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Tintin, 75 años de un héroe católico en el comic

por José Luis Orella

Tintín, el hijo de Hergé, será durante su larga trayectoria un ejemplo constante de lo que se esperaba de un católico. El joven reportero se muestra idealista, comprometido con los más débiles, en situaciones que guardan realidad con la actualidad de su momento. Pero, mostrando claramente una defensa de la persona ante las utopias que intentaron arrebatar en el siglo XX al hombre de las manos de Dios

En 1929 un joven adolescente, rubio con un mechón de pelo en la frente, partía como corresponsal del Le Vingtieme Siecle al país de los Soviets. Era la primera aventura del genial periodista, que a través de las viñetas dibujadas por Georges Remí “Herge” , mostraba la realidad de un mundo convulso y en pleno cambio. El antiguo boi-scout católico había conseguido el apoyo del director del periódico, Le Vingtieme Siecle, el sacerdote Norbert Wallez, quien le otorgará su confianza. En ese primer periodo aparecen Tintín en el país de los soviets, Tintín en el Congo y Tintín en América. Los tres resultan ser muy reivindicativos, el primero muestra la realidad negada por la intelectualidad de izquierdas de cómo era el paraíso comunista; en el segundo, la labor desarrollada por los misioneros belgas en su antigua colonia y el tercero, es una denuncia clara de la situación de marginalidad que sufren los indios en los Estados Unidos. Tintín, siempre se mostrará en todas sus aventuras, como un reportero subjetivo que esta al lado del más débil.

A partir de 1932, se publica Los cigarros del faraón, cuyos ejes son el tráfico de armas y de drogas, Hergé parece confirmar un mayor interés por la realidad, que alcanzará su apogeo en El loto azul, el cual sale dos años después. Este comic esta realizado en buena medida gracias a su amistad con el joven Tchang Tchong-Jen, estudiante de Bellas Artes en la Universidad católica de Lovaina. Quien le ayuda a documentarse fielmente, pero por cuya amistad, también critica y negativiza el imperialismo japonés. En esta etapa de entreguerras, nos encontramos con un Tintín que señala los problemas del mundo, si antes ha apuntado al expansionismo nipón. En La oreja rota se verá representada la guerra entre Bolivia y Paraguay por turbios intereses petrolíferos; en La isla negra, la única ambientada en Gran Bretaña, se toma un respiro y habla sobre la falsificación de dinero. Pero en El cetro de Ottokar, la rivalidad entre Sildavia y Borduria, señala un apoyo a la neutralidad ante el expansionismo del III Reich. En aquel momento, Hergé es simpatizante del rexismo, movimiento corporativista católico surgido de las juventudes de Acción Católica, que se habían escindido del Partido Católico. Este era el único grupo que apoyaba la neutralidad defendida por el rey Leopoldo III.

Sin embargo, cuando dibuja Tintín en el país del oro negro, donde se habla de los problemas entre los colonos judíos y la población árabe de Palestina, se produce lo inevitable, la invasión alemana de Bélgica en mayo de 1940. La tercera etapa de Tintín, se produce con altibajos por la ocupación, el periódico Le Vingtième Siècle y su suplemento semanal Le Petit Vingtième desaparecen. Pero en octubre de este mismo año, Hergé entra como redactor jefe del suplemento juvenil Soir Jeunesse, del periódico Le Soir, donde Tintín vuelve aparecer. En esta ocasión las aventuras son imaginativas y sin ninguna carga ideológica, como habían sido las anteriores. Aunque en La estrella misteriosa, se vislumbra la rivalidad entre Los Estados Unidos y el nuevo orden europeo. El cangrejo de las pinzas de oro, La estrella misteriosa, El secreto del Unicornio, El tesoro de Rackham el Rojo y Las siete bolas de cristal, son fruto del trabajo de este momento.

Sin embargo, el final de la guerra causará un momento de desaparición de nuestro héroe. Hergé es detenido y será una víctima más, entre las cien mil encausadas por el revanchismo de una izquierda que incluso señalará al propio monarca de los belgas. En este momento será cuando reciba la ayuda de Raymond Leblanc, periodista próximo a la Resistencia, que fundará en 1946 la revista Tintín. A partir de entonces, Tintín se convierte de nuevo en un reportero comprometido, y en sus siguientes aventuras, la lucha la mantiene contra una misteriosa potencia, cuyo presidente muestra un excesivo parecido con Josif Stalin. No obstante, incluso en un momento donde su anticomunismo beligerante se hace rentable, su catolicismo le obliga a hacer una crítica profunda de la carrera atómica, e incluso a mostrar una relativa semejanza entre las dos potencias mundiales que protagonizan la guerra fría (Sildavia-EEUU y Borduria-URSS). Serán hijos de este periodo Objetivo: La Luna, Aterrizaje en la Luna y El asunto Tornasol.

Sin embargo, desde la aparición en 1958 de Stock de coque, donde habla con premeditación del tráfico de esclavos; y Tintín y los pícaros, en donde se hace eco de los fenómenos guerrilleros hispanoamericanos, pero mostrando la imposibilidad de que una victoria de aquellos populismos, pudiesen librar de la miseria a sus pueblos. A continuación, en Tintín en el Tibet y Las joyas de la Castafiore, las aventuras del joven reportero abandonan su trasfondo ideológico a favor de un intimismo hogareño, causado por la propia crisis personal del dibujante. Esta crisis le marcaré profundamente y por esta razón, Hergé ralentizará la aparición de su obra que culminará en 1968 con la aparición de Vuelo 714 para Sydney. Donde los malos y los buenos acaban por parecerse tanto, que incluso tienen oportunidad de cambiar de bando.

En definitiva, Tintín, el hijo de Hergé, será durante su larga trayectoria un ejemplo constante de lo que se esperaba de un católico. El joven reportero se muestra idealista, comprometido con los más débiles, en situaciones que guardan realidad con la actualidad de su momento. Pero, mostrando claramente una defensa de la persona ante las utopias que intentaron arrebatar en el siglo XX al hombre de las manos de Dios. En este sentido, Tintín es un adolescente con valores sólidos, que mira al futuro y que tiene actualidad en un momento en que los jóvenes católicos buscan puntos de referencia. Aunque en el plano del comic, Tintín, demostró, por voluntad de su creador, su compromiso con la verdad.


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José Luis Orella

 

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