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La supuesta grapización de ETA.

por Fernando José Vaquero Oroquieta

Significativas personalidades públicas, desde responsabilidades y concepciones ideológicas muy dispares, han afirmado, a lo largo de los últimos meses, que ETA está experimentando un proceso de grapización. ¿Es cierto?

Mercedes Gallizo, Directora General de Instituciones Penitenciarias, aseguraba el 12 de agosto de 2007, en una entrevista a Europa Press, que ETA estaba experimentando un proceso de “debilitamiento evidente” gracias a la acción policial, a la vez que detectaba un proceso de “grapización”, pues “ya no es una banda que tenga que ver nada con la política, sino que es una pequeña secta alejada totalmente de la realidad”. Unas palabras que fueron muy discutidas y generó no poca polémica especialmente entre sus miles de subordinados.

Por su parte, Josu Jon Imaz, presidente del PNV, señaló el 28 de enero de 2007 en una entrevista concedida a Diario de Noticias de Álava que “ETA se grapizará si hace una huida hacia delante” volviendo al año 2000; es decir, al periodo posterior a la ruptura de la tregua del 99. Poco después, el 2 de febrero de 2007 en una charla del Fórum Europa, concretaba el alcance real de tal proceso: un progresivamente “escasísimo soporte social” y el desarrollo de una actividad cada vez más “residual”. Sin duda, esta segunda perspectiva estaba más elaborada que la de Mercedes Gallizo, al situar la situación humana y material de la banda en un contexto mucho más amplio. José Jon Imaz, tan llorado por los coros de plañideras que con su renuncia a la reelección han descubierto (¡asombroso!) que el PNV sigue siendo independentista, seguro que sabía muy bien de lo que hablaba.

No obstante, este concepto, empleado por muchas más personalidades y creadores de opinión, viene de unos cuantos años atrás. Así, y en un contexto político y antiterrorista completamente distinto al actual, Jaime Mayor Oreja, auguraba el 23 de diciembre de 2000 que “Habrá una grapización de ETA y un proceso de deterioro creciente”. Según el entonces ministro de Interior, ello se produciría mediante un “escalonamiento sucesivo”, bajando ETA “escalón tras escalón”. También preveía que el terrorismo no desaparecería de la noche a la mañana. Con todo, tal escalonamiento, que anticipaba como “cruel pero irreversible”, arrastraría a ETA a una situación de “grapización”, mediante la aparición de grupúsculos que no aceptarían determinadas posiciones de la banda.

Ciertamente, el sentido del concepto, así empleado por las tres personalidades, no es exactamente el mismo.

Mercedes Gallizo efectuó una valoración muy superficial condicionada por viejos presupuestos ideológicos: ETA no tiene nada que ver con la política, estando alejada de la realidad. Vamos, que se trata de una mera banda mafiosa; un análisis, curiosamente, muchas veces enunciado desde la izquierda. Ciertamente, sus actividades no son políticas, sino terroristas. Pero sus presupuestos teóricos y sus objetivos intermedios y finales, que no justifican jamás al terrorismo, evidentemente, si son políticos. Además, esa afirmación de que ETA había perdido contacto con la realidad no dejaba de ser una declaración hueca: ¿acaso ETA no es consciente de los movimientos internos del conjunto del nacionalismo vasco?, ¿no se ha aprovechado del “balón de oxígeno” proporcionado por el “diálogo” propiciado por el actual presidente del Gobierno español?, ¿es cierto que ETA carece de un mínimo soporte social?, ¿ningún otro “actor” político de la escena vasca comparte su objetivo de la independencia?

José Jon Imaz hablaba desde una perspectiva también ideológica, queriendo ver que el soporte social de apoyo a ETA se estaba estrechando, reduciéndose su capacidad operativa, al haber retomado su “lucha armada” sin un horizonte claro; lo que no habría comprendido buena parte de su base social. Pero los buenos resultados electorales de la actual fachada política del MLNV, Acción Nacionalista Vasca, desmienten ese supuesto alejamiento de sus bases. Además, no quería ver que la radicalización soberanista del PNV estaba propiciando futuras oportunidades a la autodenominada izquierda abertzale.

Jaime Mayor Oreja, por último, y en ese privilegiado y único contexto de conjunción de medidas antiterroristas muy diversas (policiales, judiciales, financieras, de colaboración internacional, de aislamiento político…) que aplicó el gobierno de José María Aznar, entendía que tal proceso sería una inevitable consecuencia derivada del debilitando gradual y creciente de todo el conjunto formado por ETA y sus diversos entornos; siempre que tales medidas se mantuvieran en el tiempo.

Concluiremos que, al referirnos al concepto grapización, existen notables diferencias y matices según quién lo emplee.

Entonces, ¿es posible determinar, con rigor, en qué consiste un proceso de grapización?

Qué fueron los GRAPO.

Los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) optaron desde 1975 por la vía de la insurrección armada contra el Estado español. Alimentados de una peculiar lectura del marxismo-leninismo-maoísmo, sus máximos dirigentes juzgaron que la situación española de mediados de los años 70 se encontraba madura para una revolución comunista.

El Partido Comunista de España (reconstituido) –procedente de una de tantas escisiones radicales del Partido Comunista de España, la Organización Marxista-Leninista de España (OMLE)- sería el partido proletario guía de una clase obrera impaciente por la toma del poder y el desalojo violento de la burguesía y la oligarquía.

El PCE(r) intentó, imitando su modelo ideal de la revolución comunista china, organizar algunas plataformas destinadas al “encuadramiento de las masas”: la Organización Democrática de Estudiantes Antifascistas (ODEA), entre otras. De hecho, la única organización “de masas” que gozó de cierta continuidad fue la -todavía hoy operativa- Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos (AFAPP), constituida a semejanza de las Gestoras Pro-Amnistía, estructurada en torno a los presos de la organización y que, por propia definición, nunca podría extenderse más allá de su limitadísimo medio humano natural.

Pero el peso y liderazgo de la lucha insurreccional recaería en su frente armado: los GRAPO. Sin que existiera, realmente, una división nítida entre tales entidades, pues integraban una única organización que coyunturalmente intentaba actuar sectorialmente (estudiantil, obrero, vecinal) con esas denominaciones dispares, los GRAPO se lanzaron a una carrera terrorista salvaje, desatando una feroz campaña de asesinatos, secuestros, sabotajes…

Ya desde sus inicios, una de sus fuentes de financiación fueron los atracos a entidades bancarias. Pero la persecución policial, sus propios errores, y la pérdida progresiva de sus escasos núcleos de apoyo (gallego, andaluz, vasco, levantino, madrileño), fueron transformando la ambiciosa organización inicial en unas bandas aisladas, errantes, obsesionadas en dar golpes de efecto a falta de otras posibilidades más ambiciosas; derivando finalmente en una banda más preocupada en su supervivencia económica, mediante atracos y secuestros, que en el desarrollo coherente de un proceso revolucionario. Aparecían, desaparecían… Pero no había ninguna “mano negra” detrás de sus sorprendentes reapariciones. Más allá de su retórica anticuada, tan reiterada en sus proclamas y cuidadas revistas, no eran nada más que una banda de desesperados, progresivamente más acorralados… y solos.

ETA siempre ha sido otra cosa.

De entrada, ETA siempre se ha nutrido ideológicamente de otras fuentes: primaria y sustancialmente, del nacionalismo vasco. Este factor le ha permitido compartir algunos objetivos tácticos con otras fuerzas políticas (el PNV, fundamentalmente) y llegar a acuerdos de mayor o menor calado. Recordemos, particularmente, el célebre Acuerdo de Lizarra. Y ETA siempre ha sido ambiciosa, pero asumiendo su propia realidad desde la perspectiva de sus objetivos finales: la independencia y el socialismo.

Pero no puede entenderse el fenómeno y la evolución de ETA sin considerarla en el conjunto del autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) que ha diseñado y liderado. Y es bien conocido que el MLNV está integrado por numerosas expresiones organizativas sectoriales, enraizadas en determinados ambientes sociales que viene reclutando, formando y manteniendo con tenacidad.

El GRAPO, si bien lo intentó, siempre careció de unas estructuras y apoyos comparables a los de aquélla.

 

Qué fue la grapización.

Decíamos que el PCE(r) – GRAPO, ideológicamente, se aferró a una lectura rígida de un marxismo-leninismo-maoísmo más propio de las condiciones históricas del Tercer Mundo en descolonización durante los años 50 y 60 del pasado siglo. Aunque nominalmente comunista (derivó, finalmente, hacia posturas pro-soviéticas), nunca persiguió acuerdos tácticos con ninguna formación política relevante. Así, el histórico, oficial y mayoritario, Partido Comunista de España siempre rechazó de plano tanto las acciones terroristas PCE(r) – GRAPO, como sus premisas ideológicas.

El arraigo social del PCE(r) - GRAPO, incluso en sus mejores momentos, siempre fue muy débil. Apenas unos pocos millares de simpatizantes dispersos por toda España; si bien lograron implicar a varios cientos de los más decididos en la campaña terrorista que irracional e implacablemente desplegó.

El acoso policial, judicial, mediático, político, etc., que sufrió, le “secó” esos escasos apoyos sociales, desapareciendo con ello sus escasas posibilidades de reclutamiento de nuevos activistas y otros colaboradores, y estrechándose sus inestables fuentes de financiación.

El que persistiera durante varios lustros, siendo su realidad material análoga a una banda criminal de vulgares delincuentes de cierta dimensión, únicamente puede explicarse por la persistencia de un liderazgo carismático –análogo al ejercido en las sectas- y la adopción de un estilo de vida más propio de una mafia que de una comunidad revolucionaria clandestina.

La pregunta que debemos hacernos es, ¿ETA, realmente, está experimentando un proceso análogo al que se ha denominado como grapización?

Analicemos y precisemos la cuestión en varias premisas.

La realidad de ETA.

Ideología . ETA se sigue nutriendo del nacionalismo vasco más radical y de los viejos esquemas tácticos marxistas-leninistas de la conquista armada del poder político: la “guerra popular prolongada”, combinándose con movimientos de “masas”, lucha institucional, acuerdos parciales de “Frente Nacional” con otras fuerzas…

Esa común fe nacionalista le sigue posibilitando acuerdos tácticos con ciertos posibles aliados coyunturales (diversas variedades del denominado “Frente Nacional”). De hecho, ha demostrado una notable capacidad táctica en diversas circunstancias, llegando a disputar el liderazgo del nacionalismo vasco al mismísimo PNV en el contexto del Acuerdo de Lizarra.

Abierta a los instrumentos técnicos de la globalización, ETA ha demostrado una gran capacidad de adaptación a los cambios políticos, culturales y tecnológicos, nacionales e internacionales; tanto a nivel de discurso, como a nivel organizativo.

Se llame como se llame la expresión política del MLNV, en la actualidad ANV, ha sido capaz, por méritos propios e inesperados –o muy trabajados…- “regalos” exteriores, de recuperar su presencia institucional.

Socialmente, las diversas expresiones sectoriales del MLNV siguen actuando y haciéndose sentir; si bien no es temerario afirmar que vienen expresando cierto cansancio colectivo.

Su arraigo social, en definitiva, es incuestionable. Y, pese a la sucesión de golpes desplegados desde el Estado de Derecho, que les ha debilitado en ciertos aspectos, han aprovechado todas las oportunidades derivadas de los nuevos escenarios políticos (el más reciente, el diálogo con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero) para mantener al menos su cohesión interna, manteniendo además buenos niveles de socialización, formación y movilización de sus bases.

Afirmar, desde el conjunto de todas estas premisas, que ETA se ha grapizado es una temeridad: las condiciones objetivas y subjetivas del GRAPO y ETA son totalmente dispares. No en vano, tales premisas son antagónicas a la trayectoria, en su diversas fases, histórica de los GRAPO.

Esas condiciones, resumamos, le permiten a ETA seguir reclutando nuevos militantes, mantener o establecer nuevas fuentes de financiación, y adaptar sus “aparatos” organizativos a las exigencias coyunturales de la “lucha armada”; y siempre considerando su inserción en la realidad sociopolítica más amplia del MLNV.

Formulemos –ahora- una pregunta dramática que no es posible eludir: ¿qué objetivos tácticos persigue ETA ahora mismo?, ¿acaso la ejecución de golpes de enorme impacto o, ante todo, cierto número de asesinatos? La respuesta, consideramos, no es tan simple. En cualquier caso, ETA persigue, en su formulación genérica, lo de siempre: el mayor efecto propagandístico posible; demostrar que está viva; que es un “actor” decisivo; que puede hacer daño; tantear el pulso vital del “enemigo”.

Con todo, ETA parece perseguir, en los últimos meses, grandes atentados con explosivos que causen, acaso, el menor número posible de víctimas. Ello responde, sin duda, a un frío análisis coste/beneficio y no una “humanización” en sus objetivos: persiguen, ante todo, golpes de enorme impacto emocional y mediático. De modo que no les sirve “cualquier” modalidad de atentado.

Algunos de sus más recientes atentados con explosivos pueden parecer, para lo que han perpetrado en su sangrienta historia, “cosas” de chiquillos. Pero esa aparente incapacidad, reiteramos, ¿es mero cálculo o es “lo único que podían hacer”?

Las grandes cantidades de explosivos incautadas en diversas operaciones policiales a lo largo de este verano, ponen de manifiesto que su capacidad tecnológica y sus apoyos no son escasos; en cualquier caso, y por lo que respecta al tema en torno al cual estamos reflexionando, siguen siendo muy superiores a los “buenos momentos” de los GRAPO.

Y no olvidemos que ETA, en varias circunstancias concretas de su historia, estuvo a un paso de desaparecer por completo, a resultas de la labor policial. Y se reconstruyó, en cada ocasión, casi desde cero, retomando sus “campañas” terroristas. Todo indica que nos encontramos ante una situación análoga.

Conclusiones.

Es incuestionable que ETA está integrada, en la actualidad por un número de activistas y estructuras muy inferior a sus momentos álgidos: los años 70 del siglo XX. No obstante, incluso perpetrando una actividad terrorista notablemente más reducida -con menor número de atentados y de víctimas- sigue provocando un efecto mediático y político casi análogo al que la sociedad española experimentó entonces; y con unos efectos políticos multiplicados por el deslizamiento hacia posturas beligerantemente soberanistas de las formaciones nacionalistas “democráticas”: PNV, EA y Aralar.

Que ETA sobreviva, de una u otra manera (nuevos tiempos, nuevas necesidades, nuevas estructuras), o que se esté grapizando en alguna de sus dimensiones –acaso la más visible- no depende únicamente de ETA y su entorno: depende de la respuesta del “enemigo”, de la de los posibles aliados, de la de los indiferentes, incluso.

Toda fisura, toda debilidad, toda duda, toda oportunidad, cada “balón de oxígeno” que se le arrime… será aprovechado por ETA y su entorno en su carrera hacia los objetivos de siempre.

Por ello, sólo una respuesta, hasta ahora, ha demostrado su eficacia frente a ETA y su entorno: la unidad de los demócratas en un discurso y una estrategia comunes; la colaboración con las anteriores de los medios de comunicación; la conjunción de la acción policial, judicial e internacional; la movilización ciudadana; su total aislamiento político.

Únicamente cuando tal respuesta vuelva a producirse y se mantenga en el tiempo, ETA desaparecerá o, al menos, se reducirá a su mínima expresión, grapizándose en todas sus dimensiones. Pero sólo se grapizará cuando su entorno se haya debilitado casi por completo o se haya alejado definitivamente del terrorismo, lo que no parece previsible a corto plazo vista la cohesión que viene manteniendo… y las “facilidades” que contra toda lógica, se le vienen brindando.

Por todo ello, todavía no es posible hablar de la grapización de ETA.

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Fernando José Vaquero Oroquieta



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