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En el tema del respeto a la vida, ¿es la Sociedad la que condiciona la posición de los partidos políticos o son los partidos políticos y las leyes y el Estado quien fuerza el cambio social?

por Emilio Jesús Alegre del Rey.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por una presión constante de la sociedad que ha obligado a partidos políticos como el PP a aceptar esta situación? ¿O han sido los políticos los que han ido "tirando" de la sociedad y de sus propios votantes, hasta hacerles comulgar con ruedas de molino?

Ante la dramática presencia y extensión del aborto, verdadero holocausto actual, no son pocas las personas que , siendo incluso francamente respetuosas con la vida prenatal, descargan de responsabilidad a los dirigentes políticos españoles, pintando un panorama en el que los partidos políticos son reflejo de lo que vive la sociedad. Tampoco es infrecuente que acudan a consideraciones tales como que “en la sociedad había aborto antes de la ley que lo despenalizó”, o que “en el fondo el PP no es culpable de la situación actual, la cual se debe fundamentalmente a la responsabilidad de una sociedad “dormida” en el tema del derecho a la vida”.

No pretendo negar parte de razón en algunos aspectos. Sin embargo, la generalización de que los partidos son reflejo de la sociedad me parece un tópico inadecuado en este caso. Los partidos reciben influencias de grupos de poder que les hacen tirar o frenar a la sociedad en según qué cosas. Y los líderes políticos tienen sus propias ideas en algunos aspectos, ideas con las que van transformando su partido. Eso es lo que ha ocurrido en el tema del respeto a la vida prenatal.

Pero vamos por partes:

Se dice que ya había aborto antes de la ley de despenalización, y que los ricos iban a abortar a Londres. Sí, es una frase que llevamos oyendo veinte años, y que se oye en cada país donde se quiere legalizar o extender aún más el aborto. Pero si analizamos la realidad, vemos que era radicalmente distinta entonces y ahora:

1º. El aborto no era legal, lo que implicaba un reconocimiento de la dignidad de la vida humana desde el primer instante, aunque hubiera quien se lo practicara ilegalmente. También hay asesinatos por violencia doméstica, pero eso no restaría culpabilidad a un gobierno que la legalizara o no la persiguiera, facilitando su extensión.

2º. Había abortos antes de la ley, sí, pero ¿cuántos? Decían los entonces promotores del aborto -que usaban el mismo argumento de los viajes a Londres y el aborto clandestino-, que en España había 300.000 abortos anuales. La realidad es que, con una campaña mediática promoviendo la liberalización, el número de abortos en España durante los primeros años no pasó de 30.000 al año. Hoy tenemos cerca de cien mil (probablemente, más), más los causados por la píldora del día después, más los embriones congelados, usados ahora para investigación. Por tanto, se ha producido un cambio sustancial.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por una presión constante de la sociedad que ha obligado a partidos políticos como el PP a aceptar esta situación? ¿O han sido los políticos los que han ido "tirando" de la sociedad y de sus propios votantes, hasta hacerles comulgar con ruedas de molino?

Si en el caso del PSOE esto es dudoso, porque podemos admitir que la mayoría de los votantes del PSOE sean favorables al aborto, en el PP la cuestión parece radicalmente distinta. Creo que, sin aportar encuestas que no tengo, nadie me quitará razón si digo que los votantes del PP son en buena medida reacios al aborto, y que el Gobierno Aznar no sólo no actuó presionado por la sociedad, y menos por sus votantes, sino que en gran medida tuvo que encubrir sus actuaciones para no quedar demasiado mal ante su electorado.

Un ejemplo clarísimo de ello es la aprobación de la píldora del día después (PDD) por el Gobierno Aznar. Supone el peor mazazo que se les podía dar a las nuevas generaciones de españoles: enseñarles a despreciar la vida de sus propios hijos, acabando con ella como quien se come un chicle. Pues bien, esta aprobación se hizo completamente en silencio. No había presión social previa, ni siquiera presión política por parte del PSOE. No hubo debate social sobre el tema, y el Gobierno acalló toda voz discordante –la de los obispos- alegando la falacia de que "la píldora no era abortiva porque lo decía la OMS" (ni la OMS dice eso, ni esa frase se ajustaba al caso, era una falacia para acallar conciencias en su propio partido y entre sus votantes).

Así se aprobó la PDD por el Gobierno del PP, ante la perplejidad del propio PSOE, que se vio ganado por la mano en "progresía". Como reacción, Chaves tuvo que ir más allá en Andalucía, y pasando por encima de un Servicio Andaluz de Salud que examina con lupa los beneficios, riesgos y costes de cada nuevo medicamento, aprobar por decreto una entrega gratuita de la PDD en los centros sanitarios. Y eso, sabiendo que la experiencia internacional ya nos decía que era un gasto superfluo, que el uso de la PDD no reducía las tasas de embarazos en adolescentes.

Por otra parte, el Gobierno Aznar incumplió sus funciones de garantizar el cumplimiento de una ley evidentemente incumplida por sistema. Sabemos que en ese tiempo, se han estado organizando viajes desde Londres, precisamente, para abortar en España con más de cinco meses de gestación, porque España se convirtió, durante el Gobierno de Aznar, en el paraíso de los aborteros –y, por supuesto, sigue siéndolo-. ¿Existía en España presión social para que se liberalizara el aborto hasta esos extremos?

El Gobierno Aznar, por último, no hizo nada para ayudar a las madres que se veían en esa tesitura. ¿Habría sido impopular ayudarlas? ¿Habría sido impopular dar a conocer lo que es el síndrome postaborto? ¿Habría sido impopular garantizar la preceptiva información correcta a las madres, sobre los riesgos y alternativas al aborto? Todo eso tenía obligación de hacerlo, y no lo hizo.

Hay muchas cosas más que habría que decir sobre la falta de respeto a la vida del Gobierno Aznar, como la generalización de la eugenesia por amniocentesis, o la aprobación de una ley que permitió en España usar embriones humanos para la investigación, pero no quisiera extenderme más.

En conjunto, la imagen que yo obtengo de todo esto, es precisamente la contraria al análisis que se escucha tantas veces:

España era un país donde, en general, se respetaba la vida prenatal, tanto en las leyes como en la sociedad. La estrategia del lobby abortista, con Cristina Almeida a la cabeza, puso el tema en el candelero de la opinión pública. El PSOE y grandes medios de comunicación colaboraron en tirar de la sociedad para hacerla tragar por la ley del aborto, que limitaba el aborto a supuestos concretos. Entonces, el PP (o la anterior AP) estaba en contra.

Sin embargo, durante los gobiernos siguientes de González y Aznar, la falta de respeto de los gobernantes por la vida prenatal ha sido apabullante, yendo mucho más allá de lo que la sociedad pedía (que no pedía nada); y sobre todo, el Gobierno del PP fue muchísimo más allá de lo generalmente aceptado por sus propios electores.

A Aznar cabe la responsabilidad de haber favorecido el holocausto de más de medio millón (511.429) de españoles, en contra de la opinión, posiblemente mayoritaria, de aquellos que le dieron el voto.

Por tanto, a cada uno su responsabilidad. La sociedad es culpable, desde luego, pero es una sociedad a la que no ha sido posible hacer llegar realidades sobre las implicaciones del aborto, ni propuestas sobre cómo abordar el tema. Ni el PSOE, ni el PP, ni los medios de comunicación han querido hacerlo. Y sigue sin hacerse: documentales que se han hecho en España sobre la realidad bio-psico-social del aborto, nunca los vemos en televisión, ni con gobiernos del PSOE, ni con gobiernos del PP, porque son “políticamente incorrectos”. ¿Es culpa de los ciudadanos? Sólo hasta cierto punto.

Desde luego, el PP tiene responsabilidad, y mucha. Ya fue Eduardo Hertfelder quien, durante el mandato de Aznar, describió acertadamente su actitud en este tema como la del "bombero pirómano". Al PP le cabe la responsabilidad de:

- Los crímenes que legalizó: PDD.

- Lo deberes que omitió: cumplimiento de la ley del aborto, cumplimiento de la información a las madres.

- Lo que pudo hacer y no hizo: informar a la opinión pública, ayudar a las madres a sacar a sus hijos adelante.

A tal extremo llegó la transformación (para mal) del PP en este asunto, que el primer responsable de la cartera de Sanidad al que hemos escuchado referirse al aumento de cifras de aborto como un problema ha sido Salgado, una ministra socialista. Vivir para ver...

¿Que “tenemos que cambiar a la sociedad”? Es verdad. Pero no olvidemos que la política y los medios de comunicación tienen una influencia importantísima sobre la opinión pública, y que en el tema del respeto a la vida prenatal, han sido los principales impulsores de todo lo que ha sucedido en nuestro país, incluido el Gobierno de Aznar.

Pretender que España es una democracia ideal donde son simplemente las malas ideas del pueblo las que se traducen en estas realidades criminales, mientras el poder político se limita a seguir las tendencias mayoritarias, me parece un tópico completamente alejado de la realidad, y sobre todo, en el caso del respeto a la vida prenatal. Es necesario analizar correctamente los hechos y reconocer lo que se ha hecho mal, sin falsas excusas, para no recaer una y otra vez en el mismo error y buscar un remedio correcto.

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Emilio Jesús Alegre del Rey.



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