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Revista Arbil nº 78

Obispo Manuel Irurita Almandoz: El largo camino de una beatificación

por César Alcalá

Éste artículo tratará sobre el proceso de beatificación del Doctor Manuel Irurita, su evolución, los contratiempos que ha sufrido y el estado actual del proceso. Pero no pretendemos centrarlo sólo en su figura. Sino que es menester, antes de todo, profundizar sobre la persecución religiosa en Cataluña, durante la Guerra Civil, extraer los datos referentes a la Iglesia y reflejar un tema que nos parece importante, la asociación que se ha hecho entre los miembros de la Iglesia y el Carlismo

Introducción

En !Represión en la retaguardia. Cataluña 1936-1939", se ofrece el número de carlistas que fueron asesinados por las partidas republicanas durante la guerra civil. En total fueron 1.199 personas. Si subdividimos la cifra total, nos encontramos que de estos 144 eran sacerdotes. Es cierto que en Cataluña murieron un número más elevado de sacerdotes pero, los referidos en el libro se identificaban con el Carlismo. No es nuestro propósito numerar, uno por uno, los 144 sacerdotes asesinados. Si que nombraremos los que, bajo nuestro punto de vista, son los más representativos: Obispo de Lérida, Doctor Huix; mosén José Samsó; mosén Miguel Ticó; José Tristany Pujol; Marcos Goñi Almandoz; Pedro Parramon Paloma; Pedro Ramonet Ribas; Manuel Trepat Servet; Roque Llop Florensa; Luis Tarragona de Gomar; Jaume Sanromá Solé; José Mª Cunill Poblet; José Mª Sancho Toda; y Francesc Escolá Miquel.

Con lo explicado hasta el momento presente nos preguntamos: ¿se puede asociar el Carlismo con la Iglesia Católica? Con esto queremos decir, si a pesar de todo muchos sacerdotes fueron carlistas, sus votos pueden contrariar la encíclica papal donde se prohíbe a todos los sacerdotes que tomen parte en la política. Uno ha de diferenciar el pensamiento de cada sacerdote, como hombre, y su actividad al frente de una congregación. Son relevantes las palabras del Cardenal Juan Casañas Pagés a unos fieles, carlistas, cuando les dijo: Mirad, cuando me saco este vestido soy tan carlista como vosotros. Ahora bien, cuando voy vestido con los hábitos, todos son hijos míos. Es por eso que algunos sacerdotes que inculcaron los principios ideológicos del Carlismo, tanto en las ciudades como en los pueblos, tenían que ser fieles a los mandatos de la Iglesia, sin ser infieles a sus principios ideológicos o políticos. El caso del Doctor José Samsó y del Doctor Miquel Ticó, ambos de Mataró (Barcelona), es relevante. Los dos fueron asesinados durante la guerra civil, fueron condenados por ser sacerdotes. Los dos estaban afiliados al Carlismo, pero esta circunstancia la sabían muy pocas personas. No deseaban que su pensamiento político pudiera influenciar en sus fieles.

El trabajo de los sacerdotes en los pueblos pequeños de Cataluña, para orientar a los vecinos hacia el Carlismo o hacia el pensamiento tradicionalista, ha de ser reconocido por todos y nos hace pensar que, la gran base de Requetés que tomaron parte en la guerra civil, surgió de aquel esfuerzo de unos pocos en el momento de orientarlo hacia las doctrinas eclesiásticas, que han sido la base del Carlismo. Un ejemplo de éste trabajo es la obra llevada a término por mosén Jaime Suriá. A lo largo de su dilatada vida en Sudamérica, inauguró muchos centros tradicionalistas, porque pensaba que en ellos se podría impartir la fe en Dios y, porque no, enseñar a aquellos hombres los principios de la monarquía Legítima. Como anécdota diremos que, una vez acabada la guerra civil, y viendo como se desarrollaban los acontecimientos, decidió que se había de empezar de nuevo. Así pues, se puso en contacto con el general Varela para explicarle lo que opinaba. Éste le dijo que estaba de acuerdo con él pero, que no podía permitir una nueva guerra civil; que si se provocaba un levantamiento, sería detenido, juzgado por un tribunal militar y encarcelado. Su intento revolucionario acabó en ese momento, pero no su lucha a favor del Carlismo. Sólo recordar que fue el capellán privado de don Javier de Borbón-Parma durante la guerra civil y que, incluso fue a Insua. Pues bien, cuando vio que las cosas iban mal dadas, es decir, que don Javier se apartaba de los principios ideológicos que habían regido el Carlismo durante más de cien años, se apartó de la disciplina y se adhirió a la Regencia de Estella, a pesar que Mauricio de Sivatte nunca fue santo de su devoción, y lo hizo porque creía que aquel camino era el que había predicado durante toda su vida.

Semblanza biográfica del doctor Manuel Irurita

Manuel Irurita Almandoz nació en Larrainzar (Navarra), el 19 de agosto de 1876. Doctor en Sangrada Teología en el 1906 y en Filosofía en el 1907. Beneficiado de la Catedral de Valencia en el 1899. Profesor de Canto Gregoriano, de Lengua Hebrea y de Teología fundamental en el Seminario de Valencia. Director diocesano de la Obra de la Consagración de Hogares del Sagrado Corazón de Jesús y de la Vela Nocturna. Consiliario Presidente de la Asociación de Intereses Católicos. Presidente del Rosario de la Aurora. Promotor del expediente de beatificación de la Madre Sacramento. Visitador de Religiosas y Promotor de las Misiones diocesanas hasta que de Valencia pasó a Lérida, siendo nombrado Obispo de esta diócesis. Excelente músico, fue nombrado presidente de la Asociación Ceciliana Española en el Congreso Nacional de Música Sagrada de Vitoria del año 1928. Trasladado al Episcopado de Barcelona, se distinguió por su bondad y santidad. El Doctor Irurita fue asesinado en el cementerio de Montcada y Reixach el 4 de diciembre de 1936, a los 50 años. En el momento de su exhumación, le adjudicaron el número de identificación 814. A su lado apareció el cuerpo sin vida de Joaquín Gómez y Gómez, carpintero de Barcelona originario de Torrijas (Teruel), familiar del que suscribe éste artículo.

Ampliaremos esta semblanza biográfica del Doctor Irurita con tres escritos publicados sobre su figura. En Solidaridad Nacional, el domingo 8 de enero de 1978, Carlos Molins publicó un artículo titulado: El obispo Irurita y don Manuel de Irujo. Entre otras cosas Molins decía: Hay una anécdota que nadie ha registrado. Es delicada. Hubo un momento que, entre el episcopado español había un general descontento sobre el nuncio Tedeschini, por motivos algo más que serios. Pero nadie rechistaba. El doctor Irurita, en su primera visita a Pío XI, le dijo: "Santa Padre: soy español y navarro y por lo mismo amantísimo de la verdad y la verdad reclama que le informe". El doctor Irurita manifestó lo que era obligación decir. En su paso por Barcelona, con motivo del Congreso Eucarística Internacional en Buenos Aires, por el legado pontificio, cardenal Pacelli, coincidieron el nuncio Tedeschini y el doctor Irurita. Al encontrarse, Tedeschini le dijo: "Así, Señor obispo, que español y navarro..." Y el doctor Irurita, con su fortaleza, le replicó: "Sí, señor Nuncio, español y navarro, y además pelotari".

Por fortuna, después de 1939, sobrevivieron personas que pudieron dar fe del martirio sufrido por el Doctor Irurita. Uno de estos testimonios quedó reflejado en el libro de mosén José Ricart Torre, Un obispo de antes del Concilio, donde se puede leer: Don Juan Canela, vecino de esta ciudad, personalmente aportaba estos datos: Yo no sabía que aquel compañero de barba en el mentón y de traje gris fuese el doctor Irurita, ni la emoción de aquellos supremos momentos me permiten recordar detalles ajenos. Sólo recuerdo que él era el primero de las listas y yo el último. Reconocí que era el señor Obispo cuando pasada la revolución, leí en la lápida de la calle que le dedicaron que había muerto el 3 de diciembre de 1936, y la prensa fijaba su asesinato en Montcada. Recapacité pensando que tal vez sería uno de mis doce compañeros. Pregunté a la familia Tort cómo vestía el prelado, y correspondían exactamente a la indumentaria de mi compañero las prendas que me indicaron. Al mostrarme una fotografía afirmé que se trataba de la misma persona. Ya en plena democracia fue retirada la placa -no la estatua- y la calle que se le dedicó durante la dictadura franquista pasó a llamarse calle del Obispo. Son los avatares de la modernización y el intento de borrar un pasado. Hubiera sido mejor rebautizar la calle como la de los obispos, pues, algún visitante puede preguntarse: ¿a qué obispo le dedicaron esta calle?

Finalizaremos esta semblanza del Obispo Irurita con su propio testimonio: Ahora, sobre todo se necesitan obispos que vean a Jesús, sacerdotes que vean a Jesús, maestros que vean a Jesús. Hora es ya de que caigamos, de que caigamos en la cuenta de que con Jesús lo tenemos todo y sin Jesús no tenemos nada. Yo quisiera que sacarais este fruto. Con Jesús lo tengo todo, con Él soy suficientemente sabio, rico, feliz. Tengo a Jesús, lo poseo, le amo; lo demás nada hay que me interese (...) Hacen falta ahora católicos y católicos de profundas convicciones, de voluntad decidida, de fortaleza ejemplar; valientes y dispuestos a padecerlo todo, a sacrificarlo todo, la bolsa, la nómina, la carrera, si es preciso. Pero esos hombres sólo los tendremos cuando mueran todas las cosas, cuando mueran a sí mismos para vivir la vida de Jesús. Estas palabras fueron pronunciadas por el Doctor Irurita en el mes de julio de 1935.

El proceso de beatificación

La causa de beatificación o declaración de martirio fue publicada en el boletín Oficial del Obispado de Barcelona el 13 de marzo de 1959. El correspondiente edicto decía que, a instancias de mosén José Sanabra y del licenciado Doctor Quirico Estop, se nombraba sub-postulador al Doctor Manuel Bonet Moixí, auditor de rota. En ese mismo edicto se ordenó el proceso de beatificación de mosén Cayetano Clauselles Ballvé, de Sabadell; de mosén José Guardiet Pujol, de Rubí; de mosén José Samsó Elías, de Mataró; y de otros casi mil sacerdotes que constan en el altar de los Mártires de la Catedral de Barcelona.

El tribunal encargado de pedir la declaración de martirio estaba formado por el Doctor Narciso Jubany, obispo auxiliar, que era juez delegado; del Doctor Juan Serra Puig, que era juez auxiliar; del Doctor Ernesto Ros Laconte, que era notario; y del Doctor José Burés Riba, que era notario adjunto.

El proceso quedó abierto pero, desgraciadamente, la situación global del país hizo inevitable que se trabajara con rapidez y el proceso quedó estancado y, casi olvidado. Prueba de ello son las palabras de mosén José Ricart Torrens, el 30 de noviembre de 1976, en Iglesia Mundo, con motivo del centenario del nacimiento del Doctor Irurita, al decir que: el pueblo de Larrainza, Navarra toda, su Diputación foral, Valencia, Lérida y Barcelona, con sus respectivas iniciativas, deberían contribuir al estudio de la personalidad del doctor Irurita, su estilo pastoral, su celo misionero y, sobre todo, apoyar la causa de su beatificación, para que no quede torpedeada por miserias políticas allí donde estén.

El directo de El Pensamiento Navarro, Francisco López Sans, publicó un artículo titulado: Cómo y cuándo murió el Obispo de Barcelona. En él Francisco López escribía: Se ha venido especulando, y todavía parece que hay alguien empeñado en continuar alimentando la inexactitud -pero ya con carácter de maniobra- sosteniendo que el doctor Irurita no murió cuando se ha dicho y que tampoco fueron sus asesinos aquellos a quienes se les ha atribuido el crimen. Que murió después de la toma de Barcelona y que, claro está, los autores de su muerte fueron otros que quisieron vengarse de sus ideas políticas... Esta burda invención, esta superchería se ha lanzado por ahí con maldad o perversa intención. El doctor Irurita era un Prelado admirable y sus ideas políticas, aunque no las exteriorizase, eran las carlistas, las de su tierra navarra. En una peregrinación de magisterio a Roma, en los últimos tiempos de la Monarquía, fue presidiéndola aquel prelado de grata memoria, que había sido maestro antes de entregarse al servicio del Señor. Al regreso, la peregrinación se detuvo varias horas en Niza y algunos maestros navarros aprovecharon la ocasión para saludar a Don Jaime de Borbón, que en aquella época permanecía en su residencia de la citada y mediterránea ciudad francesa. Cuando, satisfechos de su visita al egrario desterrado, llegaron antes de ponerse en marcha la expedición, el doctor Irurita, que lo presintió todo, les dijo: ¿Qué os parece que no sé dónde habéis estado? Yo también, con cuanto gusto hubiese ido, pero esto... Y se miraba a Sus hábitos, que en aquella ocasión era el impedimento para satisfacer una inclinación sentimental del corazón. Esto para que ahora no se puedan decir tonterías ni falsedades.

La causa de beatificación se reabrió en 1994. El motivo del cierra de la causa estuvo basada en la interrupción de las causas relacionadas con las víctimas de la guerra civil, dictada por Su Santidad Pablo VI, el 7 de abril de 1964, a petición del Cardenal Albareda por razones de oportunidad. En el diario ABC podemos leer la siguiente noticia: El Arzobispado de Barcelona ha constituido un tribunal eclesiástico para emprender y concluir el proceso diocesano de beatificación de Manuel Irurita Almandoz, que fue obispo de Barcelona entre 1930 y 1936 y que fue asesinado durante la persecución religiosa en la Guerra Civil.

El arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, dijo durante la toma de posesión de la comisión diocesana para la causa de beatificación que "se trata de un obispo que se distinguió por su fama de santidad y mártir por la fe". Carles explicó que "es un deber recoger la ejemplaridad cristiana de aquellos hermanos, y ahora el Arzobispo se dispone a hacerle justicia".

En el mes de diciembre de 1999 se profanó la tumba que guardó, durante un tiempo, los restos mortales del Doctor Irurita en el cementerio de Montcada y Reixach. La lápida fue extraída y depositada en un almacén del mismo cementerio. En la lápida se podía leer: Aquí descansaron los restos del Obispo mártir de Barcelona Dr. Irurita caído por Dios y por España. De esta manera tan poco ortodoxa quedaba olvidado su nombre y su estada en aquel cementerio. Se volvía a reproducir la misma circunstancia que, años atrás, se realizó cuando se retiró la placa de la calle que le habían dedicado en Barcelona.

Así y todo, gracias a las gestiones de don José vives Suriá, el Arzobispado de Barcelona pudo recuperar la lápida, la cual se conserva actualmente en el Archivo Diocesano y compró el nicho donde descansaron los restos mortales del Doctor Irurita que, actualmente conservan los de su sobrino, mosén Marcos Goñi Almandoz.

El 4 de enero de 2000 apareció en La Vanguardia una información referente a las pruebas de ADN realizadas al cadáver del Doctor Irurita para saber, si realmente, el cuerpo enterrado en la cripta del Santo Cristo de Lepanto era el del Obispo. La exhumación del cadáver tuvo lugar en el mes de julio de 1999. Las pruebas de ADN fueron comparadas con las de dos hermanas suyas, Regina y Raymunda, enterradas en Valencia. El resultado fue que aquellos restos mortales eran, en un 99,9%, los del Doctor Irurita. La causa de beatificación, de nuevo, volvía a abrirse, siendo escogido como juez al Doctor Jaime Riera y Rius, en sustitución del Doctor Luis Serrallach, por defunción.

Lo cierto es que aquel artículo aparecido en La Vanguardia exhumó una vieja polémica sobre el momento de la muerte del Obispo y, si realmente era un mártir de la guerra civil o había sido asesinado después de acabar esta. Salieron a la palestra el Doctor José Raventós y el señor Aragonés, los cuales aseguraban que, dos días después de la entrada de las tropas nacionales en Barcelona, vieron una persona que salía del Palacio Episcopal, acompañada de otra persona, y reconocieron, a aquel hombre, como al Doctor Irurita. Iba vestido de paisano, con boina, y les pareció que los conocía, pero inmediatamente desapareció.

Se cree que esta versión, que asegura haberlo visto en 1939, es uno de los impedimentos de su beatificación, y no se tiene en cuenta los testimonios de mucha gente que vio el cadáver del Doctor Irurita en el cementerio de Montcada y Reixach, como es el caso de la hija de Antonio Ponti, la cual declaró: Fui con mi madre a Montcada. Los restos estaban sobre unas mesas de mármol y los cuerpos procedían de un descampado donde estaban enterrados en cal. Junto al cadáver de mi padre estaba el del Obispo. Y tampoco se ha tenido en cuenta el informe del Vicario General José Morera, que en el año 1943, ratificaba la autenticidad de los restos mortales del señor Obispo. El informe ratificaba que el vestido del cadáver pertenecía, sin duda, al Obispo y que su complexión y físico, así como el análisis de sus dientes, se correspondían con los del Obispo. El informe añadía que el cadáver presentaba todas las características antropológicas del los vasco-navarros.

Tampoco se tuvo en cuenta la declaración de mosén Eusebio Vidal, capellán de la prisión de Lérida y que, en el año 1955, escribió: en mi labor apostólica con los presos, uno de ellos tuvo conmigo la confidencia de manifestarme que estuvo en el fusilamiento del Excmo. Y Rvdmo. Sr. Obispo de Barcelona, Dr. Irurita, y que mientras estaba en el paredón aguantando la descarga, habló a los allí presentes en esta forma: Os bendigo a todos los que estáis en mi presencia, así como también bendigo a las balas que me ocasionarán la muerte, ya que serán las llaves que me abrirán las puertas del Cielo.

Conclusiones

Una vez expuestas las dificultades que ha sufrido el proceso de beatificación del Doctor Irurita, una se pregunta: ¿Qué ha motivado el retraso del proceso? ¿Hay una mano negra detrás de todo esto?

Si dejamos a parte la finalización de las causas impuesta por Su Santidad Pablo VI, y nos centramos en el proceso a partir de 1994, podemos asegurar que sí hay una mano negra que quiere impedir su beatificación. ¿Por qué? La contestación la hemos de subdividir en tres puntos. En primer lugar, su ideario político carlista. En segundo lugar, el tira y afloja que mantuvo con el gobierno de la Generalidad de Cataluña, presidido por Luis companys. Y, en tercer lugar, su enfrentamiento con el Cardenal Vidal y Barraquer. Así pues, una parte oscura, de tendencia catalanista, ha querido, desde la llegada de la democracia, hacer olvidar el nombre del Doctor Irurita, con diferentes actuaciones ya relacionadas en éste artículo, para que no sea beatificado antes que el Cardenal Vidal y Barraquer y, lo que es más importante, para no dar un Obispo santo a los carlistas. Estas personas tienen nombre y apellidos. Ahora bien, estos funestos personajes tienen un obstáculo, el pueblo-sobre todo el carlista- ya considera al Obispo Manuel Irurita Almandoz santo y mártir.

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César Alcalá

Epílogo

En La Vanguardia, el martes 4 de abril de 2000, el presidente de la Conferencia Episcopal y Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio Rouco Varela, durante el discurso que pronunció en la inauguración de la LXXIV asamblea plenaria manifestó que: la intención de organizar, unificándolos y agilizándolos, los procesos de canonización de algunos de los numerosos hermanos en la fe que dieron su vida en los trágicos acontecimientos de la Guerra Civil (...) todos ellos perdonaron a sus perseguidores y no fueron actores de violencia, sino víctimas inocentes de ella. El recuerdo y la honra que les tributamos no deben inducir a nadie a reabrir viejas heridas. En el momento presente las causas de beatificación abiertas superan las mil. Con relación al proceso del Obispo Irurita, se cerró en junio del 2001 y fue tramitado a Roma para su estudio y aprobación. El Vaticano aún no se ha pronunciado.

Bibliografia

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LÓPEZ SANZ, Francisco: ¡Un millón de muertos! Pero con ¡Héroes y Mártires! Editorial Gómez. (Pamplona, 1963).

LLORENS, Peregrín Luis: El obispo mártir: perfil biográfico de Monseñor Doctor Manuel Irurita y Almandoz. (Valencia, 1972).

MONTERO, Antonio, Obispo: Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939. (Madrid, 1954).

NONELL BRÚ, Salvador, Mn.: Hispania Martyr 1936-1939. Conferència pronunciada el 29 de març de 2000, al Col·legi de La Salle Bonanova.

RICART TORRENS, José, Pbro.: Un obispo de antes del Concilio. Editorial Religión y Patria. (Madrid, 1973).

SANABRE SANROMÀ, José, Pbro.: Martirológio de la iglesia de la diócesis de Barcelona durante la persecución religiosa 1936-1939. (Barcelona, 1943).

 

Revista Arbil nº 78

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