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Industria Alemana 1933-39

por Nacho Mata

Un examen de la Alemania nazi, o del Tercer Reich, desde la regeneración de Alemania con el ascenso de Hitler en 1933, hasta el estallido del conflicto bélico que marcó, como lo hizo la Gran Guerra, el Siglo XX. Las ambiciones imperialistas de Hitler y de los exégetas del régimen se vieron materializadas a través del gran rearme que el Reich sufrió desde 1933, año en el que Hitler verdaderamente pasa a rearmar tanto la industria como el ejército del país. Y fue en este año cuando el Führer revocó las restricciones impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles.

Existe, sin duda, una fascinación por comprender los factores políticos, sociales y económicos que dieron lugar a tan gran carrera por la hegemonía en Europa y por la expansión de Alemania hacia el este, el lebensraum, ocupando territorios como la parte occidental de la Unión Soviética, Polonia, etc. La ocupación de estos territorios no sólo suponía una ampliación de la delimitación geográfica del nuevo imperio sino que traía consigo otras ventajas que alimentaban en grandísima medida la industria del Reich. Desde la industria de extracción hasta la mano de obra esclava, que se llegó a utilizar en gran volumen, especialmente en los últimos años de la guerra.

Por esto mismo es la capacidad de destrucción y con ello de rearme, tanto de la industria como del ejército, lo que más llama la atención pese a haber durado únicamente 12 años. La forma en que se planificó la ejecución del programa militar viene acompañada del programa industrial, necesariamente. Un descomunal desarrollo y despliegue de fuerza que intentaremos explicar con detalles en este trabajo.

Como veremos más adelante, pese a haber firmado y aceptado un revanchista Tratado de Versalles, el objeto esencial que permaneció en el Estado Mayor fue mantener en funcionamiento su actual capacidad militar a la vez que se llevaba a cabo un análisis de los errores cometidos por Alemania durante la Primera Guerra mundial. Y aunque el tratado de Versalles abogaba por un casi total desarme de Alemania dejando su infantería en no más de 100.000 voluntarios, estos fueron entrenados de tal modo que para cuando se diesen las condiciones oportunas, tanto económicas como políticas, sobre ellos se pudiera desarrollar rápida y eficazmente una fuerza mucho mayor. [1]

A parte del estudio de la industria con relación al rearme de las fuerzas armadas alemanas en el periodo ya señalado, iremos intentando contestar a la pregunta de si Hitler se lanzó demasiado rápido a la guerra. Es decir, ¿decidió el Führer precipitadamente el inicio del conflicto? ¿Estaba Alemania preparada en 1939? La gran mayoría de los estudiosos afirman que Hitler empujó a una Alemania aún no preparada a una guerra que creyeron podrían ganar.

Algunos incluso afirman que la industria del país únicamente se movilizó por completo para dar apoyo a la fuerza militar tras la primera derrota alemana en 1941 y que hasta este momento lo único que se necesitaba era una movilización económica y militar muy limitada.

Pero la evidencia que hoy día nos presentan la mayoría de los documentos y de revisiones históricas demuestra que el rearme de preguerra y la movilización económica durante el conflicto fueron tan extensos como pudieron debido a las limitaciones económicas y financieras del Reich. [2] Es una tesis muy aceptada aquella que afirma que Alemania había planeado luchar una gran guerra a mediados de los años 40. Hay historiadores que afirman que la fecha preestablecida para dar comienzo a dicho conflicto era el año de 1942. Ya en esta época se suponía que los principales programas de rearme y los proyectos de industria pesada y de materias primas se habrían completado.

Muchas fueron las razones que hicieron que Hitler se lanzase de manera precipitada a la guerra en septiembre de 1939, pero la principal razón militar fue su decisión de aprovechar la superioridad de la máquina de guerra del país, apoyada desde la retaguardia por una fortísima industria del metalúrgica.

Merece la pena realizar un último inciso con la intención de dejar clara la idea de rearme que se va a plantear en este estudio. Recordar que rearme lo hubo en Alemania desde los primeros años de la propia República de Weimar mediante ejemplos que podremos leer más adelante. El rearme que nos va a ocupar supone el inicio de una curva de crecimiento en el aspecto económico e industrial cuyo objeto esencial era reequipar a los ejércitos. No vamos a discutir si en el periodo de entre 1933 y 1939 hubo o no una movilización total para la guerra, pues el periodo en cuestión se diferencia fundamentalmente del posterior en esto mismo, la existencia de un conflicto bélico a nivel global, y con ello una producción industrial que, damos por supuesto, sería mucho más intensa. Pese a lo que acabo de decir sí existen estudios que afirman lo contrario, aunque estos suelen ser tesis de las décadas de los 40 y 50. [3] He de decir que a medida que pasa el tiempo parece estar más clara la idea de que los planes iniciales de Hitler iban encaminados hacia una movilización total de la industria y de la economía para hacer frente a la denominada total war. Podríamos denominar la política económica realizada por el Reich al principio como movilización económica a gran escala, la suficiente como para desarrollar de forma angosta una táctica de Blitzkrieg. [4] Dicha política fue dramáticamente potenciada a partir de 1936.

Rompiendo con Versalles

La derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial tuvo consecuencias nefastas tanto para aquella nación como para el resto de Europa, y consecuentemente el mundo, a partir de 1933.  Las condiciones impuestas por las naciones que salieron airosas de este gran conflicto asentaron las bases para la fermentación del odio y las ansias alemanas de recuperación de su tan histórica alta moral. No fueron, desde luego, más duras estas condiciones que las que Alemania tenía pensado imponer al resto de Europa de haber ganado la Gran Guerra.

La economía internacional se vio sumergida en un agujero del que saldría unos treinta años después. Pero Alemania sería una de las grandísimas afectadas como consecuencia de las “reparaciones” de guerra establecidas en el Tratado de Versalles. La nueva República de Weimar había pagado el alto precio de la derrota a base de acuñar moneda, lo que provocó un altísimo índice de inflación. Como es obvio, ningún gobierno se atrevía a gravar impuestos sobre la población alemana para pagar las reparaciones a los franceses. Esto era algo de lo que podían ser acusados los gobernantes de la nueva democracia alemana.

La inflación, pues, supuso el mayor problema al que tuvo enfrentarse el país y concluyó, junto a muchas otras razones, en el régimen encabezado por Adolfo Hitler. En 1913 un dólar se pagaba a cuatro marcos; a finales de 1919, valía 47; en julio de 1922, 493, en diciembre de aquel mismo año, 7.000. En 1923 franceses y belgas ocuparon la región del Ruhr y se empezaron a apoderar de los bienes industriales. La política de no-cooperación por la que optó el gobierno acercó a Alemania mucho más hacia el derrumbe económico. En diciembre de 1923 un dólar americano pasó a costar 4 billones de marcos. [5]

Militar y económicamente el Tratado firmado en Versalles supuso una grandísima humillación tanto al ejército como a la sociedad alemana. El legado de la Primera Guerra Mundial fue el de la desorientación política, el establecimiento de una constitución que otorgaba plenos poderes al presidente en caso de emergencia (según el artículo 48), y el culto a la violencia tanto de los veteranos de la derecha radical y de un nuevo estamento social más joven y que no había luchado en la guerra de 1914-1918. Estos intentaban igualar las hazañas de sus mayores.

Pero ¿qué supuso el propio Tratado de Versalles? ¿Qué contenía que causó tal efecto en la sociedad y población alemanas?

Durante el desarrollo del propio Tratado, el Presidente norteamericano Woodrow Wilson fue consciente del gran revanchismo que cegaba a las potencias de Inglaterra y de Francia. El Rhin debía de ser ocupado por lo que se conoció como un buffer zone o zona segura, según los franceses. La intranquilidad de estos venía dada por medio de su falta de protección derivada de su exposición al mar, y de tal modo lo hicieron constar en muchas de las conferencias. “Para Francia, al igual que para Inglaterra y los Estados Unidos, es necesario crear una zona de seguridad… Esta zona debe de ser creada por Francia junto al Rhin, por medio de una ocupación Inter aliada del mismo río.” [6]

En términos cuantitativos el Tratado de Versalles se traducía en lo siguiente. Alemania tenía que rendir un 13% de sus territorios anteriores al estallido de la guerra. En términos económicos el país venía a perder una región industrial esencial, la parte norte de Silesia, que sería entregada a la recién creada Polonia, que recibiría a su vez una salida al Mar Báltico y el territorio circundante de Posen. Este territorio es el que se conoció como el Corredor Polaco, que separaba Prusia oriental del resto de Alemania. Por supuesto, Alsacia y Lorena fueron devueltas a Francia, así como Eupen-et-Malmédy a Bélgica. Alemania también perdió sus colonias.

Las restricciones militares del Tratado redujeron el ejército alemán, como ya se ha dicho, a no más de 100.000 hombres en régimen de absoluta voluntariedad y a una armada que no debía de exceder los 6 cruceros y un par de naves de reducido tamaño. La posesión de armas de carácter ofensivo, como submarinos, aviones, carros de combate o artillería pesada, fue prohibida. A parte de todo ello el Estado Mayor fue disuelto.

Con el objeto de supervisar el total desarme de los ejércitos, una Comisión de Control Militar Aliada fue destinada a Alemania y dotada de una autoridad ambigua y muy poco efectiva.

A pesar de las negativas de muchos de los economistas presentes en la elaboración del tratado, que abogaban por no postrar económicamente a Alemania, Francia e Inglaterra insistieron en su derecho a aprovechar de Alemania todos sus recursos. Las reparaciones de guerra, término con el que se conoció a las cantidades que los vencidos habían de pagar a los aliados, incluían el pago inmediato de 5 mil millones de marcos en efectivo o en especies; Francia debía recibir toneladas de carbón en compensación por la destrucción de sus minas durante la ocupación de su zona oriental; para compensar las pérdidas de la flota inglesa, Inglaterra se quedaría con la mayor parte de la flota mercante germana; los activos foráneos alemanes fueron retirados, así como muchas de sus patentes (i.e. el gigante químico Bayer); los principales ríos alemanes fueron internacionalizados y su capacidad de imponer tarifas anulada. [7] Muchos de estos puntos culminaron en la inflación que ya se ha mencionado e indirectamente en la llegada al poder de Adolf Hitler.

Como muy bien expresa el propio Kissinger, “bajo estos términos venía a hipotecarse el nuevo orden internacional, en vez de ayudar a crearlo”. [8]

Como bien se sabe no será hasta 1933 cuando Adolf Hitler se haga con el poder por medios totalmente democráticos. La situación en Alemania se había tornado ya insostenible. Al drama de la inflación (pésima situación económica) se le sumaron el total y absoluto caos político, la revuelta de Baviera, la decisión de Stresemann de seguir con los pagos de reparaciones de guerra y la aceptación de la ocupación del Ruhr de 1923, la inseguridad social derivada de los conflictos entre derechas e izquierdas, etc. Estas razones junto con el terror que las clases medias sentían de la retórica revolucionaria de los comunistas, en torno a los cuales se habían concentrado la mayoría de los desempleados, llevaron a la presidencia del Reichstag a Hitler. Asustados también por los fracasos del gobierno en la resolución de la crisis y por vectores puramente socio-económicos, agricultores protestantes, trabajadores manuales, industriales y casi todas aquellas profesiones muy ligadas a factores de origen capitalista abandonaron las pequeñas facciones de los partidos de derecha y centristas, dejando a estos totalmente obsoletos y polarizando la política alemana como nunca había ocurrido. [9]

En este momento, y con un partido NSDAP que suponía ser ya un partido cajón de sastre, es cuando verdaderamente entran en juego las fuerzas armadas y su visión de que la nueva situación política podía ser la tan esperada oportunidad de escapar de la democracia de Weimar e imponer una dictadura de carácter militar que rechazara el tan odiado Tratado de Versalles. Por supuesto, el rechazo de dicho tratado traía consigo el rearme de tan glorioso ejército cuyo objetivo se había tornado ahora en la reconquista de los territorios perdidos.

Los propios dirigentes de la República de Weimar habían intentado ya saltarse alguna de las pautas establecidas en el Tratado de Versalles. De tal modo siguió existiendo el Estado Mayor del ejército, que había pasado a mejor vida con la firma del tratado en 1919, y que ahora regía bajo el nombre de Truppenamt (Oficina de Tropas). De hecho el Gobierno de la República había dado pie a programas de creación de armamento prohibido por el propio Tratado. Este es sólo un ejemplo y aunque los intentos de evasión del Tratado son de pequeña importancia sí son numerosos.

Primeras acciones económicas de Hitler

Un año antes de ser nombrado canciller, en febrero de 1932, Hitler mantuvo diversas reuniones con magnates industriales alemanes entre los que se encontraban Krupp von Bohlen, que se convertiría entonces en un nazi entusiasta, Thyssen, I.G. Farben y Voegler. En el acta de la primera y más importante de las reuniones que Hitler mantuvo con los doce magnates de la industria consta de manera muy clara la idea que este mantiene acerca de la empresa privada. Esta es sólo concebible si el pueblo es totalmente consciente de la existencia de la autoridad. Los marxistas serían eliminados a toda costa y la Wehrmacht sería reorganizada. Este último punto sería el que más iba a convenir a Krupp, rey del armamento, a Acerías Unidas, cuyo jefe era Voegler, y a I.G. Farben, gran industrial químico y padre y productor del Zyclon B. Cuanto mayor fuera el rearme, más lucrativo sería el negocio de esta industria. [10]

En el espacio de tres semanas Hitler puso fuera de la nueva legalidad las huelgas y a los sindicatos manteniendo, según él, “la paz del trabajo.” En tal sentido, la legislación en torno al trabajador y al patrón fue ingente. La jefatura absoluta fue entregada al ‘dirigente natural de las fábricas’, esto es, el patrono. Los gerentes de negocios se sintieron de momento satisfechos. Se veían recompensadas las contribuciones de estos al partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes.

Aunque todo pintaba muy bien para los hombres de negocios afines al nuevo régimen, aún quedaban ciertos puntos del programa original del partido Nazi que todavía no se habían tocado. La nacionalización de las grandes industrias, reparto de beneficios, abolición de los ingresos no declarados y reducción de los intereses. Por suerte para los industriales esto era algo por lo que únicamente abogaba el ala izquierda del partido Nazi, encabezada por Gottfried Feder. [11] A Hitler le costó bastante convencer a los hombres de negocios de que su nuevo plan no incluía aquello expuesto en sus programas de a partir de 1920.

También antes de alcanzar plenos poderes, los dirigentes Nazis cultivaban el apoyo de industriales y hombres de negocio por medio de promesas que estaban dispuestos a cumplir. Una política económica que abogaba por la creación de empleo por medio del uso de créditos estatales para realizar obras públicas: drenaje de marismas, construcción de canales, conversión de páramos en tierras cultivables, etc.

Fue el 1 de junio de 1933 cuando se promulgó la primera ley para la reducción del desempleo. En septiembre de aquel año se promulgó la segunda ley en ese mismo sentido. La primera tenía como objeto destinar mil millones de marcos a obras públicas. De manera diferente, la segunda destinaba quinientos millones directamente a la industria de la construcción. Hasta finales de 1933 se calcula que el gobierno puso más de cinco mil millones de marcos a disposición de proyectos cuyo objeto principal era la creación de empleo y de infraestructuras. [12]

Estas medidas prometidas y puestas en marcha por el nuevo régimen llevaron a Alemania a una fuerte y rápida recuperación económica. Pero muchas son las voces que claman que Alemania se recuperó gracias a la fuerza con la que venía mejorando de por sí la economía mundial y a unas afortunadas condiciones únicas dentro de la propia Alemania. [13] Sí podemos decir con certeza que la confianza del sector de los negocios como resultado de la estabilidad política que representaba el Tercer Reich junto con la gran mejora del mercado laboral germano ayudaron a nivel nacional a un relanzamiento de la economía del país. [14]

Un Tratado ignorado

La salida de Alemania de la depresión en la que se veía sumida la economía mundial tenía un objeto primordial. Este no era aumentar un posible estado de bienestar en el país o conseguir entre la gente una grandísima aceptación, que aunque podían ser objetivos secundarios, como digo, no eran los fundamentales.

Todo el gasto público que Hitler estaba acometiendo apuntaba hacia una sola cosa. Todo esto era parte de la preparación para la guerra que el Führer estaba ya gestando. [15] Mucho estudiosos están de acuerdo en que a principios de 1933 el régimen Nacional Socialista hizo unos programas de obras públicas en beneficio del rearme de la nación. No es una idea injustificada pues Hitler así lo predicaba en 1933:

“Alemania debe dedicarse en los próximos cinco años al rearme del pueblo alemán. Todos los planes de creación de empleo que reciben ayuda pública deben ser juzgados por el criterio de si son necesarios desde el punto de vista del rearme del pueblo alemán. Este principio debe figurar siempre y en todas partes en primer término. […] El lugar de Alemania en el mundo estará condicionado decididamente por el lugar de las Fuerzas Armadas alemanas. Y la posición económica del país también depende de ello”. [16]

La respuesta a la pregunta acerca de cuándo tenía Hitler pensado romper abiertamente con el Tratado de Versalles es fácil. Lo antes posible. El 14 de octubre de 1933 Hitler abandona la Conferencia Internacional de Desarme. Lo hará por una simple razón, por miedo a que la demanda de paridad establecida por Alemania fuera cumplida, desbaratando su plan de libre rearme. De hecho, una semana después, Alemania renuncia a su lugar en la Liga de las Naciones. Fue a principios de 1934, habiéndose deshecho ya de cualquier nexo con la comunidad internacional, cuando Hitler anuncia la política de rearme alemana.

En concordancia con sus objetivos militares y políticos, los líderes del recién creado Tercer Reich y del entonces Reichwehr (ejército) empezaron el proceso de creación de un gran ejército. Hitler afirma ya en estos momentos que todos los recursos de la nación se pondrán al alcance del Wehr, pues es en el ejército donde Hitler ve un punto esencial para alcanzar sus objetivos en política exterior.

Como era de esperar el despegue de la industria en general y en concreto de la armamentística fue ingente e inmediato. Ya se había roto con el Tratado de Versalles y el programa de rearme se había camuflado bajo el falso nombre de un supuesto programa de creación de empleo, el programa Schleicher. [17] Este programa, también conocido como  el programa Reinhardt para la creación de empleo, fue la vía elegida por el gobierno nazi para efectuar una intervención estatal sobre la economía pues ayudaba a estabilizar el sistema político y social, y más importante todavía, dirigía los recursos financieros y materiales, directa e indirectamente, hacia los proyectos que contribuían a asentar las fases iniciales del rearme y revitalización de las Fuerzas Armadas de Alemania. [18] A la cabeza de este gran proyecto de rearme se encontraba el Consejo de Defensa del Reich, creado por Hitler el 4 de abril y cuyo objetivo era el de optimizar el rendimiento de la industria para estimular este nuevo y ya no tan secreto programa de rearme. [19]

La industria y el rearme

“Ahora que la violación del Tratado es tan clara y frecuente, que el Gobierno alemán lo negara nos dejaría en ridículo; por otro lado si los alemanes no lo niegan [la acusación de rearme], puede que nos encontremos con una declaración oficial del Gobierno alemán afirmando que ya no se consideran atados por la Quinta parte del Tratado”. [20]

En este comunicado dirigido desde la Foreign Office británica a su embajador en Berlín en octubre de 1934 describe perfectamente cómo se estaba observando y teniendo en cuenta el rearme germano. De aquí lo que verdaderamente importa es la obviedad con la que ya en 1934 los alemanes estaban dotando a sus ejércitos, más que la preocupación que les empezaba a ahogar.

Las ansias de Hitler, no sólo por dar comienzo al rearme, si no por darle total y absoluta prioridad, desembocaron en una inclinación absoluta de la economía sobre el ejército. Para Hitler eran necesarios “miles de millones” de marcos. En un principio los 50 millones de marcos que el ejército había solicitado ya en 1932 eran una modesta suma. Para el Führer no era suficiente la prioridad con la que se había dotado al ejército en la asignación de los recursos del programa de recuperación económica, por lo que en abril de 1933 concedió pleno control del presupuesto de rearme a las mismas fuerzas armadas.

Poco después ya se había elaborado un registro de 2.800 empresas a las que se podían realizar pedidos de armas. Entre estas mismas empresas se encontraban más de la mitad en los sectores del hierro y de la metalurgia, del acero y del diseño y tecnología y de los vehículos de motor.

Por supuesto aquí entran en juego empresas del sector público como por ejemplo las Hermann Goering Werke. Esta sociedad del sector metalúrgico nació en 1937 en virtud de una Orden del “responsable del plan de cuatro años”. Tiene como objeto intervenir allí donde la industria privada vea demasiado arriesgada la transformación y la explotación de minerales de hierro pobres.

El primer plan de cuatro años

Entre 1933 y 1939 se sucedieron dos planes conocidos como los “planes de cuatro años”. El primero discurrió desde 1933 hasta 1936 y el segundo da comienzo a finales de 1936. [21]

Como es obvio, el objetivo esencial de ese primer plan de cuatro años fue el de revitalizar la economía alemana mediante el fomento del empleo por medio del gasto e iniciativa pública. Hemos de tener en cuenta, como ya se ha mencionado, que todo aquel gasto tenía siempre como objeto indirecto el rearme y la revitalización de las Fuerzas Armadas de Alemania. También se hace necesario comprender la razón por la que el objeto esencial de dicho plan fue el de la revitalización de la economía y la lucha contra el desempleo: la malísima situación económica.

El ya mencionado “Plan Reinhardt” supuso un gran y ambicioso proyecto de construcción de infraestructuras. Combinaba incentivos fiscales indirectos, como bien pueden ser rebajas de impuestos, con inversión pública directa en canales, vías de ferrocarril y autopistas y se englobaba dentro del primer plan de cuatro años.

 El resultado de este primer plan fue el de una gran expansión de la industria de la construcción entre los años 1933 y 1936. En 1933 únicamente 666.000 alemanes trabajaban en el sector de la construcción. En el año 1936 el número de trabajadores en dicho sector alcanzó los dos millones. En concreto la construcción de las famosas Autobahn se estaba expandiendo a toda velocidad. [22]

El sector más importante del gasto público en estos cuatro años de plan económico fue el de la construcción de carreteras y autopistas. Este exigió 1.612 millones de RM. A esto le sigue la construcción de inmuebles, tanto privados como públicos, que exigió un total de 200 millones de RM. Se puede apreciar muy claramente la diferencia entre una y otra inversión. Este gasto, sumado al de caminos, canales, puentes, embalses, etc., llegó a alcanzar los 5.000 millones de RM en apenas dos años. [23]

La Alemania de Hitler no fue el primer régimen en crear un primer sistema de autopistas. Ya en 1932, antes de que los Nazis tomaran el poder, se construyó una autopista de unos 23 kilómetros a lo largo del Rhin. Incluso antes, en 1924, una empresa privada había comenzado lo que para Hitler sería un prototipo que él mismo retomaría. Un proyecto que dio comienzo en Hamburgo, Frankfurt y Basilea, y que se vio hundido en el fracaso debido a la Depresión. [24] Esto fue lo que impresionó a Todt, un ingeniero civil muy afín a las ideas del nazismo y que impulsó la construcción de este esencial sistema de infraestructuras. [25]

El 27 de junio de 1933 el gobierno de Hitler promulgó su primera ley autorizando la construcción de un nuevo tipo de carretera, la Reichsautobahnen. Carreteras de doble sentido que establecerían una red de comunicaciones que permitiría el transporte de ciudadanos y de mercancías a velocidades antes desconocidas. Por supuesto, su construcción tenía la total y absoluta aceptación, no sólo de Hitler como es obvio, si no de los máximos dirigentes del Reichswehr pues estas infraestructuras eran estratégica y militarmente muy beneficiosas.

La construcción de estas autopistas sacó del desempleo a millones de alemanes y sería correcto afirmar que directa e indirectamente estas eran de un gran valor para el ejército.

Fue Todt quien convenció a Hitler de las consecuencias positivas de su construcción. En 1935  Todt ya contaba con un total de 80.000 trabajadores en lo que se ha conocido como una de las construcciones más rápidas de la historia. 5.000 kilómetros construidos en menos de cinco años así lo demuestran. Su diseño debía adaptarse a la belleza del paisaje natural y asumir un carácter puramente alemán ciñéndose a su vez a un estricto modernismo.

Los planes de Todt no acabaron como a él le hubiera gustado. Los proyectos menos relacionados con el desarrollo militar tuvieron que ser pospuestos. Esto, sumado al hecho de que entonces muy poca gente podía permitirse un lujo semejante a un vehículo motorizado hizo que el presupuesto se desviara más a intereses estratégicos.

A partir de 1933 la industria del automóvil empieza a crecer. La ventas aumentan pero en ninguno de los casos se puede comparar el uso de los coches en Alemania con el del resto de Europa ni mucho menos con el de los Estados Unidos.. [26] En 1935 únicamente un 1,6 por 100 de la población alemana poseía algún tipo de vehículo a motor. Comparado con un 4,9 por 100 en Francia o un 4,5 por cien en Gran Bretaña las cifras de Alemania dejan mucho que desear. [27]

De todos modos estas comparaciones en términos porcentuales no hacen sombra al gran incremento del nivel de negocio que la industria automovilística disfrutó desde la llegada de Hitler y la puesta en marcha de los diversos planes de revitalización económica.

Los beneficios de dicha industria aumentaron en casi un 350 por 100 entre 1933 y 1935. En estos tres años el número de firmas que se dedican a la producción y venta de vehículos aumenta desde 9 hasta 15 y los trabajadores del sector pasan a doblarse alcanzando los más 100.000. [28]

Hitler logró ponerle una rápida solución a tan gran déficit. Su promoción de los deportes de motor y la reducción de los impuestos sobre la propiedad de los vehículos incrementó en un 40 por 100 el número de trabajadores en el sector del motor sólo entre marzo y junio de 1933. La producción se duplicó entre 1932 y 1933 y de nuevo en 1935.

 Tal fue el crecimiento de la industria del automóvil en Alemania en los últimos años de la década de los 30 que Daimler Benz se mostró muy cautelosa en lo referente a la producción de vehículos pues, de concluirse con éxito el programa de rearme, la firma podría verse con numerosas plantas inutilizables. [29]

Parece ser que al final las Autobahn no fueron ni tan usadas ni tan eficaces como se esperaba. Su valor práctico había mostrado ser muy limitado. El ejército apenas utilizaba estas vías pues el transporte de tropas se realizaba por medio del sistema ferroviario (muy desarrollado en Alemania) y el asfalto no aguantaba el peso de los carros de combate y demás blindados.

Solo después de que su construcción diera comienzo Hitler se decidió a crear un coche que permitiera a sus ciudadanos medios la posibilidad de utilizar las Autobahn. [30] El coche privado era para Hitler parte del futuro tecnológico. Todo alemán debía tener uno en propiedad. La campaña que se hizo del llamado “coche del pueblo” tuvo un grandísimo éxito. Un vehículo que el Frente Alemán del Trabajo financiaría y que alcanzaría el millón de ejemplares construidos cada año. [31]

Hitler fue el mayor impulsor de este programa, al igual que del segundo. En estos planes tenía invertida la esperanza y revitalización del pueblo Alemán. Se dejaba ver, viajaba por Autobahn, animaba a la producción.

El Führer fue visto el jueves en Essen, el viernes en las fábricas Krupp y en los campos de trabajo de Alemania occidental […]”. [32]

A la vez que se desarrollaba este primer plan de cuatro años Hjalmar Schacht fue nombrado nuevo Presidente del Reichsbank (1933). Su primera acción fue la de crear unos bonos que vendrían a denominarse MEFO y cuyo fin era el de financiar la industria militar. Esto suponía una nueva forma de financiar el déficit de la nación. Sería el Instituto de Investigación Metalúrgica (Metallurgisches Forschungsinstitut MEFO) el encargado de emitir dichos bonos con aval del Estado. [33] De tal modo este tipo de bono fue exclusivamente utilizado para financiar el rearme militar, tal que desde 1934 hasta 1936 supuso el 50 por 100 del gasto armamentístico. La mayor ventaja de estos bonos fue el secretismo que los rodeaba, especialmente útil durante los primeros años del programa de rearme.

Lo que más puede interesar del Dr. Schacht es el plan que elaboró y que puso en práctica en septiembre de 1934. Aunque no tiene una denominación ampliamente aceptada, en los círculos anglosajones se lo conoce como el “New Plan”.

El gobierno se hizo consciente de la situación económica y como consecuencia nombró a Schacht ministro de economía en julio de 1934, dotándolo de mayores poderes para poder hacer frente al creciente déficit.

Este plan tenía como misión atajar las preocupaciones del gobierno acerca de la deuda exterior y de la balanza de pagos. [34] Uno de los mayores temores de Schacht era que esta situación dificultara de algún modo la importación de materias primas. Para establecer de manera más clara la situación en la que se encontraba la balanza por cuenta corriente alemana cabe exponer los siguientes datos: de un superávit de 667 millones de RM en 1933 se pasó en 1934 a un déficit de más de 284 millones. [35]

Las acciones tomadas por el recién nombrado ministro fueron las de imponer una moratoria sobre los pagos de la deuda exterior alemana y desarrollar un nuevo y extenso programa económico. El New Plan se había diseñado para que el comercio exterior alemán se adaptara a las necesidades del rearme. [36]

La moratoria sobre los pagos de las deudas de guerra permitió que la mayoría de los capitales acumulados se empleara en empréstitos estatales y en la industria militar.

Desde el punto de vista de Hitler, el Dr. Hjalmar Schacht era el mejor gestor financiero que podía encontrar. Un hombre afín al régimen y convencido de la necesidad de rearme. No solo estaba convencido si no que sabía cómo hacerlo. La mayoría de sus medidas, si no todas, iban a potenciar dicho rearme, ya fuera de manera directa o indirecta.

Semejante utilización del capital, dedicándolo a la inversión en la industria militar, podría causar tensión social y descontento obrero debido a la disminución de los bienes de consumo disponibles que esto crea. Por ello es ahora cuando de verdad se hace patente que únicamente se puede llevar a cabo esta política con un régimen semejante y a gran escala. [37]

A su vez, y como punto esencial de este New Plan, el Estado estaba “obligado” a intervenir a favor de sus exportadores. En contra de su voluntad por corregir su balanza por cuenta corriente se encontraba el hecho de que Alemania estaba siendo aislada del mundo. La devaluación y los acuerdos clearing [38] fueron de esencial importancia para incentivar la exportación. [39]

El comercio exterior alemán se iba a ver sumergido en un constante control estatal, muy especialmente de las importaciones. Estas se limitarían a necesidades alimentarias, materias primas y bienes semi-manufacturados.

Alemania consiguió aprovecharse de la pésima situación económica y política de las regiones del sudeste europeo, que desde el final de la Gran Guerra habían sufrido una falta de unida política y social severa. Ya en 1930, esta inestabilidad junto con unas fuertes deudas financieras hicieron a estos Estados abrirse a cualquier solución que una potencia occidental pudiera ofrecer, entre ellas Alemania.

Fue en esa región donde el Reich encontró un nuevo mercado para sus exportaciones.

El New Plan fue un éxito en cuanto a los objetivos armamentísticos y financieros a corto plazo se refiere. Por otro lado, de él se dice que fracasó al enfrentarse a los requerimientos del rearme a largo plazo. [40] Fue abandonado en 1938.

El balance final de la actividad de estos cuatro años es muy positivo. Entre 1933 y 1936 ambos planes, el New Plan y el primero programa de los cuatro años, habían ayudado a reducir el desempleo desde los 4,8 millones hasta los 1,6. De esa creación de aproximadamente 3.2 millones de empleos se estima que cerca de un millón se debieron a la construcción de coches y de carreteras (puestos directos e indirectos) y que el resto se dividía entre industrias como la minera, textil, química, etc.

Del mismo modo la exportación, como hemos dicho, aumentó hasta un 45 por 100 en este periodo. La industria textil aumentó sus exportaciones hasta en un 62 por 100 y los bienes de equipo en un 28 por 100.

Aunque el gasto militar había incrementado significativamente, de 750 millones de RM hasta cerca de los 3.000, sería en la segunda etapa de desarrollo cuando este se dispararía. [41]

En lo referente al capital medio de las sociedades por acciones, en 1933 este era de 2.256 millones de RM, y en 1936 había alcanzado los 2.669 millones. Esto suponía que el incentivo establecido por el Reich para la empresa privada estaba funcionando. De estas cifras podemos extraer un baremo fiel de la realidad del momento. [42]

El segundo plan de los cuatro años [43]

En otoño de 1936 Hitler lanza la siguiente declaración:

En cuatro años Alemania debe de ser completamente independiente del extranjero por lo que respecta a todas las materias primas que pueden ser fabricadas de una forma u otra por el genio alemán, por nuestra industria química y por nuestra mecánica, así como por nuestras minas. La construcción de esta gran industria alemana de materias primas ocupará de forma económicamente útil a las masas y supondrá el final de nuestro rearme. [44]

Es de una mayor importancia el segundo de los planes de cuatro años cuyo objeto era en esencia, como bien se puede concluir del texto anterior, la independencia económica del Reich. Hitler siempre había tenido como objeto que Alemania alcanzara la autarquía. El desarrollo de este nuevo plan obligó a la administración a crear ciertos órganos a los que se les encomendó motivar a la empresa privada a invertir en ciertos sectores que eran de gran interés para el propio Estado. El incentivo por parte de las administraciones venía de la mano de ofertas especiales de fábricas e incentivos fiscales.

Por supuesto, y como se ha repetido en innumerables ocasiones, prevalecían para el Estado aquellas empresas que se encontraran en sectores de especial interés para la movilización y producción militar. De tal modo, desde el propio gobierno, no se permitió que las empresas que no tuvieran una relación directa o indirecta con la industria militar acaparasen tanto mano de obra como materias primas que podrían ser de gran provecho para el sector por excelencia de Hitler, el relacionado con el rearme.

A la cabeza de este plan se encontraba Herman Göering, nombrado también comandante en jefe de la Luftwaffe, o fuerza aérea alemana.

La autarquía ya mencionada vendría de la mano de la satisfacción de las necesidades materiales del programa de armamento a través de una explotación intensiva de los recursos naturales de la nación y el aumento de la producción industrial y de las materias primas sintéticas.

Salió a la luz en agosto de 1936 y obligaba al descenso de la importación de materias primas al igual que de exportaciones. Llegó el momento de la denominada home production que básicamente daba por empezada una política que debía conducir a la autarquía. Esta política podía evitar que Alemania se viera afectada por posibles bloqueos de otras potencias y la dotaba de una fuerza superior en el ámbito diplomático. Hitler había vivido muy de cerca el aislamiento de la Gran Guerra.

Se le dio prioridad a materias primas como el caucho, el petróleo, textiles y metales ligeros.

Schacht ya había advertido de que la única política económica que podía acabar con la crisis del Reich era aquella que ralentizara el rearme, opinión que mantenían a su vez economistas y grandes industriales del carbón, del acero y del hierro. Esto repercutiría de manera muy positiva en la economía permitiendo que la nación aumentara las exportaciones y adquiriera deuda exterior, tan necesitada para la compra de materias primas.

Hitler, como era de esperar, hizo caso omiso a Schacht por razones obvias, como era la de la necesidad de ralentizar el rearme militar. [45] Dimitió del cargo de ministro de economía en noviembre de 1937 y fue sustituido por Walter Funk, afín al nuevo plan.

Göering enseguida procedió a la creación de seis departamentos, cada uno de los cuales cubriría los seis sectores más importantes de la economía del Reich para el rearme. Entre estos estaba el de la oficina de materias primas alemanas, que se convirtió en la “agencia central” del plan de los cuatro años y era responsable de la producción de las mismas. El resto de departamentos tenían una menor importancia pues no asumen, al igual que el primero, ninguna tarea de gestión económica.

Estos departamentos eran los siguientes (a parte del ya mencionado): de distribución de materias primas; del empleo de la mano de obra; de la producción agrícola; de la formación de los precios; de la cuestión de las divisas.

El objeto de estos era orientar a las empresas a la consecución de los objetivos del plan. La administración del mismo podía incluso fijar los precios con el fin de promocionar ciertos productos haciéndolos particularmente rentables. Tenía pues, un papel organizativo; “debe allanar el camino de las empresas privadas encargadas de los pedidos militares y de la producción de sucedáneos.” [46]

En lo referente a la producción agrícola y al empleo de la mano de obra se ha de hacer referencia a que Hitler seguía una política de vuelta a la tierra a través de la cual se imponía una limitación del uso de la maquinaria para reabsorber el desempleo. El régimen tenía puestos los ojos en la agricultura como medio tanto para alcanzar la autarquía como para crear empleo. 

Pese a esta idea inicial, desde 1933, y muy especialmente a partir de 1935 y hasta 1938 desaparecieron 140 aldeas como consecuencia de las compras forzosas de terrenos por parte del ejército; se desplazaron o disolvieron 225 comunidades rurales; la construcción del llamado “muro occidental” causó la desaparición de 5.600 explotaciones agrícolas con 130.000 hectáreas de tierra. [47] 1.450.000 trabajadores abanaron la agricultura. [48]

La producción alimenticia no alcanzaba entonces aquella de 1913 y Göering se tuvo que esforzar para incrementar la producción de alimentos dentro de Alemania mediante la concesión de créditos para la compra de maquinaria, descuentos en fertilizantes, incentivos sobre el precio para ciertas producciones, etc., pero siempre con el requisito de que estos cultivos proporcionaran materias primas para la industria textil.

Aunque en 1939 Göering había logrado la autosuficiencia alimentaria en cuanto a comestibles básicos como patatas, legumbres o huevos se refiere, aún se debía acudir a las importaciones para la satisfacción de buena parte de la demanda. [49]

Durante el plan de cuatro años que precedió al que ahora nos ocupa se da una notoria evolución de la industria pesada en Alemania. Esta es de vital importancia pues supone un pilar esencial sobre el cual se apoyará toda la economía de la nación pero sobre todo donde se apoyará el programa de rearme.

Anterior a 1933 nos topamos con una industria pesada que disponía de una enorme reserva de poder de producción pues únicamente funcionaba a un 30 por 100 de su capacidad posible. En este sentido no hizo ninguna falta que esta tuviera que ser reactivada ni modificada su orientación de producción. Simplemente hubo que explotar esa capacidad.

Aumento de la producción del hierro y del acero 1932 – 1936 [50]    (Millones de Tm.)

Años

Hierro

Acero

1932… … … …

1933… … … …

1934… … … …

1935… … … …

3.936

5.268

8.736

12.540

5.772

7.584

11.880

16.104

Bien se puede ver la evolución de la producción anual de hierro y de acero impulsada por los pedidos de carácter estatal. Entre 1932 y 1935 la producción de hierro se multiplica por más de tres y la de acero por algo menos, por 2.8. Se llega incluso a las cuotas de producción del ejercicio de 1927-1928, cifra que será superada en 1936. [51]

En términos generales el índice de producción industrial aumenta desde 1932 hasta 1936 en casi un 100 por 100. [52]

Como hemos visto, es en el año 1936 cuando Hitler da un vuelvo a su política económica con el objeto de potenciar más el rearme militar, de alcanzar la autarquía y de dar comienzo a una expansión imperial hacia el este (lebensraum). Estos objetivos harán que la industria del país se vea muy beneficiada.

Los primeros meses del segundo plan de cuatro años se ven caracterizados por el debate en torno a la autosuficiencia en cuanto a minerales se refiere. A principios de 1936 surge la cuestión de si Alemania debería desarrollar fuentes propias de abastecimiento de hierro y de acero para evitar la dependencia de otras potencias. Llegó al punto en el que esto se veía como una necesidad para poder seguir cumpliendo con el programa armamentístico, era una necesidad geopolítica.

El hecho de que Hitler tuviera un objeto más a gran escala que en los últimos cuatro años, es decir, acelerar la preparación para la guerra y expandir las fronteras políticas y económicas, hacía que tuviera mucho sentido el intentar garantizar el abastecimiento de las materias primas suficientes para una producción militar a gran escala.

El plan de autarquía no beneficiaba tanto a las empresas privadas como se puede creer. Se había eliminado uno de los mayores mercados, el exterior, que vendría a ser sustituido por pedidos del Estado, el cual, a partir de 1936, había intervenido de manera insistente en la economía.

Las críticas por parte de los grandes industriales, o “barones del acero” como se los denominó, fueron contestadas por el propio Göering por medio del argumento del apoyo a la comunidad. Entre estos barones se encontraban personajes como Thyssen, Krupp o el propio Voegler. [53] Estos hombres eran la élite del Ruhr, la región industrial alemana por excelencia y donde se encontraban los mayores yacimientos de mineral y de carbón de toda Alemania.

El hecho de que estos representantes de la industria alemana criticaran el nuevo plan económico no significaba que a la postre no fueran de entre los más beneficiados por el mismo. La autarquía obligó al régimen a la creación de una industria de materias primas nacionales, abriendo a su vez nuevos mercados a las industrias siderúrgicas, mecánicas y químicas. A parte de que la demanda, proveniente en su mayor parte del Estado, se concentraba en un puñado de empresas privadas. A pesar de ello estas estaban sujetas al Estado, que decidía los niveles de inversión y de beneficios.

Beneficios de las empresas líderes del hierro y del acero 1933 – 1938 [54] (Millones de RM)

Stahlverein

Krupp

1933/4 … … …

1934/5 … … …

1935/6 … … …

1936/7 … … …

1937/8 … … …

8.87

21.24

22.85

27.01

27.60

6.65

9.69

14.34

16.22

21.11

En la tabla superior se puede apreciar el aumento de los beneficios de estas dos grandes empresas de la industria del acero y del hierro. Vemos el gran aumento de los mismo a lo largo de los dos o tres primeros ejercicios pero ya no tanto de los siguientes.

Será a partir de 1937 cuando las críticas contra el dirigism del Estado se hagan más patentes e incluso públicas a partir de la reunión que mantuvieron en Düsseldorf en agosto de aquel año los barones del hierro y del acero, miembros del Stahlwerke, la mayor unión de industriales del acero del país. La decisión de Göering de crear una organización pública del acero y del hierro había echo saltar las alarmas entre los industriales, que se planteaban firmar un memorando conjunto en contra del intervencionismo estatal. La Reichswerke Hermann Göering no solo iba a explotar las minas de minerales, sino que tenía como objeto que el producto final de esta industria fuera el hierro y el acero tratados, creando en cierto sentido un by-pass con el Ruhr para asegurarse el aprovisionamiento para el rearme.

Göering, que para entonces ya había sido dotado de poderes suficientes como para controlar la industria del Reich, abogaba incluso por la expropiación de terrenos ventajosos para la industria y que, a su parecer, no estuvieran siendo explotados de manera provechosa en favor de la nación.

Por miedo al aislamiento político, la gran mayoría de los industriales que se habían reunido en Düsseldorf proponían ser cautelosos. Al final no se firmó ningún memorando y días después de la decisión el propio Göering remitió a Voegler una cinta con las grabaciones de las reuniones que se habían mantenido.

El resultado de la polémica fue el de la escisión de empresas en otras más pequeñas y la creación de asociaciones y sindicatos para poder luchar contra el objetivo intervencionista de Göering. La industria adoptó una estrategia egoísta de interés propio. Al caer los industriales caía también el por entonces ministro de economía Hjalmar Schacht, que fue aislado junto con economistas afines y dimitió a finales de 1937.

El Reichswerke se benefició muchísimo de las nuevas conquistas y anexiones del Reich que vendrían más adelante.  De hecho incorporaba a sí mismo los recursos de estas nuevas regiones y los explotaba. En estas confiscaba los negocios y directa o indirectamente sometía a presión a sus accionistas para que “mal vendieran” sus acciones a la compañía. Todo ello se hacía bajo legitimación de la legislación de arianización de la economía. En Austria, Checoslovaquia y la URSS, la compañía se hizo con el control de casi todo el output de hierro y de acero.

Fue mediante esta política como el Reichswerke se convirtió en la mayor empresa productora de armamento y de materias primas de toda Alemania. Pero también producía bienes de consumo y derivados del grano, al igual que carbón y lignito. De hecho en los años previos a la guerra llegó a producir por medio de los recursos propios de Alemania hasta el 58.1% de hierro y acero tratado, el 25.7% del carbón, el 20.7% de lignito y el 20.3% de bienes de consumo derivados del grano, del total de su producción. El resto lo obtenía de países como Austria, Checoslovaquia o más tarde Polonia. [55] Fue a partir de 1939 cuando el consorcio Göering adquirió más importancia debido a la ocupación de los territorios y a la posibilidad de poder explotar sus recursos.

Queda claro pues cómo el Reichswerke Herman Göering (también conocido como Herman Göering Werke) fue un concierto o consorcio de empresas públicas y privadas que se encargaba de la explotación de aquellos minerales que no resultaban rentables a la industria del sector privado debido, sobre todo, a que estos tenían un escaso contenido metálico. De esta manera casi alcanzó un monopolio sobre la industria pesada. Su creación tuvo como objeto mantener los beneficios del gran capital, es decir, proteger el beneficio de las industrias metalúrgicas y mecánicas sin renunciar a la explotación de los yacimientos nacionales, lo cual va en consonancia con la política autárquica del Reich. Más tarde, en 1938, adquiriría más poder aún por medio de su fusión con otro concierto empresarial, el Borsig A.G.

Su extrema politización, su apoyo incondicional a la política de rearme y sus ansias de abarcar más de lo que se podía gestionar hizo que no se alcanzaran en ningún punto sus máximos niveles productivos posibles. Es probable que la gestión privada hubiera sacado más provecho del concierto. De hecho, Hitler propuso su gestión a expertos de la industria metalúrgica del Ruhr, que se negaron.  

Pese a la gran movilización industrial que se dio a lo largo de este segundo plan, todavía a finales de 1937 se dan racionamientos de hierro y de acero debido al bajo nivel de dichas materias en stock.  Esta escasez estaba retrasando la manufactura de bienes de equipo y bienes militares.

La situación resultó ser mucho peor con referencia a la escasez de estaño, cobre, níquel, zinc, plomo y demás metales no férreos.

De hecho varios miembros del Estado Mayor, como el Tte. Coronel Fritz Löb o el General Thomas afirmaban que la escasez de todas las materias primas mencionadas había retrasado incluso hasta 1944 la fecha fin del programa de rearme dispuesta en un principio para 1939. [56]

Así pues nos encontramos con una fuerte escasez de materias primas y productos alimenticios y semielaborados que, como hemos visto, retrasó la fecha estipulada para el fin del rearme. Pese a ello el Reich conseguía suministrar de manera efectiva a su industria. ¿Cómo conseguían tal suministro de materias primas y productos alimenticios? Recordamos cómo el III Reich abogó por una política autárquica que intentaba cerrar el mercado exterior con aquellas potencias que pudieran someter a la nación a un bloqueo. Estas eran las potencias occidentales. Por otro lado abrió un nuevo mercado de intercambio muy ventajoso con las naciones del sureste europeo. [57]

Efectivamente fue de aquí de donde provenían el resto de materias primas necesarias para lograr la consecución de este segundo plan de cuatro años. El 55,6 por 100 del total de las exportaciones venía de Europa. Ya en 1938 las importaciones provenientes de Inglaterra se habían conseguido reducir hasta el 5,6 por 100 del total, así como con Irlanda a un 0,3 por 100. [58] A pesar de ello las importaciones provenientes de las posesiones del Imperio Británico alcanzaban el 10 por 100 del total.

Pese a ello Alemania podía respirar hasta cierto punto tranquila. El 48,1 por 100 de sus importaciones en 1937 venía de naciones con las que el Reich permaneció relacionada gran parte de la guerra.

Por otro lado un número elevado de materias primas provenían de países de ultramar, razón por la que con el bloqueo de guerra Alemania se vería ahogada por la escasez de dichos productos. Textiles, caucho, plomo, carburantes, aceites lubricantes etc. eran de vital importancia para la movilización militar y el programa de rearme y provenían de los Estados Unidos, Argentina y demás países del continente americano. Bien conocida es la escasez de combustible que comenzó a sufrir la Wehrmacht a partir de mediados de 1944.

Distribución de las importaciones por categorías [59]    (en % del total)

Años

Productos alimenticios

Materias primas

1932 … … …

1937 … … …

1938 … … …

45,7

37,4

38,7

27,3

36,5

34,0

El auge de la producción industrial desde 1933 hace necesaria la importación de materias primas. En la tabla superior se puede observar su aumento desde 1932 hasta 1938. Este es de casi un 25 por 100. La industria es una gran consumidora de materias primas pero a su vez es una proveedora esencial del mercado interior. Lo que acabamos de ver en torno al consumo de materias primas por parte del sector industrial va en detrimento de las importaciones de productos alimenticios. De hecho, en este mismo periodo, 1932-1938, el presupuesto dedicado a la importación de hierro y de acero incrementó en un 320 por 100. Por el contrario la importación de  productos alimenticios y derivados del grano se vio reducida a casi la mitad. [60]

El caso alemán en cuanto al suministro y dependencia de petróleo se refiere es único. ¿Qué posible solución se le podía poner al problema del abastecimiento?

Alemania siempre ha tenido un lugar central entre las potencias industrializadas de Europa, pero a su vez siempre ha carecido de un abastecimiento doméstico significante de crudo y nunca se le han conocido reservas en el exterior. A su vez también carecía de un ‘gran campeón’ que se pudiera codear con las empresas internacionales de la industria del petróleo.

Alemania siempre había importado el petróleo refinado y sus productos derivados de empresas americanas y holandesas como el Standard Oil of New Jersey y la Royal Dutch Shell, que estaban considerando cortar el suministro de productos finales del crudo. Por ello Alemania consideró la posibilidad de crear una industria de refinería en su propio suelo. Estos planes se implementaron entre 1933 y 1934 con éxito pero con poca productividad.

La dependencia de Alemania del petróleo había sido siempre un lastre para su desarrollo y ya desde 1930 se le había intentado poner solución por medio de la investigación química. Como se sabe, las reservas de carbón de Alemania, en especial de la región del Ruhr, siempre han sido inmensas. Por ello, y aprovechando esta ventaja, se intentó que la nación no volviera a sufrir carencia del tan preciado combustible fósil.

De hecho, la industria del carburante sintético alemana fue la primera con éxito del mundo. La hidrogenación del carbón a alta presión o su conversión en líquido fue el proceso más exitoso de todos. I.G. Farben, una de las empresas químicas alemanas más grandes y más favorecidas por el régimen, industrializó el programa de independencia energética alemán por medio de diferentes procesos científico-químicos como el Bergius de hidrogenación y el Fischer-Tropsch, nombres que hacen honor a los químicos alemanes que asentaron las bases del proceso. [61]

Del crudo se obtenía el caucho y muchos otros materiales de vital importancia para el programa de rearme. De hecho, este segundo plan de cuatro años daba tal prioridad política y presupuestaria a la investigación del carburante sintético y a su tratamiento que este mismo plan llegó a conocerse como el plan I.G. Farben.[62] A finales de 1939 I.G. Farben se había convertido en la fuente de suministros de petróleo líder en Alemania.

Entre 1936 y 1942 se construyeron 34 plantas dedicadas a la producción de carburante sintético. Nueve de ellas seguían el proceso Fischer-Tropsch y 13 el de hidrogenación y sus productos finales eran carburantes primarios, aceites lubricantes, de motor, carburantes diesel, gasolina, etc. Su consumo de materias primas como el carbón bituminoso o alquitrán era ingente. [63] Para hacerse una idea de la magnitud de la inversión valdría con señalar que Inglaterra únicamente contaba con una sola planta.

Entre 1936 y 1939 el segundo plan de cuatro años había conseguido doblar la producción de carburante sintético y la producción de caucho aumentó desde cero hasta las 22.000 toneladas. Hitler llegó a afirmar que este carburante no era para la motorización, sino que desde un principio iba a ser dedicado a hacer la guerra. [64]

Pese al gran intento de alcanzar la independencia energética, todavía en 1939 Alemania tenía que importar el 50 por 100 del petróleo que consumía.

Algunos estudiosos afirman que en los inicios del régimen Nazi este proyecto de desarrollo de carburantes sintéticos tenía la misma importancia y posibilidad de progreso que el que abogaba por la creación de una industria propia del crudo, cada vez más posible entonces debido a los avances técnicos. Sería a partir de 1939 cuando verdaderamente se desarrollaría de manera masiva la producción doméstica de carburante. [65]

El desarrollo de la industria de carburantes sintéticos requería de ingentes cantidades de carbón. En concreto esta industria consumía unos 6.7 millones de toneladas anuales. Estas cifras no parecen ser demasiado grandes si las comparamos con la producción de carbón a nivel nacional entre 1933 y 1939.

Producción de carbón en Alemania 1933-1939 [66]    (000 toneladas)

Año

Producción total

1933 … … … …

1934 … … … …

1935 … … … …

1936 … … … …

1937 … … … …

1938 … … … …

1939 … … … …

109.905

124.891

143.013

158.407

184.489

186.186

187.956

Como bien se puede ver en el cuadro 6.7 millones de toneladas apenas supone un 3 por 100 del total de la producción. Pese a ello el resto de industrias que se englobaban dentro del programa de rearme requerían muchísimo carbón. Hasta tal punto que la escasez de este mineral fue el mayor problema, dentro del sector de materias primas, al que tuvo que enfrentarse la Administración del segundo de los planes de cuatro años. La escasez media aproximada era de entre 6 y 11 millones de toneladas anuales.

El sector del carbón fue uno de los más intervenidos por el Estado y uno de los peores ejemplos en cuanto a relación industria-Estado se refiere. La falta de equipamiento, condiciones y preparación en general desembocaron en una escasez que casi no pudo satisfacerse ni antes ni durante la guerra y fue uno de los factores más importantes del fracaso logístico del programa armamentístico. [67]

Conclusiones del auge económico e industrial

Evolución del conjunto de la producción industrial alemana 1932 - 1939 [68]

Años

Índice general

1932 … … … …

1933… … … …

1934… … … …

1935… … … …

1936… … … …

1937… … … …

1938… … … …

1939 (junio) .

59

66

88

96

107

117

125

133

La intervención estatal en el sector industrial demostró ser parcial y estar mal coordinada. La extrema politización de los conciertos industriales públicos, como el Reichswerke Hermann Göering, hizo imposible una productividad óptima a lo largo de la existencia del régimen Nazi. A pesar de todo esto la producción industrial del Reich volvió a superar a la de Inglaterra, quedándose por detrás de la de los Estados Unidos y la de la URSS.

A partir de 1935 la producción industrial sufre una caída de productividad. De hecho, entre 1932 y 1936 el índice medio anual de progresión fue del 16 por 100. El periodo siguiente, el segundo plan de cuatro años, se caracteriza por tener un índice medio de progresión inferior. De hecho, se puede observar cómo entre 1933 y 1934 el aumento es de 22 puntos. Muy por el contrario entre 1936 y 1939 nos topamos con un índice medio del 9 por 100. Este significativo descenso del 44 por 100 no supone que en términos absolutos se produzca menos, sino que el aparato de producción se acerca al 100 por 100 de su capacidad “y todo aumento de la producción supone un desarrollo previo de las fuerzas productivas, es decir, nuevas inversiones.” [69]

Estas inversiones llegaron de mano del sector privado y de manera poco voluntaria. Solo a finales de 1938 se alcanzó el nivel de inversión privada en industria de 1928. Esto se debe casi exclusivamente a los ingentes pedidos de armamento y a la política de autarquía perseguida por el régimen. A lo largo de este segundo plan la inversión privada aumentó a un ritmo medio del 20 por 100 anual, poco si lo comparamos con el primer plan, en el que la inversión privada aumentó un 181 por 100 en total. [70] Sin duda, fueron las ‘garantías’ que procuraba este segundo plan liderado por Göering las que hicieron que la inversión privada empezara a mostrar cierta recuperación.

El sector industrial alemán se encontraba pues viciado por la intervención estatal y por su imposición de precios y beneficios al igual que por la escasa conformidad de muchos de los grandes industriales del momento. Pese a haberse demostrado su incapacidad para satisfacer la demanda de materias primas su capacidad industrial ha quedado demostrada como la más potente del continente europeo. A modo de figura ilustrativa bastaría con comparar los niveles productivos de Francia y de Alemania a finales de la década de los  30. Alemania producía 351 millones de toneladas de carbón y Francia 47. [71] De poco le había servido a Francia aquella política revanchista que puso en práctica en 1923 ocupando la región del Ruhr.

A pesar del ingente crecimiento, el problema de la escasez de materias primas estaría muy presente hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. El programa armamentístico diseñado a partir de 1936 era, no solo insostenible, sino que incompatible con los demás proyectos de construcciones de carácter civil.

De hecho, la escasez de materias primas había significado un parón productivo de más del 50 por 100 durante 1937, por lo que tan pronto como en octubre del año siguiente el plan inicial de cuatro años tuvo que ser ampliado en dos años más, convirtiendo la férrea política de autarquía en una más laxa que permitiera concentrarse más en la producción de explosivos, munición , caucho, carburante, etc. en detrimento de la construcción civil y de la industria del acero y del carbón. [72]

Solo mediante la innovación, como el desarrollo de carburantes sintéticos, y la importación de materias primas consiguió el Estado dotar a la industria del material necesario para proseguir con el plan armamentístico.

A esto se le añadía el problema endémico que suponía el comercio exterior para la compra de materiales. Este problema se fue haciendo mayor a medida que la demanda global fue creciendo. En este sentido es fácil percibir la importancia de los territorios adquiridos antes y durante la guerra. En Austria los alemanes consiguieron extraer grandes cantidades de hierro; en los sudetes se abastecieron de lignito, pieza esencial en el proceso químico de los carburantes sintéticos; en Bohemia el carbón, hierro y acero fueron vitales. A su vez la industria checoslovaca fue sometida a una intensa explotación.

En vísperas de la guerra las fábricas alemanas de aluminio dependían casi por completo de las importaciones, al igual que el acero de calidad superior. La producción de interior de caucho únicamente satisfacía un 5 por 100 de la demanda. El segundo plan de cuatro años había fracasado en su intento de hacer de Alemania una nación autosuficiente. [73]

Estos problemas se hicieron más difíciles debido al fracaso que supuso el no haber conseguido establecer una buena organización de la producción de guerra y de los planes de movilización bajo el paraguas de este segundo plan de cuatro años. [74]

La producción militar

El nacionalsocialismo en Alemania tiene un fuerte componente imperialista que se proyecta hacia las regiones del Este, lo que vino a denominarse como el lebensraum o espacio vital. Esta idea de expansión política y económica hacia el Este como lugar natural requería un fuerte ejército que apoyara la ocupación de las naciones que serían objeto de invasión.

Hitler mencionó en multitud de ocasiones la necesidad de “sustituir la banda de mercenarios por un ejército nacional”. [75] La creación de un gran ejército fue aprovechada por Hitler también como instrumento de reabsorción forzosa del desempleo a partir de que en mayo de 1935 se introdujera el servicio militar obligatorio.

Ya en octubre de 1933 Hitler preguntó al embajador británico si su gobierno tendría inconveniente alguno en que Alemania triplicara el tamaño de su ejército hasta los 300.000 efectivos. Tras el visto bueno Hitler procedió a ello apoyado por el tratado internacional de diciembre de 1932 que proponía sustituir ciertas cláusulas de desarme del Tratado de Versalles por una convención que otorgaría a Alemania derechos de igualdad. [76]

La embajada británica en París era informada constantemente acerca del proceso de rearme alemán. Ya en octubre de 1934 fueron conscientes de aquello a lo que se enfrentaban.

El General Gamelin [Jefe del Estado Mayor francés] me dijo [oficial de la embajada] que acababan de recibir información muy interesante acerca del desarrollo del armamento aéreo alemán… y del incremento de armamento terrestre… ahora estaba claro que el ejército que Alemania estaba preparando no era uno de 300.000 hombres incluido el Reichswehr [el ejército regular admitido por el Tratado de Versalles], sino uno de 300.000 hombres de breve servicio sumado al de los 100.000 del servicio prolongado del Reichswehr, que serían empleados para formar unidades especializadas. Si uno suma a esto la porción de las fuerzas policiales, que se organizaban en unidades y se encuadraban en barracones, y el número de S.S. y S.A. [fuerzas paramilitares] que estaban listas para el servicio en cualquier momento, significaba que Alemania muy pronto tendría a su disposición fuerzas de hasta 600.000 hombres en tiempo de paz… [77]

Desde la embajada británica no se equivocaban. Ya en junio de 1936 el Estado Mayor de la Wehrmacht estimaba que podía haber más de 800.000 hombres en el ejército. [78]

Como se viene mencionando a lo largo del estudio, la creación de un gran ejército conlleva una producción industrial que ha de ser lo suficientemente amplia como para dotar al mismo del equipamiento necesario. Esto es algo que el Estado Mayor de la Wehrmacht ya había planeado detenidamente mucho antes de 1935. Como ya se ha visto, el ejército obtuvo un control casi absoluto de la industria y dirigió en torno a sí la gran mayoría de la producción industrial del momento.

Los estudios realizados acerca de cuándo se comenzó verdaderamente a invertir en armamento son muy dispares. Las fechas varían desde 1935 hasta 1938. Lo cierto es que la mayor inversión vino de la mano del segundo plan de cuatro años liderado por Hermann Göering. La evidencia presentada en este trabajo así lo apoya pese a estar estáticamente encuadrada en dos periodos industriales de gran importancia para el Reich, los dos planes de cuatro años.

Lo cierto es que las primeras inversiones en materia militar, aunque pequeñas, son de los primeros meses de 1933. De todos modos, se hace necesario recordar que Alemania seguía vigilada estrictamente por los aliados y de ningún modo podía hacerse evidente que el capital destinado iba dirigido a asentar una nueva política armamentística. De este modo, en marzo de 1934 se elabora un calendario que prevé la producción de 17.000 aviones comerciales para 1939. El 58 por 100 de estos fue registrado como de entrenamiento. Los 4.000 trabajadores dedicados a la construcción de aviones en 1933 habían alcanzado la cifra de 72.000 en 1935.

De igual modo el gigante del acero Krupp se embarcó en 1933 en la construcción de lo que vino a denominar como “tractores agrícolas” pero que resultaron ser carros de combate. En 1934 la empresa Auto Union comenzó la producción de vehículos militares, proyecto que intentarían camuflar bajo el nombre de ”oficina central”. En noviembre de 1933 la Kriegsmarine, la armada de guerra, solicitó un total de 111 millones de marcos para equipamiento. Empresas como Borsig y Bochumer, en Berlín y Hannover respectivamente, empezaron a fabricar rifles y armas cortas, y Mauser amplió su plantilla un 55 por 100. [79]

El incremento inicial del gasto de la industria alemana en general se vio empujado por la demanda de este tipo de empresas, las cuales dieron comienzo en términos prácticos al rearme del III Reich.

Evolución de los gastos de armamento 1932/33 – 1936/37 [80]   (en miles de millones de RM)

Ejercicio

Gastos de armamento

1932/33 … …

1933/34 … …

1934/35 … …

1935/36 … …

1936/37 … …

3,0

5,5

6,0

-

12,6

Se puede apreciar en el cuadro superior cómo la evolución del gasto dedicado a armamento llega a multiplicarse por más de cuatro en el periodo transcurrido entre 1933 y 1937.

El propio Bettelheim nos confiesa que estos datos no son más que estimaciones basadas en las publicaciones de los ingresos fiscales y de la deuda pública. [81] Estas parecen aproximarse bastante a lo que fue el gasto real en armamento de la época pues coinciden con las estimaciones realizadas por Thomas Gore. Ambos afirman que en el ejercicio de 1937-38 lo gastos militares podrían haber alcanzado los 15.000 millones de RM, al igual que en el siguiente ejercicio, en que Thomas Gore afirma que al gasto militar fue de 17.200 millones, [82] mientras Bettelheim establece entre los 17 y los 18.000 millones dicho gasto.

Pese a que ni Bettelheim ni Thomas Gore son capaces de establecer el gasto aproximado del ejercicio 1935-36, es Braun (The German economy...) el que establece que este podía suponer entonces aproximadamente un 10 por 100 del producto nacional bruto (PNB), mucho más alto que cualquier país europeo de la época. [83] Bettelheim (La economía alemana…) afirma que la inversión de 1939 en armamento podía suponer casi una cuarta parte de la renta nacional. [84]

Las anteriores son simples cifras para que el lector pueda hacerse a la idea de los ingentes gastos que suponía la inversión en armamento.

De esta manera se llega aproximadamente a los 64.000 millones de RM en total. No parece ser demasiado si tenemos en cuenta la inversión inicial pensada por Hitler que ascendía a los 90.000 millones de RM.

Material militar

Hemos hecho ya un conciso repaso de la industria y economía del rearme que caracterizó al Tercer Reich entre 1933 y 1939. Ingentes sumas de capital, de materias primas y de mano de obra cuyo objetivo fue el de hacer crecer a Alemania frente al resto de potencias europeas y someterlas.

¿Pero en qué se tradujeron semejante inversión y trabajo? ¿Cuál fue el resultado de estos casi ocho años (desde enero de 1933 hasta septiembre de 1939) de rearme en términos militares?

El desarrollo tanto de nuevas técnicas de guerra como de nuevo equipamiento dotó a la Wehrmacht de un poder de destrucción nunca antes conocido. Una de las mejores fuerzas aéreas del mundo, la Luftwaffe, la mejor infantería y, sin duda, los mejores blindados fueron un resultado directo del gran programa de rearme iniciado en 1933.

Desde las famosas divisiones Panzer, hasta la evolución de los primeros caza bombarderos a reacción, el ejército alemán podía jactarse de ser el más innovador y temido.

La industria textil, agrícola y armamentística hubo de dotar de equipamiento a mas de 3.200.000 soldados alemanes que ya se contabilizaban en el ejército a mediados de 1939 y a una parte de los otros doce millones de hombres que lucharían de la mano de los alemanes hasta el final de la guerra.

La armada alemana también jugó en su momento un papel esencial, pese a que, según Hitler, era lo menos urgente, pues su principal objetivo a corto y medio-plazo era la conquista de la Europa continental y de Europa del Este.

La Kriegsmarine jugó un papel esencial en el rearme a partir de 1937, fecha en la que Hitler se hace consciente de la necesidad de desarrollar una armada que no sólo proteja a Alemania de Inglaterra sino que sea capaz de derrotar a los Estados Unidos en un conflicto abierto. De hecho, fue a partir de esta fecha cuando ordenó incrementar de cuatro a seis el número de acorazados que debían de ser construidos hasta 1944. [85]

Pero el impulso definitivo a la construcción de buques de guerra vino de la mano del denominado plan “Z”. El objetivo del mismo era alcanzar una futura flota de 13 acorazados, cuatro portaaviones, 33 cruceros y 250 submarinos.

Entre 1932 y 1939 los gastos dedicados a la armada pasaron desde los iniciales 187 millones de RM hasta los 2.390. [86] La mitad de este presupuesto a partir de 1936 se dedicó a la construcción de buques. [87]

En 1938, el Estado Mayor valoró los posibles gastos de abastecimiento de carburante para la armada en 8 millones de toneladas (6 millones de fuel y dos de gasoil).[88] Esto en un contexto en el que la producción nacional de petróleo a finales de 1939  era de 3.000 millones de toneladas de petróleo. [89]

El plan “Z” no pudo desarrollarse al completo. La falta de suministros de materias primas y el precipitado comienzo de la guerra hicieron que para 1939 únicamente contaran con dos cruceros, tres acorazados de bolsillo, dos cruceros pesados y seis ligeros, 34 destructores y buques torpederos y 57 submarinos. [90]

El poco caso que le llegó a hacer en un principio el Führer a la Kriegsmarine se debió a la mala situación naval alemana, con salidas al mar del Norte y al Báltico exclusivamente. De esta manera se hacía muy difícil poder controlar el mar. No sería hasta 1940 cuando la situación geoestratégica daría un vuelco debido a las bases facilitadas por Italia en el Mediterráneo.

La gran inversión que Hitler hizo a partir de 1940 en los bien conocidos U-boats solo puede compararse con aquella realizada en el periodo anterior a la guerra en los famosos acorazados de bolsillo o Panzerschiffe. [91] No estamos hablando de cantidad si no de innovación. El diseño de semejantes buques (gran autonomía, velocidad y fuerza de combate) venía fraguándose desde 1921.

Hitler requería de buques de gran velocidad y autonomía. La guerra naval también se dio en el sudoeste del Océano Pacífico. Bien se puede recordar el hundimiento del acorazado de bolsillo Graf Spee en la batalla de Río de la Plata, a la salida del puerto de Montevideo.

El objeto de tal autonomía era el de cortar las rutas comerciales de mayor importancia para las tropas aliadas. Estaban “diseñados para combatir a cualquier barco que no pudieran rebasar o para rebasar cualquier barco que no pudieran combatir”. [92]

Pese a que el presupuesto dedicado a la Kriegsmarine siempre fue en aumento desde el ejercicio 1933/34, este nunca superó el 25 por 100 del gasto militar, siendo en 1939 únicamente del 10 por 100 del total.

En lo referente a la Luftwaffe, esta es declarada por Hitler en febrero 1935 como la tercera arma de la Wehrmacht, nombrando comandante en Jefe de la misma a Hermann Göering. Esta declaración pública alarmó a las potencias occidentales.

La fuerza aérea alemana renació de la mano de la compañía aérea civil Lufthansa que, fundada en 1926, proveyó de entrenamiento a los que luego serían los pilotos de la Luftwaffe.

Hitler dotó a la nueva fuerza aérea de un concepto muy diferente del que se tenía en el resto de Europa. La Luftwaffe se diferenciaría del resto de fuerzas aéreas en que pasaría a ser una fuerza ofensiva.

Curiosamente a lo largo de la década de los 20 se fueron fundando aquellas empresas que aprovisionarían a la fuerza aérea con los mejores aviones de toda la Segunda Guerra Mundial. A principios de esta década Hugo Junkers fundaría su propia empresa en Dessau. El profesor Junkers formó un concierto empresarial aeronáutico que vendría a ser el mayor de Europa.

En 1922 Ernest Heinkel y Claudius Dornier crearon sus respectivas compañías. Dos años después, en 1924, Georg Wulf fundó la Focke-Wulf Flugzeugbau en Bremen. En 1938, el concierto industrial creado por tan célebres compañías pasó a denominarse Messerschmitt A.G. en honor del profesor Willy Messerschmitt, que durante años lo lideraría. [93]

Curiosamente la producción de aviones comerciales en Alemania, apoyada por el antiguo presidente de Lufthansa y entonces secretario de Estado, Erhard Milch, seguía el ritmo productivo del resto de Europa. De este modo dicha compañía aérea civil se convirtió en la más equipada del continente.

Así pues, cuando fue anunciada públicamente la existencia de la Luftwaffe esta contaba ya con más de 20.000 hombres y con 1.888 aviones de todo tipo. [94] Desde el famoso avión de transporte de personal Junkers Ju/52 hasta el mítico Messerschmitt Bf 109.

Al igual que en el caso de la Kriegsmarine un plan inicial de 1934 que esperaba poder contar con una flota total de unos 6.200 aviones para 1938 se vino abajo por la escasez de hierro y de acero. [95]

En vísperas del comienzo de la guerra Alemania únicamente contaba con unos 4.000 aviones de combate, una quinta parte de lo que se llegó a predecir que podría construirse hasta 1941/42. [96] Entonces un millón y medio de hombres, dos tercios de los cuales eran personal de Flak, [97] componían las filas de la Luftwaffe. [98]

Evans afirma que en 1935 la Luftwaffe podía contar con unos 28.000 hombres, sin contar el personal de tierra. [99] Esto supone que se dio un ingente incremento de pilotos y demás personal aéreo desde dicho año, pues Gunston y Wood estiman que en 1939 había unos 500.000 efectivos. [100]

Observando el presupuesto destinado a la fuerza aérea es fácil concluir que Hitler tenía las esperanzas puestas en ella. La Luftwaffe representaba el símbolo del inconformismo alemán frente a las cláusulas de desarme del Tratado de Versalles y había de ser potenciado como tal. La media de presupuesto dedicado al rearme de la fuerza aérea fue del 36 por 100 anual desde el ejercicio 1934/35 y del total del presupuesto militar. Se puede ver que es significativamente superior al destinado a la Kriegsmarine. [101]

El fracaso de la Luftwaffe supuso el fracaso de las otras fuerzas del ejército, pues a nivel táctico y operativo se había convertido en punto de apoyo para las fuerzas de tierra. Su fracaso estratégico tras la derrota en la batalla de Inglaterra supuso el comienzo del declive. A la Luftwaffe le faltaba dinero y con ello aviones.

La inversión en un moderno desarrollo tecnológico no llegó hasta el otoño de 1938 en que se solicitó a Messerschmitt el diseño de un avión a reacción, el Me 262. La industria aeronáutica alemana comenzó el diseño del avión a reacción que pudo haber dado la vuelta a la situación de la contienda. Para este modelo había sido desarrollado un radar nocturno y una velocidad que lo dotaba del factor sorpresa en todo combate.

Las primeras cien entregas se realizaron en julio de 1944 y el día de la rendición del Reich el número de estos magníficos aviones había alcanzado las 1,433 unidades. [102] Quizás una mayor inversión podría haber cambiado las cosas.

Así pues, la superioridad alemana derivaba de su armada de guerra, que pese a no ser extraordinariamente grande sí era efectiva, a su fuerza aérea y a sus innovadores carros de combate y vehículos blindados, de los que se construyeron unos 18.000 hasta el final de la guerra y cuyo tendón de Aquiles fue el desabastecimiento de combustible.

Ya en el verano de 1941 Hitler se había lanzado a la invasión de la URSS creyendo aún en una superioridad de la Wehrmacht que se empezaba a venir abajo.

En términos militares el primer programa de rearme se caracterizó por su interés en el desarrollo e innovación de armamento en el campo de la aviación, de la armada, explosivos, vehículos de tracción y blindajes. Fue a partir de 1936, como fue el caso del Messerschmitt Me 262, cuando se empezó a desarrollar la construcción de los diseños.

Muy probablemente la escasez de materias primas y el no haber dado comienzo a una construcción inmediata desde un principio fueron las causas fundamentales del fracaso militar del Reich. Detrás de este fracaso se encuentra el fracaso de la industria.

Conclusión

Ya hemos visto cómo en términos generales la producción industrial alemana aumentó un 100 por 100 desde 1933 hasta 1939 y cómo a pesar de ello el tan ansiado plan de Hitler de alcanzar un estado de autarquía fracasó.

Entran aquí pues diversos temas que largo se han debatido acerca de la intervención del Estado alemán en la economía e industria desde la llegada al poder del nacionalsocialismo.

Las causas de este gran fracaso económico fueron, en términos muy generales, la parcialidad y la mala organización que los gestores públicos, y en gran parte militares, hicieron de la fuerza productiva nacional. En torno al esfuerzo militar fueron dirigidas la gran mayoría de materias primas y demás recursos llevando al Estado alemán a invertir en su política armamentística en 1939 un 43,6 por 100 del total del gasto público. Es decir, un 17,5 por 100 de todos los ingresos estatales [103] iban dirigidos al rearme de la nación e industria, en detrimento de la población civil, que sufrió grandes escaseces. 

 A partir de este mismo año la escasez de materias primas se cebó con los ciudadanos de Alemania, que veían cómo se realizaba una recolección forzosa en un desesperado intento de satisfacer la demanda de hierro y de acero. Vallas metálicas de jardines, así como postes metálicos de alumbrado y las cercas de las iglesias y de las propias fábricas fueron arrancadas y sustituidas por maderas. [104]

La economía debe de conformarse con la tarea de defensa, y la de defensa con la de economía, y la política ha de encargarse de que defensa y economía se correspondan la una a la otra incrementando cada una su poder. [105]

Bien se pueden ver las intenciones del Reich en cuanto a la economía se refiere desde la llegada del NSDAP al poder.  Básicamente podría traducirse en la economía para el rearme y el rearme para la economía. Esta última parte referida al bien que podía y de hecho llegó a hacer la política armamentística a la main street alemana. Pero no fue todo como se planeó en un principio.

Y es que tan pronto como en 1936 casi todos los aspectos de la vida civil se veían ya afectados por el ansioso plan armamentístico de Hitler. De hecho, los cambios políticos más importantes llevados a cabo entre 1936 y 1938 fueron efecto directo de las consecuencias que empezaban a acarrear ya los planes de rearme. La política estatal estaba cada vez más comprometida con la promoción de las preparaciones de guerra muy a expensas de cualquier otra política.

Hasta tal punto fue así que la escasez de mano de obra únicamente llegó a darse en el plano civil, momento en el cual Hitler tuvo que reconsiderar su actitud hacia el trabajo femenino en labores administrativas y en cadenas de montaje, [106] el cual había rechazado nada más llegar al poder en febrero de 1933.

Hitler, pese a conocer a la perfección el estado económico de la nación, decidió ampliar en 1938 los objetivos de rearme que se debían alcanzar. Unos objetivos que ni siquiera los servicios del ejército habían solicitado. Ello, sumado al hecho de que aún tenía la vista puesta en la autarquía, hizo incrementar la deuda pública en un 30 por 100. [107]

Los principales ingresos estatales venían de la mano del mercado monetario, seguido muy de cerca de la financiación por medio de los impuestos. La presión fiscal empieza a aumentar a partir de 1936 debido al inicio de un aislamiento económico. De hecho entre 1936 y 1939 el impuesto de sociedades pasa desde el inicial 20 por 100 hasta el 40 por 100. Las previsiones no se cumplían y la producción debía seguir aumentando, al igual que aumentaba la industria militar, copando más del 50 por 100 del total de la industria alemana.

El gran fracaso del plan de Hitler fue el no haber previsto la escasez de materias primas que sufriría el Reich y que fue el talón de Aquiles de la industria y con ello de la Wehrmacht.

La evidencia aquí presentada sugiere que sin lugar a dudas el rearme alemán anterior a la guerra fue inmenso y en ningún momento restringido y que la economía del Reich, lastrada por una escasez crónica de materias primas, mano de obra y divisa exterior, llegara a un punto en 1939 en el que el rearme no restringido ya no era viable. Así pues es fácil concluir que la crisis que comenzó a sufrir el Reich a partir de 1939 fue consecuencia directa de las preparaciones de guerra a gran escala.   

El segundo plan de cuatro años demuestra que Hitler tenía como objetivo esencial de la mejora económica e industrial del Reich dotar al ejército de capacidad suficiente para enfrentarse a una guerra total, que requería antes (1936-39) y durante la guerra una gran movilización de la población y de los recursos. Esta se dio pero, como ha quedado demostrado, los resultados no se alcanzaron. Pese a ello Hitler se lanzó a una guerra que supuso podría ganar en mucho menos tiempo del que en realidad se disputó el nuevo orden mundial.

Todavía en 1939 el ejército no contaba con bombarderos pesados operativos. Únicamente podía hacer uso de pocas decenas de submarinos y no más de diez buques de guerra de considerable tamaño y solo unos 300 Panzer IV de último diseño. De los aviones de nueva generación sólo se habían podido construir un 11 por 100 del total y la motorización del ejército era muy lenta, pues únicamente un 8 por 100 de la producción de la industria del motor iba dirigida a las fuerzas armadas. [108] De hecho, el ejército siguió apoyándose antes y durante la guerra en la tracción animal para el desplazamiento de tropas y artillería.

   En vistas de estas limitaciones industriales y, como consecuencia, militares ¿por qué razón decidió Hitler invadir Polonia sabiendo que ello provocaría una guerra? ¿Estaban industria y ejército preparados para enfrentarse a semejante conflicto?

Tanto el mando político como el militar habían decidido que no se emprendería ninguna acción militar trascendente hasta 1942. Hitler había establecido que el segundo de los planes de cuatro años debía no sólo garantizar la independencia energética alemana sino preparar a su vez al ejército para la guerra, no dando por hecho que esta fuera a comenzar en 1939.

Pero para entonces la política autárquica no acababa de fraguarse y los objetivos industriales no se habían alcanzado. Alemania dependía aún en gran medida de la importación de materias primas, una media del 31 por 100 del total, y de productos alimenticios, siendo esta de aproximadamente un 40 por 100 del consumo nacional.

Pese a estas cifras (Alemania se encontraba al borde de la crisis en 1939) Alemania estaba mucho mejor preparada que el resto de naciones europeas juntas. Francia e Inglaterra habían sido fieles hasta el final a una política de apaciguamiento que conllevaba su propio desarme.

La política armamentística del Reich lo había dotado de una ingente ventaja diplomática y material: Gran Bretaña no estaba preparada para retar a Alemania; los EE.UU. veían muy lejos la posibilidad de involucrarse en una guerra europea; Stalin esperaba a que la iniciativa viniera del exterior. [109] Hitler se encontraba en una posición estratégica excelente y por ello arrastró a Alemania a la Segunda Guerra Mundial tres años antes de lo previsto con problemas de abastecimiento civil, pero sobre todo militar, que le costarían la guerra.

El führer quería aprovecharse de su superioridad militar frente a las dos naciones que derrotaron a Alemania en 1918, Francia e Inglaterra. Su pronta derrota supondría la posibilidad de concentrar sus tropas directamente sobre la URSS. Como es evidente, a corto plazo este razonamiento de Hitler resultó ser correcto. Polonia, Dinamarca, Noruega, Países Bajos, Bélgica y Francia había sucumbido ya a finales de junio de 1940.

Pero a partir de la derrota de la Luftwaffe en la batalla de Inglaterra la industria se resignó y el aprovisionamiento de aviones por parte de la industria descendió.

En el primer ejercicio de la guerra (1939/40) el gasto militar aumentó más de un 105 por 100[110] reduciéndose en un 9 por 100 el gasto civil. En este mismo ejercicio el gasto militar suponía ya un 29 por 100 del producto nacional bruto, llegando a alcanzar un 62 por 100 del mismo en 1944 y el 76 por 100 del total del gasto público. [111]

El consumo de bienes privados se vio limitado de raíz y los ingresos personales redirigidos hacia el esfuerzo de guerra. La industria cojeaba y acabó cayéndose, arrastrando con ella a todo el ejército.

  Alemania no estaba preparada para enfrentarse a la Segunda Guerra Mundial pero ¿qué habría pasado si hubiera esperado hasta 1942? Una industria mejor preparada podría haber construido hasta 30.000 carros de combate para entonces. Además fue en este año cuando todos los recursos de la economía fueron redirigidos hacia el ejército. Hasta este mismo año la economía alemana se vio dominada por el ejército, en vez de por prioridades productivas racionales, y la industria alemana, pese a ser capaz de construir maquinaria y armamento de muy alta calidad, no contaba con los incentivos económicos ni con la oportunidad política de hacer frente al férreo control militar ni con las materias primas suficientes.

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Nacho Mata

Bibliografía

Fuentes bibliográficas

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Fuentes electrónicas

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[1] VV.AA. La Máquina de Guerra Nazi, Madrid, Editorial Ágata, 1999, pp. 6.

[2] Thomas Gore, Brett, Blitzkrieg under Fire: German Rearmament, Total Economic Mobilization, and the Myth of the “Blitzkrieg Strategy”, 1933-1942, Calgary, National Library of Canada, 2000, p. iii.

[3] Ibid, pp. 10-29.

[4] Blitzkrieg o guerra relámpago es el término usado para referirse a la doctrina militar de ataque que implica un bombardeo inicial, seguido del uso de fuerzas móviles blindadas y finalmente el avance de la infantería.  En términos económicos suponía la posibilidad de una guerra corta y con ello menos armamento y el mantenimiento del nivel de vida.

[5] Evans, Richard J., El III Reich en el poder, Barcelona, Editorial Península, 2007, pp. 16-18.

[6] Tardieu, André, The Truth About the Treaty, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1921, p. 165. Ver www.questia.com

[7] Kissinger, Henry, Diplomacy, New York, Simon & Schuster Paperbacks, 1994, pp. 231-241.

[8] Ibid. p. 240.

[9] Evans, Richard J., op cit. pp. 19-23.

[10] Shirer, William L., Historia del Tercer Reich, Barcelona, Ediciones Océano S.A., 1981, Vol. 2, pp. 213- 217.

[11] Ibid. 236.

[12] Ambas leyes fueron denominadas como “Primer y Segundo Programa Reinhardt”, en honor a Fritz Reinhardt, secretario de Estado del Ministerio de Finanzas del Reich.

[13] Estas condiciones, según Evans, podrían ser la menor tasa de natalidad durante el periodo de 1914-1918 y de entreguerras, lo cual supuso una menor demanda de empleo más adelante.

[14] Evans, Richard J., op cit. pp. 331-335.

[15] Braun, Hans-Joachim, The German Economy in the Twentieth Century, London, Routledge, 1990, pp. 120, 121.

[16] Evans, Richard J., op. cit. p.337. DE Minuth, Karl-Heinz, Akten der Reichskanzlei: Die Regierung Hitler, 1933-1934, vol I, pp. 49-51.

[17] Ibid. p. 339.

[18] Thomas Gore, Brett, op. cit. pp. 66, 67.

[19] Shirer, William L., op. cit. p. 239.

[20] Foreign Office to British Ambassador at Berlin, Oct. 11, 1934, Documents on British Foreign Policy, 1919-1939, pp. 149-150.

Fuente: http://www.fdrlibrary.marist.edu

[21] Bettelheim, Charles, La economía alemana bajo el nazismo, Madrid, Editorial fundamentos, 1973,  Vol. 2, pp. 17-20.

[22] Braun, Hans-Joachim, op. cit. p. 84.

[23] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. 2, p. 90.

[24] Evans, Richard J., op. cit. p. 323.

[25] Boser, Ulrich, “The Third Reich’s Concrete Legacy”, News and World Report, 6/30/2003, Vol. 134, Issue 23.

Fuente: Business Source Premium.

[26] Braun, Hans-Joachim, op. cit. p. 83, 84.

[27] Evans, Richard J., op. cit. p. 326.

[28] Overy, R. J., War and Economy in the Third Reich, Oxford, Clarendon Press, 1994, p. 79.

[29] Gregor, Neil, “Daimler Benz in the Third Reich”, London, Yale University Press, 1998.

Fuente: Economic History Review.

[30] Boser, Ulrich, “The Third Reich’s…” op. cit.

[31] Evans Richard J., op. cit. pp. 327, 328.

[32] 1934, 2 de julio. La espera de Hitler, Der Angriff.

[33] Evans Richard J., op. cit. p. 345.

[34] A pesar de que en la Conferencia de Lausana de 1932 todos los pagos de “reparaciones” habían sido condonados, Alemania tenía todavía que enfrentarse con varios préstamos medio placistas que habían sido adquiridos para las reparaciones de guerra.

[35] Thomas Gore, Brett, op. cit. pp. 69, 70.

[36] Ibid. p. 71.

[37] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. 2, pp. 69, 70.

[38] Acuerdos clearing: Acuerdos del Reich para el desarrollo de sus exportaciones. Basados en la depreciación de marcos de compensación y el aumento del poder adquisitivo de los proveedores.

[39] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. pp. 58-67.

[40] Thomas Gore, Brett, op. cit. pp. 72-76.

[41] Overy, R.J., op. cit. pp. 39, 83, 84.

[42] Shirer, William L., op. cit. p. 309.

[43] El plan de los cuatro años puede ser denominado también como Plan Cuatrienal. En este estudio me referiré al mismo con la primera de las denominaciones.

[44] Congreso del NSDAP en Nuremberg, otoño de 1936. En Bettelheim, Charles, op. cit. p. 94.

[45] Thomas Gore, Brett, op. cit. pp. 84, 85.

[46] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. 2, p. 41.

[47] Evans, Richard J., op. cit. pp. 348, 349.

[48] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. 2, p. 42.

[49] Evans, Richard J., op. cit. p. 349.

[50] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. 2, p. 92.

[51] Ibid. pp. 89-92.

[52] Shirer, William L., op. cit. p. 309.

[53] Overy, R. J., op. cit. 93-98.

[54] Ibid. p. 107.

[55] Overy, R. J., op. cit. pp. 144-174.

[56] Thomas Gore, Brett, op. cit. p. 90.

[57] Los datos de este apartado hacen referencia a los años 1937 y 1938 exclusivamente.

[58] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. 2, pp. 140, 141.

[59] Ibid.

[60] Overy, R. J., op. cit. p. 117.

[61] Stranges, Anthony, Germany’s Synthetic Fuel Industries, Texas A&M University, Department of History, pp. 26. En www.fischer-tropsch.org

[62] Evans, Richard J., op. cit. p. 370.

[63] Stranges, Anthony, op. cit. pp. 18-20.

[64] Spenceley,  G. F. R., R. J. Overy and the Motorisierung: A comment, fe. 1979, Vol. 32, Issue 1, pp. 100-106, 7 pp.

[65] Kockel, Titus, Deutsche Ölipolitik, Berlín, Akademie Verlag, 2005, pp. 393. (Artículo, crítica libro. Fuente: Sabio, UNAV).

[66] R. Gillingham, John, Industry and Politics in the Third Reich, London, Cambridge University Press, 1985, p. 58.

[67] Ibid. pp. 163-166.

[68] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. 2, p. 96.

[69] Ibid. p. 97.

[70] Ibid. pp. 119-123.

[71] Kissinger, Henry, op. cit. p. 228.

[72] Thomas Gore, Brett, op. cit. p. 86.

[73] Evans, Richard J., op. cit. p. 362.

[74] R. J. Overy, op. cit. pp. 196, 197.

[75] Bettelheim, Charles, op. cit.Vol. 2, p. 91.

[76] Evans, Richard J., op. cit. p. 342.

[77] Information received by the British Embassy at Paris, October 24, 1934, Documents on British Foreign Policy, 1919-1939, pp. 168, 169.

Fuente: http://www.fdrlibrary.marist.edu

[78] Evans, Richard J., op. cit. p. 342.

[79] Ibid. p. 341.

[80] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol. 2, p. 92.

[81] Ibid. p. 92.

[82] Thomas Gore, Brett, op. cit. p. 138.

[83] Braun, Hans-Joachim, op. cit. p. 85.

[84] Bettelheim, Charles, op. cit. Vol 2, p. 95.

[85] Evans, Richard J., op. cit. p. 363.

[86] Las cifras estimadas por Evans son un 27 por 100 superiores a la estimación realizada por Overy para 1939, que opina que dicha inversión no alcanzó los 1.800 millones de RM. Ver Overy, War and Economy… p. 203.

[87] Evans, op. cit. p. 363.

[88] Ibid.

[90] Cecil C.M.G., Robert, Hitler máquina de guerra, Madrid, Ágata, 1997, pp. 160-163.

[91] VV.AA. La máquina de guerra Nazi, op. cit. pp. 58-61.

[92] Ibid. p. 61.

[93] Wood, Tony; Gunston, Bill, Hitler’s Luftwaffe, London, Salamander Books, 1977, p. 8.

[94] Ibid. p. 11.

[95] Evans, Richard J.,

[96] En cuanto al número de aviones que tenía el Reich a su disposición en el inicio de la guerra la cifras, aunque poco, varían. Evans (El III Reich…) afirma que no superaban las 4.000 aeronaves. Por otro lado Overy (War and Economy…) se atreve a establecer un recuento exacto de los aviones disponibles para el combate: 4.733.

[97] Flak o Fliegerabwehrkanone, son las unidades en las que se encuadra el personal dedicado a la manipulación y administración del armamento antiaéreo del Tercer Reich. Se considera personal de tierra de la Luftwaffe.

[98] Wood, Tony; Gunston, Bill, op. cit. pp. 12, 13.

[99] Evans, Richard J., op. cit. p. 342.

[100] Wood, Tony; Gunston, Bill, op. cit. p. 13.

[101] Overy, R. J., op. cit. p. 203.

[102] Wood, Tony; Gunston, Bill, op. cit. pp. 230-234.

[103] Overy, R. J., op. cit. p. 247.

[104] Evans, Richard J., op. cit. pp. 364, 365.

[105] Wehrwirtschaftsstab memorandum, 25 de febrero, 1936. En Overy, R. J., op. cit. p. 202.

[106] Ibid. p. 365.

[107] Overy, R. J., op. cit. p. 191.

[108] Ibid. p. 196.

[109] Kissinger, Henry, op. cit. p.354.

[110] Overy, R. J., op. cit. p. 247

[111] Ibid. p. 269.



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