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Recuperando escritores

por Rafael Ibáñez Hernández

La colección "Post nubila" pretende acercar a nuevos lectores la producción literaria de aquellos autores que, por no someterse a la corrección política, han sido borrados de la historia de la literatura española. "La fiel Infantería" de Rafael García Serrano e "Ida y vuelta" de Antonio José Hernández Navarro han sido los primeros títulos publicados

La producción literaria del primer tercio del siglo XX —período que estudiosos de la cultura española han dado en denominar Edad de Plata— se habría beneficiado de la pugna entre los recuperadores de ciertas formas clásicas y quienes pretendían fórmulas valientemente novedosas. Las tensiones políticas, que ofrecieron oportunidad a la literatura de avanzada, eclosionaron en un conflicto bélico tras el que apenas quedaría un páramo. Sólo al exilio —externo e interior, un confuso juego de palabras— correspondería la excelencia literaria, a la que se sumarían unas escasas excepciones y, paulatinamente, los nombres de nuevos autores supuestamente comprometidos con posiciones ajenas al régimen entonces imperante.

Ante este panorama que ofrecen las historias de la literatura española y los manuales que nuestros estudiantes acarrean de un lugar a otro, da la impresión de que sólo desde determinadas filas ideológicas era posible la producción literaria de calidad. Afortunadamente, la realidad fue muy diferente y en ambas trincheras tuvo su lugar la excelencia. Pero las circunstancias sociales y políticas —como es su norma— manipularon a su antojo el mercado editorial y —lo que es más grave— la memoria de las gentes, despojada de nombres como los de José María Alfaro, Luys Santa Marina, Rodrigo Royo, Leopoldo Panero… Como si determinadas convicciones políticas fuesen argumento válido para despreciar la producción de los literatos. En algunas ocasiones, sorprendentes esfuerzos institucionales han ofrecido —sin las alharacas publicísticas de las grandes editoriales— la posibilidad de releer a alguno de estos autores. Es el caso de la Fundación Santander Central Hispano, que ha regalado nuestras estanterías con sendas antologías de Samuel Ros y Ramón de Basterra, o la Institución Príncipe de Viana, que inició la recuperación de la obra de Ángel María Pascual. Últimamente, el sorprendente éxito de la novela Soldados de Salamina de Javier Cercás —llevada al cine por David Trueba— nos ha recordado la figura de Rafael Sánchez Mazas y, al calor del centenario, los hermanos Carbajosa han publicado su estudio sobre La corte literaria de José Antonio.

La recuperación de la obra de estos y otros autores, postergados por razones espurias, es el propósito que ha impulsado el esfuerzo de la colección literaria Post nubila. Empeñados en ofrecer a las nuevas generaciones la oportunidad de juzgar por sí mismas lo que otras ya han condenado al desprecio, hemos iniciado en la editorial Actas esta tarea con la publicación de La fiel Infantería, sin duda alguna una de las mejores novelas sobre la Guerra Civil, salida de una de las plumas españolas mejor cortadas del siglo XX, Rafael García Serrano, cuya fidelidad a sus ideales falangistas de juventud le cerraron las puertas de la Academia y otras muchas. Digna representación del tremendismo heroico, esta novela ofrece una imagen humana, cargada a la vez de fuerza y ternura, de aquellos jóvenes combatientes dispuestos a jugarse la vida por una España mejor, que se sentían superiores a quienes les precedieron y oraban por los que tenían enfrente. El descarnado realismo del relato, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera en 1943 —superando La familia de Pascual Duarte escrita por Cela—, provocó una azarosa peripecia con la censura eclesiástica que lo mantuvo apartado de las librerías durante quince años. Acaso las circunstancias de la posguerra no estuviesen para sutilezas y las jerarquías eclesiásticas no fuesen capaces de discernir las razones que compartieron el sacerdote que despedía a los que marchaban al frente recordándoles que iban a morir en defensa de la Patria «en el Santo Nombre de Dios Padre» y el que respondía ante los temores de un voluntario que no había cumplido en el precepto dominical de la misa: «Aquí peca el que la oye». Desde luego, aquellos soldados no eran querubines celestiales, como tampoco lo fueron los combatientes de los Tercios que lucharon contra los reformistas a las órdenes del Emperador Carlos o los que acompañaron con sus armas la evangelización de América.

A una línea vital y literaria semejante pertenece Ida y vuelta, la primera novela publicada en torno a la gesta de la División Azul. Debida al también periodista Antonio José Hernández Navarro, su realismo rehuye —por fortuna— la viscosidad de las obras de Hazle, pero fiel a sus modelos literarios —Luys Santamarina, el mismo Rafael García Serrano— retrata igualmente el modo de ser y combatir de una generación de jóvenes a la que el propio autor perteneció: «su modo de amar, de matar y de morir a la española, sirviendo nobles banderas». Novela de guerra, apenas relata combates su autor, pero describe las miserias y grandezas de la guerra, la muerte que arrebata al camarada o amenaza a los soldados en una escudilla de agua, la pasión que enciende corazones adolescentes o enerva en la lucha, el fatalismo con que unos se enfrentan a la parca mientras otros le plantan cara… También Ida y vuelta hubo de sortear las consecuencias de un régimen en el que pronto la memoria de aquellos hombres resultó incómoda. Sin avatares tan escandalosos como los de La fiel Infantería, quedó recluido el texto a los circuitos divisionarios, de los que en esta ocasión podrá salir, no sin el apoyo del previo estudio del profesor Carlos Caballero que enriquece esta edición.

En un futuro, nuevos títulos sobre los que ya se trabaja pondrán en manos de las jóvenes generaciones la producción de unos escritores merecedores del reconocimiento que sus convicciones políticas les han arrebatado. Una nueva oportunidad para acceder a manifestaciones literarias muy superiores a los que acostumbra el mercado literario actual. «Post nubila Phoebus».

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Rafael Ibáñez Hernández

 

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