Arbil cede expresamente el permiso de reproducción bajo premisas de buena fe y buen fin
Para volver a la Revista Arbil nº 89
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 89


No a una legislación tiránica que destruye los fundamentos de  Europa y desconoce la dignidad de los europeos

La prensa monárquica en proceso de desintegración ante la proclamación de la República

por Cristina Barreiro

Tras la caída de la Dictadura de Primo de Rivera la monarquía alfonsina todavía disponía de una destacada Prensa afín derivada de los antiguos partidos liberal y conservador, de algunos diarios católicos y cierto número de publicaciones más caracterizadas por su monarquismo y defensa a la dinastía que por simpatías hacia determinado partido. No obstante, el advenimiento del nuevo régimen va a suponer para ellas un importante retroceso

La proclamaciónde la Segunda República el 14 de abril de 1931, va a desencadenar en la Prensa alfonsina un proceso de desintegración paralelo al de la debilidad de susfuerzas políticas[1].El cambio de régimen sorprendió a las organizaciones monárquicas en proceso dereorganización y por tanto carentes de una estructura compacta, de unamilitancia masiva y -sobre todo- de programas adecuados para afrontar la nuevasituación.

Tras la caída dela Dictadura de Primo de Rivera la monarquía alfonsina todavía disponía de unadestacada Prensa afín derivada de los antiguos partidos liberal y conservador,de algunos diarios católicos y cierto número de publicaciones máscaracterizadas por su monarquismo y defensa a la dinastía que por simpatíashacia determinado partido. No obstante, el advenimiento del nuevo régimen va asuponer para ellas un importante retroceso. Muchos periódicos tuvieron quedesaparecer, otros fueron vendidos y no pocos se vieron “obligados” a aceptarla República. Solo algunos títulos cercanos a la alternativaliberal-conservadora -como a la Unión Monárquica Nacional-, ciertosórganos dinásticos y las publicaciones militares se mantuvieron fieles al viejorégimen[2]:ABC, La Correspondencia Militar, El Diario de la Marina, DiarioUniversal, La Época, El Imparcial, Ejército y Armada yLa Nación.

La proclamaciónde la República va a repercutir -e incluso condicionar- en el diario de alcancenacional más difundido en España -el ABC-. Sin embargo, en sus páginasdeja claro desde las primeras horas de la República el propósito de no alterarsu ideario[3]:

Nuestra fe ynuestros principios no se los lleva el huracán de pasiones que ha turbadotantas conciencias y ha extraviado a una gran parte del pueblo, sumándolo-creemos pasajeramente- a esa otra porción que en toda sociedad propende a larebeldía con los peores instintos, y sobre la que no ha elaborado jamás unapolítica honrada. Seguimos y permanecemos donde estábamos: con la Monarquíaconstitucional y parlamentaria, con la libertad, con el orden, con el derecho,respetuosos de la voluntad nacional, pero sin sacrificarle nuestrasconvicciones. La Monarquía es el signo de todo lo que defendemos; es laHistoria de España. Los hombres y los azares pueden interrumpir, pero noborrar, la tradición y la historia, ni extirpar las raíces espirituales de unpueblo, ni cambiar su destino (15 abril 1931).

El diario deLuca de Tena[4]continuará proclamando ese espíritu monárquico constitucional y parlamentarioque siempre había defendido, advirtiendo que persistiría en la lucha poralcanzar el triunfo de esos ideales por medios lícitos y sin alentar rebeldíasni sublevaciones (ABC, 19 abril 1931). Pero ABC cuestiona inclusoque en las elecciones municipales celebradas se buscase un cambio de régimen yllega a poner en entredicho la legalidad del Gobierno constituido. La pugnaentre los gobiernos republicanos y ABC no hacía más que empezar.

Un Gobierno quese ha nombrado a sí mismo, que se ha formado espontáneamente sobre unasuposición de voluntad nacional, que se arroga la plenitud de poderes yno tiene responsabilidades inmediatamente exigibles, ninguna limitación legalde esos poderes, porque se ha erigido sobre una total anulación del Códigoconstitucional y de sus garantías, es una dictadura típica, inconfundible (22abril 1931).

La actitudideológica de La Época y La Nación -los otros diarios mássignificativos del monarquismo español- no iba a distanciarse en exceso de lade su colega. Para la publicación dirigida por Delgado Barreto -La Nación-acatar el nuevo poder constituido no significaba dejar de luchar -en el terrenode las palabras- por el ideal monárquico[5].Así, en su editorial “Las convicciones monárquicas, el acatamiento al poderconstituido y la voluntad nacional” manifestaba:

Somosmonárquicos; pero acatamos el poder constituido y no utilizaremos ningúnprocedimiento desleal, subrepticio, contrario a las leyes, para combatirle odebilitarle (...).

Nosotrosactuamos a la luz del día, atenidos a las leyes, díctelas un poder de hecho ode derecho porque mientras subsista, a él le corresponde fijarlas y a todoscumplirlas, aún discutiéndolas. De modo que, hasta dónde el Gobiernoprovisional que rige la vida española, en espera de conocer definitivamente lavoluntad de la Nación, lo consienta -nunca más allá- defenderemos ypropagaremos nuestros ideales, aspirando a que triunfen, no por la intriga o laviolencia, sino en el terreno legal (16 abril 1931).

Sin embargo,para el diario que tan firmemente había defendido a Primo de Rivera, por encimade la cuestión de Monarquía o República -en los momentos de desconcierto que elpaís atravesaba- lo que debía permanecer intacto era el concepto de España:

¡España!. Lavida de España, el engrandecimiento de España, la supervivencia gloriosa deEspaña ... He ahí el ideal cumbre de todos los españoles. Los republicanos secreen que por su camino se llega a tan altos fines; los monárquicos que por elnuestro. Madure y persiga cada cual su propósito con digno esfuerzo, con lealconducta, cara al sol; pero a la hora del peligro destructor, de la amenazaangustiosa, condensemos todos nuestros afanes en un grito que, a fuerza derepetirse parece trivial y es, sin embargo, de emotiva grandeza: el que lanzóDon Alfonso XIII, español antes que Rey, al abandonar el territorio de laPatria, al mismo tiempo que en las calles lo proferías las multitudes: ¡VivaEspaña! (16 abril 1931).

El viejo órganodel marqués de Valdeiglesias[6]-La Época- reiteró su fe monárquica aunque manifestó su intención decontribuir a una pacífica transición de las forma de gobierno[7]:

Hemos sido yseguiremos siendo monárquicos constitucionales y parlamentarios, y de esaactitud no saldremos. (...). El temor a la guerra Civil, el deseo de que ni sederramase una sola gota de sangre ni se expusiese el país a una huelga generalrevolucionaria y paralizadora de servicios, impulsó al Monarca, siempre noble ysiempre españolísimo, a marcharse. Se evitó un día de luto y es una gratitudmás que debemos los españoles al Rey.

Ha nacido unanueva forma de Gobierno. La segunda República española se ha puesto en pie, ypor amor a España, como hombres de orden, la deseamos acierto. De la alegríacallejera a los desórdenes y violencias hay muy poca distancia y es preciso queel Gobierno provisional impida que esa poca distancia se salve (15 abril 1931).

Por su parte DiarioUniversal, bajo la inspiración de Romanones, hacía gala de su sinceridadmonárquica aunque -condicionado a las normas liberales- acataba la voluntadnacional (Diario Universal, 15 abril 1931)[8].

Las primerasmedidas restrictivas: suspensión de ABC

Durante losprimeros días republicanos, tuvo lugar en la Prensa católica un acaloradodebate acerca del pulso político adecuado: mientras que El Debaterecomendaba la política del “accidentalismo” y de “aceptación del mal menor” elABC insistía en que sólo la Monarquía podía garantizar un orden socialcatólico[9].No obstante y a pesar de las disposiciones emanadas del Estatuto Jurídico,las restricciones a las publicaciones de derechas y -especialmente- a lasdefensoras del régimen caído no iban a hacerse esperar[10]. A comienzos demayo, el Gobierno Provisional negaba a los monárquicos el derecho a celebrarmítines o manifestaciones públicas aunque sí les permitieron reuniones privadasa puerta cerrada. Por ello, el diario ABC hacía llamamientos a suslectores para animarles a inscribirse en un Círculo Monárquico Independiente-que actuaría como base para la organización de una agrupación electoral con elpropósito de participar en los comicios parlamentarios- que tendría su sede enla madrileña calle de Alcalá. ABC publica incluso el 5 de mayo unasdeclaraciones de Alfonso XIII a Luca de Tena en las que alentaba alasociacionismo de sus seguidores:

Si en Madrid seorganiza un Comité Central, una Junta o como quiera llamársele, con fineselectorales, yo les ruego que actúen públicamente y que, sin perjuicio depropagar con el mayor entusiasmo, pero legalmente, sus conviccionesmonárquicas, manifiesten su propósito de no crear dificultades al Gobierno español,e incluso estar con él en todo lo que sea defensa del orden y de la integridadde la Patria

El 10 de mayo secelebraba la primera reunión de este Círculo Monárquico Independientepara elegir una Junta directiva que constituyese un comité para coordinar lasactividades -con fines electorales- de todas las organizaciones monárquicas delpaís. A ella acudió el marqués de Luca de Tena en calidad de monárquico y nocomo director de ABC. Parece que mientras se celebraba la reunión,varios jóvenes en la calle -con el emblema monárquico de la flor de lis en elojal- repartieron hojas clandestinas que contenían ataques contra el Gobiernode la República y alabanzas a la Monarquía. Según relatan las crónicas de laépoca, entorno a estos jóvenes se fue formando un importante grupo de gente quelos reunidos interpretaron “como una manifestación de simpatía”. Ante esteapoyo, los reunidos salieron al balcón de la calle Alcalá dando vivas a laMonarquía, mueras a la República y dejando sonar a gran volumen la Marcha Real.En la calle se produjeron enfrentamientos entre simpatizantes republicanos ymonárquicos, y la Policía tuvo que intervenir[11].En la algarada tuvo lugar una agresión a un chofer y el incendio de un coche,por lo que un grupo numeroso de antimonárquicos intentó asaltar los locales delCírculo y se dirigió hacia el edificio de ABC con intención deasaltarlo. Cuando la manifestación se lanzó sobre la sede del diario, elpelotón de Guardias Civiles que lo defendían disparó: dos personas murieron ymuchas otras resultaron heridas. Como dice Galindo Herrero así terminó elprimer intento de constitución de un partido monárquico que “recogiera losrestos perdidos de aquellos otros tan potentes que habían llenado el reinado deAlfonso XIII”[12].

El GobiernoProvisional -cuyo Ministro de Gobernación era Miguel Maura- se incautó deledificio de Prensa Española y suspendió por tiempo indefinido lapublicación. Maura justificó su actuación en base a presuntas “instigaciones”de Juan Ignacio Luca de Tena -que fue encarcelado- y con vagas referencias a unhallazgo de armas en la casa del periódico. Mientras esto ocurría, La Naciónen su editorial “La cooperación de todos” publicado el 11 de mayo, pedía paz[13]:

(...) los buenosespañoles no tenemos que hacer otra cosa que robustecer el principio deautoridad y procurar contribuir a la acción que desarrollen sus agentes paracortar definitivamente el desorden, porque la Paz que España necesita está porencima de todos los ideales políticos, aunque cada uno conservemos los nuestros.

Cuando ABCconsigue reaparecer -veinticinco días después- daba su propia versión de loshechos y rechazaba las falsedades que se imputaban contra su director; el rumorde que Luca de Tena había “dado muerte a un chófer” había sido ventilado porcierta Prensa republicana:

La pendencia conel chófer, el acoso hacia una farmacia y todos los demás detalles con que lamalignidad de unos y la censurable ligereza informativa de otros tejió laversión para dar la sensación de culpabilidad que se deseaba, son absolutamenteopuestos a la verdad, y seguramente que el Jurado así lo habrá esclarecido.(...). Quede pues claramente consignado que ni el marqués de Luca de Tena diolugar ni pudo darlo a los incidentes origen de los sucesos, puesto que no sehallaba en la calle, con ningún acto propio de su actuación política de aqueldía, puramente personal, ni la probada independencia de ABC autorizaba anadie la hipótesis de relacionar nuestras páginas con la actuación deorganizaciones políticas (6 junio 1931).

La consecuenciamás inmediata de este suceso fue la “quema de conventos” y una primeraradicalización de la inicial reforma política para dar contento a la izquierda[14]. La Épocallega incluso a opinar que lo ocurrido “escapaba a cualquier calificativo enjuiciador”;se trataba de una jornada de tipo claramente comunista que había llegado acontrariar “hasta a los republicanos con los socialistas” y que se traducía enuna completa imposibilidad para preparar el ambiente electoral de lo que eldiario consideraba unas necesarias Cortes Constituyentes[15]. Pero, los sucesosde mayo suponen el primer varapalo importante para la derecha no republicana.Son detenidos numerosos dirigentes monárquicos y se sustituye al frente de laDirección General de Seguridad al antiguo funcionario alfonsino Carlos Blanco,por el radical-socialista Ángel Galarza, menos dispuesto a tolerar actuacionespúblicas de la derecha. La Prensa sufrió un considerable quebranto y losdébiles partidos alfonsinos se vieron obligados a disolver.

Junio 1931:elecciones a Cortes Constituyentes

El anuncio de lacelebración de elecciones a Cortes Constituyentes obligaba a movilizar conrapidez unos aparatos electorales prácticamente disueltos a la caída de laMonarquía. Los alfonsinos van a participar en las elecciones integrados -casien su totalidad- en Acción Nacional aunque con la esperanza de poderimponer a la organización una determinada orientación monárquica[16]. En opinión de ABCy La Nación los monárquicos alfonsinos no se presentaban en agrupaciónpolítica o con candidatura propia a las elecciones porque consideraban que elGobierno Provisional no sólo había impedido -intencionadamente- la actuaciónlícita de sus organizaciones sino que había imposibilitado la existencia mismade una oposición (ABC, 17 junio 1931 y La Nación, 9 y 27 junio1931)[17].Lo que se había hecho con centenares de corporaciones elegidas en laselecciones de abril -la alteración del estado de derecho electoral paraconceder el voto a los adictos que no lo tenían legalmente y para excluir a lasminorías reduciéndoles la proporción que les asignaba la ley en las antiguascircunscripciones- eran sólo parte de las causas que restaban la más mínimavirtualidad a la convocatoria constituyente. Sin embargo, esta abstención comopartidos no implicaba que aquellas “figuras aisladas” que se viesen conposibilidades de triunfo participasen en las elecciones para poder llevar “lavoz monárquica” al futuro Parlamento. Su candidatura debía integrarse en la de AcciónNacional que -al no tener un criterio cerrado en cuanto a las formas deGobierno- representaría a elementos monárquicos y republicanos. De este modo,expresaba La Nación su opinión al respecto:

(...) como AcciónNacional hace abstracción a la cuestión de las formas de Gobierno. Pero susrepresentantes no lo serán de los monárquicos. Sin duda, los hay en AcciónNacional, acaso también halla republicanos; pero la colectividad no es nimonárquica ni republicana. Quede pues bien claro: Acción Nacional actúa; y losmonárquicos como tales, como colectividad o partido se abstienen (6 junio1931).

A la hora devotar, la Prensa monárquica recomendó la emisión del sufragio -ya que no por lacausa política propia- sí por la causa más afín; las candidaturas querepresentasen los principios antirrevolucionarios. Así, en su editorial “Lacandidatura de Acción Nacional” decía ABC:

Estascandidaturas son las de Acción Nacional, ni monárquicas ni republicanas,pero adscritas a la defensa social, a ideales que acepten algunos republicanosy a los que deben adherirse todos los monárquicos y todos los católicos. No sonmuchas, porque para esta Acción, políticamente neutral, exclusivamente nacionaly social, tampoco ha sido la lucha viable, pacífica y tolerada: pero con lo queconsiga llevar al Parlamento prestará un buen servicio a la Patria: fiscalizarálos excesos de la revolución y representará a la protesta contra lo hecho y loque se haga en daño al país (26 junio 1931).

En La Época,durante toda la campaña electoral -sin duda mucho más moderada con respecto alGobierno Provisional que la de sus colegas- se insistió en el deber de votar;un voto que iba dirigido a la defensa de las instituciones fundamentales-independientes de formas de gobierno y regímenes políticos- a la religión,propiedad, familia y orden, trabajo, ley y justicia. Todo ello encontraba larepresentación genuina en la agrupación Acción Nacional, hacia la queencaminaban sus recomendaciones (La Época, 2, 23 y 25 junio 1931).

Sin embargo ypese a la participación de militantes monárquicos, Acción Nacional -quepresentó tan solo 39 candidatos a las elecciones- sólo consiguió 6 escaños.Antonio Goicoechea, que se había afiliado a Acción Nacional y sepresentaba por la capital, quedó en segundo lugar de su lista por debajo deÁngel Herrera y a gran distancia del candidato más votado: el republicano Alejandro Lerroux. El exiliado José Calvo Sotelo, que habíasido elegido por Orense, vio su acta anulada por la Comisión deResponsabilidades de las Cortes en su condición de “prófugo”. Estos 6diputados se vieron obligados a integrarse en una “minoría agraria” (24diputados en total) a la que también pertenecía el alfonsino Pedro SáinzRodríguez, elegido en la lista de la Agrupación Independiente de Santander.

Pero, elcreciente éxito que desde este momento va a caracterizar a Acción Nacionalrepercute negativamente en los intereses de los monárquicos fundamentalistas[18]. Su Prensase vio hundida en un proceso de debilidad creciente; muchos periódicos entraronen crisis y las publicaciones católicas continuaron dividiéndose entre las queaceptaron “accidentalmente” la República y las que optaron por engrosar lasfilas de un tradicionalismo en pleno proceso de reorganización[19]. No obstante, elcúmulo de discrepancias existentes en el seno de Acción Nacional sumió ala organización en importantes tensiones que no hicieron más que manifestar elodio monárquico hacia la República.

Pero mientrastanto, un grupo de intelectuales neotradicionalistas influenciados por elpensamiento de Menéndez y Pelayo, fundaba en el mes de julio la SociedadCultural de Acción Española destinada a la propagación de las ideasmonárquicas “integralistas”. Al margen de las tácticas políticas, estemovimiento de la derecha radical se embarcó en la lucha contra la Repúblicadesde dos frentes distintos: el cultural y el conspiratorio. El primero,buscaba acelerar el proceso de radicalización ideológica de la derecha ybrindar una base teórica al insurreccionalismo antirrepublicano concretado enla conspiración cívico-militar que llevará al intento de golpe de Estado deagosto de 1932[20].El principal empeño de esta sociedad fue sacar a la luz la revista doctrinal AcciónEspañola que vio la luz el 16 de diciembre de 1931. Su director era elmarqués de Quintanar -substituido en 1933 por Ramiro de Maéztu-, elredactor-jefe Miguel Herrero, miembro de la A. C. N. de P. y de AcciónNacional y el secretario de redacción, Eugenio Vegas. Partiendo de la ideade convertirla en “la primera revista de importancia en radicalizar lasituación política desde una teoría de ensayo”[21],los editores se marcaron tres líneas programáticas: la proyección cultural delproceso de “hispanidad”, la defensa del orden político monárquico conforme loconcebía la derecha radical y la lucha -desde el ámbito cultural- contra lademocracia y el sufragio universal. Sin embargo, la influencia -tanto del grupode Acción Nacional como de su revista- en la vida política y cultural dela Segunda República, se escapa a nuestros objetivos y la hacen merecedora deestudios particulares[22].

Nuevasdificultades para las publicaciones monárquicas:

La aplicación demedidas restrictivas en materia de Prensa van a limitar todavía más, las yaescasas posibilidades de las publicaciones monárquica. Cuando el 21 de agosto,los órganos derechistas editados en las provincias vascas y en Navarra sonsuspendidos, las columnas de los diarios alfonsinos -que lograron burlar ladecisión del Consejo de Ministros- van a formular enérgicas protestas ante loque consideraban una decisión arbitraria[23].Entendían el descontento suscitado en el Norte como una reacción delsentimiento católico -tan arraigado en esas provincias- contra las medidasanticatólicas que ya estaba adoptando el régimen republicano. Para La Nación:

Los periódicoscatólicos del Norte han sido suspendidos porque se ha sospechado que podíanalentar a una defensa de la religión y sus ministros.

Rigor para elNorte; dureza para las provincias que son tradicionalistas y católicas, porquetienen perfectísimo derecho a serlo. ¡Muy bien!... Ello sería disculpable-nunca sería justo- si los procedimientos fuesen iguales para todos. Pero noson iguales. Benevolencia y “cordialidad” para los anarco-sindicalistas deCataluña y duro y a la cabeza con los “cavernícolas” del Norte. ¡Así se hace!(24 agosto 1931).

Sin embargo ypese a las continuas protestas, la suspensión de aquellos periódicos prevaleciópor espacio de varias semanas. No obstante, las publicaciones alfonsinas no serindieron en su intento por establecer una legislación específica para laPrensa en virtud del cual las sanciones no estuviesen confiadas a órganos queno fuesen los Tribunales de Justicia. De este modo, el 11 de septiembrereclamaba ABC:

(...) unEstatuto tan severo como se quiera, pero que, al dar garantías contra latransgresión legal, las ofrezca también para la propiedad industrial de laspublicaciones y para la función de éstas.

Todos estosintentos se verán frustrados cuando el 20 de octubre, se aprueba en las Cortesla Ley de Defensa de la República[24].Desde este momento, las multas y suspensiones amparándose en los “actos deagresión a la República” -entre los que se encontraban “la apología del régimenmonárquico o de las personas en que se pretenda vincular su representación y eluso de emblemas, insignias o distintivos alusivos a unos u otras”- van a serconstantes. ABC, La Nación y La Época comenzaron unacampaña de crítica contra lo que consideraban “un instrumento dictatorial”encaminado a dar estado legal a las sanciones gubernativas contra los periódicos.Para los diarios alfonsinos, las definiciones que en la Ley se daban de “ataquea la República” eran de gran vaguedad e imprecisión y dependían en últimainstancia, del criterio del Ministro de la Gobernación. Era imposible deducirqué era ante la ley un artículo legal y un artículo ilegal puesto que quedabaun margen muy amplio para la interpretación ajena: podían “caer pulverizadospor explicable prevención, bajo una ley, que es posible, ejerciendo la crítica,incumplirla, aún proponiéndose con toda escrupulosidad cumplirla” (La Nación,31 octubre 1931).

Sin embargo, y apesar de la aplicación que se hacía de la Ley de Defensa de la República,la oposición de la Prensa monárquica a las disposiciones del Gobierno fuecontinua: se mostraron contrarias al anticatolicismo de la Constitución, a lasmedidas de amnistía -por abarcar sólo los delitos políticos cometidos antes dela República, es decir, los que iban contra la Monarquía-, al proyecto deEstatuto Catalán y en general a todas las medidas que perjudicasen losintereses monárquicos, conservadores y de la Iglesia Católica.

ABC, implacable en su tarea por denunciar laaplicación arbitraria que se hacía de la Ley de Defensa de la República,y primero en encabezar una campaña en pro de la reaparición de El Debatey Mundo Obrero - suspendidos desde el 20 de enero de 1932 por publicarrespectivamente artículos contra el decreto de disolución de la Compañía deJesús y por sus constantes comentarios sobre lo ocurrido en la localidadextremeña de Castilblanco- sufrirá las iras gubernativas[25]. No obstante,ninguna de las medidas adoptadas hasta el momento por el Gobierno de la alianzarepublicana puede compararse con la drástica suspensión que sufrió la Prensa dederechas tras el fracaso de la sublevación militar del miércoles 10 de agostode 1932[26].Las consecuencias del alzamiento fueron cruciales para el desarrollo delmonarquismo insurreccional; alfonsinos y carlistas fueron arrestados en masa yprácticamente se cerró toda su Prensa.

El ABC deesta fecha (número 9.219) salió en primera y única edición con 48 páginas, delas cuales 10 eran de publicidad. En su página 15 (primera de tipografía)ofrecía información confusa e imprecisa sobre lo ocurrido. Desde este momento yen virtud de la Ley de Defensa de la República, las publicaciones de laderecha fueron radicalmente suspendida. Sólo La Época -por el tonomoderado que su director Mariano Marfil había impuesto al diario durante estosmeses- se libraba de la suspensión.

Los periódicosfueron reapareciendo progresivamente: el lunes 17 de octubre lo hacía larevista Acción Española[27]y Diario Universal que publicaba una enérgica protesta calificando deabsurda y arbitraria la suspensión; cuatro días después lo hacía La Nación:

LA NACIÓN, a laque no se le había aplicado ni el más leve correctivo desde que se proclamó laRepública, porque para hacerlo era menester declarar ilegales ideas que enningún país civilizado lo son, no escapó a la medida. Hoy, a los setenta y dosdías de incomunicación con el público, el Gobierno se digna permitir quevolvamos al disfrute de nuestra propiedad y nuevamente al ejercicio de los másrudimentarios derechos de ciudadanía. Esperamos que también nos permitapreguntar porqué nos privó de ellos, ya que no intervenimos ni directa niindirectamente en el planteamiento ni en la ejecución de los sucesos, quehubiéramos procurado evitar con nuestro consejo de conocerlos anticipadamente,porque las consecuencias estaban previstas (21 octubre 1932).

El semanariosatírico Gracia y Justicia y ABC fueron las publicaciones másduramente castigadas. El diario de Luca de Tena tardó 112 días en volver aaparecer y el día que lo hizo, insertó numerosas notas referidas al suceso:

La suspensióngubernativa de ABC ha durado nada menos que tres meses y medio, ¡Quincesemanas!. Ni en los tiempos de Calomarde, ni en los de Narváez, ni en los dePrimo de Rivera; durante todos los gobiernos de seis reinados y de dosRepúblicas se aplicó jamás a un periódico una sanción gubernativa tan dura sin justificaciónlegal. No hablemos de la Constitución que prohibe la suspensión de periódicossi no es por sentencia firme del Tribunal competente, nuestro caso no puedejustificarse ni siquiera con la Ley de Defensa de la República, quefaculta al ministro de la Gobernación para suspender los periódicos por undeterminado tiempo, que debe fijar al acordar la sanción, y que determina lascausas o motivos en virtud de los cuales puede ser impuesta. A nosotros no senos ha comunicado jamás porqué se nos imponía este castigo, excepcional enEspaña (30 noviembre 1832).

Blanco yNegro también vivió lasconsecuencias del 10 de agosto aunque por un tiempo más limitado que ABCya que logró salir a la calle con fecha 14 de agosto - 4 septiembre.

Con todo lovisto, no es de extrañar que en los últimos meses de 1932 la Prensa alfonsinaatravesase por un periodo de descomposición del que difícilmente se hubieserecuperado si no llegan a surgir nuevos bríos en el seno del monarquismoespañol: la creación de Renovación Española[28].

Reanimaciónde la prensa monárquica:

Como afirma GilPecharromán; “el fracaso de la sublevación de agosto de 1932, vino a demostrara los alfonsinos la necesidad de elaborar una línea de actuaciónespecíficamente política que, sin renunciar a la vía de la subversión violenta,permitiera el crecimiento en la legalidad de su propia alternativa a larepública liberal”[29].Durante los cuatro años siguientes -hasta las elecciones de febrero de 1936- elalfonsismo se orienta hacia la construcción de un movimiento político capaz dearrebatar a los “accidentalistas” el apoyo de las masas conservadoras y acapitalizar -en provecho de la restauración monárquica- el descontento quesentían muchos militares ante la política reformista adoptada por el régimen.

La prensaante la creación de Renovación Española

Tras el fracasode Sanjurjo, el sector fundamentalista (alfonsino) militante en AcciónPopular -ante el clima de tensiones internas y tras ver como se diluían susintenciones de controlar la organización- se planteó la posibilidad deescindirse y comenzó a vislumbrar la necesidad de crear un partidoexclusivamente monárquico. Esta idea contó con el apoyo de la Prensa. Desdeoctubre de 1932 La Nación venía publicando editoriales en los queafirmaban que como monárquicos, querían actuar libremente, con ideas propias,pero que eso no lo podían hacer desde Acción Popular. Defendían por elloel derecho a la creación de un nuevo partido (La Nación, 24 y 26 octubre1932 y 14 y 16 noviembre 1932). Así, manifestaba el diario en su editorial “Hayque organizar las derechas con unas bases mínimas de actuación”.

No hay unaorganización única de derechas; no puede ninguna entidad y menos ningunapersona, atribuirse graciosamente la representación de las derechas (...). Los monárquicosaguardaremos sin impaciencias a la desaparición de las leyes de excepción y alrestablecimiento de los derechos ciudadanos. Y cuando ese momento llegue, quellegará, nos organizaremos a la luz del sol como se organizaban losrepublicanos bajo la Monarquía y lucharemos, dentro de la ley por el triunfo denuestros ideales (16 noviembre 1932).

El mismoperiódico, y tras el acto celebrado el 12 de diciembre en el madrileño cineMonumental -donde Antonio Goicoechea expuso cómo la derecha no podía estar enotro campo que no fuese el de la tradición española-, va a comenzar unaencuesta entre los políticos implicados en la operación dónde éstos exponíantoda clase de argumentos favorables a la aparición de una “federación dederechas” (La Nación, 20-29 diciembre 1932). La idea original consistíaen crear un gran partido que fundiese a los diversos sectores alfonsinos.Después se establecería una alianza con la Comunión Tradicionalista y senegociaría -ya desde una posición de fuerza- un pacto federativo con los“accidentalistas”: se trataba de establecer las bases de una nueva estrategiaque coordinase la actuación de los grupos antirrepublicanos en beneficio de unahipotética restauración monárquica[30].Los alfonsinos - en carta del 10 de enero encabezada por el marqués de Álava yotras significadas personalidades- solicitaron a Goicoechea que se pusiese alfrente de una operación política propia que posibilitara “la afirmaciónexplícita de nuestra personalidad e ideario” como “condición previa e ineludiblepara llegar a una estrecha colaboración con nuestros afines”. La contestacióndel político catalán -que apareció publicada en La Nación el 12 deenero- se convirtió en el programa del partido: restauración de los valoreseternos del pensamiento español, intervención estatal en la vida social yeconómica y critica de los principios del liberalismo político. Su pensamientose resumía en una cuádruple afirmación: “en lo religioso somos católicos; en lopolítico, monárquicos; en lo jurídico constitucionales y legalistas; y en losocial, demócratas”. Terminaba su manifiesto reafirmándose en la idea de unafederación permanente de derechas y aceptaba dirigir el partido alfonsino quese denominaría Renovación Española: “queremos una España renovada, peroque no deje de ser España. La renovación española; tal es nuestro ideal y taldebe ser también nuestra divisa”[31].En la reunión celebrada por el partido el 3 de marzo de 1933 se llegó alacuerdo de crear un gabinete de Prensa propio y se encomendó su jefatura y organizaciónal señor José Gutierrez-Ravé[32].El diario ABC -que no publicó ninguna de las cartas, aunque sí ladimisión de Goicoechea de sus cargos directivos en Acción Popular- iba aconvertirse en el principal defensor de Renovación Española.

Sin embargo, ycon el objeto de lograr una mayor difusión de los principios y línea deactuación política del nuevo partido monárquico, se hacía imprescindibledisponer de un órgano de Prensa propio que hiciese fácilmente accesible ladoctrina a sus seguidores. Con esta finalidad se determinaba la creación de unboletín periódico de la asociación[33].De este modo, en el mes de octubre aparecía en Madrid el periódico mensual RenovaciónEspañola que se convertirá en el órgano periodístico del partido. En elprimer ejemplar exponía su propósito editorial.

Nace esteperiódico, órgano del partido del mismo nombre en momentos trascendentes ydifíciles de la vida española.

Y aunque nosagobian los infortunios sufridos y nos conturba la incertidumbre del porvenir,en el fondo de nuestra alma sentimos jubilosos optimismos que nos hablan de unresurgir esplendoroso de nuestra Patria, de una renovación española (...). Confirmeza y entusiasmo pues, serviremos los ideales en que descansa nuestroPartido, reiteradamente exteriorizados por nuestro ilustre jefe y por sus másprestigiosos componentes.

Modestamente ensus principios, nuestro anhelo estriba en establecer un contacto con todos losafiliados, siendo el portavoz de sus actividades y el defensor de la ideologíaque nos une. Y para plazo no lejano es decidido propósito nuestro queRENOVACIÓN ESPAÑOLA, con el apoyo de todos y con nuestro entusiasmo, presto aresistir la prueba de los mayores obstáculos, se trueque en semanario que, atono con el ritmo de la intensa vida política de España, recoja las inquietudesde la actualidad, las comente y vibrantemente defiende los valorestradicionales que constituyen el patrimonio conservable y defendible de lagloriosa España de ayer (octubre 1933)[34].

Para reunir a la“familia alfonsina” era necesario -además de captar a las bases monárquicas de AcciónPopular, los grupos regionales declaradamente alfonsinos y la éliteintelectual agrupada en torno a Acción Española- conseguir la adhesióndel primorrriverismo y la de los militantes procedentes de la desorganizadaderecha radical. El 21 de febrero de 1933 La Nación publicaba la cartaque cinco ex-ministros -José Calvo Sotelo, Eduardo Aunós, conde de Guadalhorce, Eduardo Callejo y José de Yanguas- remitieron a Goicoechea reconociéndole comojefe político pese a señalar “discrepancias de matiz” y ateniéndose a que lahora que España atravesaba exigía “cordialidades y excluye particularismos”. Noobstante, las masas monárquicas integrantes de la recién creada C.E.D.A.prefirieron mantenerse en una organización fuerte, capaz de competir con losrepublicanos antes de embarcarse en la aventura de un minipartido con ubicacióncasi exclusivamente madrileña y condenado al ejercicio de una actividadpolítica marginal[35].

Nuevosimpulsos para la prensa alfonsina

La creación de RenovaciónEspañola va a reanimar la moribunda Prensa monárquica e incluso a relanzartítulos nuevos entre 1933 y 1936[36].En diciembre de 1933 se nombraba un Comité de Prensa del partido presidido porJosé Gutierrez-Ravé -e integrado por Ramiro de Maéztu, Álvaro Alcalá Galiano,José Ignacio Escobar y Kirkpatrick y Honorio Maura- que se propuso lapropagación de sus doctrinas a través de la Prensa, conseguir un máximo dedifusión propagandística sobre los actos del partido y difundir lascandidaturas alfonsinas en los periodos electorales[37]. Gracias a estenuevo impulso podrá afirmarse que la presencia periodística de los monárquicosen los últimos años de la República volverá a ser estimable.

El despeguede la derecha

La Prensa alfonsinava a contribuir a la progresiva debilitación de la coalición del Gobierno. Traslos sucesos ocurridos en el pueblo gaditano de Casas Viejas, la Prensa va aapoyar la actuación gubernativa. Sin embargo, los políticos conservadores notardaron en darse cuenta de las posibilidades que el hecho brindaba para abriruna crisis política en el seno de la coalición gobernante. Pronto comenzó aestructurarse una campaña de Prensa en la que los anarquistas gaditanos seconvirtieron en víctimas de las iras gubernativas. Frases como “los asesinos deCasas Viejas” -que se aplicaban a Azaña y su gabinete- empezaron a hacersefrecuentes en las publicaciones monárquicas e incluso el periódico La Nación-que destacó por ser el más incisivo en sus críticas e incluso envió comocorresponsal a su reportero L. Sánchez Cuesta- mantuvo durante varias semanasuna sección fija que se titulaba “¡Casas Viejas!, ¡Casas Viejas!”. Por otraparte, Pedro Sáinz Rodríguez había convencido al director del diario anarquistaLa Tierra para que le permitiese participar, mediante editoriales, en lacampaña contra Azaña que estaban desarrollando las publicaciones de extremaizquierda[38].Con todo esto, no es de extrañar que se fuese abriendo la grieta entre lossocialistas y sus socios republicanos. De este modo, se determinará la caída deAzaña y la convocatoria de elecciones generales anticipadas.

Sin embargo RenovaciónEspañola, pese a afianzarse en su apoyo antigubernamental, no conseguíaconsolidarse como partido. Cuando el 23 de abril se celebran eleccionesmunicipales parciales, Renovación no presenta ni una sola candidaturapropia aunque sí concurren alfonsinos con la etiqueta de católicos oindependientes. La Nación justifica esta medida por una supuesta faltade garantías en el proceso electoral y advierte a los candidatos que;

ante sus propiosojos, consignando o no consignando su protesta, les darán el cántaro o lesdarán el pucherazo, o les encarcelarán a los electores. Contarlo luego a gritoherido tendrá muy poca importancia; lo que deben tener las oposiciones es laseguridad de que no habrá atropellos, y esa seguridad, no la tienen lasoposiciones (29 marzo 1933).

Sin embargo,cuando los resultados confirmaron la recuperación de la derecha-”accidentalistas” y tradicionalistas- Renovación Española quisoapuntarse a este triunfo general, alegando que muchos candidatos ocultaban suauténtica condición de monárquicos por miedo a la aplicación de la Ley deDefensa de la República. Como manifestaba La Nación en su editorialde 24 de abril “Veremos a qué se aferra ahora el Sr. Azaña”:

Es evidente, quelos derechistas políticos, excepción hecha de Acción Popular, no han“trabajado las elecciones”, y si algún grupo suelto ha querido hacerlo, lascoacciones registradas estos días en la Prensa se lo han impedido. Y así ytodo, los ministerialistas han sufrido una derrota completa, en la que no cabenpara disfrazarla paliativos ni habilidades. Si llegan a ir todas las derechasunidas, las clases neutras, las que nuestros adversarios abarcan con losnombres genéricos de fascismo y cavernicolismo, no quedan ni los rabossocialistas.

Las fuerzas dela derecha no dejaban pasar ocasión sin manifestar sus protestas y -pese a ladebilidad del partido- la Prensa continuaba su incesante denuncia a las medidasde la coalición azañista y especialmente contra el proyecto gubernamental de Leyde Congregaciones Religiosas[39].El diario ABC llegará a publicar incluso una encíclica del Papa Pío XIsobre la situación creada a la Iglesia católica en España. En ella se explicabael carácter “deplorable y negativo” de la Ley al tiempo que se invocabaa todos los católicos para que -dejando a un lado lamentos y recriminaciones-uniesen disciplinas para la defensa de la fe. En la encíclica se afirmaba.

los nuevos legisladoresespañoles (...) han adoptado una forma de separación hostil a la fe que profesala inmensa mayoría de los ciudadanos, separación tanto más penosa e injustacuanto que se decreta en nombre de la libertad y se la hace llegar hasta lanegación del derecho común y de aquella misma libertad que se promete y seasegura a todos indistintamente. De este modo, se ha querido sujetar a laIglesia y a sus ministros a medidas de excepción, que tienden a ponerla amerced del Poder civil (ABC, 4 junio 1933).

Además, laspublicaciones alfonsinas encabezaron una campaña para pedir la libertad deldoctor Albiñana y de los detenidos del 10 de agosto.

El Gobiernoestaba debilitado y se vislumbraba la posibilidad de una disolución de Cortes.Los alfonsinos creyeron encontrar el momento de liderar las fuerzas deoposición por lo que Goicoechea propuso la firma de un pacto escrito que dieravida a una “federación de derechas” con fuerza para ganar las elecciones ymantenerse después como coalición parlamentaria. La Prensa alfonsina -erigidaen portavoz de los intereses monárquicos- continua entonces su campañadestinada a convencer a lectores y políticos de la C.E.D.A. y de la ComuniónTradicionalista de la necesidad de una conjunción de derechas logradamediante uniones circunstanciales y para la que no harían falta conformidadesabsolutas sino principios básicos comunes. A este respecto, el ABCopinaba;

por encima delas formas de gobierno, pueden y deben formar en aquel frente que salve aEspaña, los monárquicos dinásticos, los partidarios históricos de otraMonarquía tradicional, los que hasta abril del 31 eran neutros o indiferentesen la figura constitucional del Estado, las agrupaciones de la CEDA, AcciónPopular y muchos agrarios que en el programa fundamental en que todoscoincidimos, entienden, sin que nosotros hallamos compartido nunca surespetable criterio, que “es secundario el problema de las formas de gobierno(25 septiembre 1933).

La Nación, sin embargo iba mucho más lejos en susanhelos y como ponía de manifiesto en su editorial “Las derechas contraeríanuna enorme responsabilidad si no se sumasen, unidas, al gran bloque español”.

Nosotroscreemos, que mejor hoy que mañana, lo antes posible, todas las fuerzascoincidentes en la necesidad imperiosa de forjar un Estado nuevo, del corte yenvergadura del italiano, con características españolas, que son imborrables eimprescindibles, deben coincidir en un programa mínimo; tan mínimo, que sereduzca a eso y a una acción conjunta y leal (26 septiembre 1933).

Pero RenovaciónEspañola no obstante, progresaba con enorme lentitud y difícilmente iba apoder hacerse con el timón de una coalición ya liderada por el sector conservadormás amplio del país.

•- •-• -••• •••-•
Cristina Barreiro



[1]Al comenzar el año 1931 la derecha monárquica alfonsina seorganizaba en torno a tres alternativas ideológicas: por una parte la tendencialiberal-conservadora, que derivará en la creación de un CentroConstitucional y será defendida por políticos como Maura, Cambó yGoicoechea. Estaba apoyada en la Prensa por periódicos como ABC y El Debate. En segundolugar hay que destacar la formación de un partido primorriverista renovado,heredero de la Unión Patriótica: la Unión Monárquica Nacional. Dirigido por el conde deGuadalhorce, contaba entre sus filas con hombres como Calvo Sotelo, FuentesPila y Yanguas Messía, además de un importante elenco de políticostradicionalistas. Su principal órgano de Prensa era el diario madrileño La Nación. Entercer lugar se encontraba la tendencia integrada por los grupos de la derecharadical: la Juventud Monárquica, el Partido Laborista Nacional y el PartidoNacionalista Español, para los que el periódico La Nación, va a poner numerosas páginas a suservicio. La obra básica -aunque carente de toda objetividad- para conocer lasituación de los partidos monárquicos en la Segunda República es; GALINDO HERRERO, Santiago:Los partidos monárquicos bajo la Segunda República. Madrid, Rialp, 1956. También Julio Gil Pecharromán estudiaexhaustivamente la derecha monárquica alfonsina en diferentes investigaciones.Entre ellas destacamos GIL PECHARROMÁN, Julio: Conservadores subversivos. Laderecha autoritaria alfonsina (1913-1936). Madrid, Eudema, 1994 y RenovaciónEspañola. Una alternativa monárquica a la Segunda República. Madrid, Universidad Complutense, 1985, 2 vols. Todas ellasfundamentales para esta obra.

[2]Por ser el objeto de esta obra la Prensa de ámbito nacional con sede en Madrid serecogen exclusivamente las publicaciones diarias que como tales, permanecieronfieles al monarca. Para la elaboración del listado se ha llevado a cabo unaconsulta hemerográfica en la Hemeroteca Municipal de Madrid. Los resultadosobtenidos fueron cotejados y ampliados con la enumeración que cita CHECA GODOY,Antonio: Prensa y partidos políticos durante la II República.Salamanca, Universidad, 1989.pp.335-338. No obstante, en muchos casos se handescartando opiniones que ven en diarios como Informaciones, ElImparcial y El Mundo “simpatías hacia la Monarquía”. A nuestro juicio y tras la lecturade los mismos, estas publicaciones no pueden considerarse en su globalidad comoPrensa monárquicas.

[3]El estudio más completo sobre el diario ABC lo encontramosen; IGLESIAS, Francisco: Historia de una empresa periodística, Prensa Española,1891-1978. Madrid, Prensa Española, 1980. En esta obra se analiza -desde unpunto de vista esencialmente económico- la trayectoria de las publicacionespertenecientes a Prensa Española. Para conocer el funcionamiento eideología del diario ABC durante este periodo conviene consultar; LUCADE TENA, Torcuato: Papeles para la pequeña y la gran historia. Memorias demi padre y mías. Barcelona, Planeta, 1991. pp. 77-210. Desde un punto devista exento de toda objetividad, el autor -hijo de Juan Ignacio y nieto delfundador de ABC- narra los acontecimientos ocurridos en España durante la República cuando su padre dirigía el diario ycolaboraba activamente en los preparativos del 18 de julio. La posición de ABCdurante el primer bienio republicano se encuentra exhaustivamente recogida en;LUÍS MARTÍN, Francisco: El grupo monárquico de “ABC” en la Segunda República española, 1931-1933. Salamanca, Universidad, 1987.

[4]Juan Ignacio Luca de Tena y García de Torres: Nacido en Madrid en1897 este escritor, periodista, diputado, embajador y guionista de cine,desempeñará a lo largo de su vida diversos cargos directivos en el Consejo deAdministración de Prensa Española. En 1928 funda la edición sevillana deABC. Director del ABC madrileño desde 1929 hasta marzo de 1936.En diciembre de 1939 es nombrado embajador de España en Chile. Protestará endiversas ocasiones contra la restricción de papel impuesta a ABC duranteel régimen franquista. Miembro de la Real Academia Española desde 1946. En 1962 es designado procurador en Cortes y tres añosdespués es nombrado embajador de España en Atenas. Entre las obras de teatroque escribió se encuentran ¿Quién soy yo?, Don José, Pepe y Pepitoy ¿Donde vas Alfonso XII?. Hijo adoptivo de Sevilla, fallece en 1975.

[5]Manuel Delgado Barreto: Periodista y político nacido en La Laguna en 1879. Su primera vinculación con elmundo del periodismo se produce en su juventud, fundando en Santa Cruz deTenerife en 1899 el semanario Gente Nueva. Más adelante, dirigirá eldiario tinerfeño La Opinión para trasladarse años después a Madrid donde desempeñará lo másfecundo de su carrera. Colaborador de El Liberal, La Correspondencia de España, Madrid Cómico y Mundo Nuevo, llega en 1903 a ser director jefe del diario ElGlobo. En 1913 funda el semanario El Mentidero y tres años despuésel periódico maurista La Acción, publicación en la que comenzará a utilizar su seudónimo máshabitual, “El Duque de G” y de la que será director hasta sudesaparición el 20 de mayo de 1923. Ese mismo año funda el semanario político La Dictadura y dos años después será uno delos instigadores para la aparición del diario La Nación, órgano de la dictadura de MiguelPrimo de Rivera. Será también el artífice del semanario satírico Gracia yJusticia en septiembre de 1931 y de Bromas y veras en septiembre de1932 . En abril de 1936 se convierte en colaborador de ABC. Amigopersonal de José Antonio Primo de Rivera, es encarcelado y asesinado enParacuellos de Jarama en noviembre de 1936.

[6]Alfredo Escobar y Ramírez, segundo marqués de Valdeiglesias: Naceen Madrid en 1857 y va a desempeñar a lo largo de su vida diferentes tareas enel mundo del periodismo. Redactor de La Época -propiedad de su familia-entre 1875 y 1887, ejercerá cómo corresponsal de Prensa en Estados Unidos, París,Londres y Amsterdam. Director de La Época entre 1896 y 1933, va adestacar por la elaboración de las crónicas de sociedad firmadas con elseudónimo de “Mascarilla”. Colaborador de ABC, El Imparcial,La Ilustración Española y Americana y Blanco y Negro.Fallece en 1949.

[7]Para conocer el diario La Época puede consultarse;ARAUJO-COSTA, Luís: Biografía de La Época. Madrid, Libros yrevistas, 1946. También ESCOBAR, José Ignacio; VIGÓN, Jorge y VEGAS LATAPIE,Eugenio: Escritos sobre la instauración monárquica. Madrid, Rialp,1955.

[8]Al comenzar la Segunda República este diario disponía de una escasísima tirada, reduciéndose casien exclusividad a la venta por suscripción. Su influencia en la vidapolítico-social era escasa, por lo que sólo se le hará referencia en ocasionesclaves.

[9]Para conocer esta polémica pueden verse los artículos editorialespublicados por ABC y El Debate los días 23, 25 y 27 de abril de1931.

[10]El 14 de abril de 1931 se publicó en la Gaceta un Estatuto Jurídico queserviría de base hasta la aprobación definitiva de una Constitución. En él seestablecía la libertad de creencias y el compromiso de ensanchar el régimen dederechos y libertades. No obstante, durante la Segunda República no se consigue aprobar ningunaley específica de Prensa. Aunque durante todo el periodo estuvo vigente unteórico régimen de libertad de expresión amparado por la Constitución de diciembre de 1931, las propiasleyes elaboradas por los gobiernos imposibilitaron este ejercicio. La Ley de Defensa de la República y la Ley de Orden Público delimitan el equívoco panorama legislativo en estos años. Lainvestigación más completa sobre la legislación de Prensa durante la Segunda República la constituye la tesisdoctoral; ABAD AMORÓS, María Rosa: La libertad de expresión de pensamientoen la Segunda República. Madrid, Universidad Complutense,1988. CENDÁN PAZOS, Fernando: Historia del derecho español de Prensa eimprenta. Madrid, Editora Nacional, 1974. pp. 161-177; FERNÁNDEZ AREAL,Manuel: El control de la Prensa en España. Madrid, Guadiana, 1973 yGÓMEZ-REINO Y CARNOTA, Enrique: “La Libertad de Expresión en la Segunda República”. Revista de DerechoPolítico. 1981-1982. nº12. pp. 159-187; nos adentran también en el régimenjurídico de Prensa durante este periodo.

[11]El Imparcial (12 mayo 1931). Noobstante la bibliografía consultada cuenta versiones diferentes de lo ocurrido.ROCAMORA VALS, Pedro (direc.): Medio siglo en la colección de ABC(1905-1955). Madrid, Prensa Española, 1955; sostiene que el CírculoMonárquico fue asaltado por grupos de agitadores que cumplían “consignasrevolucionarias”, versión que coincide con la señalada por; LUCA DE TENA,Torcuato: Papeles para la pequeña y gran historia. pp. 123. Por su parteGIL PECHARROMÁN, J: Conservadores subversivos. pp 96-97; afirma que fueel gran volumen con que se dejó oír la Marcha Real a través de las ventanas del locallo que dio origen a los altercados, mientras que IGLESIAS, F: Historia deuna empresa periodística. pp. 255-257; destaca como fueron las discusiones yagresiones entre simpatizantes republicanos y monárquicos que se produjeron enla calle mientras se producía la reunión, las que motivaron el asalto al local.Se ha considerado más exacta la versión proporcionada por El Imparcial,al tratarse de un periódico de la época alejado de los extremismos. No seconservan relatos de primera mano.

[12]GALINDO HERRERO, Santiago: Los partidos monárquicos en la II República.Madrid, Rialp, 1956. p. 108.

[13]La Nación, -ante las advertencias de sersuspendido- se vio obligado a mantener una actitud considerablemente moderadarespecto al suceso.

[14]Las discrepancias entre Miguel Maura y Manuel Azaña -por entoncesMinistro de Guerra- se tradujeron en una intervención tardía de la fuerzapública para controlar a los incendiarios. El primero era consciente de lanecesidad de vigilar el orden y abogaba por la intervención de la fuerzapública en caso de desbordamiento de las masas. Azaña no se mostraba partidariode una participación activa de la Guardia Civil. Maura llega a decir incluso quecon motivo de los sucesos de mayo, Azaña afirmó “todos los conventos de Madridno valen la vida de un republicano” y amenazó con su dimisión “si hay un soloherido en Madrid por esta estupidez”. Tras recibir información sobre lacontinuada quema de iglesias y otros edificios eclesiásticos, el Gobiernodecidía -tardíamente y muy a su pesar- que había que intervenir, aunque en vezde adoptar una medida prudente como hubiese sido autorizar el empleo de la Policía o de la Guardia Civil, decidió -en una reacciónexagerada- declarar la ley marcial y sacar el ejército a las calles de Madrid. Vid:MAURA GAMAZO, Miguel: Así cayó Alfonso XIII. Barcelona, Ariel, 1968.Sobre las agresiones a propiedades de la Iglesia ocurridas entre el 11 y 13 de mayo puedeverse; MONTERO MORENO, Antonio: Historia de la persecución religiosa enEspaña. Madrid, Editorial Católica, 1961.p. 25; NARBONA, Francisco: Laquema de conventos. Madrid, Publicaciones Españolas, 1959; ARRARÁS,Joaquín: Historia de la Segunda República. Madrid, Editora Nacional, 1964. vol 2. pp. 74-100 y CÁRCEL ORTÍ,Vicente: La persecución religiosa en España durante la Segunda República (1931-1939). Madrid, Rialp, 1990. pp. 107-114.

[15]Hasta 1933 La Época -dirigida de facto por elperiodista Mariano Marfil- adoptará una posición considerablemente moderadarespecto a la legalidad del nuevo régimen y la intencionalidad de republicanosy socialistas. Marfil -aunque oficialmente redactor jefe del diario desde 1918hasta 1933- era un fiel defensor de la monarquía liberal parlamentaria y supeso iba a dejarse notar en el periódico durante estos primeros añosrepublicanos. Nacido en Toro (Zamora) en 1883 este abogado y militar, serátambién redactor jefe de la Gaceta Jurídica de Guerra y Marina y colaboradoren El Ejército Español, Nuestro Tiempo y La Lectura. Fallece en 1939.

[16]PRESTON, Paul: “El asalto monárquico contra la II República”. Cuadernos de Ruedo Ibérico.nº41-42, febrero-marzo, 1973, pp. 30.

[17]La Nación (6 junio 1931) publica la nota de la Agrupación Monárquica alegando lasrazones que le inducen a no intervenir en la lucha electoral. Entre ellas,además de la falta de garantías, alegan cómo los sucesos de mayo impidieron laformulación de las bases orgánicas del partido. El documento está firmado por elconde de Gamazo, Eduardo Cobián, Arsenio Martínez Campos, Luís Garrido,Juaristi, Antonio Bernabeu, Julio Danvila y Federico Santander.

[18]Calificación con la que Gil Pecharromán hace referencia a quienesen ningún momento aceptan la “accidentalidad” de las formas de gobierno.

[19]Para conocer la evolución del tradicionalismo en estos años esfundamental la obra; BLINKHORM, Martin: Carlismo y contrarrevolución enEspaña. 1931-1939. Barcelona, Crítica, 1979.

[20]GIL PECHARROMÁN, J: Conservadores subversivos. pp. 101-102.

[21]OSUNA, Rafael: Las revistas españolas entre dos dictaduras,1931-1939. Valencia, Pre-textos, 1986. p. 64.

[22]Puede verse; BADÍA, J.J.: La revista Acción Española:Aproximación histórica y sistematización de contenidos. Pamplona,Universidad de Navarra, 1992; GONZÁLEZ CUEVAS, Pedro: Acción Española.Madrid, Tecnos, 1998 y MORODO, Raúl: Los orígenes ideológicos del franquismo:Acción española. Madrid, Alianza Editorial, 1985.

[23]Las pasiones que desencadenó la campaña autonomista que se estaballevando a cabo en la región vasco-navarra y la oposición hacia la políticaantirreligiosa del Gobierno provocaron en el verano de 1931, rumores sobreactividades “conspirativas”. En consecuencia el Consejo de Ministros acordó lasuspensión de los órganos derechistas editados en el norte de España y dediversos periódicos católicos de otras regiones. Archivo Histórico Nacional.Ministerio de Gobernación, serie A, leg.49, exp.16-34 y 40. Sí que existía unarudimentaria conspiración alentada por militares alfonsinos y nacionalistasvascos aislados, aunque su amenaza a la seguridad de la República era insignificante.

[24]Elaborada por el gabinete de Azaña, esta Ley suponía -por sucontenido y carácter- una grave limitación a determinados derechos garantizadosen la Constitución. La Leyde Defensa de la República va a servir a los gobiernos republicanos del primer bienio paracontrolar las publicaciones hostiles y prohibir las reuniones políticas queafectasen a la “integridad” del régimen. ABAD AMORÓS, María Rosa: “Estudioentorno a la Ley de Defensade la República”. Revistade Ciencias de la Información. nº3, 1986, pp.297-321.

[25]El ABC -a pesar de su carácter marcadamente derechista- vaa capitalizar la campaña de opinión en favor de la reaparición de ambosdiarios. También va a integrarse en la Liga Defensora de la Libertad de Prensa, nacida en febrero de 1932 al margen de todo ideario político yformada inicialmente por un grupo de periódicos madrileños.

[26]Se ha discutido mucho sobre la participación y el carácter “monárquico”del levantamiento. Se trató no obstante de una sublevación militar destinada aterminar con el Gobierno de coalición republicano-socialista y no -como se dicefrecuentemente- de una sublevación contra la República. ARRARÁS IRIBARREN, Joaquín: Historiade la Segunda República Española. Madrid, Editora Nacional,1970. Vol. 1. pp. 419-484 ofrece un relato detallado sobre la sanjurjada.ESTEBAN-INFANTES, Emilio: La sublevación del General Sanjurjo. Madrid,J. Sánchez de Ocaña, 1933; refiere numerosos datos sobre la preparación yapoyos con los que se contaba. En esta obra nos referimos exclusivamente a lasublevación en cuanto afectó a la aplicación de las leyes de Prensa y obviamosel hacer un análisis de la participación de los grupos monárquicos en el levantamiento.

[27]Acción Española, tras su reapariciónse desmarcó de la organización del golpe calificándola de “empresa de confusaideología política”. Como señala MORODO, Raúl: Los orígenes ideológicos.p. 17. “parece evidente que se trata de una justificación de coyuntura,destinada a evitar sanciones” pero que no corresponde con la defensa que luegoharán los alfonsinos de su participación. Vid: GIL PECHARROMÁN, J: Conservadoressubversivos. p. 120.

[28]Desde la proclamación de la República hasta diciembre de 1932 handesaparecido los siguientes diarios alfonsinos: El Día, de Linares; ElDía de Igualada; Diario Regional, de Linares; Ejército y Armada,de Madrid; La Correspondencia, de Madrid; Las Noticias, de Alicante; Teruel , deTeruel y El Tiempo, de Alicante.

[29]GIL PECHARROMÁN, J: Conservadores subversivos. pp. 112-113.

[30]GIL PECHARROMÁN, J: Renovación Española. vol II. p.727.

[31]GIL PECHARROMÁN, J: Conservadores subversivos. p. 123,yerra al afirmar que fue el 13 de enero cuando la Prensa publicó la carta que los alfonsinosdirigieron a Antonio Goicoechea

[32]”Libro de Actas de Renovación Española” (3 marzo 1933).Copia del original cedida por Julio Gil Pecharromán y con autorización para sureproducción de la familia Cortés Cabanillas propietaria del documentooriginal.

[33]Ibídem. Archivo General de la Administración. Fondos de Gobernación. Leg.65,exp.45; circular del Gobernador Civil de Madrid dando cuenta del oficiodirigido al Director General de Seguridad relativo a la próxima aparición de lapublicación Renovación Española. El documento está fechado el 25 deseptiembre de 1933.

[34]La revista consta de 16 páginas y su precio era de 30 céntimos elejemplar. El coste de cada número corría a cargo de los afiliados que deseasenrecibirla, “sin perjuicio de que el exceso de gastos que ocasione lapublicación, si los hubiere, se satisfaga con fondos de la asociación”. Estabadirigida por Gutierrez-Ravé aunque en su ausencia pasaba a ocupar el cargo JoséLayús. No consige convertirse en semanario y dejará de publicarse -ante lasdificultades económicas por las que pasaba el partido- en diciembre de 1935.

[35]GIL PECHARRROMÁN, J: Conservadores subversivos. p. 126.

[36]Véase; CHECA GODOY, Antonio: Prensa y partidos políticosdurante la Segunda República. Salamanca, Universidad, 1987. pp.342-343.

[37] “Libro de actas de Renovación Española” (9 diciembre 1933)y Renovación Española (diciembre 1933). Este Comité de Prensa semantendrá sin alteraciones hasta diciembre de 1934, momento en que la Junta Directiva del partido acuerda nuevasdesignaciones: Julio Dánvila, Cirilo Tornos, Manuel Pombo, José Layús, Ramirode Maéztu y marqués de Villarrubia de Langre. Cuando Dánvila, Pombo y Layúsdimiten de sus cargos directivos en Renovación Española pasan a sersustituidos en el Comité de Prensa, por el marqués de las Marismas delGuadalquivir, el marqués de Ibarra y Julián Cortés Cabanillas. Ibídem.(7 diciembre 1934) y (24 abril 1935).

[38]SÁINZ RODRÍGUEZ, Pedro: Testimonios y recuerdos. Barcelona,Planeta, 1978. p. 246.

[39] “Libro de Actas de Renovación Española” (2 junio 1933).Reunido el Comité ejecutivo de Renovación Española, se acuerda publicaren la Prensa un manifiestodestinado a hacer públicos los recursos constitucionales existentes contra la Ley de Congregaciones Religiosas. Este manifiesto, estaba redactado por Serrano Jover.

 

Para volver a la Revista Arbil nº 89
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 89

La página arbil.org quiere ser un instrumento para el servicio de la dignidad del hombre fruto de su transcendencia y filiación divina

"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

El contenido de estos artículos no necesariamente coincide siempre con la línea editorial de la publicación y las posiciones del Foro ARBIL

La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del público siempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen.

Foro Arbil

Inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones. N.I.F. G-47042924
Apdo.de Correos 990
50080 Zaragoza (España)

ISSN: 1697-1388