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Revista Arbil nº 80

El ejército en el mundo las letras y en el avance de la ciencias

por José Luis Orella

Un repaso a las contribuciones de algunos hombres de la milicia al avance de España

Desde los primeros tiempos los hombres de la milicia han dejado testimonio de tener aficiones complementarias a las artes de Marte. En la Grecia clásica, Tucidides y Jenofonte escribieron las crónicas militares de su tiempo aprovechando el protagonismo que ellos tuvieron en ellas, consiguiendo ser los pioneros en la salvaguarda de nuestra historia. Del mismo modo, en Roma el ejemplo griego se prolongó en los latinos, Quinto Horacio, contemporáneo de Virgilio y estudiante de filosofía en Atenas, fue soldado a las órdenes de Augusto, del cual se hizo amigo. Las obras de Horacio teñidas de consejos morales y su lírica serena, clara y elegante denotan la austeridad y sencillez de las cualidades militares del legionario romano. Su influjo se hizo notar en el Renacimiento, época donde otros soldados siguieron su ejemplo.

En la España del siglo XIV, el infante Don Juan Manuel (1282-1348), nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio, dos de los monarcas que más hicieron por la cultura y que se oponen a la imagen negra de la Edad Media, fue de los primeros españoles en compatibilizar el arte de las armas con las de las letras. El famoso autor de El conde Lucanor y diferentes obras narrativas y crónicas históricas, fue adelantado del reino de Murcia, participó activamente en las campañas fronterizas de su tiempo, donde estuvo presente en la batalla del Salado. De gran inteligencia, pero poco apasionado, es considerado por sus obras el creador del cuento en Europa, algunas obras posteriores tienen origen en sus cuentos moralizantes.

Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana (1348-1458), de esmerada educación y conocedor de la cultura clásica y la de su tiempo, da a sus obras un carácter moralizante, trovadesco y provenzal, reflejando la influencia de la poesía italiana de la época. El marqués participó en los acontecimientos de su tiempo, enemigo de Don Alvaro de Luna, defendió a los infantes de Aragón, estuvo luchando en la batalla de Olmedo y defendió Jaén de los moros granadinos. Fue el enatecedente de la escuela humanista del XVI. Ya con los reyes Católicos, se inicia el inicio del florecimiento de los literatos que llenaran el siglo XVI. Jorge Manrique (1440-1479), poeta de carácter cortesano y famoso por su obra Coplas por la muerte de su padre, participó activamente en las guerras civiles de Castilla en el bamdo de Isabel la Católica. Murió combatiendo en el campo de Calatrava, frente al castillo coquense de Garci-Muñoz, luchando contra el marqués de Villena.

En el vecino reino aragonés, el valenciano Ausias March (1397-1459), nacido en una familia de poetas, recibió una severa formación de caballería, y sirvió de halconero al rey Alfonso V, participando en sus campañas de Córcega y Cerdeña. Su lírica en catalán, funde la técnica trovadesca provenzal con la filosofía escolástica y el humanismo renacentista. Su vida amorosa fue tumultuosa y le creó problemas, y fue antecedente de los grandes poetas españoles del XVI.

Juan Boscán (fines del XV-1542), barcelonés, acompañó en calidad de ayo al duque de Alba, Fernando Alvarez de Toledo, en diferentes hechos de armas, fue amigo de Garcilaso de la Vega y se hizo famoso por su introducción del endecasílabo en el castellano y su habilidad en la técnica de las formas octosilábicas, fue el precursor de la perfección de Garcilaso. El toledano Garcilaso de la Vega (1501-1536), fue el símbolo más representativo de la simbiosis armas y letras, siendo un héroe de la milicia y el mejor moeta de su tiempo. Participó en las campañas de Túnez, Rodas, defensa de Navarra, Florencia y murió en el asalto al castillo de Le Muey en Fréjus. Junto con el catalán Boscán introdujo los metros italianos en el castellano. Su idealismo en el amor a Isabel, fue el cenit de la poesía humanista del Renacimiento. Garcilaso fue un hábil militar, poeta, políglota (latín, griego y francés) y tañedor del arpa y la vihuela.

Otro de los principales humanistas guerreros fue Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575), sobrino del marqués de Santillana, también recibió una esmerosa educación en Granada y Salamanca. Estuvo combatiendo en Italia (Pavía) a las órdenes del emperador Carlos V, donde en los descansos invernales aprovechó para frecuentar las academias renacentistas italianas. Experto en lenguas muertas, traductor de Ciderón, numismática, arabista, mecenas, poeta y autor religioso. Su papel posterior fue en la diplomacia, pero entre sus obras destacó La guerra de Granada hecha por el rey don Felipe II contra los moriscos. Juan de Herrera, el genial arquitecto de El Escorial, también participó como soldado en las duras campañas del Piamonte y Flandes, y formó parte de la guardia personal del emperador Carlos V a su vuelta a España. Entre los soldados anónimos, tenemos a Miguel de Cervantes (1547-1616) quien combatió en Lepanto contra el turco y participó en la expedición de Túnez, aunque fue apresado y llevado a Argel. Después fue el genial escritor de El Quijote, la mejor obra de nuestra lengua.

En la propia América, los conquistadores demostraron su saber como Hernán Cortés ( 1485-1547), con su obra Cartas de relación de la conquista de Nueva España, donde cuenta la derrota del imperio azteca. Alonso de Ercilla sería otro e aquellos hombres, poeta familiarizado con la métrica latina, estuvo al servicio de Felipe II, en los tiempos en que fue príncipe. Después, la aventura le llevó a luchar contra los araucanos del actual Chile. Aquello se plasmó en La Aracuana, obra en octavas reales donde relata las acciones de los jefes araucanos contra España. En la decadencia, Calderón de la Barca (1600-1681), fue uno de los últimos príncipes de las letras que simultaneó por un corto período el arte de las armas y las letras. Estuvo en Italia y en Flandes, y como miembro de la orden de Santiago, combatió contra los franceses en la liberación de Cataluña de su poder. Después, el autor de La vida es sueño, El Alcalde de Zalamea y El gran teatro del mundo entró en la vida religiosa abandonando su vida militar.

En el siglo XVIII, militares y marinos lograron gran relieve literario, científico y social. El teniente general duque de la Roca fue director de la Academia de la historia desde 1795; Malaspina creador del Instituto Hidrográfico; Dionisio Alcalá-Galiano dirige la carta geográfica del mediterráneo oriental; se levantó el mapa de la bahía de Juan de Fuca (Seattle), viajes de Vernacci y Cortázar con la fragata Ifigenia que ayuda a escribir los mapas de extremo Oriente, los de Cavallos y Colmenares los de Campeche y Guatemala; Oyarbide los de Rio de la Plata y Joaquín Fidalgo los del Caribe. En la misma época Godoy creó el cuerpo de Sanidad militar. La marina además contribuyó con el teniente de fragata Pedro del Barco a llevar en 1803 la vacuna contra la viruela a América en vivo, en 25 niños atendidos por 10 médicos En la independencia del continente la desaparecida marina aún pudo trasladar en quinde años a 27 mil soldados a América, hecho inaudito hasta entonces. El general Morillo, quien encabezó la principal expedición salvó la colección botánica de Mutis que fue llevada a España para su conservación en el Jardín botánico y el Museo de Historia natural.  

En España, la proximidad de Cataluña al teatro de operaciones italiano convierte a Barcelona en la primera mitad del siglo XVIII en el centro textil de la confección de uniformes y otros equipos, de donde resultó no sólo una evidente influencia militar en la industria textil de cataluña, sino la paradoja de que esto se debiese al mismo rey que había suprimido los fueros catalanes

El P. Garcia Villoslada cita en su San Ignacio de Loyola, Nueva Biografía. Madrid, 1986. Pág. 23-24 un párrafo de Miguel de Unamuno, Obras Completas. Madrid, 1966. Tomo III, pág. 1266:

"Nuestros grandes hombres representativos cumplieron su misión al servicio de Castilla o del espíritu castellano. Así el canciller Ayala, así Legazpi, así Urdaneta, así Garay, así Irala, así Elcano, así Churruca, así Oquendo, así hasta Zumalacárregui, y así sobre todo nuestro más grande héroe, Iñigo de Loyola, que encarno en una Compañía el alma de la España castellana del siglo XVI. No hay un solo hecho de historia universal que haya llevado a cabo el pueblo vasco por sí solo... Creo que los vascos somos los que mejor hemos sentido a Castilla, y no me dejarán mentir los cuadros de Zuloaga y las novelas de Baroja".

Ejército diverso, reflejo de una España diversa

La milicia como reflejo de la sociedad española ha representado fielmente sus diferentes componentes. Las glorias de las armas españolas en la edad moderna tuvieron como protagonistas a españoles de todas partes. En los famosos tercios del castellano Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, sirvieron en su mayor parte hijos de Castilla, pero también navarros como Antonio de Leiva, su mano derecha, y Pedro Navarro, experto en ciencia obsidional, en el empleo de explosivos, colaborador del invento del mosquete y verdadero padre de la artilleria española. Hemos visto la amistad militar y literaria del catalán Boscan y el castellano Garcilaso. Las actividades de Luis de Requesens, florón de la nobleza catalano-aragonesa, las del duque de Alba, de la castellana, y las del conde de Oñate, vasco-castellana.estuvieron al servicio de una misma idea de España.

Quizás lo más representativo es la presencia de apellidos tradicionales de la milicia de origen foráneo que contrarrestan la imagen de mercenarios de los extranjeros que llegaron a servir a España y que se quedaron integrados en su comunidad nacional, contribuyendo a su mestizaje: O´Donoju, Weyler, O´Reilly, O´Donnell, Croix, Lacy, Liniers, Malaspina, O´Higgins, Meer, Wall, Merry-Gordon, Kindelan...

La contribución común militar de las diferentes partes de la nación española se repitión en el siglo XIX, la guerra de Marruecos de 1860, conducida por O´Donnell, fue capitalizada por el catalán Prim, y contribuyeron los voluntarios catalanes y vascongados de sus tercios de voluntarios. La marina española derrotada en Santiago de Cuba demostró en numerosas ilustraciones la procedencia de muchos de sus marinos, vestidos con la tradicional barratina catalana.

Aportación innovadora

España contribuyó con la aportación de la infantería de marina fundada en 1535 con las primeras compañías del mar y posteriormente con los tercios de la mar oceana, embarcados para protección de las comunicaciones y para los primeros desembarcos realizados por un ejército.

Entre los pioneros del submarino tenemos a técnicos españoles como Isaac Peral y Narciso Monturiol, que aportaron conocimientos importantes para la invención del sumergible. En cuanto al destructor, como unidad de combate fue diseñada por primera vez por el capitán de corbeta Villamil.

El artillero Pedro Navarro, colaboró en la invención del mosquete y fue el inventor de la mina terrestre, que fue utilizada en Nápoles para reventar una muralla.

El primer desembarco moderno con lanchas fue el efectuado por el ejército español en Alhucemas que acabó con la existencia de la autoproclamada república del Rif. Esta acción bélica fue estudiada para el posterior desembarco anglosajón de Normandia de 1944.

En la aviación, excepto la colaboración en la invención del autogiro del ingeniero civil Juan de la Cierva, los éxitos son los viajes espectaculares como el del Plus Ultra capitaneado por el gallego Ramón franco y el navarro Julio Ruíz de Alda que unió el viejo continente con América. rememorando las expediciones marítimas de los hombres del XVI y del XVII. El general granadino Herrera fue de los pioneros de la aviación, inventor de fama mundial, fue uno de los prohombres que contribuyeron a la formación de la NASA.

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José Luis Orella

 

Revista Arbil nº 80

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