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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Empleo insuficiente y de mala calidad .

Parafraseando a Ganivet, el sistema económico actual es "la esclavitud puesta en nómina"

El panorama del mercado de trabajo español es desolador. Se ha apostado por un modelo profundamente equivocado basado en la flexibilidad externa, contratar y despedir con mayor facilidad, no mantener el empleo estable, no dar formación al trabajador, deprimir los salarios, etc. Como consecuencia de ello, el empleo en nuestro país arrastra tres grandes lacas: es insuficiente, precario y de mala calidad.

En España el coste laboral se encuentra entre los más bajos no sólo de la Unión Europea sino de la OCDE; el nivel de cotizaciones está por debajo de la media europea, sobre el PIB; la protección por desempleo es de las más bajas, con las únicas excepciones de Italia y Grecia; el fraude fiscal es muy elevado, aproximadamente el 5,5% del PIB, según la estimación del Instituto de Estudios Fiscales; y encima, tenemos la tasa desempleo más alta de Europa. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

En nuestro país, se ha producido un abuso de las modalidades de contratación temporal que ha provocado múltiples efectos negativos en todos los ámbitos: el económico, el social, y el relacionado con los recursos públicos.

El elevado volumen de trabajadores temporales ha convertido el empleo en un elemento del ajuste empresarial; la incertidumbre sobre el futuro laboral junto a los bajos salarios de los más de tres millones de trabajadores temporales debilitan la consolidación del consumo familiar y, por tanto, frenan la demanda interna y la temporalidad desincentiva la inversión empresarial en formación de trabajadores que no son estables.

Otros efectos negativos de la precariedad son: el aumento de la siniestralidad laboral, la dificultad para acceder a las pensiones, en condiciones equivalentes al resto de los trabajadores, la dificultad de acceder a una vivienda, las peores condiciones de trabajo y la percepción de salarios más bajos, etc. La inestabilidad laboral genera dependencia, dificulta el desarrollo personal y obstaculiza el desarrollo de una carrera profesional normal debido a la duración limitada de la permanencia de los trabajadores eventuales en las empresas.

Por otro lado, los contratos temporales y su remuneración están provocando una aminoración creciente en la financiación del sistema de Seguridad Social y en el sistema fiscal.

La elevada temporalidad, la rotación que conlleva y la gestión del empleo por parte de las empresas provoca una sobrecarga extrema en los sistemas de protección social. Es decir, se están asumiendo socialmente costes que son particulares y no debe olvidarse cómo esta sobrecarga se utiliza para justificar recortes en las prestaciones.

Este esquema laboral desarrollado en España, a lo largo de más de una década, no es sostenible. Sus costes económicos, sociales y humanos son tremendos y los perjuicios que se anunciaban para largo plazo ya son visibles y superan con mucho las supuestas ventajas. De hecho algunos planteamientos irresponsables del estilo "es mejor un empleo precario que ninguno" se han demostrado falsos e inaceptables.

En estos años hemos "conseguido" encabezar todos los récords negativos. Según datos de la Unión Europea tenemos la menor tasa de actividad y, al mismo tiempo, la mayor tasa de paro; somos los primeros en tasa de desempleo masculina, femenina, de jóvenes y de mayores; somos los últimos en el nivel de empleo de los hombres y de las mujeres; los que mayor proporción tenemos de trabajadores no cualificados, tantos masculinos como femeninos; los que tienen mayor tasa de precariedad; y los primeros en inestabilidad laboral y rotación de la mano de obra en todos los sectores económicos.

Además los cambios de empleo en España son los más elevados de Europa, algo más del 25% de los trabajadores españoles no logra mantenerse en el empleo durante un año (en el sector privado, actualmente, casi la mitad de los asalariados llevan menos de un año en su puesto de trabajo): las jornadas laborales medias habituales son las más largas, después de las portuguesas y somos el tercer el país de la Unión Europea, tras Portugal e Italia, con el porcentaje de asalariados con retribuciones inferiores al umbral de la pobreza.

No es posible continuar y profundizar en un modelo que no sólo no ha reducido el paro como era de esperar en unos años de crecimiento económico sino que ha provocado una gran precarización, por eso, se hace menester un modelo que priorice el empleo estable y de calidad.

La reactivación del consumo de las familias es imprescindible para el incremento del empleo. También es preciso redoblar el esfuerzo de inversión pública en infraestructuras, viviendas y medio ambiente y favorecer la inversión productiva frente a la especulativa. Otras de las condiciones que favorecerían la creación de empleo son: la aplicación de una política industrial capaz de incrementar la competitividad de las empresas, la reducción de las inflación poniendo en práctica políticas estructurales de precios, redistribuir el tiempo de trabajo, aumentar el gasto de investigación y desarrollo tecnológico, incrementar la inversión en formación, mejorar la calidad, el diseño y la gestión empresarial. Y como dijo el poeta: "Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan / decir que somos quienes somos, / nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. / Estamos tocando el fondo".

Francisco Arias Solis.

 



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