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No a una legislación tiránica que destruye los fundamentos de Europa y desconoce la dignidad de los europeos

Prat De La Riba y la Lliga Regionalista

por César Alcalá

Sobre los orígenes del catalanismo político

Orígenes

En el año 1887 el Centre Català se dividió en dos grupos, como consecuencia de que el tema central del catalanismo pasó a ser el proteccionismo de la industria, es decir, primaron los intereses burgueses a los puramente catalanes. El grupo más importante de esta escisión creó la Unió Catalanista. Poseyeron un órgano oficial semanal: La Veu de Catalunya; y estuvieron respaldados por la burguesía y los industriales catalanes. Tenemos que destacar los siguientes ideólogos de la Unió Catalanista: Narcís Verdaguer i Callís; Enric Prat de la Riba; Eugeni d’Ors; Lluis Duran i Ventosa; y el arquitecto Josep Puig i Cadafalch. Hablemos de uno de los principales ideólogos de la Unió Catalanista.

Enric Prat de la Riba i Sarrà (1870-1917) se convertiría en el sintetizador de todas las corrientes ideológicas que unieron a los hombres de Unió Catalanista y que, luego, se establecerían como principios básicos de la Lliga Regionalista. Las ideas tradicionalistas de Prat de la Riba no se apartaban de las redactadas por Charles Maurras. Rovira i Virgili escribió: En algunos momentos recuerda a los polemistas franceses de la derecha religiosa y política, y nos parece estar leyendo a Veuillot o a Maurras. Prat de la Riba fue un gran admirador de Augusto Comte. La alianza que formó con Torras i Bages fue extraordinaria, sobre todo en la redacción de las Bases de Manresa. Para Prat de la Riba: La nación era concebida como una comunidad natural, necesaria, anterior y superior a la voluntad de los hombres, que no puede deshacerla ni mudarla.

Sobre la ley de la industria, aprobada en 1893 opinó: El heredero, continuación de la personalidad del padre y la unidad de la familia, es el patronato por excelencia, que mantiene la Casa, salvándola de la disolución que es sinónimo de muerte.

Prat de la Riba fue antiparlamentario. Decía: Del sistema parlamentario las consecuencias sociales y políticas más palpables son la burocracia, el absolutismo de las pandillas de políticos profesionales y el alejamiento de todos los elementos del país que por su inteligencia, su posición y sus intereses, deberían ejercer una mayor influencia en la dirección del Estado.

Contra esto propugnó la represtación corporativa: Mediante el sufragio universal de los cabeza de familia, por gremios y profesiones, a fin de acabar con el parlamentarismo que entrega el gobierno de los Estados a los charlatanes de oficio.

Es una de las Bases de Manresa –las cuales ayudó redactar- y no difiere del pensamiento tradicionalista carlista. Es lo que dijo Wilhelmsen: es patriotismo cristiano o dicho de otra manera, lo que llamamos la Tradición o tradicionalismo[1]. La solución era muy sencilla. Se tenían que constituir un Estado federal en el interior; y el imperialismo en el exterior.

Un buen ejemplo de la correlación entre Carlismo y Tradicionalismo catalán, lo encontramos en dos publicaciones carlistas aparecidas los años 1899 y 1908. La primera llevaba por título Catalunya Autónoma. En el capítulo dedicado a Cataluña puede leerse:

Hasta la misma etimología de la palabra nos dice que Cataluña, y no España, es la Patria y Nación de los catalanes. España no es más que un todo político, un Estado semiartificial, una Confederación, por Estado y Confederación indiscutible. Como consecuencia, Cataluña es la única soberana de su Gobierno interno. Para ejercerlo, se resucitarán los antiguos democráticos organismos, que tan alta la pusieron en el concierto de las Naciones, y que fueron envidia de la democrática y republicana Venecia. Cataluña, esencialmente monárquica es el templo de la libertad, demostrando que, en un pueblo libre, la Monarquía nada tiene a ver con el despotismo. Poder legislativo de Cataluña: las Cortes catalanas. Poder ejecutivo: El Ministerio (o Diputación, que decían antes) del Principado. Poder judicial: la Suprema Audiencia de Cataluña, todo con las pequeñas reformas exigidas para la vida moderna.

Con respecto a las elecciones, en poco se diferencia el programa carlista del planteado por Prat de la Riba:

Las harán los cabeza de familia sin tasa legal, agrupados en Gremios que representen en lo posible todas las manifestaciones de la vida del pueblo (…) Así, y abolido el sufragio actual que es una mentira, y castigando toda influencia física y moral, serán las Cortes verdaderas representantes de los intereses del pueblo, no como hoy, una ilegítima Asamblea de famélicos, dispuestos a asaltar todos los destinos y siempre a disposición de todas las injusticias y de todos los despotismos. Mediante la elección por Gremios, desaparecerán también los partidos políticos, fundamento del Parlamentarismo y gangrena de la sociedad actual[2].

La segunda publicación llevaba por título Esbozo del Programa Tradicionalista y fue escrito por José María Roma. Al hablar de la Tradición escribe Roma:

Las leyes pueden ser de tres clases: leyes de derecho natural, que ningún pueblo puede conculcar, como “no matarás”, “amarás a tu padre y a tu madre”, “el hombre es libre”; leyes tradicionales, que son las que un pueblo se ha dado a si mismo durante siglos y siglos, del mismo modo que otro pueblo se ha dado otras diferentes; y leyes accidentales, que son las dadas a tenor del derecho natural y de las tradiciones a cada instante y según los tiempos[3].

Para el catalanismo conservador, la monarquía o la república eran temas secundarios. No así para Prat de la Riba: la monarquía tradicional, la que forma parte de nuestra constitución política, la Monarquía de Jaime el Conquistador y Pedro III, la que hacía de los Estados aragoneses los más libres del mundo, la que hablaba, sentía y obraba a la catalana. Prat de la Riba llegó a ver a Alfonso XIII como el posible catalizador de la consecución de su proyecto político.

En el año 1906 publicó su gran obra La nacionalidad catalana. De él extraemos el siguiente fragmento:

Consecuencia de toda la doctrina aquí expuesta es la reivindicación de un Estado Catalán, en unión federativa con los Estados de las otras nacionalidades de España. Del hecho de la nacionalidad catalana nace el derecho a la constitución de un Estado propio, de un Estado Catalán. Del hecho de la actual unidad política de España, del hecho de la convivencia secular de los diferentes pueblos, nace un elemento de unidad, de comunidad, que los pueblos unidos han de mantener y consolidar. De aquí el Estado compuesto. Estos dos hechos primarios, fundamentales: el de la personalidad nacional de Cataluña, y el de la unidad de España, fortalecidas por dos leyes correlativas: la de la libertad, que implica la autonomía y la espontaneidad social, la de la universalidad que lleva a la constitución de potencias mundiales, se resuelven en una fórmula de armonía que es la Federación Española. Así el nacionalismo catalán, que nunca ha sido separatista, que siempre ha sentido intensamente la unión “germanívola” de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización federativa, es aspiración enarbolada de un pueblo que, con conciencia de su derecho y de su fuerza, marcha, con paso seguro, por el camino de los grandes ideales progresivos de la humanidad.

Eugeni d’Ors fue el mejor colaborador intelectual que tuvo Enric Prat de la Riba. Fue él quien introdujo las ideas de Maurras sobre el nacionalismo integral en toda España. A d’Ors debemos en Noucentisme, que fue un movimiento contrario al Modernismo, al cual perteneció Antonio Gaudí. En líneas generales, el Noucentisme de d’Ors se puede definir en tres aspectos: orden, claridad y racionalidad. El Modernismo era: romanticismo, irracionalidad y emotividad. Es la lucha del clasicismo contra la modernidad. Eugeni d’Ors pensaba que la Sagrada Familia no era más que una sublime anormalidad nacida del individualismo romántico de su autor. Incluso llegó a decir que la consideraba un desastre grotesco.

El Noucentisme de d’Ors estableció una clara distinción entre el mundo de la naturaleza y el mundo de la cultura, entre el romanticismo y el clasicismo. D’Ors argumentaba que la naturaleza no puede producir estilos artísticos. Sólo el hombre culto y domesticado en sistemas canónicos, puede producirlos. También aseguraba que el arte no podía ser una mera imitación de la naturaleza. Esta imitación fue utilizada en mil y una formas por los modernistas.

Con respecto al liberalismo, d’Ors pensaba que representaba el individualismo atomístico, el localismo, la defensa de los horrores de la libre concurrencia económica. Por su parte, sobre la democracia aseguraba que no pasaba de ser la ideología revolucionaria de los instintos de la burguesía.

La obra más representativa de Eugeni d’Ors, en la cual instauró las bases de su pensamiento político, fue La ben plantada, publicada en 1912. Teresa, su protagonista, es la representación del seny catalán que postulaba Torras i Bages. Teresa, en un momento de la obra dice:

No he venido par imponer una nueva ley sino para restaurar la vieja. Yo no traigo la revolución, sino la continuidad. Tu Raza, Xènius, está hoy postrada por muchos males. Largos siglos de servidumbre han extinguido las antiguas virtudes. Está la corrupción en las artes, madre de los peores ultrajes. Hay hombres enfurecidos que perpetúan la anarquía (…) pero todo esto es cenizas y polvo (…) todo pasará y pronto.

Hay que decir que La ben plantada estuvo influenciada por El jardín de Berenice de Maurice Barrès y por la Invocación a Minerva de Charles Maurras. Teresa representa la tradición catalana, aquella que abogaron Torras i Bages y Prat de la Riba, y la que quedó plasmada en las Bases de Manresa, frente a la España centralista.

Después de haber conocido el pensamiento ideológico de Verdaguer, Prat de la Riba y d’Ors, continuaremos con la evolución del catalanismo político.

Desde mediados de 1899 a 1901, la represión de Silvela fue muy dura contra todo aquello que tuviera un carácter catalanista. La Veu de Catalunya sería suspendida y su director, Prat de la Riba, encarcelado. Esta reacción fue un aviso de Madrid a los líderes catalanistas sobre el posicionamiento político que estaban reivindicando.

Éste ataque de Silvela motivó una escisión dentro de Unión Catalanista. El grupo más cercano a La Veu de Catalunya, crearon el Centro Nacional Catalán. Formaron parte de este grupo políticos como: Jaime Carner, Enric Prat de la Riba, Francesc Cambó, Narcís Verdaguer, Ildefons Sunyol, Joaquín Lluhí i Rissech, Lluis Doménech i Montaner, Josep Puig i Cadafalch, entre otros. Su gran cruzada fueron las campañas anticentralistas.

Sobre la cuestión catalanista, el 5 de julio de 1905, La Vanguardia publicó una entrevista con el obispo de Barcelona, doctor Morgades, en la cual decía:

La cuestión catalanista creo que en absoluto no ofrece ningún peligro, porque Cataluña no es separatista.

El separatismo en Cataluña es una utopía, pero aún hay menos anexionistas a un país extranjero. Ni el separatismo ni el anexionismo pueden tener en Cataluña partidarios, pues, aparte de otras consideraciones, a Cataluña no le convendría perder para su producción el mercado de España, que es el mejor para ella.

El movimiento catalanista, y principalmente en Barcelona, es reducido y carece de importancia. El único peligro que podría existir en Cataluña sería la paralización del trabajo por disminución de la actividad que allí se nota, lo cual daría lugar a que grandes muchedumbres pudieran emprender peligrosas direcciones.

Cataluña, que ha visto desarrollarse y prosperar su riqueza, siente necesidad de que desaparezcan determinados obstáculos que pueden entorpecer su progreso.

Lerroux y el terrorismo social

El inicio del terrorista social organizado debe situarse con la llegada de Alejandro Lerroux a Barcelona en 1901. El llamado lerrouxismo fue el catalizador de aquellos primeros atentados terroristas organizados y, de ese germen surgió lo que posteriormente se ha conocido como terrorismo social. El movimiento creado por Lerroux fue el que, en 1909, incitó al proletariado para que se levantara contra el poder establecido. Su consecuencia fue la Semana Trágica. Sin embargo, aunque Lerroux iniciara la estructuración del terrorismo organizado, el primer atentado propiamente dicho no se llevó a cabo hasta 1907, cuando Salmerón, Cambó y Corominas fueron tiroteados. Lerroux implantó el germen del terrorismo organizado bajo la violencia y el terror; e intentó imponer unas ideas políticas con el pretexto de salvar al proletariado del jugo al cual estaba sometido, aunque esto provocara la ruina del comercio, de la industria y de la vida social de la ciudad.

En 1901 funcionaba en Barcelona un grupo anarquista llamado La huelga general revolucionaria; grupo editor del periódico El Libertario y de una serie de folletos anarquistas que redactaban José Prats y Anselmo Lorenzo. En febrero de 1902, y debido a los manejos de este grupo, estalló en Barcelona la primera huelga general, con la que tuvo lugar el primer atentado terrorista, que se llevó a cabo gracias al material preparado por un dependiente de farmacia. Este dependiente, llamado José Solá, preparó unos cartuchos de fuego griego, de los cuales se sirvieron Amadeo Lluan y José Nin Font, para poner fuego a una fábrica de camas torneadas, el motivo era que los dependientes de esa fábrica no se habían querido adherirse a la huelga.

Entre 1902 a 1903 aparece en Barcelona un comité antimilitarista, creado al calor del Centro de Estudios Sociales, del cual formaban parte: Francisco Miranda como presidente, Jesús Navarro como vicepresidente, Juan Rull como secretario, Pedro Soteras como vicesecretario, y Amadeo Lluan, José Elías y Enrique Campmany como vocales. El comité se hallaba instalado en la calle Riereta, número 3, centro primero de la Sociedad de tranviarios y local después del Centro de Estudios Sociales. El Comité antimilitarista de Barcelona se relacionó con otros comités creados en Europa. Con el que tuvo más relación fue con el francés, sobre todo el creado en París. Este entendimiento hizo que, a finales de 1903 un desertor francés conocido por el nombre de Mauricio Bernardón, entrara a trabajar en un taller de pirotecnia que existía cerca de la Plaza de Toros de las Arenas de Barcelona. Con el tiempo, Mauricio Bernardón fue procesado y preso a causa de unos pasquines antimilitaristas, obra suya, que un día aparecieron fijados en las esquinas de las principales calles de Barcelona. Y estando Mauricio Bernardón en la cárcel, empezaron los atentados terroristas en gran escala, revelándose por medio de dos bombas.

La primera estalló el 10 de septiembre de 1904 en el Palacio de Justicia y la segunda estalló poco después en la calle Fernando de Barcelona. La bomba que estalló en el Palacio de Justicia fue preparada en casa de Francisco Miranda y recogida, en la Rambla de las Flores, por Alfredo Picoret. Por lo que respecta a la bomba que estalló en la calle Fernando, Francisco Miranda y Enrique Pujol pidieron a Alfredo Picoret que éste, como empleado del Ayuntamiento de Barcelona, colocase esa bomba en el salón de sesiones y en día de sesión. El proyecto se abandonó, por su peligrosidad. Picoret era el único trabajador del Ayuntamiento de Barcelona que era anarquista, por consiguiente, las miradas estarían puestas sobre él y difícilmente podría llevar a buen término la instalación de la bomba. A pesar de todo, los anarquistas tenían la bomba en sus manos y tenían que hacerla estallar como fuera. Enrique Pujol y un anarquista italiano llamado Virgili convinieron que este último, disfrazado de pobre, y llevando la bomba en una cesta, la dejaría en el portal del Palacio Episcopal.

No pudieron llevar a cabo su proyecto como consecuencia de la vigilancia llevada a cabo por los empleados del Palacio y por el gran número de personas que deambulaban por los alrededores. Volvieron a cambiar de planes. Se pensó en entregársela a un empleado del Ayuntamiento, para que éste la llevase a mayordomía con objeto de que allí hiciera explosión. Así lo hicieron. Virgili le entregó la cesta a Llupiá, empleado del Ayuntamiento. Por desgracia la bomba estalló al momento de ser entregada, muriendo el empleado Llupiá y el anarquista Virgili, portador del mortal paquete.

En 1904 se creó un nuevo grupo anarquista llamado Juventud Libertaria. Dicho grupo estaba formado Francisco Miranda, Alfredo Picoret, Serra, Pujol, Tosas, Joaquín Corominas y Pedro Bernadas. El 17 de noviembre de 1904 estalló una bomba en la confluencia de las calles Fernando con la plaza de San Jaime de Barcelona, una bomba que sólo ocasionó desperfectos en el mobiliario público.

En 1905 se produce un cambio en los atentados terroristas perpetrados en Barcelona. Sí, hasta ese momento sólo los anarquistas atentaron contra las instituciones, a partir de este año debemos agruparlos en dos grupos: los realizados por los anarquistas y los realizados por los lerrouxistas. ¿Qué motivo el cambio? La causa fue el conocido como proceso del Coll. El proceso se llevó a cabo contra Tosas, Picoret y Serra. Francisco Miranda propuso la confección de unas bombas para cooperar en un movimiento revolucionario que se preparaba. Picoret fue a Mahón para confeccionar las bombas y probar los explosivos, no pudiéndolo hacer en Barcelona a causa de la estrecha vigilancia a la que estaban siendo sometidos todos los anarquistas. Serra obtuvo la fórmula para confeccionar las bombas, gracias a un libro que se había dejado Bernardón. Picoret no sabía francés, así pues, se estableció una correspondencia entre éste y Serra, en clave numérica, en la cual Serra le deba instrucciones y le traducía las palabras escritas en francés. Joaquín Corominas compró los moldes para las bombas en un almacén de hierro viejo situado en la Ronda San Antonio esquina calle de las Flores de Barcelona. Una vez preparadas las bombas fueron enterradas en el campo del Coll.

La presión policial, represiva contra los anarquistas, hizo que Serra y Picoret hablaran más de la cuenta y contaran lo de las bombas. Al percatarse Francisco Miranda de la traición, se apresuró a hacerles cambiar la declaración. Es decir, que variaran el informe policial que habían hecho y lo modificaran por otro más favorable para ellos. Serra se avino a ello, y dijo que las primeras declaraciones le habían sido arrancadas violentamente por el juez Moreno García Navarro. Picoret se negó a declarar tal cosa, pero las presiones de sus compañeros anarquistas, e incluso, de su familia, hizo que aceptara en ser declarado loco. En conclusión, la prensa anarquista se hizo eco de las declaraciones de Serra, contra el juez Moreno García Navarro. Atacaron de tal manera este juez que, finalmente, los inculpados por las bombas del Coll, fueron indultados y no hubo condena por aquel delito.

La entrada del lerrouxismo en la vida terrorista española tuvo consecuencias dentro y fuera del país. Fuera debemos recordar el atentado sufrido por Alfonso XIII, en la calle Rohan de París, 31 de mayo de 1905. Los instigadores de aquel atentado fueron: Ferrer, Lerroux, Navarro, Vallina, Malato, Morral, Casasola, y José Prats. El 5 de septiembre de 1905 a las 12,30 horas de la tarde, estalló una bomba en la Rambla de las Flores de Barcelona. Murieron dos floristas, las hermanas Rosa y Pepita Rafart. El 31 de mayo de 1906 se produjo el atentado en la calle Mayor de la Corte de España. El atentado provocó la muerte de 24 personas. Alfonso XIII y su mujer salieron ilesos.

El 24 de diciembre de 1906 hizo explosión en la Rambla de las Flores de Barcelona una bomba, causando estragos. La policía, después de recoger los casquillos que quedaron dispersos por el lugar, pudo reconstruir el recipiente y encontró, grabado en seco, un sello que decía Grupo Siempreviva de Manresa. Este grupo, de carácter anarquista, estaba formado por Martín Rodañez de Paz, Gervasio Casadesús y Moisés Pascual. Los autores del atentado terrorista no fueron perseguidos por la policía. Esto provocó que la vida ciudadana quedara perturbada ante los atentados terroristas, cada vez mayores, y ante el temor de poder sufrir o padecer en alguno de ellos. La impunidad que disfrutaron los anarquistas, durante este período, fue el embrión del levantamiento popular durante la Semana Trágica de Barcelona.

El 8 de abril de 1907 se produjeron varias explosiones en el Llano de la Boquera de Barcelona y en el Salón de San Juan. Las bombas causaron grandes desgracias. Se culpabilizó y juzgó a Juan Rull.

El 19 de abril de 1907 se atentó contra Francisco Cambó, Nicolás Salmerón y Pedro Corominas cuando se dirigían en coche para tomar parte en un mitin electoral. Al pasar por la calle Cruz Cubierta un grupo empezó a disparar contra el coche, hiriendo a Cambó.

El gobernador civil de Barcelona, Ossorio y Gallardo, y el jefe de policía de Barcelona, Enrique Díaz Guijarro, insertaron en la prensa barcelonesa un documento por el cual se ofrecían 100.000 pesetas a los que descubriesen los autores de todos los atentados terroristas o anarquistas cometidos en Barcelona desde 1904 hasta 1907. El documento no tuvo el efecto deseado pues, no sólo continuó el terrorismo, sino que no se procesó a nadie por aquellos incidentes.

La Lliga Regionalista

La Lliga Regionalista surgió el 25 de abril de 1901, como consecuencia de la fusión de la Unión Regionalista y el Centro Nacional Catalán. El motivo de esta fusión fueron las elecciones que se convocaron ese año. La candidatura de la Lliga Regionalista estaba integrada por: Alberto Rusiñol, Bartolomé Robert, Lluis Doménech i Montaner, Sebastián Torres. Por Olot, y en solitario, se presentó Pelayo de Camps y Matas, marqués de Camps. La candidatura ganó las elecciones. En total se votaron siete escaños. Cuatro los ganó la Lliga Regionalista; dos fueron ganados por los republicanos Lerroux y Pi i Maragall; y el último por el liberal Maristany.

La Lliga Regionalista fue un grupo político conservador, que representaba a los sectores más importantes de la burguesía y la industria catalana. Asimismo se vieron representados por ella otros sectores como la clase media y la Iglesia. A pesar de que el programa electoral era ambiguo, para poder reunir a personalidades de pensamiento dispar, tres aspectos que les unía en la lucha: la política centralista de Madrid; el caciquismo; y una reforma regionalista que diera entidad a Cataluña con respecto al uniformismo español.

Las cosas funcionaron con una cierta regularidad hasta el año 1903. Poco antes había aparecido un nuevo personaje en el panorama político catalán: Alejandro Lerroux. Éste republicano de origen andaluz, tomó parte en las elecciones de 1901, ganando un escaño. Se convirtió en el líder de la clase obrera. Se antepuso a todas las reformas que la Lliga quería para Cataluña. Lerroux sembró el terror en Barcelona, a través del terror social.

La gran crisis de la Lliga se produjo en el año 1904. Un grupo de dirigentes de éste partido no obedecieron la orden de boicotear la visita de Alfonso XIII a Barcelona y parlamentaron con él. El resultado fue que los miembros nacionalistas y liberales que se habían integrado a la Lliga, abandonaran esta formación. Esto provocó una nueva reestructuración en el seno de la Lliga. Es en ese momento cuando Prat de la Riba escribirá la base teórica y política de las aspiraciones de la burguesía catalana. Esto quedó reflejado en La Nacionalidad Catalana, que fue publicado en 1906. En el momento que tuvieron una base teórica y política, además de un amplio respaldo de la sociedad, podían ir a Madrid, y forzar concesiones para Cataluña. Como escribió Prat de la Riba, la política de Cataluña hacia fuera les permitiría luchar por la hegemonía catalana dentro del Estado español.

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César Alcalá



[1]WILHELMSEN, Frederick D.: Hacia una filosofía del Carlismo. Conferencia pronunciada en el Salón de Actos del museo de Navarra, el día 5 de febrero de 1963. Ediciones Príncipe. (Pamplona, 1963). Págs. 7-8.

[2]ANONIMO: Catalunya Autónoma (Folleto d’Actualitat). Biblioteca Regional. (Barcelona, 1899). Págs. 7-8.

[3]ROMA, José María: Esbozo del Programa Tradicionalista. (Barcelona, diciembre 1908). Pág. 5.

 

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