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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

El positivismo jurídico resulta en servilismo .

Las actuales bases doctrinales de la Ley pueden dar lugar a su esclavitu

La crisis de las ciencias europeas, se produce porque el espíritu europeo ha renunciado a su verdadera vocación, que era el plantearse las cuestiones metafísicas. Es decir, las cuestiones que no se refieren a medios o expedientes –más o menos útiles–, sino a los fines, para los cuales conviene cultivar –eso sí– los mejores medios posibles.

En cualquier caso, el positivismo jurídico no consiste tanto en negar el derecho natural cuanto más bien en desconocerlo o en negar la posibilidad de que lo conozcamos. Puede que lo haya –viene a decir– puede que haya un derecho natural, pero...¿cómo accedemos a él? Esto es lo típico del positivismo: un agnosticismo. Como dicen los agnósticos, puede que Dios exista, pero no tenemos ningún canal de acceso.

Desprecian la Revelación por la que Dios mismo tiene una confidencia con nosotros, acerca de lo que nos conviene saber de El y de nosotros mismos; y desprecian también el esfuerzo que la razón natural puede hacer para enterarse de las cosas divinas.

El positivismo es un agnosticismo. Pero, en último término, es una falta de interés por la naturaleza humana. No se puede tener en cuenta el derecho natural, si no se cree en la posibilidad de tener un conocimiento cierto de la naturaleza humana, y se cree que lo único que podemos conocer con certeza son hechos jurídicos: lo que el gobernante manda, y se acabó.

Lo paradójico del caso es que, pretendiendo huir del servicio a Dios, terminan en el servicio al gobernante, sea o no sea éste un tirano. Porque, en definitiva, el positivismo jurídico dice que lo único que tiene valor jurídico es lo que está mandado por el gobernante, y que no existen límites al poder del gobernante por razones de carácter natural y moral: el gobernante puede hacer lo que quiera.

Dirán ustedes: bueno, eso será el positivismo jurídico que admite las tiranías. No, es igual: también puede ocurrir que una democracia sea, como decía Kant, la tiranía de la mayoría. Pues si la mayoría determina algo que está en contra del derecho natural, y el gobernante representa a la mayoría, éste no será un tirano –puesto que respeta la voluntad de la mayoría–, pero la mayoría misma es tiránica. Tirano es todo aquél –sea una persona o sean 50.000 personas– que atenta contra valores humanos absolutos, que son de derecho natural.

El positivismo jurídico es un servilismo al gobernante, o un servilismo a una masa o a una clientela, que –por lo demás– opina como le hacen opinar unos cuantos. En definitiva, se trata de una oligarquía con poderes mejor o peor utilizados. Pero el problema se plantea cuando se choca con valores humanos, cuando están en juego instancias de la propia naturaleza humana, como ocurre, por ejemplo, en el caso del derecho a la vida. Afirmar que sólo tiene valor jurídico lo que manda el gobernante es un acto de servilismo, un servilismo inadmisible, precisamente por tratar de huir del servicio a Dios.

Alvaro de Maortua

 


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"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

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