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José María Albareda y la promoción de la Ciencia: El CSIC

por Alfonso V. Carrascosa

La figura de Jose María Albareda Herrera crece con el paso del tiempo fundamentalmente porque lo hace el organismo público de investigación español más longevo y productivo de todos los tiempos, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, a cuya fundación y desarrollo contribuyó de modo determinante, y también porque lo hacen las disciplinas científicas que él contribuyó, por conocimientos científicos y de gestión, a institucionalizar. El CSIC cumple ya más de siete décadas, y la información sobre la persona de este ilustre aragonés se encuentra dispersa en algunos libros de la época en la que vivió, así como en varias webs que le rinden homenaje. De ahí que el propósito del presente artículo sea conectar y resumir parte de dichos datos y proponerlos por escrito para su conocimiento.

Jose María Albareda Herrera nació en Caspe (Zaragoza) el 15 de abril de 1902. Estudió Farmacia en la Universidad de Madrid, y continuó su formación universitaria en Zaragoza, en la Sección de Ciencias Químicas. Obtuvo los correspondientes doctorados de Farmacia y Ciencias en 1927 y 1931. Jose Mª Albareda fue un hombre sensible a las necesidades de una política científica descentralizadora. Y es que el presidente de la entonces más importante institución científica de la época, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), el Premio Nobel español de Fisiología o Medicina, Santiago Ramón y Cajal, le había impreso un carácter muy centralista y madrileño a la JAE. Ya en 1923 en su libro “Biología política”, Albareda, adelantándose verdaderamente a su tiempo, propugna el paso de un centralismo a un regionalismo dinámico, en el que puede verse claramente el germen de una realidad autonómica como la actual. Su carrera docente la comenzó como catedrático de Agricultura en el Instituto de Enseñanza Media de Huesca, en 1928. Aquí sería impulsada sobremanera su carrera científica, gracias a una pensión para estudios de posgrado en el extranjero concedida por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). Después de pasar por el Instituto de Bioquímica del profesor Rocasolano y el laboratorio de Electroquímica del profesor Ríus Miró, en la Universidad de Zaragoza,  trabajó de 1928 a 1929 ya pensionado por la JAE en el Institut für Chemie der Land. Hochschule, de Bonn, con el profesor Kappen. Posteriormente, durante 1929 y 1930 estuvo en el Agrikulturschemischen Laboratorium, de la Eidg. Tech. Hochschule, con el profesor Wiegner, y en el Pflanzenbau-Institut, de la Universidad de Königsberg, con el profesor Mitscherich. Posteriormente, en 1932, por méritos propios fue nombrado becario de la Fundación Ramsay por la Real Academia de Ciencias, y pasó dos años trabajando en la Rothamsted Experimental Station (Inglaterra), en Bangor (Gales) y Aberdeen (Escocia).

De vuelta a España, se trasladó como catedrático al Instituto Velázquez, de Madrid. En 1934, año de la muerte de Cajal, Enrique Moles le propuso con carácter oficial establecer una cátedra de doctorado para que impartiera clases sobre la ciencia del suelo, la edafología, no existiendo entonces más expertos que él en España. En 1935 Castillejo, el secretario de la JAE, le ofreció dirigir unos laboratorios para desarrollar trabajos de investigación científica edafológica. Con el estallido de la Guerra Civil el gobierno republicano nombró a Moles Director General de Explosivos del Ministerio de Guerra, y destinó el Rockefeller (edificio donde se albergaban dependencias científicas) para industrias de guerra.

Mientras tanto y volviendo a Albareda, su padre y hermano fueron asesinados por los demócratas del Frente Popular: simples civiles desarmados de profundas convicciones católicas, como el Prof. Albareda.

Huyó de España con el también aragonés san Jose María Escrivá de Balaguer porque los buscaban para asesinarlos, como distinguidos católicos que eran.

Acabada la guerra en 1939 fue nombrado director del Instituto Ramiro de Maeztu. En cuanto a su provenir docente, desde 1940 fué catedrático de Mineralogía y Zoología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid, cátedra que en 1944 pasó a ser de Geología aplicada.

El Prof. Albareda y el CSIC

Tal vez el episodio más fructífero de la vida profesional del Prof. Albareda fue su participación en la puesta en marcha del CSIC, actualmente el mayor organismo de investigación científica español. El más fiel colaborador del también aragonés Ibáñez-Martín -nacido en Valbona (Teruel)- en la redacción de los planes y el arranque de dicho organismo, aun sin apenas experiencia política, y con una formación humanística muy inferior a éste último, fue nombrado secretario general de la nueva institución científica.

>En la Memoria del CSIC de 1949 se recoge la celebración del 10º aniversario de la puesta en marcha de dicho organismo, en el que se congregaron un elevado número de premios nobel y científicos de todo el mundo que elogiaron el funcionamiento del CSIC. Ibáñez Martín denominó a la reunión Primer Congreso Universal, efeméride a la que contribuyó el Prof. Albareda.

El CSIC, siendo Albareda su secretario general, llevó a cabo en una época extremadamente difícil y en un tiempo récord la profesionalización de la ciencia, que se plasmó mediante la creación de las profesiones del colaborador científico (1945), investigador científico (1947) y profesor de investigación (1970), categorías vigentes hasta la actualidad. Además promovió la descentralización de dicha actividad y su expansión por toda España, así como una importante tarea  de formación de científicos en el extranjero, que alcanzó cotas sin precedentes. Desarrolló una investigación básica y aplicada, tanto en ciencias puras como en humanidades.

Resultado de esta ardua actividad inicial, y tal como se recoje en la actualidad en su página web, el CSIC hoy participa activamente en la política científica de todas las comunidades autónomas –algo ya en la mente de Albareda tan pronto como en 1923, como hemos comentado con anterioridad- a través de sus centros, actividad directamente derivada del  artículo primero (título primero) recogido en su Ley fundacional, donde se decía “...que tendrá por finalidad fomentar, orientar y coordinar la investigación científica a nivel nacional”. De carácter multidisciplinar, abarca todos los campos del conocimiento, tanto técnicos como sociales, desde la investigación básica hasta los más avanzados desarrollos tecnológicos. Entre sus funciones se incluyen la investigación científica y técnica de carácter multidisciplinar, el asesoramiento científico y técnico, la transferencia de resultados al sector empresarial, la contribución a la creación de empresas de base tecnológica, la formación de personal especializado, la gestión de infraestructuras y grandes instalaciones y el fomento de la cultura de la ciencia. Se organiza en ocho Áreas Científico Técnicas, con 116 Centros, (de ellos 40 Mixtos y 10 centros de servicios), 134 Unidades Asociadas con Universidades y otras Instituciones, 2369 Científicos, 3896 Investigadores pre y postgraduados, 4084 Personal de apoyo, 700,8 M€ de presupuesto, el 26,13% de recursos propios. En cuanto a su Producción Científica y Tecnológica, el CSIC es el responsable del 20% de las publicaciones científicas internacionales de España, del 50% de las publicaciones del sector publico español, aporta el 36% de patentes europeas del sector publico (2,4% del total de España) y el 24,6% de patente española del sector publico (que representa el 3% del total de España. El CSIC Colabora con  Universidades, Organismos públicos de investigación, Empresas, Asociaciones profesionales, Fundaciones, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y Diputaciones.

El Prof. Albareda y la institucionalización de la ecología en el CSIC

Si el castellano-leonés Celso Arévalo ha sido propuesto como pionero en la ecología española por su trabajos sobre hidrobiología, quien creó instituciones dedicadas al cultivo de la naciente disciplina científica, no fue otro que el Prof. Albareda, tarea que gestionó magistralmente siendo Secretario General del CSIC, período durante el cual Celso Arévalo pasó a formar parte de dicha institución. Albareda directamente intervino en la fundación del primer centro de investigación dedicado a la entonces naciente ecología, el Instituto de Edafología, Ecología y Biología Vegetal (hoy Centro de Estudios Medioambientales). Llegaría a ordenarse sacerdote y a ser rector de la primera universidad privada de España: la Universidad de Navarra.

Su interés por esta disciplina científica permitió la formación de quienes se dedicarían a la investigación ecológica, como el eminente experto en pastos Pedro Monserrat, que desarrolla su actividad en el Instituto Pirenaico de Ecología, donde también trabajó Enrique Balcells, a quien el propio Albareda encargaría la puesta en marcha del mencionado instituto, auténtico salvador de la extinción de la raza bovina pirenaica, o Fernando González Bernáldez (hay que amar la naturaleza para enterderla repetía sin cesar a sus alumnos) que ocupó una de las primeras cátedra de ecología en España, la de la Universidad Autónoma de Madrid, todos ellos además fervientes católicos como Albareda. Este intervino directamente en la adquisición y puesta en marcha del Parque Nacional de Doñana, en igualdad de gasto con el World Wildlife Fund (WWF), y de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC, de la que recientemente han partido 20 gacelas dorca, especie en extinción en  Senegal, y donde se evitó la desaparición del antílope mohor de Marruecos.

El Prof. Albareda y la Biología Molecular en el CSIC

Siendo Albareda Secretario General del CSIC España dio sus primeros pasos en la investigación científica de la Bioquímica y la Biología Molecular gracias al CSIC. También  fué determinante el papel de Ibáñez Martín como presidente del CSIC en la institucionalización de la biología molecular, creando el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC, en el que trabajarían católicos y bioquímicos como Alberto Sols, primer Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica en 1981; o formando directamente al también católico y bioquímico y Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica en 1995, Manuel Losada; o comenzando las gestiones que harían volver a Severo Ochoa a España. En el CSIC se gestionó la vuelta de Severo Ochoa ya premio nobel a España, y la creación de la Sociedad Española de Bioquímica, disciplina impulsada también por el católico Angel Santos. Precisamente con Severo Ochoa se formaron o colaboraron en el CIB-CSIC algunos de los más eminentes biólogos españoles del siglo XX, entre los que se encuentran Margarita Salas, Eladio Viñuela, David Vázquez, Julio Rodríguez Villanueva en estancias del CSIC. Del laboratorio de éste último han salido más del 50% de los actuales catedráticos de microbiología de España. Del conjunto de escuelas originadas también descienden Federico Mayor Zaragoza, que fuera presidente de la UNESCO, o Mariano Barbacid, actual director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.

Cargos y nombramientos del Prof. Albareda

La dimensión nacional e internacional del Prof. Albareda queda patente si se enumeran sus múltiples nombramientos y cargos.

Académico titular desde 1941 de la Real Academia de Ciencias Matemáticas, Físicas y Naturales, y de la Real Academia de Farmacia de Madrid,  desde 1948 académico de la Academia Pontificia de Roma, académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias de Barcelona y de la Academia de Ciencias Matemáticas y Físico-Químicas de Zaragoza, también fué académico titular de la Real Academia de Medicina de Madrid.

En cuanto a los internacionales, fue miembro colaborador del Instituto Internacional de Ciencias Políticas y Sociales aplicadas a países de civilizaciones diferentes (I.N.C.I.D.I), de Bélgica. Miembro correspondiente del Forschungsanstalt für Landwirtschaft, Braunschweig. Miembro colaborador del Instituto de Antropología de la Universidad Nacional de Tucumán (Argentina). Miembro del Ingeniörs Vetenskaps Alcademien, de Estocolmo. Miembro correspondiente de la [149] Arbeitsgemeinschaft für Forschung. Miembro de la Orden de Santiago de la Espada, de Portugal; gran cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio. Miembro correspondiente de la Braunschweigische Wissenachaftliche Gesellchaft. Presidente español del primer Congreso de Estudios Pirenaicos y presidente español de la Unión Internacional respectiva. Presidente del V Congreso internacional del I.N.Q.U.A. Procurador en Cortes, Comendador de la Orden de Orange-Nassau, de Holanda. Se le concedió también la encomienda de Isabel la Católica, de la gran cruz del Mérito Militar. Formó parte de la Comisión Nacional de Cooperación con la UNESCO. Perteneciente al Instituto secular Opus Dei, en 1959 fue ordenado sacerdote y desde 1960 hasta su fallecimiento en Madrid el 26 de febrero de 1966 fué  rector del Estudio General de Navarra, primera universidad privada moderna española.

Para ampliar información:

Enciclopedia de la Cultura Española. Editora Nacional, Madrid 1968, tomo 5, página 738 [Suplemento]

Castillo Genzor, A. y Tomeo Lacrue, 1971. Albareda fue así. CSIC, Madrid.

de Felipe, M R 2003. Homenaje a D. José María Albareda: en el centenario de su nacimiento. Ed. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, Madrid

Gutiérrez Ríos, E 1970 José María Albareda una época de la cultura española, Ed. Magisterio Español, Colección Novelas y Cuentos, Madrid

www.csic.es

www.filosofia.org

www.enciclonet.com

www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=460

http://www.analesranf.com/index.php/especial/issue/view/317

http://www.rac.es/0/0_1.php

http://www.ccma.csic.es/

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Alfonso V. Carrascosa



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