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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

He ido al cine: Tolkien y Harry Potter.

Algunas reflexiones sobre el trasfondo de dos éxitos cinematográficos basados en libros muy conocidos

Las modas son un peligro, entre el consumismo y la vulgarización. Peor si "obligan", por ejemplo,  a comprarse un libro, como ya le pasó a mi peluquero con "El nombre de la rosa", del que no leerá más de un capítulo.

    Junto con "Harry Potter, y la Piedra Filosofal", de la que hablaremos tambien, el acontecimiento cinematográfico de esta Navidad ha sido la primera entrega de la trilogía "el Señor de los anillos", "la compañía del anillo", bastante fiel, por cierto, al espíritu original de la obra, de modo que sólo un purista "de culto" reprocharía alguna libertad al filme. Falta Tom Bombadur, comienza con un episodio del "Silmarillion"...Calculo que Christofer Tolkien, hijo de nuestro autor, está detrás de esa exigencia de fidelidad. Precisamente por ser fiel, la película, de tres horas casi, se "corta" sin rematar, como es regla común, una unidad narrativa, como aquellos deliciosos tebeos de antaño con "continuará" frustrante. Algún aficionado habrá que preferiría poseer las dos cintas siguientes antes que el paradero de Ben Landem. Por cierto, la segunda entrega se titula "las dos torres", una casualidad.

    Nos encontramos ante una obra cumbre de la narrativa del siglo XX, inglesa y universal, pero hay que empezar diciendo que no es obligatorio que nos guste, ni siquiera leerla. Para gustos hay colores y la ficción y la fantasía es un espacio particular. Hay que tener cierta visión "infantil", como en el caso de Michael Ende, que en este caso debe sumarse a la paciencia para digerir con provecho un quilo de papel encuadernado.

    Con Harry Potter, cuyo primer film es también fiel al libro, y por ello dirigido básicamente al público infantil, nos encontramos ante un fenómeno desproporcionado, en el que se suma al acierto de la autora una enorme campaña de publicidad. El mérito de la saga no es poco; conseguir que los chicos de ahora lean un libro, no comic, si no todo él escrito!. Los recelos sobre él estriban en los matices místico-esotéricos que residen en torno a la magia. Yo no alarmaría a ningún padre denunciando satanismo encubierto, donde no hay otra cosa que referentes de la mitología griega y tradiciones alquímico-brujeriles occidentales, muy integradas en el folklore europeo. El problema sería psicopedagógico; hasta los siete u ocho años, los críos no disciernen del todo entre la fantasía y la realidad. A veces el algo encantador, como con los Reyes Magos, pero en algún caso, cabe el peligro del escapismo hacia la irrealidad, más común que el tirarse a volar por el balcón, como Supermán. Hay que puntualizar, escepticismo a parte, que la magia, exista o no, nunca es "blanca". La llamada magia blanca, no es tal; o es una destreza admirable de prestidigitación, o un engaño, (todas las magas que cobran dinero, y los adivinos del futuro que no se dedican a forrarse con la bolsa y la lotería...), o es en realidad magia negra. La tradición religiosa enseña que el Demonio puede hacer prodigios, asombrar y engañar. Los extraños casos de espiritismo que no responden a estafa, sugestión o esquizofrenia responderían a esta posibilidad. El despertar la curiosidad morbosa por este submundo es el único peligro, que no el aprender invocaciones supuestas en latín, o el creer que se vuela en escoba, vehículo que ni siquiera necesitaba Mary Poppins. Seamos serios, a la religión y al equilibrio mental no la amenazan ni la Piedra Filosofal de Nicolás Flamel, ni el Grial de Indiana Jones, por lo mismo que el mercado de diamantes no está amenazado por las minas de rey Salomón. Eso si, hay que distinguir entre la falsa mística, que también la hay en La Guerra de las Galaxias, y una mitología creada o recreada, como en el caso de los anillos, porque la mitología nunca es falsa o cierta, si no un modo de contar otra cosa, salvando las distancias, las parábolas evangélicas también son un género narrativo, a salvo de la alternativa verdadero/falso.

    Como todo lo que tiene gran éxito, se advierte la explotación y manipulación. De la económica nada diremos, pero la ideológica nos interesa, sobre todo por que en el caso de Tolkien se han subido al carro del vencedor muchos que él hubiese preferido ver aplastados bajo sus ruedas.

    No hay mejor fuente para cualquier interpretación que la fuente misma, si se cuenta con ella. De Tolkien, un poco como con Wagner, contamos con un gran epistolario así como obras menores complementarias al "Anillo". Repasemos, sin pretensión biográfica, lo que nos interesa de nuestro autor.

    Jhon Ronald era medio inglés y un poco alemán, nacido sudafricano. Con ocho años en 1900 su madre se convirtió al catolicismo. Esta dama muere cuatro años después, ninguneada por su familia protestante. Tolkien se definirá "Soy cristiano (lo que puede deducirse de mis historias), y católico apostólico, romano." Su biógrafo, Carpenter, relata conversaciones con Jack Lewis, colega de Tolkien como profesores de Oxford. "Venimos de Dios e inevitablemente los mitos que entretejamos, aunque contengan error, también reflejarán un fragmento de la auténtica luz, la Verdad Eterna que está en Dios. Nuestros mitos pueden estar errados, pero se encaminan, temblorosamente, hacia el verdadero puerto, mientras el progreso materialista sólo conduce al abismo y a la corona de hierro del poder del Mal." Este rechazo al materialismo, al industrialismo y a la tecnocracia se ve fácilmente en su obra. Los hobbits viven en comunión con la tierra, Saruman, un mago corrompido, destruye los bosques para fundir armas. Su planteamiento va más allá del simple ecologismo para ponerse, a mi juicio, en paralelo a Jünger en un rechazo global al modernismo de la nueva edad de hierro que sobrevino desde las guerras mundiales.

    El mensaje tolkiniano, que probablemente no tenía tantas pretensiones iniciales como matices se han ido descubriendo, en todo caso es compatible, y sugerente, respecto a la teologia católica. En caso de disputa, o de "cáscara amarga", me remito siempre a los comentarios directos del autor.

    Así, el "Silmarillion" coincide, en esencia con el "Génesis". Una especie de hada élfica, Galadriel, debe mucho a la Virgen María, en la belleza de su imagen y su dulzura. Eru es Dios y Melkor Lucifer. Este Melkor, es el "supermalo" que ni siquiera se menciona en la primer entrega, y está por encima de Sauron, un ojo totalitario para quien fue forjado "el anillo para gobernarlos a todos", que a su vez corrompe a Saruman, "papa" de la orden de los magos a la que pertenece el bueno Gandalf y que ha sido corrompido por el mal. Por cierto, Saruman sigue en le cine, eso sí, interpretado estupendamente por Cristopher Lee, el eterno Drácula de la mirada inquietante. vistiendo de blanco, cuando, por su doblez, ya debiera ser "Saruman, el de los muchos colores". La Encarnación es invocada por Finrod, "Eru debe venir a vencerle...no dudo de que encontraría un modo, aunque no puedo predecirlo...incluso si Él en sí mismo hubiera de entrar en el mundo, Él debería permanecer como es, Autor en el exterior...". La Resurrección es descrita, "el gozo más allá del Gozo", por el mismo personaje en el "Athrabeth". La concepción del Mal y de la Libertad católicas, alejada de la Predestinación a favor de la Responsabilidad, está recogida en el efecto del poder del anillo, sobre Gollum, un hobbit corrompido que aun ganado por el mal debe hacer un papel positivo, los jinetes negros , espectros, que fueron reyes humanos, encontraste con la sencillez de los hobbits que les salva de la soberbia del poder.

Los hobbits son la única creación, en cuanto los tipos o "razas" de "la compañía del anillo", que son aportación de Tolkien. "Sed como niños", incluso en sus defectos por inocencia o glotonería. Por cierto, Bilbo significa "burgués", más o menos, en un dialecto irlandés, suponiendo que en esa época existiese termino parecido. Nuestro autor era un filólogo experto en las lenguas célticas y germanas, e hizo alguna de las mejores traducciones para el ciclo artúrico y su caballero verde, pero eso, que diría Kipling, ya es otra historia. Nos conformaremos diciendo que todo, canciones, nombres, poemas, guardan una lógica coherente, dentro de la ficción. El mago Gandalf, que es el personaje que menos me ha gustado en la interpretación cinematográfica, porque no llega a infundir el respeto casi temeroso que la narración, y la magnífica versión en dibujos animados, la primera vez que se mezclaron con actores reales en la historia del cine, que hubiera podido dar un interpreté con más empaque, tipo Sean Connery. Gandalf, el gris, está inspirado, en su presencia inical en Odín, no del todo porque no es tuerto, condición imprescindible de Wotan u Odín, cuyo otro ojo es el cuervo. Si su aparición es de trazos wotánicos, serán jacobeos en la batalla del desfiladero. En esta ocasión, los ojos que vuelan sirven al Mal, para tranquilidad de los recelos antipaganos. Para más precisión me remito a una entrevista entre Tolkien y el profesor de griego García Gual, que ha comentado Santyago Rivas. En ella parece que la "Tierra Media" es Europa, y Gondor, el reino de los hombres guerreros, es España, al sur de las Montañas Blancas, los Pirineos. Tolkien estudió y recreó con su base, lo poco que se sabe de las lenguas ibéricas. El heredero del reino de los hombres, y portador de la espada rota que es la única que ha podio herir al Mal, se llama Aragorn, o sea, le sobra un letra para coincidir con el nombre, que no podía ignorar Tolkien, del reino pirenaico, heredero símbolico de Jerusalem, en la custodia del Grial. Al sur de ese Gondor-España hay un desierto, Harad, ¿Sahara?. El Mal actúa desde, Mordor, el este de estas tierras, un Mediterráneo desecado. Los sureños de Gondor son morenos, mientras que los rohirrim son germánicos, el río Aduin sería el Rhin, de tanta evocación sigfridiana. Los de Harad son oscuros. Tolkien estuvo en España, país que le atrajo desde nuestra Guerra Civil, en la que el antiguo oficial británico herido el la IGM, y receloso del poder alemán, y con un hijo piloto de la RAF, simpatizó con los nacionales, sobre todo por la persecución religiosa, no sólo los martirios, en una carta lamenta particularmente la quema de la biblioteca de los carmelitas de Barcelona, y llega a aprobar, el apacible profesor, un puñetazo en la nariz propinado en una taberna oxfordiana por un poeta-torero inglés a un periodista progresista pro-republicano. En nuestro país se inspira, para las Minas Tirith y la Torre Blanca, ("minas" significa fortaleza o atalaya, no mina, en su lenguaje), en el Alcázar de Toledo, cuya significación simbólica no se le podía escapar.

Las Montañas Azules son los Alpes, Lindon puede ser la región de Londres, los Puertos Grises, Inglaterra. La comarca sería la campiña de Oxford, teniendo Bilbo Bolsón caracteres discretamente autobiográficos. Incluso los Sacovilla son una familia real. Valinor es América, una tierra a la que no se "puede" ir. Un "Non plus Ultra" vinculado al peligro de deshumanización de la civilización humana mas que a los imposibles de la navegación. Tolkien no era un devoto del "america way of live".

Nuestro maestro de la fantasía y del lenguaje nos quiso dejar, envuelta en una magna obra, un mensaje sencillo; "hasta un simple hobbit puede torcer los designios del Señor Oscuro". Tolkien ya lo hizo. Ahora sigámosle, cada uno con su arma, y por su pueblo, en la Compañía del Anillo..

Francisco Javier D. de Otazu.



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