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Ucrania durante la Revolución rusa

por Jorge Martín

Entre la insurrección pre-contemporánea y la lucha de liberación nacional

Si en la valoración de la Revolución Rusa resulta complicado llegar a un mínimo consenso, resulta menos complicado coincidir en que dicho acontecimiento constituye uno de los más complejos de la Historia Contemporánea, dada la rica variedad de episodios y fenómenos que se desarrollan en el contexto de la misma, de manera que, para poder hacer una interpretación lo más profunda y precisa posible, es preciso evitar análisis simplistas y planos. Dado que el estudio de la formación del régimen soviético está muy condicionado y mediatizado por ciertas tendencias historiográficas, puede resultar interesante atender a fenómenos que se producen precisamente en el proceso de derrumbamiento del mismo, fenómenos tales como los nacionalismos: Y es que, si estos tuvieron la fuerza suficiente como para contribuir a acelerar el final de la URSS, es porque constituían un movimiento socio-político de cierta entidad que aflora con el debilitamiento del régimen, pero que debía existir en estado latente. Así, aparte de en los países bálticos y caucásicos, en Ucrania surgirá en los años ochenta un fuerte movimiento nacionalista cuya configuración será resultado, en buena medida, de los acontecimientos que se van a suceder a partir de Febrero de 1917.

La lucha por la liberación nacional ucraniana

La Revolución de Febrero de 1917 suscitó grandes esperanzas en las distintas nacionalidades que formaban parte del Imperio Ruso, algunos de cuyos representantes estarían presentes en los trabajos del Consejo Especial instituido por el Gobierno Provisional para preparar las elecciones a la Asamblea Constituyente. Aunque en muchas regiones del Imperio se habían constituido Gobiernos Provisionales nacionales, parece que éstos habían llegado a acuerdos de federación con Rusia, proyectos que se verían frustrados por el Golpe de Estado bolchevique de Octubre, - o noviembre, según el calendario gregoriano -. La acción golpista de los bolcheviques provocaría tal rechazo y recelo, que los Gobiernos Provisionales de diversos territorios llegaron a proclamar la independencia, al considerar que el nuevo Consejo de Comisarios del Pueblo no era ni legal ni representativo y que no ofrecía ninguna garantía democrática o constitucional, sospecha que se vio confirmada cuando pocos días después, los seguidores de Lenin clausuraban, también por la fuerza, las sesiones de la Asamblea Constituyente de Obreros y Campesinos, – dado que el triunfo electoral de los eseristas, dejaba a los bolcheviques en minoría, 161 diputados de 520, y por tanto, con escasas posibilidades de ejercer el poder absoluto al que aspiraban para culminar “su” revolución –.

Así las cosas, el 9 de noviembre de 1917, es proclamada la República Nacional Ucraniana, instituyéndose la Rada o Consejo Nacional Ucraniano, liderado por Volodymir Vinnychenko y el historiador Hrashesvsky. No obstante, el 9 de febrero de 1918, el Gobierno nacional ucraniano fue expulsado de Kiev por los bolcheviques, que proclamaron la República Socialista Soviética de Ucrania, régimen que apenas duraría veinte días. Y es que, ante el avance de los ejércitos de los Imperios Centrales – que habían aprovechado el desmoronamiento del frente ruso -, los bolcheviques se vieron obligados a huir, permitiendo a las tropas de la República Nacional Ucraniana establecerse de nuevo en la capital (el 1 de marzo de 1918) a fin de dejar bien claro quién representaba la soberanía nacional1.

El imparable avance austro-alemán obligaría a los bolcheviques a firmar el tratado de Brest–Litovsk el 3 de marzo de 1918, por el cual se establecía la independencia, al menos formal, de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Ucrania, Georgia, Armenia y Azerbaijan, lo cual fue considerado por muchos dirigentes bolcheviques como una catástrofe y una indignidad: No sólo se revela en esta actitud un interés internacionalista, de expansión de la Revolución, sino un cierto tono irredentista y nacionalista. Es por esto que, con la retirada de las tropas alemanas en diciembre de 1918, los soviéticos lanzaron una ofensiva general en la que se mezcla de manera confusa y ambigua la lucha revolucionaria internacionalista y la guerra imperialista bolchevique.

El 14 de diciembre de 1918, tras la evacuación alemana, se instauraría un Directorio que habría de preparar la restauración de la República Nacional Ucraniana, proyecto que quedaría frustrado por la nueva invasión del Ejército Rojo a principios del año 1919. Esta vez, la proclamación de la II República Socialista Soviética de Ucrania el 5 de febrero de 1919, supuso la supresión de las cooperativas agrícolas familiares, el saqueo y requisa de víveres y una implacable represión. Ante tal situación, las revueltas contra los brutales invasores bolcheviques no tardaron en estallar y extenderse por toda Ucrania: Se calcula que en las decenas de revueltas que sacudieron toda la geografía ucraniana llegaron a movilizarse centenares de miles de campesinos y combatientes armados, muchos de ellos, soldados del Ejército Rojo amotinados.

Líderes campesinos insurgentes como Grigoryiv o Zeleny, llegaron a reunir, cada uno, en torno a veinte mil hombres, mientras que la organización Águilas Negras llegó a formar un ejército de 50.000 hombres. A todos éstos ejércitos, habría que añadir las tropas de los nacionalistas liderados por Petliura y las bandas independientes de “verdes”, es decir, de grupos campesinos no organizados, resueltamente anti–rusas y anti–bolcheviques, sin olvidar a los volubles ejércitos de Majnó ni a los ejércitos blancos de Denikin y Wrangel, fuerzas muy diversas que manifiestan precisamente la complejidad de los acontecimientos revolucionarios.

Sin embargo, como en el resto del antiguo Imperio Ruso, las distancias, la naturaleza agrícola de la mayor parte del Imperio, la falta de coordinación de las fuerzas anti–bolcheviques y la división existente entre una oposición apenas conciliable, contribuirían de manera decisiva al triunfo del Ejército Rojo. De nuevo, la proclamación, esta vez definitiva, de la República Socialista Soviética de Ucrania el 2 de junio de 1920, supondría para los ucranianos no sólo una brutal represión, sino uno de los más crueles genocidios padecido por pueblo alguno en el S. XX y que ha pasado a la Historia con el nombre de Holodomor o Genocidio por Hambre.

A pesar de la ocupación y la represión, la lucha por la independencia de Ucrania no cesó. En 1929 se fundaba en la Galitzia polaca una de las más importantes ligas nacionalistas ucranianas, la Organización de los Nacionalistas Ucranianos (ONU) de Andrey Melnyk y Stepan Banderas, que serviría de base al Ukrainska Povstanska Armiya o Ejército Insurgente Ucraniano, ejército guerrillero que habría de resistir a los soviéticos en los bosques ucranianos hasta la década de los años cincuenta.

A lo largo de los años ochenta, el nacionalismo ucraniano que, como en el caso de los nacionalismos bálticos, se agruparía en Frentes Populares junto a otras fuerzas de oposición, contribuiría decisivamente al derrumbe del régimen soviético, y en los años noventa, será precisamente en la zona occidental de Ucrania, el bastión del nacionalismo ucraniano, donde arraigará el llamado “espíritu naranja” frente a las pervivencias totalitarias y filo-rusas.

Ucrania insurrecta: Naturaleza de los movimientos insurgentes ucranianos durante la Guerra Civil.

A tenor de lo visto hasta ahora, resulta incuestionable que en Ucrania existió, si no un movimiento, sí un magma anti-bolchevique y nacionalista que habrá de expresarse no sólo como resistencia armada, sino también como movimiento político. Sin embargo, como ya advertimos, en Ucrania no encontramos un movimiento político claramente definido o constituído, sino expresiones políticas de muy diversa naturaleza. Así, atendiendo a los distintos orígenes, planteamientos y manifestaciones de los personajes y colectivos que protagonizan la insurrección ucraniana, podemos señalar, al menos, cinco tipos distintos de expresiones:

a) Nacional-revolucionaria: sectores provenientes del socialismo revolucionario y el nacionalismo urbano.
b) Social-cristiana: en la línea del corporativismo cristiano.
c) Tradicional-campesina o pre-contemporánea.
d) Anarquista
e) Contra-revolucionaria o inmovilista

En la primera parte de este artículo, ya planteamos la cuestión de si podemos hablar realmente de una maniquea guerra revolucionaria o de una guerra civil rusa o más bien de una serie de entreveradas luchas de muy diversa naturaleza. Pues bien, centrándonos en el caso ucraniano, planteamos una nueva cuestión: ¿Estámos ante una Revolución social tal y como entiende el concepto el paradigma del materialismo dialéctico o más bien ante una serie de revoluciones de diversa naturaleza e incluso de algún caso de movimiento pre-contemporáneo y tradicional de masas?.

Ciertamente, en el contexto de la Revolución y la Guerra Civil rusa, y en países como Finlandia o Polonia, podemos advertir la generación de una guerra de liberación nacional frente al expansionismo bolchevique, de manera que queda superado el maniqueo y simplista esquema que reduce estos complejos acontecimientos a una mera lucha entre contra-revolucionarios-opresores / revolucionarios-oprimidos.

De la misma manera, podemos detectar en el contexto de estas luchas de liberación nacional, distintas expresiones que van desde el movimiento pre-contemporáneo de masas al movimiento nacional-revolucionario, pero que tienen en común su hostilidad al bolchevismo por cuanto este atenta contra la identidad nacional ucraniana y sus formas tradicionales. La naturaleza eminentemente agrícola de Ucrania y la inexistencia de una burguesía o una elite intelectual poderosa y abierta al exterior, habría dificultado la generación de la idea de nación tal y como se entendía en Europa occidental, pero eso no implica que no existiera un cierto sentimiento identitario, aunque fuera más bien en negativo, es decir, más “anti-“, anti-ruso, anti-polaco, anti-judío, etc. que “pro-“.

Así, la mayor parte de la población ucraniana que se moviliza militarmente, se unirá a movimientos cuyo denominador común es, por un lado, la defensa del pueblo ucraniano, y por otro lado, la defensa de un modelo socio–económico tradicional tanto de organización social, como de producción económica:

Los testimonios y documentos son, a este respecto, bastante elocuentes:

Debía dejarse el gobierno al libre arbitrio del pueblo cristiano campesino”2 es la respuesta que da un campesino ucraniano a un diplomático inglés durante los sucesos revolucionarios [2].

Por su parte, Grigoryiv, uno de los más destacados líderes campesinos insurgentes, proclamaba “¡ Ucrania para los ucranianos sin bolcheviques ni judíos!”, mientras que Zeleny, clamaba, “¡ Viva el poder de las asambleas, abajo los bolcheviques y los judíos”!. Incluso el anarquista Majnó, aunque se uniera coyunturalmente a los bolcheviques para combatir a los inflexibles blancos o a facciones rivales, presentaba un programa, “a la vez nacional, social y anarquizante” 3 , presentándose además como un furibundo anti–judío, como era tradicional en el campo ucraniano4.

Así, estos movimientos campesinos se erigen en defensores del pueblo ucraniano frente a amenazas que parecen ser consideradas como externas, anti–nacionales, dado que rusos y judíos parecen ser considerados como sujetos ajenos al pueblo ucraniano, – de hecho, el bolchevismo parece ser considerado una ideología rusa, y por tanto extranjera y ajena a los ucranianos –, a la par que defienden un modelo político y económico que rechaza tanto el modelo soviético como el modelo liberal optando por un modelo singular, propio, “nacional”, en el caso de los nacionalistas, tradicional en el caso de los campesinos, o neo-tradicional, en el caso de los líderes cristianos jóvenes, pero nunca bolchevique.

Quizás entre los sectores más urbanos o los socialistas más influídos por el pensamiento occidental, pudieron generarse esquemas nacionalistas, pero este no es, en este confuso período que va de 1917 a 1922, sino una corriente más dentro del poliédrico y descoordinado movimiento insurgente. Así, más que de movimiento nacionalista popular, en Ucrania se puede hablar de conglomerado popular con identidad nacional que se manifiesta de muy diversas maneras, desde un peculiar anarquismo identitario, hasta un nacionalismo revolucionario, pasando por un corporativismo cristiano y un movimiento pre-contemporáneo de masas, este último espontáneo, no organizado y con concepciones tradicionalistas en la línea de los cristeros mejicanos, así como con rasgos similares a los que encontramos en fenómenos como la Grande Peur de la Revolución Francesa o las auto–defensas campesinas de Perú de los años ochenta organizadas frente a Sendero Luminoso.

Por su parte, es interesante mencionar la existencia de un fuerte modelo cooperativista agrícola de base familiar e inspiración cristiana, promocionado y sostenido, fundamentalmente, según Orlando Figes, por campesinos jóvenes educados en las escuelas parroquiales, justo en el momento en el que se está definiendo de manera cada vez más clara el modelo corporativo cristiano basado, precisamente, en una idealizada Edad Media, en un modelo pre-industrial y tradicional, con el que conectaría ese movimiento pre-contemporáneo de masas que representan, por ejemplo, las bandas de verdes, una convergencia de concepciones que contribuiría a hacer de dicho modelo cooperativista y familiar, el modelo socio-económico más popular entre los ucranianos y contra el que, precisamente por ello, los bolcheviques arremeterían de manera tan brutal.

·- ·-· -······-·
Jorge Martín

Notas

[1] En ese contexto, surge el proyecto de instaurar al archiduque Wilhelm como rey de una Ucrania independiente, que sirviese de estado satélite de los imperios. Veáse Orella, Jose Luis El Archiduque Wilhelm Von Habsburg, Rey sin Corona de Ucrania Arbil nº 86

[2] p. 112 Figes,

[3] P. 116 Libro Negro,

[4] De hecho, sus ejércitos ácratas protagonizan algunos de los más espeluznantes ataques a la comunidad judía.

Bibliografía

Carr , E. H. La Revolución Rusa Alianza Editorial Madrid 1981

Chudoba, Bohdan Rusia y el oriente de Europa Rialp Madrid 1980

Figes, Orlando La revolución rusa 1891-1924: la tragedia de un pueblo Ed. Edhasa Barcelona 2000

Orella, Jose Luis El Archiduque Wilhelm Von Habsburg, Rey sin Corona de Ucrania Arbil nº 86

Werth, Nicolas Violencias, terrores y represiones en la Unión Soviética en Courtois, Stéphane et al. ‘El Libro Negro del Comunismo’ Espasa Calpe-Planeta Madrid-Barcelona 1998


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