en el caso de la ciudad donostiarra se prohibía a los subditos navarros el establecimiento en la nueva urbe. A parte, las provincias vascas tuvieron su personalidad y sus propios intereses desvinculándose de Navarra para integrarse en Castilla por su mayor conveniencia. Alava fue de Navarra 79 años, Guipúzcoa 84 y Vizcaya 58 años. Desde 1155 en que lo había hecho Vizcaya, en 1200 Guipúzcoa se integró de forma pacífica en Castilla, renegando de cualquier posible historia común con Navarra, en cuanto a Alava mantuvo la defensa en Vitoria por la presencia de una guarnición navarra y al hecho de que la personalidad alavesa estaba salvaguarda en las Juntas de Arriaga. A parte, cuando estuvieron formando parte de Navarra bajo el reinado de Sancho III el Mayor, éste comenzó a titularse rey de Castilla, Astorga, Alava (donde se englovaba a Vizcaya y Guipúzcoa), Pamplona, Aragón, León, Asturias y Gascuña. Como se ve otorgaba una entidad diferenciada a los "vascos" cantábricos de los naturales de Navarra, entonces conocida como reino de Pamplona desde su fundador Iñigo Aristza.

En 1512 cuando Navarra después de un largo período de decadencia es anexionada por los reyes Católicos, el viejo reino pirenáico estaba en una guerra civil, protagonizada por los agramonteses y beaumonteses. Los primeros defensores en su origen del derecho del príncipe de Viana y luego de la nueva dinastía de Albret, han pasado a la historia como los más auténticos defensores de Navarra, porque se opusieron en Maya-Amayur a los soldados de la corona de Castilla (principalmente guipuzcoanos) del duque de Alba y ayudaron a los franceses en las sucesivas invasiones de Navarra. Este bando obtiene sus apoyo en las villas y pueblos de la Ribera, Roncal y sur de la Tierra de Estella. En cuanto a los beaumonteses favorables al rey consorte de Navarra, padre de Fernando el Católico, fueron los que se mostraron de una forma activa partidarios de la integración en la confederación de reinos liderados por los reyes Católicos. Este bando procastellano, o más especificamente proaragonés, asentaba su base en Pamplona y comarcas de los alrededores y Pirineo central especialmente. En uno de los intentos de conquista francés en que fueron utilizados agramonteses y mercenarios alemanes se produjo la derrota de Beotíbar en el siglo XIV por los guipuzcoanos. Esta victoria fue reflejada en los cañones que se añadieron al escudo de Guipúzcoa.

Desde entonces Navarra conservó la peculiaridad de sus instituciones, siendo los vascos considerados según el fuero navarro hasta 1839, fecha de la transformación de sus esencias, extranjeros en el reino como el resto de los no navarros. Aunque la política internacional depende de la Corona, la política interior es autónoma compeltamente. El rey estaba autorizado únicamente para introducir a cinco "extranjeros" o sea castellanos (termino que englobaba a los vascos). Las instituciones navarras mantendrán la personalidad de Navarra hasta la Ley Paccionada de 1841, cuando se acomoden las leyes del viejo reino al sistema constitucional.

El comienzo de una cierta solidaridad y fraternidad entre las provincias vascas y Navarra empezó en 1821, cuando frente al uniformismo liberal que pretendía homogeneizar España con una reorganización territorial nueva y una jurisdicción a nivel nacional, pretendía suprimir los fueros como reminiscencia del antiguo régimen. El peligro común hizo que se crease un frente común, pero defendiendo cada uno la peculiaridad propia de cada territorio y ni mucho menos un ente nuevo federativo y menos la posibilidad de separación de España. Durante la III Guerra Carlista, cuando se fundó un miniEstado carlista que abarcaba parte del País Vasco y Navarra, Estella hacía de capital de la España carlista, mientras los asuntos de Navarra quedaban centrados en Elizondo, que ejercía de capital del viejo reino al residenciar a la Diputación.

Los fueros aseguraban el derecho a la autonomía de los territorios vascos, pero no del País Vasco como una comunidad política unitaria. Cuando se habla de derechos históricos se está reconociendo implícitamente la pluralidad de los mismos. El intento de manipular la voluntad popular y de constituir una Euzkadi conjunta con un estatuto de autonomía viene de 1933, cuando fue aprobada por referendum, pero rechazada tal posibilidad en Navarra. El carlismo fue el movimiento político que mejor supo aunar en su ideología la defensa de estas peculiaridades forales. Sin embargo, en la primera guerra carlista cuando se firma el Convenio de Vergara que establece la paz en el territorio vasconavarro bajo dominio carlista, se puede realizar por el compromiso de los carlistas vascos, pero no así de los navarros, cuyos principales dirigentes fueron fusilados unos días antes en el Santuario del Puy de Estella, por orden del general Maroto. Posteriormente, Navarra llegaría a un acuerdo con el gobierno mediante la ley paccionada de 1841, en la cual se establecía de forma definitiva la compatibilidad del régimen foral con el gobierno constitucional.

Navarra aceptaba acomodar su sistema a la unidad constitucional. Con arreglo al art. 2 de la ley de 1839, negoció con el gobierno y concluyó el 10 de diciembre de 1840 un acuerdo, que fue sometido a la ratificación del parlamento y promulgado mediante ley del 16 de agosto de 1841. La diputación liberal de Navarra llegó a la conclusión de que no se podía mantener la estructura constitucional transformando la soberanía política en autonomía foral. Desapareciendo las Cortes, el virrey, el consejo real, aduanas, diputación del reino, pero manteniendo un amplia autonomía regida por una diputación foral, que ha pasado en la actualidad a denominarse gobierno foral.

La distinción viene de que los territorios vascos disfrutaban de un régimen foral dentro de la soberanía indiscutible de Castilla. El caso navarro era diferente, porque disponía de la organización política de un Estado soberano, asociado a Castilla mediante una unión personal que fue estrechándose, pero que desde 1515 se trataba de una unión indisoluble. Navarra hasta 1839, constituyó un reino con leyes, jurisdicción y gobierno propios, sin poseer órganos comunes con Castilla, excepto la figura del monarca común y una identidad común dada por la pertenencia a la misma religión y a la SPANIDAD, expresión utilizada en las Cortes navarras en 1542.

Por el contrario, las diputaciones vascas decidieron a diferencia de la navarra no cooperar con el gobierno liberal de 1839. De este modo, los fueros vascos se mantuvieron hasta 1876, que bajo la ley de 21 de julio fueron suprimidos por los liberales como modo de castigo por su participación en la tercera guerra carlista. A principios de este siglo aparecerá el nacionalismo vasco en su forma bizkaitarra que se fue implantando en el resto de las provincias. Aunque el nacionalismo vasco utilizó el foralismo como modo de conseguir alianzas tácticas, únicamente la defensa de la religión contra la legislación anticlerical de la II República producirá la formación de una minoría parlamentaria vasconavarra. Cuando esta causa desapareció por no contener el estatuto referencias hacia la defensa de la religión, Navarra mediante referendum rechazó su pertenencia a un estatuto que englobase al País Vasco y Navarra. Después mantendría su régimen foral durante el régimen del general Franco. En el sistema actual, Navarra volvió a adaptar sus sistema foral al régimen autonómico. Sin embargo, la necesidad del gobierno centrista de contar con la integración de los nacionalistas vascos en el consenso general del nuevo abanico democrático, obligó a poner una excepcionalidad en la constitución de 1978. Si en la constitución se prohibía cualquier confederación de autonomías, se permitía el caso de Navarra con el País Vasco, siempre que fuese por la aceptación mayoritaría de los navarros.


José Luis Orella


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