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por Tomás Mauro Un texto de Dimitris Tryantafyllou, miembro del Servicio Juridico de la comisión Europea y uno de los asesores de la Convención que ha elaborado el texto de la Constitución Europea valorando criticamente sus aspectos técnicos. | |||||
| En esta obra, de naturaleza eminentemente jurídica, el autor analiza los aspectos positivos y negativos de la Constitución Europea que, en su opinión no ha gozado de gran fortuna desde el punto de vista político. En una primera parte dedicada a las opciones clave de naturaleza predominantemente jurídica, el autor destaca como gran logro de la Constitución la largamente esperada decisión de dotar de personalidad jurídica a la Unión Europea. Esta era en su opinión “la premisa para una acción más eficaz y responsable de la Unión frente al exterior pero también cara a los ciudadanos europeos”. Se lamenta en cambio de que se haya decidido dejar a un lado el Euratom (la Comunidad Europea de la Energía Atómica) por el “tabú de la energía nuclear que sigue resultando incomprensible”. Asimismo critica los retoques sin contenido real, casi peligrosos, que se hacen de la Carta Europea de Derechos Fundamentales. Pero el autor reserva sus juicios más severos para el hecho de que la primera parte del texto, el único de carácter realmente constitucional, haya quedado supeditado a la tercera parte, dedicada a las políticas con las limitaciones impuestas por los gobiernos de los estados miembros. El autor juzga que tal condicionamiento “no es propio de una Constitución que supuestamente debe constituir la fuente de todo orden jurídico” y se lamenta de que la convención no haya establecido una jerarquía entre los aspectos constitucionales y los aspectos políticos. De hecho, se pregunta el autor si el texto que se nos ofrece es mas un Tratado o una verdadera Constitución, manifestando su temor de que se trate más bien de la primera alternativa y auspiciando que los progresos políticos de la “Constitución” se vean debilitados o anulados por las sucesivas negociaciones diplomáticas. A lo largo de toda su obra, el autor nos deja entrever su desilusión por la modestia de los resultados conseguidos en relación con las expectativas que se habían creado y por la falta de “coraje” político de la Constitución que no ha sabido imponerse ni siquiera las reglas sobres su entrada en vigor ni sobre sus futuras revisiones dejándolas en manos de los gobiernos de los estados miembros. •- •-• -••• •••-• | |||||
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