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Obediencias y Regularidad Masónica

por JMRR

Una breve introducción al tema incidiendo en explicar de donde proviene la diversidad de obediencias en un mismo territorio nacional y distinguiendo entre masonería regular y masonería liberal

En la encíclica Humanum Genus, el gran Papa León XIII, ante la grave crisis moral y religiosa que ya entonces se comenzaba a percibir en Occidente, lanzó un grito a los católicos: quitad la careta a los masones. Es la conciencia de que los procesos revolucionarios y laicistas en la Europa occidental no se entenderían en modo alguno omitiendo la influencia de esta institución desde 1789. De ahí que lo primero que se impone para realizar tal cometido es entender cómo es la masonería para desde ahí responder a la pregunta acerca de la misma naturaleza de la masonería y a través de lo cual sustraernos a la influencia de tal institución en sus pretensiones de ingeniería social y de influencia ideológica.Vamos por ello a realizar un esfuerzo por describir la estructura de la Francmasonería universal visible. En primer lugar hemos de desterrar dos interpretaciones incorrectas de cómo se organiza estructuralmente esta institución. No se puede decir con propiedad que la Francmasonería sea a nivel universal una única institución compacta y perfectamente cohesionada, pero tampoco caer en el error de afirmar que existen varias masonerías y que por lo tanto al hablar de masonería no se pueden establecer juicios críticos englobando a toda la masonería. Podemos hablar de Francmasonería universal en cuanto al sentir que todos los masones tienen de pertenecer a una misma fraternidad, pero en modo alguno podemos hablar de una institución mundial perfectamente coordinada. Sólo la podemos describir en cuanto al conjunto de obediencias masónicas que encontramos a lo largo de todo el mundo

La Obediencia como federación de Logias

Una obediencia es una corporación integrada por logias que acuerdan asociarse o federarse, dándose una Constitución y unos Reglamentos Generales a fin de coordinar sus esfuerzos y sus medios. Es necesario un mínimo de tres logias para formar una obediencia. La normativa común está basada en la constitución fundacional de 1723 (llamada “de Anderson”) o en desarrollos posteriores en conformidad con la tradición masónica.

Cada una de estas macroestructuras se denomina tradicionalmente “Gran Logia”, en unos casos y “Gran Oriente” en otros. Algunos tratadistas masones indican que estas dos palabras se referirían a que una obediencia trabajase un solo rito masónico (Gran Oriente) o que tenga pluralidad de ritos (Gran Logia). No es una interpretación correcta. La realidad es que esos dos términos para lo que sirven es para designar obediencias distintas en un mismo territorio nacional. La palabra oriente alude al lugar en que se ubica una Logia, y por transposición, al territorio que abarque la federación de que se trate.

La Asamblea General o Convento de la Obediencia se reúne una vez al año, al menos. Están representadas en el Convento todas las logias de la Obediencia, a través de sus diputados o portavoces, disponiendo de voz y voto.

El Gran Maestre preside la Obediencia y es elegido por los representantes de las logias en la Asamblea o Convento. Suele serlo por el plazo de un año, aunque en algunas obediencias lo es por plazos superiores, salvo en Escandinavia y Gran Bretaña donde el Rey es presidente nato y vitalicio de las respectivas Grandes Logias nacionales o históricas.

El Consejo de la Obediencia (que puede recibir distintos nombres como Gran Consejo, Consejo Federal, Gran Capítulo, etc.) gobierna la corporación, bajo la presidencia del Gran Maestre. Está compuesto por los consejeros y los Grandes Oficiales, estos con los mismos oficios, en líneas generales, que los de los oficiales de la Logia. Para distinguirlos, van precedidos del adjetivo de “Gran”: Gran Orador, Gran Primer Vigilante, etc.

La creación de nuevas logias o la integración de logias procedentes de otras Obediencias, así como el buen funcionamiento de todas ellas, con arreglo a las normas constitucionales y reglamentarias, es competencia del Consejo de la Obediencia. Igualmente lo es la administración de Justicia masónica para dirimir diferencias que pudieran producirse internamente y para decidir sobre expulsiones (“radiaciones” o “irradiaciones) de miembros.

La masonería universal (la Orden Francmasónica) está compuesta por la suma de las Obediencias mundiales que integran a las llamadas logias simbólicas o azules (las de los tres grados básicos), más los Capítulos, Supremos Consejos, etc., que integran a los talleres de grados superiores al tercero en cada país, administrados separadamente. Cualquiera que sea su grado superior, un masón tradicional ha de estar encuadrado siempre, además, en una logia simbólica en la que debe trabajar siguiendo el método o sistema común como cualquiera de sus otros miembros.

¿De donde proviene la diversidad de obediencias en un mismo territorio nacional?

Podemos contestar escuetamente a esta pregunta diciendo que tal diversificación está relacionada con las distintas formas e interpretaciones del trabajo masónico. Para ello hemos de referirnos al importante concepto de “regularidad” masónica. En general, escuchamos hablar de “masonería inglesa” cuando nos referimos a las denominadas obediencias “regulares” y “masonería de tradición francesa” cuando hablamos de las obediencias autodenominadas “liberales y adogmáticas”. Hablar de masonería inglesa o francesa sirve para entendernos pero no es una nomenclatura correcta, porque dentro de la masonería en Francia nos encontramos con obediencias regulares, reconocidas por la Gran Logia Unida de Inglaterra y otras obediencias regulares; y por otra parte la primera de las obediencias liberales y adogmáticas, el Gran Oriente de Francia, no ejerce una primacía jurisdiccional sobre otras obediencias que administran un tipo de trabajo masónico similar al suyo.

En cualquier caso la nomenclatura de masonería inglesa-masonería francesa tiene su razón de ser en la evolución que en Francia se produce en la masonería del mero ritualismo esotérico a posicionamientos político-religiosos que tendrían una influencia decisiva en gran parte de las obediencias masónicas que iban consolidándose a lo largo del mundo. Para ello, fijémonos en ese proceso que conduce a la divergencia acerca del objeto y método masónico entre el Gran Oriente de Francia y la Gran Logia Unida de Inglaterra y que culmina con la ruptura entre ambas obediencias en 1877.

la Gran Logia de Inglaterra, fundada en 1717, convivió con la Gran Logia de los Antiguos Masones, fundada en 1753 hasta la unión de ambas corporaciones masónicas, con la creación en 1813 de la Gran Logia Unida de Inglaterra. El Acta de Unión reconoció la validez de las gestiones y trabajos de aquellas dos Grandes Logias durante sus años de existencia separada. Ambas formaciones patrocinaron la creación de otras Grandes Logias en el mundo, pero a partir de la unión la Gran Logia de Inglaterra trató de imponer la idea de que en cada país solamente puede existir una Gran Logia tradicional (o “regular”) y que esa condición de regularidad solamente puede reconocerla ella, por considerarse la Gran Logia Madre de la Masonería universal.

La regularidad de las Logias y de las Obediencias viene dada por su correcta configuración, de conformidad con los principios definitorios de la Masonería simbólica tradicional. Los principios o “marcas” (“landmarks”) se pueden resumir en los siguientes:

1. La dedicación de los trabajos masónicos al Gran Arquitecto del Universo

2. El desarrollo del trabajo iniciático de acuerdo con un orden gradual y sucesvo que incluya los grados de Aprendiz, Compañero y Maestro.

3. La creación de una Logia masónica legítima con esta finalidad debe ser realizada por un número de Maestros masones que hayan recibido su iniciación de manera regular, con el apoyo de una Gran Logia regular o de tres logias ya existentes y correctamente constituidas.

4. La realización de los trabajos teniendo presente el Volumen de la Sagrada Ley y colocando sobre ella la Escuadra y el Compás. Los masones regulares prestan juramento sobre estos tres objetos llamados “tres grandes luces” de la masonería universal.

5. Desterrar todo tema específicamente político o específicamente religioso

6. La exclusiva presencia de varones en las tenidas tradicionales

7. El cumplimiento de las leyes estatales legítimamente promulgadas.

Las Grandes Logias anglosajonas han elaborado diversas listas de landmarks que incluyen en sus normativas. Los autores norteamericanos e ingleses mencionaban, desde el siglo XIX veinticinco, que recogió Albert Mackey en su Enciclopedia de la Francmasonería. Pero algunas Grandes Logias de Estados Unidos catalogan varias decenas. En 1929 la Gran Logia Unida de Inglaterra resumió ocho principios, señalándose en el octavo que los principios de los antiguos landmarks serán estrictamente observados, con lo que no es posible determinar con claridad si bastan los ocho de 1929.

Dada la importancia que la masonería francesa adquiere a lo largo del siglo XVIII, no sólo por los fenómenos socio-políticos en los que se va a ir viendo implicada, sino por la impronta que va a marcar en el desarrollo de muchas obediencias que irán surgiendo en el mundo vamos a tratar de sintetizar el proceso que conduce al cisma entre la Gran Logia de Inglaterra y el Gran Oriente de Francia, proceso que servirá de catalizador para comenzar a hablar de masonería regular y masonería liberal y adogmática.

La Gran Logia de Francia fue consagrada en 1725 por la masonería inglesa siguiendo el método de trabajo ritual desarrollado por los masones ingleses en tal momento. Sin embargo el desarrollo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado crea una primera escisión en la masonería francesa. en 1773 cuando la Gran Logia de Francia llegó a escindirse, dando nacimiento al Gran Oriente de Francia y a la breve Gran Logia Nacional. Aunque posteriormente fueron adhiriéndose al Gran Oriente casi todas las logias que habían rechazado hacerlo, la escisión marcó una bipolaridad que se mantuvo en el siglo siguiente, en el que la institucionalización del Rito Escocés Antiguo y Acpetado –combatido en un principio por el Gran Oriente de Francia-, con la creación del Supremo Consejo de este Rito había de conducir, finalmente, a la reconstitución de la Gran Logia de Francia en 1894.

En 1786 la Asamblea del Gran Oriente fijó un sistema gradual de trabajo, de siete grados, basado en el practicado en las logias francesas hasta entonces, pero muy expurgado que pasó a denominarse Rito Francés Moderno o Rito Moderno. Este método ha sido luego modificado en sucesivas ocasiones, la última en 1960, retomando elementos simbólicos eliminados en la versión de 1786. Se conoce como Rito Francés Tradicional o Moderno Restaurado.

Hay que destacar como peculiaridad la ausencia de dedicación de los trabajos al Gran Arquitecto del Universo en el seno de los talleres del Gran Oriente de Francia que trabajan siguiendo este método ritual. No en todos los talleres y, especialmente, no en las logias que siguen el sistema Esocés Antiguo y Aceptado. En su Convento de 1877, el Gran Oriente se apartó de manera oficial de lo que entendía como “deísmo” originando la escisión de la masonería universal que subsiste.

La decisión obedecía a la influencia del positivsmo científico de aquella época (Littre, Taine, Comte, etc) sobre una importante parte de las logias de los tres primeros grados del Rito, ya que las logias de grados superiores votaron mayoritariamente en contra. Así se da la total desvinculación de la Obediencia con respecto a cualquier formulación religiosa, formalizando el agnosticismo de la institución.

Parece oportuno explicar que la dedicación de los trabajos masónicos “a la gloria del gran arquitecto del universo”, con la que tradicionalmente dan comienzo todas las reuniones de trabajo ritual, no constituye una invocación a ninguna entidad personal, sino la afirmación de que la Logia dedica su esfuerzo a profundizar en todo aquello que se reputa atribuible al Principio Generador del Universo, que conduce a la sabiduría, hacia lo que los masones entienden por “Luz”.

La decisión del Convento del Gran Oriente de Francia de 1877 fue consecuencia del mimetismo establecido en la candente problemática sociopolítica del Estado Francés. Ello tuvo importantes repercusiones en el desarrollo de la masonería posterior. Será una masonería que no se centrará tanto en el desarrollo ritualístico y el progreso moral según los principios masónicos, como en la repercusión social e incluso política que este trabajo supone en orden a la transformación social, si bien se sigue manteniendo la veda al debate político-religioso en las logias. Esto se manifestará muy claramente en el orden de las tenidas de las obediencias “regulares” y el que tiene lugar en las obediencias “liberales y adogmáticas”. Las obediencias regulares se centran en la lectura de planchas (documentos acerca de la masonería) y los ritos de paso de grado. La masonería liberal y adogmática le concede una gran importancia al debate siguiente a la lectura de planchas donde aparecen con frecuencia cuestiones relativas a temas de actualidad política y social.

Importante es señalar asimismo que la insistencia de la Gran Logia Unida de Inglaterra a que en cada país haya una sola obediencia “regular” tiene una gran relación con el hecho de que su gran maestre es el rey de Inglaterra o en el caso de que la corona la ostente una mujer, el varón de la familia real que más próximo esté al orden sucesorio. De ese modo las distintas obediencias extendidas por el imperio británico se encontraban muy cohesionadas en torno a la corona. Precisamente las corrientes filosóficas racionalistas y políticamente republicanas que empiezan a engrosar las filas del Gran Oriente de Francia a lo largo del Siglo XVIII producen la lógica divergencia con la masonería inglesa y asimismo marcará decisivamente la orientación de la mayor parte de las obediencias masónicas que no pertenecen al ámbito de influencia política de Inglaterra.

Distinciones frecuentes entre masonería regular y masonería liberal

Nos encontramos asimismo entre masonería regular y liberal con un doble criterio acerca del mismo concepto del trabajo ritualístico. La masonería inglesa, siguiendo la tradición andersoniana considera ajena al espíritu masónico el concepto de “altos grados”, lo que se llegará a denominar “filosofismo” como continuación del “simbolismo” (los tres primeros grados de la masonería llamada azul, aceptados por toda la masonería universal, a saber, aprendiz, compañero y maestro). La masonería regular considera contrario al primitivo espíritu masónico el desarrollo ulterior al grado de maestro. En Francia y Alemania a lo largo del Siglo XVIII a pesar de esto se comienza a dar diversos desarrollos al grado de maestro que serán el germen de los diversos sistemas ritualísticos. La misma masonería inglesa no se verá libre de esta tendencia al crear en 1777 un Supremo Capítulo del Real Arco, con cuatro grados. Así la masonería regular no habla para referirse a grados posteriores al tercero como “altos grados” o “filosofismo” sino que los denomina “cuerpos masónicos colaterales” indicando de ese modo que lo esencial de la iniciación masónica es la exaltación a la maestría siendo los restantes grados de sistemas rituales un desarrollo complementario a este grado. La masonería liberal en cambio sí utiliza estos conceptos. Se trata sin duda de un mero matiz lingüístico que hace referencia a la vinculación que la masonería regular establece con la proto-masonería. En cualquier caso son distinciones que para el “profano” no tienen excesivo interés, si bien es interesante el dato para no perdernos en las polémicas entre masones. Dos masones cualesquiera, uno perteneciente a una obediencia regular y el otro a una liberal, que trabajan el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el uno llamará a los grados superiores al tercero “cuerpo masónico colateral” refiriéndose al Supremo Consejo y el otro hablará de “filosofismo” o de “altos grados”.

Por otro lado nos encontramos con la ya mencionada no obligatoriedad de la creencia en el Gran Arquitecto del Universo declarada por el Gran Oriente de Francia en el convento de 1877 que no es más que una declaración de principios, pero que en cualquier caso no nos debe confundir; es uno de los landmarks de la masonería “regular” y sin embargo, a nivel práctico no hay gran diferencia entre los planteamientos que sobre este tema se dan entre masones pertenecientes a obediencias regulares y a obediencias liberales. Hay tantos ateos y agnósticos entre los masones regulares como entre los liberales. De hecho en la “aplomación” (serie de tres entrevistas previas a la iniciación que se le hace al candidato sobre cuestiones personales, filosóficas y sociales) que realizan las obediencias regulares, no se le pregunta por su creencia en un principio superior si bien se le aclara que a nivel público siempre afirmarán su creencia colectiva en el gran arquitecto del universo. Por otro lado diversos tratadistas masones “regulares” al explicar en qué consiste este principio lo llegan a reducir simplemente a la ley moral masónica o a un principio ideal. Lo que la ruptura de 1877 va a determinar va a ser precisamente la conciencia de la masonería continental de la necesidad de implicación en los fenómenos de cambio político-religioso que se va produciendo a lo largo de toda Europa. En Inglaterra los masones son una institución clave para la monarquía, en la Europa continental serán una pieza clave para los movimientos revolucionarios como se demostrará de manera incipiente en la revolución francesa, su condición de instrumento del directorio de Napoleón, durante los sucesos de la comuna de París y en el nacimiento del socialismo marxista.

Todo esto ha de conducirnos a la pregunta con que comenzábamos este artículo ¿Hay diversas masonerías? Más allá de lo que las obediencias oficialmente dicen de si mismas y de las relaciones que mantienen con otras obediencias la realidad entre los masones es que todos ellos se consideran miembros de la misma “Orden Francmasónica” y pertenecientes a una misma “fraternidad” independientemente de la inexistencia de una coordinación universal entre obediencias. Desarrollan unos mismos ritos, descubren en las otras obediencias el mismo elemento formal masónico de la vinculación a las tradiciones iniciáticas de los antiguos misterios y su percepción de la realidad social es esencialmente semejante. Así, más allá de esa variedad de métodos y planteamientos sobre lo que sea la masonería hemos de entender que se da una unidad esencial si bien cabe distinguir entre la concepción que estas dos familias –regulares y liberales- mantienen sobre el trabajo masónico.

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JMRR



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