Vida y muerte en el seno de una madre: Fotos y estudios.

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Los vascos y la Hispanidad Indice de Revistas Fernando Sánchez Dragó se apunta a la "New Age"

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

El ejército profesional en España, soluciones de una recluta.

Frente al modelo por el que ha optado el gobierno el autor plantea una alternativa que combina recetas tradicionales, ya probadas con éxito, y que tiene en cuenta las situaciones actuales

En Europa se vive una nueva experiencia en el ejército que marca profundamente su concepción, el final del servicio militar obligatorio y su sustitución por un voluntariado profesional. Hasta ahora el modelo nacido de la revolución francesa hacia de la Patria un ente que debía ser defendido por todos los ciudadanos como un privilegio, y por tanto, el cumplimiento del servicio militar obligatorio no sólo respondía a una preparación militar del ciudadano, sino a una escuela de valores cívico y de pertenencia a una nación. La superioridad demostrada por los ejércitos napoleónicos sobre los profesionales de los demás estados empujaron a revalidar este modelo.

Los ejércitos nacionales de esta modalidad han mantenido esta tradición, excepto en los países anglosajones que han mantenido la voluntariedad en tiempo de paz. Sin embargo, el resultado de la guerra de Las Malvinas en que el ejército argentino de recluta obligatoria fue derrotado por tropas de élite británicas volvieron a plantear el problema. Además, la concieciación de la sociedad de no permitir la efusión de sangre gratuita en misiones alejadas de la metrópoli alejaba la posibilidad de utilizar a los soldados de recluta. En Francia por esta causa habían mantenido de manera paralela tropas de choque formadas por extranjeros y coloniales cuyas pérdidas eran toleradas por la sociedad francesa sin dificultad. La necesidad de profesionalizar el ejército para su futura utilización en misiones de paz era indispensable.

En el caso español, la conversión en una fuerza profesional planteaba su reducción y una salida laboral para muchos jóvenes. Sin embargo, este cambio se ha producido en un momento de despegue de la economía española en la que la salida militar no resulta lo suficientemente atractiva para la juventud. Especialmente, si tenemos en cuenta la debilidad de nuestra formación profesional, que no cubre las necesidades civiles, y la negativa de los universitarios, formados en un pacifismo progresista antimilitarista. La escasez de candidatos no permite la selección de los más idóneos planteando un problema importante de reemplazos al ejército.

Las soluciones que el ejército ha planteado han sido dos, por un lado estimular la recluta de mujeres, se solucionaría la escasez de reclutas y se daría una imagen progresista y moderna al ejército. La otra solución ha sido la búsqueda de oriundos hispanoamericanos de origen español para mantener la doble nacionalidad. Medidas endebles que quieren evitar la introducción final de extranjeros, esencialmente marroquíes, en unas fuerzas militares que tienen como principal defensa estratégica las Canarias y las plazas norteafricanas, y que plantearían problemas de conciencia de doble lealtad.

Las soluciones más razonables serían la combinación de varias:

- Por un lado, la vuelta de la Brigada Legionaria a su tradición de Tercio de extranjeros. El historial de este insigne cuerpo militar demuestra en sus hechos militares la integración perfecta de ciudadanos extranjeros que dejaron su vida de manera ejemplar en la defensa de España.

- Por otro, la profesionalización romana, que es la adoptada por los Estados Unidos, que consistiría en utilizar el ejército como vía de integración de inmigrantes. Los hispanoamericanos que quieran integrarse en la sociedad española obtendrían la nacionalidad española sirviendo en sus fuerzas armadas y aprendiendo los hábitos del país. Después de cuatro o cinco años de vida militar estos ciudadanos estarían perfectamente formados para su integración en la sociedad española, incluso con una mejor formación cívica que la mayoría de los ciudadanos civiles.

- La solución histórica: La única fuerza política española que ha defendido la formación de un ejército de voluntarios ha sido el carlismo. Juan Vázquez de Mella, uno de los principales ideólogos del tradicionalismo español propugnó la constitución de un ejército profesional compuesto por españoles, hispanoamericanos, filipinos y portugueses. La causa era que los carlistas eran enemigos del servicio militar obligatorio, modalidad incentivada por sus enemigos liberales como escuela de ciudadanía liberal.

- Solución estratégica: La inestabilidad candente en el norte de África plantea que el ejército español debe tener como prioridad la defensa de su flanco sur. Esencialmente la defensa de Ceuta, Melilla y los peñones, que pueden ser utilizados con fines de reivindicación nacionalista para aunar al país marroquí en caso de una crisis social. Ante esta salvedad la recluta de inmigrantes musulmanes crearía un serio problema. Aunque las fuerzas armadas españoles tienen cuerpos, como los regulares, cuya recluta ha sido tradicionalmente de marroquíes, plantearía dudas sobre su lealtad. La solución sería la recluta regular de un contingente de jóvenes saharauis del Frente Polisario. Su animadversión por Marruecos no plantea dudas sobre un posible enemigo marroquí. A parte su servicio de armas sería incentivado en su comunidad por la necesidad de adquirir conocimientos militares para sostener su propio esfuerzo de guerra.

La combinación de esto diferentes factores proporcionaría unas fuentes de recluta alternativas y de fiabilidad. En este sentido, Francia es una gran maestra y siempre ha reclutado grandes contingentes de los derrotados de diversos conflictos. En la actualidad existe gran número de profesionales de la Europa oriental sin trabajo que están dispuestos a trabajar por una salida monetaria y que pudiera completar el voluntariado del ejército español. No obstante, el nuevo ejército tendrá que aprovechar sus viejas tradiciones para responder a los problemas de la actualidad.

J.L.O.M..



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