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Disposición de la Jefatura del Estado por la que se liberan a todos los etarras con delitos de sangre
[ BOE: 248 de 17/10/1977, páginas 22765 y 22766]

La Sagrada y Soberana Orden De San Juan de Jerusalén

por Francisco Ángel Cañete Páez

Un breve recorrido por la historia de una organización que prestó y sigue prestando grandes servicios a la Cristiandad y la humanidad

La Asamblea General de las Naciones Unidas, con fecha 28 de Octubre de 1994, concedió a la Soberana Orden de Malta el Estatuto de Observador, con derecho a asiento en su sede de Nueva York, en virtud de propuesta presentada por el representante permanente de Italia (suscrita por setenta y un países), y en atención al relevante papel que desarrolla la Orden desde hace mas de nueve siglos, en el campo de las actividades humanitarias internacionales. Y ya entonces, me extrañó mucho que esta noticia que yo consideraba –y sigo considerando- de una gran importancia, hubiese tenido tan escaso eco en los distintos medios de difusión nacionales. Son tantos y tan notorios los servicios humanitarios prestados por la Orden de Malta, que el asiento concedido en las Naciones Unidas viene a ser la prueba fehaciente del justo reconocimiento mundial hacia la misma.

Coincidiendo, en consecuencia, con tan relevante hecho, trazo a través de las presentes líneas una breve semblanza histórica de esta extraordinaria milicia de Caballeros Hospitalarios, que tenían el heroísmo como alimento de sus vidas, llevando sobre su pecho la blanca cruz de ocho puntas que, como símbolo de las ocho bienaventuranzas, adoptó como venera la Sagrada y Soberana Orden de San Juan de Jerusalén.

Es creencia generalmente admitida que en el año 1048 unos devotos y acomodados mercaderes de Amalfi, que se hallaban comerciando en la ciudad santa de Jerusalén, llevados de su mucha piedad construyeron en ella un oratorio y a él anejo un hospital, en el que acogían fraternalmente a los enfermos y peregrinos que acudían a aquella bendita tierra, regada con la preciosa sangre de Nuestro Señor Jesucristo, y a los que con un religioso celo se consagraban plenamente, ofreciéndoles vida y hacienda, hasta el punto que, deciden vivir en comunidad en aquél mismo edificio, que vino a ser por ello la cuna de la famosa Orden Hospitalaria. La piadosa institución fue puesta bajo la advocación de San Juan Bautista.

Ello no obstante, la verdadera fundación de la Orden como tal se fija por los historiadores en el año 1099 (en algunos documentos se hace constar el año 1104), bajo el reinado de Balduino I, hermano menor de Godofredo de Bouillón, al que sucedió. Era por aquel entonces rector del hospital el piadoso caballero provenzal Gerardo de Tunc (o de Tenque), hombre dotado de extraordinaria caridad y ejemplares virtudes. La fama de ellas se difundió presto por Europa comenzando poco a poco las donaciones a la hospitalaria Orden, a la que acudieron, atraídos por la abnegación de los primeros caballeros, otros muchos de diversas nacionalidades, que con aquellos desempeñaban, siempre en la mayor concordia, los oficios hospitalarios.

Acrecentada extraordinariamente su fama después de la primera Cruzada, la Orden recibió la protección de muchos príncipes y grandes señores, distinguiéndose entre todos la santidad de Pascual II, que aprobó su fundación y su regla en el año 1113.

Fallecido el fundador Gerardo de Tunc (entre 1118 y 1120), fue elegido para sucederle en el cargo, con el título de Gran Maestre, Raimundo du Puy ( o Duspuig), caballero profeso de la Orden, que le dio regla religiosa, señaló el hábito que debía adoptar y elevó la fundación al grado de Instituto Regular bajo la denominación de Sagrada Orden de San Juan de Jerusalén. (1)

La defensa de los peregrinos que se habían impuesto estos campeones de la Cruz, llevóles a la defensa de la fe, convirtiéndose paulatinamente de hospitalarios en guerreros; por lo que unidos Caballería y Religión, los hijos del Bautista llevan con celo sin igual su doble cometido, quedando así creada la primera Orden Militar, cuyos monjes guerreros venían obligados a la doble tarea de vencerse a sí mismos con la continencia y la oración, y a los infieles con las armas. Desde aquel entonces, en las casas del hospital de Jerusalén resonaron a la vez el tímido golpe del bordón errante de los peregrinos, la dulce salmodia de los freires conventuales y el grito sagrado de los guerreros defensores de la Cruz. La Orden tuvo su primera sede en Jerusalén, haciéndose cargo en 1142 del castillo de Krat de los Caballeros, cerca de Trípoli, al que convierten en una inexpugnable fortaleza.

Cuando Saladino arrebató a los cristianos en 1187 la ciudad de Jerusalén, los Caballeros Hospitalarios de San Juan se retiraron al castillo de Malgate, en Siria; hasta que reconquistada la ciudad de San Juan de Arce por Ricardo Corazón de León en 1191, la cede a los Caballeros de San Juan, siendo comúnmente designados desde entonces como Caballeros de San Juan de Arce. En 1248, los hermanos de la Orden Hospitalaria –mitad monjes, mitad guerreros- participan en la conquista de Sevilla prestando su apoyo al Rey Fernando III el Santo . De San Juan de Arce pasaron a Chipre, donde celebró la Orden su primer Capítulo General, y en al año 1310, bajo el mandato del Gran Maestre Frey Foulques a Rodas, en donde definitivamente se establecieron, por lo que fueron conocidos luego con el nombre de Caballeros de Rodas.

Desde aquel momento la defensa del mundo cristiano exigía la existencia de una fuerza naval y la Orden construyó una potente flota y empezó a surcar los mares orientales, comprometiéndose en la defensa de la Cristiandad coadyuvando en numerosas y célebres batallas entre las que destacaron las de las Cruzadas en Siria y en Egipto y dos siglos mas tarde en la gloriosa batalla de Lepanto.

Perdida, el primer día de Enero de 1523, y después de seis meses de durísimo asedio por parte del ejército del Sultán Solimán el Magnífico, la soberanía de Rodas, los Caballeros Hospitalarios se ven obligados a abandonar la isla pasando a establecerse sucesivamente en Messina, Civitavechia y Viterbo, hasta que el Emperador Carlos I de España, queriendo premiar con ello los meritorios servicios que la Orden prestó a la cristiandad, púsola bajo su protección .dándole en 1525 las islas de Malta y Gozo,(2) así como Trípoli en el norte de África, la actual Libia; concediendo a la vez al Gran Maestre (Frey Philippe de Villiers de L´Isle) las atribuciones del Soberano, quien al residir en calidad de tal en la isla de Malta, estableció allí su sede, haciendo de ella el asiento de la Orden toda. Desde entonces sus caballeros tomaron el nombre de San Juan de Malta, que aún perdura, y su cruz octógona fue y es, universalmente conocida por Cruz de Malta.

El día 7 de Octubre de 1571, la Orden de Malta se cubre de gloria en la batalla de Lepanto, aún a costa de pagar el alto precio de la muerte en combate de la mayor parte de sus caballeros. En efecto, sobre las tres la de la tarde de tan glorioso día para la cristiandad, ya la victoria estaba a punto de decantarse por las armas cristianas de la Santa Liga, al haber sido abatido de un certero disparo de arcabuz el jefe de la escuadra turca Alí Pachá; al que un soldado le cortó la cabeza y la expuso sobre una pica al grito de ¡Victoria!. A cuya vista los otomanos se desmoronan y su línea de batalla se fragmenta dispersándose. Las galeras turcas, viendo la batalla perdida y su jefe muerto, optan por retirarse perseguidas por las naves venecianas de Andrea Doria, encontrando en su camino, sobre las aguas del Golfo de Lepanto, y cerrándoles el paso a tres modestas galeras que los Caballeros de San Juan han aportado a la Liga. (Recuérdese que el mayor número de naves cristianas que combatieron en Lepanto, las aportó Venecia con 108, seguido de España con 82, y ya, a mucha distancia, el Papa Pío V con 12). La embestida de los turcos es feroz, y pese al heroísmo demostrado en la refriega por los Caballeros Sanjuanistas, al ser los otomanos muy superiores en cuanto al número de naves y de hombres, en pocos momentos los arrollan y aniquilan. En estos momentos cruciales, Don Álvaro de Bazán acude en auxilio de los Caballeros de Malta obligando a las naves otomanas a abandonar sus presas y huir hacia el oeste. Las naves cristianas convergieron entonces sobre lo que quedaba del ala izquierda turca a la que abordan y aniquilan. A las cuatro de la tarde, del citado día 7 de Agosto de 1571, Europa y la cristiandad toda se había salvado. Respecto al valor y arrojo demostrado en la feroz contienda por los Caballeros de Malta-unos 300-, nos dará idea el hecho singular y relevante, de que tan sólo dos de ellos sobrevivieron a la misma, siendo felicitados al final de la jornada por Don Juan de Austria, quién en nombre de su egregio hermano el Rey Felipe II, refrendó la cesión de la isla de Malta otorgada en 1525 a la Orden Hospitalaria, por su padre el Emperador Carlos I de España.

En 1798, Napoleón Bonaparte, considerando su estratégica situación en el Mediterráneo, se apoderó de la isla de Malta, expulsando de ella a los Caballeros y confiscándoles sus bienes; teniendo que dispersarse por Europa arrostrando mil azares y soportando un cúmulo de lamentables incidentes. El Rey Carlos IV llamó a España a los caballeros de esta nacionalidad, y por Real Cédula de 17 de Abril de 1802 se proclamó, con aprobación pontificia, Gran Maestre de la Orden en los dominios de España, conservando los Caballeros sus fueros y distinciones.

En Mayo de 1827, el Papa León XII trasladó la sede de la Orden a los Estados Pontificios, autorizando Gregorio XVI su definitiva instalación en Roma en el año 1831. Por lo que respecta a España, continuaron en nuestra Patria las Asambleas de la Orden hasta el año 1850, en que la Reina Doña Isabel II, haciendo uso de la prerrogativa de Gran Maestre de España, habilitó para Sacro Tribunal la Venerada Asamblea de Aragón, el cual dejó de funcionar como tal al suprimir el Gobierno de Madrid, en 1867, la ínclita Milicia de San Juan y decretar la Sede Apostólica la supresión y abolición de su privilegiada y exenta jurisdicción eclesiástica.

No tardó, sin embargo, en resurgir esta sagrada milicia. Es cierto que acabó su vida militar y su soberanía independiente al apoderarse Napoleón de su isla de Malta, pero modificados sus Estatutos por Pío IX, y restablecido por S.S. León XIII el Gran Magisterio de Malta en la persona de Su Alteza Eminentísima Frey Juan Bautista Cerchi de Santa Croce, adquirió la gloriosa Orden jerosolimitana una nueva era y esplendor, si bien exclusivamente con carácter honorífico-nobiliario. En la actualidad (Año 2006) ostenta la alta dignidad de Gran Maestre y Soberano de la Orden Su Alteza Eminentísima el Príncipe Frey Andrew Bertie, con categoría y honores de Jefe de Estado, quien por especial disposición del Sumo Pontífice, ocupa un lugar de honor próximo al de Su Santidad cuando asiste a las solemnidades vaticanas; honor tan sólo reservado a esta Orden, la cual como soberana, conserva aún sus embajadores y representantes diplomáticos en muchas naciones. (3)

Y esta es en suma la sucinta historia de estos Caballeros que, después de nueve siglos, aún siguen manteniendo viva la primitiva finalidad de la Orden, practicando la caridad hospitalaria en numerosos hospitales repartidos a lo largo de todo el mundo, y en no pocos dispensarios, clínicas, sanatorios, leproserías, residencias para disminuidos físicos y psíquicos, etc. con que mantienen su caritativa tradición a favor de “sus señores los pobres”, y haciendo honor a su lema fundacional “TUITIO FIDEI ET OBSEQUIUM PAUPERUM” (La defensa de la fe y el servicio de los pobres). Con este honroso lema se han escrito a través de los siglos muchas y muy honrosas páginas de heroísmo y caridad en los anales de esta Soberana Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, la primera y mas famosa de las Órdenes de Caballería que ha producido la Religión Católica

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Francisco Ángel Cañete Páez

NOTAS.-

1.- Los miembros de la Orden llevaban una túnica negra con manto del mismo color en el que aparecía una cruz blanca de ocho puntas, que figuraba igualmente en la cota de mallas.
2.-La Isla de Malta pertenecía al Reino de Sicilia, en posesión de los Soberanos de la Corona de Aragón desde el Siglo XIII.
3.- Desde hace algunos años, la Orden, siquiera sea en forma simbólica, ha vuelto a Malta. En efecto, según un acuerdo con el Gobierno maltés, éste ha concedido a la Orden el uso exclusivo del Fuerte Sant´Angelo, por 99 años. Situado en el municipio de Birgu, el Fuerte perteneció a los Caballeros de San Juan desde 1530 hasta la ocupación de la isla por Napoleón en 1798. Hoy, debidamente restaurado, acoge a la Academia Internazionale Maltense que desarrolla actividades de carácter histórico y cultural.


 

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