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por Marta Salazar Sánchez El debilitamiento del pacto afectará sin duda a la economía mundial. | |||||
| Poco antes de la medianoche del 20 de marzo y después de doce horas de debate, Jean-Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo, citó a una conferencia de prensa. En ella dió a conocer el acuerdo al que habían llegado los ministros de finanzas de los estados de la Unión Europea en orden a reformar el pacto de estabilidad. Antes de referirme a la reforma en sí, me parece importante recordar los momentos más significativos que la han precedido. El acuerdo data de junio de 1997, en que los estados que entonces formaban la UE se comprometieron a mantener presupuestos equilibrados. El nuevo endeudamiento público no sobrepasaría el 3% del PIB (producto interno bruto). En febrero de 2001, el gobierno de Irlanda es amonestado por su tendencia inflacionaria. El febrero de 2002, los ministros de finanzas se niegan a enviar un sobre azul (algo así como una tarjeta amarilla... o una tarjeta roja) a Alemania y Portugal, por haber sobrepasado la marca del 3%. Noviembre de 2002, se inicia el proceso en contra de Portugal por quebrantar el pacto. Enero de 2003, proceso contra Alemania por la misma razón. Junio de 2003, proceso contra Francia. Noviembre de 2003, los ministros de finanzas deciden no continuar los procesos contra Francia y Alemania. Enero de 2004, la Comisión Europea inicia un juicio a los ministros ante el Tribunal Europeo por la medida anterior. Junio de 2004, se inicia otro proceso, esta vez en contra de Holanda, por violar el pacto. Julio de 2004, proceso contra Grecia. Julio de 2004, el Tribunal levanta la medida acordada por los ministros de finanzas y llama al Consejo de Ministros y a la Comisión a llegar a un acuerdo. Diciembre 2004, la Comisión propone congelar los procesos contra Francia y Alemania. Enero 2005, los ministros sugieren modificar el pacto de estabilidad. Febrero 2005, los ministros deciden hacer más estricto el proceso contra Grecia y, a consecuencia de tal decisión, este país, es duramente sancionado. Juncker aclara que la letra del pacto de 1997 no se ha cambiado, pues los estados continúan sin poder endeudarse más allá del 3% del PIB, que es el tope para el déficit público. La reforma consiste en que se ha introducido "factores a considerar para poder aumentar el déficit, en forma temporal, más allá del 3%". En la práctica, esto significa que se descuentan del 3%, los gastos que realicen los respectivos estados "con miras a la reunificación de Europa". En consecuencia, Alemania puede descontar las billonarias transferencias que hace desde el Este al Oeste del país. ¡El ministro de Finanzas, Hans Eichel respiró profundo! Francia puede descontar sus gastos militares porque contribuyen a la defensa europea. Y las malas lenguas aseguran que Blair pretende descontar la ayuda que envió a Asia después del tsunami. Éstas, entre muchas otras posibilidades. Además, los estados deficitarios cuentan con cinco años para arreglar sus cuentas y volver al 3% y no con los tres o cuatro que tenían hasta ahora. Además, un crecimiento económico negativo será causa suficiente para detener un proceso. Tanto el Banco Central Europeo, como el Bundesbank, han criticado duramente el acuerdo. Axel Weber, presidente del Banco Federal alemán advirtió que el pacto de estabilidad se ha debilitado muy seriamente. Otros hablan de un verdadero vaciamiento. Pienso que estamos frente a una reforma de hecho, o, en el mejor de los casos a una reforma por la vía interpretativa. El debilitamiento del pacto afectará sin duda a la economía mundial. Los expertos vaticinan que el mayor endeudamiento significará una creciente presión inflacionaria. Ésta llevará al aumento de los intereses, lo que provocará una disminución del crecimiento. Pero los gobernantes están tranquilos, ahora podrán endeudarse sin temer procesos, ni sobres azules, ni dracónicas sanciones. •- •-• -••• •••-• | |||||
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