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Guerra de Civilizaciones en Europa

por Maciej Giertych (Traducido por Teresa Giertych)

Podemos clasificar a la Humanidad por raza, religión, etnia, profesión, nivel educativo u otras categorías. La civilización es un factor distintivo de suma importancia, ya que trata de las normas que la sociedad considera obligatorias en la organización de su vida en común. Estos conceptos desarrollados con especial hincapie en el caso polaco, judio y musulmán

El trabajo que presentamos está basado en las doctrinas de Feliks Koneczny, historiador y filósofo polaco que desarrolló su propia escuela de pensamiento sobre las diferencias entre las civilizaciones. Vivió de 1862 a 1949. Fue profesor de historia hasta 1929, pero fue principalmente tras su jubilación cuando produjo sus más importantes trabajos historiosóficos. Casi todos sus trabajos los escribió en polaco, y de ellos hasta ahora sólo se ha publicado en inglés “Sobre la pluralidad de civilizaciones” (Polonica Publications Londres, 1962). Este libro tiene una amplia introducción, escrita por su antiguo discípulo, Prof. Antón Hilckman de la Universidad de Maguncia, Alemania, quien explica el método científico de Koneczny. El libro también tiene prefacio de Arnold Toynbee. Debemos comparar a Koneczny con Arnold Toynbee y Oswald Spengler, ya que pertenece a esta categoría de pensadores. Toynbee y Spengler son bien conocidos por los estudiantes de distintas civilizaciones. Koneczny no lo es tanto, a pesar de ser precisamente él quien desarrolló un enfoque nuevo para la clasificación de civilizaciones y por lo que se merece reconocimiento universal.

Definiciones

Necesitamos definiciones previas para comprender lo que vamos a presentar. Siguiendo a Koneczny usaremos el término “civilización” para identificar la principal división de la Humanidad. Reservaremos la palabra “cultura” para referirnos a las divisiones más pequeñas dentro de las civilizaciones. A menudo se intercambian las dos palabras. Aquí las usaremos jerárquicamente. Así, en la civilización latina hay culturas como la británica, la española, la polaca, y otras. Dentro de la civilización judía podemos encontrar la cultura sefardí, hasidim, karaim y otras. Es tan solo una convención que usaremos para esta finalidad.

La civilización es producto del espíritu humano. Se caracteriza por las normas de vida en común que una comunidad dada acepta como adecuadas para su funcionamiento. A menudo transgredimos estas normas porque somos débiles, pero no obstante existen, y es propósito del estudio de las civilizaciones la identificación de estas normas.  La civilización, pues, se refiere a las reglas según las cuales se organiza una sociedad. Es el método según el cual se ordena la vida en común. La cultura es la manera de adaptar este método a una comunidad específica de personas. En tal comunidad tanto el profesor universitario como el analfabeto pertenecen a la misma civilización y cultura. La habilidad para usar innovaciones tecnológicas tales como coches, teléfonos y ordenadores no tiene nada que ver con civilización tal como lo usamos aquí en este trabajo.

 Para que podamos considerar civilización una manera de organizar la vida en común, ésta tiene que funcionar a lo largo de varias generaciones. Los experimentos que no sobreviven a su inventor no pueden considerarse una nueva civilización, ni la representan. Es decir, que una civilización ha de ser histórica.

La realidad se refiere a cinco categorías;

Verdad
Belleza
Prosperidad
Bondad
Salud

La búsqueda de la verdad requiere raciocinio. La bondad es una cualidad de la voluntad. Estas dos categorías son espirituales. La prosperidad y la salud son fines materiales. La belleza como necesidad es tanto material como espiritual. Todas las acciones humanas  están relacionadas con al menos una de estas categorías. La actitud frente a estas categorías es lo que determina la diferencia entre civilizaciones.

Enfoque inductivo

El enfoque de Koneczny es inductivo. No hay conceptos a priori. Cada afirmación tiene que derivar de la observación, de la evidencia, y no de ideas preconcebidas. Así, por ejemplo, Koneczny rechaza el enfoque biológico que usaron tanto Spengler como Toynbee. No hay evidencia que apoye la afirmación de que las civilizaciones surgen, se desarrollan, crecen, declinan y mueren. Unas sí lo hacen y otras no. Por ejemplo no sabemos nada del origen de la civilización china, ni vemos ninguna señal de su declive. Existe y podemos estudiar en que se diferencia de otras civilizaciones, pero sin hacer sugerencias sobre el estado de desarrollo alcanzado.

Cuando Koneczny estudiaba las civilizaciones, buscaba las leyes de la historia. Propuso algunas basadas totalmente en la observación documentada. Aquí tenemos varios ejemplos.

La desigualdad es un hecho. El esfuerzo por alcanzar y sobrepasar a los más ricos, sabios y virtuosos, estimula el desarrollo material, intelectual y espiritual. Las nociones igualitarias dificultan el desarrollo.

Son tan grandes las diferencias entre las civilizaciones que no es posible ser civilizado de dos maneras diferentes. Todo el mundo pertenece a alguna civilización, pero nunca a dos o más. Alguien puede tener un padre judío y una madre china, pero en cuanto a afiliación civilizacional pertenecerá a una u otra, o a otra distinta por completo, pero nunca puede civilizarse de ambas maneras.

Las civilizaciones, por su propia naturaleza tienen que estar enfrentadas. Este enfrentamiento no tiene nada que ver con la actividad militar o la fuerza. Es un enfrentamiento de ideas. Es cuestión de quién educa a los hijos de quién. De si se educarán en la civilización de los padres, o de si estos permitirán que se eduquen en otra civilización.

Cuando una civilización deja de luchar por mantener su propia identidad, cuando trata a las otras civilizaciones como iguales, la inferior gana. Por “inferior” entendemos la que es menos exigente.

Las mezclas de civilizaciones sólo pueden ser mecánicas, nunca orgánicas, y pronto desaparecen porque son inconsistentes. No hay ejemplos históricos de que tales mezclas hayan perdurado en el tiempo.

Organización de la vida en común

Al analizar la historia del mundo, Koneczny llegó a la conclusión de que en el pensamiento y acciones humanas hay ciertas parejas de conceptos abstractos que son mutuamente excluyentes, como por ejemplo creación y emanación, y en torno a ellas se forman ciertos conjuntos de ideas. Ocho de tales parejas (ver Tabla 1) se refieren al método de organizar la vida en común y por tanto pertenecen al tema de las civilizaciones.

Tabla 1

Personalismo

Colectivismo

Emancipación de la familia

Familia no emancipada del clan

Inducción (desde la observación)

Deducción (desde nociones a priori)

Conciencia histórica

Negación de todo pasado

Unidad en diversidad, variedad aceptada

Exigencia de uniformidad

Enfoque orgánico de problemas

Enfoque mecánico de los problemas

Dualismo legal (derecho privado y público)

Monismo legal (derecho privado o público)

Autogobierno

Totalitarismo

 

Se puede organizar la vida en común o bien para la persona humana o para la sociedad (colectivo). El que la familia se emancipe del clan es un elemento esencial de la organización personalista. Las soluciones a los problemas se pueden buscar o bien inductivamente, basándose en la experiencia, o bien a partir de alguna teoría adoptada de antemano. El tener en cuenta la experiencia conlleva conocimiento y respeto por el pasado. Los que toman decisiones a priori, no están interesados en los hechos y exigen uniformidad. Basarse en la experiencia del pasado lleva a la tolerancia de la diferencia. La unidad basada en diversidad produce un organismo capaz de repararse solo, por medio de correcciones desde abajo. La uniformidad, liderada por nociones a priori, lleva a un mecanismo y vida regulados desde arriba, que sólo pueden corregirse desde arriba. El desarrollo natural de las relaciones lleva a la formación inductiva e histórica de los organismos. Estos crean leyes tanto privadas como públicas. Las organizaciones planificadas sólo pueden crear mecanismos basados en un único tipo de ley, privada o pública, pero no ambas. Esto lleva al totalitarismo, mientras que el autogobierno local nace de la tolerancia de la diversidad.

La civilización latina, desde la cual Koneczny comienza sus análisis y llega a todas sus conclusiones, pertenece enteramente a la primera serie de nociones. Todas las soluciones que derivan de la segunda serie le son ajenas y la estropean.

Listado de civilizaciones

El listado de civilizaciones es corto, tan corto que fácilmente lo podemos presentar aquí. Lo hacemos en un orden que intenta ser cronológico, pero no necesariamente lo es porque nuevas evidencias podrían cambiar el orden:

china*
egipcia
brahmán*
judia*
babilonia
iraní
siria
turana
tibetana
púnica
sumeria
egea
númida*
latina*
espartana
ateniense
helena
romana
bizantina
árabe*
inca
azteca

Las dos últimas se muestran aparte porque son difíciles de ubicar cronológicamente. Quizás se podría argumentar que hay alguna más, o que a alguna de ellas se le podría considerar sólo como cultura de otras civilizaciones. Koneczny era consciente de que estudios posteriores podrían modificar el listado. Pero de todos modos, la lista es corta. Las que se muestran con un asterisco perduran hoy. Las otras han desaparecido. Sabemos de ellas por la evidencia histórica. De los nueve que existen hoy, las civilizaciones turana, bizantina, latina y árabe nacieron en tiempos históricos que más o menos podemos definir. Las otras estaban presentes en tiempos históricos remotos, parecen intemporales. Se pueden estudiar las nueve basándose en las comunidades existentes. Koneczny estudió detalladamente las civilizaciones latina, judía, bizantina y turana porque existen en o cerca de Polonia. Así en el texto nos concentraremos en estas cuatro, aunque intentaremos recopilar lo poco que Koneczny escribió sobre la civilización árabe, ya que hoy es de particular interés para Europa Occidental.

Criterios para clasificar las civilizaciones

En el estudio de las civilizaciones se han usado a menudo criterios que no tienen relevancia en su identificación según las definiciones usadas aquí. En cambio se han ignorado otros criterios a pesar de su importancia significativa para el tema que estamos discutiendo.

Raza

Empezaremos por la raza, que tanto hoy, como en tiempos de Koneczny, se incluye con frecuencia en el debate sobre la civilización. La raza, no obstante, nada tiene que ver con la definición de una civilización. La raza es una característica somática; es un aspecto de la zoología del hombre. Las diferencias físicas entre razas pueden resultar en habilidades distintas como bien podemos ver en el campo del deporte; posiblemente también en el campo del potencial intelectual, aunque eso está aún por discutir, pero no guarda relación con las normas consideradas apropiadas para la vida de una comunidad dada. Tal como la hemos definido, la civilización es producto del espíritu humano. Un niño adoptado que se cría en una familia de una raza totalmente diferente se convertirá en adulto dotado con la civilización de los padres adoptivos. Aparte de esta observación obvia, hay muchos ejemplos de grandes comunidades de diferentes razas en la misma civilización, o de gente de la misma raza en civilizaciones distintas. Los blancos, que no se diferencian racialmente entre si, constituyen una mayoría de las personas pertenecientes a las civilizaciones latina, bizantina, turana y judía. No obstante en la civilización turana hay personas de raza blanca (rusos), raza han (chinos) y raza turkmena (turcos). La raza no define la civilización.

Pero sí hay un aspecto biológico en la civilización. La civilización es una barrera muy fuerte para el matrimonio. La gente normalmente busca pareja en su misma civilización. Esperan compartir normas civilizacionales con su cónyuge. Como resultado la barrera de civilización se convierte también en barrera biológica. En biología, las razas, tanto animal como humana, se desarrollan como resultado del aislamiento. Una comunidad aislada desarrollará algunas características biológicas debido a la pérdida accidental de algunos genes (proceso denominado “deriva genética”) y posiblemente también debido a la adaptación a algunas condiciones específicas de su entorno ambiental. Esto último requiere que se viva en un clima diferente u otro determinante externo de las condiciones de vida. De todos modos, una comunidad aislada desarrollará algunas características biológicas que le distinguirán de otros, siempre y cuando se mantenga el aislamiento. Por supuesto, sabemos muy bien por la cría animal que el aislamiento es la condición primordial para mantener una raza específica. En sociedades humanas se dan a veces matrimonios mixtos entre personas de distintas civilizaciones, pero éste es un fenómeno poco frecuente y, cuanto menos ocurre, tantas más diferencias biológicas se desarrollarán entre las civilizaciones. No obstante, no es la raza la que crea una civilización. Es la civilización la que podría crear una raza.

Idioma

Algunos investigadores sugieren que es el idioma o grupo lingüístico el que de alguna manera define la civilización. No es así. Por ejemplo, dentro de la civilización latina hay idiomas de grupos muy distintos (indoeuropeo, fino-ungrio, celta y vascuense). Por otra parte no sólo los idiomas indoeuropeos, sino también los eslavos aparecen en al menos tres civilizaciones (la latina, la bizantina y la turana).

Pero la velocidad de desarrollo de una civilización puede depender del idioma que usa, ya que éste es una herramienta importante para el progreso. Si el instrumento es de baja eficiencia, el crecimiento puede ser lento y producir estancamiento de la civilización. La gente que usa, por ejemplo, escritura pictórica en vez de fonética puede tener dificultad en registrar términos abstractos por escrito y por tanto en pasarlos a generaciones posteriores. Por ello la civilización china es débil en humanidades porque requiere la constante introducción de nuevos términos abstractos que son difíciles de transmitir en forma pictórica. La escritura árabe tiene la ventaja de que puede escribirse muy deprisa, como nuestra taquigrafía. La escritura hebrea, que no usa vocales, se presta a la ambigüedad ya que el sentido depende de qué vocales asumimos que faltan. Por tanto, más que el lenguaje en si, es la manera de escribir la que tiene influencia en el desarrollo de la civilización. Los idiomas cambian, no siempre desarrollándose, sino también decayendo en su eficacia como herramienta. La tendencia actual de reducir el número de formas gramaticales puede conllevar pérdida de precisión.

Religión

Este tema despistó a muchos estudiantes de civilizaciones, incluyendo  a Spengler. La proximidad confesional no implica necesariamente cercanía  civilizacional.

Dos de las civilizaciones actuales son decididamente sacrales en su naturaleza: la judía y la brahmán. La árabe es semisacral. Koneczny no estaba seguro respecto a la tibetana, porque no tenía conocimientos suficientes sobre ella para poder opinar si era sacral, semisacral u otra cosa. El resto de las civilizaciones existentes no son sacrales porque en ellas la religión no determina todas las categorías de la realidad (verdad, bondad, prosperidad, salud y belleza).

El budismo cambia con la civilización en la que funciona. El catolicismo intenta modificar la civilización en la que entra. Es paciente en ese esfuerzo y trabaja a través de muchas generaciones. Intenta santificar lo que en la cultura local se presta al cristianismo (inculturación), pero nunca cede en lo básico. El Islam tiene muy poca teología y la autoridad del Corán limita la libertad de algunos gobernantes islámicos, mientras otros asumen ser ellos los intérpretes del Corán.

Derecho

Un determinante importante de la civilización es su enfoque de asuntos legales. Hay tres campos básicos de derecho: la familia, la propiedad y la sucesión. Hay muchos asuntos legales que diferencian a las civilizaciones.

Los distintos elementos de derecho de familia tienen consecuencias civilizacionales: cómo se consigue una esposa (pagándola o cobrando una dote), la monogamia, la poligamia, la poliandria, los derechos o privilegios de la mujer en la casa del marido. Es imposible tener una sociedad que sea simultáneamente polígama y monógama, que pague por la mujer y que espere una dote, dando privilegios y reconociendo sus derechos a la esposa. Koneczny mantiene que todas las sociedades son patriarcales y que no sabe de ninguna sociedad presente o pasada que esté basada en un sistema matriarcal. Está dispuesto a modificar este punto de vista si aparece evidencia indicando lo contrario, pero en el momento actual el asunto del matriarcado no tiene ningún efecto en la discusión sobre civilizaciones.

Para la discusión sobre las civilizaciones son muy importantes los siguientes elementos de derecho de familia: la jerarquía en la familia, la jerarquía entre las generaciones, el tema de la jerarquía en el clan y entre los clanes.

La propiedad puede ser común, familiar, privada o una combinación de estas. Tan sólo en un sistema monogámico es posible la propiedad auténticamente privada, pero la monogamia no implica automáticamente la existencia de propiedad privada. La mujer e hijos pueden ser considerados propiedad del marido y padre, o bien pueden tener sus propios derechos de propiedad.

El derecho puede ser privado, público o ambos a la vez. El derecho privado se desarrolla en la familia, en la familia creciente, en la familia extensa, en el clan y en la nación. El derecho público se desarrolla en una ciudad o estado, organiza la vida entre habitantes no emparentados entre si.

Otro importante elemento que distingue a las civilizaciones es el modo de heredar una propiedad, derecho o título. De ello nace el sistema de castas. Se puede heredar hasta la esposa (levirato).

Fuente de Derecho

La fuente del derecho es aún más importante para definir las civilizaciones.  Para los que nos hemos criado en la civilización latina es evidente que la ética es la fuente del Derecho. Consideramos que la ley escrita es siempre imperfecta. Constantemente intentamos mejorarla. Por mejora entendemos ajustarla a lo que consideramos justo, como ético. Primero discutimos si la cuestión cumple o no con las normas éticas y sólo entonces la inscribimos como ley. En esta discusión hay lugar para la sociedad en general. De esto nace la democracia.

No obstante hay civilizaciones en las cuales no es la ética, sino el interés del estado que decide qué es lo que se convierte en ley. En este enfoque el estado ha de ser eficiente, y no ético.

También es posible que la ley tenga su origen en la voluntad del gobernante. Los romanos, al observar esto en Oriente, describieron el sistema como: “Quod principi placuit, legis habet vigorem” (lo que complace al príncipe tiene fuerza de ley). En tal sistema el regidor está libre de ataduras éticas. Puede ser un hombre bueno y ético, una bendición para sus súbditos, pero también puede ser malvado y sin escrúpulos, una plaga para los que le rodean. En cualquier caso el sistema legal es muy sencillo y eficaz.

Y finalmente, la Revelación puede ser la fuente de Derecho. Así ocurre en las civilizaciones sacrales. Para los judíos será la Tora, el Pentateuco mosaico. Para los brahmanes serán los libros Veda. No se puede cambiar la Revelación, sólo interpretarla. Lo que importa es la letra de la ley.

Decimos que una persona honrada no necesita conocer la ley para vivir de acuerdo con ella. Pero esto sólo es valido en aquellas civilizaciones donde la fuente del Derecho es la ética.

Actitud hacia la ética

Otra fuente de diferencias entre las civilizaciones está en su actitud hacia la ética. ¿Todo ha de juzgarse desde el punto de vista de la ética o hay asuntos que están libres de ataduras éticas? ¿La política debe estar sujeta a la ética? ¿Y la guerra? ¿Y la guerra contra el crimen? ¿Se debe juzgar al estado desde el punto de vista ético? ¿Y al gobernante? Las respuestas a estas preguntas determinan la civilización.

¿Debemos considerar la letra de la ley o la intención de quien la hizo? Es otra divergencia importante.

¿Hemos de tener una sola ética aplicable a todas las situaciones o debemos tener una ética situacional, una ética que depende de dónde y con quién tratamos? También esto es una disparidad importante entre las civilizaciones.

Tiempo

Fue el mismo Koneczny quien descubrió que la actitud hacia el tiempo es un factor importante al distinguir las civilizaciones.

Algunos pueblos primitivos no tienen ningún sentido del tiempo. La capacidad para medir el tiempo es un desarrollo importante. Después, nace la idea del calendario, que comienza generalmente con algún evento histórico importante que señala sus comienzos. Algunas civilizaciones tienen ciclos, donde el tiempo vuelve, retorna. Esto nos permite pensar en términos de períodos más cortos. Por la misma razón adoptamos eras. La gente a menudo cuenta el tiempo desde la última guerra u otra catástrofe, como incendio forestal o inundación.

El siguiente paso en el desarrollo de la relación del hombre con el tiempo es el control sobre el mismo. Esto llega con el acuerdo para reunirse en un momento determinado, con el concepto de hora y fecha concreta, con el concepto de la puntualidad. Fue el comercio quien desarrolló la importancia de definir la hora y lugar donde proveedor y comprador se encontrasen. Un productor puede vender sus productos al consumidor o bien en el lugar donde los produce, si el comprador quiere venir allí, o bien en el mercado al que el productor trae su mercancía. Necesita saber dónde y cuándo opera el mercado, pero generalmente puede ser flexible en cuanto a la hora exacta de venta. No obstante cuando compromete sus productos con un comerciante concreto, la puntualidad se vuelve esencial. Los que no entregan a tiempo pierden la capacidad de participar en el comercio. De este modo el comercio fomenta la puntualidad.

El paso siguiente es tratar el tiempo como un bien de consumo, un bien con el que trabajar, usar o malgastar. Los atributos de trabajar con el factor tiempo son: la organización de la vida, el tiempo dedicado al estudio, al trabajo, al descanso y al ocio, la fidelidad a estas parcelas, el reconocimiento de la posibilidad de perder el tiempo, y la capacidad de impedir que otros nos hagan perderlo.

Finalmente aparece la noción de responsabilidad por el pasado y futuro. Esto es conciencia histórica, el sentimiento de orgullo o vergüenza por el comportamiento de nuestros antepasados. También es la conciencia de la responsabilidad por el comportamiento futuro de nuestros descendientes. Esto requiere pensar en términos más allá de la vida de uno mismo. Motiva para esforzarse en el interés de futuras generaciones.

Se puede usar la actitud hacia el tiempo para clasificar las civilizaciones, porque difieren en su actitud hacia el mismo.

Ejemplos de civilizaciones

Al estudiar civilizaciones hace falta ver qué es lo que perdura en ellas durante generaciones. Los acuerdos que son temporales y no persisten a lo largo de varias generaciones no definen la civilización y sólo pueden considerarse como experimentos. Con frecuencia las civilizaciones adoptan propuestas de otras civilizaciones, pero estas generalmente resultan ser inconsistentes con las normas que rigen en la propia. Las mezclas de civilizaciones fallan inevitablemente.

Cuando viven en proximidad, las civilizaciones están separadas o bien por fronteras políticas o por algún tipo de apartheid que impide que se mezclen. Sin apartheid la cuestión clave se convierte en: “Quién educa los niños de quién”. La mayoría de civilizaciones (aunque no todas) quieren civilizar las demás. Eso quiere decir que intentamos que otros adopten normas que nosotros consideramos mejores. Las normas que adopta la siguiente generación determinan el éxito o fracaso de defender y expandir nuestra propia civilización. En el pasado ha ocurrido que los vencedores en un conflicto militar han adoptado la civilización de los conquistados. Ocurría cuando se casaban con mujeres locales y permitían que ellas educaran a los hijos. Se ve bien como funcionaban estas interrelaciones entre civilizaciones en el ejemplo de Polonia, que hace mil años adoptó la civilización latina, pero que a lo largo de su historia ha estado bajo presión de las civilizaciones bizantina y turana desde fuera y de la judía desde dentro.

Empezaremos con una descripción de la civilización latina, a la que Koneczny consideraba superior (y como lo hacemos nosotros hoy también). Como la consideramos la mejor, queremos que otros la adopten.

La civilización latina

Durante más de mil años Polonia ha sido parte de la civilización latina. Ésta se desarrolló desde la antigua Roma, pero bajo la influencia de la ética de la Iglesia Católica. La Iglesia Católica funciona en muchas civilizaciones y en cada una de ellas educa a la sociedad hacia ciertas nociones civilizacionales. El adoptar el catolicismo no significa adopción automática de la civilización latina. Tan solo en el caso de las civilizaciones sacrales (p.ej brahmán o judía) la conversión al catolicismo conlleva automáticamente el abandono no sólo de su religión previa sino también de la civilización construida sobre ella. Por eso es tan difícil. En otras civilizaciones sigue la inculturización que es la adopción a la religión católica de todo lo que en la civilización existente es adaptable y el rechazo tan sólo de lo que no se puede adaptar. No es necesario adoptar la civilización latina. No obstante, Polonia, al rechazar el paganismo en el año 966, adoptó también la civilización latina. Muy pronto formó parte de Occidente, heredera de Roma, tanto antigua como cristiana.

Cada civilización tiene su propio método de desarrollo espiritual, material e intelectual. En la civilización latina esto se hace sobre la base de la ética de la Iglesia Católica. El Decálogo es obligatorio siempre y en todas partes, en todos los campos de vida privada y común, y también en relaciones internacionales. Así, ni la política ni las guerras están libres de ataduras éticas. Eso es lo que nos hace diferente de las civilizaciones bizantina y turana, de Alemania y Rusia, respectivamente.

La ética es fuente de derecho en la civilización latina. Consecuencia de ello es el desarrollo de la moral. El Decálogo dio prohibiciones, definió el pecado y atemorizó con la ira de Dios. El sermón de la Montaña dio instrucciones, definió virtudes, apeló a que amásemos a Dios y al prójimo. Esto aumentó las exigencias y elevó la motivación para ser bueno. No se abolió el Decálogo pero hubo alejamiento de la letra de la Ley y un giro hacia la intención del que hizo la Ley. En la historia de la civilización latina tenemos un incremento constante de exigencias éticas y un perfeccionamiento continuado de leyes que se basan en estas exigencias que van en aumento. Hace tiempo los duelos estaban a la orden del día, considerados un modo de Juicio Divino. Hoy se los considera pecaminosos. Hubo épocas en las que se consideraba aceptable la esclavitud. Hoy nos horrorizamos con sólo pensarlo. Había obligación moral de vengar un daño infligido a un pariente (vendetta). Hoy se considera inmoral tomarse la justicia por su cuenta. La vida continúa presentando nuevos problemas y hacen falta nuevas definiciones de normas desde el punto de vista ético (huelgas, bebés probeta, impuestos progresivos, cinturones de seguridad en los coches). No todo lo que ya está definido por la ética necesita inscribirse en el derecho. Pero todas las nuevas leyes han de englobar la consideración ética. Cada generación transfiere algo desde la ética al Derecho. Y lo consideramos una regresión del derecho, como un declive civilizacional, el despenalizar algo que se considera no ético, que ya estaba prohibido por ley (aborto, divorcio, práctica homosexual). Sólo se permite un aumento de exigencias legales. El nivel está siendo elevado continuamente por lo santos. Lo que es virtud heroica en una generación, en la siguiente se convierte en norma ética y luego pasa a ser ley.

En la civilización latina hay dualidad legal. Tenemos simultáneamente derecho privado y público. El primero se desarrolló en las familias; el segundo en las ciudades, es decir en sociedades sin relación entre sí. Ninguno fue dominado por el otro. El derecho privado funciona en tradiciones familiares, en clubes y organizaciones, en cooperativas, en partidos políticos, en sindicatos, en gremios profesionales etc. El Estado no interfiere en estas normas, estatutos y reglamentos desarrollados y adoptados privadamente, ni debe hacerlo. Por otro lado hay leyes de estado que regulan las relaciones entre las personas, asegurando así seguridad interna y externa.

En la civilización latina la relación entre derechos y libertades depende del principio de que la libertad de uno termina donde empieza la libertad del otro. Fruto de esta manera de pensar fue la doctrina de Paweł Włodkowic [1] sobre los derechos del pagano. Nació del principio de amar al prójimo. La unión de Polonia y Lituania se estableció basándose en este principio. En la civilización latina las uniones sólo pueden prosperar si siguen este principio.

La tolerancia religiosa es obligatoria en la civilización latina, así como la separación de las autoridades civil y religiosa. Y hay tolerancia cero con el mal. Es inaceptable la indiferencia ética en, por ejemplo, la educación o los servicios de salud.

En la civilización latina el sistema matrimonial obligatorio es la monogamia. Sólo con ella es posible la propiedad privada. Cada unión matrimonial es la creación simultánea de una nueva unidad económica. Los recién casados dejan de ser parte de la entidad económica de sus padres y se convierten en parte de la nueva entidad. Con la poligamia no ocurren tales cambios. La propiedad está en el clan, la comunidad o el patriarca. Cristo eleva el matrimonio al rango de Sacramento, insiste en que sea monógamo e indisoluble, y a la vez da libertad económica a la nueva familia.

La fuerza de la civilización latina radica en su habilidad para organizarse sola, para repararse, para actuar desde abajo y para trabajar orgánicamente. Por esta razón es tan importante la vida local: ayuntamientos, elecciones locales, cooperativas, comités de autoiniciativa, uniones de crédito y otros. Cuando esta vida local es rica, es posible reducir el papel del gobierno al mínimo. En el ejercito, en la infraestructura de comunicaciones, en asuntos exteriores es necesario el mando desde arriba hacia abajo, pero en los demás casos se convierte en obstáculo.

Se producen desigualdades cuando la vida en común se desarrolla desde abajo. Son consecuencia de las distintas maneras en las que las comunidades afrontan sus asuntos, resultado de las diferencias en el esfuerzo puesto en solucionar los problemas. Como fruto de estas desigualdades hay tendencia a intentar alcanzar a los que tienen más éxito, que son más ricos, mejor educados y mejores como personas. Este empuje para igualarse con los líderes eleva materialmente, intelectualmente y moralmente. Por otro lado el igualitarismo, la igualdad impuesta desde arriba por los gobiernos, reduce a la gente a un denominador común en un nivel inferior. Malgasta el esfuerzo e ingenio humano. Reduce la voluntad de mejorar. A nadie le gusta trabajar por los demás, por los que no quieren trabajar. Así la aceptación de desigualdades es una característica de la civilización latina y una fuerza motriz para su desarrollo y progreso.

EI control sobre el tiempo está más desarrollado en la civilización latina. El tiempo se le considera como un bien valioso que hay que guardar como un tesoro, usar eficientemente y ahorrar. Hay un eslabón a través de las generaciones, una conciencia histórica y una responsabilidad común por el pasado y futuro.

Ha sido sólo en la civilización latina donde se desarrollaron naciones tal como se las entiende en Polonia. Es decir como uniones naturales, espirituales, basadas en la libre voluntad de pertenecer a ellas. Esto a su vez crea responsabilidades y derechos comunes. Es intemporal.

Como entienden los polacos el concepto “Nación”

En polaco la palabra “nación” tiene un significado muy particular, desconocido en otras lenguas. En los idiomas de Europa Occidental “nación” equivale a ciudadanía, al pasaporte que se tenga. También se entiende en el sentido etnográfico, refiriéndose a gente que usa el mismo idioma. Pero para los polacos el término “nación” tiene un contenido tanto intelectual como sentimental. Abarca algo más que sólo idioma o ciudadanía. Durante varias generaciones [2] no tuvimos estado, no teníamos ciudadanía polaca, pero permanecimos como nación polaca. Se nos impuso ciudadanía extranjera, pero no aceptamos la nacionalidad foránea.

Nos une una conciencia legal, una estructura social, una ética y una civilización común. Representamos una cultura aparte, dentro de la civilización latina.

Podríamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Pertenecen los gitanos a la nación polaca? Usamos el mismo idioma, profesamos la misma fe y somos ciudadanos del mismo país. No obstante, estoy seguro que la mayoría de polacos, así como la mayoría de gitanos polacos dirían que no. Nuestras vidas se gobiernan por distintas leyes, tenemos estructura social diferente y nuestra actitud hacia la ética es otra. Por estas razones incluimos a los gitanos y ellos mismos así se incluyen en la noción de una minoría étnica o cultural.

Cuando en 1904 Roman Dmowski[3] envió a la imprenta su libro “Myśli nowoczesnego polaka” (“Pensamientos de un polaco moderno”) exigió que la palabra “Żyd” (Judío) se escribiese con mayúscula. Se le acusó de antisemitismo por ello. Por aquel entonces a los judíos se les trataba como un grupo religioso y por eso la palabra “żyd” se escribía con minúscula como se hace con todas la denominaciones religiosas en polaco. No obstante, para Dmowski los judíos representaban una nación aparte. Hoy día los judíos quieren que en polaco, al escribir sobre ellos, se emplee la mayúscula ya que se sienten más nación que grupo religioso.

En cambio a nadie se le ocurriría considerar a los polacos de confesión evangelista como nación aparte. Al hablar de los rutenios decíamos “Ruthenus natione Polonus” (polaco de origen rutenio). Nos referimos a todos los que aceptan las mismas nociones legales, estructuras sociales y civilización.

Uno de los factores importantes que liga a una nación es la conciencia común histórica, o historicismo como lo llamó Koneczny. Se refiere a la tradición de vida pública común (en contraposición a la memoria dinástica y familiar), al culto al pasado común y a la responsabilidad común por el pasado y futuro. Según Koneczny la conciencia nacional surgió en Polonia durante el reinado de Władysław Łokietek [4] . La voluntad de unir en un sólo estado principados con historia y lenguaje común aparece entonces por primera vez. En Francia esta conciencia se manifiesta con Juana de Arco. En el s. XVI nace en Inglaterra debido al peligro de la Armada española. Los alemanes empezaron a considerarse nación al defenderse contra Napoleón. En Italia no ocurrió hasta la segunda mitad del siglo XIX. Esta conciencia nacional no surge contra nadie, pero sí puede brotar para defenderse de alguien. Ha de surgir del sentimiento de tener en común algo que merece la pena defender.

La literatura juega un papel clave al formarse una nación. Los ingleses se unieron en torno a Shakespeare, los italianos en torno a Dante, curiosamente 500 años después de su muerte. El amor al idioma propio es una constante de la nación. Se puede saber muchos idiomas, pero cada persona tiene sólo un idioma que es el suyo, su lengua materna. Puede ocurrir que el conocimiento de ese idioma sea escaso, como ocurre con frecuencia entre emigrantes, especialmente en generaciones posteriores, pero el mero hecho de tener un idioma al que se quiere como suyo propio, en sentido no utilitario sino emocional, indica la pertenencia a una nación concreta.

Se relaciona también la noción de nación con el amor a un sitio concreto en la Tierra, de alguna región que se considera suya propia, que se considera patria, como en la expresión española “patria chica”.

Una nación es una gran familia, una patria, un patrimonio común. Pero no puede formarse mientras exista el sistema de clanes. La familiar nuclear ha de ser libre, emancipada del clan. Tiene que haber respeto por la propiedad privada. La gente debe sentirse libre. Ha de funcionar orgánicamente desde abajo, y no por medio de disposiciones mecánicas regladas enteramente desde arriba. Es sólo entonces cuando la nación puede formarse como fruto de una voluntad y conciencia común, que es libre y sin ninguna presión para unirse.

Entendido así, la nación no es consecuencia antropológica o biológica de usar un idioma dado o de ocupar un lugar concreto. Es producto de la voluntad humana. Es producto del trabajo de muchas generaciones. Se fusionan porque sus miembros se quieren fundir. Es la nación la que hace el estado. Un estado nunca crea una nación. Así, nunca saldrá una nación de los países postcoloniales como Nigeria, Tanzania, Ruanda y Angola. Nunca se ha formado nada como la nación yugoeslava o soviética. Tampoco habrá jamás una nación europea.

Pero sí se forman nuevas naciones, como por ejemplo los Estados Unidos, compuesta principalmente por inmigrantes europeos. Estos inmigrantes al entrar en América del Norte se consideran generalmente como miembros de sus naciones de origen, a veces a lo largo de varias generaciones. Pero el reconocimiento de las libertades, la tolerancia, el estado de derecho y el modo de vida como algo valioso y digno de defender y exportar lleva a una conciencia nacional. Esto llega sólo con la aceptación como suyas propias del idioma, la historia y las leyes. Este proceso únicamente es posible en la civilización latina. En todos los países de la civilización latina ocurre a menudo que los inmigrantes se integran y aceptan la nacionalidad del estado adoptado como suya propia.

Es imposible formar una nación artificialmente. La nación se forma desde la conciencia de una libertad cívica, de una voluntad común que se desarrolla desde abajo hacia una organización común que esté de acuerdo con una tradición específica.

Koneczny define la nación como una asociación civilizacional que es personalista, que tiene una patria común y un idioma materno.

Todo el mundo nace en una situación concreta social, étnica, religiosa y civilizacional. Cada uno hereda ciertos valores. Si heredamos una nación, una conciencia nacional, habrá tendencia para enriquecerla, para aumentar su valor. Uno intentará dejar más de lo que ha recibido. Eso es así porque la conciencia nacional traspasa generaciones. No hay nación sin historia, sin necesidad de conservar y enriquecer la heredad para futuras generaciones. A esta necesidad se le llama patriotismo.

El patriotismo es la tendencia a enriquecer una nación a través del trabajo y del esfuerzo intelectual, y es la disposición para sacrificarse en defensa del legado nacional. Definido así, el nacionalismo nunca es una amenaza para los países vecinos. Patriotismos vecinales implican paz eterna. Cuando uno intenta enriquecerse a costa de otros, de los vecinos, de pueblos subyugados o privados del derecho al voto, entonces no es patriotismo sino patología. Esta es la comprensión patológica de conciencia nacional. Del mismo modo el amor a la familia y la preocupación por sus necesidades no crea problema para los vecinos. En cambio el nepotismo, egoísmo familiar, el robarle a los vecinos son la contradicción de las virtudes familiares.

Nuestro patriotismo polaco nunca ha sido una amenaza para nuestros vecinos. Reconocemos sus derechos, a pesar de que con frecuencia han violado los nuestros. Y los han estado violando o bien porque no tienen conciencia nacional, o bien porque ésta es inmadura.

Merece la pena conservar la manera polaca de entender el concepto de nación. Es algo muy concreto, muy positivo y muy noble que quisiéramos proponer a todos los pueblos del mundo como idea que merece la pena exportar. Es algo muy diferente a nacionalismo entendido como odio a lo que es foráneo. En Occidente, debido a malas traducciones, se malentiende a menudo nuestra glorificación de virtudes nacionales como nacionalismo. En nada se le parece.

Koneczny consideró la civilización latina como la más elevada porque es la que más exige a sus miembros. Si no la defendemos, si no hacemos ningún esfuerzo por promoverla, nos veremos engullidos por civilizaciones inferiores, entendiéndose por inferiores las que son menos exigentes. Los intentos de combinar civilizaciones, o de sintetizarlas llevan a un estado incivilizado y con el tiempo la inferior sale victoriosa. Para que una civilización exigente sobreviva tiene que ser defendida y promovida concientemente. Hay que hacer un esfuerzo para que otros acepten sus valores. Requiere de celo evangélico.

Koneczny también consideró que la idea de nación estaba más desarrollada entre los polacos y propuso que nosotros, los polacos, extendiésemos nuestra manera de comprenderla a otros. 

La civilización turana

La civilización turana fue creada por los mongoles de Gengis Kan. Su característica fundamental es ser una organización militar adaptada a la guerra móvil. Las palabras que mejor la definen son campamento, movimiento, espacio. Por esto mismo los lazos familiares son muy débiles en esta civilización.

Esta civilización no tiene derecho público. Sólo hay derecho privado y éste deriva de las órdenes del gobernante. El estado es el corral privado del regidor y su voluntad es ley. La sociedad no tiene derecho alguno. No se le permite organizarse, es responsabilidad del estado el hacerlo. Todas las organizaciones son dirigidas desde arriba y se aplasta cualquier iniciativa que surge desde abajo. El poder es absoluto y el gobernante ideal es un déspota despiadado. Todo el mundo es esclavo o sirviente respeto a su superior. Los ciudadanos no existen como tales. En Occidente un ciudadano reside también en su estado. Un turano vive exclusivamente en su estado. Todos los asuntos son asuntos de estado y no hay nada que pueda llamar enteramente suyo. Toda propiedad es del gobernante y uno sólo puede ser arrendatario de esa propiedad. No obstante el alquiler puede extinguirse en cualquier momento, a voluntad del gobernante, quien tiene el derecho de privar de sus posesiones a quien quiera.

La organización de la vida es militar en su naturaleza, basándose en ordenes desde arriba, y así está centralizado al máximo. La burocracia sirve al gobernante y no al pueblo. Actúa en nombre del gobernante y es responsable ante él y nunca ante la gente con quien trata. La vida es muy mecánica, como en el ejército. No tiene elementos orgánicos.

Ya que la organización social está adaptada a la guerra, se desarrolla tan sólo cuando el estado vence, cuando tiene poder militar y éxitos. Cuando faltan estos éxitos militares, cuando no hay nuevas adquisiciones, el estado se debilita o incluso se desintegra. Por eso se dirige el mayor esfuerzo social a construir una capacidad militar.

Las naciones tal y como se entienden en sentido europeo no se forman en la civilización turana. Sólo hay conglomerados de gentes, clanes y razas. Les une la estrella ganadora de un líder exitoso. Temüjin, el primer Gengis Kan, organizó en un ejército exitoso a gente de diferentes razas, origen étnico y credos y les condujo a ganar el mundo. Donde ponía el pie organizaba la vida al modo militar, dejando a sus lugartenientes como gobernantes locales. Con el tiempo muchos se emanciparon de la supremacía mongol y continuaron como nuevos gobernantes absolutos actuando de la misma manera. A menudo la gente que fue organizada de esa forma toma su nombre de algún gobernante militar: los seljuqs, los nogais, los osman y otros. En esta civilización el romanticismo y las leyendas relacionadas con la memoria de un gobernante exitoso juegan un papel significativo.

Cuando falta un jefe fuerte llegan “tiempos revueltos”. Hay desorientación y debilitamiento. Nadie sabe qué hacer. Al emerger un nuevo dictador fuerte, terminan los “tiempos revueltos” y retorna la normalidad.

En la civilización turana casi no existe actitud hacia la religión. Generalmente al gobernante le es indiferente en qué cree la gente, siempre y cuando el clero no se inmiscuya en su manera de reinar, y la religión no interfiera en asuntos de estado ni se critique al gobernante bajo ningún concepto. Como no hay ética que fuera obligatoria para el gobernante, a éste no se le debe juzgar desde el punto de vista ético.

Hoy donde mejor podemos ver la civilización turana es en Rusia. Allí es normal el gobierno de un solo hombre. Da igual que sea kan, zar, primer secretario o presidente. Se le ama y acepta mejor si su gobierno está libre de ataduras. Y tiene que ser ganador. Los turanos no aceptan como jefe a un perdedor. Por tanto, tiene que demostrar constantemente que sus dominios e influencia aumentan sin parar. Nunca se le critica ni se le impugna. No debemos esperar que Rusia acepte repentinamente un sistema democrático, porque la gente no lo espera. Si se les pide que vote, votarán a lo que les manda el gobernante. Y por supuesto se aplasta cualquier atisbo de oposición. Tenemos buen ejemplo del modo ruso de pensar en la famosa declaración del Zar Nicolás II tras el hundimiento total de la flota del Báltico en la célebre batalla de Cushima en la guerra de 1904 contra Japón. El zar, al enterarse por la prensa occidental de las clamorosas protestas por el error de mandar la flota del Báltico al otro lado del mundo para luchar en aguas japonesas, dijo: “¿Qué quiere esa basura y por qué se meten en lo que no les importa? ¡Era mi flota!”

Trece años más tarde el zar tuvo que abdicar y fue asesinado por los bolcheviques. A pesar de ello, hoy en Rusia se le considera un santo y mártir. Se le ama a pesar de todas sus insuficiencias. Los bolcheviques pronto adoptaron el mismo modo despótico de gobernar y hasta a Stalin muchos le recuerdan con nostalgia. Los gobiernos de Mikhail Gorbachov y Boris Yeltsin fueron “tiempos revueltos”. La propiedad del estado se convirtió en propiedad de los oligarcas. Pero ahora tenemos a Putin. El retorno del zar. Desposeyó a todos los oligarcas y Rusia ha vuelto a la normalidad – normalidad turana. El gobernante ha de tener éxitos para permanecer en el poder. Hoy pueden ser la influencia sobre países que compran crudo y gas ruso. Habrá intentos cada vez mayores para recuperar tierras que Rusia perdió bajo Gorbachov y Yeltsin.

Polonia conoció la civilización turana en su modelo primitivo ya en el s. XIII. Pero fue tan sólo un contacto transitorio. Vinieron, conquistaron y pronto se fueron. Sólo dejaron algún recuerdo folklórico como el toque de trompeta desde la torre de la iglesia Mariacki de Cracovia o el Lajkonik. [5] Más tarde llegamos a conocer la civilización turana más en serio, y con cuatro culturas diferentes dentro de la misma: la tártara, la turca, la cosaca y la moscovita. Cada una de ellas nos ha influenciado de modo diferente, algunas veces con mucho éxito. Aparte de los contactos militares, que como regla general protegen contra tales influencias, hubo un tiempo en Polonia en el que estuvimos muy atraídos por el modelo turco. El poderío turco nos impresionaba, como también la influencia de la corte otomana. Esto fue especialmente patente en el s. XIX cuando no existíamos como estado, y Turquía, que no había reconocido la partición de Polonia, recibió a muchos de nuestros emigrantes. Muchos polacos encontraron buen trabajo en Turquía, llegando a puestos de mucha responsabilidad. Era entonces cuando se puso de moda lo turco. Se hizo popular el vestirse a la manera turca y de culpar de nuestra situación política a la falta de una organización militar fuerte en la Polonia anterior a la partición.

También fue bastante fuerte la influencia cosaca, especialmente en el s.XVII. El amor a las estepas, al movimiento constante, a sentirse libre de la vida comunitaria, llevó a más de un aventurero a organizar y dirigir su propio grupo militar, su propio mini estado, montando a caballo constantemente. Esto era posible en las mayoritariamente deshabitadas llanuras del este de lo que hoy es Ucrania. Había mucho de romanticismo en esta vida despreocupada, aunque básicamente no eran más que bandoleros. Pero los ocasionales roces militares en conflictos con parecidas bandas de tártaros, cosacos o turcos daban un sentido patriótico a esta actividad.

Mucho más seria era la influencia de la cultura moscovita. Llevó a lo que se conoce en Polonia como “sarmantismo”, actitud de algunos magnates de nuestras fronteras del este que se caracterizaba por el autogobierno absoluto sobre sus haciendas e irresponsabilidad total hacia el estado como tal.  Estos magnates, en función del tamaño y riqueza de su patrimonio, a menudo se consideraban a sí mismos como príncipes independientes. Tenían sus propias fuerzas armadas, sus propias leyes y a menudo una política exterior independiente, como era el caso de varios magnates de las familias Radziwiłł o Pac. Podían ser, si querían, y a menudo lo eran, una bendición para su entorno. Pero también podían ser su azote porque se sentían y de hecho estaban, por encima de la ley. Eso se debía a la fuerza de su patrimonio y a la debilidad del estado.

Más recientemente, en la primera mitad del s. XX el campo político del Mariscal Piłsudski estaba muy influenciado por la manera de pensar turana. Hablamos de su campo político más que de un partido. Otros movimientos políticos se referían a si mismo en función de la ideología que adoptaban, como socialistas, demócratas nacionales, democristianos etc. Los seguidores del mariscal se referían a si mismos como piłsudsquítas. Estaban unidos por una organización militar,  funcionando en base a órdenes recibidas del mariscal o en su nombre. Se desaprobaba el pensamiento individualista. El jefe sabía mejor. Los piłsudsquítas se consideraban por encima de la ley. Organizaron un golpe de estado en 1926 y gobernaron hasta 1939 ignorando todas las leyes. Maltrataban, encarcelaban o mataban a los oponentes políticos. A la vez acariciaban una especie de romanticismo militar, gran movilidad, autosacrificio, patriotismo y se mostraban indiferentes frente a la religión.

En tiempos de gobierno soviético (1944 -1989) éramos muy resistentes a las influencias civilizacionales procedentes del Este. Casi instintivamente rechazábamos todo lo proveniente de allí. No obstante la leyenda del mariscal Piłsudski crecía junto con la admiración por su estilo de gobierno. Mucha gente hoy sueña con regidores de mano dura porque están cansados de la incertidumbre política que acompaña a la democracia, elecciones y políticas de partido. Eso es un gran peligro para nuestra identidad por varias razones. Primero, porque es una filosofía política que no fomenta el pensar. Deja el pensar para los superiores. Tal actitud es necesaria en el ejército, donde la responsabilidad es claramente jerárquica, y no hay tiempo para filosofar. En nuestra vida cotidiana habitualmente necesitamos usar nuestra razón para poder juzgar. Todo lo que mata el pensamiento nos reduce civilizacionalmente.

Consecuencia del pensamiento turano es la búsqueda constante de un líder fuerte, el nombramiento de cualquiera como el salvador enviado por Dios, otorgándole además responsabilidad total por todo. Pronto aparece la decepción porque no cumple las expectativas y no sabe qué hacer. En nuestra civilización latina el líder tiene que tener el apoyo de ciudadanos creativos y pensadores y no sólo disciplinados ejecutores de su voluntad. Los buenos líderes no abundan. Es más corriente tener que depender de un equipo y tenemos que saber trabajar juntos, permitiendo que la creatividad de cada uno haga avanzar la causa común.

Finalmente, la manera de pensar turana mata todo esfuerzo desde abajo. Muchos creen que sólo se puede hacer algo útil desde arriba, desde el gobierno central. Y por eso se pelean por el privilegio de gobernar. En cambio lo que caracteriza a nuestra civilización latina es que es capaz de corregirse desde abajo. Anima a todo el mundo para que haga todo lo posible para mejorar la vida a su alrededor. Las buenas ideas se convierten en mejoras funcionales que se extienden por si solas al copiarse unos de otros. Esto nunca ocurre en la civilización turana. Toda mejora ha de ser aprobada desde arriba y sólo entonces puede introducirse.

A los gobernantes turanos a los que se les recuerda como grandes, son los que introdujeron tales mejoras y los que expandieron el reino, independientemente de lo despiadados e inhumanos que eran al llevar a cabo esos éxitos.

La civilización bizantina

La civilización bizantina se desarrolló como contraste al Occidente romano. La diferencia básica estaba en la actitud hacia la religión. En la civilización latina la Iglesia Católica ha alcanzado independencia doctrinal total del estado. Además ha conseguido el derecho a criticar el estado o gobernante por actuar de modo no ético. En Polonia se hizo patente esto en 1079, en el conflicto entre San Estanislao, entonces obispo de Cracovia y el rey, Bolesław Śmiały. El obispo criticó al rey. El rey mandó asesinar al obispo. A resultas de esto el rey tuvo que perder su corona. No porque perdiese las elecciones o una batalla, sino porque perdió moralmente. Tuvo que exiliarse. Este incidente estableció las normas para las relaciones Iglesia – Estado en Polonia, donde está mal visto que el estado critique a la Iglesia. Pero la Iglesia sí puede criticar al estado cuando están en juego asuntos de significado moral, y además se espera que lo haga.

En Bizancio la situación era bien diferente. El emperador tenía poderes ejecutivos, también sobre la Iglesia. Trataba a la Iglesia como uno de los elementos de su poder, tal como trataba el poder judicial o el ejército. El emperador imponía la religión a sus súbditos. Constantino el Grande hizo de la cristiandad la religión del estado, por decreto. Convocaba sínodos y consejos. Decidía cual sería el tema de discusión. Como resultado el estado estaba por encima de la ética. Su misión principal era ser eficaz y no necesariamente ético. En la civilización bizantina la política no está limitada por la ética. Es libre de ética y por ello a menudo es bárbara. Como ejemplo podemos traer a colación el cegamiento en 1018 de los soldados búlgaros vencidos por el emperador Basil Bulgaroktonos (El Matador de Búlgaros), y como fueron enviados a casa a pie, de cien en cien, con sólo un soldado tuerto como guía.

Junto con el nombre imperial, el Sacro Imperio Romano Germano asumió este mismo modo de organización de vida comunal. [6] Como resultado, cuando en Polonia el rey perdía su trono por matar a un obispo, el emperador alemán luchaba con el Papa por la supremacía (cesaropapismo). Lo mismo iba a Canossa para pedir perdón, que imponía su voluntad al Papa. Desde entonces hasta hoy perdura en Alemania la lucha entre las civilizaciones bizantina y latina. En el este de Alemania siempre dominaban las influencias bizantinas. En el oeste, especialmente en las tierras del Rin había más influencia latina. El retorno de la capital desde Bonn a Berlín es probablemente un desarrollo civilizacionalmente inoportuno.

Cuando los Caballeros Teutones estaban cristianizando con la espada nuestro Paweł Włodkowic defendía los derechos de los paganos (ver nota al pie nº 1). Cuando en Alemania causaban estragos las guerras religiosas, en Polonia teníamos un estado sin caza de brujas. Ellos tenían el principio bárbaro de “Cuius regio eius religio” (de quien es el reino, es la religión), con lo cual los súbditos frecuentemente tenían que cambiar de religión, mientras que nosotros teníamos tolerancia religiosa y dimos acogida en Polonia a muchos exiliados de las guerras religiosas alemanas.

Incluso la Austria católica lo era sólo por voluntad del gobernante. El emperador tenía la costumbre de entrometerse en asuntos de la Iglesia, hasta en temas como la liturgia. Usaba el derecho de veto en las elecciones a Papa cuando éste no le gustaba (por última vez en 1903). Esta costumbre se llama a menudo Josefinismo, en memoria del emperador José II, quien se dedicaba a imponer su voluntad a la Iglesia.  El ser católica no le impidió a Maria Teresa participar en la obviamente no ética partición de Polonia, junto con Rusia y Prusia en 1772 y 1795.  

Los alemanes suelen llamar grandes a sus gobernantes mientras tengan éxito, como Federico el Grande o Bismarck, a pesar de no ser éticos en sus actuaciones. A Hitler se le consideraba grande mientras ganaba. Pero ahora no, porque perdió. Sus métodos no éticos no le dieron resultado, ya que no le llevaron al éxito.

Al Bizancio no le gusta la variabilidad, inconsistencia ni desigualdad.  Aunque los métodos y formas pueden ser muy distintos, tanto en Roma como ahora en la civilización latina, la concordancia de metas une; en Bizancio y ahora en Alemania, la norma es una uniformidad impuesta por el estado. Y así se establece la muy alabada limpieza y funcionalidad alemana. Esto proviene de la disposición universal de acatar órdenes del estado. “Befehl ist befehl!” “Ordenes son ordenes”. Y esto generalmente lo acepta todo el mundo. Pero en la civilización latina somos individualistas. Preferimos hacer las cosas a nuestra manera.

La disciplina y la obediencia tienen también su lado negativo. Mecanizan la vida comunal. Ahogan la actividad de base e introducen, desde arriba, una uniformidad centralizada y burocrática (véase si no, la manera de funcionar de la Unión Europea, dirigida principalmente por los alemanes y llena de normas sobrerreguladas). Esto transfiere la responsabilidad de las acciones a los que emiten la orden. Incluso justifica crímenes.

Es bien sabido que todos los criminales de guerra alemanes basaban su defensa en que sólo obedecían órdenes y que actuaban como se les había mandado. Para ellos la responsabilidad no era suya sino del gobierno. En la interpretación extrema sólo Hitler era culpable. Durante la posguerra en Alemania entró en vigor una ley que prohibía la extradición de alemanes. Como consecuencia la mayoría de los criminales de guerra fueron juzgados en Alemania, según sus cánones y no en los países donde se cometieron los crímenes.

Por otro lado, es digno de notar que ni siquiera en la Polonia comunista se podría imaginar que los asesinos del Padre Jerzy Popieluszko se defendieran alegando que tan solo seguían órdenes de los servicios secretos para los que trabajaban. Cada uno es responsable personalmente en un juicio. No se debe obedecer órdenes criminales. Y punto.

En relación con esto está la superioridad de la forma sobre el contenido, típico en el modo de pensar bizantino. Ya que no es la meta sino la forma en la que se hacen las cosas, esta tiende a dominar, quedándose a la vez hueca de contenido. En la civilización latina la meta es de importancia primordial, importando poco la forma de hacer las cosas. La adaptamos a lo que consideramos en cada momento como más apropiado. Como resultado siempre estamos buscando la manera de mejorar, con frecuencia equivocándonos por el camino. Los alemanes bizantinos han perfeccionado la manera de decretar formas desde arriba. Estaba claro que en Alemania tanto el capitalismo (RFA) como comunismo (RDA) funcionaban eficientemente. También el fascismo funcionaba eficazmente.

Solemos quedarnos impresionados por la eficiencia alemana. A menudo les envidiamos. Soñamos con tener tal legislación y orden, tal funcionalidad y riqueza como ellos. Pero el precio es estar dispuesto a someterse al estado en todos los asuntos, tan propio de la civilización bizantina. Nuestra fuerza está en la diversidad, en la disposición de criticar al gobierno. Debemos defender estos valores contra la intención alemana de regular todo desde arriba – hoy desde Bruselas más que desde Berlín. La sobrerregulación tan prevalente en la Unión Europea no es de origen latino, sino claramente bizantino.

Hay además una tendencia creciente tanto en la Unión Europea como en muchos países de tradición latina, a aceptar la disposición bizantina de llevar los asuntos políticos sin ética. Al contrario que en la civilización turana, el político o gobernante de tradición bizantina debe conducir su vida privada de modo ético y se le juzga desde ese punto de vista. Pero es libre para hacer política sin sentirse limitado por la ética. Esto se refiere tanto a los que practican la política de modo no ético, como a los que consideran que la política es un campo inmoral y por tanto no participan, ocupándose solamente de sus asuntos particulares. Esto deja la política en manos de los que no se preocupan por la ética. También eso es una actitud bizantina. La actitud propia de la civilización latina es participar, actuar de modo ético y exigir a los demás que actúen éticamente, tanto en política interior como exterior. El que los oponentes no se guíen por la ética es irrelevante. Por ejemplo, también la policía ha de actuar de modo ético al tratar con criminales.

Todos pecamos, pero todos debemos querer actuar de modo ético, responsable y de acuerdo con lo que consideramos apropiado. El abandonar este deseo en el campo de la política es el principal peligro que hay para la civilización latina en su contacto con la bizantina.

La civilización judía

La civilización judía es una de las más viejas del mundo. Su perdurabilidad no está relacionada con la posesión de algún estado o con el conocimiento de algún idioma específico. En cierto modo, una memoria y ahora una solidaridad con el estado israelí tienen algo que ver, como también el hebreo, idioma desconocido para la mayoría del pueblo judío (a pesar de estar alfabetizados todos desde al menos el siglo I). Hasta hace poco fue idioma muerto y no ha sido resucitado como idioma vivo hasta el establecimiento del Estado de Israel para uso de ese estado. No obstante ni el idioma ni el estado significan mucho a la hora de definir esta civilización. Los judíos a menudo cambian de un país a otro, cambiando simultáneamente de idioma para adaptarse a su nuevo entorno.

En el idioma polaco hablamos de la “nación judía”, no obstante esto es un fenómeno totalmente distinto a nación tal como se usa en la civilización latina. Para nosotros nación quiere decir un pasado común de un Estado glorioso o pisoteado, un idioma común con literatura en ese idioma, además de un sitio específico que se considera patria. En otros idiomas europeos el fenómeno de unión judía se explicita con palabras diferentes a “nación”, usándose generalmente la voz “pueblo” (the Jewish people, le peuple juif, Judentum), siendo eso muy justificado. Efectivamente son un pueblo, pero el elemento unificador no tiene nada que ver con la solidaridad nacional de las naciones europeas.

Este elemento unificador sí tiene que ver con la civilización sacral y en particular con la conciencia sacral de tener una misión especial encomendada por Dios. Son conscientes de ser el “pueblo elegido”. Esta misión, por supuesto, era preparar al mundo para la venida del Mesías, quien iba a nacer entre ellos, y para preservar la verdad revelada hasta Su venida. Han cumplido con ese encargo. Muchos Le reconocieron cuando llegó y trajo la Buena Nueva, el evangelio, a otros pueblos. Lo que era misión de un pueblo se convirtió en la misión de la Iglesia.

A lo que hoy consideramos pueblo judío se refiere a una comunidad trágica, un pueblo que no ha reconocido la llegada del Mesías en la persona de Jesucristo. Aquellos judíos que siguieron a Cristo se mezclaron con la universalidad cristiana. Los que Le rechazaron se convirtieron en errantes por el mundo, entre creyentes de otras religiones, guardando celosamente su calidad de escogidos, esa conciencia mesiánica que le da una marca definitoria a su civilización.

Es una civilización que de manera programada busca la separación y diferenciación de las comunidades circundantes. En el judaísmo no hay teología específica que uno podría llegar a conocer y aceptar como converso. Sólo se puede llegar a ser judío por matrimonio, es decir llegar a ser biológicamente parte de esta civilización. Los judíos no buscan convertir a la gente. Por propia voluntad prefieren vivir una vida separada, aparte de las comunidades que les rodean. Forman sus propias comunas (kahals), se gobiernan por sus propias leyes y cuidan mucho de mantener una separación espacial. Ellos mismos forman los guetos, distritos donde viven juntos, comparables a los barrios chinos de los EE.UU, o las antiguas Juderías de tantas ciudades españolas. Fue la Alemania de Hitler la que creó el concepto de separación forzosa, de un gueto cerrado del cual los judíos no podían salir.

Los judíos no son pioneros. No se dedican a conquistar el mundo salvaje o superar los peligros de la Naturaleza. Se afincan entre otras civilizaciones, preferentemente entre los ricos. Tienden a emigrar de tierras pobres a tierras más ricas. Siempre lo hacen como grupo, formando inmediatamente su propia comunidad aparte.

Los judíos no representan ninguna raza específica. Es craso error considerar el antisemitismo como racismo. Los judíos de Polonia no se distinguen racialmente de los polacos. Los judíos del norte de África son próximos racialmente a los árabes. Los judíos etíopes son cercanos a los etíopes. Y así en todas partes. Pero el hecho de mantenerse en sus propias comunidades, en su civilización, en su separación, da como resultado que pueden aparecer diferencias biológicas. No es la raza la que forma la civilización judía, pero la civilización sí puede causar diferenciación biológica. Esta nunca será una separación total, porque frecuentemente ocurren matrimonios mixtos, pero donde viven comunidades judías a lo largo de varias generaciones es suficiente para que se desarrolle alguna diferencia con el entorno. Todo esto es consecuencia de la conciencia común de ser el pueblo elegido.

La memoria de ser elegido por Dios, de tener una relación especial con Dios, de haber recibido una promesa directamente de Dios, sólo a los descendientes biológicos de un sólo pueblo, da como resultado que el monoteísmo degenere en monolatría. La fe en un solo Dios se convierte en la fe en un dios, un dios propio, un dios tribal. Los profetas erradicaron con éxito las tendencias politeístas entre los judíos del Antiguo Testamento. Pero fue Jesucristo quien abordó el tema de la monolatría, ya que dirigía su mensaje a todos los pueblos y no sólo al elegido. A decir verdad, la monolatría es una forma de politeísmo porque admite la posibilidad de que otros pueblos tengan otros dioses.

En otros pueblos también ha aparecido la idea del mesianismo, llegando de repente a la conclusión de que tienen una misión especial dada por Dios. Pero raras veces abarca muchas generaciones. Los judíos al cultivar su ser elegido han creado toda una civilización basada en la fidelidad a la Ley tal como se la reveló Dios. Por Ley se refieren a la Tora, el Pentateuco de Moisés, el cual para nosotros es también un libro sagrado. Pero nosotros lo leemos de manera diferente. En la Tora ven los judíos la Ley, que es inmutable y a la cual hay que obedecer. Cada letra de la misma es obligatoria en cada momento. Jesucristo nos enseñó que no es la ley lo importante sino la voluntad del que hizo la ley. No cambió la ley sino que le dio fundamento. Acusó a los fariseos de servir al Señor con los labios pero no con sus corazones.  Llamó a salvar en el Sabbat, fuese un cordero o un buey que cayese a un pozo (Mt 12:11; Lc 14:5) porque el Sabbat es para el hombre y no el hombre para el Sabbat (Mc 2:27)

Tendemos a menudo a reírnos de costumbres judías, denigrándolas. No obstante, cuando un judío piadoso viaja en sábado en tren, sentado sobre una bolsa de agua, lo está haciendo para permanecer fiel a su religión, porque no se le permite viajar en sábado excepto por agua. Para él, esto es un imperativo moral, es mostrar obediencia a la ley. Para nosotros eso sería hipocresía, una violación de la voluntad del legislador. Con la creciente complejidad de la vida y un desarrollo de la comprensión de la intención del legislador adaptamos las reglas a lo que consideramos ético. Para nosotros la ley deriva de la ética. Para los judíos ocurre lo contrario. La ética deriva de la ley.

La vida también exige a los judíos que cambien sus costumbres. Por comodidad introducen interpretaciones de la Ley, explicaciones para varias circunstancias para mantener la letra de la Ley, pero realmente es para encontrar una manera de vivir razonablemente. Toda la sabiduría del judaísmo (Talmud, Cábala, escritos de los rabinos) consiste en estas interpretaciones de la Ley, comentarios sobre esas interpretaciones, comentarios sobre los comentarios etc., una constante casuística que multiplica las excepciones a reglas inmutables. Es la conveniencia la que impele este desarrollo. Fuera del Judaísmo toda esta sabiduría no tiene valor ninguno. Pero frecuentemente copiamos el modo en el que se desarrolla y esto presenta una amenaza espiritual. Nosotros hemos de cambiar las reglas cuando decidimos que eso es lo que pide nuestra comprensión de lo que es, o no, ético y no porque nos parecen difíciles de seguir. En la civilización latina cada generación transfiere algo desde la ética a la ley escrita. La multiplicación de leyes restringe constantemente nuestra libertad. A los judíos sólo les restringe la Tora, y todas las interpretaciones desarrolladas con posterioridad reducen el ámbito obligado de estas restricciones. Desgraciadamente también entre nosotros, y en conflicto con nuestra propia civilización, aparecen leyes que hacen permisible lo que no consideramos ético y lo que ya estaba prohibido por la ley escrita (abortos, divorcios, actos homosexuales, cultos satánicos etc). De esta manera se va perdiendo el vínculo entre ética y derecho. La conveniencia en vez de la ética se convierte en la fuente de las leyes.

En nuestra civilización, una persona de derecho, viviendo honestamente, no estará en conflicto con la ley, aún desconociéndola. Por otra parte el vivir siguiendo la ley al pie de la letra pero siendo deshonesto, proviene de la fijación farisaica a las reglas, pero no a la ética. El aprovecharse de las leyes, de sus resquicios, imprecisiones e inconsistencias proviene de la casuística rabínica, de derivar la ética de la ley escrita. Y así, hay lugar para actividades que no son éticas, pero que sí están formalmente dentro de la ley, como por ejemplo técnicas de evasión de impuestos, o actividades al borde de la legalidad. Tal estafador, actuando dentro de la ley, de hecho no tiene ningún respeto moral por ley alguna. No se le puede comparar al viajero sabatino sentado sobre una bolsa de agua, que también usa una interpretación cómoda de Ley, pero lo está haciendo para cumplir la ley y por tanto respetándola plenamente.

Como era imposible cumplir en la Diáspora muchas de las reglas de la Ley de Moisés (como, por ejemplo, la prohibición de aprender el idioma griego), se introdujeron interpretaciones que determinaban que el cumplimiento de la ley de Moisés era obligatorio sólo en la Tierra Prometida, pero no fuera de ella. La Diáspora se convirtió en una manera de evadirse de la Ley. En vista de que la ética deriva de las reglas, se desarrollaron dos éticas, una para Palestina y la otra para fuera. Siguieron más multiplicaciones de las éticas, para ocasiones distintas, para días distintos, hacia judíos y hacia no judíos (gentiles). De esta manera se desarrolló la ética de situación, algo que para nosotros es totalmente ajeno. Nosotros reconocemos una sola ética, la misma para todas las ocasiones. ¿Pero somos siempre fieles a esa manera de comprender la ética? ¿Por ejemplo no tratamos a veces de manera distinta el robarle a un vecino a robar propiedad del estado, o mentir a amigos y a enemigos? Tal ética situacional deriva de la civilización judía y debemos evitarla.

Dentro de la civilización judía, construidas sobre la Tora, se desarrollaron cinco religiones distintas, dependiendo de los libros reconocidos para la interpretación de la Ley. Koneczny resume estas religiones de la siguiente manera (tabla 2):

Tabla 2

 

Ejemplos

 

 

con Tora

 

sin Talmud

sin Cabala (1)

saduceos, karaítas

con Cabala (2)

sabatitas, franquitas

 

con Talmud

sin Cabala (3)

judíos lituanos

con Cabala Vieja (4)

sefardí

con Cabala + pylpul (5)

hasidim, askenazí

 

Son cinco religiones, pero carecen de diferencias teológicas que podrían llevar a divisiones. Todos los judíos forman una única familia unida por la conciencia mesiánica de ser el pueblo elegido, independientemente de cuál es la tradición de interpretar la Tora. Un judío puede llegar a ser ateo, puede convertirse a otra religión, incluso puede llegar a cardenal, pero siempre será considerado por otros judíos como miembro de la comunidad judía.

A menudo nos impresiona la solidaridad judía, por cómo se ayudan mutuamente, por su fidelidad a la comunidad judía. Observamos que participan en batallas estando presentes en ambos bandos. No obstante cuando vence un lado los judíos del lado vencedor se aseguran que los judíos del lado perdedor no sufran. Tras el siguiente conflicto el resultado puede ser contrario, pero seguirá la misma solidaridad. Es un modo de supervivencia que han desarrollado viviendo entre los gentiles. Nosotros no tenemos tal solidaridad. De hecho nos peleamos y nos tenemos celos. Envidiamos a los judíos su fidelidad por encima de cualquier conflicto. No obstante, esta diferencia también tiene otra cara. Nosotros creemos que debemos apoyar la verdad, la bondad, la justicia y no a alguien sólo porque sea paisano nuestro. Hemos de luchar contra todo lo que consideramos, incluso erróneamente, impropio, el mal, las mentiras. Así comprendemos la honradez en la civilización latina. Debemos permanecer nosotros mismos, en vez de apoyar lo que no tiene defensa.

Tanto nuestra posición como la judía tienen sentido, pero sólo dentro del contexto de nuestras respectivas civilizaciones. Esto demuestra claramente que no hay posibilidad de terreno intermedio en los asuntos que diferencian a las civilizaciones.

La civilización árabe

A menudo se cree que los árabes son nómadas por naturaleza. Muchos lo eran y más que de agricultores parecen provenir de pastores, que seguían sus rebaños en busca de pastos. Pero hace milenios que se convirtieron en agricultores y establecieron ciudades, por tanto difícilmente podemos considerar la vida nómada como una característica identificadora de esta civilización.

Considerar que el Islam es la característica definitoria es también error. Las mezquitas no son casas de Dios, no tienen altares. Son tan sólo lugares de oración. Tampoco hay clero, los imanes únicamente dirigen las oraciones. El mismo Mahoma fue imán, como también todos los califas. Un imán es alguien que sabe leer e interpretar el Corán. Y como no se puede traducir el Corán, el imán tiene que saber suficiente árabe para poder al menos leerlo, si no comprenderlo. En cada mezquita, cerca del púlpito hay un nicho ornamental que indica la dirección de la Meca, hacia donde deben mirar todos los que oran. Las fuentes de la fe son el Corán y la tradición llamada Sunna. Esta se compone de comentarios y notas sobre el Corán escrito por los comentaristas más antiguos. Los sunnitas son ortodoxos, mientras que los chiítas rechazan la tradición y no reconocen a los tres primeros califas. Los chiítas vivían en Irán, Pakistán, Bangladesh, Mongolia y en los oasis de Argelia. El mundo árabe es sunnita, como también Turquía. Ambas ramas predican cinco obligaciones básicas: oración, limosna, peregrinación, ayuno y participación en guerras santas. Hay costumbres derivadas del judaísmo como la prohibición de comer cerdo y la matanza sacral de animales. A Jesús se le considera profeta y a María virgen, pero consideran que tratar a Jesús como hijo de Dios es idea politeísta. Fue Mahoma quien impuso la idea monoteísta a los árabes. También es el responsable de introducir la prohibición de bebidas intoxicantes y juegos de azar, pero en cambio no impuso restricciones sobre poligamia o esclavitud.  El Islam es una religión simple con poca comprensión popular. Pocos musulmanes conocen el Corán. Está lleno de reglas sobre la higiene y contiene un derecho de familia y propiedad minucioso, tratando incluso detalles menores. También contiene un sistema ético. La mujer no es igual al hombre y no reza con el hombre en la mezquita. Sólo el hombre puede divorciarse de su mujer. El Corán no exige el velo ni el burkha, así que se usan en unas comunidades islámicas y en otras no. La actitud hacia las bellas artes se precisa con exactitud, pero en general sólo negativamente. El arte árabe se dedica a ornamentaciones exquisitas (arabescos), porque se prohíbe la representación de seres vivos,

El Corán, pues, toca las categorías de salud, prosperidad, belleza y bondad. En la categoría de verdad se preocupa poco con lo sobrenatural (casi no hay teología) y para nada con lo natural. Toda la jurisprudencia se limita al derecho de propiedad y de familia. No obstante, desde el punto de vista de civilización, las carencias del Corán son más profundas. Todas sus prescripciones tratan tan solo de vida familiar, como mucho del clan, y sólo conoce derecho privado. No hay ley de gobierno en el Corán, ¿Entonces como puede el gobierno basarse en el Corán? El gobierno se deja a la voluntad y placer de la autoridad, de modo que la voluntad arbitraria del gobernante se convierte en parte indispensable de la ley. Esto inevitablemente lleva a la voluntad arbitraria de cada oficial. De hecho se estira el Corán para que cubra las necesidades del Estado.

El servicio militar es en nombre de la guerra santa. Los impuestos se engloban dentro de la obligación de dar limosna. Como resultado el cuidado de los necesitados se convierte en obligación exclusiva del estado. Se dice que la característica de los gobiernos musulmanes es que se basan en el Corán y la obstinación y por tanto no pueden pasar sin terror. Para gobernar aplican el derecho de familia extendido a asuntos públicos. Era imposible crear un derecho público aparte mientras no se rompiera con el principio de que el Corán es fuente de derecho. Se desarrollaron dos escuelas: una, para la cual sólo tiene valor lo que está en el Corán y Sunna y la otra que mantiene que está permitido todo lo que no prohíbe el Corán. Basándose en estas dos líneas se desarrollaron varias sectas, llegando incluso hasta las politeístas (en Pakistán). Algunos, como por ejemplo los chiítas hashshashin, que eran crueles hasta el fanatismo, funcionaban en el mundo turano. Con el tiempo los mongoles los despacharon de manera típicamente turana: se les liquidó junto con sus familias por medio de asesinatos masivos llevados a cabo por fuerzas militares obedientes. En todas partes el Islam se adaptó al carácter de las sociedades locales. El Islam está presente en muchas civilizaciones. No todo lo árabe pertenece a todo el Islam, ni todo lo musulmán pertenece a la civilización árabe. Hay que distinguir entre los que recibieron el Corán de los árabes y los que lo recibieron de los turanos, turcos o iraníes. Son mundos totalmente distintos en cuanto a civilización. Los eruditos árabes consideran a los turcos como algo peor que los giaours (paganos), como bárbaros del Islam. También hay Islam en otras civilizaciones, en la brahmán (donde se mantiene el sistema de castas), en la china (dzungaria, donde la poligamia se convirtió en tener esposa más concubinas) y otras. El Islam no define la civilización árabe.

El Islam no creó una civilización sacral en el sentido en que lo hicieron el judaísmo o el brahmanismo. La civilización árabe es sólo semisacral. Son plenamente sacrales únicamente las sectas chiítas más extremas, entre los Mozabitas de los oasis del Sahara argelino. Étnicamente estos no son árabes sino bereberes. Están atados a sus ciudades santas a donde han de retornar porque a sus mujeres no les está permitido abandonarlas. Las mujeres han de taparse las caras escrupulosamente. No sólo se prohíbe beber, también el fumar está vetado. La máxima autoridad a quien apelar es el colegio de hombres leídos en el Corán que existe en cada ciudad. Aparte de esta excepción en ninguna parte creó el Islam su propia civilización.

En tierras islámicas nacía una civilización diferenciada tan sólo allí donde se adoptaba la interpretación según la cual se permite todo lo que no está específicamente prohibido por el Corán. Aquí el Islam aceleró el desarrollo civilizacional por encima y al margen del Corán. Así nació la civilización árabe, que toma su nombre del idioma en el que está escrito el Corán y no por el elemento étnico con el cual no tenía nada que ver. No son los árabes los que extendieron el Islam. Gracias al Corán el árabe se convirtió en el lenguaje de una civilización brillante, de esplendor intelectual, que se extendía mucho más allá del marco del Corán. Ya en el s. VIII emerge una filosofía de derecho distinta (Abu-Hanif m.772). Toda la civilización árabe disfruta de derecho no sacral además de la autoridad del Corán. Puede existir derecho fuera del Corán siempre y cuando no esté en conflicto con el mismo. La sabiduría es la fuente de derecho. Se aprecia la erudición y siempre han existido escuelas superiores en esta civilización. La sabiduría de la civilización árabe rescató a Aristóteles para la posterioridad, quien luego fue asumido por los filósofos latinos. Particularmente famosa es la matemática árabe (álgebra), basada en los números árabes que todo el mundo ha adoptado. (¡Imagínese hacer una división larga o multiplicaciones con números romanos!). El derecho público se deriva del derecho privado, con la complicación de que de algún modo tiene que derivarse del Corán, que contiene solamente derecho privado. El sistema social se desarrolló del derecho privado. Gran parte de la vida pública es despótica; el estado interviene en cualquier asunto social en cualquier momento. En comunidades más pequeñas el jeque lo decide todo y la misma autoridad le sirvió al gobernante de los grandes estados históricos árabes. Pero el gobernante siempre está supeditado a la autoridad suprema del Corán (no ocurría así en las partes islámicas de la civilización turana, donde el derecho deriva del Corán pero su interpretación es prerrogativa exclusiva del gobernante). En cuanto a la relación con el tiempo, la civilización árabe conoce la era, pero no tiene conciencia histórica

El contacto con el mundo latino tras la invasión de España y parte de Francia por los moros (mauritanos) dio lugar al desarrollo de la cultura más avanzada de la civilización árabe (la cordobesa). Los tesoros arquitectónicos de Córdoba, Sevilla y Granada son testigos de la gloria de aquella cultura. La cultura cordobesa, al emerger de su organización clanística y adoptar la monogamia, alcanzó la emancipación de la familia. Como resultado las fuerzas espirituales empezaron a organizarse separadamente, fuera de la organización estatal. Dondequiera que ocurre esto, nace una nueva oportunidad para la vida pública, para el desarrollo de una oposición, una oposición legal, moralmente permisible y que no constituye nada impropio, al ser manifestación de la emancipación de las fuerzas espirituales de las fuerzas físicas. La cultura cordobesa demuestra que tal emancipación es posible en la civilización árabe.

Hoy, al tratar del terrorismo islamista, es importante distinguir entre el fanatismo islamista nacido en la civilización turana, afín a la de los hashshashin, y la fidelidad religiosa al Corán presente en la civilización árabe.

Comentarios finales

Los asuntos que diferencian a las civilizaciones son mutuamente excluyentes. No son posibles ni la integración, ni el término medio, ni el crisol. Las civilizaciones competirán una con otra y con el tiempo en una sociedad ganará sólo una civilización concreta. La guerra de las civilizaciones tiene lugar principalmente en las escuelas. ¿Quién va a conseguir mayor influencia en la mentalidad de la siguiente generación? ¿Quién educará a los hijos de quién?

Podríamos añadir que el problema de la inmigración se reduce a contestar esta pregunta básica.

¿De quién recibirán los niños la civilización? ¿Serán los padres o alguien distinto? En Europa hemos visto como desde la Revolución Francesa el estado se va haciendo cargo de la educación. Vemos como se va reduciendo la influencia paternal en la educación y como ésta se va laicizando. En la medida en que se extiende la educación decrece la influencia de la Iglesia y de los padres.

Esto no es un aspecto baladí. Nos exponemos a que políticos civilizacionalmente ajenos a nosotros decidan sobre la educación de nuestras niños, y los padres apenas nos daremos cuenta de que nuestros hijos se están alejando paulatinamente de nuestra civilización.

Debemos hacernos las siguientes preguntas. ¿El sistema educacional se alimenta de una o varias civilizaciones? ¿Quién decide los programas educacionales? ¿Quién decide qué tendencias educacionales se van a promocionar en colegios, televisión o internet? ¿Quién tiene la mayor influencia en la educación de los hijos: los padres, el colegio, la Iglesia, la televisión o el internet?

El sistema educacional ha de ser consistente. Tiene que atenerse a los principios de una sola civilización. En la mayor parte de Europa ésta debe ser la civilización latina. La educación en la escuela debe ser extensión de la recibida en casa y ambas deben ser complementarias y compatibles.

En 1925 mi abuelo le prohibió a mi madre que leyera un libro que fue de lectura obligada en su escuela (“Chłopi” “Los campesinos” del ganador del Premio Nóbel, Władysław Reymont), porque consideraba que el contenido era indecoroso. La escuela respetó esta decisión. Toda la clase lo leyó y mi madre no. De hecho no lo llegó a leer nunca porque respetaba la opinión de su padre. ¿En qué colegio europeo se respetaría hoy tal solicitud de un padre? Deberíamos exigir que volviesen tales costumbres.

Los autores de los programas educativos frecuentemente se guían por alguna ideología. Desafortunadamente cada vez es más frecuente que ésta sea laica y deliberadamente desmoralizante. Constantemente oímos la necesidad de darles a los niños educación sexual en el colegio.  A los niños se les adoctrina sobre anticonceptivos y gimnasia sexual. Las lecturas obligadas a menudo son preferentemente de autores socialistas o ateos, mientras se elimina a los autores católicos. Al enseñar historia hay mucha mentira, se minusvalora el papel del cristianismo y patriotismo en la construcción de Europa y se glorifica revoluciones e internacionalismo. En clases de biología se promueve la no probada teoría de la evolución para disminuir el papel del Creador.

Es cierto que hay profesores que incluso en los momentos más difíciles dejan de lado los libros de texto oficiales y tratan de transmitirles a los niños la verdad como mejor pueden. Pero la mayoría de los profesores repite lo que viene en el libro de texto sin ningún comentario crítico. No quieren exponerse a reprimendas o sencillamente no se dan cuenta del enfoque laico de su asignatura.

Una influencia aún más fuerte le llega a los niños a través de la televisión, a la que ven durante varias horas al día desde la más tierna infancia. ¿Y qué modelos encontramos en los programas de televisión? La normalidad es aburrida, así que la mayor parte del tiempo se representa situaciones anormales. Desgraciadamente, los hijos con frecuencia ven la televisión cuando los padres no están en casa.

Algo parecido podríamos decir de la música popular. Se escucha con walkman y auriculares, con lo cual nadie sabe qué es lo que está escuchando el niño. La música moderna a menudo tiene contenidos eróticos o satánicos.

Cuando los niños tienen problemas ¿A quién acuden? ¿Tienen tiempo los padres para escucharlos y aconsejarlos antes de que sea tarde?

Sólo hay una solución. Que la casa sea el principal educador: la madre tiene que estar allí. Sé que me expongo a la ira de muchas mujeres que puedan estar leyendo esto. Pero no nos engañemos. En las civilizaciones donde la vida familiar está organizada de modo que las madres están en casa todo el tiempo, se perpetúa la civilización. En hogares donde la madre está ausente la mayor parte del tiempo los niños están en riesgo de ser educados en valores ajenos a los de los padres. Un hogar sin una madre es un hogar vacío. Los niños huyen de hogares así y buscan consejo fuera.

Es absurdo que ahora necesitemos de dos sueldos en una familia. No es una elección, es una necesidad. El sistema social ha de ser reorganizado de modo que se pueda vivir con un sueldo y para tener un hogar vivo con una madre siempre dispuesta a controlar a los niños y a estar disponible para lo que puedan necesitar.

Las familias de inmigrantes generalmente son capaces de sobrevivir con un sólo sueldo y las madres permanecen en casa. Como resultado la influencia del colegio en los niños es mínima. Se equilibra con la influencia de la casa. El prohibir cubrirse la cabeza con pañuelos no solucionará el problema. Niños de distintas civilizaciones interactúan en los colegios y se influencian mutuamente. Como en la sociedad occidental disminuye la influencia de la casa y los padres no pueden controlar los programas educativos, nos exponemos al riesgo de cambios civilizacionales en la siguiente generación.

Hemos de defender activamente nuestra civilización. Aún a riesgo de pobreza hemos de insistir en controlar a nuestros hijos. También tenemos que insistir en poder controlar los programas educativos. Hemos de demandar que las televisiones promuevan causas nobles, modelos dignos de imitar. Hemos de exigir que se aplauda el comportamiento propio de nuestra civilización y que se desdeñe lo que no lo es. Hemos de exigir que se prohíba la música inmoral. Hemos de demandar que sea adecuado el comportamiento de la sociedad en general y cuando no lo es, que sea penalizado. Hemos de intentar influenciar la educación de los que viven entre nosotros, pero que no tienen suficiente apoyo de sus familias. También hemos de intentar influenciar a aquellos entre nosotros que son de otras civilizaciones. Hablando desde el punto de vista de la educación, debemos estar a la ofensiva.

De otra manera nuestra civilización perderá.

En otro nivel la situación es más optimista. A pesar de los males que el colonialismo conllevó, es un hecho que los colonizadores intentaron injertar su propia civilización a los pueblos colonizados. Una de las maneras principales de hacerlo era invitando a los más intelectualmente dotados a venir a estudiar a un país europeo. Se formaron élites que pensaban de modo europeo. Cuando llegó la descolonización quienes asumieron la responsabilidad de gobernar eran principalmente los nativos educados en Europa. Hoy esta manera de influenciar continúa con estudiantes de antiguas colonias que disfrutan del privilegio de una educación europea. En EE.UU. se está haciendo lo mismo, invitando a muchos estudiantes de países del Tercer Mundo para que estudien allí.

La educación es un camino para promover la civilización propia, pero hay otros. Los colonizadores a menudo dejaron un sistema legal y alguna forma de organización civil, un sistema político representativo, una manera de organizar la policía, el ejército, los servicios médicos, los servicios forestales etc. También dejaron la ética cristiana y alguna estructura eclesial cristiana que paulatinamente se convirtió en étnicamente local. No todo funciona tan bien como debiera, pero generalmente se aspira al estándar europeo.

Hoy día, aparte del legado colonial, al tratar con países del Tercer Mundo los europeos (incluyendo EE. UU., Canadá, Australia etc.) demandan ciertas normas de comportamiento como condición para las relaciones. Generalmente lo que se exige es algún grado de democracia, de respeto a los derechos humanos, de combatir la corrupción, de responsabilidad económica. Al formular estas exigencias estamos educando a otros en nuestra manera de pensar.

Evidentemente no todo lo que Occidente promociona en el Tercer Mundo es digno. Desgraciadamente tendemos a exportar también nuestros males, como guerras o abastecimiento para las mismas, socialismo y otras ideologías materialistas, control de natalidad, promiscuidad sexual, inestabilidad familiar, estilos de vida hedonísticos. Los miembros de otras civilizaciones que quieren protegerse de estos males se resisten también frente a las influencias positivas de Occidente. Seríamos mucho más eficaces promocionando la civilización latina si nos preocupásemos más de cuidarla en casa.

·- ·-· -······-·
Maciej Giertych (Traducido por Teresa Giertych)



[1] Paweł Włodkowic, rector de la Universidad de Cracovia, era delegado polaco al Concilio de Constanza (1414 -18). Polonia y los Caballeros Teutones mantenían entonces un conflicto sobre la manera de tratar a los paganos. Los Caballeros luchaban contra los paganos lituanos (que incluían a los letones y los ya extintos prusianos, grupo étnico emparentado con los letones y lituanos) con la ayuda del emperador alemán y caballeros visitantes de toda Europa. Polonia y Lituania se fusionaron cuando el Príncipe lituano Jagiełło casó con la reina polaca y se convirtió en rey del Reino Unido de Polonia y Lituania. Los lituanos adoptaron entonces el cristianismo, desapareciendo así la razón de ser de los Caballeros Teutones. Pero a pesar de ello, continuaron guerreando contra los lituanos y los polacos que les apoyaban, afirmando que su cristianismo era deficiente. En el Sínodo, Włodkowic, en nombre de Polonia, presentó la opinión de que también los paganos tienen derechos y que estos deben ser respetados; que el bautismo debe ser una opción y no debe imponerse por conquista militar. Se adoptó esta opinión en el sínodo y se convirtió en norma en el mundo católico. Con esto terminaron las cruzadas y la idea de luchar contra el pagano para promover el cristianismo. Esto es buen ejemplo de cómo se desarrolló la moralidad en la civilización latina.

[2] En los años 1795 - 1918 fuimos particionados por Rusia, Prusia y Austro-Hungría, y los ocupantes intentaron rusificar o germanizarnos.

[3] Roman Dmowski (1864 -1939) importante político polaco, fundador y dirigente del movimiento nacional democrático, fue el principal representante político de intereses polacos durante la Primera Guerra Mundial y en la posterior Conferencia de Paz de París.

>[4] Władysław Łokietek (1260 – 1333). Polonia estuvo dividida en muchos feudos, gobernados por varios miembros de la dinastía Piast. Łokietek los organizó para luchar conjuntamente contra el creciente engorro de los Caballeros Teutónicos; una orden germana que se asentó en lo que hoy es el norte de Polonia.

[5] Lajkonik, la figura de un  guerrero asiático a caballo que va por las calles de Cracovia una vez al año (el domingo después de la fiesta del Corpus Christi) golpeando a los niños en la cabeza con su porra de juguete.

[6] El emperador Otto II (967-983) casó con Theophanu (972), sobrina del emperador bizantino Juan Tzimisces (969-976) y hermana del emperador Basil Bulgaroktonos (El matador de búlgaros) (976-1025). Mientras aún vivía su padre, Otto I, Otto II fue coronado Emperador Sacro Romano por el Papa Juan XIII quien también presidió su boda con Theophanu. Esto estableció un vínculo con el título imperial bizantino y aumentó las ambiciones imperiales de los gobernantes germanos. Por aquel entonces Bizancio era muy rico y fue envidiado por los más primitivos de los gobernantes occidentales. Theophanu trajo consigo a Germania una corte espléndida, que estableció para los emperadores sacro-romanos cierto estilo de funcionar. Este es el origen de la influencia bizantina que perdura aún hoy en Alemania.



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