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Las matanzas de Paracuellos

por María del Pilar Marcos Carrión

Lo acontecido durante los días 6 y 7 de Noviembre de 1936 en un pueblo hasta entonces anónimos, de la provincia de Madrid. Este es Paracuellos del Jarama.

Es éste un pueblo situado al este de Madrid, al lado de la actual terminal T4 de Barajas. El cementerio está situado al pie de una loma, la cual tiene una enorme cruz hecha con losas de piedra y que se puede ver desde el avión si éste sale de Barajas en dicha dirección.

Este cementerio ni este pueblo no serían de destacar si no fuese porque alberga los cuerpos de unos 8354 mártires de nuestra Cruzada del 36 y que desgraciadamente están en el olvido de quien más obligados están a recordarlos y honrarlos. Los hechos de Paracuellos constituyen un punto y aparte en la propia historia de la Guerra, ya que en pocos días aniquilaron a un número escalofriante de personas. Se puede denominar GENOCIDIO a lo allí ocurrido. Si miramos en el diccionario la definición de dicha palabra nos encontramos que dice “destrucción sistemática de un grupo social, por motivos de raza, religión o ideología política”. Y en Paracuellos se asesinó de forma masiva ( a muchas personas a la vez), sistemática, es decir, siguiendo un sistema establecido (lo comentaremos más adelante), y sólamente por ser religioso, profesar la religión católica o ser “sospechoso” de ello. Según palabras de José Antonio García-Noblejas, lo ocurrido en Paracuellos es “el más grande holocausto católico de todos los tiempos sucedido en España y uno de los mayores en la Historia de la Iglesia”

En estas matanzas participó de una forma destacada un hombre que una vez acabada la “transición política” hacia el nuevo sistema de gobierno, democrático, ha recibido todos los honores por ser una de las personas que luchó activamente por conseguir la “libertad” para España, después de los “horribles “ años de “dictadura” franquista. Ese hombre es Santiago Carrillo, el cual firmaba sentencias de muerte en su tierna juventud veinteañera y que tuvo maestros de la talla de Stalin, o Lenin, ahi es nada, dos personajes destacadísimos del comunismo ruso, fuente de incalculables atrocidades a lo largo de la Historia mundial y bajo cuyo yugo han padecido ( y siguen padeciendo, porque todavía existen en la actualidad gobiernos comunistas) millones de personas durante muchos años.

Los hechos de Paracuellos no son aislados. La represión roja venía actuando en Madrid y en otras muchas provincias españolas desde hacía tiempo y con un claro procedimiento.

Los rojos, ante cualquier circunstancia adversa para ellos, algún revés bélico, desorganizativo, etc, se cebaban con los presos que a millares tenían en sus cárceles, checas, barcos-prisión, etc.

Ese procedimiento era muy sencillo. Durante el día la vida parecía normal, en calma, pero cuando anochecía las tropas revolucionarias llenaban el centro de Madrid. “Tropas” constituídas por milicianos y milicianas armados con fusiles y pistolas, “patrullas” de milicianos se presentaban de madrugada ( a las 2 o las 3) en las casas, las registraban y detenían a los que consideraban sospechosos. Los detenidos eran llevados a las citadas checas, donde eran interrogados, en muchos casos torturados y luego fusilados. A eso los rojos lo llamaban “dar el paseo”.

A partir de las 10 de la noche todas las personas que caminaban por la calle eran detenidas e interrogadas. A veces, en las casas se detenían a “sustitutos”, entre los miembros de una familia. Así, familias enteras desaparecían los varones uno tras otro. Cuando no se tenían noticias de una persona en 2 o 3 días, la madre de familia comenzaba a recorrer las checas buscando a su familiar hasta que encontraba el cadáver de la persona buscada o le presentaban la foto.

A parte de estos asesinatos diarios, se produjeron algunas matanzas colectivas de 100 o 200 personas de una vez, como fue el caso del Cuartel de la Montaña, cuartel asediado por los rojos y que una vez que los que quedaban no pudieron escapar fueron asesinados vilmente. En total unas 200 personas perecieron de una vez bajo, las balas satánicas.

Ese era el procedimiento habitual de los rojos en su afán por exterminar el catolicismo y todo lo que tuviera que ver con lo religioso, con el orden. Detención de los “sospechosos”, traslado a las chechas, interrrogatorios y en muchos casos torturas y finalmente el “paseo”, la muerte, la entrada para los muertos en la Gloria, en la Eterna Paz.

En Madrid había 226 checas. De donde salieron los presos para ser fusilados y enterrados en Paracuellos es de las checas de San Antón, Porlier y Modelo.

En las checas los presos tenían todo tipo de incomodidades y privaciones: hambre, frío, aislamiento de sus familias, falta de higiene. Pero en todas las checas, el espíritu era de auténticos héroes, admirable.En esos días de reclusión se vivían los más altos valores del espíritu: abnegación, confianza en Dios, camaradería. Se rezaba constantemente, sobre todo el Rosario, los sacerdotes recluídos administraban el sacramento de la Penitencia sentados, tumbados de forma discreta. En definitiva se preparaban para el momento póstumo, el de su comparecencia ante Dios, sin miedo, con serenidad y valentía y, además con una heroica caridad que les hacía perdonar a sus verdugos.

Los sacerdotes aconsejaban no negar la condición de católico si preguntaban por ella, y sobre cuestiones políticas, para salvar la vida, decían que es lícito faltar a la verdad.

Algunos presos que habían abandonado las prácticas religiosas, encontraron en su cautiverio en las checas el momento para retomarlas, en esos trascendentales instantes de la vida, contagiados por el enorme fervor que se respiraba.

Siguiendo el orden cronológico hay que apuntar que el mismo día 3 de noviembre se constituye un tribunal popular en la cárcel de Porlier, donde estaban encerrados muchos militares. Esos tribunales se nombraron en todas las cárceles de Madrid y en muchas de sus poblaciones, y es de imaginar la poca profesionalidad de los mismos, cuya sentencia prácticamernte estaba dictada de antemano.

En sólo tres días se llevaron a cabo 18000 juicios, con lo que se puede calcular el tiempo que les llevaba “juzgar” cada caso. Una de las excepciones fue la del autor teatral Pedro Muñoz Seca, el cual, aún sabiendo cuál era su destino final, tuvo humor para discutir al tribunal el motivo de su detención.

A principios de noviembre de1936, las tropas nacionales llegan cerca de Madrid, tomando localidades muy cercanas a la capital, como el Cerro de lso Angeles. El ministro de la Gobernación, Angel Galarza dio orden de evacuar a los presos. Esa “evacuación” en realdad tenía intención de ser “definitiva”. La idea era la de fusilar sin control. El creador del famoso Regimiento de milicias dijo “matar...matar, seguir matando hasta que el cansancio impida matar más...........más vale fusilar de más que de menos”.

En Madrid se hace cargo la Junta de Defensa, con todas las facultades.

Comenzaron así la tarde del 6 de noviembre las famosas y enormes“sacas” de las checas, de donde se sacaba por la noche a un número importante de presos, previamente nombrados leyendo una lista que portaban los milicianos. Se les obligaba a abandonar sus pobres pertenencias, se les ataba de 2 en 2 por los codos con alambre, y al camión, en el que eran llevados hasta el lugar del suplicio. Al principio los lugares de fusilamiento eran Boadilla del Monte y Aravaca, pero a partir del 6 de noviembre se optó por Paracuellos.

En la madrugada del 7 de noviembre se llevan a cabo las mayores sacas de este horroroso genocidio. Los hechos ocurridos fueron tan graves que llegaron al Cuerpo Diplomático de Madrid, el cual pidió explicaciones al Gobierno sobre lo sucedido. Éste negó todo lo ocurrido y el Cuerpo Diplomático hizo venir a un representante del Comité Internacional de la Cruz Roja, quien llegó a obtener una lista de 1600 presos sacados, de los que sólamente llegaron a Alcalá de Henares 300. Los 1300 restantes fueron asesinados en masa en la madrugada del 7 de noviembre. Entre ellos había militares de distintas graduaciones, 40 religiosos y sacerdotes y familias enteras perdieron a todos sus miembros varones, dejando multitud de viudas y huérfanos de padre.

El método de fusilamiento era muy cómodo para los verdugos. A los presos se les colocaba al borde de las enormes zanjas y eran fusilados por piquetes de 40 o 50 milicianos. Caían acribillados a las zanjas, unos muertos y otros agonizando, siendo éstos enterrados sin haber expirado aún.

En la noche y madrugada del día 8 de noviembre se produjeron nuevas sacas. Viendo los rojos que las fosas ya estaban llenas, obligaron a los vecinos del pueblo, pistola en mano, a cavar otras nuevas y llevar allí los cuerpos de los mártires.

Llegó un momento en que en Paracuellos ya no se podían hacer más zanjas, no cabían más muertos. Decidieron entonces trasladar el lugar de la sepultura a una zona cercana a Torrejón de Ardoz (pueblo tambien de la provincia de Madrid).

Ante semejantes barbaridades, los diplomáticos extranjeros en Madrid investigaron los hechos y consiguieron parar las sacas hasta el día 17 de noviembre en que se reanudaron hasta el 4 de diciembre.

El fin de todas estas sacas lo puso un tal Melchor Rodríguez, nuevo delegado de prisiones de Madrid, anarquista pero con buen corazón y sentimientos humanitarios.

El número de sepultados en Paracuellos, incluídos los llevado allí procedentes de Boadilla, Rivas, Torrejón y otros lugares (exceptuando los 800 de Aravaca) podría fácilmente acercarse a los 8654, escalofriante número y ante el que sobran los comentarios.

El pueblo de Madrid ignoró los hechos hasta que se acabó la guerra. Entonces se construyó allí un monumento recordatorio y los mártires empezaron a recibir durante muchos años testimonios de devoción de las gentes y de altas representaciones de la Iglesia y del Estado.

El mismo General Franco hizo por escrito un sentido homenaje a los Caídos en Paracuellos. Estas son sus palabras:

Madrid, 1º de abril de 1950

Rindo mi sentido homenaje a los doce obispos, 4000 sacerdotes, 2000 religiosos, 200 religiosas y millares de personas que murieron perseguidos por razón de su fe confesando al Señor.

Frente al rencor satánico de sus verdugos, ofrecieron su mansedumbre y su perdón. El odio sectario de los enemigos de Cristo alfombró el camino de su gloria. Aportación cuantiosa al martirologio de la Iglesia no igualada por ningún otro pueblo en nuestra era.

Si el ofrecimiento de la vida contituye el más grande y hermoso de los holocaustos, la sangre de los mártires es la que sin duda mueve más el corazón amantísimo de Jesús.

Legión angélica de 7000mártires, valiosos intercesores de la Patria que tanto amaron. Ellos fueron parte principalísima de nuestra victoria y hoy fieles celadores de nuestra grandeza.

¡Dichosa la tierra que cuenta con tales hijos, pues no puede ser abandonada de la mano de Dios!

Ante su recuerdo besemos la tierra bendita de nuestra Patria que regó su sangre y cogió sus restos.

Francisco Franco.

Pero, por desgracia, a partir de los años 60 el silencio y el olvido de quien más obligados están hacia los Mártires, es lo que domina. Parece que nunca existieron y todo se silencia como si nada hubiera ocurrido. Sólo la Hermandad de Nuestra Señora de los Caídos de Paracuellos del Jarama mantiene su devoción hacia estos Martires conservando el cementerio y organizando actos en su memoria y honor.

Esta es la exposición de unos hechos que ocurrieron, que ya no se pueden cambiar ni eliminar de la Historia. Muchos pueden ser los comentarios. Sólamente las cifras de asesinados bastan para hacer una valoración de lo que ocurrió. Los motivos de las masacres acentúan el carácter de Cruzada de la Guerra sufrida en España de 1936 a 1939. Todo ello da una idea del odio satánico de quien perpetró este atropello......y aumenta grandemente la lista del Martirologio de la Iglesia, dando gloria a Dios una vez más con su testimonio, con la valentía de confesar la Fe en los momentos más tremendos, no existiendo ni un sólo caso de apostasía ni de negación de la condición de católico. Es tremendamente emocionante recorrer en silencio las zanjas, con infinidad de cruces, algunas con nombre y otras sin él, del cementerio de Paracuellos. Las lágrimas afloran desde el corazón......y también las oraciones hacia ellos, que ya gozan de Dios, que supieron entregar su vida de forma generosa antes que renegar de la Fe, que son un vivo ejemplo de virtudes para nosotros y que desde el Cielo interceden por quienes les rendimos el honor que otros les niegan.

Que ellos nos ayuden en este difícil caminar hasta llegar a estar con ellos dando eterna Gloria a Dios en el Paraíso.

·- ·-· -······-·
María del Pilar Marcos Carrión



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