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Di no a la constitución antieuropea, totalitaria y tiránica

La otra América

por Ángel Expósito Correa

Frente a la tentación del desánimo, de dar por perdida la posibilidad de restaurar “un mundo mejor” (una nueva civilización natural y cristiana), algunos hechos de la nación hegemónica en el mundo occidental – y en parte del resto – como ejemplo demostrativo de la supervivencia de una mayoría silenciosa portadora de una concepción fuerte natural y cristiana. La posibilidad, por tanto, de influir mediante la cultura para cambiar las categorías de juicio del hombre occidental, utilizando todo aquello que consciente o inconscientemente sirva al fin de todo buen católico: La instauración del Reino del Corazón Inmaculado de María

En el último número de la revista italiana “Cristianità” (órgano oficial de la asociación cívica-cultural para la difusión y promoción de la doctrina social de la Iglesia, “Alleanza Cattolica”) su director – además de fundador y regente nacional de la misma asociación -, Giovanni Cantoni, escribe lo siguiente: [...] “La comunicación de la ANSA, Agenzia Nazionale Stampa Associata de Roma, con fecha “Washington 4 agosto 2004” y titulada “USA: gay, Missouri guia campaña contra los matrimonios. Con amplísima mayoría, referéndum modifica Constitución”, es inequívoca y, por lo tanto, no necesita de ninguna manera ser comentada. En efecto en la misma se puede leer que “los electores del Missouri han decidido prohibir los matrimonios entre personas del mismo sexo, aprobando con una mayoría amplísima, alrededor del 75 por ciento, una modificación de la Constitución del Estado.

“El Missouri, uno de los 38 Estados de la Unión en los cuales las uniones homosex ya estaban prohibidas por ley, se convierte en el primero que decide una modificación constitucional para impedir de manera inequívoca los matrimonios gays y lesbianos, tras haberse hecho legales, desde mayo de este año, en Massachusetts, aunque sólo para los residentes en el Estado.

“Una modificación de la Constitución es considerada, por los opositores a los matrimonios homosexuales, la única manera segura para prohibirlos, evitando eventuales apelaciones, como ha ocurrido además que en Massachusetts también en California. En el Estado del Sol, considerado como uno de los más progresistas y donde millares de matrimonios habían sido celebrados, a comienzos de la primavera, sobre todo en San Francisco, los matrimonios gays y de lesbianas fueron teóricamente prohibidos por la ley, pero las organizaciones de los derechos civiles se dirigieron a los tribunales, defendiendo que la ley no respetaba la Constitución del Estado, no dando los mismos derechos a todos los ciudadanos”.

[...] Y la misma comunicación prosigue con una segunda parte, titulada “Hacia otros nueve referéndums”, no menos digna de atención: “Al menos otros doce Estados de la Unión han emprendido el iter para modificar la propia Constitución, definiendo el matrimonio “una unión entre un hombre y una mujer”, mientras los republicanos han presentado, aunque con pocas posibilidades de éxito, una enmienda para modificar en este sentido la Constitución Federal de los EE.UU. [1].

“El próximo referéndum de este tipo se celebrará en Louisiana el 18 de septiembre, mientras otros ocho Estados organizarán uno coincidiendo con las elecciones presidenciales del 2 noviembre: Arkansas, Georgia, Kentucky, Mississippi, Montana, Oklahoma, Oregon y Utah. Otros tres Estados por fin, Michigan, North Dakota y Ohio, entienden hacerlo en los próximos meses.

«Con el Missouri, suben a cinco los Estados que han prohibido, mediante la Constitución, las uniones homosex. Alaska, Hawaii, Nebraska y Nevada habían ya tomado iniciativas de este tipo antes de la entrada en vigor de las nuevas disposiciones en Massachusetts, decididas por la Corte Suprema local en noviembre del año pasado.

«Asimismo un procedimiento de modificación de la Constitución del Massachusetts para prohibir las uniones homosexuales ha sido emprendida, pero los tiempos previstos son particularmente largos: seguramente el iter no concluirá antes del 2005.

«También el presidente George W. Bush, que aspira a la reelección el 2 de noviembre, ha entrado en la batalla contra los matrimonios homosexuales jugando la carta de la Constitución Federal. Con particular solemnidad, el 24 de febrero, en la Casa Blanca, Bush había anunciado ser favorable a enmendar la Constitución, para defender la “santidad” del matrimonio y hacer “claridad” sobre el tema.

“ Una enmienda constitucional es un procedimiento infrecuente, pero no excepcional: la Constitución de los Estados Unidos, aprobada en 1787 y ratificada el año siguiente, ha conocido 27 enmiendas y la última se remonta a 1992. Para entrar en vigor, una enmienda debe ser aprobada por dos tercios de la Cámara y del Senado y luego ser avalada por dos tercios de los Estados.

«La decisión del presidente se ha visto desde luego influenciada, además de por sus convicciones religiosas y éticas personales, por consideraciones electorales. Con este paso, Bush espera obtener el consenso de los cristianos más tradicionales y conservadores, porque su adversario demócrata a las presidenciales del 2 noviembre, John Kerry, aunque católico prácticante, tiene una postura decididamente más progresista.

“Además de no querer modificar las leyes sobre el aborto, Kerry es partidario de las uniones civiles homosexuales, legales en Estados como el Vermont, pero sigue siendo contrario a una enmienda de la Constitución Federal, a pesar de declararse contrario a los matrimonios gay”.

[...] Cuanto he descrito – mejor, he dejado describir – transcribiendo una simple comunicación de agencia podría constituir la trama de una novela edificante, ciertamente no “políticamente correcta”, titulada, por ejemplo, The Missourians, “Los missurianos”. Pero The Missourians no es una película ni una serie, sino un hecho de una serie de hechos; y, aunque no sea necesario “beber el mar” para saber que es salado, un hecho que tiene precedentes y puede tener “continuaciones”. Por lo tanto, difícilmente se tienen noticias del mismo o, al menos, noticias correctas, esto es, raramente se “representa” [por los medios de comunicación], y de esta manera se es inducidos a equivocar el juicio sobre un pueblo, sobre un Estado y sobre un gobieno. Por consiguiente a pensar, en la mejor de las hipótesis, que los Estados Unidos de América sean sólo fuertes, por lo tanto sean históricos compañeros de viaje indispensables cuando los caminos estén recorridos por toda clase de malhechores – como ha ocurrido en los últimos dos tercios del siglo XX y está ocurriendo en el albor del XXI -, olvidando – no sabiendo, no teniendo ocasión de reflexionar sobre el hecho – que son también sanos, evidentemente como lo pueden ser un hombre y un pueblo post peccatum, tras el Pecado Original.

“Y, no verificando la hipótesis que sean fuertes también porque son sanos, nosotros, habitantes del Viejo Continente, de la Europa Continental, aunque por tantos aspectos materiales ceteris paribus, esto es, «a igualdad de condiciones», escondemos el hecho que no somos fuertes con “astucias” a veces pluriseculares. Como aquélla – por ejemplo – que enlaza la ausencia practicada por el establishment del pueblo francés – antes Reino Cristianísimo, luego República Francesa – con la batalla de Lepanto en 1571 [2] y con Iraq en 2003. Por tanto no nos preguntamos si, supuesta la igualdad de condiciones materiales, potencial si no actual – pero, por cierto, realizable sólo a precio de sacrificios -, no somos fuertes ni lo seremos porque no somos sanos, porque, más bien que el Viejo Continente, nos hemos vuelto un “Continente Viejo” [3].

“Si las cosas no estuvieran en los términos brevemente descritos, esto es, si al pueblo sano – con todas las limitaciones del caso y en el caso evocadas – no correspondiera un gobierno adecuado, habría que plantearse por quién ha sido elegido el gobierno, de quién goce el consenso. ¿Quizás ha sido votado y es serenamente aceptado por personajes de los que nos ofrece espectáculo la grandísima parte de la imagen literaria, cinematográfica y televisiva del mundo allende el Océano Atlántico, aquélla que se puede simplemente, pero no simplísticamente, por ende sintéticamente definir hollywoodiense, esto es, en referencia a la afamada localidad en la periferia de Los Ángeles, en California, centro principal de la industria cinematográfica estadounidense?

“Si tenía la sospecha – merced al trato de varios decénios con Russell Amos Kirk (1918-1994), del cual he celebrado el trigésimo aniversario en 1993, el año anterior a la muerte del gran historiador de las ideas [4] – que, además del hollywoodiense, hubiera otro mundo estadounidense, tras haber visto rezar el 11-S 2001, tras haber leído algún discurso del presidente Bush y tras haber sabido cómo ha votado en agosto de 2004 en Missouri – luego, en septiembre, en Louisiana – en defensa de la familia fundamentada sobre el matrimonio heterosexual, estoy seguro de su existencia. Se trata de una mayoría silenciosa: de una mayoría porque gana, silenciosa porque calla del silencio impuéstole por los medios de comunicación, social y no. Saber que existe significa pasar de una actitud interesada – los “americanos” sirven – a la actitud de quien sabe tener un amigo desconocido o poco conocido. Con el cual pasar de la sospecha a la convivencia, por tanto, a la amistad vero nomine. Y en la relación de amistad – a ejemplo de la feudal y federal – se da y se recibe, se recibe y se da” [5].

Tras este esclarecedor artículo sólo me queda por indicar un libro (además de las obras histórico-políticas del ya anteriormente citado Russell A. Kirk) que ayuda a conocer mejor la otra América conservadora y, en algunas corrientes, tradicionalista y parte integrante de la escuela católica Contra-Revolucionaria [6]: «La muerte de Occidente. La caída de la natalidad y la invasión de inmigrantes amenazan a la civilización occidental» del líder político y escritor contrarrevolucionario norteamericano Patrick J. Buchanan (Kion Ediciones, 0824-Barcelona). Aunque algunas consideraciones del autor sobre los conflictos históricos con México merecerían una mayor profundización de las fuerzas en juego en la época en que se desarrollaron (lo mismo dígase sobre las medidas concretas propuestas para la limitación de la inmigración y su perseverancia en la tradición estadounidense conservadora aislacionista – lo cual podía estar muy bien hasta el 11-S, fecha de inicio de la Cuarta Guerra Mundial, pero que ahora resulta obsoleta y contraproducente), no cabe la menor duda que se trata de un texto que nos revela una América del Norte fácilmente conciliable, en los principios genéricos de civilización, con la Hispanidad [7], esto es, con aquella parte de Cristiandad hispánica que todavía sobrevive especialmente en el hemisferio Sur del continente americano. Lo cual a su vez nos remite al concepto de Magnaeuropa, esto es, a los mundos culturales creados en los varios continentes por el hombre occidental y cristiano. Y ello sin eludir las diferencias religiosas que el mismo ha creado a lo largo de los siglos, pero conscientes de la identidad y del destino que nos acomuna y de la necesidad de no confundir una América socialcomunista “roosveltiana” (la de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, por ejemplo) con la América profundamente cristiana, conservadora e, incluso, tradicionalista del por ejemplo America First Committee (contrarios a la intervención estadounidense en la Segunda Guerra Mundial) del sacerdote católico Padre Charles E. Coughlin.

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Ángel Expósito Correa

Notas

 

[1] http://www.newpolitic.com.ar/politica/show_content.jsp?id=1280

[2] “Lepanto, la historia oculta”, Jean Dumont, Ediciones Encuentro

[3] http://www.iespana.es/revista-arbil/(70)expo.htm

[4] http://www.iespana.es/revista-arbil/(59)amos.htm

[5] “Cristianità”, n. 324 julio-agosto 2004

[6] http://www.lucisullest.it/international/es/rcr-espanol.htm

[7] “Defensa de la Hispanidad”, Ramiro de Maeztu, Librería Huemul

 

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