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Di no a la constitución antieuropea,   totalitaria y tiránica

Jóvenes para Navarra en una España que cambia

por J.B.

La Fundación Sociocultural Leyre, en colaboración con la Asociación Juvenil Pompeyo, convocó en la primera semana de julio de 2004 su Segundo Curso de Verano, destinado a la formación de jóvenes que interviene en actividades públicas, sociales y culturales en Navarra.

Los asistentes, en número limitado, fueron seleccionados entre los solicitantes primando los requisitos la menor edad, el desempeño de cargos en cualquier asociación juvenil y no haber participado antes en otras actividades de la Fundación. Ésta subvencionó íntegramente el curso, que se celebró en sus locales y se cerró con las siguientes conclusiones :

En torno a la intervención de Fernando Vaquero Oroquieta sobre las fuerzas políticas y sus valores de fondo en la Navarra actual se desarrolló un intercambio de reflexiones que trascendieron el reducido ámbito de lo político. Navarra se encuentra plenamente inmersa en el proceso planetario de la globalización. La Navarra que hemos heredado es fruto de unos valores muy definidos: así, la experiencia cristiana modeló un tipo humano arraigado en la familia, las tradiciones, la colaboración comunitaria, la identidad política, la articulación en la empresa española. Solidaridad, responsabilidad, libertad, subsidiariedad, unos valores constructivos sin los que una sociedad no puede desarrollarse sanamente y que Navarra encarnó vivamente. Estos valores, todavía operativos en muchos navarros, compiten o se modulan con otros valores, en muchas ocasiones antagónicos, acordes con este proceso de la globalización cuyas raíces podemos encontrar en la Ilustración, el racionalismo, el naturalismo, los socialismos utópico y el marxista, el pensamiento libertario en sus múltiples proyecciones y elaboraciones. Los valores que han hecho Navarra, sin embargo, con las adaptaciones lógicas a los nuevos tiempos, tienen una capacidad de construcción del sujeto humano y de la sociedad que no pueden obviarse ni despreciarse. Por ello, los poderes públicos deben tenerlos en cuenta en sus políticas concretas: amparándolos, impulsándolos y facilitando que las expresiones sociales, de ellas nacidas, contribuyan a la articulación del pueblo navarro dotándolo, de esta manera, de arraigo comunitario, identidad colectiva y soporte a las estructuras que mantienen la continuidad del ser navarro.

En un plano más político, Jaime Zuza Ruiz de Alda empleó su descripción de lo tratado en el reciente curso “El centro reformista, garantía de estabilidad y progreso”, organizado en El Escorial por FAES, para extender a Navarra algunas de sus consideraciones. España es hoy gobernada por el PSOE a pesar del buen gobierno del PP durante dos legislaturas, y esto debe llevar a extraer consecuencias. El PSOE no gobierna en beneficio de los españoles, sino pensando en sus prejuicios ideológicos y en conservar el poder. Pero no hay que pensar que su paso por el Gobierno vaya a ser necesariamente breve, ni que vaya a cometer errores de bulto que faciliten su derrota, ni que su acción no vaya a tener consecuencias graves en la sociedad y en la cultura españolas, y especialmente en su juventud. La demagogia para con las regiones y los nacionalismos es sólo una parte del problema; de hecho, se está asistiendo a la aplicación del programa de la extrema izquierda, salvo en lo económico, y se está produciendo un deterioro grave de la convivencia nacional. Navarra, en particular, no sale beneficiada de ninguno de estos procesos. La educación, las amenazas contra la vida, la reforma constitucional y otros terrenos van a verse afectados de inmediato. Respecto a la acción política, Zuza subrayó como lección de lo sucedido en España que es importante ocupar el centro político, pero “que no hay principios de centro, sino talantes y formas, porque los principios son los de siempre, y renunciar a los principios hace perder votos propios y no hace conseguir votos ajenos”; y que es peligroso estar mucho tiempo en el poder, puesto que se termina confundiendo gobierno con administración, administración con partido y el partido con su presidente, cosa que tal vez haya sucedido en el PP.

Pablo Torres disertó sagazmente sobre las razones de fondo de la incertidumbre de Navarra y las posibles vías de acción. De entrada, se trata de negarse a la situación actual, una permanente defensiva. No se puede aceptar un constante retroceso de ciertos principios esenciales, ni se puede dar por buena su permanente subordinación a la corrección política, ni se puede admitir que la parte mayoritaria de la sociedad navarra que comparte nuestros valores y nuestro estilo de vida ideal se defina sólo por lo que no es. Vivir a la defensiva implica, antes o después, ser derrotado, por mucho que se retrase y se disimule la derrota. Es necesario elaborar, frente a todas las zozobras, expresiones eficaces y actuales de verdades permanentes. Cómo hacerlo es más complicado, pero la respuesta a esa cuestión se hallará en el día a día, en el trabajo cotidiano sobre hechos concretos y con personas concretas. Porque esta es la otra lección importante, que nuestros referentes políticos deben recordar si no quieren ver nuestros principios en permanente retirada –y poco importa para eso quién gobierne nominalmente-: hay que conocer la realidad social y cultural y aceptarla como es, pero no darla por perdida o por irrecuperable. Por el contrario, sobre esa aceptación implacable de lo que hay es necesario construir un futuro mejor, sin renunciar a ninguna bandera que deba ser defendida, en expresión de José Iribas.

¿Cómo y por qué interviene hoy la juventud en la vida pública? Las distintas comarcas y sensibilidades de Navarra se encontraron en una mesa redonda con tres representantes juveniles de la Montaña (Javier Cano, Irurzun), Pamplona (Pedro Tanco Zuza) y Ribera (Cristina García Navascués, Cintruénigo). La impresión, común y cualificada, es que ha habido un descuido generalizado de todas las vertientes no políticas o administrativas de los principios que Leyre defiende. En particular, entre la juventud, esos principios, que son probablemente mayoritarios, parecen no existir, porque se ha entrado en un círculo vicioso de desmovilización. En la Montaña se da el factor añadido de la presión abertzale y del miedo, pero es menos determinante de lo aparente. De hecho, en la desmovilización es más importante el individualismo, que hace disminuir por comodidad el activismo; la pasividad tiene a hacerse mayor en la mayoría de nuestra juventud, lo que lleva al predominio de una minoría. No es indiferente en ese círculo vicioso la impresión, generalizada, de que las actividades juveniles muchas veces se han hecho pensando en intereses a corto plazo, y de que algunos activistas políticos en el pasado pensaron sobre todo en sus propias carreras. Eso no genera ilusión por la participación en la vida pública, y, junto a la falta de altruismo y de una combinación adecuada de idealismo y realismo es la causa principal de la difícil situación del movimiento juvenil en nuestra Comunidad.

Pascual Tamburri Bariain, alejándose de las cuestiones propiamente políticas, trató de las “Realidades sociológicas: qué preocupa hoy a la juventud navarra y qué fenómenos le afectan”. No todo es política, y ni siquiera la política es siempre lo esencial. La vida de la sociedad, y en particular la de la juventud, es mucho más amplia. La realidad social es la que nos define, la que nos forma y la que formamos, y no es esencialmente ni política ni economía. Nuestra sociedad juvenil hoy está en mutación, con dos sistemas de valores que se enfrentan, siendo uno de ellos el tradicional y el alternativo el predominante; estos valores tiene sus consecuencias y sus límites, que en el caso que nos ocupa son la desvertebración de la sociedad misma, su atomización, y el límite ecológico, económico, cultural e ideológico. El modelo humano basado en la felicidad individual de base material y de eterno progreso, aunque sea predominante, es inalcanzable; pero además es contrario a la naturaleza humana y genera auténticas enfermedades sociales. Un skin, un punk, un drogadicto, un miembro de Jarrai y muchos jóvenes que consideraríamos normales comparten de hecho, pese a la aparente variedad formal y política, una misma visión del mundo, la socialmente predominante: se antepone el placer al deber, el individuo a la comunidad, el hoy al mañana, la conveniencia a la verdad y, en definitiva, las opiniones individuales a los hechos objetivos. El pensamiento único define hoy a una gran parte de la juventud navarra, que pierde así, además, sus señas de identidad propias. Sin embargo, hay salidas; hay quien permanece ajeno a este esquema, y además, cosa más importante, la tendencia social puede invertirse, si se conoce y se acepta. Es una cuestión de modas, de espacios de movilización y de definir una nueva corrección que responda mejor a lo que Navarra puede ser y debe ser.

Las jornadas terminaron con una brillante exposición, seguida de debate, a cargo de David Fontaneda Calzada sobre “Izquierda, derecha y centro en 2004. Enfrentamientos reales e irreales en Navarra”. Ante todo, parece evidente recordar que entre izquierda y derecha, hoy menos que nunca, no hay fronteras reales. En el caso de Navarra, en particular, la verdadera frontera política está entre la aceptación del mito nacionalista vasco y su rechazo; y en un plano más general se encuentra en la aceptación o el rechazo del mito materialista/progresista, o en su modulación. Estas dos líneas divisorias cruzan la vida política navarra, no siempre coinciden con las siglas establecidas y, en cualquier caso, nada tienen que ver con izquierdas y derechas, que son términos del siglo XVIII para expresar realidades que ya no existen. La confusión aumenta con la pretendida existencia de un centro entre izquierdas y derechas, que si bien puede ser lógico y razonable como talante –moderación en las formas, respeto al adversario, diálogo- no tiene ningún otro sentido político, salvo la aceptación de la corrección política impuesta desde posiciones progresistas y el miedo a ser etiquetado como derechista. Estos complejos y el miedo generado por el nacionalismo dar lugar a una gran confusión política entre la juventud; confusión que es agravada por la movilización totalitaria del nacionalismo vasco, que crece y que, a la espera de su oportunidad política, controla sectores enteros de la sociedad y de la cultura. Puede medrar en ellos sin necesidad de poder político; pero el día que lo adquiera, los defensores de Navarra quedarán a la intemperie, privados de su única defensa –las instituciones- y lastrados por una mala comprensión de los auténticos enfrentamientos políticos de nuestro tiempo. Vivimos en una democracia hemipléjica, pero en ella hay amplios espacios libres para la acción democrática y, en consecuencia, para el optimismo.

Fueron ponentes del curso: Javier Cano, David Fontaneda, Cristina García, Pascual Tamburri, Pedro Tanco, Pablo Torres, Fernando Vaquero y Jaime Zuza.

(La Fundación Leyre no comparte necesariamente todos los puntos de vista de la revista Arbil ni las posiciones que adopta en temas políticos. Agradeciendo la hospitalidad de esta Casa, Leyre mantiene su plena independencia, radicada en la realidad cultural, social y política de Navarra)

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J.B.

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