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ABORTAR=ASESINAR El aborto es un asesinato, pues se mata a una persona con premeditación (se prepara reflexivamente, tal   como lo marca la ley con su procedimiento, y se perpetra un delito, aunque sin pena, como también   indica la ley) y alevosía pues no hay riesgo para los asesinos. R.A.E.: - asesinato. 1. m. Acción y efecto de asesinar. - asesinar. (De asesino). 1. tr. Matar a alguien con premeditación, alevosía, etc. - premeditación. (Del lat. praemeditatio, -onis). 1. f. Acción de premeditar. - premeditar. (Del lat. praemeditari). 1. tr. Pensar reflexivamente algo antes de ejecutarlo. 2. tr. Der.   Proponerse de caso pensado perpetrar un delito, tomando al efecto previas disposiciones. - alevosía. (De alevoso). 1. f. Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin   riesgo para el delincuente. Es circunstancia agravante de la responsabilidad criminal. (recuerdese que el aborto voluntario sigue siendo delito tipificado aunque se le elimine la pena)

El síndrome de Rabat

por Miguel Ángel Loma

Si el llamado síndrome de Estocolmo refleja la actitud de ánimo vencido que caracteriza a quienes disculpan a sus secuestradores y justifican su forzado cautiverio, el síndrome de Rabat podría definir la preocupante situación que se ha ido consolidando en España respecto a nuestra relación con Marruecos y que alcanza su culminación tras los atentados asesinos del 11-M.

Observando el exquisito y seráfico tratamiento que nuestros gobernantes y la progresía intelectual que les apoyan y jalean, incluido el feminismo más radical, rinden a las actitudes y políticas del Gobierno marroquí y a su inefable monarca alauita («al agüita» de las pateras criminales), parece que mientras más leña nos dan y más puñeterías nos hacen, más condescendientes estamos obligados a ser.

Da igual que en el tema del Sahara nos lleven toreando desde los tiempos de la Marcha Verde hasta hace unos días, impidiendo la visita de diferentes delegaciones de parlamentarios y políticos, que intentaban observar el tratamiento hacia el pueblo saharaui al que, pese a nuestra responsabilidad histórica, tenemos semiabandonado.

Da igual la larvada ocupación, pasito a pasito, de Ceuta y Melilla, y la vergüenza que supone que todo un rey de España no haya visitado estas dos ciudades para no molestar a su sobrinísimo.

Da igual el episodio del islote Perejil, algo chusco en la prosopopeya «trillera» de su literaria desocupación, pero de importancia ineludible respecto al significado del hecho en sí.

Da igual la permisividad de un régimen como el marroquí capaz de controlarlo todo y que, sin embargo, se muestra incapaz de acabar con la sangría de las pateras.

Da igual, incluso, que a los pocos días del 11-M una encuesta realizada en Marruecos nos aportase el terrible dato de que la mayoría de los encuestados no manifestasen rechazo por el criminal atentado (terrible dato que por ser hoy muy políticamente incorrecto no se ha vuelto a recordar), e igualmente importa poco que casi la totalidad de los autores de la salvajada fueran súbditos marroquíes perfectamente tratados en España (por cierto, si cada semana nos dicen que han detenido a diez o doce sujetos relacionados con el atentado, éste debió de planearse en un lugar de tanta capacidad, al menos, como el Santiago Bernabéu).

Da igual todo: el síndrome de Rabat obliga a reptar muy respetuosamente delante del monarca marroquí y su Gobierno, y a decir que la tierra que se traga en tan digna posición constituye una muestra de enriquecedora multiculturalidad gastronómica.

El síndrome de Rabat obliga a perder el culo por visitar al sobrino del hermanísimo, aunque el Mohamed te dé con la puerta en las narices y sólo reciba a quien cubra sus intereses.

El síndrome de Rabat obliga, en fin, a mirar para otro lado continuamente para no herir la sensibilidad del vecino; que la consigna es mantenerlo tranquilito y contento a toda costa.

Pese a los datos de la encuestita «solidaria» que antes recordaba, no defiendo yo que haya que estigmatizar a Marruecos, porque amén de ser una actitud muy poco cristiana, también significaría una respuesta sumamente injusta: difícilmente se puede culpabilizar a todo un pueblo que, por vivir bajo un sistema carente de libertades, carece también de la libertad necesaria de información para formar sus opiniones.

Pero de culpabilizar injustamente a los marroquíes hasta llegar a la política que se está llevando actualmente con las bofetadas continuas que se reciben desde su Gobierno, me parece que cabe un abanico de posibilidades tan ancho como ancha es su manga a la hora de controlar las mafias que dominan el criminal negocio de las pateras (por no hablar del hachís).
vNo quiero ni pensar la que se liaría si un atentado de las dimensiones del que padeció Madrid lo hubiesen padecido en Rabat a manos de terroristas españoles.

Y tiemblo cuando imagino la que se montaría si otro grupo de españoles se encerrara en una mezquita marroquí para quejarse por carecer de papeles de residencia, y se dedicara a mearse por sus rincones...

¡Anda que iban a estar invitando a las autoridades españolas a participar en los actos del aniversario de la masacre..., o iban a vendernos armamento..., o cedernos suelo para construir iglesias!

Aunque, a lo peor, los políticos, intelectuales y demás poderosos españoles que amparan y fomentan el síndrome de Rabat son unos tipos muy avisados que saben perfectamente de lo que va todo esto y se están ganando un espacio de tratamiento privilegiado en sus torres de marfil, ante el futuro que viene. Porque el futuro de España (me refiero a las parcelillas autonómicas que queden tras el paso del sonriente Atila ZP), y el futuro de Europa, se vislumbran de lo más moradito.

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Miguel Ángel Loma


Todos a Colonia con el Papa

 

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