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¿Qué aporta la cristología a la teodicea

por Arsenio Alonso Rodríguez

Tesis para una teología cristiana del dolor

1.- ¿Cómo compatibilizar racionalmente la fe en un Dios que todo lo puede y que es bueno con el sufrimiento de los inocentes. El problema se agudiza en el contexto de la fe creacionista pues todo lo creado por el Dios santo es ontológicamente bueno [1] . Como se sabe, el dolor que experimenta la entera creación constituye uno de los argumentos más poderosos del ateísmo . Se ha dicho que es “la roca del ateísmo”. Este es además el problema central de la teodicea que desde una fe creacionista se articula así: ¿es conciliable racionalmente la identidad de Dios, que dice ser omnipotente y omniamor al mismo tiempo, con su creación atravesada por el sufrimiento? Más aún, es posible tan siquiera creer en ese Dios desde la experiencia del sufrimiento?

El presente estudio pretende recoger sucintamente, a modo de pistas, aquellos requisitos o presupuestos que no debieran faltar en una teología cristiana del dolor.

2.-La teología cristiana cree que Cristo no sólo trae la salvación sino que él mismo es la salvación para toda la creación. No es un camino más de salvación, sino “el camino, la verdad y la vida”. No ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse (Hch 4,12). La ciencia teológica habla, en este sentido, de la unicidad y universalidad salvífica de Cristo.

Cree también que Dios nos lo ha dicho todo en su Verbo y que no habrá otra revelación hasta que él mismo venga en poder y gloria a juzgar a vivos y muertos y consume la historia y al entera creación (Cf. parusía, juicio, resurrección, nueva creación). Es lo que se conoce como la plenitud y definitividad (o cierre histórico) de la revelación divina.

3.-Dando un paso más, y asentadas las premisas anteriores, la teología católica [2] cree que el mal, lo mismo que el hombre ,son un misterio. Confiesa, además, que ”el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” pues “Cristo, manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”. Más aún, “por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad”.

4.-¿Qué novedad aporta la cristología a la teodicea? En qué esclarece o ilumina Cristo el enigma del dolor y de la muerte? Esta es, a mi entender, la tarea de una teología cristiana que pretenda ser auténticamente teológica y que quiera arrojar luz, más luz, a la finita razón humana [3] .

5.- La teologia tradicional incurrió en una grave deficiencia en el tratamiento de la teodicea que consistía en “desarrollar la prueba de la justicia de Dios en sus obras exclusivamente desde el punto de vista del origen y ordenación del mundo en virtud de la actuación creadora realizada por Dios al principio, en lugar de tomar también en consideración la historia de la actuación salvífica y su consumación escatológica, ya iniciada en Jesucristo” [4] .

Este déficit teológico o reduccionismo se desplegó en cascada en tres direcciones:

Primero, la acción creadora y salvífica de Dios quedó reducida exclusivamente al comienzo de la creación; Dios apareció como el gran arquitecto que produce el mundo y se desentiende de él; interviene eventualmente interrumpiendo las leyes de la naturaleza y el mal queda reducido a ser un subproducto necesario del bien mayor que es la creación. Es un Dios básicamente filosófico [5] y “poco cristiano”. Primera deficiencia grave.

Segundo, no tomó en consideración la historia de la actuación salvifica de Cristo y eliminó consiguientemente la luz nueva que aporta Dios en la historia de los hombres. Con palabras de Kasper, olvidó que “la cristología del Hijo implicaba una nueva interpretación de Dios y al mismo tiempo, un cambio de nuestra realidad [6] .Segunda deficiencia grave.

Y tercero, desactivó la tensión escatológica, pues, al no considerar el ya sí de la salvación inagurada en Cristo (con su consiguiente novedad) tampoco tomó en consideración el aún no de la consumación escatológica de la entera creación que “gime con dolores de parto”( Rm 8, 22-25) con lo que el escándalo de la teodicea llegó al paroxismo y a la negación de Dios. [7]

Las teodiceas tradicionales olvidaron que“no es posible ninguna teodicea sin escatología. Sólo la consumación escatológica del mundo puede mostrar definitivamente la justicia de Dios en su actuación creadora y, consiguientemente, también su divinidad”. [8]

El teólogo alemán Metz, es particularmente sensible a este olvido del “aún no” ; lo llama “resto” o “reserva escatológica”. Ese “resto”, dice, es “el aletear sobre el cristianiamo de un hálito de irreconciliación”. Esa irreconciliación, es el crónico e insalvable desajuste del esperar humano que suspira por una libertad y una justicia universal de todas las alineaciones y que vendrá como don o gracia de lo alto, de sólo Dios (maranatha). [9] Esa tensa espera, que no puede desesperar, porque entonces sería el fracaso del mismo Dios, es la esperanza. La esperanza es, pues, virtud teologal y se mantiene activa cuando la fe, guardando la memoria y el recuerdo de las “víctimas”, anhela la realización de ese resto escatológico. Por eso, recuerda Metz, una fe viva reviste siempre y necesariamente en este mundo la forma de una interpelación en tensa espera a lo largo de este tiempo histórico.[10]

Sirvan como introducción al problema de la teodicea estas breves reflexiones.

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Arsenio Alonso Rodríguez



[1] Este es el credo compartido por las tres religiones abrahámicas, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.

[2] Concilio Vaticano II, GS 22

[3] La filosófica piensa desde la sola razón la problemática de la teodicea ;pero siendo necesaria, por sí sola, resulta altamente insuficiente. La filosofía debe abrirse a la revelación divina y a la fe. Aquí juega un papel capital la teología, la inteligencia de la fe.

[4] PANNENBERG, W: Teología Sistemática II, 187. Los subrayados son míos.

[5] Es el dios del deísmo , típico del siglo de Leibniz

[6] KASPER,W.: El Dios de Jesucristo, Salamanca, 1990, pp 203-229

[7] Es importante recordar las palabras del Concilio vaticano II cuando afirma que “en esta génesis del ateísmo tienen parte no pequeña los propios creyentes”, entre otras razones, por la “mala exposición del mensaje” la cual “veló más que reveló el rostro genuino de Dios y de la religión” (Concilio Vaticano II, GS)

[8] PANNEMBERG,W: o.c. p 187

[9] El “aún no” al ser sobrenatural y puro don precave contra todo intento de toda visión totalitaria de la historia

[10] Metz es el teólogo de la justicia, de la memoria histórica y de la esperanza. “Israel se mantuvo como un escatológico paisaje de `gritos y gemidos´, un paisaje tejido de recuerdos y de expectación. Demostró tener escasas dotes para el olvido y, al mismo tiempo, poca capacidad para la elaboración espontánea `ìdealista´ de sus desengaños”. “...Quien oye el mensaje de la resurrección de Cristo de tal modo que resulta inaudible el grito del crucificado, no está oyendo el evangelio, sino un mito triunfador...”, “¿no hay tal vez en nuestra espiritualidad cristiana demasiados cantos y muy pocos gritos, demasiadas aclamaciones jubilosas y muy poca tristeza, demasiados beneplácitos y muy poca nostalgia, demasiado consuelo y muy poca hambre de consolación?”(METZ,J.B.: Pasión de Dios, Barcelona, 1992, pp.25-27.Cf. ID., El clamor de la tierra. El problema dramático de la teodicea, Pamplona, 1996; ID, Esperar a pesar de todo, Madrid, 1996).


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