Santiago Matamoros (Escuela Cuzqueña)

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Editorial Indice de Revistas Significación y sentido de la Hispanidad

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Muerte y precio .

La fe y la esperanza en la trascendencia -y lo saben los ingenieros sociales del ateismo necesario- da una superioridad moral sobre los que no creen.

Ni el hombre más aislado se zafa de la catarata que nos cae desde revistas, periódicos, radios, documentales y cadenas de televisión. Hablan mucho de salud y de cómo alargar la vida, sólo la biológica, porque ya no creen en la perdurable.

Nos cuentan pruebas, experimentos; se hacen lenguas de los antioxidantes o del ejercicio suave y constante. Escarban en lo fisiológico, en el aparato inmune, e incluso nos dicen, como Ponset en "Redes" (TVE), que no sabemos de qué morimos. Oxidación, estrés... Y la muerte hoy no se ve con la naturalidad de primeros del Siglo XX, sino como el fin de todo. La gente, pues, teme. Teme a la Nada y teme al dolor.

Junto a esta superabundancia de información, siempre devorada, llama la atención que nadie trabaja ni difunde métodos para la "salud del alma", que es la otra parte del hombre, la otra mitad del mundo humano. Apenas si se dice que el alma, la psijé, puede ser esencial para tener una vida mejor y más sana: sólo con la fuerza del pensamiento.

No se comenta, ni se analiza, ni se profundiza en la forma de vivir. Pero es como estar en pecado y en una cárcel de hueso y músculo y ser un Segismundo que titubea al identificar la realidad: ¿Verdad o sueño? Frente al dolor de la encarnadura, el del alma: la angustia, que hoy es epidémica; la explotación, la injusticia, la tensión, en la valoración creciente de los sentimientos que dejan la objetividad en manos de lo subjetivo. El miedo crónico. La ausencia de conformidad ante las cosas que no podemos modificar ni esquivar.

Por supuesto es muy lícito sospechar que si no se habla del alma ni de sus achaques, sus depresiones, sus extravíos, sus maldades a veces, es porque, si aceptamos ·"alma·" aceptamos Inmortalidad y Dios y sólo con esos dos conceptos renacidos se cae la fuerza activa de la nueva y silenciosa ideología del Siglo XXI: el consumismo.

La fe -y lo saben los ingenieros sociales del ateismo necesario- da una superioridad moral sobre los que no creen, sobre los obligados a considerar el aumento incesante de accidentes, asesinatos, delincuencias, mentiras, basuras. Quienquiera, desea al hombre acorralado.

Pero una fuerte fe; la creencia en el sentido de la vida, que lo tiene, la idea de misión y la entrega voluntaria a ella, el darse a los demás para recibir mejor a Dios, son necesarios y algo más: ¡Urgentes!. Gracias a Dios, en España estamos aún a tiempo. En España, salvo los muy intoxicados, decimos "creemos que...". En la Civilización USA y en las naciones de religiones deformadas prefieren el "pensamos que..."

Pero, por desgracia, junto a estas cosas llega la relatividad de la verdad: tu verdad, mi verdad y la substitución del saber por el opinar. Y estas deformaciones culturales, procedentes de sectas reformadas y de voluntades políticas malvadas, llega hasta lo que debiera estar a salvo: los educandos, los niños. Alfa y Omega, el suplemento religioso de ABC., que hace una labor meritoria, algunos días atrás se dejó sorprender por el relativismo y publicó dibujos hechos y editados bajo la consigna "La Virgen para mi es..."

Ese "para mí" es un fracaso que debiera preocuparnos a todos y hacernos considerar lo difícil que es resistir la presión del ambiente. Y el ambiente nos lo traen desde fuera y nos llega sin alma; todo lo más con tópicos mal aprendidos.

Arturo Robsy.



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