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P. Cornelius Scipio Africanus (maior), ¿mujeriego?

por Martín Ibarra Benlloch

La conquista de Cartago Nova fue fundamental para decidir el resultado de la guerra en Hispania entre cartagineses y romanos. Polibio lo describe con gran precisión y detalle. Nosotros centraremos nuestra atención en un único hecho, sucedido después de su conquista. Nos referimos a la oferta de unos soldados a Escipión de una joven cautiva, y el comportamiento de éste.

Tiene, no obstante, un preludio imprescindible para ubicar mejor el planteamiento de Polibio. “Mientras los tribunos estaban repartiendo los despojos, el general romano mandó concentrar a los prisioneros, que eran muchos, casi diez mil. Puso aparte a los habitantes de la ciudad, con sus mujeres e hijos, e hizo un grupo también con los artesanos. A los primeros les exhortó a ser amigos de Roma, a que no olvidaran aquel beneficio, y los despachó a sus casas” [1] . Se muestra benigno con los naturales, y separa a los artesanos, presumiblemente para utilizarlos en sus campañas bélicas, al igual que hicieron los cartagineses.

La misma clemencia se advierte con los rehenes, en un pasaje lleno de dramatismo que, sin embargo, parece altamente veraz: “La mujer de Mandonio, hermano de Indíbil, rey de los ilergetes, salió del grupo de mujeres rehenes para arrodillársele a los pies; le rogaba entre lágrimas que respetara su dignidad mejor de lo que la habían respetado los cartagineses. El romano, compadecido, preguntó si les faltaba algo necesario; ella era una mujer ya madura, de evidente preeminencia y majestad; a tal demanda se mantuvo en silencio. Publio Cornelio mandó llamar a los cartagineses que habían cuidado de aquellas mujeres; los reclamados arguyeron que les habían dado en abundancia lo que necesitaban. La matrona se aferró más que antes a las rodillas de Publio Escipión repitiendo las mismas palabras, lo que ponía al romano en un aprieto mayor. Empezó a sospechar negligencia por parte de los cartagineses y que los encargados de ellas, a quienes había inetrrogado, le habían respondido falsamente. Por consiguiente, dijo a las mujeres que cobraran ánimo, porque él personalmente nombraría a unos que cuidarían que no les faltara nada necesario” [2] .

Se da una gradación en la escena, que puede tener algo de recurso literario, todo ello conducente a resaltar la virtud de Escipión. Ante una supuesta irregularidad, procede a un interrogatorio. Y, además, se sigue un orden lógico en sus pensamientos: la afrenta era por falta de atenciones o de alimentación. Ni siquiera se le había ocurrido otro tipo de vejación.

“La mujer guardó un breve silencio y, luego, exclamó: ‘¡General! Si crees que pedimos algo para nuestro estómago es que no has comprendido correctamente mis palabras’. Entonces Publio Cornelio entendió cabalmente lo que le quería decir la mujer. Recorrió con la mirada la espléndida belleza de las hijas de Indíbil y de las de muchos otros reyes, y se le saltaron las lágrimas tras aquella tímida insinuación, por parte de la ibera, de sus afrentas. Y entonces demostró haber adivinado: tomó a la mujer por la mano y le dijo que ni ella ni las demás debían desconfiar: él velaría por ellas como si le fueran hermanas e hijas y que, tal cual ya había manifestado, nombraría para esto a unos hombres de confianza” [3] .

Por lo que se cuenta más adelante, Escipión guardó su palabra y estas rehenes fueron determinantes para cambiar las alianzas de los romanos con los diferentes pueblos de Hispania.

Por tanto, nada más conquistar Cartagena, encontramos que Polibio nos presenta a Escipión como una persona moderada y magnánima, tanto con los habitantes como con los rehenes. Y que atiende a las quejas de una mujer, entiende perfectamente sus insinuaciones sobre las afrentas recibidas y decide poner freno a las mismas.

Después de recoger el botín, aparece el episodio que nos interesa, el de la joven rehén. “Fue en aquella ocasión cuando unos soldados romanos muy jóvenes encontraron a una muchacha en la flor de la edad y que, en belleza superaba a las demás mujeres. Sabían que Publio Cornelio era mujeriego, y fueron a su encuentro con la joven, diciéndole que se la entregaban. Él se sorprendió, admirado de aquella beldad, les dijo que de ser soldado raso, no hubiera habido regalo que hubiera aceptado más complacido. Sin embargo, él era el general, y no había obsequio que pudiera aceptar menos. Con ello dio a entender -al menos a mí me lo parece- que estas cosas proporcionan a los jóvenes un gusto y un pasatiempo alguna vez, a saber, en tiempos de ocio y de relajación; en cambio, en épocas de acción son un gran obstáculo tanto corporal como espiritual para los que las llevan a cabo. A sus soldados les dijo que les quedaba agradecido; mandó llamar al padre de la joven y se la entregó con la recomendación de que la casara con el conciudadano que le pareciese bien. Con tal mesura y continencia, se ganó la estima de sus subordinados” [4] .

Escipión, que gozaba del cargo de procónsul, actúa de acuerdo a él en la versión polibiana. No obstante, caben varias preguntas. La primera es el porqué se atrevieron dos soldados a traerle una muchacha. Su juventud parece un eximente de su actuación. No lo es menos el que se diga que sabían que Publio Cornelio “era mujeriego”. ¿Es esto transmisión fiel de su fuente o deducción de Polibio?

En sus palabras, no hay una condenación de nada ni de nadie de forma directa. No le parece mal la idea, pero quizá no sea la persona adecuada, como general. Rechaza su proposición, pero les queda agradecido. El juicio de sus subordinados es de carácter ético, pero el planteamiento de Escipión es, en todo momento político. Si quiere demostrar que los rehenes pueden confiar en su palabra, esta es una ocasión en la que lo van a poder comprobar. Él se va a mostrar benigno y magnánimo, y utilizará eso como propaganda a su favor. Frente a la barbarie y la desmesura cartaginesa, su racionalidad y tolerancia, su “mesura y continencia”.

Que haya mucho de premeditación, es algo que se deduce del propio Polibio en el inicio de la exposición sobre Publio Cornelio. Así, dice que “todo el mundo está de acuerdo en que fue un hombre magnánimo y amigo de hacer el bien; en cambio, sólo los que convivían con él y constataron sus modos de proceder concederán que fue sagaz, sobrio y que meditaba mucho sus planes; esto, los más, lo niegan” [5] .

Este puede ser el quid de la cuestión. Y Polibio destaca siempre esta sagacidad, este pensar las cosas con detenimiento. Además de tener una gran capacidad teatral, no sólo con su madre, cuando le refiere los sueños que ha tenido, sino también por dar a entender que la razón de sus éxitos se debía a una inspiración divina [6] .

La interpretación polibiana, positiva, interpreta su renuncia de la joven a su condición de general en guerra, no a un rechazo de ese comportamiento en toda circunstancia.

* * *

Este suceso ha conocido diversos comentarios. Aulo Gelio recoge uno de Apión sobre Alejandro Magno y cómo este rechazo el vejar a la esposa del rey Dario, a quien había vencido. Compara su virtud con la de Escipión, que rechazó a una joven, de gran belleza, hija de un noble español [7] . Aulo Gelio discrepa de esta opinión favorable hacia Escipión, y recoge unos versos del poeta Nevio, no sin antes recordar que Escipión de joven, no gozó de buena reputación: Scipionem istum, uerone an falso incertum, fama tamen, cum esset adulescens, haud sincera fuisse et propemodum constitisse, hosce uersus a Cn. Naeuio poeta in eum scriptos esse [8] . Y en los versos, además de hacer constar que realizó acciones gloriosas, dice también que fue descubierto con su amiga bajo un único palio [9] .

No contento con esto, el mismo Aulo Gelio recoge la opinión negativa de Valerio Antias sobre el propio Escipión, sosteniendo que la joven cautiva no fue devuelta a su padre y, por el contrario fue retenida por Escipión para sus placeres amorosos [10] . Valerio Antias se opone a la tradición de otros muchos analistas, desmarcándose de la tradición aristocrática común a la mayoría. Esa es la razón por la que muchos le desautorizan [11] .

* * *

Tito Livio cuenta por extenso la toma de Escipión de Cartagena el año 209 a.C. El relato es mucho más dramático que el de Polibio [12] . Introduce, además, un mayor número de datos respecto de los nombres propios y circunstancias de las mujeres rehenes, así como del suceso de la joven presentada a Escipión.

La mujer que protesta del trato recibida por los cartagineses resulta ser, ahora, la esposa de Mandonio, hermano de Indibil, rey de los Ilergetes. Y Escipión, después de escucharla, comenta que sus principios y los del pueblo romano le obligan a actuar correctamente con todos, y más con las matronas [13] .

Luego introduce la historia de la joven, aunque con algunas variantes. Captiua deinde a militibus adducitur ad eum adulta uirgo, adeo eximia forma ut quacumque incedebat conuerteret animum oculos. No se menciona la juventud de los soldados, al contrario que en el relato de Polibio. Y sí lo hará a continuación el diálogo que supuestamente mantuvieron Escipión y la joven, en el que se nos informa que estaba prometida a un príncipe celtíbero, de nombre Allucio. Escipión les mandó llamar, tanto a los padres como a Allucio y les dirigió las siguientes palabras: ‘Iuuenis’, inquit, ‘iuuenem appello, quo minor sit huius inter nos sermonis uerecundia. Ego cum sponsa tua capta a militibus nostris ad me ducta esset audiremque tibi eam cordi esse, et forma faceret fidem, quia ipse, si frui liceret ludo aetatis, praesertim in recto et legitimo amore, et non respublica animum nostrum occupasset, neniam mihi dari sponsam impensius amanti uellem, tuo cuius possum amori faneo’ [14] .

Algunas ideas parecen comunes al relato de Polibio, aunque con un enfoque diferente y, desde luego, más retórico e idealizado. Y es la idea que los jóvenes pueden permitirse aquellas cosas propias de la edad, aunque él por su cargo deba abstenerse. Y si lo ha hecho en esta ocasión a pesar de la belleza de la joven, ha sido porque se ha enterado de que estaba comprometida y porque desea favorecer su amor, ya que puede actuar así.

¿Qué hubiera sido de la joven cautiva, de no haber caído en manos de Escipión? Es evidente que hubiera corrido el mismo destino que tantas mujeres que sufren de las violencias de la guerra.

Continúa su alocución afirmando que la ha guardado “intacta”, algo digno de ambos. Esto lo interpreta no como un deber, sino como un favor. Favor que espera que sea correspondido con su futura amistad con Roma: Hanc mercedem unam pro eo munere paciscor: amicus populo Romano sis [15] . Entre los romanos hay muchos hombres buenos, al igual que lo fueron su padre y su tío. Y no hay ningún pueblo sobre la tierra que él desee menos tener como enemigo en lugar de ser su amigo.

El relato de Tito Livio, muy idealizado, sigue poniendo la clave del comportamiento de Escipión en la política, en el deseo de establecer nuevas alianzas y poder vencer a los cartagineses. Su virtud, por tanto, es presentada como táctica.

Su información, sin embargo, parece algo dudosa. Silio Itálico no habla de un prometido; Valerio Máximo hace a éste nada menos que a Indibil. Dión Casio, por su parte, dice que Allucio es un magistrado celtíbero [16] .

La narración más fiable de todas, por su coherencia interna, por su cercanía al momento histórico, por su relativa imparcialidad y por las fuentes directas que utiliza es la de Polibio.

Para la guerra de España, parece que utiliza como fuente de primera mano a Lelio, de los que parecen demostrados su autoría en numerosos pasajes de este libro décimo, incluidos los referidos a la toma de Cartago Nova [17] . De ahí que la parquedad de datos resulte más una garantía de veracidad que no otra cosa. Y, en segundo lugar, la apostilla de que Escipión fue mujeriego de joven, no aparece confirmada directamente, pero ninguna de las fuentes ni siquiera las que le son favorables, lo desmienten. Y dan entender que, de no ser por su rango, hubiera actuado como cualquier joven de su edad.

En esto, Escipión fue un hombre de su tiempo. En el episodio de la toma de Cartago Nova, Polibio cuenta lo siguiente: “Cuando Publio Escipión creyó que el número de los suyos que habían entrado era ya respetable, envió, según la costumbre de los romanos, a la mayoría contra los de la ciudad, con la orden de matar a todo el mundo que encontraran, sin perdonar a nadie” [18] . Este es el que momentos más tarde, se mostrará compasivo y misericordioso con las cautivas. En el fondo nos parece una persona sagaz, un político oportunista. En boca de Polibio, actuó “de manera racional”, lo que resulta elogiable.

Y la racionalidad no equivale a moralidad. En todo momento aparece el hombre público, sin más intenciones que conseguir sus fines militares y políticos. En eso coinciden todas las fuentes, Polibio incluida. Parece muy verosimil, por tanto, la afirmación que encontramos en el texto polibiano: “sabían que Publio Cornelio era mujeriego”.

Lo era. Y trascendió, precisamente, la única vez en que nos consta que en su juventud no lo fue. Quedó grabado como paradigma de hombre continente.

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Martín Ibarra Benlloch



[1] POL., X,17,6. Sigo la edición de E. FOULON, Polybe. Histoires. Livre X, París 1990. La traducción española es de M. BALASCH, Polibio. Historias. Libros V-XV, Madrid 1981.

[2] POL., X,18,6-11.

[3] POL., X,18,12-13.

[4] POL., X,19,3-7.

[5] POL., X,3,1.

[6] POL., X,5,7: “Supo explotar hábilmente la oportunidad que le ofrecieron el pueblo y su misma madre, y no sólo vio coronados sus planes por el éxito, sino que además pareció que actuaba por una inspiración divina”.

[7] AULUS GELLIUS, noctes VII,8,3: Lepide igitur agitari potest, utrum uideri continentiorem par sit, Publium en Africanum superiorem, qui, Carthagine ampla ciuitate in Hispania expugnata, uirginem tempestiuam, forma egregia, nobilis uiri Hispani filiam captam perductamque ad se patri inuiolatam reddidit, an regem Alexandrum, qui Darii regis uxorem eandemque eiusdem sororem, proelio magno captam, quam esse audiebat exuperanti forma, uidere noluit perducique ad sese prohibuit. Sigo la edición de R. MARACHE, Aulu Gelle. Les nuits attiques. Tome II. Livres V-X, París 1978.

[8] AULUS GELLIUS, noctes VII,8,5.

[9] AULUS GELLIUS, noctes VII,8,5: Eum suus pater cum pallio uno ab amica abduxit.

[10] AULUS GELLIUS, noctes VII,8,6: His ego uersibus credo adductum Valerium Antiatem aduersus ceteros omnis scriptores de Scipionis moribus sensisse et eam puellam captiuam non redditam patri scripsisse, contra quam nos supra diximus, sed retentam a Scipione atque in deliciis amoribusque ab eo usurpatam.

[11] Cfr. R. MARACHE, o.c. en nota 7, p. 210 n. 1.

[12] Cfr. F.W. WALBANK, A Historical commentary on Polybius. Volume II. Commentary on Books VII-XVIII, Oxford 1967, ad locum: “in Livy (XXVI,50,1-2) the same anecdote is elaborated and romanticized to include a young man Allucius”.

[13] LIUIUS, Urbe XXVI,49,14-16. La edición es de P. JAL, Tite-Live. Histoire Romaine. Livre XXVI, Tome XVI, París 1991.

[14] LIUIUS, Urbe XXVI,50,2-5.

[15] LIUIUS, Urbe XXVI,50,7.

[16] SIL. ITAL., 15,268-272; VAL. MAX. 4,3,1; DIO CASSIUS, frg. 57,43 (58,2).

[17] Cfr. D. MUSTI, Polibio e la storiografia romana, en F.W. WALBANK, Polybe: neuf exposés suivies de discussions, 1974, p. 124.

[18] POL., X,15,4.



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