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Revista Arbil nº 81

Presentación del nuevo libro del Papa

por Rogelio Esquivel Medina

El Obispo Auxiliar de México hace, a través de Catholic.net, una magnífica presentación al nuevo libro de Su Santidad

"¡Levantaos! ¡Vamos!". El nuevo libro del Papa

He leído con mucho agrado esta narración de la experiencia de su vida, desde su nominación a ser ordenado obispo, hasta nuestros días. El Episcopado es un don del Señor, pero también un desafío muy grande para quien lo recibe. Esta narración nos lo platica, así de sencillo, en las seis partes en que se divide el libro: la vocación, la actividad del obispo, su compromiso científico y pastoral, la paternidad del obispo, Colegialidad Episcopal, el Señor es mi fuerza.

En un lenguaje muy llano, para que todos lo entendamos, nos cuenta las alegrías, problemas que afrontar y hasta anécdotas. Más que hablar la mente del Santo Padre, habla su corazón y su experiencia.

El Santo Padre nos dice en la introducción: “Ofrezco este escrito como muestra del amor a mis hermanos en el Episcopado y a todo el Pueblo de Dios. Espero les sirva a cuantos deseen conocer la grandeza del ministerio episcopal, las dificultades que conlleva, pero también las alegrías que comporta desempeñarlo cotidianamente”.

El Santo Padre, en cada parte, habla de los criterios y de las misiones que le competen al obispo, pero también de su experiencia en relación a esos compromisos. Así vemos al Santo Padre de forma transparente, de una generosidad, de una entrega y de un amor extraordinarios.

Primera parte: La vocación

Recibió la llamada del Cardenal Stefan Wyszynski, Primado de Varsovia comunicándole que el Santo Padre lo nombró Obispo Auxiliar de Cracovia, hecho que lo conmovió profundamente, pero después de manifestar su pequeñez, aceptó. Continuó un tiempo de profunda reflexión, oración y consulta y fue ordenado Obispo el 28 de septiembre de 1958.

Él nos narra la ceremonia paso por paso, rito por rito, con mucha emoción y amor.

"¿Cuál fue la fuente de mi vocación? Fluye allí en el Cenáculo de Jerusalén".

Dice el Santo Padre: "Doy gracias a Dios porque durante el Gran Jubileo del año 2000 obtuve la gracia de rezar precisamente en aquella “sala en el piso de arriba” (Mc. 14,15) en la que tuvo lugar la Ultima Cena. También ahora me traslado espiritualmente hasta aquel Jueves memorable, cuando Cristo, “habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo” (Jn. 13,1), hizo Sacerdotes de la Nueva Alianza, a los Apóstoles. Le contemplo mientras se inclina ante cada uno de nosotros, sucesores de los Apóstoles, para lavarnos los pies. Y escucho, como si me las dijera a mí, a nosotros, aquellas palabras: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “El Maestro” y “ El Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo el Señor y el Maestro, os he lavado los píes, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis” (Jn. 13, 12-15). "Como el Padre me ha amado, así los amo yo; permanezcan en mi amor".

En las palabras pronunciadas por Cristo en la hora para la que había venido, está la raíz de toda vocación en la Iglesia, la de los apóstoles, la de los sucesores y la de todo hombre. El amor de Dios para nosotros, consiste en nuestra amistad y fidelidad manifestadas a través del cumplimiento de los mandamientos. Expresar también el sentido de la vocación que es: “ir y dar fruto, y que nuestro fruto permanezca” (Jn. 15,16). “No son ustedes los que me han elegido, soy yo el que los ha elegido y destinado para que vayan y den fruto, y nuestro fruto dure”. (Jn. 15, 16)".

La mañana siguiente de la ordenación se fue a visitar a la Santísima Virgen de Czestochowa. Es muy devoto de la Santísima Virgen María. Comenta que el deseo de visitar un Santuario mariano, lo llevaría siendo Papa a realizar el 1er. Viaje apostólico a México, a los pies de la Virgen de Guadalupe. Narra cuánta gente lo recibió y cuando iba a pernoctar la gente seguía cantando y ya era media noche, tuvo que salir su secretario Mons. Estanislao para decirles que el Papa tenía que dormir y sólo así se calmaron.

Dice el Santo Padre: “Recuerdo que interpreté el viaje a México como un “salvoconducto,” que podría abrirme camino a la peregrinación a Polonia. Pensé que los comunistas de Polonia no podían negarme el permiso de entrada, después de haber sido recibido en un País con una constitución totalmente laica, como la del México de entonces. Quería trasladarme a Polonia, y esto se pudo realizar en junio del mismo año. Guadalupe, el Santuario más grande de América, es para aquel continente, lo que Czestochowa es para Polonia”.

Segunda parte: la actividad del obispo

Ser Pastor que conoce a sus ovejas y las ovejas lo conocen a él. La tradición cristiana ha puesto en tres símbolos la imagen Bíblica del Pastor: el que lleva sobre sus hombros la oveja perdida; el que guía a su rebaño a exuberantes pastos; el que con su bastón recoge a sus ovejas y las protege contra los peligros. El Santo Padre comenta que San Agustín, refiriéndose al libro del Profeta Ezequiel habla de los malos pastores que se apacientan así mismos en vez de apacentar a las ovejas. También San Gregorio Magno dice: “el mundo está lleno de Sacerdotes y, sin embargo, es muy difícil encontrar un trabajador para la miés del Señor; porque hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los deberes de este ministerio. Descuidamos, en efecto fácilmente el ministerio de la predicación y, para vergüenza nuestra, nos continuamos llamando Obispos; nos place el prestigio que da este nombre, pero, en cambio, no poseemos lo que este nombre exige. Así contemplamos plácidamente cómo los que están bajo nuestros cuidados abandonan a Dios, y nosotros no decimos nada”.

El Santo Padre realiza las Visitas pastorales a las Parroquias de su Diócesis, las que le daban grande satisfacción porque entraba en contacto con las personas. Duraban hasta dos meses. Se entrevistaba con todos los grupos y ambientes sociales; celebraba la Eucaristía y los Sacramentos.

Nos habla de ásperos conflictos con el gobierno comunista en especial, en torno a las peregrinaciones y a la construcción de iglesias. A él le tocó llevar las conversaciones con las autoridades, que fueron difíciles. Ahora agradece y admira a los párrocos que construyeron iglesias en ese tiempo.

El Obispo debe actuar con tacto en el trato con las personas para llegar a un conocimiento y comprensión recíprocos. Él reza por todos cada día y esto le facilita la relación con las personas que el Señor le envía y confía.

Tercera parte: su compromiso científico y pastoral

Tuvo mucha preocupación por promover una pastoral apropiada para los hombres de Ciencia. Fomentaba el dialogo con los intelectuales y defendió la Facultad de Teología de Cracovia, pues el gobierno la quería cerrar. Mantuvo estrecho contacto con el mundo universitario a fin de que sirvieran a la verdad y al bien común.

Comenta que desde que era niño, le gustaban los libros. Su Padre lo había habituado a la lectura y no cesaba de animarlo a conocer literatura de valor.

Dice el Santo Padre: "Vale la pena que los Sacerdotes y Obispos, tengan una relación personal con el mundo de la ciencia y sus protagonistas. El Obispo debería ocuparse de sus ateneos católicos y mantener un estrecho contacto con la vida universitaria".

El Santo Padre tuvo contacto con varios filósofos, su postura filosófica se movía entre el tomismo aristotélico y la fenomenológica.

El Obispo necesita una formación teológica profunda y actualizada constantemente y tener un interés amplio en lo que se refiere al pensamiento y la palabra.

"En mi vida de Obispo, dice el Santo Padre, trato de elegir y pedir consejo sobre lo que leo. En mi itinerario intelectual hubo dos etapas: la primera en el tránsito de modo de pensar literario a la metafísica; la segunda me llevó de la metafísica a la fenomenología, este fue mi taller de trabajo científico. La primera etapa coincidió con el período de ocupación Nazi, cuando trabajaba en la fabrica Solvay y a escondidas estudiaba teología en el seminario. El señor rector me dijo: lo acepto pero, esto no lo debe saber ni siquiera su madre. Más tarde el profesor Don Rozycki me propuso el tema de la tesis universitaria sobre la obra de Max Scheler “Der Formalismus in der Ethik und materiale Wertethik”. En poco tiempo terminé la tesis y la defendí en noviembre de 1953. El profesor Rozicki me alojó en su casa y allí vivimos juntos durante 6 años".

Para el Santo Padre la lectura y el estudio deben armonizarse con las cuestiones de la fe, del pensamiento y del corazón.

Sus encuentros con niños y jóvenes lo fortalecían y los adoctrinaba enseñándoles a orar, a hacer la oración personal y el rezo del rosario, esto mismo realizaba en la pastoral que tenía con las familias.

Cuarta parte: la paternidad del obispo

Los laicos pueden realizar su vocación en el mundo y alcanzar la santidad, comprometidos con los pobres y dando testimonio cristiano en su trabajo y en su familia. Esta es la lección de la parábola del Buen Samaritano, (Lc. 10,34-35).

El Obispo está llamado no sólo a promover él iniciativas sociales cristianas, sino a promover que en su Iglesia nazcan y se desarrollen obras guiadas por los laicos. Sólo debe vigilar para que todo se cumpla en la caridad y en la fidelidad a Cristo.

El Santo Padre dice que apoyó bastantes iniciativas: el Oficio para pastoral familiar, estudio para clérigos y estudiantes de medicina, el Instituto para la Familia. Fue presidente de la comisión para el apostolado de los laicos en el episcopado polaco. Mantenía un periódico católico.

Tuvo cercanía espiritual con la obra de María, los focolares, que tienen como fin que la Iglesia llegue a ser “casa y escuela de comunión”. Otro movimiento surgido de la vitalidad de la Iglesia es “comunión y liberación”.

Pensando en los laicos, escribió la exhortación “Christifideles Laici”: la llamada es no sólo a los pastores, sino también a todos los laicos que reciben una misión a favor de la Iglesia y del mundo.

Con las órdenes religiosas siempre tuvo buenas relaciones, reconociendo en ellas una gran ayuda en la misión del Obispo. Recuerda haberles dicho a unas religiosas de vida contemplativa: “Que esta reja las una al mundo y no las separe de él. Cubran el globo terrestre con el manto de la oración”.

"Experimenté muchas veces su apoyo al encontrarme en problemas difíciles. Así lo pueden tener también todos los Obispos, porque ellas sirven a la Iglesia. Es difícil no apreciar su testimonio de fe, basado en los votos de pobreza, de castidad y de obediencia y su modo de vida inspirado por su fundador".

El Obispo es promotor de las vocaciones al sacerdocio. Invita a los jóvenes a vivir la “locura del amor”, que se requiere para la entrega total. El Obispo confía en sus colaboradores del seminario, elige y llama en definitiva en nombre de Cristo. Por eso en la ceremonia de ordenación dice: con el auxilio de Dios y de Jesucristo nuestro Salvador, elegimos a estos hermanos nuestros para el orden de los presbíteros. Es una gran responsabilidad. Por eso, Pablo advierte a Timoteo: “no te precipites en imponer a nadie las manos” (1 Tm. 5,22).

En cuanto a los presbíteros los ha tomado muy en serio para que vivan la unidad y tengan los programas para la cura de almas. La casa del Obispo estaba abierta a todos. Pues siendo el pastor debe de estar con la gente, ser para la gente y servir a la gente.

En el Palacio Episcopal tenían lugar diversas reuniones, allí estaba el Studium para la familia y un consultorio familiar. Cada reunión de laicos era considerada por las autoridades como una actividad contra el Estado. La casa del Obispo se convirtió en un refugio. Invitaba a diversas personas: intelectuales, filósofos, humanistas; a veces el salón era aula de clases; se puede decir que aquella casa estaba “llena de vida”.

El Obispo en su oficio, no debe convertirse en “funcionario,” nunca debe olvidar que es Padre.

Quinta parte: colegialidad episcopal

El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo Metropolitano de Cracovia. En ese mismo año recibió el Palio que simboliza la solicitud y responsabilidad por la grey que se le ha confiado, debiendo cultivar y custodiar la unidad. El Obispo, por la inserción en la sucesión apostólica, tiene ante sí a la Iglesia Universal. Ha sido enviado a todo el mundo. “Esta Iglesia de Cristo está presente en todas las legítimas localidades locales de fieles, unidas a sus pastores”. Él está visiblemente en esta comunidad particular para la que ha sido asignado, pero al mismo tiempo en la Iglesia Universal.

El Obispo ejerce su ministerio de manera verdaderamente responsable cuando suscita en los fieles un vivo sentido de comunión, con él y a través de él, con todos los creyentes.

Su Santidad tuvo experiencia en Cracovia de esta unión cordial con los sacerdotes, las órdenes religiosas y los laicos. Antes de ser elegido a la Sede de Pedro, se reunía con muchos obispos de todo el mundo, aunque de manera más frecuente con obispos europeos. "Ahora recibo a los obispos sobretodo para la visita “ad limina” y aprendo mucho de ellos".

Nos comenta que le ha gustado viajar. Está convencido de que es un cometido que Cristo mismo le ha encargado.

Estuvo presente en el Concilio Vaticano II y tuvo mucha comunicación con los Padres Conciliares, fue un acontecimiento eclesial extraordinario.

En junio de 1967 fue incorporado al Colegio Cardenalicio, donde los Señores Cardenales rodean al Papa y lo sostienen en su testimonio de fe ante toda la Iglesia. Como la responsabilidad del Papa se extiende al mundo entero, se ha ido desarrollando la idea de que los cardenales estén en todo el mundo cristiano.

Da gracias por los cardenales que comparten la responsabilidad con él en el gobierno de la Iglesia. Así están también más capacitados para elegir, bajo la acción del Espíritu Santo, al nuevo sucesor de Pedro.

Los Sínodos: uno de los frutos del Concilio fue la institución de los Sínodos de Obispos. Han sido numerosos y han tratado los temas de la Familia, de Reconciliación y Penitencia, el Papel de los Laicos en la vida de la Iglesia, la Formación Sacerdotal, la Vida Consagrada, el Episcopado; también ha habido sínodos de carácter continental. Ahora tenemos en puerta el siguiente Sínodo sobre la Eucaristía.

Su Santidad tuvo experiencia sinodal cuando organizó el Sínodo de Cracovia, sínodo diocesano, organizado con ocasión de los 900 años de San Estanislao. Sínodo pastoral para poner en práctica las orientaciones del Concilio, trabajando juntos, sacerdotes y laicos.

Dirigió los ejercicios espirituales al Papa Pablo VI y a la Curia Romana con el tema “Signo de contradicción”. En ellos me di cuenta de lo necesario que es para el obispo la prontitud para hablar de su fe, donde quiera que el Señor se lo pida. El hacía sus ejercicios espirituales en la Abadía Camaldulense, en la Benedictina de Tyniec, en Bielany, en el Seminario de Cracovia y ahora con la Curia Romana la primera semana de Cuaresma. Son siempre un tiempo para dejar todo y encontrarse con Dios.

Sexta parte: el Señor es mi fuerza

El Cardenal Stefan Wyszynski, un día antes de su consagración Episcopal (11 de mayo de 1946), decía: "Ser obispo tiene en sí mismo algo de cruz, por eso la Iglesia pone la cruz sobre el pecho del Obispo. Sobre la cruz hay que morir a sí mismo; sin ésto no hay plenitud de sacerdocio. Tomar sobre sí la cruz no es fácil, aunque sea de oro y este cuajada de perlas preciosas”. Diez años después añadía “el obispo tiene el deber de actuar no sólo por medio de la palabra y del servicio litúrgico, sino también mediante el ofrecimiento de sus sufrimientos”. Y tiempo después afirmaba: “Para un obispo la falta de fortaleza es el comienzo de la derrota. ¿Puede continuar siendo apóstol?. ¡Para un apóstol es esencial el testimonio que se dé a la verdad! y eso exige siempre fortaleza”. Por eso debemos ser fuertes en la fe.

Los hombres siempre tienen necesidad de modelos qué imitar. ¡Que don para las Diócesis los propios Santos y Beatos!. El Santo Padre admiraba a los Santos Polacos y a otros, a quienes consideraba sus protectores.

Los mártires. Ellos son testigos claros de la Cruz de Cristo. En 1999 Beatificó a 108 mártires, víctimas de los Nazis, entre los que había tres obispos. Un modelo muy conocido del sacrificio de amor al martirio es San Maximiliano de Koble, dio su vida en el campo de concentración de Auschwitz, ofreciéndose por otro prisionero, padre de familia, al que no conocía. "Yo nunca me he puesto la cruz con indiferencia, desde hace 45 años, dice, la cruz está sobre mi pecho".

Tierra Santa. Abraham y Cristo: “Aquí estoy oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hb. 11,8). Es la llamada de Dios a toda misión. Así, desde Abraham, nos ha llamado el Señor.

Esta invitación “¡Levantaos! ¡Vamos!" se dirige sobretodo a nosotros los obispos, sus amigos predilectos. A pesar de que estas palabras significan tiempo de prueba, gran esfuerzo, cruz dolorosa, no debemos dejarnos vencer por el miedo, son palabras que llevan consigo alegría y paz, frutos de la fe. En otra ocasión Cristo reprendió a tres discípulos: “Levantaos no temais”, (Mt. 17,7). “El amor de Dios, dice el Santo Padre, no impone cargas que no podamos soportar, ni nos plantea exigencias que no podamos enfrentar. A la vez que pide, él ofrece la ayuda necesaria".

Conclusión

El Santo Padre nos habla con el corazón en la mano, sobre todo, a nosotros los obispos, para que siguiendo sus orientaciones sobre los compromisos del Obispo, Buen Pastor, podamos imitar sus ejemplos de vivencia fiel a estas orientaciones. Así nos edifica y anima con su vida plena de espiritualidad y de amor.

Agradecemos a Dios y a la Santísima Virgen de Guadalupe y al mismo Santo Padre, esta herencia tan apreciada y valiosa para todos nosotros y para el mundo entero. Agradecemos también a la editorial Plaza&Janés la edición de este hermoso libro, cuyos fondos económicos se enviarán al Su Santidad para sus obras apostólicas

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Rogelio Esquivel Medina

¡Levantaos ! ¡ Vamos!
Autor: Karol Wojtyla ( Juan Pablo II )
Editorial: Plaza & Janes
Fecha De Publicación: 18/05/2004.
Edición: 1ª.
ISBN: 8401305306.

 

Revista Arbil nº 81

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