Portada revista 35

La gran subversión (I). Indice de Revistas Dante Alighieri y la Divina Comedia

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Algunas pinceladas sobre movimientos pictóricos.

"La liberación del «arte» de sus vínculos religiosos y artesanales [y por tanto, éticos] no ha conducido a la libertad. A estos vínculos se les podía llamar positivos, ya que no desembocan en una manipulación directa del hombre. Ahora han quedado sustituidos por otros que diríamos son negativos, por carecer de ética, hallándose íntimamente ligados a la manipulación directa del hombre, manipulación que se sirve de procedimientos estéticos, a pesar de ser política". (Möller)

Las tendencias más audaces en pintura no pretenden reproducir la realidad, sino solamente representar un juego de tensiones y colores.

A comienzos de siglo, el pintor Kandinsky, rompió con los últimos contenidos sagrados que había en pintura y que las corrientes progresistas aún respetaban. Por ello dijo: "La fe cristiana en el más allá -por paradójico que suene-, en el arte medieval siempre se presentaba bajo las formas del arte figurativo". Sólo el ateísmo abre paso a la creación absoluta antitradicional.

La barrera religiosa impidió que se irrumpiese en el terreno de la absoluta abstracción de la imagen. El mismo Kandinsky nos explica cómo la visión de los impresionistas constituyó el aprendizaje primario para poder llegar a su descubrimiento de la pintura absoluta. Observando el lienzo titulado "Montón de heno", de Monet, sentí que a este cuadro le faltaba el objeto temático... La pintura adquiría una fuerza y magnificencia fantástica. Porque el cuadro no existe con motivo de determinada cosa, sino por sus cualidades pictóricas, por la vivencia que trasmite. Por eso el pintor Georges Mathieu se atrevió a decir: "Hay que desencadenar la liberación de toda la estética anterior. Un arte estético de la conciencia sustituirá a una conciencia estética del arte", y agregaba: "Estamos en los albores de un arte nuevo que desencadenará procesos indecibles, un arte nuevo que creará un hombre nuevo". Esta afirmación aunque parezca disparatada, encierra una gran verdad, ya que el arte conlleva un gran poder de conversión. Conversión que, a través del arte, ilumina el terreno político o religioso.

Quien visite México con ojos penetrantes, comprenderá la influencia que los pintores Ribera y Siqueiros han significado en la vida espiritual de su pueblo. Han mantenido vivo en el mundo de las imágenes un sentimiento antiespañol, que aflora en la superficie del alma mexicana, ya que nunca en las profundidades -Como hemos analizado anteriormente-, porque el alma mexicana es la más plenamente española de Hispanoamérica.

Los murales de estos pintores -en el Ministerio de Educación, en el Palacio de Cortés, en Cuernavaca, y en muchos otros sitios- son una vertiente que alimenta esa sensibilidad, en constante conversión antiespañola y anticristiana. Hace falta reflexión muy profunda para anular esa influencia y alcanzar las fuentes cristalinas de la verdad histórica.

Para sintentizar esta breve incursión en el mundo pictórico y sus relaciones políticas, mencionaremos parte de un artículo del estudioso español Joaquín García de la Concha, quien dice:

"Un español genial contemporáneo nuestro, Pablo Ruiz Picasso, ocupó el mando de las avanzadillas revolucionarias en el mundo de las artes plásticas. Fue un monstruo de la demolición. No ha existido, jamás, nadie que tuviese la capacidad destructora que él tuvo. Fue el mayor revolucionario, en las artes plásticas, de todos los tiempos".

Destruyó pintando y derribó escribiendo, y por hacer revolución, la hizo hasta con sus declaraciones al público y con su vida privada; como ejemplo, transcribimos el texto íntegro de unas declaraciones suyas, hechas a la revista de L'Association Populaire des Amis des Musées, "Le Musée Vivant", nº 17-18, del año 1963.

Dice así Pablo Ruiz Picasso:

"Cuando yo era joven, igual que todos los jóvenes, tuve la religión del arte, del gran arte; pero con el correr de los años me he dado cuenta que el arte, tal y como se lo concebía hasta el final de 1800, está ya acabado, moribundo, condenado, y que la pretendida actividad artística, con todo su florecimiento, no es más que la manifestación multiforme de su agonía. Los hombres se apartan, se desinteresan cada vez más de la pintura, de la escultura, de la poesía; aparte de las apariencias contrarias, los hombres de hoy tienen puesto su corazón en otra cosa muy distintas: las máquinas, los descubrimientos científicos, la riqueza, el dominio de las fuerzas naturales, y de todos los territorios del mundo. Nosotros ya no sentimos el arte como una necesidad vital, una necesidad espiritual, como era el caso de los siglos pasados.

"Muchos de entre nosotros siguen siendo artistas y ocupándose del arte por unas razones que tienen muy poco que ver con el verdadero arte, sino por espíritu de imitación, por nostalgia de la tradición, por inercia, por el gusto de la ostentación, del lujo, de la curiosidad intelectual, por moda o por cálculo. Viven todavía por costumbre y por «snobismo», en un reciente pasado, pero la gran mayoría de ellos, en todos los medios, no tienen ya una pasión sincera por el arte, al cual consideran, todo lo más, como una diversión, un ocio y ornamento.

"Las nuevas generaciones, amantes de la mecánica y del deporte, más sinceras, más cínicas y brutales, irán dejando el arte, poco a poco, relegado a los museos y a las bibliotecas, como una incomprensible e inútil reliquia del pasado. En el momento en que el arte ya no es alimento de los mejores, el artista puede exteriorizar su talento en toda clase de tentativas de nuevas fórmulas, en todos los caprichos y fantasías, en todos los expedientes de la charlatanería intelectual. El pueblo ya no busca ni consuelo ni exaltación en las artes. Y los refinados, los ricos, los ociosos, los destiladores de quitaesencias buscan lo nuevo, lo extraordinario, lo original, lo extravagante, lo escandaloso. Por mi parte, desde el «cubismo» y más lejos aún, he contentado a esos señores y a esos críticos con las múltiples extravagancias que me han venido a la cabeza, y cuanto menos las han comprendido, más las han admirado. A fuerza de divertirme con todos esos juegos, con todas esas paparruchas, esos rompecabezas, acertijos y arabescos, me hice célebre rápidamente. Y la celebridad significa para un pintor: ventas, ganancias, fortuna, riqueza.

"En la actualidad, como sabéis, soy célebre y muy rico. Pero cuando estoy a solas conmigo mismo, no tengo el valor de considerarme artista en el sentido grande y antiguo de la palabra.

"Ha habido grandes pintores como Giotto, Ticiano, Rembrandt y Goya. Yo no soy más que un bufón público que ha comprendido su tiempo. La mía es una amarga confesión, más dolorosa de lo que pueda aparecer, pero que tiene el mérito de ser sincera
".

Confesión de un hombre que tenía visión clara, y conciencia de lo que es el arte y su misión profunda. Confesión que lleva implícita una de las tragedias más tremendas que tocan a los hombres: ceder a la tentación de subordinar el arte a la gloria o éxito mundano y a la política de barricada.

Pero Ruiz Picasso, como lo manifiesta, tenía conciencia de que el arte, el gran arte ha existido y podría existir. Veremos en el itinerario picassiano la proyección de esta afirmación.

El papel del arte es revelar en las cosas lo que está oculto a los simples sentidos, no para escapar de la realidad, sino para hacerla inteligible y aprehenderla en plenitud por medio del pensamiento simbólico. ¿En qué sentido nos permitimos afirmar que en todo arte hay abstracción?

El espíritu humano incapaz de aprehender el todo de cada cosa procede selectivamente, elige, selecciona aspectos esenciales de la realidad para manifestarla artísticamente, y esto es lo que se llama abstracción.

No queremos significar que cada artista, así, busca su verdad y la construye partiendo de su propio espíritu. Ello destruiría las bases de la vida intelectual y artística. El hombre, para comunicar su pensamiento por medio del arte, está obligado a una segunda especie de selección, que depende de la naturaleza de los medios de los cuales se sirve para expresarse.- piedra, madera, color, sonido o palabras. Así el pensamiento penetra profundamente en lo real, pero su expresión es siempre simbólica. Esta es una verdad que debemos vivenciar constantemente.

Con el símbolo. . . "conseguimos que el espíritu se inscriba en una materia -a la cual trasciende-, sin perder su esencia inmaterial y su libertad".

Uno de los últimos grados de abstracción que puede realizar todo artista, es el estudio entre los movimientos del alma y los del cuerpo. Entre la calidad del alma y la forma de los cuerpos, hay una analogía real, puesto que el alma es causa de que los cuerpos sean lo que son. No es necesario encontrar ni los movimientos violentos, ni la "expresión"; al contrario, una figura inmóvil muestra mejor esta tensión interna del acto que la mantiene en el ser y que es el alma.

No sólo la expresión de una cara cuenta, sino más bien la conformación de sus elementos constitutivos que manifiestan un rostro y que indican a la vez los indicios o señales de un alma. Eso hace decir a Charlier, que Rembrandt era más metafísico que psicólogo.

La historia de Picasso es, en algún sentido, las búsquedas para reencontrar esta cualidad superior.

Este pintor, jefe de la escuela vanguardista, ha ensayado hasta poco antes de sus incursiones cubistas, expresarse auténtica y verazmente a través de la forma.

Sus primeras realizaciones pictóricas fueron sorprendentemente bien logradas; recuérdese su cuadro "Ciencia y caridad", terminado en 1897, cuando era estudiante, que tuvo mención honorífica en un concurso nacional de bellas artes.

Pero cuando Picasso ha vislumbrado -dice Charlier- que le faltaba la gran facultad creadora, se ha confiado al azar y al instinto, ha renunciado a la verdad y, por lo tanto, se ha dejado arrastrar a la elaboración de mentiras y bromas y, de vez en cuando, realizaba dibujos que honrarían a la mayor parte de los artistas.

Picasso se inquieta, casi hasta la angustia, ante el problema de los grados de abstracción para llegar a hacer un diseño perfecto, pero su error es evidente. No es necesario realizar eliminaciones sucesivas, sino, más bien, se impone una elección; la elección de una cierta realidad con toda su vida, su pujanza y su imprevisibilidad.

Debe desglosar lo que es accidental de lo que es esencial, he ahí la medida de su poder de abstracción. He ahí su elección creadora.

En su período azul había llegado a dibujar mucho mejor que en la escuela de Bellas Artes; tenía un anhelo de concretar un estilo.

En la tela titulada "La Vida" se puede apreciar cómo Picasso comprendió la necesidad de la espontaneidad y cómo, para que un diseño tuviera esa "tensión de la forma", que lo hace inigualable, era necesario un movimiento decisivo, no dos ni cuatro.

Pero, al no resultarle así, aquellas "eliminaciones sucesivas" de los trazos, que bien se pueden llamar "estilizar una elaboración abstracta" fuerza a la naturaleza a entrar en un sistema-. a caer bajo el signo de la ideologización.

Con esto, Picasso ha podido realizar una verdadera revolución: las ideologías han alcanzado las Bellas Artes.

En consecuencia, todo deviene arbitrario y sin conexión con las realidades que el artista debe penetrar y revelar. Entonces el arte se convierte en un mero juego. Pero un juego peligroso, porque está en manos de espíritus revolucionarios, que quieren cambiar la naturaleza del hombre, que bajo el pretexto de la idea pura, de la pintura pura, de la justicia pura, niegan el pecado original.

No es otro el pensamiento de Trotzky con el que concluye su libro "Literatura y revolución", libro interesante y revelador, en el que afirma lo que será el hombre en el mundo comunista.

He aquí sus palabras. "El hombre procurará ser dueño de sus propios sentimientos, elevar sus instintos hasta la cúspide de su conciencia haciéndolos completamente diáfanos, hilos conductores de su voluntad al umbral de su conciencia, para llegar por ellos a un grado socio-biológico más elevado o, si se prefiere, hacer de él un superhombre.

"Para decirlo mejor: el proceso de la edificación de la cultura y de la autoeducación del hombre comunista desarrollará hasta el máxirnum de su fuerza todos los elementos vitales de las artes en la actualidad. El hombre será incomparablemente más fuerte, más prudente e inteligente y más refinado. Su cuerpo se hará más armónico, sus movimientos más rítmicos y su voz más musical; las formas de su modo de ser adquirirán una representatividad dinámica.

"El término medio del intelecto humano se elevará hasta el nivel de un Aristóteles, de un Goethe y de un Marx. Sobre esas cumbres se elevarán otras nuevas
".

No creo que sea menester hacer comentarios sobre esta utopía. Es la actitud del hombre autónomo que prentende endiosarse y mantener viva la prístina concepción de la rebeldía.

Picasso no lo afirma tan claramente como Trotzky, pero muchas de sus expresiones y actos dejan entrever esa línea de su pensamiento. Así dice: "El artista debe descubrir la manera de convencer al público de la entera verdad de sus mentiras".

La broma ha podido tener algo de espíritu bajo el pincel de Picasso, pero indefinidamente repetida por gente sin espíritu, se torna tediosa y puede alcanzar límites de ridiculez inconcebible. Leamos el despacho cablegráfico de United Press cuyo origen proviene de Albuquerque, Nueva México (USA), aparecido en el diario "La Prensa", de Buenos Aires: "Tres artistas de la pintura están empeñados en una suerte de maratón de producción. Sus telas, que responden a los más puros conceptos del arte abstracto, han sido vendidas en unos 4.000 dólares.

"Dos gorilas y un orangután devolverán así al municipio lo que éste pagó por el honor de darles alojamiento en una jaula del zoológico local.

"Henry, el orangután, prefiere la técnica del «finger-paint», o sea, que distribuye la pintura con los dedos, pasando de una tela a otra en un rapto de inspiración.

"Sus otros dos compañeros aplican la técnica de «patear» la pintura, pues como buenos cuadrumanos pintan a «cuatro manos».

"Los tres antropoides costaron en conjunto 15.000 dólares y la dirección del zoológico cree que, como pintores, ganarán eso y mucho más.

"Además todavía no ha llegado un cuarto mono, sobre cuyas habilidades pictóricas no se tiene la menor idea.

"Las telas «tan buenas como las de cualquier pintor vanguardista», están en exhibición en la sala principal de un Banco de esta ciudad". Sin comentarios.

La pintura no figurativa, expresa Michel Zahar, debe encuadrarse en su lugar, es decir, dentro de los límites de un arte decorativo elemental.

No es otro el pensamiento de André Malraux expresado en ocasión cercana a su muerte: "Distinguí dos lenguajes que oía simultáneamente desde hacía treinta años. El de la apariencia, el de una multitud que sin duda se había parecido a lo que yo veía en El Cairo: el lenguaje de lo efímero. Y el de la verdad, el lenguaje de lo eterno y lo sagrado. El arte no revela que los pueblos dependan de lo efímero, de sus casas y sus muebles, sino de la verdad que les tocó crear. Todo arte sagrado se opone a la muerte, porque no adorna su civilización, sino que la expresa, según su valor supremo".

Por ello decimos que los pintores llamados abstractos, lejos de buscar realmente la abstracción, han retrocedido ante las dificultades de abstraer de lo concreto, las cualidades útiles a la profundización del pensamiento y a una simbólica plástica.

Pues ¿de dónde extraer lo abstracto, sino de lo concreto? ¿Qué interés puede tener este abstracto sino muestra su conexión con lo concreto?

El alma es concreta y ha dado forma a nuestro cuerpo. Si el medio para conocerla es la abstracción, Charlier se atreve a afirmar que la abstracción misma es lo concreto del espíritu.

No se puede separar lo que está unido, ya lo sabemos, pero las artes plásticas muestran al mismo tiempo lo concreto y lo abstracto, es decir, lo que el espíritu toma de ellos. Esto no es una desventaja para el pensamiento, al contrario.

De aquí surge la dimensión de grandeza de un pintor, quien la poseerá en grado excelso cuando pueda llegar a concretar, por medio de la abstracción, la interna tensión de los seres.

Quizás ahora podamos comprender mejor la admiración de Picasso por Rembrandt, Giotto, Ticiano, Goya y el sentido profundo de su confesión.

Germain Bazin, conocido artista y conservador de obras del Museo del Louvre, ha formulado a propósito de Picasso una reflexión que puede hacer meditar a ciertos espíritus contemporáneos, ya que ahonda lo expuesto hasta aquí, en niveles raramente abordados. Luego de un estudio del arte precolombino en América, dice:

"En el concurso de las civilizaciones artísticas, hemos visto que las de Occidente han sido más indemnes al estilo diabólico.

"La escasa capacidad de Occidente para la demonología plástica, toma en nuestra época particularmente preocupante o turbador el brusco retorno de aquélla

"El auténtico rostro del Príncipe de la Discordia aparece como trueno en las festividades de los años 1900, en medio de la alegría ruidosa de los pueblos que con ebriedad celebraban al advenimiento del siglo del progreso, pensando que se alcanzaría la felicidad definitiva del hombre.

"Satán pide prestado esta vez para revelarse, máscaras negras, cuya bocaza sonriente, en «Las señoritas de Avignon» de Picasso (1907), anuncia el desenfreno de la bestialidad, que algunos años más tarde se lanzará destructivamente sobre el mundo. Nadie entonces se alertó; se estimó que era simple juego plástico; se creyó ver una mistificación; veinte años más tarde el genio profético del español, estimulado por la guerra civil que devastaba su país, concibió en «Guernica» (1936) esa masacre de la figura humana que precedía en pintura el pavoroso atentado criminal que el hombre perpetraría sobre sí. Esas recientes figuras de Picasso que tanto sorprendieron y provocaron escándalo, llevaban el sello del genio diabólico, atacando esta vez la obra maestra de la Creación misma. De la figura humana reducida a astillas como por efecto de un explosivo, él reúne los pedazos, no siguiendo otra ley que la incongruencia. Estos rompecabezas sarcásticos son quizás la expresión más típica de esta discontinuidad caótica, que aborrece la unidad y parece ser la esencia misma del estilo demoníaco. Sé bien que Picasso, consultado, se disculparía diciendo que en estas obras había sido guiado por otro sentimiento distinto al de la búsqueda de la belleza.

"¿Pero no es ésta la pretensión propiamente diabólica? ¿Quis ut Deus? (¿Quién como Dios?), exclama San Miguel abatiendo con un rayo de luz al Príncipe del Orgullo
".

Será difícil no reflexionar ante las palabras de Bazin. Aunque el mundo contemporáneo niegue aspectos del mundo trascendente, a la inteligencia le resulta necesario relacionar aspectos que Bazin manifiesta, porque en ello va la sobrevivencia de nuestra cultura.

Todo lo expresado anteriormente no invalida un arte no figurativo, ya que éste ha existido desde siempre. Generalmente la arquitectura no imita ni representa nada, sin embargo, el cuerpo humano está presente en toda la obra no figurativa y en la arquitectura. Es el cuerpo humano el que da la escala a los edificios.

Los artistas contemporáneos no figurativos, rehusan reencontrarse con lo concreto. He aquí su talón de Aquiles.

Para casi todos los nuevos artistas liberados de las convenciones por las que se regía la producción artística hasta no hace mucho, cualquier material, cualquier modo de producción que de alguna manera conduzca a un cuadro, es permisivo. Situación que, como dice Heino R. Möller, tiende forzosamente a la eliminación de todo contenido, a la evaporación de los vínculos con lo concreto y palpable, a la reducción radical de los medios y procedimientos iconográficos tradicionales, así como a las viejas estructuras de composición.

La producción de pinturas simples, estimuladas por el deleite de la experimentación, las reducciones y esquematismos de los trazos, hace que se requiera para su realización un lapso considerablemente inferior y un aparato técnico más reducido.

Este aumento de la producción satisface la demanda cada vez mayor que el mercado del arte provoca, e incita a una producción industrial del mismo, ya que su elementalidad, permite su fabricación por los no artistas. Producir arte -dice Möller- no supone esfuerzos intelectuales; lo banal de la forma se corresponde con la trivialidad del contenido.

El individuo receptor puede convertirse, en cualquier momento, en productor: el aprendizaje dirigido despierta la espontaneidad y creatividad, adquiriendo cada uno las facultades necesarias para producir sus propios objetos estéticos. La calidad de una tal producción, y en toda la pintura abstracta, entonces se mide por la cantidad y duración del placer posible que en cada caso proporciona. La trivialidad de la producción condiciona su rápido desgaste, lo que forzosamente estimulará la producción de objetos nuevos.

En el pintor, la espontaneidad representa lo pasional y directo, la excitación. En la acción pictórica, pueden liberarse las tensiones y los instintos, trasladándose al lienzo los estados físicos y psíquicos.

Los procesos que culminan así en el cuadro, significan: lucha por la existencia, encontrarse a sí mismo, liberarse, salvarse.

Lo que antes se representaba como trivialidad del cuadro abstracto, se convierte en poderoso conductor ideológico, con todo lo que ello supone, en su proyección política.

Tal vez convenga insertar dentro de este panorama a la llamada "pintura conceptual", que en la mayoría de sus realiza- dores se toma combativo. Un lienzo con el diseño de un pan, inscribe en una esquina su alusión que lo trasciende: "El pueblo tiene hambre". Esta y otras frases conllevan significaciones extrapictóricas, de claro contenido político.

Un arte de este tipo, o pseudo arte, que se limita a ser conductor propagandístico -comercial o político- está totalmente desvirtuado como arte, lo que no significa que deje de ser eficiente respecto a sus objetivos. Por eso dice Möller: "La liberación del «arte» de sus vínculos religiosos y artesanales [y por tanto, éticos] no ha conducido a la libertad. A estos vínculos se les podía llamar positivos, ya que no desembocan en una manipulación directa del hombre. Ahora han quedado sustituidos por otros que diríamos son negativos, por carecer de ética, hallándose íntimamente ligados a la manipulación directa del hombre, manipulación que se sirve de procedimientos estéticos, a pesar de ser política.

"El sentimiento que despertaba un cuadro gótico incorporado a un altar, y , a otro nivel, una simple cuchara de madera tallada, era positivo; estimulaba, sin más, un estado de armonía interior, acorde con la armonía del mundo. Un tal "sentimento" no manipulaba a nadie; era perfectamente natural. No se introducía en él, ni por asomo un elemento ajeno al objeto mismo y a su función [trascendente o contidiana]. Se producía tal emoción, tanto por las características estéticas del objeto, como por la ética que lo legitimaba [aunque todo esto, claro está, sucedía de modo espontáneo, inconsciente].

"Ahora, empero, en el arte, la ausencia de vínculos sublimados ha provocado el establecimiento de otros, no sublimados, tegiversando las leyes éticas. ¿Quién negará que la religión, y la belleza insconcientemente añadida a la utilidad del "útil" humano, son, en último término, sublimaciones muy complejas de impulsos humanos primarios? El hombre necesita crear un orden, es decir, someterse a leyes y normas que se autoimpone, establecer vínculos, para sentirse hombre. Solo si se limita es capaz de avanzar. Todo orden es una limitación, un esquema selectivo. La libertad absoluta sería el caos absoluto".

Pretender liberarse de la naturaleza de las cosas es una corrupción del espíritu.

No podemos olvidadar que toda esta pintura masificante, producto de una sociedad de consumo, tiene su contraparte en artistas profundamente conscientes de su labor y herederos de una gloriosa tradición.

Pensamos con certidumbre que, en el mundo de la plástica, hay artistas en todos los países que continúan el camino seguido por Cézanne, Gauguin, Rodin, quienes encontraron los medios perdidos de hablar al espíritu y reubicaron esos medios en su confrontación con la realidad.

Los retratos de Van Gogh están también allí, demostrando cómo a través de la exactitud delas condiciones materiales de la vida, un gran artista aprehendo lo espiritual.

A. Boixadós.



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