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La Inmaculada Concepción

por María del Pilar Marcos Carrión

Consideraciones sobre este privilegio grandioso que Dios concedió a María en su concepción, para que comprendamos algo del valor que encierra

El dogma de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora no deja de ser un maravilloso misterio a los ojos del hombre, el cual se puede lógicamente hacer infinidad de preguntas acerca de él, pero porque es un misterio por eso es realmente maravilloso, extraordinario y admirable. Sin ésta Verdad, la Redención no hubiera sido posible, porque no es posible llegar a Dios si no es a través de Su Madre. Lo que a continuación sigue es una explicación de los elementos fundamentales que conforman este misterio, este Dogma, para poder comprenderlo mejor y para poder amar más a la Virgen. Cerca de Ella estaremos seguros siempre, y cerca de Ella estaremos cerca de Su Hijo. Lo hemos trascrito casi literal, con algunos añadidos, para no cometer errores en algo tan importante como el tema que traemos aquí, apoyándonos en dos ilustres.

Cuando decimos Inmaculada Concepción, queremos significar que la Virgen María estuvo siempre libre del pecado original, siendo pura y agradable a Dios desde el primer instante de su existencia, es decir, desde el primer instante en que fue concebida.

Detengámonos a considerar este privilegio grandioso que Dios concedió a María en su concepción, para que comprendamos algo del valor que encierra.

Fue un privilegio único. Figúrate al demonio que a la entrada del mundo, según van pasando los hombres a comenzar la vida, a todos marca con el sello del pecado, así hemos nacido todos, a los ojos de Dios como algo sucio por esa mancha del demonio. Piensa bien lo que significa ese todos. Recuerda a los santos más grandes, a los más amantes y más amados de Dios, y todos tienen que decir “fui concebido en la iniquidad y en pecado fui engendrado” ¡qué pena!, ¡qué dolor!, ¡qué espectáculo tan triste!.

Pero mira cómo cambia la escena. Ahora es todo lo contrario. Contempla a esa alma purísima que brota de las manos de Dios, y burlando al demonio entra en el mundo victoriosa.

Privilegio grande. Porque por él aparece muy grande nuestra Madre a los ojos de Dios, de los ángeles y de nosotros mismos. Si nosotros naciéramos en gracia, no encontraríamos en este privilegio una de las razones más principales para enaltecer la figura de María.

Privilegio divino. Sólo Dios pudo obrar semejante prodigio de hermosura y de gracia. Este privilegio es una excepción, pero que no podían hacerla los hombres, no estaba en sus manos, únicamente podía hacerla Dios. Por eso el triunfo de María Inmaculada es un triunfo de Dios, este privilegio es verdaderamente divino y la gloria de María es una gloria divina.

Meditemos ahora brevemente sobre las razones por las que María tuvo que ser Inmaculada:

De María, Jesús había de tomar la carne y la sangre que como hostia pura y santa se ofreciera en la Cruz por la humanidad. Pues ¿cómo había de ser pura y santa esa hostia si en su origen estuvo manchada de pecado? Esta demostración se robustece si consideramos que la Maternidad divina está infinitamente unida a los designios de Dios, de tal manera que la Virgen María, antes de ser hija del Adán terrestre, era madre del Adán celeste, y Dios pretendía formar en ella, no a una criatura humana como las demás, sino una Madre para Sí, a la cual había de adornar con todos los esplendores.

¿Es posible que el Hijo de Dios se hiciera y se formara, El mismo, una madre pecadora y manchada? ¿Es posible que se hiciera El un templo y un tabernáculo donde se alojase siquiera por un instante el demonio? ¿Dónde estaría su poder, su sabiduría, su bondad?

Otra consideración muy importante es que la Santísima Trinidad, siendo una sola naturaleza y un solo agente, hubo de intervenir en la formación de María, y toda ella estaba interesada en formar una criatura inmaculada y perfectísima: el Eterno Padre porque se trataba de su Hija predilecta; el Hijo porque amaba infinitamente a su Madre; y el Espíritu Santo porque a El se atribuyen todas las obras del amor. María Inmaculada tiene relaciones estrechas y amorosos vínculos con cada una de las tres personas divinas: no podía pertenecer a tal familia sin ser inmaculada, la m´s leve mancha sería un ultraje a la Sacrosanta Trinidad.

Esta Inmaculada Concepción de María también convenía para la santificación de los hombres. Jesús vivía entre nosotros, para darnos ejemplo de vida. Particularmente nos dió ejemplo de todas las virtudes domésticas, sujetándose a la obediencia de San José y de María. Era menester que nos manifestase de un modo clarísimo su piedad filial, y lo hizo creando una hermosura inmaculada en su Madre Santísima.

También debemos considerar que María Santísima fue asociada en cierto modo por su Hijo a la obra grande de la Redención. Desde la cruz nos la dejó por Madre y nos encomendó a Ella como hijos. Desde entonces, y en virtud de la natural unión de la Madre con el Hijo, ella es corredentora, intercesora y medianera de gracias.

Ahora bien, si María es el canal por donde se derivan a sus hijos las gracias divinas, ha de estar libre de toda mancha, ha de ser pura e inmaculada, como pura e inmaculada es la gracia, cuyo oficio es dar a las almas una hermosura sobrenatural.

Mucho se podría meditar a raíz de este maravilloso dogma, muchas las virtudes de María derivadas de su Concepción Inmaculada. Ahora limitémonos a admirar este privilegio extraordinario de Nuestra Madre y a darle gracias a Dios por ello, pidiéndole a María el que nos haga comprender la necesidad que tenemos de Ella, y procurando imitar sus virtudes, alcanzar las gracias necesarias para nuestra salvación. Que no nos abandone nunca en este valle de lágrimas tan llenos de peligros. Que su Corazón Inmaculado, concebido sin mancha alguna sea siempre nuestro seguro refugio para calmar nuestro dolor y compartir con Ella nuestras más puras alegrías. A su lado todo es más fácil, las lágrimas son menos amargas y las alegrías más dulces. Que con su ayuda, un día gocemos eternamente de la dicha que nunca se acaba.

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María del Pilar Marcos Carrión

Bibliografía

“Meditaciones sobre la Santísima Virgen María” D. Ildefonso Rodríguez Villar.

“Historia de la Santísima Virgen María” Dr. Pérez Sanjulián.


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