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Fundamentar el juicio por Gonzalo Rojas Sánchez Mientras los chilenos cultos,
interesados y medianamente serios en sus juicios,
sigan leyendo sólo en diagonal, mientras sigan
evitando asistir a las conferencias de sus
iguales, mientras sólo sigan comprando libros de
autoayuda o marketing, mientras sólo se quejen de
la frivolidad del debate político y de la
estupidez de la dupla TV-LUN, nada mejorará.
Efectivamente, hay que cambiar de ritmo.
En el calendario mensual, en el horario semanal
tiene que haber un tiempo, fijo e intransable,
destinado a la lectura de documentos de fondo |
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| Unos 10 años atrás, un chileno culto le
comunicó a sus amigos que había decidido
suspender el juicio estético. Mientras más
novelas leo -decía- mientras más música oigo,
mientras más plástica contemplo, menos capacitado
me siento para opinar.
Justamente lo contrario sucede con el
resto de los mortales, que habitualmente estamos
opinando de casi todo, con enorme seguridad y
ante cualquier interlocutor, aunque sólo sea para
oírnos interiormente. Por eso la mayoría de las
conversaciones sobre temas importantes resultan
banales; y como la frivolidad en materias graves
no solo cansa, sino que se transforma pronto en
tedio moral, entonces las conversaciones derivan
hacia temas banales, en los que se puede opinar
con toda liviandad, sin cansancio ni autocrítica
alguna. Ya puh oh no te pongai denso, cambia de
tema.
Por esa pendiente se deslizan hacia el
encefalograma plano nuestras conversaciones y
discusiones. Pero, en un de repente, diría el
colchagüino, algo pasa, algunos actúan seriamente
y se genera la posibilidad de cambiar el rumbo,
aunque eso exija también un cambio de ritmo.
Cambio de rumbo. Parece ser que hace dos
o tres semanas algo muy interesante comenzó a
pasar en Chile. A tomar nota: la presidenta envía
un largo texto a El Mercurio; el cardenal
Errázuriz hace lo suyo con un magnífico
documento; Gonzalo Vial pronuncia dos
conferencias señeras ante muchos centenares de
jóvenes; Carlos Peña, Joaquín García Huidobro,
Adolfo Zaldívar y Carlos Frontaura debaten ante
otros miles de muchachos sobre el Chile
contemporáneo; Flores y Schaulson preparan Chile
Primero; Bitar y Eichholz arman Independientes en
Red; el MUNA prepara su inscripción y declara sus
principios; el mismo Peña y Brunner sacan al
trote un tomo sobre Educación; cientos de
profesionales asisten al Congreso Católicos y
Vida Pública en Concepción; Morandé y Moreno
volverán de Aparecida con decisivas aportaciones;
Muévete Chile impulsa la sanción contra VTR por
Papavilla (y por cierto, no tiene éxito debido al
voto de un destacado lavinista); Carlos María
Abascal del PAN remueve con su entrevista
antiabortista.
¿Conoce ud. seriamente todos esos textos?
¿La mitad? ¿Ninguno? A sacar conclusiones.
Porque falta la otra condición para que
esas oportunidades fructifiquen: el propio cambio
de ritmo. Mientras los chilenos cultos,
interesados y medianamente serios en sus juicios,
sigan leyendo sólo en diagonal, mientras sigan
evitando asistir a las conferencias de sus
iguales, mientras sólo sigan comprando libros de
autoayuda o marketing, mientras sólo se quejen de
la frivolidad del debate político y de la
estupidez de la dupla TV-LUN, nada mejorará.
Efectivamente, hay que cambiar de ritmo.
En el calendario mensual, en el horario semanal
tiene que haber un tiempo, fijo e intransable,
destinado a la lectura de documentos de fondo, a
la asistencia a exposiciones de peso, a la
preparación de aportes meditados en blogs, de
cartas a los periódicos y de temas para reuniones
sociales.
Este tiempo quizás ayude a
calentar por dentro las inteligencias y
sensibilidades de cien miles chilenos cultos que,
siendo una imprescindible aristocracia del
espíritu y de las letras, han de fundamentar bien
de una vez por todas sus hoy tan frecuentes
simplezas y banalidades.
Si no, a callar y a dejar de quejarse. A morir en la rueda. ·- ·-· -······-·
IV Congreso Mundial de las Familia
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