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Russell: el Atomismo Lógico

por Pablo Noriega

Un análisis descriptivo

Russell dio el nombre de Atomismo Lógico al sistema que formuló por primera vez en1918 en una serie de conferencias en Londres. Cuando estas se publicaron por vez primera hizo notar en el prefacio que desarrolló ideas que debía a su amigo y discípulo Wittgenstein (y buena prueba de ello es que el Atomismo Lógico de Russell está próximo de muchas maneras al del “Tractatus”, como habitualmente se reconoce). Las conferencias están publicadas en español en Alianza Universidad (1974) en el tomo primero del libro titulado”La concepción analítica de la Filosofía”.De él vamos a exponer las tres primeras.

En la primera de ellas explica la razón del nombre de Atomismo Lógico. Ésta se debe al hecho de que intenta llegar a los componentes últimos del análisis y a que estos son átomos lógicos. Para ello pretende acudir a datos que sean tan obvios que parezcan incuestionables. Según Russell una verdad primera e incuestionable es que el mundo contiene hechos y creencias que se refiera a estos hechos, las cuales son verdaderas o falsas por referencia a estos hechos. Éstos pertenecen a lo que llama mundo objetivo y están expresados por medio de una oración.

En cuanto a los tipos de hechos distingue, en primer lugar, entre hechos particulares y hechos generales. No se puede describir totalmente el mundo en base a hechos particulares, pues no cabe inventariarlo, porque, en este caso, habría que añadir una proposición general que dijera que estaban inventariados todos los hechos particulares. Por ello se hace necesario contar con los hechos generales.

La segunda distinción que hace es entre hechos positivos y hechos negativos. La tercera, es la que tiene por objeto o afecta a individuos particulares y la que afecta a cualidades y relaciones. Y también están los hechos generales como los que considera la Lógica, donde no se mencionan elementos del mundo real, siendo así unas de las características de las proposiciones lógicas el que no mencionan nada, pues, en realidad, pertenecen a la sintaxis. Por último, distingue entre hechos que se refieren a las propiedades de cosas singulares y hechos que lo hacen a relaciones entre dos, tres etc. cosas.

Pero no hay división entre hechos verdaderos y falsos, pues sólo hay hechos, a los que no cabe la posibilidad de ser falsos. En este sentido, desde la perspectiva de la Lógica, el vehículo específico de la verdad o la falsedad es la proposición. Las proposiciones son símbolos complejos porque se componen de partes. Pero para su teoría del simbolismo es preciso tener en cuenta las relaciones cognoscitivas que podemos tener con las cosas y aquí hay que tener en cuenta el significado. Así las proporciones significan hechos, pero el “significado” del “significado” es polimorfo.

Por otra parte, si a la proposición le caben las posibilidades de ser verdadera o falsa con respecto al hecho, el nombre no puede y su contenido es nombrar lo que llama, a los particulares, y un hecho puede, por tanto, ser afirmado o negado pero no nombrado.

En la segunda conferencia, después de defender que los hechos son, más que las cosas, irreductibles y que es por ellos por donde debe comenzar la consideración de la complejidad. Dicha complejidad se evidencia por la de las proposiciones. Así, una proposición es un símbolo complejo que se refiere a hechos complejos. Como consecuencia, los componentes de una proposición son los símbolos cuya comprensión es necesaria para su comprensión y los componentes del hecho constituyen el significado de estos símbolos. 

Además de otras importantes consideraciones (conocimiento directo, lenguaje lógicamente perfecto), Russell nos dice que los hechos más simples son aquellos que se dan cuando una cosa tiene una cualidad. Luego estarían los hechos que relacionan dos particulares; luego, los que relacionan tres y así sucesivamente. Así se llega al concepto de hechos atómicos, que constituyen el género más simple de los hechos. Todo hecho atómico cuenta con la intervención de un componente expresado por un verbo y por términos de las relaciones que define como particulares. Son, pues, los particulares los términos que intervienen en los hechos atómicos, y los nombres propios son las palabras que se refieren a los particulares. Los particulares (el significado de estos nombres) son conocidos directamente por el que habla (conocimiento por “acquaintance”) y no es posible nombrar nada de lo que no se tenga conocimiento directo. (En este sentido, dice, las únicas palabras en sentido lógico, de las que nos servimos como nombres son “esto” o “aquello”). Los particulares pueden, por otra parte, existir independientemente unos de otros.

En la tercera conferencia, después de un extenso análisis de los predicados y las relaciones, entra en la consideración de las proposiciones moleculares. Para ello parte de que lo esencial de una proposición radica en la posibilidad de que pueda corresponderse con un hecho (lo que la hace verdadera o falsa) y, así, hay dos proposiciones (una verdadera; falsa, la otra) en relación con un hecho; y no hay hechos falsos, sino sólo hechos. Luego, pasa al análisis de algunas proposiciones que aparentemente son moleculares para ver si corresponden a hechos. 

Russell llama proposiciones moleculares a las que corresponden a la conjunción, a la disyunción y al condicional. En el caso de la conjunción(S&R), dice que esta es verdadera en el caso de que las dos partes de que consta correspondan al hecho que hace que S sea verdad y R sea verdad. Aquí, entonces, no se necesita un hecho conjuntivo porque la correspondencia a los dos hechos constitutivos es suficiente para explicar la verdad de la conjunción. De manera similar, en la disyunción (R S) hay verdad en el caso de que haya un hecho que hace a R verdad, o un hecho que hace a S verdad.

También, para explicar las  proposiciones moleculares, dice que son ejemplos de funciones de verdad. Este significa, igualmente, que la verdad o falsedad de la proposición molecular depende de la verdad o falsedad de las proposiciones que la componen. Russel construye estas funciones de verdad a partir del functor de Sheffer(/) y refiere las demás funciones a la de incompatibilidad, pues ya Sheffer había demostrado que todos los functores pueden ser reducidos a variaciones del que lleva su nombre(o functor de incompatibilidad).

Por último, pasa a la pregunta de si hay hechos negativos, discutiendo la tesis expuesta por Paul Demos de que no los hay. Después de discutir alternativas, expone que se inclina a pensar que existen los hechos negativos y, quizá el argumento más convincente que expone es el de afirmar que de si no, no habría correlato correspondiente a una proposición negativa y sería, por ello, difícil determinar que su sucede cuando se formula una aserción afirmativa que sea falsa.

Algunas críticas al Atomismo Lógico. (sobre los hechos).

Las obras “Philosophical analysis in the twentieth century”, “Russell” y “Russell and Moore: The analytical heritage” de Scott Soames, Mark Sainsbury y Ayer respectivamente, tratan, entre otros temas, de los hechos, las proposiciones y las relaciones entre ambos. Esto es lo que vamos a exponer.

Scott Soames dedica el capítulo 8 de su obra al sistema de Russell. Según este autor la versión russeliana del atomismo lógico parte de la concepción de un lenguaje lógicamente perfecto, el cual sería la herramienta perfecta para describir la realidad. Una vez en posesión de tal lenguaje, la tarea del filósofo sería la de organizar los problemas filosóficos transportando el lenguaje natural al lenguaje lógico.

Es lenguaje lógico el usado en la teoría de Russell de las descripciones y en la reducción de la Aritmética a la Lógica. Así, las oraciones más simples del lenguaje son las oraciones atómicas (atomic sentences), que consisten en un predicado seguido por uno o más nombres propios lógicos. De esta manera, los llamados simples lingüísticos (predicados y nombres propios) representan los constituyentes más básicos de la realidad (universales y simples objetos). Si se admiten estas afirmaciones, se presentan todavía algunos problemas.

Así, parece adscrito al sistema el principio de correspondencia que dice que para una oración verdadera existe un tipo de hechos, que es responsable  de la verdad de la oración. Este principio, lógicamente, requiere la existencia de hechos negativos, pues si   S es verdad debe haber un hecho que le corresponda. Con ello, según Soames, debemos suponer la  paradójica conclusión de que el símbolo de la negación represente algo en el mundo (si queremos seguir el principio de correspondencia).

El siguiente punto que critica Soames es la afirmación de Russell de que existen hechos generales. Afirma que la conclusión de Russell se debe a que el conocimiento de que ninguna generalización universal es una consecuencia lógica de cualquier serie de casos particulares y, correspondiendo al principio lógico, está el ontológico de que debe haber hechos generales. Pero Soames, después de haber expuesto la argumentación de Russell, señala que la conclusión de que existen hechos generales, tiene sentido si se acepta como corolario del principio de correspondencia, es decir que la correspondencia a miembros en los hechos es responsable de la verdad de las oraciones (sentences) sólo si fuera imposible para los hechos existir sin que  las oraciones fueran verdad.

Por último, dice Soames que hay otro tipo de hechos que requiere el sistema de Russell: los no extensionales o intensionales. A ellos corresponden dos tipos de oraciones (sentences): la de adscripción de actitudes proposicionales y las condicionales contrafactuales. En las primeras, la verdad o falsedad no depende de la verdad de sus constituyentes, porque si en  se sustituye una oración por otra con el mismo valor de verdad, siempre coincidirá con el valor de verdad de la original, mientras que en las otras esto no ocurre. Así, alguien que cree en una verdad no tiene por qué creer en todas. Por ello, no se puede esperar que ,en sus oraciones, se pueda explicar la verdad en términos de hechos que les correspondan. Por eso Russell, según este autor, necesita para este caso un nuevo tipo de hechos. Sobre esto Russell nunca completó su pensamiento, según Soames.

El otro tipo de oración intencional que se necesita en el lenguaje ideal de Russell son las condicionales contrafactuales. Según Soames, éstas también necesitan en el sistema de Russell hechos intensionales, que les correspondan. Un ejemplo de estas condicionales contrafactuales es:”Si yo hubiera arrojado esta tiza, habría caído al suelo”. En ella se ve que las dos oraciones son falsas y la oración entera verdadera. Por ello según Soames es necesario postular la existencia de hechos intensionales, aunque Russell no lo haya hecho en “La filosofía del atomismo lógico”.

    Por último, Soames nos dice que él ha incluido este tipo de “sentences” en el lenguaje ideal porque, de otra manera, sin ellas no se puede sostener la doctrina de que los objetos físicos son construcciones lógicas fuera de los datos de los sentidos. De acuerdo con esta doctrina, una afirmación (statement) de un objeto material se analiza en afirmaciones (statements) hipotéticas sobre los datos de los sentidos. Puesto que se supone que estas hipotéticas afirmaciones (statements) nos dicen que serían los datos de los sentidos que nosotros tendríamos si fueran cumplidas varias condiciones, aquellas deben ser condicionales contrafactuales.

Por otra parte, si seguimos el capítulo VII, titulado “Ontology”, de la obra “Russell” de Sainsbury veremos que, primeramente, considera el tema de los hechos genuinos en Bertrand Russell. Para él ”un hecho establecido por una verdadera oración (sentence) ,p, de un lenguaje lógicamente perfecto es genuino si, y sólo si, hay una clase X no vacía de oraciones (sentences) , las cuales son más cortas que “p”, tales que x implica (entails) “p”. Este principio hace que los hechos disyuntivos, conjuntivos y condicionales no sean genuinos. 

Después, este autor toma el tema de los hechos generales. En primer lugar, dice que Russell presenta los hechos generales como genuinos, porque nos los considera implicados (entailed) por ninguna reunión de hechos particulares. Una vía de intento de demostración lo ilustra Russell en que para considerar una descripción del mundo, si ésta no puede incluir los hechos generales, no es completa.

Además de los hechos generales, Russell defiende la existencia (más imprecisamente) de hechos negativos genuinos. El argumento consiste, en parte, en señalar que se necesitan esto hechos para hacer las proposiciones no-negativas falsas y las proposiciones negativas verdaderas. Pero, siguiendo a Sainsbury, si p no es atómico cualquier oración de la forma ”-p” es equivalente a alguna oración que no tenga esta forma, y, si un hecho negativo tiene que corresponder a una oración (sentence) negativa en el lenguaje perfecto, parece claro que debemos reconocer hechos negativos expresados por la negación de oraciones (sentences) no atómicas. Por ello, el supuesto hecho que corresponde a la verdadera negación de un hecho atómico se podrá reducir a un hecho general o a hechos atómicos. Así, la pregunta de si hay hechos negativos se reduce a la de si hay hechos genuinos que correspondan a negaciones verdaderas de oraciones atómicas. Pero los hechos negativos no serán genuinos si el lenguaje perfecto contiene para cada predicado simple su contradictorio. Así, según Sainsbury, parece que la verdadera razón de que Russell rechace, cuando lo hace, los hechos negativos es que el mismo Russell es reticente a aceptar que en el lenguaje perfecto haya un simple contradictorio para cada predicado simple.

De este modo, Russell, partiendo del análisis del significado de las palabras (defiende Soames), presupone que un predicado simple puede ser analizado de tal manera que implique el signo de negación, lo cual, a su vez, quiere decir que el lenguaje ideal no contendrá el simple contradictorio de ningún predicado. De esta manera, la eliminación de los hechos negativos del modo dicho (por el contradictorio simple) es rechazada por Russell porque implica una redundancia del vocabulario (no compatible con un lenguaje perfecto). De ahí, que la indecisión de Russell acerca de los hechos negativos en “La filosofía del atomismo lógico” podría deberse a que, hasta que no se pueda lograr claramente un vocabulario para el lenguaje perfecto, no se pueden dar ejemplos definidos de hechos negativos.

Más tarde, rápidamente, Sainsbury señala que lo que son juicios existenciales (por ejemplo:”hay hombres”) no cuadra con el principio de simplicidad dicho, pues ellos están implicados en verdades que son más breves.

El último caso que trata Sainsbury del inventario de hechos lo forma la categoría de las expresiones que requieren verbos de actitud (attitude) proposicional (creer, esperar…). Sainsbury considera el caso de la creencia (belief). Para ello, se pregunta si la creencia es un hecho genuino. Con este fin expone, entre otras, la respuesta que da Russell en “The problems of Philosophy “(PP) y en”The Philosophy of Logical Atomism” (PLA ).

La primera teoría, al respecto de lo que tratamos, está en P.P (The problems of Philosophy) y, en ella, sostiene un punto de vista que implica que los hechos de creencia no son “sui generis”, sino genuinos, por la razón de que son atómicos. Así,”Otelo cree que Casio ama a Desdémona” es analizada como una concatenación de cuatro tópicos para el predicado “creer”. No obstante en PLA rechaza esta teoría. Allí dice Russell: ”Cuando A cree que B ama a C tiene que poner un verbo en lugar donde “ama” tiene lugar. No puede poner un sustantivo en su lugar. Por tanto, es claro que el verbo subordinado (diferente del creer) está funcionando como un verbo. (PLA  225).

Según Sainsbury este punto de vista es correcto. Sin embargo, cree que no está claro por qué este hecho tendría que hacer pensar que el análisis de PP no era correcto. Ello lo podría haber solucionado (de acuerdo con su filosofía) diciendo que el asunto concernía a una gramática superficial y diferente de la forma lógica. Pero él no toma este camino por su doctrina de que un verbo no puede funcionar de otra manera que como verbo.

Por otra parte, según Sainsbury, la crítica de Russell en PLA de la teoría de la creencia está también confundida con el problema de la unidad de la proposición, porque defiende que el principal problema es como puede haber creencias falsas. Todo lo que se requiera para resolver este problema es, según Sainsbury; la distinción entre si un verbo funciona predicativamente y si el “realmente se refiere” a su término. No obstante, parece ser que en PLA no ofrece una teoría positiva de la creencia y toma las creencias como una nueva especie de hechos genuinos sui generis.

Por su parte Ayer, en el capítulo cuarto de su libro “Russell and Moore: The analytical heritage” estudia los tipos de hechos que Russell reconoce. Así, dice, Russell no defiende que hay un hecho correspondiente a cada par de proposiciones, en el sentido de que si tomamos dos proposiciones que no son lógicamente equivalentes, habrá necesariamente diferentes hechos por los cuales ellas y sus negaciones son verdaderas o falsas. De esta manera, no admite  hechos conjuntivos. Puede haber el hecho p y el hecho q, pero no hay un hecho p y q. Del mismo modo, tampoco cree en los hechos disyuntivos, porque si “p o q” es una proposición verdadera puede ser en virtud del hecho p, o del hecho q, o de los dos, pero no existe fundamento para creer que hay un hecho distinto c que sea p o q.  Según Ayer esta teoría se debe, no a una verdadera demostración, si no al hecho de que Russell trata de trabajar con tan pocas realidades como sea posible.

Pero, no obstante, Russell admite la posibilidad de los hechos negativos. Según Ayer, probablemente Russell lo hace porque no ve otra forma, si no es con un hecho negativo, de hacer falsa a una proposición (proposition). La objeción que Ayer le hace, es que es obvio que se puede pensar que una proposición atómica p es falsa, por un hecho positivo que verifica alguna otra proposición con la que p es incompatible y, para Ayer, esta crítica tiene un fundamento que las objeciones de Russell no pueden eliminar, pues Russell, más tarde en “Human knowledge” llega a las conclusiones del mismo Ayer, por otra vía. Con todo, Ayer observa que del hecho de que se puedan eliminar todos los hechos negativos no implica que se pueda hacer lo mismo con las proposiciones negativas, porque la oración que es negativa no puede ser sustituida por otra, si no es alterando su significado.

En lo que se refiere a los hechos generales, entre otras consideraciones, Ayer dice que el argumento de Russell sobre ellos se basa en que ninguna lista de proposiciones es universal, sin la premisa adicional de que esta lista es exhaustiva. Para esto, cita  al propio Russell en “Logic and Knowledge” ( p. 236) dice:” Cuando uno ha enumerado todos los hechos atómicos del mundo, existe un hecho ulterior en el mundo sobre aquellos y es que ellos son todos los hechos atómicos que hay en el mundo, y ese es un hecho tan objetivo sobre el mundo como cualquiera de ellos”. La respuesta de Ayer es que, si se han dicho todos los hechos sobre el mundo que cubren un determinado campo, con la nueva aserción lo único que se hace es una segunda proposición que dice que todos estos son los hechos en cuestión. De manera similar, si se pudiera hacer una lista de todos los hechos atómicos, se habría hecho una descripción completa del mundo. No se habría dicho, efectivamente, que se habría dado una descripción completa del mundo, pero esta descripción no dejaría de ser completa por no decir que lo es.

 El Atomismo Lógico, Aristóteles y el Criticismo Epistemológico.

Creemos que la concepción del atomismo lógico que Russell  expone, como Teoría del Conocimiento y como Ontología, se la puede hacer corresponder,en algunos aspectos, con la teoría aristotélica de la verdad. En efecto, de la misma manera que en Aristóteles la verdad no reside en el concepto, en Russell tampoco está la verdad en el particular. Por otro lado, del mismo modo que en Aristóteles tiene su asiento en el juicio, en Russell ella se encuentra en la proposición.

También el concepto general de verdad en Russell mantiene la aristotélica y tradicional distinción entre el sujeto y el objeto, de tal forma que, lo mismo que Aristóteles, Russell defiende una teoría adecuacionista de la verdad, en el sentido de que la verdad de una proposición es tal en la medida en que describe o se corresponde con un hecho, con un estado de cosas de la realidad objetiva (el hecho).

De todas maneras, aunque se pueda considerar que la teoría  aristotélica de la verdad es adecuada y, por tanto, en este sentido Russell no se equivoca, no se puede olvidar que nuestro autor no tiene suficientemente en cuenta las objeciones que el criticismo ha hecho del realismo aristotélico (también del tomista). En este sentido, el autor parte de la existencia del mundo objetivo, exterior a la mente, y no  tiene suficientemente en cuenta tanto la capacidad del sujeto para alcanzar la verdad, como de la necesidad de justificar (o, al menos, de tener en cuenta) la crítica de temas como puede ser el de la justificación de la existencia del mundo exterior, o el de lo real como independiente del sujeto epistemológico. Por ello, deja de justificar la indubitabilidad de las realidades de que parte para construir la filosofía del atomismo lógico.

Igualmente, se queda en la facticidad del mundo, como si éste tuviera o pudiera tener la fundamentación de su realidad en sí mismo y no conllevase las preguntas acerca del fundamento y el porqué de la existencia de la realidad objetiva. Tampoco se plantea si esta realidad  exige una ampliación.

Bibliografía

Ayer A.J., “Russell and Moore”. Cambridge, Mass, Harvard University Press, 1971.

Russell, B., “La filosofía del atomismo lógico”. Alianza editorial, Madrid 1974.

Russell, B., “Knowledge by acquaintance and knowledge by description” en N. Salmon. y S. Soames “Propositions and attitudes”.Oxford, Oxford University Press, 1988.

Sainsbury,R. M., “Russell”. Londres, Routlege and Kegan, Paul, 1979.

Soames, S., “Philosophical analysis in the twentieth century”. Princeton, N. J., Princeton University Press.

Wittgenstein, L., “Tractatus Logico- Philosophicus”. Alianza editorial, Madrid, 2003.

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Pablo Noriega



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