Arbil cede expresamente el permiso de reproducción bajo premisas de buena fe y buen fin
Para volver a la Revista Arbil nº 90
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 90


texto de banner

La posición de George W. Bush acerca de la investigación con células troncales embrionarias

por Jesús Romero-Samper

En el fondo del debate acerca de la licitud o no del recurso a las células troncales embrionarias para la investigación no subyace, como varias veces hemos expuesto, una nada pulcra ni cristalina dialéctica. Frente a los argumentos éticos, jurídicos, filosóficos y biológicos, que argüimos los contrarios a tales investigaciones, sólo se encuentran falsas expectativas, manipuladas informaciones: engaño e intoxicación informativa. Porque hay que decirlo alto y claro una vez más: son los defensores de tales investigaciones los que tergiversan los resultados, los que los manipulan a su antojo, quienes iluminan horizontes para los desheredados de la medicina. Mas -podría preguntarse el lector- por qué intereses habrían de proceder así, ciegos a la realidad científica. Dos son claras las razones: la económica y la política.

Quien quiera que siga la actualidad informativa al respecto, consciente será de los reiterados éxitos terapéuticos que se obtienen en la investigación con células troncales adultas (CTA), no así con las embrionarias (CTE). Y como aval: el refrendo de tantos artículos publicados en las más reputadas publicaciones científicas, resultado de exquisitos y rigurosos estudios. En las varias entrevistas que, conforman esta serie, podrá encontrar el lector unas cuantas referencias. Entonces, ¿por qué determinados científicos se empeñan en seguir investigando con las células de embriones crioconservados? Los que aún no han abandonado, o están a punto de hacerlo, sus frustrados anhelos de éxito en la investigación con CTE, aúnan sus esfuerzos al de los pertinaces, por una sola razón: la meramente pecuniaria. Con pocos visos de obtener estirpes celulares utilizables, tejidos u órganos a partir de las CTE, la Biotecnología y la Ingeniería Genética les ofrecen novísimas puertas sobre las que buscar el éxito no alcanzado. Hablamos de prometedoras y sustanciosas patentes para la industria farmacéutica, de subvenciones públicas,… de una inmensa tarta a repartir. Índices bursátiles que fluctúan según los resultados de las “genomics.” ¿Hay tanto dinero detrás? En el 2001 sólo las 19 principales empresas biotecnológicas estadounidenses empleaban a 162.000 trabajadores. La líder Amgen -por ejemplo- en sólo dos años pasó del puesto 73 al 29 mundial, según “Financial Times”. El Prof. Dr. Luís Rubalcaba Bermejo ha analizado con más profundidad esta panorámica para “Arbil.”

Siempre han dormido enroscadas las serpientes, protegiendo su puesta (versus ideas) con bífida lengua a la defensiva. Y son muchos los políticos que muestran actitudes de ofidios. Unos, como la izquierda que nos gobierna, cuan venenosa víbora o serpiente de cascabel: inamovible recogida sobre su puesta. Menos grave es la actitud de aquellas culebras de agua, la vapuleada oposición derechista, que de cuando en cuando refresca sus cabezas, desentendiéndose temporalmente del “problema.” Es claro que, en lo que concierne a España, representan estos últimos una clase incomprometida en los principios e ideas: a su antojo dejan o retornan a los principios, simplemente por “refrescar” sus cabezas, según el viento que sople no se las enfríe. Al fin y al cabo, ni siquiera muerden: emulan a las verdaderas áspid.

Descubrimos a las otras sierpes: las verdaderamente venenosas. Toda una clase de “seductoras damas”, que conforman un verdadero “escuadrón de la muerte” al más puro estilo de Tarantino: mambas, crótalos, víboras, de cascabel, cobras,… Lo conforman aquellos que se alinean en una común corriente de pensamiento: la materialista. Además de los científicos sin escrúpulos, más movidos por intereses pecuniarios, engrosan el grupo políticos, periodistas, sociólogos y filósofos. En sus argumentaciones no falta el recurso al concepto de un interesado utilitarismo, que justificaría su defensa de las investigaciones con CTE. Pero tras tan soez excusa no se encuentra sino el fin último del materialismo: la deshumanización del hombre, socavando su dignidad y libertad en aras de lo que ellos llaman “progreso.” Y toda esta patulea progresista (marxistas, socialistas, socialdemócratas,…) acaba revelando su intrínseca lucha contra el concepto mismo del ser humano, empeñada en no respetar la vida: aborto, eugenesia (investigación con CTE), eutanasia. Más sofisticados y recurriendo a la dialéctica del bien común, de los derechos del paciente, hábilmente confundiendo a la opinión pública, parecen querernos hacer olvidar los métodos con los que -con idénticos objetivos- comenzaron su “glorioso y fraternal” periplo: gulags, chekas, sofisticadas torturas, genocidios, denigración de pueblos, degradación moral del individuo.

Tras este preámbulo, quisiera pasar a exponer y analizar un extracto del discurso sobre el estado de la nación, pronunciado por el presidente George W. Bush el pasado 2 de febrero ante la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Porque, desde luego, los políticos tienen mucho que decir a la sociedad sobre el asunto que nos ocupa. Extraído literalmente de www.whitehouse.gov, decía Bush:

“Ya que el matrimonio es una institución sagrada y la base de la sociedad, no debe ser redefinido por jueces activistas. Por el bien de las familias, los niños y la sociedad, respaldo una enmienda constitucional para proteger la institución del matrimonio.

“Ya que una sociedad es evaluada por la manera en que trata a los débiles y vulnerables, debemos esforzarnos por forjar una cultura de la vida. La investigación médica nos puede ayudar a lograr ese objetivo, al desarrollar tratamientos y curas que salven vidas y ayuden a personas a sobreponerse a las discapacidades, y le agradezco al Congreso por aumentar en dos los fondos para el National Institute of Health. Para forjar una cultura de la vida, también debemos garantizar que los avances científicos siempre respeten la dignidad humana y no se aprovechen de algunas vidas para beneficiar a otras. Deberíamos ponernos de acuerdo sobre ciertas normas claras. Trabajaré con el Congreso para garantizar que los embriones humanos no se creen para la experimentación ni se desarrollen para obtener órganos, y que la vida humana nunca sea comprada y vendida como mercadería. Estados Unidos continuará siendo líder en el mundo de la investigación médica que es ambiciosa, enérgica y siempre ética.”

Breves y concisos párrafos, pero harto claros y rotundos. En tan pocas líneas George W. Bush consigue resumir y concretar varias cuestiones. Veámoslas.

“Ya que el matrimonio es una institución sagrada y la base de la sociedad,…” El presidente republicano se manifiesta diáfanamente a favor del matrimonio, que no es patente exclusiva de la cultura occidental ni de la Iglesia: si bien es en aquella y gracias a esta donde tal institución ha alcanzado su mayor perfección jurídica, moral y social. El matrimonio es fundamental basamento de nuestra civilización, no tanto como tradición sino como estructuración social a lo largo de milenios. Porque el matrimonio supone la creación de estables células familiares, entre cuyos individuos se establecen vínculos de fortísima interdependencia, con una indudable y beneficiosa repercusión sociológica y económica. Frente a Bush se sitúan los demócratas norteamericanos, y aquí -en España- los socialistas y sus adláteres, acérrimos enemigos de toda institución que agrupe a la Sociedad y no sea el Estado, al margen del régimen por ellos creado.

“… no debe ser redefinido por jueces activistas.” Acertada y sucinta observación de George W. Bush, que debería hacer qué pensar a determinados juristas en la vieja Europa. A nadie se le escapará algún que otro “juez activista” que pace por estos lares, más interesado en promocionarse con medidas “políticamente correctas” que en ejercer desinteresada e imparcialmente su profesión. Alguno -incluso- preparando la maleta para dar magistrales y bien remunerados seminarios en Estados Unidos. Nuestros “jueces estrella”: llevando casos que caen por su mala instrucción, enconados activistas en la defensa de las más variopintas excentricidades, posicionados políticamente con unos u otros partido políticos, fieles encubridores de los poderes ejecutivos. Con toda lógica, el presidente norteamericano adopta una posición defensiva del concepto de matrimonio frente a quienes quieren, en su nación y también aquí, imponernos como tal la unión de parejas de hecho (homo o heterosexuales). Uniones que en caso de legalizarse, no desde luego bajo los mismos derechos jurídicos (por su evidente fragilidad e inestabilidad), habrían de serlo bajo un término distinto al del matrimonio.

“Ya que una sociedad es evaluada por la manera en que trata a los débiles y vulnerables, debemos esforzarnos por forjar una cultura de la vida.” Nos recuerda Bush la fundamentación antropológica de cualquier grupo animal de estructura social: rasgo común de los mamíferos. Porque el carácter de social corresponde a aquellos grupos que, primeramente, se estructuran en grupos familiares para, posteriormente, agregarse estos en conjuntos mayores interrelacionados, bajo el reconocimiento de compartir una identidad común. De ahí que la tendencia natural en toda sociedad (humana, de leones o de delfines) sea la defensa de proteger al semejante, de salvaguardar -en fin- el compartido patrimonio genético, de velar por las crías y por los ancianos. Y esta conducta innata se patentiza cuando llega la muerte, en el momento del duelo es cuando, de forma natural, asalta al resto del grupo el doloroso sentimiento de la ausencia irrevocable. Pero entretanto, mientras la vida continúa, las sociedades se afanan en proteger a los débiles y vulnerables. Vida y muerte son, en fin, conceptos antagónicos pero complementarios, que en cualquier especie de carácter social supone la perpetuación de un ciclo. Si la lucha diaria por la vida de los individuos garantiza la subsistencia del grupo, no menos importante es el papel de la muerte. Porque la protección del débil o vulnerable y, más allá, el dolor por la pérdida definitiva de los mismos: actúan como factores de cohesión familiar, y en tanto social, por cuanto agrupan sentimientos y ejercen como adehesores de la comunidad.

“… forjar una cultura de vida.” El mensaje de George W. Bush viene a agitar adormecidas conciencias, aquellas truculentamente seducidas por una cierta cultura de la muerte. No es casual que en Estados Unidos, pionero parangón en la práctica del aborto, comiencen a retractarse de un turbio y oscuro pasado. Una sociedad que, durante décadas, ha sido prolija en el asesinato (consentido y legal) de cientos de miles de seres humanos, no podía soportar por más tiempo esa rémora en su inconsciente colectivo, además de las graves consecuencias sociológicas (síndrome post-aborto) con todas sus derivaciones económicas. ¿Qué debemos entender por “una cultura de la vida”? El mismo Bush nos lo recuerda: proteger la vida de los enfermos, desahuciados por la medicina, esforzarnos en su tratamiento; pero también la defensa e inviolabilidad del nasciturus. La “cultura de la vida” pasa -como veremos- por el respeto a la vida en sí y su protección, en cualquier fase o estado en que pueda encontrarse.

“Para forjar una cultura de la vida, también debemos garantizar que los avances científicos siempre respeten la dignidad humana y no se aprovechen de algunas vidas para beneficiar a otras.” Vida, dignidad humana frente a aprovecho, beneficio. Cuando la sabia y vieja Europa se vanagloriaba como reserva espiritual de Occidente, al tiempo que incurría en los más despiadados atentados contra una mínima ética, surge una voz clara allende los mares, escueta y despiadada denuncia. Uso el pasado porque esa prometedora futura constitución europea ni siquiera contempla humanismo alguno, lo destierra por manos de sus masónicos redactores. Porque en el viejo continente hablar de dignidad humana se ha convertido en mero recurso dialéctico, la vida de un ser humano ha devenido a valer lo que su aprovecho o beneficio la confieran… tanto ofreces, tanto interesas. Potencialidades frente a realidades. Un triste panorama utilitarista (materialista) que cercena el mismo concepto de hombre, cuan sujeto de derechos y deberes. Embriones, nasciturus, enfermos terminales o ancianos no son dignos de vivir en esta nueva Europa, sí -en cambio- en Estados Unidos. Y es de recalcar como Bush enfatiza: “… no se aprovechen unas vidas humanas para beneficiar a otras.” Adoptando la defensa de la vida humana en sí, tanto la del enfermo o desahuciado como la del no nacido: nunca debe sobreponerse la del uno sobre la del otro, pues ambas gozan de unos mismos derechos por cuanto individuos humanos. Y quienes postulan lo contrario incurren en la justificación de eugenesias y eutanasias, por cuanto amparándose en defender -sobrado argumento- la categoría de personas a pacientes crónicos o terminales, más próximos a la muerte (final irremediable de toda vida), justifican el sacrificio de aquellos que se inician en la vida, con el agravante de crearlos artificialmente con el único fin de investigar con ellos y, por tanto, aniquilarlos.

“Deberíamos ponernos de acuerdo sobre ciertas normas claras.” Ponernos de acuerdo sobre unas mínimas normas bioéticas y biojurídicas, sobre toda una serie de evidencias genéticas, embriológicas, fisiológicas. Mensaje no sólo dirigido a su nación, al acuerdo entre republicanos y demócratas, también aquí deberíamos darnos por enterados. Sólo sobre el basamento de unos argumentos claros puede establecerse ese acuerdo, que si es rechazado -como ocurre en España- no nos revela otra cosa que particulares intereses.

“Trabajaré con el Congreso para garantizar que los embriones humanos no se creen para la experimentación ni se desarrollen para obtener órganos, y que la vida humana nunca sea comprada y vendida como mercadería.” Declaración final y contundente del presidente George W. Bush. Terminante negativa al recurso a las CTE, a la investigación con embriones, a su supernumeraria creación con otros fines que no sean los meramente encaminados a dotar de hijos a las parejas infértiles, a su venta y compra (entendemos que también, a la de los precursores gametos), al enriquecimiento de las empresas biotecnológicas. Y resuelta apuesta –por contraposición- a favor de los embriones, de su condición de seres humanos, individuales y plenos de dignidad, de la defensa de la vida en cualquiera de sus estadios, vulnerabilidades y debilidades. Sólo en el comienzo de esta frase encontramos la enérgica fuerza del argumento verbal: “embriones humanos.” Con lenguaje claro y veraz, no incurre Bush en hablar del ser humano bajo términos engañosos (preembrión, preimplantatorio, blastocisto,…) y menos de dotarle de una potencial humanidad: son embriones humanos, son seres de nuestra misma especie en desarrollo.

Colofón: “Estados Unidos continuará siendo líder en el mundo de la investigación médica que es ambiciosa, enérgica y siempre ética.” Sobre el indudable liderazgo norteamericano en la investigación médica y biotecnológica, véase al respecto la magnífica aportación del Dr. Luís Rubalcaba Bermejo en esta misma serie. Pero George W. Bush apunta una novedad en este que será su nuevo mandato: se acabaron las especulaciones bursátiles de las “genomics.” “…, y que la vida humana nunca sea comprada y vendida como mercadería.” Parece que el mensaje de Bush es claro al respecto. Posiblemente jueguen en todo esto circunstancias de sobrepeso económicas, no en vano ya hemos visto como la valorización de las empresas biotecnológicas responde mas bien a “intereses creados.” Ahora bien, habremos de reconocer que, en menos de once líneas, el reelegido presidente norteamericano deja bastante claras sus ideas y las de una nación que nuevamente le ha otorgado el poder.

Poco más podemos aportar, sugerir o valorar. La lectura de este párrafo del “Discurso sobre el Estado de la Nación”, nos pareció reseñable para el conocimiento público general. Cuando el presidente de una nación finaliza el mismo diciendo “Gracias, y que Dios bendiga a los Estados Unidos”, no podemos sino sentir cierta vergüenza de esta mediocre Europa. Aquí son todo estériles debates, pozoñosos circunloquios, avérnicos intereses que florecen a poco que se rasque. Y en esta Europa de tuertos, España ostenta el privilegio del ciego.

•- •-• -••• •••-•
Jesús Romero-Samper

 

Para volver a la Revista Arbil nº 90
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 90

La página arbil.org quiere ser un instrumento para el servicio de la dignidad del hombre fruto de su transcendencia y filiación divina

"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

El contenido de estos artículos no necesariamente coincide siempre con la línea editorial de la publicación y las posiciones del Foro ARBIL

La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del público siempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen.

Foro Arbil

Inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones. N.I.F. G-47042924
Apdo.de Correos 990
50080 Zaragoza (España)

ISSN: 1697-1388