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Congreso Internacional Provida Zaragoza 2009. 
Sensibilización, una sinfonía por la Vida

Definamos: ¿Estamos en guerra o no?

por Eduardo Sebastián Gutiérrez

La paz no es solo la ausencia de lo que entedemos vulgamente la guerra, pues existen otros tipos de guerra que padecemos

Guerra: ( Del germ.:*werra, pelea, discordia; cf. a. al. ant.: wërra, neerl. Medio: warre).

  • Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias.
  • Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación.
  • Lucha o combate, aunque sea en sentido moral.
  • Enemistad, hostilidad declarada.
  • Aquella en que los contendientes están dispuestos a luchar hasta morir.
  • Lucha, ataque sin intermisión.

Prisionero:

  • Persona que está presa, generalmente por causas que no son delito.
  • Militar u otra persona que en campaña cae en poder del enemigo.

Subversión: (Del lat. subversio, -onis).

  • Acción y efecto de subvertir.

Subvertir: (Del lat. Subvertere).

  • Trastornar, revolver, destruir, especialmente en lo moral.

Revolución: (Del lat. Revolutio, -onis).

  • Acción y efecto de revolver o revolverse.
  • Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.
  • Inquietud, alboroto, sedición.
Moral: (Del lat. moralis).

  • Perteneciente o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia.
  • Que no pertenece al campo de los sentidos, por ser de la apreciación del entendimiento o de la conciencia. Prueba, certidumbre moral
  • Que no concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano. Aunque el pago no era exigible, tenía obligación moral de hacerlo
  • Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia.
  • Conjunto de facultades del espíritu, por contraposición a físico.
(Del diccionario de la Lengua Española – Real Academia Española )

Otra definición:

“La guerra es una sanción jurídica que la autoridad competente aplica a quienes han infringido el derecho natural o social o derecho de gentes, amenazando o dañando gravemente el bien común u orden o bien público; y que se aplica con un doble fin: restaurar el orden y castigar al malhechor”.

(Fuerzas Armadas, Ética y Represión. Marcial Castro Castillo )

Entonces, podemos afirmar con certeza, que en el centro de esta cuestión, la guerra, la necesidad de castigar una grave ofensa al Orden Natural, el Bien Común, el Orden Justo, los Principios Fundacionales de la Nacionalidad, es la mas legítima causa de guerra, o como dice el Padre Francisco de Vitoria O.P., bien llamado el Fundador del Derecho Internacional Público: “la única y sola causa justa de hacer guerra es la injusticia recibida”, pero no se refiere a las cuestiones personales, lo define en referencia al Bien Común, ya que una ofensa individual no está dirigida al todo, que en el caso de una sociedad política lo es, pues sí lo representa.

Pero no cualquier injuria debe ser respondida con una declaración de guerra por parte de la autoridad competente, por que la pena debe guardar proporción con la gravedad del delito. Confirma por ello el Padre Guillermo Fraile, las condiciones que para justificar una declaración de guerra, la ofensa debe tener las siguientes características:

  • Gravísima.
  • Consciente.
  • Deliberada.
  • Mantenida.
Es inaudito pensar en declarar una guerra por un partido de fútbol, por ello el daño debe ser gravísimo y atentar directamente contra la Nación.

Debe el agresor tener plena conciencia del daño que busca ocasionar, y en este sentido la suma de acciones es una de las múltiples maneras de saberlo fehacientemente.

Efectuar un daño de forma deliberada, significa llevarlo a cabo con premeditación y voluntad plena; y aunque el agresor obrara con ligereza y sin mayor cálculo en los resultados de su acción, por la insensatez puesta de manifiesto, lo mismo tiene culpa, pues era su deber prever las consecuencias de su malicia.

Si sus acciones perduran en el tiempo y no se trata ya de una errónea acción o de una circunstancia excepcional, la agresión mantenida certifica su decisión de cometer el mayor daño posible.

La violencia que genera la guerra, en consecuencia, no es un mal, sino un bien público, por la reparación de este ofendido, el orden justo vilipendiado, por que paga la deuda debida a la justicia ofendida. Por eso se afirma con propiedad, que “una injusticia no reparada es una inmoralidad” (Padre Leonardo Castellani). Además, aunque la ofensa sea irreparable, el necesario respeto a la autoridad de la ley justa, exige el castigo, la pena, como satisfacción de la ofensa.

Confirma en este sentido el P. Vitoria: “no se borran la ignominia y el deshonor de la republica con solo poner en fuga a los enemigos, sino castigándolos y afligiéndolos con la severidad de las penas. Por que el príncipe no solo esta obligado a defender y conservar los intereses materiales, sino también el honor y autoridad de la republica”.

La llamada guerra subversiva, es una clase de guerra en la que no se persiguen únicamente y de forma preferencial las posiciones y objetivos territoriales, sino que se busca por sobre todas las cosas, dominar el espíritu, absorber las inteligencias, captar bastos sectores de una población determinada o a toda ella, para dominarla mentalmente, institucionalizar desde lo político ese dominio, y someterlo todo a una tiranía de carácter mundial, en la cual el fin expreso y confesado a viva vos, es el de sustraer al Hombre de la Redención, impedirle la entrada en el Reino de Cristo, y estrujarlo con las esclavitudes del comunismo y del liberalismo.

Por esto es que se asevera con propiedad, con conocimiento indiscutible y experto, que en la guerra subversiva, las guerrillas comunistas urbanas y rurales, solo han representado una faz del amplio espectro de variantes disponibles, que de acuerdo a los giros tácticos y por las necesidades de la conducción enemiga, pueden nuevamente instrumentarse.

Forman parte de esta multiplicidad de instrumentos de ataque:

  • Usura,
  • Cultura promiscua,
  • Fomento de la homosexualidad,
  • Pornografía,
  • Contracepción,
  • Aborto,
  • Eutanasia,
  • Matrimonios de igual género,
  • Educación sin Dios,
  • Y sin Patria,
  • Pérdida de la propiedad,
  • De los medios de producción,
  • Etc.
“Hace unos años, la policía mendocina hizo un descubrimiento de un grupo que hacia reuniones satanistas, lo que pone en el tapete, también en la Argentina, la existencia de gente que ha bajado a los mayores abismos de la perversión, ya que venera al mismo mal. Este fenómeno de inversión de todos los valores, se da por doquier hoy, y es lo que caracteriza justamente a la Cuarta Revolución: llamar bien al mal y mal al bien, unida al rechazo de toda vida civilizada, de toda manifestación racional de la inteligencia: la vuelta al salvajismo.

No todas las manifestaciones de la Cuarta Revolución llevan en sí el sello expreso de la sumisión al demonio. Algunos son meros fenómenos de la disolución social o de la histeria colectiva, otros de indignidad y de desaliño personal, de destrucción de la personalidad, pero todos tienden hacia lo inferior, hacia la negación de todo orden, rebajan a los hombres, siendo sus expresiones abiertamente destructivas. Siempre conllevan el “non serviam” de lucifer, que sus fautores denominan “liberación”. Ni Dios ni rey ni ley, es su lema, siendo este mismo el de Satán.

Es difícil definir y delimitar a la Cuarta Revolución, determinar con exactitud qué acontecimientos o movimientos se encuadran en ella, dado su carácter vago e impreciso. Esto no debe extrañarnos, pues su última finalidad es el caos.

La “familia” Manson de asesinos fanáticos, las religiones adoradoras del diablo en California, los hippies, el “arte” moderno de Picasso y sus congéneres, el nudismo, el cine esotérico, el terrorismo nihilista, los movimientos de “liberación” femenina y de amorales, etc., son expresiones características de esta Revolución.

La Primera Revolución fue la protestante, fue una rebelión religiosa. Se sustituyó la fe revelada por Dios Nuestro Señor por un sistema de creencias inventadas por el hombre, que leyendo los Libros Sagrados, le daba la interpretación que se le ocurría. La Primera Revolución trajo el libre examen.

La Segunda Revolución, la francesa, fue política. Negó que la autoridad proviniera de Dios y la puso en la multitud. La voluntad popular se volvió base de las leyes y criterio de justicia.

La Tercera Revolución, la comunista, fue económica. Negó el derecho natural, la justicia en las relaciones sociales. Suprimió toda moral, calificando de saludable todo lo que sirviera a la Revolución, al socialismo, sin traba de ley superior alguna.

Las tres Revoluciones son otras tantas rebeliones contra el Orden que Nuestro Señor Jesucristo estableció. Las tres son enemigas de Dios. La primera negó la Iglesia, Cuerpo Místico de Nuestro Divino Salvador; la segunda desconoció la realeza social del Redentor; la tercera es expresamente atea. La cuarta, baja aun mas en los peldaños de la maldad, y sus representantes mas avanzados adoran a satanás.

Las cuatro revoluciones son “humanistas”. Son expresión del orgullo humano, del hombre que no se somete a la ley suprema, que quiere hacer su voluntad, para terminar como esclavo o como ser que no se gobierna por su inteligencia sino por sus instintos mas bajos”

Programa para la Tradición. Pagina 211. Autor: Andrés de Asboth. Editorial ICTION. 1.981.

Esta madeja de perversiones, inversiones y maldades de todo tipo, es a la cual de una manera conciente o no, los subversivos estuvieron respondiendo con sus acciones. Pero cabe aclarar la responsabilidad en el caso de ignorancia de estos trasfondos tenebrosos de sus mandantes e ideólogos.

Si bien puede llegar a darse esta situación de falta de conocimiento, pues los ideologizadores que saben el mal que promueven tratan por todos los medios de no espantar a sus prosélitos, el sentido de relación con el orden de las cosas existentes, la conciencia natural a un ordenamiento justo, por un lado, sumado a la natural aversión por la comisión de actos decididamente inversos del recto proceder, por otro, dan una luz a la inteligencia confundida por la propaganda y el adoctrinamiento, por que no se pierde definitivamente este sentido de relación entre lo que debe ser y lo que no, en el proceso de la observación inteligente de cada persona. No existe la inocencia plena o completa en esta cuestión, por que la propia definición de Moral, que trata de las acciones humanas con relación a la bondad o maldad, ratifica de pleno la aberrante contradicción de quienes sostienen grados de inocencia en la ejecución de actos aberrantes, pues esta calificación les cupo y les cabe a todas las acciones guerrilleras, subversivas y revolucionarias, y del tinte ideológico que se trate.

El subversivo, el guerrillero, y el revolucionario, que son expresiones de una misma realidad, pues se ubican en algunas de las revoluciones tipificadas con antelación, que en su expresión generalizadora se denomina como la Revolución o Guerra Revolucionaria, es el eslabón necesario e imprescindible de todo el andamiaje montado, pues sobre su accionar se monta el proceso de destrucción para su desenvolvimiento operativo. Por mas “perejil” que sea su rol, es un elemento fundamental del proceso revolucionario, que visto desde la visión real del proceso integral revolucionario, las cuatro revoluciones, deja de ser perejil y pasa a ser un árbol frutal. Entonces quienes lo calificaron inicialmente despectivamente pasan en realidad a ser los “perejiles” en todo esto.

Y esta situación de desconocimiento, que lleva a una falsa interpretación de los sucesos históricos, y a la ubicación de las partes intervinientes en los múltiples procesos dialécticos desatados, lleva a fijar posiciones indefendibles y no pocas veces, muy lamentablemente, por parte de quienes dicen haber participado directamente en los procesos contra subversivos, de escasa eficiencia en la ofensiva contrarrevolucionaria, por que se desconoció y se desconoce, la naturaleza intima de lo que cada etapa revolucionaria representa en el contexto general de la gran estrategia.

Por ello es necesario aclarar una vez mas, que solo habrá verdaderamente un camino de efectiva pacificación nacional, cuando los cuadros subversivos, guerrilleros y revolucionarios, hagan profesión publica de arrepentimiento y Fé, bajo un sincero y profundo acto de reconversión personal.

Y por supuesto, pidiendo y exigiendo la libertad de todos los prisioneros de guerra detenidos por haber cumplido con el deber de defender a la Patria y sus habitantes, en cumplimiento de ordenes emanadas de la Autoridad Publica Competente de aplicación del estado de guerra, tal cual fueran los considerandos del Decreto Nº 261 y concomitantes, mediante los cuales se oficializa la definición del Teatro de Operaciones “Operativo Independencia” en la Provincia de Tucumán, y en el resto del país, de aniquilar al enemigo subversivo a como de lugar.

Espero que estas breves líneas sirvan de refuerzo en el ánimo y la justificación, para quienes aun combaten esta Guerra por la Independencia Nacional

·- ·-· -······-·
Eduardo Sebastián Gutiérrez



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