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Las prácticas homosexuales

por Miguel Calvis

Para mostrar la verdad sobre la homosexualidad puede que el artículo sea muy explícito en la descripción fisiológica, pedimos disculpas por anticipado, de los "actos homosexuales" en sus practicas más comunes según las estadísticas de un estudio hecho por investigadores homosexuales.

Pienso que ha llegado el momento de tratar el tema de la homosexualidad y más específicamente las "prácticas" o los "actos" homosexuales en forma franca, directa, sin ambigüedades y eufemismos. Pues, hay un esfuerzo creciente (que se está ahora extendido a través de los medios de comunicación y la cultura) de presentar "esas prácticas" como si fueran una expresión éticamente neutral e incluso éticamente loable y valiosa para el expresar el amor humano; y eso es algo que considero falso y desviado.

Esos actos homosexuales son un desorden profundo, y es equivocado el negarse a reconocerlos y a señalarlos como tales.

La situación ya sería bastante penosa si los homosexuales decidieran mantener sus practicas con discreción y en privado, pero desafortunadamente la tendencia actual es la de declarar su "orgullo gay" y manifestar abiertamente su homosexualidad en un afán no sólo de imponer una aceptación sino incluso de exigirla a todos los demás.

Para agravar más todavía esta imposición y exigencia se pretende justificarla ideológicamente e incluso legalmente con variados argumentos apelando a los derechos humanos, a la "no" discriminación, a la naturaleza, y a la genética, entre muchos otros.

Un ejemplo de esta justificación ideológica lo vemos en Rebecca J. Cook, docente de Leyes en la Universidad de Toronto y redactora del aporte oficial de la ONU en Pekín, donde señala que los géneros masculino y femenino, serían una "construcción de la realidad social" que deberían ser abolidos.

Increíblemente, en ese documento ella afirma que "los sexos ya no son dos sino cinco", y por tanto no se debería hablar de hombre y mujer, sino de "mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales".

La "libertad" que quieren los propulsores de esa ideología de "género" para afirmar la existencia de cinco sexos, contrasta con todas las pruebas científicas existentes según las cuales, sólo hay dos opciones desde el punto de vista genético: o se es hombre o se es mujer, no hay absolutamente nada, científicamente hablando, que esté en el medio.

Para pensar con precisión y cuidadosamente sobre este asunto necesitamos ser muy explícitos y muy gráficos, por lo que pido disculpas, pues el hacerlo me obliga desafortunadamente a caer en el terreno de lo indecente, de lo vulgar y hasta de lo patológico.

Vamos a ver: ¿cómo puede llamarse opción sexual a algo que consiste en introducir a alguien de su mismo sexo un pene por el ano o un plástico por la vagina? ¿Es eso algo normal o sano?

No reparen en la dureza de las palabras, lo duro no son las palabras, sino la realidad que se oculta bajo eufemismos como "libertad de opción sexual" o "tercer sexo".

Y la realidad que oculta es lo que acabamos de describir... como todo el mundo sabe, aunque a menudo no se exprese.

Y de ella se deriva toda la estética homosexual que nos entra por los ojos, y que tanto repele, chirría, a tantos hombres y mujeres, incluidos muchos de los que apoyan el reconocimiento de las parejas homosexuales.

Analicemos por un momento los "actos homosexuales" en sus practicas más comunes según las estadísticas de un estudio hecho por investigadores homosexuales:

- 93% informaron mantener relaciones sexuales anales
- 92% informaron mantener relaciones sexuales orales y anales
- 17% informaron restregar sus cuerpos con las heces de su compañero y hasta ingerirlas
- 29% informaron orinar dentro de sus compañeros
- 37% informaron prácticas sadomasoquistas
- 42% informaron realizar "fisting", insertar la mano o el brazo por el recto del compañero
- 12% informaron usar enemas por placer
- 15% informaron mantener sexo con animales

A esto debemos añadir el alto nivel de promiscuidad entre los homosexuales que según un estudio hecho en los EE.UU por los Centros para el Control de Enfermedades (Centers for Disease Control), señalaba que un 50% de los varones homosexuales habían tenido más de 500 compañeros sexuales diferentes, y según el estudio anterior ya mencionado el 73% de los varones homosexuales adultos mantuvieron relaciones sexuales con muchachos de 19 años o menores.

En general, los varones homosexuales desean insertar sus penes por el ano y el recto de otros varones, o que otros varones inserten sus penes en su propio ano y recto.

El ano está diseñado para la defecación, es decir, la salida de excrementos, es un orificio de salida y no de entrada y no un órgano para el sexo. El excremento es un derivado neutro y natural de los animales y de la vida biológica humana que es ética y estéticamente aceptable siempre que se disponga de él de una forma apropiada.

La práctica del "acto homosexual" es inherentemente "antinatural, antihigiénico, sucio, asqueroso y repugnante", en el sentido escatológico, ético, estético, médico, y psicológico de esos adjetivos y términos. (Es interesantemente notar que las prácticas de las mujeres homosexuales o lesbianas se las haya visto comúnmente con una luz más favorable que las relaciones de los varones homosexuales).

EL RECTO "NO" ESTA DISEÑADO -por Dios, si usted es un creyente, o por la naturaleza, si usted es un evolucionista no creyente; elija su posición- PARA SER UN ORGANO SEXUAL. El sexo anal contamina el pene con excremento y el canal rectal con semen. El recto no tiene lubricación natural conectada al sexo, como es el caso de la vagina. Los tejidos rectales se rasgan fácilmente y se dañan con cicatrices, por eso la transmisión de enfermedades venéreas ocurre más frecuentemente en el sexo anal que en el sexo natural de pene y vagina. La transmisión del SIDA en heterosexuales, por ejemplo, es menos frecuente que en las relaciones anales homosexuales. De hecho, si no fuera por esta razón y por la promiscuidad de los homosexuales y bisexuales varones, el mal del SIDA no estaría tan extendido hoy en el mundo.

EN CAMBIO EL PENE Y LA VAGINA "SI" ESTAN DISEÑADOS -por Dios, si usted es un creyente, o por la naturaleza, si usted es un evolucionista no creyente; elija su posición- EL UNO PARA EL OTRO. Todo hombre que desea insertar su pene en la vagina de su esposa, o toda mujer que desea tener el pene de su marido inserto en su vagina, no desea algo que es inherentemente o estéticamente repugnante o éticamente extraviado. Al contrario, esos deseos y ese acto heterosexual es inherentemente "natural, bueno, excelso y sublime", en el sentido escatológico, ético, estético, médico, y psicológico de esos adjetivos y términos. El pene y la vagina están diseñados (por el numero uno de los sexólogos que es Dios o por la naturaleza si usted no es creyente) para acomodar y dar la bienvenida el uno al otro.

Por eso, cuando la mujer y el hombre se preparan a expresar su amor y se excitan sexualmente ocurren diversos cambios favorables en la vagina y el pene

Cada experiencia de amor, debería ser una regocijante explosión celestial de energía y creatividad. Debería tener una dimensión mística y sagrada, pues es la unión íntima entre el marido y la esposa para disfrutar del amor conyugal que Dios (como el más grande sexólogo) originalmente diseñó.

Ese amor debería ser lo más valioso y sagrado en la vida. Sin embargo, cuando el amor sexual se experimenta de forma inmadura o equivocada nos degrada y produce trágicos resultados.

Por lo tanto, en la búsqueda de nuestra felicidad necesitamos establecer un principio imprescindible: Las relaciones sexuales, como la expresión de un amor verdadero y eterno, deben de realizarse única y exclusivamente dentro del matrimonio; y el matrimonio es inherentemente y necesariamente una relación entre un hombre y una mujer. Ninguna otra relación puede constituir un verdadero matrimonio.

Ninguna relación homosexual puede constituir un matrimonio.

El matrimonio absolutamente "no" se basa en una noción subjetiva, personal o relativa de "lo que me gusta a mi" o "lo que me hace sentirme bien a mí" o "mi comprensión del amor" o "este amor es muy especial para mí", o "yo quiero tener una relación exclusiva con esa persona", u otras muchas expresiones similares que se dan en este tiempo en un intento por justificar el desorden o la desviación.

El matrimonio es una institución protegida legalmente porque regula la íntima relación de amor entre un hombre y una mujer que debido a la naturaleza humana perfecciona a los cónyuges y beneficia a la sociedad entera. No se trata por tanto de su "opción sexual" sino del seguimiento de las reglas de la naturaleza humana en la búsqueda de la felicidad a la que tendemos todos los seres humanos.

No puede darse por tanto un "matrimonio" homosexual, las relaciones homosexuales son "siempre" doblemente desviadas: son fornicación, y al mismo tiempo los participantes están involucrados en una relación sexual antinatural, que es en si misma equivocada.

No está claro de donde provienen las tendencias y los impulsos de la homosexualidad.

Pero actualmente hay un esfuerzo manifiesto y muy extendido entre los homosexuales de exigir que se acepten esas proclividades y orientaciones como algo innato, porque posiblemente sean genéticamente determinadas. No sé si esas aseveraciones o demandas son verdad o no, pero aunque fuesen ciertas eso "no" es razón o prueba para determinar que las prácticas homosexuales son éticamente aceptables o buenas.

Sabemos que algunas personas, por naturaleza o genética, tienen propensiones hacia alcoholismo o hacía la violación o el homicidio, pero esto no hace del alcoholismo o de la violación o del homicidio algo éticamente aceptable.

Lo mismo ocurre con la homosexualidad. También sabemos que los niños nacen con muchas proclividades e impulsos que tienen que ser suprimidos o redirigidos y educados.

Personalmente estoy bastante inclinado a pensar (y hay varios estudios sobre este enfoque) que la homosexualidad y los impulsos homosexuales aparecen, además de los reconocidos factores físicos, genéticos, afectivos o psicológicos, por fuerzas y factores espirituales (influencias espirituales). Por eso la conocida expresión: "me siento como una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre" y viceversa.

Pero ese sería un tema a tratar por separado.

Tampoco quiero apelar a la autoridad de las escrituras de la Biblia como una fuente de juicio o condena de las prácticas homosexuales, aunque de hecho la Biblia "si" condena esas prácticas con términos muy duros calificándolas de "abominación". La Biblia reconoce que esas "prácticas" son malas, y como ya hemos dicho, no es sólo porque esté escrito en la Biblia la razón y la causa del por qué "esas practicas" están equivocadas.

Normalmente los homosexuales reaccionan muy fuerte en contra del planteamiento "odiar el pecado pero amar al pecador" cuando se les aplica a ellos.

No quieren aceptar que sus "practicas" son algo desviado.

Trabajan arduamente en conseguir que la homosexualidad no se perciba como una "patología sexual", y hacen muy bien en exigir no ser discriminados por su condición y la sociedad debería dar un paso más ofreciéndoles los medios y las herramientas de ayuda para superar su patología sexual.

Pero de ahí a tratar de convertir en "normal" lo que es una patología, hay un abismo. Algo así como si pusiéramos a un atleta de las paraolimpiadas a competir en las olimpiadas.

Es necesario exponer el mal, los vicios y el pecado, pero siempre y sin excepción necesitamos respetar y amar incondicionalmente a la persona que comete esos actos, es decir, aborrecer los vicios, no las personas.

Pero "no pueden" esperar, de personas que desean mantener una posición ética y un discernimiento claro, que amemos sus "prácticas" homosexuales, de la misma forma que un asesino o un violador o un ladrón no puede esperar que le amemos por ser asesino, violador o ladrón; necesariamente tenemos que discernir, separar y rechazar el aspecto de asesino, violador o ladrón del aspecto original y verdadero de la persona para poder amar ese aspecto original y verdadero.

La única forma en que ética y genuinamente podemos amar a los homosexuales es si pasamos por alto sus "practicas" homosexuales, o los tratamos de la misma forma como Jesucristo trató y amó a la mujer sorprendida en adulterio.

Pero por mucho que nos esforcemos en desarrollar una actitud de tolerancia, de no querer juzgar y mucho menos de condenar, eso no significa que tenemos que tener que aceptar unas "practicas" que consideramos desviadas y que se nos imponga o exija (incluso con leyes) su aceptación como pretenden ahora muchas organizaciones de homosexuales

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Miguel Calvis


 

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