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por Luis Losada Pescador Tras superarse la renovación de Cuevas al frente de la CEOE, Zapatero intermedia en la negociación para augurar un ‘final feliz’ antes de marzo |
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Tanto el vicepresidente económico, Pedro Solbes, como el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, habían afirmado por activa y por pasiva que no era bueno que el gobierno legislase sobre un asunto en el que resultaba indispensable el acuerdo social. Sin embargo, las cosas han cambiado. La incertidumbre sobre la renovación en la cúpula de la CEOE ya ha sido resuelta y el reloj comienza a apretar.
El secretario general de UGT, Cándido Méndez, es consciente de que la espada de Damocles del gobierno no iba con él. También era consciente de que la sucesión de Cuevas por Cuevas desempeñaría las negociaciones. ¡Eco! No pasó ni una semana de la renovación de la cúpula de la patronal para que el presidente se moje fijando un calendario. ¿Y sino? Sino, la espada de Damocles… Sindicatos y patronal tendrán que pactar a contrarreloj el contenido del Plan de Igualdad. Pero sobre todo tendrán que conseguir alcanzar un acuerdo sobre el coste del despido para tratar de recortar la temporalidad. Desde UGT afirman que el acuerdo alcanzado con el gobierno del PP fue positivo, aunque también reconocen que existen “flecos” a corregir. O dicho de otro modo: no están dispuestos a la generalización del despido de 33 días que propone la patronal y apoya el vicepresidente económico. Doble contra sencillo a que terminan ganando los sindicatos. Aunque la batalla no es especialmente relevante. Al fin y al cabo, la temporalidad se produce tanto por nuestro tejido productivo (hostelería, construcción y agricultura) como por la falta de confianza del empresariado español. Y ni lo uno ni lo otro se solucionará con un acuerdo social. Por estas razones, el presidente del CES, Jaime Montalvo, ve muy difícil que la temporalidad de la economía española baje del 33,7% al 25%. Montalvo añade además que la práctica de la temporalidad se ha extendido también a los ayuntamientos para la prestación de sus servicios sociales, sin que semejante práctica tenga visos de remitir. El problema, como siempre, no es monetario, sino de confianza. Probablemente los sindicatos conseguirán mantener un coste actual del despido desincentivando seriamente la contratación. Lo “venderán” como un éxito sindical entre sus afiliados mientras que la temporalidad continúa creciendo y los empresarios seguirán recalando en fórmulas mercantiles para evitar la rigidez de la legislación laboral. Por su parte, las centrales irán detrás tratando de equiparar en derechos a los falsos autónomos sin denunciar el fraude de ley. “Vamos poco a poco”, señala a este cronista el secretario general de UGT, Cándido Méndez. Una estrategia esquiva que deja en la cuneta de la protección a miles de trabajadores por la absurda ‘necesidad’ de colgarse medallas. País ·- ·-· -···
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