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ABORTAR=ASESINAR
El aborto es un asesinato, pues se mata a una persona con premeditación (se prepara reflexivamente, tal como lo marca la ley con su procedimiento, y se perpetra un delito, aunque sin pena, como también indica la ley) y alevosía pues no hay riesgo para los asesinos. 
R.A.E.: 
- asesinato. 1. m. Acción y efecto de asesinar. 
- asesinar. (De asesino). 1. tr. Matar a alguien con premeditación, alevosía, etc. 
- premeditación. (Del lat. praemeditatio, -onis). 1. f. Acción de premeditar. 
- premeditar. (Del lat. praemeditari). 1. tr. Pensar reflexivamente algo antes de ejecutarlo. 2. tr. Der. Proponerse de caso pensado perpetrar un delito, tomando al efecto previas disposiciones. 
- alevosía. (De alevoso). 1. f. Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente. Es circunstancia agravante de la responsabilidad criminal.
(recuerdese que el aborto voluntario sigue siendo delito tipificado aunque se le elimine la pena)
«Se cumplen 20 años de la Ley Orgánica 9/1985, aprobada por el Parlamento, ratificada por el Rey, y mantenida. tras su alternancia, por los gobiernos del Sistema, con y sin mayorías parlamentarias.
Esta ley ha dejado matar cerca de un millón de niños por aborto quirúrgico y varios millones más por aborto químico»


Análisis sobre el pasado y futuro del Estatuto de Cataluña

por José Luis Orella

Después de cuarenta años de régimen, donde se había ensalzado el espíritu de ser español, la llegada de la democracia vino acompañada de un fuerte sentido anticentralista. El nuevo gobierno se “vio en la obligación” de efectuar una reforma administrativa y territorial del país, para sumar a los nacionalistas al nuevo proyecto “democrático”

Después de las elecciones generales de 1977, Adolfo Suárez estableció contactos con Joseph Tarradellas, anciano dirigente de la izquierda nacionalista (ERC), que vivía exiliado desde la guerra civil. El dirigente republicano volvió convertido en marqués, y en la persona que establecería la primera Generalitat de la actual democracia.

Sin embargo, en el País Vasco, la situación era muy diferente, donde no existía ni siquiera el mínimo acuerdo sobre los posibles símbolos, como la bandera o el himno. Finalmente fueron aceptados los símbolos propios del PNV, contra el criterio del resto de los vascos.

Entretanto, durante los meses previos a la aceptación de la constitución, fueron aprobados los regímenes preautonómicos, anunciándose el futuro Estado de las autonomías. La constitución de 1978, nominalmente, pretendía conjugar, por una parte la indivisibilidad de la nación española (lo que motivo la abstención del nacionalismo vasco), con la referencia a las “nacionalidades” históricas (lo que causó el voto negativo de algunos diputados de la derecha).

Entre los “padres” de la carta magna, estaría el nacionalista catalán, Miguel Roca i Junient y el nacionalista vasco “honorario” Miguel Herrero (premio Sabino Arana), entonces en las filas de la UCD.

El 25 de octubre de 1979 fueron aprobados por referéndum, con un 40 % de abstención, los estatutos vasco y catalán.

Mientras, el catalán no planteó problemas, el vasco fue sumando competencias a consecuencia de las acciones asesinas de ETA, que en ese año causó 96 muertos.

Al mismo tiempo, la ausencia de una demanda autonomista del resto del país provocó que la UCD tuviese que inventar aspiraciones regionales, para poder dar salida a los procesos autonómicos del artículo 143 de la constitución.

Los históricos fueron por el rápido del 151.

En Galicia, una cuarta parte de los gallegos aprobó la instauración del primer régimen autonómico de su historia. Sin embargo, para los nacionalistas era el medio para crear un estado propio, para la UCD el ansiado fin que reuniría a todos los españoles en un marco aceptado por todos.

Sin embargo, en Cataluña estamos viviendo la ruptura de aquel consenso y el establecimiento con el nuevo estatuto de la base oficial de la comunidad nacional catalana, rompiendo los lazos afectivos e históricos con España.

Cataluña fue la primera y única región que convirtió en realidad su autonomía durante la II República.

La guerra civil sirvió para ver las incongruencias de la política llevada a cabo por Luís Companys y sus aliados anarquistas, quienes bajo el manto protector del presidente de la Generalitart, extendieron una de las revoluciones sociales más cruentas de la historia del siglo XX.

Ahora vivimos la nostalgia de aquel “terror” y la recuperación de una falsa historia.

El nuevo estatuto, pretende ser la piedra angular sobre la cual se configure la nueva comunidad identitaria catalana, conformada con el consenso cómplice de todas las fuerzas políticas parlamentarias.

Resultado lógico después de un par de décadas de “hacer nación” por parte del gobierno convergente de Jordi Pujol. Pero también significativo, por una izquierda, la del tripartito, que ante el agotamiento de su discurso social, lo sustituye por un nacionalismo anticatólico que pretende volver hacer de Cataluña, la vanguardia del progresismo.

Con respecto al Partido Popular, Pique intenta evitar el “polo escluso” en el que vive el derechismo sociológico con una operación novedosa que sería la aceptación del hecho diferencial nacionalista catalán.

Este reconocimiento aportaría el proceso de unión del PP catalán con la UDC de Duran Lleida, que conseguiría ser el socio fuerte de la nueva realidad del centroderecha y obligaría a Convergencia a perder su papel protagonista en Cataluña.

Ante esta situación de pérdida absoluta de la identidad nacional española de Cataluña, los partidos políticos han perdido su labor de vertebración en favor de las sociedades transversales.

Los catalanes son españoles, no porque se sientan españoles, sino porque lo son fruto de la comunidad histórica de la que forman parte en su devenir.

Un concepto nacional que no tiene parangón con el individualista republicano francés o el etnicista alemán, al cual los criterios raciales o lingüísticos, asientan con criterios científicos a nuestros nacionalistas de parroquia.

En este aspecto, las sociedades transversales catalanas tienen la labor de reconducir a la plural sociedad catalana a su sentir catalán, y por tanto, español, a través de una multiplicidad de actividades formativas.

Desde el ámbito de la izquierda social de los barrios periféricos de Barcelona hasta las comarcas de la payesia de la vieja barratina de nostalgias carlistas,

Cataluña muestra una pluralidad y complejidad grande, pero aunada en un sentimiento que se vivió desde antiguo con el canto del Virolay o con el recitar de la Oda a Espanya de Maragall.

Existe una Cataluña real, viva, que quiere seguir ejerciendo de alimento nutricio importante de la España del futuro. Para llegar a ello, los catalanes de hoy deben prepararse a crear una sociedad sólida en principios y en busca de la verdad, que aguante las tentaciones del laicismo como del caduco nacionalismo de sabores tibios en lo católico y en lo social. Un Cataluña sana que vuelva a ser referencia del resto de España.

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José Luis Orella


Todos a Colonia con el Papa

 

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