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ABORTAR=ASESINAR El aborto es un asesinato, pues se mata a una persona con premeditación (se prepara reflexivamente, tal como lo marca la ley con su procedimiento, y se perpetra un delito, aunque sin pena, como también indica la ley) y alevosía pues no hay riesgo para los asesinos. R.A.E.: - asesinato. 1. m. Acción y efecto de asesinar. - asesinar. (De asesino). 1. tr. Matar a alguien con premeditación, alevosía, etc. - premeditación. (Del lat. praemeditatio, -onis). 1. f. Acción de premeditar. - premeditar. (Del lat. praemeditari). 1. tr. Pensar reflexivamente algo antes de ejecutarlo. 2. tr. Der. Proponerse de caso pensado perpetrar un delito, tomando al efecto previas disposiciones. - alevosía. (De alevoso). 1. f. Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente. Es circunstancia agravante de la responsabilidad criminal. (recuerdese que el aborto voluntario sigue siendo delito tipificado aunque se le elimine la pena)

Libro sobre la Campaña de Marruecos

por Redacción

El único significado que se le puede dar a esta decisión de entrar en guerra, es el intento de los políticos de evocar las viejas victorias del pasado y provocar una reacción de patriotismo entre los españoles

La campaña de Marruecos fue poco entendida por el pueblo español. La situación interior de España no era tan buena como para embarcarse en una guerra y menos para concentrar todos los efectivos en un país exterior. El único significado que se le pude dar a esta decisión de entrar en guerra, es el intento de los políticos de evocar las viejas victorias del pasado y provocar una reacción de patriotismo entre los españoles, para unirlos en la lucha de reconstruir un estado ruinoso. Esta es la base y, sobre ella, se estructuró toda una campaña política de reconstrucción nacional.

Para poder llevar a cabo la reconstrucción nacional, Leopoldo O’Donnell tuvo que inventarse un pretexto. Sin él, el pueblo español, no se movilizaría y menos lucharía en pos de un ideal patrio. El pretexto fue una cuestión de fronteras en el Rif. O’Donnell pretendía extender hasta la Sierra Bullones la frontera de la zona de Ceuta. En el conflicto intervino Inglaterra, pues no aceptaba que España tuviera superioridad estratégica en el Estrecho de Gibraltar. En octubre de 1859 se rompieron las negociaciones y España declaró la guerra a Marruecos.

No se equivocó Leopoldo O’Donnell en su idea, esto es, dotar de patriotismo a un pueblo que lo había perdido. La declaración de guerra fue aceptada con alegría en todos los puntos de la geografía española. Como ejemplo diremos que en Cataluña se presentaron alrededor de quinientos jóvenes voluntarios. En Barcelona se organizó un desfile militar, en honor a ellos, y el Abad de Montserrat los bendijo antes de partir hacia el frente. El clima en toda la geografía española fue inmejorable. Todo daba vueltas alrededor de la guerra. Se escribieron poesías, obras de teatro y canciones. Si políticamente fue un error plantearla, socialmente se convirtió en un éxito, pues provocó oleadas de entusiasmo popular.

España no consiguió el éxito deseado en las conversaciones de paz. El Tratado de Tetuán, a pesar de la victoria española, significó la pérdida de las plazas conquistadas a cambio de cien millones de pesetas y la concesión pesquera de Santa Cruz de Mar Pequeña, es decir, Ifni. A pesar del desánimo que produjo el Tratado de Tetuán, la pérdida de esta plaza, la euforia colectiva propició un aumento en el ego español. Los soldados fueron recibidos con grandes honores, e, incluso, se celebraron desfiles militares y fiestas en su honor. Ahora bien, esta euforia patriótica duró poco tiempo. No por culpa del pueblo español, sino por la mala gestión política de sus gobernantes.

La campaña de África, si bien sirvió relativamente para los propósitos de Leopoldo O’Donnell, políticamente no sirvió para nada pues, los acuerdos tomados en 1860 fueron modificados en 1861. Con lo cual, y una vez pasada la euforia de una falsa victoria, la inestabilidad política española continuó como antes de la campaña. España se hubiera podido ahorrar una campaña que, a parte del coste monetario, tuvo un innecesario coste humano. La reconstrucción nacional, pensada por O’Donnell no se produjo, pero quedó manchada por más de nueve mil muertos.

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Redacción

César Alcalá: "La Campaña de Marruecos (1859-1860)". AF Editores de Historia Militiae. ISBN 84-96016-55-2.


Todos a Colonia con el Papa

 

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