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Gracias a la Revolucion Francesa

por Adriana I. Pena

La Revolución Francesa tuvo en la Iglesia, con toda la persecución y brutalidad a que se sometió, un resultado postivo, que fué eliminar la corrupción que la monarquía borbónica había impuesto a Esta (piénsese en lo que Francia hizo a los jesuítas - no se limitó a expulsarlos, o incautarles los bienes, sino que exigió que el Papa los disolviese como orden -algo que los Estados mas anticlericales hoy en día no soñarían hacer). La Revolución permitió hacer una limpieza a fondo, liberarse del lastre de muchos que nunca debieron usar hábito, y dar un nuevo impulso a la obra de la Iglesia

"Bienvenidos sean los tiempos dificiles, porque traerán la depuración de los cobardes"
Jose Antonio Primo de Rivera

"Dependa en ello, señora. La certidumbre de ser ahorcado el día siguiente concentra la mente de la manera más maravillosa"
Doctor Johnson

¿Hay algo que celebrar en la Revolución Francesa? Como experimento no podría ser mas desastroso. No sólo no cumplió sus promesas, sino que llevó a un país próspero y tranquilo a la ruina, y lo obligó a saquear sus vecinos para sobrevivir. La palabrería que la acompañó sólo sirvió para acumular cadáveres, y esa palabrería siguió creando estragos muchos años después.

Sin embargo, hay algo que agradecerle.

En el museo de Cluny, en Paris, pueden verse los fragmentos de las estatuas de Notre Dame de Paris, destruídas por los revolucionarios (en Notre Dame se ven restauraciones). Verlas enseña lo que verdaderamente significó la Revolución Francesa, y sus pretensiones de traer la felicidad a la humanidad. Pero no es ésa la la verdadera lección. Esta se halla en los vitrales de Notre Dame. Hermosos vitrales fueron allí destruidos.. Verdaderas joyas de vidrio y luz fueron rotas y reemplazadas por vidrios transparentes.

Pero... el vándalo responsable no fue ningún revolucionario, sino el “muy católico”, Borbón, rey Luis Quince, quién despreció los tesoros tradicionales por ser "toscos" y "anticuados" y los reemplazó con lo que era la última moda. Si hubiesen tenido tiempo, los monarcas borbones que le siguieran hubiesen ellos mismo destruído las estatuas, reemplazándolas con hermosas ninfas desnudas.

La lección es amarga, y dificil de digerir. Los revolucionarios atacan, a sangre y fuego, a una Iglesia francesa, que, humanamente, está podrida por dentro - una Iglesia domada y castrada por los reyes de la dinastía borbónica. El daño que la monarquía borbónica francesa - y otras monarquías de la epoca- infligieron a la Iglesia es inconcebible hoy en día.

Los reyes borbones crearon "la Iglesia de Estado", una iglesia subserviente al poder temporal - que servía a los fines de este, en vez de los de la Religión. Era una Iglesia en la que el rey nombraba a los obispos y los abades y abadesas - raramente personas adecuada para el cargo - para gratificar cortesanos o dar un buen pasar a fieles servidores. Todos, en el fondo, pensaban como Isabel Tudor quien creía que los eclesiásticos eran sus empleados, y que ella podía nombrarlos y echarlos a su gusto

Esa era una época que vió niños de pecho nombrados obispos, y abades de nueve años, sin que nadie se asombrase por ello. Era una época en la que abades nombrados "a dedo" ponían a eclesiástico mal pagado a administrar la abadía, y con las ganancias se iban a París a darse la gran vida -- las grandes abadias de la Edad Media, que habían sido centros de devoción y cultura, fueron convertidas en fuente de recursos para escandalosos libertinos (tal el abate de Choisy, notorio travesti).

Era una época en la que los cardenales y obispos se paseaban en carroza con sus amantes. . Era una época de cardenales políticos, como Richelieu quién, por razones de Estado, se aliaba a protestantes alemanes en contra de la católica Austria. O cardenales como Alberoni, cuya carrera tomó vuelo despues que besó - literalmente - el culo de un influyente noble. Era una época en la que los conventos eran en su gran mayoría pensiones de solteronas de rango y honorable retiros para las ex-favoritas del rey - y la vida mundana que se llevaba allí poco tenía en común con la Regla original. Era un época en que si un Estado tenia una querella con una orden religiosa, como la de los jesuitas, no se limitaba a expulsarla o confiscar sus bienes, sino que exigía - y obtenía - que el Papa la aboliese por completo.

Grandes santos vivieron en aquellos tiempos: Santa María Margarita Alacoque, San Francisco de Sales, Santa Juana de Chantal, San Vicente de Paul, Santa Luisa de Marillac, San Luis de Monfort, Santa Angela Merici, y tantos otros. Pero con todas sus virtudes ellos no podían cambiar una jerarquía corrompida por el poder - y esta jerarquía les puso innmumerables obstáculos en su camino; el más notorio de ellos fué la imposición de la estricta clausura de las ordenes femeninas - una imposición contra la que se estrelló San Francisco de Sales con sus planes para la orden de la Visitación, y fué por fin evadida por San Vicente de Paul , mediante malabarismos legales y semánticos, para mantener activas sus Hijas de la Caridad. Contra esa imposición batallaron Mary Ward, Margarita Bourgeoys y Maria Poussepin, cuando fundaron órdenes activas de mujeres. Aquellos mismos prelados que se paseaban con sus amantes en carroza, haciendo desfilar el vicio por las calles, exigían que las mujeres virtuosas de la iglesia se escondieran y no las viese nadie, como si la virtud fuese una vergüenza.

Los grandes santos no pudieron solucionar del todo los problemas la Iglesia - solo dar una visión de que otra Iglesia era posible. Hay que reconocer que si Voltaire y otros miembros de la Ilustración no respetaban la Iglesia, la Iglesia humana que conocían en Francia no era respetable..

¿No es posible ver la Providencia en la Revolucion Franciesa que destruyó todo eso? Que, gracias a Dios, lo destruyó a tiempo, cuando existían los gérmenes de regeneración? No fué coincidencia que la tragedia de la familia de Luis XVI transcurrió en la prison del Templo. Aunque mucho - y malo - se ha escrito sobre los Templarios y su fin, la verdad es sórdida. El rey de Francia, Felipe el Hermoso, querelló con el Papa, Bonifacio VIII, por cuestiones de impuestos. Felipe invadió Roma, apresó al Papa, y lo ultrajó. Cuando Bonifacio muere poco después, Felipe nombra otro Papa, que será su títere. Y este Papa satisface la codicia de Felipe, montando el proceso por herejía a los Templarios, torturándolos hasta que confiesan los crímenes mas inverosímiles, ejecutándolos, y entregando sus riquezas a Felipe. Con el Templo comenzó la gran corrupción de la parte humana de la Iglesia - y hay cierta simetría en que termine en el Templo.

Los sufrimientos de la Iglesia bajo la Revolución fueron muchos, crueles, e inmerecidos, porque en vez de caer sobre los corruptos, cayeron sobre aquellos que llevaban una verdadera vida cristiana. Pero doloroso como fué, resultó útil para la regeneración.

El cínico, disoluto, Talleyrand cometió un acto de decencia - renunció a su cargo eclesiástico para entregarse por completo a la diplomacia, y esta honestidad suya inaugura la época en que los cargos eclesiásticos y los del Estado dejan de confundirse.

Los ministros de Dios no seran más ministros del Estado. La disolución de los conventos y la expulsión forzosa de sus habitantes asegura que nadie permanezca en el convento que no tenga una verdadera vocación religiosa.

Cuando la tempestad abate, la Regla puede recuperarse, porque no hay allí nadie que desee llevar una vida mundana. Nadie queda de aquellos para quienes la Iglesia es sólo un buen pasar. Solo permancen aquellos que tiene verdadera devoción, y voluntad de sacrificio - hasta niveles heroicos.

La corrupción es difícil de erradicar en una jerarquía, porque todo funcionario corrupto quiere alrededor suyo secuaces como subordinados - no personas honestas y sinceras que les estorben las intrigas. Así la corrupción se propaga hacia abajo. Dado que la subjección al Estado había puesto a personas corruptas en los mas altos niveles: obispos, arzobispos, y cardenales, era muy dificil encontrar un eclesiástico en la jerarquia en quién confiar.

Pero siempre hay reservas morales. En tiempos pasados,cuando la gran Reina Isabel quiso regenerar la Iglesia española no acudió a la jerarquía corrompida, donde sólo se podia encontrar boato y corrupción, sino a una austera celda franciscana, para sacar de allí al Cardenal Cisneros. De igual maneral, hay otra reserva moral que servirá de fuerza regeneradora en el siglo XIX el XX: las órdenes religiosas femeninas activas.

La Iglesia sometida al absolutismo regalista apartaba a las mujeres de las funciones públicas, y a las religiosas de cualquier presencia mundana. Este régimen de purdah resultó en una reserva de energía y fuerza de voluntad a la que la corrupción no había tocado - excepto en lo que tocaba a la relajación de la Regla, un problema resuelto por el éxodo forzado por los revolucionarios.

La Iglesia sobrevive la tempestad revolucionaria gracias a las mujeres. Hay algunas órdenes femeninas activas, como las Hermanas de Caridad, o las Hermanitas de San José, o las Hijas de la Sabiduría, o las órdenes que se dedican a la educación - y estas órdenes prueban su valer cuando el Cristianismo es proscripto y se vueve a la Iglesia de las catacumbas. Véase esta descripcion de las actividades de las Hermanitas de San José:

"Cristo, hostilizado en sus sacerdotes no encuentra Martas más devotas que las Hijas de San José. Ellas le dan asilo en sus casas, ellas lo conducen al lado de lo moribundos, ellas convocan los fieles a las misas clandestinas, ellas preparan las primeras comuniones, ellas obtienen la bendición nupcial a los que se casan. Su contacto permanente con la población les permiten llevar de puerta en puerta las consignas del obispo legítimo o los documentos pontificios; son ellas, con muchachas piadosas y con "beatas", con cristianos intrépidos, quienes reparten las circulares del 10 de marzo y del 13 de abril de 1791 en las que Pío VI condena la Constitución Civil del clero, y vuelve a traer al seno de la iglesia muchos equivocados..."

(Y un diputado de la Haute Loire se queja así de ellas en 1792 por su obstinación en la "superstición" ---- "Hay ciertas congregaciones de mujeres, bajo el vocablo de San José... que se han hecho charlatanas; unas son abogadas, otras médicas farmaceúticas y hasta cirujanas. Dejaríais entonces subsistir en los campos estas alimañas que las devoran, y conservaríais sus establecimienos que son el reparo y el impuro refugio de los curas refractarios?").

Las órdenes contemplativas dan mártires, de gran coraje y fé, pero faltas de contactos con la población general, no pueden participar en la iglesia de las catacumbas, como hacen mujeres que sí tienen ese contacto.

La Revolución es la gran forja donde se revela heroísmo inusitado. Basta rehusarse a abandonar el hábito religioso para ser condenada a muerte. O continuar obras de caridad.

Julia Billiart, inválida, da lecciones de catecismo y aconseja a los fieles. Por eso debe escaparse de las autoridades, escondida en un carro de heno. Marie Rivier ve la escuela, donde ella educaba niños gratuitamente, disuelta por "supersticiosa". Ella no se amedentra y guía a los fieles a misas clandestinas, celebradas por sacerdotes fugitivos. Julia Postel, es otra maestra que no se amedrenta. Tal es su actividad que los sacerdotes le confían la Eucaristía, con autorización para administrarla a enfermos y moribundos. Otras maestras, como la laica Francoise Mezière, pagan con su vida el seguir eseñando. También pagan junto a ella las Hermanas del la Caridad Françoise Trehet y Jeanne Veron, a la par que Marie Lhuilier canóniga hospitalaria de la Misericordia de Jesús. La intrépida Catherine Jarrige (conocida como Catinon Menette) es una verdadera Pimpinela Escarlata - esconde sacerdotes y los ayuda a trasladarese dondes se los necesita - de tal manera que según ella ningún fiel donde ella vivía se vio privado de los servicios de la Iglesia.

Otras mujeres que se ilustrarán mas tarde tienen en la Revolución el momento definitivo de su vida - sea Claudine Thevenet que a los 15 años ve a sus hermanos llevados a la guillotina, sea Rose Philippine Duchêsne, tratando de rehacer una vida religiosa despuer de ser obligada a dejar su covento, sea Emilie de Rodat haciendo su primera comunión en la Iglesia clandestina, o sea Juana Elizabeth Bichier des Ages que debe representarse a sí misma en las cortes para reclamar su herencia confiscada, y que pasada la tormenta, organiza reuniones de plegarias y lecturas de las Escrituras donde no hay sacerdotes.

Acabado el Terror, hay que reconstruir. Se reorganizan las Hermanitas de San José bajo la Madre Fontbonne. Ella recibe en la Hermanitas un grupo de jóvenes que llevaban vida contemplativa, y al aceptarlas les hace entregar sus cilicios y otros instrumentos de mortificación. El tiempo de la vida contemplativa ha pasado. Es preciso ser activa en el mundo, y bastantes mortificaciones les traerá el servicio al prójimo . Julia Billiart se convierte en una educadora notable.. Julia Postel, educará niños y cuidará cuidar enfermos. Marie River fundará escuela tras escuela. Rosa Philippine Duchêsne ingresa en una orden educacional, y es enviada a América a fundar escuelas mientras trata de alcanzar su sueño de envagelizar indígenas. Claudine Thevenet recoge muchachas desamparadas y les enseña un oficio que les permita ganarse la vida honestmente. Emilie de Rodat funda escuelas gratuitas, al alcance de los más pobres. Juana Elizabeth Bichier des Ages educa muchachas pobres, les ofrece refugio para no caer en la mala vida, y además cuida enfermos terminales.

Todas estas mujeres empezaron lentamente, atendiendo a las necesidades inmediatas más cercanas, y atrajeron otras mujeres a colaborar y continuar su obra - creando así órdenes religiosas. Y tras ellas muchas otras (algunos nombres, al azar, son Maria Teresa Haze, Maria de Mattias, Pauline von Mallinckrodt, Eugenia Milleret de Brou, Teresa de Jesus Gerhardinger, Anne Marie Jahouvey, Caterina de Santa Rosa de Viterbo...) Eran mujeres indomables, de coraje a toda prueba, y genio organizador - las mujeres que siguen su liderazgo, con incesante labor de hormiga, crean escuelas, hospitales, asilos de ancianos, orfanatos, casas de rescate para prostitutas, fondos para liberar esclavos, universidades - su alcance parece infinito. Con ellas renace el espíritu de las grandes abadesas de la Edad Media :Walburga, Lioba, Ita, Brígida, Hilda, Gertrude, Hildegarde. Y tambien el de Fabiola de Roma, la inventora de los hospitales y hosteles para peregrinos.

La tradición contemplativa no sufre por esto. Al contrario, al no tener que ejercer más de pensionados de solteronas, los conventos de siglos XIX y XX albergan místicas dignas de los mejores tiempos de la Iglesia. Las Hijas de Santa Teresa ofrecen Teresa de Lisieux -, Doctora de la Iglesia, Isabel de la Trinidad, María de Jesus Crucificado, Teresa de los Andes, Teresa Benedicta de la Cruz- patrona de Europa, y la Madre Maravillas. A ellas hay que agregar Faustina Kowalska, tan querida por Juan Pablo II. También se encuentran místicas en las órdenes activas, la alemana María del Corazon Divino une a su apostolado una rica mística que sólo conoce su confesor, y la zapatera española Angela de la Cruz, a pesar de sus pocos estudios, deja una obra escrita que se compara con los clásicos de Santa Teresa de Avila y de San Juan de la Cruz..

La faz de la Iglesia cambia gracias a ellas, y cambia también la actitude de la gente hacia ella. Por ejemplo, Bertilla Boscardin trabaja junto a un médico escéptico. En otros tiempos, este médico hubiese creído las calumnias más inverosímiles sobre monjas - pero cuando la conoce a ella, se vuelve creyente y más tarde testificará en su juicio de canonización.

La jerarquía es más lenta en recuperarse, por la razón citada, y porque con reyes y sin ellos, en muchos lugares los obispos son nombrados por el gobierno de turno - consultando al Vaticano como gran concesión. Muchas veces son ministros anticlericales - algunos de ellos verdaderos furibundos al respecto - quienes deciden quién puede o no puede ser obispo. En estas circunstancias, los eclesiásticos desarrollan sus dotes de cortesanos e intrigantes, y se prestan a juegos políticos y conspiraciones de poca sabiduría - con resultados que que ponen a prueba la fé de los fieles.

Pero esto no importa - el gran paso se ha dado. Cuando María Micaela Desmaisieres, con el coraje de Juana de Arco invade un antro de vicio para rescatar una víctima de sus garras, ella pone las cosas en su sitio. El vicio no se paseará mas en carroza mientras la virtud debe esconderse tras altos muros y rejas. A la virtud le corresponde campear abiertamente por las calles, pregonando su ejemplo, mientras que el vicio debe esconderse siempre, porque es vergonzoso..

Así la Iglesia recupera su independencia y su fuerza moral. Un gran trecho ha transcurrido desde los tristes días de la subjeccion a los monarcas, y todavía hay camino que transcurrir.

Por todo esto hay que "dar gracias" a la Revolución Francesa. Cruel y sanguinaira como fué, llevó a cabo una cirugía más que necesaria. Lo intentaron para mal, pero el Señor hizo que se hiciera para bien.

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Adriana I. Pena



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