Arbil cede expresamente el permiso de reproducción bajo premisas de buena fe y buen fin
Para volver a la Revista Arbil nº 104
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 104


La ley Pastor y sus desarrollos posteriores es el origen de millones de asesinatos de niños en sus primeros momentos de vida
La ley Pastor y sus desarrollos posteriores es el origen de millones de asesinatos de niños en sus primeros momentos de vida
[Enlace recopilación de artículos sobre la manipulación embrionaria]

El “dualismo”, elemento de controversia entre la oficilidad del Ejército Español del siglo XIX

por Francisco Ángel Cañete Páez

En qué consistió esa entelequia del "dualismo", mediante el cual, y en un mismo oficial se podían conciliar a la vez un empleo efectivo y varios grados superiores a ese empleo. Es decir: un Capitán efectivo, podía ser a la vez, Comandante, Teniente Coronel y aún Coronel, cuando hubiese sido distinguido con estos "grados" superiores a su empleo efectivo. Todo un galimatías objeto de mil recursos, con el que afortunadamente acabó la Reina Regente Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena.

Introducción

Visitaba yo, hace unos años el cementerio cordobés de Nuestra Señora de la Salud, (1) donde reposan los restos de mis abuelos maternos, cuando me fijé en la tumba de un militar fallecido en las postrimerías del Siglo XIX, y pude observar que a continuación de su nombre y el cargo que ostentaba a su fallecimiento -creo que era el de Jefe de la Remonta de Caballería cordobesa- figuraba su empleo militar, y he aquí mi sorpresa, pues en la lápida rezaba con el (los) empleos de comandante-teniente coronel. Pero no acabó ahí mi sorpresa; cerca de esta sepultura y siguiendo el lienzo oeste de la tapia del cementerio, figuraba una bovedilla de otro compañero, fallecido también en fecha mas o menos similar al anterior, y en cuyo empleo rezaba: comandante-coronel. Y ya mi asombro llegó al límite cuando encuentro una tercera donde yacían los restos de un coronel-brigadier. Estaba claro que algo se me escapaba. El hecho inédito entonces para mí, de que en la persona de un jefe u oficial pudieran conciliarse dos empleos a la vez (luego se verá que no eran exactamente dos empleos, sino un empleo y un grado) era algo que no me habían explicado durante mi paso como alumno de la Milicia Universitaria, ni venía reflejado en los memoriales (“mementos” en el argot estudiantil de los milicios) de Legislación Moral y Ordenanzas que estudiábamos en los campamentos de la IPS. Y sin embargo, la inscripción en las lápidas de mis tres compañeros fallecidos en el Siglo XIX era nítida por demás: Allí rezaba ( y aún debe rezar, pues dichas sepulturas por los años transcurridos deben ser a perpetuidad): un comandante-teniente coronel, un comandante-coronel y un coronel-brigadier. Decidido a resolver el “misterio”, en días sucesivos me enfrasqué en la lectura de libros, Colecciones Legislativas, Anuarios Militares, etc. del Siglo XIX, y pronto descubrí que no había tal misterio: el fenómeno curioso de que un mismo jefe u oficial pudiese ostentar a la vez un empleo efectivo y un “grado” superior a su empleo, se denominó “Dualismo” y tuvo su origen a finales del Siglo XVIII, sobrevivió durante todo el Siglo XIX y fue motivo de grave controversia (lacra, lo llama el ilustre escritor Don José Ramón Alonso)entre la oficialidad del Ejército Español del siglo XIX.

Definición y génesis del “dualismo”

Y llegados aquí, tiempo es ya de que intentemos definir (la cosa no es fácil) en qué consistió ese fenómeno denominado “Dualismo” que influyó sobremanera en los escalafones militares de mis compañeros del Siglo XIX. Coexistían en el Ejército Español del XIX, dos Armas: Infantería y Caballería, que eran conocidas como “Armas Generales”, y de cuyos colegios o academias se salía con el empleo de Subteniente, luego de Alférez, tras superar tres cursos de estudios reglamentarios(2). Junto a estas dos armas generales existían los Cuerpos de Artillería e Ingenieros. Cuerpos Facultativos de una gran preparación científica y técnica (la carrera duraba cinco años y salían con el empleo de teniente, unido al de ingeniero o arquitecto). Por último, y junto a artilleros e ingenieros, cerraba filas un Cuerpo culto, distinguido y elitista, cuyos componentes adornaban la cintura del uniforme con una faja de color azul celeste: el Cuerpo de Estado Mayor. Pues bien, los oficiales de estos tres Cuerpos Facultativos a la salida de sus respectivos colegios o academias hacían la solemne promesa de no aceptar ascenso alguno que no fuera por rigurosa antigüedad, constituyendo lo que se llamó “Escala cerrada”de tal forma – y ahora viene el fenómeno dualista- que cuando alguno de ellos destacaba por su heroísmo en el combate o en la creación y divulgación de libros o proyectos declarados “de utilidad para el ejército”, al no consentir ser ascendidos en su Cuerpo por méritos de guerra o científicos (en el siglo XIX se ascendía también por méritos científicos, literarios o de Profesorado militar), se les otorgaba un grado, a veces dos, y excepcionalmente hasta tres (estos segundos o terceros grados otorgados a un mismo jefe u oficial se denominaban “sobregrados”) superiores al empleo efectivo que en ese momento ostentaban. De tal forma , que un capitán de Artillería, de Ingenieros o de Estado Mayor, con Real Patente de Empleo en propiedad, podía a la vez ostentar los “grados” de comandante, teniente coronel y excepcionalmente el de coronel. Esto último, el de superar en tres grados al empleo efectivo ostentado, apenas si hay constancia en nuestro ejército del XIX. Uno de los muy pocos oficiales en que se dio esta circunstancia fue el general Weyler, pues cuando fue promovido a brigadier, era tan sólo comandante de Estado Mayor, y ya había sido agraciado con los “grados” de teniente coronel de Caballería y coronel “de ejército”.

Y sirviéndome de pauta este “grado” de coronel de ejército, que le fue otorgado a un muy joven Weyler, por méritos de guerra, cuando en su escalafón de Estado Mayor era sólo comandante, quisiera aclarar en que consistía ese término ambiguo “de ejército” tan comúnmente empleado sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Resulta que en los Cuerpos Facultativos antedichos, de Artillería, Ingenieros y Estado Mayor, al otorgarle a alguno de sus componentes un grado superior al empleo efectivo que disfrutaban, tenían que elegir –para poder ostentar dicho grado- vincularse en una de las Armas Generales de Infantería o Caballería; de tal forma, que ya tenemos a un capitán de Artillería, de Ingenieros o de Estado Mayor, al que por sus méritos científicos o de campaña le había sido otorgado un grado superior a su empleo efectivo en su Cuerpo, convertido en Comandante graduado de Infantería o Caballería, a su elección. Y claro está, sucedió lo lógico y natural: protestaron respetuosamente los oficiales de dichas Armas de Infantería y Caballería, aduciendo que estos distinguidos compañeros de los Cuerpos Facultativos que habían sido agraciados con sendos “grados” de estas Armas Generales, no pintaban nada en el seno de las mismas; ni habían estudiado en sus colegios o academias ni habían figurado nunca como oficiales en sus escalafones. Al parecer el mando les dio la razón(era lógico por demás) y sin que mediase disposición alguna que modificase lo estatuido, un buen día dejaron de figurar en las disposiciones oficiales los grados obtenidos por oficiales de los Cuerpos Facultativos, como de Infantería o Caballería ,pasando a denominarse con el ambiguo, y mas que ambiguo genérico calificativo “de ejército”. Por ejemplo: Comandante de Artillería-Coronel de ejército. Ahora sí, ya empezaba a quedar despejada mi extrañeza sobre los empleos-grados que figuraban –y me imagino que deben seguir figurando- en las lápidas mortuorias de mis tres compañeros enterrados en el cementerio cordobés de Nuestra Señora de la Salud, y a los que, en mi anual visita al cementerio, les rezo una oración por sus almas.

El “dualismo” como elemento de controversia entre los jefes y oficiales del siglo XIX.-

En cuanto a la controversia que el “dualismo” llevaba implícito en sí mismo como factor importante de disensiones o discordias en el seno de nuestro ejército del XIX –y que con tanto rigor critican en sus obras los escritores Payne y Ramón Alonso- hay que vestir el uniforme militar y ponerse en la piel de nuestros compañeros –al que agraciaban con un “grado” se debía creer que estaba en posesión del empleo correspondiente y como tal, en ocasiones, actuaba- para intentar, sino justificarlo si al menos, comprenderlo. Y así, un día con otro, al no estar verdaderamente claras las competencias de los “graduados”, los problemas y las incidencias surgían cada dos por tres. Surgían a la hora de suceder en el mando de un Regimiento o Dependencia militar al primer jefe del mismo(3); así como a la hora de formar los Escalafones anuales , o a la hora de ocupar un puesto en formación o de formar parte de una recepción, de las infinitas que se celebraban en el siglo XIX , etc.etc. Y esto en tiempo de paz, imaginemos que sería en campaña (de las que el Siglo XIX fue tan sumamente pródigo) a la hora de sustituir en el mando a un brigadier o a cualquier jefe de columna caído en las operaciones. Y que puedo contar de la justicia, que por motivos del “dualismo” las Secretarías de Justicia de los Distritos o Capitanías Generales, se vieron , poco menos que colapsadas, por infinidad de partes por escrito, diligencias, causas militares y demás, que obligaban a los distintos Auditores militares, a proponer al Capitán General fallos , basados las mas de las veces en el consenso y en la comprensión, que en la frialdad literal del código marcial. Como anécdota curiosa se cuenta las dudas y tribulaciones que acompañaban en cierta ocasión a un veterano Secretario de Justicia de cierta Capitanía General, a la hora de designar la composición de un Consejo de Guerra, para “ver y fallar” la causa instruída contra un sargento efectivo, alférez graduado, el cual “encontrándose el día de autos jugando una partida de billar con un compañero, sargento también de su mismo Regimiento,-pero éste sin “grado” superior- por causas que se ignoran, surgió entre ambos la desavenencia, y en el transcurso de la misma, el sargento-alférez golpeó fuertemente con el taco a su compañero en la cabeza, de cuyas resultas hubieron de darle veintisiete puntos de sutura en la Casa de Socorro mas próxima”. El secretario dudaba, por aquello del “dualismo” del acusado, de si formar un Consejo de Guerra de Oficiales Generales –como alférez graduado- u Ordinario como clase de tropa que entonces eran los sargentos. Al final resolvió el Capitán General y parece ser que dictaminó “Consejo de Guerra Ordinario”.

Este estado de cosas se había de terminar, y el año 1.887, al ocupar la cartera de Guerra el teniente general Don Miguel Cassola y Fernández, propuso una serie de Reformas para el ejército, entre las que se incluían la supresión del “dualismo”. Estas noticias de Reformas trascendieron a la opinión pública y en las Cortes muchos diputados se opusieron a ellas con vehemencia, provocando al poco el cese de tan ejemplar ministro. Pero el “dualismo” ya estaba herido de muerte. El 19 de Julio de 1.889, S.M. la Reina Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, Regente del Reino, sancionaba con su regia firma la “Ley Adicional a la Constitutiva del Ejército”, la cual suprimía el “Dualismo” entre los oficiales del ejército, al disponer en su artículo 8º:”Los oficiales particulares de todas las Armas, Cuerpos e Institutos del Ejército(...) ascenderán en tiempo de paz, hasta el empleo de coronel inclusive por rigurosa antigüedad; quedando prohibida, así en paz como en campaña, la concesión de grados, sobregrados y mayores antigüedades”. Es decir, que a partir de entonces, ningún militar podría aunar en su persona ningún “grado”que no se correspondiese con el empleo efectivo que ostentase.

Conclusión.

Semillero de discordias (yo no me atrevería a llamarlo lacra) el “Dualismo”vino a menoscabar la concordia entre compañeros, reinante siempre en las filas de la milicia, haciendo llegar hasta los despachos de los primeros jefes de Cuerpo, así como al de auditores y secretarios de justicia. Infinidad de “partes por escrito”, junto a otros muchos oficios de queja o consulta , que obligaron muchas veces a ser resueltos por los capitanes generales de Distrito, con unas grandes dosis de indulgencia y tolerancia y a dictar, en otras, resoluciones eclécticas tendentes a contentar ambas partes sin estar seguros, a ciencia cierta, de llegar a conseguirlo. Y lo mas curioso de este fenómeno del “dualismo”, perturbador en cierto modo del buen orden y armonía que deben regir las relaciones entre oficiales y que se prolongó durante algo mas de un siglo, fuese al final suprimido por una Reina de origen extranjero (pero españolísima al contraer matrimonio con Don Alfonso XII) y un ministro civil (Canalejas)del Gabinete de Sagasta. De todas formas, su impronta y sus efectos ahí quedan para estudiosos de la sociología militar de nuestro ejército del Siglo XIX. Con la supresión del “dualismo”se dio por finalizado un importante elemento de controversia-mitigado en parte, por el alto concepto de disciplina de nuestros oficiales- en el que inciden, magnificando su grave disfunción negativa, la mayor parte de nuestros historiadores civiles estudiosos de este período histórico de nuestro ejército.

•- •-• -••••••-•
Francisco Ángel Cañete Páez

NOTAS

1) Los cordobeses llaman (llamamos, pues el autor se honra también con su nacimiento en la Capital del Califato) a este cementerio “El Panteón de Toreros Ilustres”, pues en él están enterrados los cuatro grandes Califas del Toreo: Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”, Rafael Guerra Bejarano “Guerrita”, Rafael González Madrid “Machaquito” y Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”. El recientemente nombrado quinto “Califa del Toreo” Manuel Benítez “El Cordobés”, aún vive y goza de buena salud.

2) Eran Armas de”Escala abierta” pues sus oficiales podían aceptar grados y méritos de guerra.

3) En los Cuerpos Facultativos de Artillería e Ingenieros, para el orden de sucesión en el mando y subordinación en el servicio especial del Cuerpo, se atendía en primer lugar a los empleos efectivos que en él disfrutasen sus jefes y oficiales, sin tener en cuenta la graduación “en ejército” que hubiesen podido obtener como recompensa.


Pon la cruz en tu declaración. No le des tu dinero a las ONG´s que atacan la dignidad humana y el orden natural

 

Para volver a la Revista Arbil nº 104
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 104

La página arbil.org quiere ser un instrumento para el servicio de la dignidad del hombre fruto de su transcendencia y filiación divina

"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

El contenido de estos artículos no necesariamente coincide siempre con la línea editorial de la publicación y las posiciones del Foro ARBIL

La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del público siempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen.

Foro Arbil

Inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones. N.I.F. G-47042954
Apdo.de Correos 990
50080 Zaragoza (España)

ISSN: 1697-1388