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Tambor de El Bruc, óleo de F. Galofré. Ayuntamiento de Manresa
Tambor de El Bruc,
óleo de F. Galofré (Ayuntamiento de Manresa)

Superando la tiranía de los gobernantes nacionales y locales, vendidos a ideologías e intereses foráneos, cuando la situación ha llegado al límite, el pueblo catalán, como el resto de los españoles, siempre ha sabido responder.

Lennon y Bachelet

por Gonzalo Rojas Sánchez

¿A dónde pretende llevarnos tanto humanismo cerrado sobre sí mismo, sin eternidad ni trascendencia, sin afán de superación ni excelencia humana?

Laicos somos todos los que no somos clérigos; laicos somos todos los que preferimos al glorioso equipo azul en contraste con la garra blanca o los cuicos de San Carlos; laicos, en fin, solían llamarse a sí mismos los masones, radicales y bomberos hasta los 60 o 70, o sea cuando todavía tenían una masiva fuerza articulada, cuyo origen estaba en Bilbao, en los Matta y en los Gallo.

Hasta la muerte de Jorge Millas, hasta la rectoría de Marino Pizarro, hasta bajo la sombra de las actuaciones ministeriales de Enrique Silva Cimma, todavía se podía entender qué era un humanista laico. Pero hoy, la expresión busca intérpretes y no los encuentra; busca encarnaciones, y aparecen sólo etiquetas.

Cuidado: ¿Y Nelson Avila? ¿Y Agustín Squella? ¿Y Carlos Peña? ¿Y José Antonio Gómez? ¿Y Luis Riveros? Ciertamente cada uno de ellos podría sortear una que otra prueba de blancura y ser incluido en el catálogo; quizás merecerían efectivamente ser considerados como humanistas laicos, pero sólo de acuerdo a aquellos vetustos criterios que trazaron Voltaire y Comte, originados antes de mediados del XIX.

El problema está en que no es en conformidad con esos parámetros iluministas o positivistas que en el Chile del 2006 algunos se han postulado como humanistas laicos: en concreto, obviamente no son aquellas coordenadas las que ha tenido en cuenta la candidata Bachelet para incluirse a sí misma en la categoría. Aclarémonos: ¿Cuál es la referencia última de los humanistas laicos de hoy? ¿Tienen algún punto de apoyo y alguno de llegada?

Porque así como es legítimo suponer que no hay ningún humanista cristiano genuino que no mire a Cristo como la plenitud de lo humano, es decir como Perfecto Hombre, es lógico preguntarse ¿a dónde eleva su mirada el humanista laico del Chile concertacionista?

La respuesta inmediata tratará de desvirtuar la pregunta: el humanista laico, nos dirán, no mira a un punto determinado, no se funda en una basa específica, porque lo suyo es la amplitud de criterio, la tolerancia, el abanico abierto, la no discriminación.

Falso; los humanistas laicos del Chile light de hoy, estén donde estén (y algunos están enquistados incluso en la UDI o en RN), tienen diosecillos a los que rinden culto diario: la virago libertad, el espíritu consensual, la diosa razón, el baco y bacán cuerpo, la numinosa diversidad. Ahí, de esas deidades y espíritus se nutren, en su nombre condenan a los que postulan a un Dios distinto, con aquellas voluntades fatuas identifican sus pasiones e impulsos para justificarlos, a aquellos designios desfigurados ajustan unas vidas mal llevadas, pero que llaman diversas o alternativas.

Bajo esas aparentes divinidades, los humanistas laicos en realidad son creyentes fervorosos en sí mismos y en sus propias experiencias. Uno que otro echa aún mano de la trasnochada ideología marxista o rebusca pócimas en los calderos esotéricos, pero la mayoría simplemente se mira el ombligo y desde la perspectiva de esa profunda cavidad creen entender el mundo.

¿A dónde pretende llevarnos tanto humanismo cerrado sobre sí mismo, sin eternidad ni trascendencia, sin afán de superación ni excelencia humana?

Ya John Lennon en "Imagine" daba algunas claves:

Imagine there's no heaven (...)
No hell below us, above us only sky, all the people living for today...;
Imagine there's no countries, (S)
Nothing to kill or die for, no religion too (S)
Imagine no possesions, I wonder if you can(S)

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Gonzalo Rojas Sánchez


El foro de intereconomía

 

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